SELECCIÓN ESPECIALIZADA Aceptar o no una contraoferta RICARDO COROMINAS, Director Ejecutivo de Michael Page Internacional Barcelona Jordi P. trabaja como controller en un grupo multinacional americano. Llevaba seis años en la compañía y después de dedicarle muchas horas y esfuerzo había conseguido promocionar al puesto que ocupaba en estos momentos. Jordi era una persona trabajadora y cumplidora, no le importaban las horas que tenía que pasar en la oficina, porque tenía un objetivo claro: llegar a Director Financiero, sea en su empresa o en cualquier otra. Tenía claro que sus primeros años profesionales iban a marcar su vida profesional y por eso no escatimaba esfuerzos. Llevaba dos años como controller y en varias ocasiones había comentado con su jefe la posibilidad de asumir más responsabilidades. En cada evaluación semestral, tanto su superior como el Director General, habían redactado un informe muy positivo y habían destacado a Jordi como persona clave y con un potencial muy alto en la organización. Desgraciadamente, Jordi tenía que oír siempre el mismo discurso de sus superiores: “Jordi confiamos en ti y eres una persona clave para la organización, pero no tenemos posibilidades de promocionarte, ya que no hay una vacante donde puedas ejercer de Director Financiero”. Acababa de empezar el año y se acercaba la evaluación semestral. Jordi estaba especialmente contento, porque el año anterior su trabajo había sido muy efectivo y bien valorado por la casa matriz y además el grupo estaba en un momento de cambios estructurales y organizativos. Se había preparado muy bien la evaluación, pensando que esta vez sí que le propondrían Capital Humano 128_s_se_213.indd 128 128 una promoción a Director Financiero de una de las empresas del grupo. Al acabar la reunión Jordi salió bastante decepcionado, porque no había conseguido lo que se había propuesto. Esa misma noche Jordi comentó lo sucedido con su novia y finalmente tomó la decisión de buscar un puesto de Director Financiero en otra empresa. Estaba cansado de promesas que no se cumplían y además su empresa no era la única donde Jordi podía hacer carrera, a pesar de que le gustaba mucho el ambiente de trabajo, el perfil internacional de la empresa, su trabajo y la actividad de la compañía. Aunque seguramente le supondría un esfuerzo adicional en tiempo, estaba decidido a cambiar de empresa. Ese mismo domingo empezó a buscar ofertas de empleo en el periódico, en internet y a mover contactos suyos. Finalmente después de varios meses, Jordi estaba como finalista en un proceso de Director Financiero de una multinacional. La última entrevista con el Director General había ido muy bien y sólo faltaba que le escogieran a él. Al día siguiente le llamó el Director de Recursos Humanos para decirle que el puesto era suyo y que viniese a la oficina a formalizar la oferta. Jordi estaba pletórico y tras firmar el acuerdo ya sólo le quedaba el paso más difícil: dar la baja en su actual empresa. Esa noche Jordi no pegó ojo, pensando en la reunión de mañana. Su jefe se sorprendió mucho cuando Jordi le anunció que dejaba la empresa y le preguntó por los motivos. Jordi le explicó que aunque la empresa se había portado muy bien durante los 6 años que llevaba trabajando y le había dado siempre nuevos retos, había llegado a un punto donde estaba estancado. No era un motivo de dinero, porque Jordi se consideraba bien pagado, pero que a sus 35 años quería algo más. Jordi añadió que llevaba pidiendo varios meses una promoción y que cuando la empresa había tenido la ocasión de promocionarle, no lo había hecho efectivo. Su jefe no quiso firmar la carta de baja voluntaria hasta haber hablado con el Director General. A Jordi le extraño la actitud de su jefe, porque nunca hubiera esperado esa reacción un tanto agresiva y parecía hasta molesto y enfadado. Por la tarde, a última hora, cuando Jordi estaba a punto de marcharse, le llamó la secretaria del Director General para que subiese a su despacho. A Jordi le extrañó mucho, pero aún así subió. En el despacho le esperaban su jefe y el Director General. Jordi se sentó en la mesa de reuniones y el Director General le volvió a preguntar por su decisión. Después de una hora, el Director General le comentó que no querían que se fuera de la empresa. Había hecho unas llamadas y realizado algunas gestiones. Finalmente le podían ofrecer un puesto de Director Financiero en una empresa pequeña del grupo que se dedicaba al transporte. Jordi se quedó muy sorprendido. Ya no le cuadraba nada. Por fin, cuando había logrado su objetivo de cambiar de trabajo, le proponían una promoción. No entendía lo que estaba pasando. Durante un momento pensó Nº 213 • Septiembre • 2007 31/07/2007 10:12:52 en lo cretinos que eran sus jefes, por esperar a que él presentara la baja para promocionarle. No querían que se fuese de la sala sin firmar el nuevo contrato, pero Jordi quería reflexionar sobre lo ocurrido. Llegó a su casa y se sentó en el sofá a pensar. No sabía qué hacer. Por un lado ya había firmado la carta de compromiso con la otra empresa pero, por el otro, le ofrecían la promoción que tanto había esperado en su actual empresa. La situación en la que se encuentra Jordi es algo que nos puede ocurrir a todos nosotros. Jordi tiene un dilema: aceptar la contraoferta o no. Cualquiera de nosotros puede pensar en cambiar de trabajo porque esta desmotivado, ya no le gusta su trabajo, no tiene posibilidad de promoción, no le gusta el ambiente o su nuevo jefe, la empresa cambia de propietarios y cambia la organización o simplemente porque no se siente valorado o mal pagado. La posibilidad de contraoferta siempre esta presente. Desde mi punto de vista una contraoferta siempre se debería de mirar muy detenidamente y estar seguro de los motivos de cambio. Analicemos dos casos probables: 1) Cambio por dinero: Hay personas que esperan que al dar la baja le hagan una contraoferta porque es la única manera de que les suban el sueldo que están pidiendo ha- ce tiempo o los valoren realmente. Estos candidatos nunca van a cambiar si en la empresa actual le cubren sus expectativas. 2) Cambio por desmotivación: En este caso nos encontramos con dos tipos de candidatos, aquellos que están completamente convencidos del cambio y los que no lo están del todo. Los que lo tienen totalmente decidido y que buscan algo más que un aumento de salario o una promoción, se molestarán si en la empresa actual les hacen una contraoferta porque se sentirán humillados, dolidos, con su orgullo herido o simplemente poco valorados. Se preguntarán por qué la empresa reacciona cuando se encuentra delante de una situación límite y no han preparado el terreno con anterioridad. Para los que no están seguros del cambio la contraoferta les producirá mayor inseguridad a la hora de tomar su decisión. Pueden sentirse halagados porque sus jefes no quieren que se vaya, tener miedo al cambio o a lo incierto y prefieren quedarse con condiciones mejoradas. Lo que probablemente no tienen en cuenta estos candidatos son los motivos reales que le han inducido a buscar un nuevo empleo, ya que lo primero que intentarán sus jefes es igualarle el salario que le ofrecen en el otro puesto. La alegría por la mejora salarial es pasajera, dura muy poco tiempo, unos meses, ya que volverán a aparecer los motivos reales por los cuales empezamos a buscar trabajo. Así que lo único que conseguiremos es retrasar el cambio de empleo y posiblemente perder una muy buena oportunidad de cambio. En Michael Page International estamos expuestos a este fenómeno a diario, ya que muchos de los candidatos que reciben ofertas de trabajo a través nuestro están expuestos a que les hagan una contraoferta. Nuestro consejo siempre es el mismo: no aceptar la contraoferta, tomando como premisa que los motivos del cambio no son únicamente el sueldo, sino que influyen otros factores como la motivación, la promoción o el tipo de empresa. Cambiar de trabajo no es una decisión fácil y normalmente comporta unos riesgos, una presión por parte de la familia que muchas veces prefiere la seguridad del puesto actual a la incertidumbre del nuevo contrato de los nuevos jefes y compañeros de trabajo. Pero en el mercado actual los trabajos y las empresas no son para toda la vida, los cambios en las empresas son continuos y; o somos conformistas con nuestra carrera profesional, le damos prioridad a otros aspectos en nuestra vida y no cambiamos nada; o bien nos adaptamos a los cambios para prosperar; o bien cambiamos de trabajo y entorno. \ Información elaborada por Nº 213 • Septiembre • 2007 128_s_se_213.indd 129 129 Capital Humano 31/07/2007 10:12:54