IDEAS POLITICAS El radicalismo religioso en el Magreb Respaldadas en motivaciones políticas o religiosas, las tendencias radicales han echado raíces en Marruecos, Argelia y Libia. Mohamed Darif E ste análisis no se refiere a los grupos islamistas de los países del Magreb puesto que éstos son en su inmensa mayoría moderados. Existen organizaciones en Libia y Argelia consideradas como prolongación de los Hermanos Musulmanes egipcios. De la misma manera existen otras organizaciones que no se consideran prolongación de esa corriente, pero que se han adaptado a las realidades locales como es el caso del Movimiento para la Tendencia Islámica en Túnez o Justicia y Espiritualidad (Yama’a al-Adl wal Ihsan) en Marruecos. El estudio se refiere sobre todo a las organizaciones religiosas radicales de la corriente islamista o salafista ya que el campo religioso lo rigen actores que divergen estructuralmente. A partir pues de esa distinción, nos proponemos arrojar alguna luz sobre los grupos religiosos radicales de los países del Magreb tanto islamistas como salafistas. Las expresiones del radicalismo islamista: la lucha como necesidad política L as redes del radicalismo religioso que pertenecen a la corriente islamista “yihadista” convergen alrededor de la idea según la cual la lucha es una necesidad política y un medio para la edificación del Estado islámico en tanto que último escalón para hacer presión sobre los regímenes políticos para que éstos se alineen por lo menos con los principios del islam. Esa corriente está representada en el Magreb por dos importantes tendencias: la qutbista y la de los afganos árabes. n La tendencia qutbista Se inspira en las ideas de Sayid Qutb condenado a muerte y ejecutado por el régimen egipcio en 1966. Sus ideas están contenidas en su obra Maalim fi Attariq (Señales en el camino). Sin embargo, surgieron dos tendencias divididas sobre la cuestión de la excomunión: una que reivindicaba la excomunión del poder y otra que excomulgaba al poder y a la sociedad. A causa de la creciente influencia de la ideología moderada de los Hermanos Musulmanes en el Magreb, el grupo qotbista que reivindica la excomunión del poder no pudo imponerse. Por eso las organizaciones ligadas a esa línea, en primer lugar en Marruecos y luego en Argelia, se mantienen aisladas. En Marruecos, la primera organización qutbista fue creada en 1969: “Movimiento de la Chabiba islamiya” (Juventud islamista) fundado por Abdelkrim Mutii. Éste había procurado, desde el principio, crear un ala militar cuyo jefe fue Abdelaziz Nuamani. Pero cuando este último abandonó la organización, Mutii tomó la iniciativa en 1981 de reestructurarlo creando un ala militar bautizada como “fracción de la yihad” (combate), cuya misión consistía en llevar a cabo operaciones militares en el interior de Marruecos. Pero las autoridades pudieron desmantelar dos de sus grupos. Uno, más conocido como “grupo de los 71”, fue descubierto en 1983 y el otro, conocido como “grupo de los 26” fue detenido en 1985. Además Mutii fue condenado a muerte por rebeldía. La segunda organización de ese tipo fue creada por Nuamani en 1984 y bautizada “organización de los muyahidin marroquíes”. A Nuamani, desaparecido elmismoaños en Francia en condiciones misteriosas, le sucedió Ali Busghiri, secundado por Mohamed Neggaui. Esos dos personajes pudieron ocultarse mucho tiempo bajo una falsa identidad. Busghiri siguió viviendo en Marruecos con el nombre de Abdelaziz Semni y Neggaui regresó a Marruecos en 1989 haciéndose pasar por Abdalá Riffi. De esa manera siguieron dirigiendo a los nuevos reclutados. Pero si bien las autoridades capturaron finalmente a Neggaui en el transcurso de investigaciones sobre los atentados del 16 de mayo de 2003 de Casablanca, Busghiri sigue siendo buscado. Los interrogatorios pudieron revelar que el movimiento de los muyahidines sigue activo y operativo. Por otra parte, en Argelia, el movimiento islamista armado se ha vuelto muy activo en el marco de la excomunión del poder según la tendencia qutbista. Esa organización fue creada por Mustafá Buyali en 1982. Pero Mohamed Darif es catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Hassan II de Mohamedia. AFKAR/IDEAS, VERANO DE 2004 75 IDEAS POLITICAS Muyahidin (“hombres de la guerra”) celebran el 12º aniversario del fin del régimen comunista de Afganistán. Kabul, 27 de abril de 2004./ AP RADIALPRESS sólo se empezó a hablar de ese grupo en 1985 con motivo del asalto a un cuartel militar el 27 de junio. La confrontación entre ese grupo y las fuerzas de seguridad se saldó con la muerte de Buyali después de una emboscada el 3 de febrero de 1987. Fue Abdelkader Chibuti quien le sucedió, aunque más tarde fue detenido y condenado a la pena capital antes de ser amnistiado por el presidente Chadli Benyedid en julio de 1990. El grupo Attakfir wal Hijra fue creado por Mustafá Chukri, discípulo de Sayid Qutb y constituye la otra corriente de la tendencia qotbista. Esa corriente es patidaria de la excomunión del poder y de la sociedad. Aunque este grupo creyó en el exilio antes de atacar al poder, no deja de ser cierto que llevó a cabo sus operaciones en el marco de la necesidad política. Sus ideas han inspirado a varias organizaciones, muy especialmente a las organizaciones argelinas y en menor medida a las marroquíes. En Argelia, la corriente de la excomunión y del exilio tuvo un “éxito” real en comparación con otros países del Magreb y estuvo encarnada por el grupo dirigido por Kamel Samer quien inauguró la confrontación con el poder en 1989. Varios de sus miembros se unirían después al Grupo Islamista Armado (GIA). En Marruecos, no existe una organización de ese tipo aunque sus ideas estén apoyadas políticamente por ciertos grupúsculos que no llegan a coordinar sus acciones. Además, después de los atentados del 16 de mayo, la detención en Nador de Bendaud al Jamly, considerado por las auto76 ridades como el emir de los takfiristas, ha revelado la ausencia de la dimensión organizativa de ese movimiento. De una manera general, los grupos ligados a esa corriente operan en dos niveles: – El primero se carateriza por la excomunión total del poder y de la sociedad, lo cual impone la prohibición de ocupar funciones en las instituciones públicas y gubernamentales. – El segundo nivel se carateriza por el ejercicio efectivo del exilio. Pero si por razones objetivas es imposible exiliarse definitivamente del Dar al Kufr (el Estado impío), los miembros de esa corriente se contentan con aislarse espiritualmente. Sin embargo, esa dura opción sólo se le concede a aquellos que pueden soportarla. Los otros deben efectuar el exilio propiamente dicho. El comportamiento de los adeptos de esta corriente reviste dos características: la prohibición de asistir a la oración del viernes hasta que no sea proclamado el Estado islámico y la prohibición de orar en las mezquitas ya que éstas se han convertido desde hace siglos en lugares malsanos. Sólo existen cuatro autorizadas: la Meca, Al Quds, la Quba y la del profeta en Medina. n La tendencia de los afganos árabes Con motivo de la guerra soviético-afgana, algunos regímenes árabes permitieron a sus jóvenes enrolarse en la yihad en Afganistán. Ése fue el caso de Egipto, Argelia, Túnez, Yemen, Jordania, Irak y Arabia Saudí. En un principio fueron unos 20.000 jóvenes los que se reunieron en los campos alrededor de la ciudad paquistani de Peshawar. Es allí donde comenzó su entrenamiento para la yihad. Pero, al final de la guerra y después de la partida de los soviéticos, esos jóvenes comenzaron a sentir una especie de comunión y de destino comunes. Se les llamó “afganos árabes” y constituyeron una corriente caracterizada por dos factores: – En primer lugar, la oposición a los regímenes paquistaní y afgano. En un principio tuvieron el apoyo del gobierno de Nawaz Charif, una coalición de partidos islamistas, pero la llegada al gobierno de Benazir Buttho terminaría creándoles muchas dificultades. Un buen número de esos combatientes fueron expulsados de Pakistán, y el nuevo poder afgano los consideró un obstáculo para la reconciliación nacional. – El segundo factor estuvo marcado por las persecuciones de que fueron objeto por parte de los go- AFKAR/IDEAS, VERANO DE 2004 IDEAS POLITICAS biernos árabes. El gobierno afgano pediría al de Pakistán la extradición de un buen número de combatientes egipcios. Por consiguiente, esos combatientes de diferentes nacionalidades se vieron obligados a abandonar Pakistán y a marcharse al desierto yemení donde se crearon campos de entrenamiento cerca de Saada al Norte y en la región de Maraab, así como en las montañas de Marakcha en la provincia de Shebwa. Pero algunos prefirieron permanecer en Pakistán ya que allí tenían la cobertura de los movimientos islamistas; otros se fueron a Afganistán donde contaban con el apoyo del grupo de Gulbuddin Hikmatyar, o a Irán, en concreto a Qom y Mashhad, o a Sudán. Pero fue en Yemen, precisamente, donde los afganos árabes se constituyeron en una verdadera organización que contó con la cobertura política de Abdelmayid Zindani, el líder del partido de la reforma yemení. El padre espritual de los afganos árabes es el palestino Abdalá Yussef Azzam, un adepto de la ideología yihadista. Fue además despedido de su puesto en la universidad de Amman debido a sus ideas radicales. Pero fue reclutado por universidades saudíes y paquistaníes antes de abandonar sus funciones universitarias para consagrarse exclusivamente a la yihad en Peshawar. En noviembre de 1989 resultó muerto por la explosión de una bomba en su coche. Así pues, si Azzam fue el padre espiritual del movimiento, en realidad es el doctor Ayman Zawahiri quien ideó la táctica de combate contra los regímenes árabes para lograr su parálisis en tres niveles: – Congelar la actividad económica atacando a las principales unidades de producción, a los bancos y a los sectores con más futuro, como el turismo. – Acabar físicamente con los principales símbolos de los Estados árabes o de sus principales aliados. – Provocar una brecha entre el poder y sus apoyos ideológicos o políticos especialmente periodistas, intelectuales y profesores. Esa táctica política fue ampliamente aplicada en Egipto, Argelia y en menor medida en Marruecos. En Argelia, por ejemplo, los afganos argelinos pudieron constituir una organización y actuar por etapas. En 1991 hicieron notar su presencia atacando el cuartel de Ghamar, luego se infiltraron en los movimientos armados, como Attakfir wal Hijra, y lograron entrenar a sus miembros y a los del movimiento islamista armado, recuperando incluso a un buen número de ellos. Después crearon grupúsculos sobre el modelo de las brigadas de los mártires de Al Quds o Assuna y Charia dirigida por Mohamed Zaituni. Se trataba de hacer propaganda de la ideología integrista afgana difundiendo sus obras. Esa función le correspondió a Murad Sayed Ahmed alias Yaafar El Afghani quien desde 1992 se había hecho famoso por sus llamamientos a la yihad y a la eliminación de los símbolos del Estado y del poder. Esas etapas contribuyeron en 1992 a unificar a cuatro organizaciones armadas, en especial aquéllas que se escindieron, con el movimiento islamista armado, la brigadas Al Quds, Assuna y Charia y Bakun Ala al Ahd (los fieles). El GIA se constituyó sobre la base de esa coalición. En Marruecos, los afganos marroquíes constituyen la expresión local de los afganos árabes y proceden sobre todo de la corriente Attakfir wal Hijra especialmente de aquéllos que se exilaron en Afganistán para huir del Estado impío. Otros procedieron del Movimiento de la Chabiba al islamiya. Su acción está encarnada por el Movimiento islamista combatiente que fue creado en 1993 a iniciativa de Abdelilá Ziyad. Ése fue el grupo que llevó a cabo el atentado contra el hotel Atlas Asni de Marraquech en 1994. Las expresiones del radicalismo salafista: la lucha como obligación religiosa L a corriente salafista combatiente es actualmente la principal expresión del radicalismo religioso. Fue fundada sobre la ideología que considera la lucha como una obligación religiosa y no una necesidad política como preconiza la corriente islamista yihadista. Se expresa a través de organizaciones que echaron raíces en Libia, Túnez, Argelia y Marruecos. n Los fundamentos ideológicos del salafismo combatiente El salafismo combatiente apareció después de la escisión que tuvo lugar en 1991, en el seno de la institución wahabita de Arabia Saudí, por divergencias sobre la presencia de tropas militares americanas en suelo saudí que debían combatir contra el ejército iraquí cuando éste invadió Kuwait. Algunos ulemas rechazaron categóricamente esa presencia y su oposición llegó hasta denunciar al poder. Desde entonces se puede hablar de dos corrientes en el seno del salafismo wahabita: la tradicional que siguió fiel al poder y la combatiente que excomulgó a la familia reinante y emitió una fatua que autorizaba la lucha contra ella. La ideología del salafismo combatiente se vio reforzada por la aportación de Osama bin Laden, sobre todo después de su regreso a Afganistán en 1996. En el marco de su nueva estrategia, Bin Laden intentó reforzar su organización sin recurrir a los afganos árabes, tanto más cuanto sabía que esa corriente distaba mucho de ser homogénea en el plano ideológico y doctrinal. En efecto, los afganos árabes sólo estaban unidos por la idea de combatir a la URSS. Fuera de esa línea, constituían un mosaico de tendencias, de las cuales la principal era la qutbista en las dos expresiones antes citadas, incluida Attakfir wal Hijra. Por consiguiente, Bin Laden intentó elaborar una ideología que pudiera homoge- AFKAR/IDEAS, VERANO DE 2004 77 IDEAS POLITICAS neizar a su grupo. Se inspiró en la ideología del salafismo combatiente tal como había sido trazada por Abu Qatada, considerado el principal teórico (autor de Al Yihad al Iytihad). Así pues la ideología del salafismo combatiente se articula alrededor de tres ideas: – El único medio de edificar el Estado islámico y la instauración del poder divino es el combate. Cualquier otro medio es rechazado en especial la predicación o la participación política. – El combate es una obligación religiosa y por eso los otros movimientos islamistas sólo proponen la yihad desde un punto de vista formal. El salafismo combatiente, de esa manera, le da un aspecto concreto. – La prioridad en el combate se concede al enemigo cercano (los regímenes árabes) y no al enemigo lejano (los occidentales o los infieles cristianos o judíos). Por ello hay que combatir a los musulmanes renegados que se han apartado de la vía de Dios, especialmente los islamistas, los laicos o los demócratas. Esas tres ideas reaparecen igualmente en las organizaciones salafistas combatientes del Magreb. En Argelia, por ejemplo, el quinto artículo de la carta del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) establece: “Combatir a los renegados es prioritario en relación con el combate que debe ser lanzado contra los infieles originales y su castigo debe ser más fuerte que el que debe ser infligido a lo infieles. No tienen que ser objeto de ningún respiro ni gracia y la única opción que tienen es arrepentirse o la espada”. Esas ideas se encuentran en Marruecos en las obras de Mohamed Fizazi, Abdelkrim Chadli y Omar el Hadduchi. n El marco organizativo del salafismo combatiente Cuando Bin Laden regresó a Afganistán en 1996 y dentro de su nueva estrategia, no se contentó con utilizar la ideología salafista combatiente, sino que creó grupos en varios países árabes e islámicos, además de células durmientes en los países occidentales de Europa y Estados Unidos. La región del Magreb era un objetivo especialmente señalado. A ese respecto, hay que hacer tres observaciones: la primera concierne a la eliminación de la noción de la yihad de las apelaciones de esas organizaciones. La noción escogida es la de combate como fue el caso de la organización libia combatiente, el grupo marroquí combatiente, el grupo tunecino combatiente, o la Yamaa Salafiaa argelina para la predicación y el combate. La segunda observación resalta los estrechos lazos establecidos entre las organizaciones magrebíes. El tunecino Sahban Abdelmayid mantenía relaciones privilegiadas con el grupo marroquí combatiente y Rabi Aït Uzu del mismo grupo, muerto en un enfrentamiento con la policía en Casablanca en 2002, era al mismo tiempo uno de los líderes del grupo libio combatiente. La tercera observación tiene que ver con la jerarquía 78 de las prioridades. Hay que distinguir las del GSPC de las de las otras organizaciones magrebíes. La prioridad de aquel es el combate contra el régimen argelino considerado como renegado. Es, por lo tanto, una prioridad interna que tiende a instaurar un régimen alternativo. Ese punto figura además en el organigrama de la organización, que es el siguiente: – El emir del grupo se encarga de gestionar los asuntos de la guerra, la justicia, la defensa del territorio, la defensa de las mujeres, el reparto del dinero, la recaudación del impuesto y de la Zakat y ejecuta las sanciones religiosas (Hudud). – El consejo de notables y de consejeros se ocupa de designar, revocar y de controlar al emir. – Los comités funcionales, formados por ocho subcomités: el encargado de la compatibilidad de las actuaciones con la Charia, el militar, el médico, el financiero, el judicial, el de comunicación, el de asuntos externos y el del secretariado (Addiwan). – El consejo consultivo cuya función es ayudar al emir a gestionar los asuntos del grupo. Está compuesto por el emir, los miembros del consejo de notables y los presidentes de comités. Pero después del 11 de septiembre de 2001, el grupo ha sufrido cambios, en particular en lo que se refiere a los objetivos. Así, aunque la prioridad sigue siendo la lucha contra el régimen, el grupo comenzó a interesarse por los países del Sahel. Esta orientación disgustó al emir Hassan Hattab que fue destituido por el consejo de notables y sustituido por Nabil Saharaui alias Abu Ibrahim Mustafá, fallecido recientemente. Por otra parte, en un principio el objetivo de los grupos combatientes de Libia, Túnez y Marruecos no era luchar directamente contra los regímenes existentes, sino proporcionar un apoyo logístico a los otros miembros de Al Qaeda ya sea para albergarles en los países del Magreb o para facilitarles el tránsito hacia Europa. Ese objetivo determinó la naturaleza de sus estructuras que no eran ni tan complicadas ni tan rígidas como las del grupo argelino. Por el mismo motivo, no tenían necesidad de reclutar a más militantes. Se contentaban con las pequeñas células establecidas en el Magreb o en otros países europeos como España, Italia, Bélgica, Francia o Gran Bretaña. España fue la base de retaguardia a partir de la cual fue posible llevar a cabo operaciones de envergadura como las del 11–S. Por consiguiente, los atentados de Nueva York que han dado lugar a la lucha antiterrorista a gran escala han llevado a esas organizaciones a volver a definir sus prioridades. Han pasado de la etapa del apoyo logístico a la de la preparación de luchadores capaces de llevar a cabo operaciones contra los Estados. En ese marco se inscriben los atentados de Casablanca que llevan la firma del grupo marroquí combatiente y del grupo libio combatiente y los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid que llevan también la firma de AFKAR/IDEAS, VERANO DE 2004 IDEAS POLITICAS los grupos marroquí y tunecino. n AFKAR/IDEAS, VERANO DE 2004 79