EL DEBER SER DE LOS JUECES: DECIDIR EN JUSTICIA Y DERECHO JESUS AURELIANO GOMEZ JIMENEZ1 INTRODUCCION Hablar de los jueces y fiscales, implica hablar del ser humano que hay tras de ellos; como seres que viven, sienten y padecen los rigores de la existencia como cualquier otra persona, pero tras sus hombros se encuentra la mas ardua y dura labor de los seres humanos: “Juzgar”. Este texto mostrara los obstáculos a los que se ven sometidos nuestros jueces, cuando toman decisiones que no satisfacen ciertas esferas de poder, que tratan de minar su independencia. DESARROLLO DEL TEMA La ardua tarea de administrar justicia, de la cual han sido revestidos nuestros jueces y fiscales, es un labor a la que se enfrentan día a día, en la que ese individuo se ve sometido a una doble condición: Humano vs Juez; en la cual se ve enfrentado a una dicotomía: el “Ser” y el “ Deber Ser”; es decir, ese “Ser” humano que padece y siete, se enfrenta contra ese sujeto que “Debe” implacablemente aplicar la ley, realizando así una “función dialéctica”, que está sujeta a las modificaciones y alteraciones, producto del estudio de los cambios sociales y doctrinales, que necesariamente se reflejan en sus decisiones. 2 El juez es un ser dinámico, que adquiere su conocimiento para decidir el vivir diario; cuando razona, no se aparta de las circunstancias que le rodean, de ese “Ser” al contrario, las sopesa y adecua de acuerdo a las circunstancias que se le presentan, y en cada caso se enfrente a una nueva contradicción racional; de allí que sus decisiones son el producto de la dialéctica argumentativa, que surge de las constantes contradicciones argumentales. 1 Pertenece al Colegio de Jueces y Fiscales de Antioquia, Fiscal Seccional de la Unidad de Vida de Medellín, Abogado, Historiador y Magister en Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia. 2Véase Sentencia T-321/98 de La Corte Constitucional. Cuando el juez decide, y en especial cuando son decisiones cruciales o que los medios de comunicación monitorean, se enfrenta no solo a quienes promueven su decisión, sino también a aquellos actores de poder que pretenden condicionarle, no en pro del respeto a la justicia y la equidad, como lo manda la constitución y la ley, sino bajo intereses que en el fondo buscan es socavar su independencia y autonomía, para tratar de atarla y manipularla. Es en estas circunstancias en las que nuestros jueces, han antepuesto esa realidad condicionante, y han sacado contra viento y marea decisiones que siempre son ajustadas a la Constitución y a sus criterios de “Ser Humano”. Decisiones que lo único que hacen es respetar el Estado social de derecho y las garantías fundamentales que le fundan, que por buscar su respeto, son llevados injustamente a la picota pública, mancillando con tales blasfemias su majestuosa dignidad. La independencia y autonomía de los jueces y fiscales, emana del artículo 228 de la Constitución Nacional, principio constitucional que busca igualmente preservar la propia democracia; no en vano durante los siglos XVII y siguientes, se proyectaba por los teóricos ilustrados una inaplazable división de poderes, que debería constituirse en un sistema de pesos y contrapesos frente al absolutismo monárquico, que en la actual democracia, se hacen indispensables para evitar los excesos de unos frente a los otros, porque cualquier injerencia de los demás poderes en las decisiones de la rama judicial, socavan la propia democracia e irrumpen hacia Estados totalitarios. No en vano un ilustrado como Montesquieu nos plantea en su texto el peligro de la usurpación de poderes, en especial por el ejecutivo, de lo cual dice: Tampoco hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo ni del ejecutivo. Si va unido al poder legislativo, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario, pues el juez seria al mismo tiempo legislador. Si va unido al poder ejecutivo, el juez podría tener la fuerza de un opresor. Todo estaría perdido si el mismo hombre, el mismo cuerpo de personas principales, de los nobles o del pueblo, ejerciera los tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas y el de juzgar los delitos o las diferencias entre particulares.3 3 Montesquieu, El Espíritu de la Leyes, editorial Universitaria, universidad de Puerto Rico, 1964. John Locke, otro pensador de la Ilustración, va mas allá y expone en su texto: “Ensayo sobre el Gobierno Civil”, que donde ya no existiere administración de justicia para el aseguramiento de los derechos de cada cual, es decir una especie de anarquía, no quedaría ciertamente gobierno; y dice que un gobierno sin leyes, es algo incompatible con la sociedad humana. Y lanza esta frase lapidaria: ”siempre que la ley acaba la tiranía empieza”.4 La conquista de la independencia y autonomía del poder judicial no ha sido pacifica, en otros tiempos, esta fue el apéndice del ejecutivo(el Monarca), su emancipación de los demás poderes le permitió consolidar una democracia con ciudadanos libres y autónomos, y de entre ellos, operadores judiciales soberanos y autónomos (Jueces y Fiscales), que no pueden tolerar ser expoliados y fustigados por agentes externos y aun por internos, pues ello desconocería el principio de autonomía e independencia que guía la actividad judicial (artículo 228 de la Constitución), y se traduciría en una irrupción arbitraria en el ejercicio de su función. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES Se constituye el discernimiento, en la racional e imparcial aplicación de la ley por Jueces y Fiscales, en los únicos medios de confrontación con que cuenta el poder judicial frente al resto de poderes; por ello la Autonomía e Independencia de la rama judicial, “debe ser” respetada, por los demás poderes, en pro de salvaguardar la propia democracia, ya que cuando un poder se corrompe y se vuelve hegemónico, llegan las arbitrariedades y excesos de los gobiernos, no en John Locke, “Ensayo sobre el Gobierno Civil: http://new.pensamientopenal.com.ar/01092009/filosofia05.pdf p 43 y 47 4 vano el mantener el respeto y la autonomía de la administración de justicia, se convierte en el mejor contrapeso frente a los excesos del ejecutivo.