Repertorio de palabras del campo semántico de la moralidad en Áyax de Sófocles.* Prof. Dra. María Inés Saravia de Grossi CELC (AFG) UNLP. En la presente lectura, proponemos repasar algunas palabras del repertorio relativo al campo semántico de la moralidad, teniendo como hipotexto la Odisea homérica, dado que a partir de la hipótesis de la tragedia de Sófocles se invita a reflexionar sobre las semejanzas con la épica en el propio personaje, cuando el escoliasta presenta a Áyax como un personaje homérico, pues el primer párrafo de la hipótesis describe la obra como el drama de la guerra de Troya e ilustra las causas y las consecuencias del juicio por las armas. El exégeta explica que, como corolario, Áyax perdió las armas, el juicio y, finalmente, su vida. Jebb (1896: 4) observa que, en la obra, la causa de la locura de Áyax no es el desencuentro con las armas, sino la intervención de Atenea. El escoliasta agrega que Dicearco de Messana, un discípulo de Aristóteles, tituló a la obra La muerte de Áyax; pero que, en las didascalias, se titula simplemente Áyax. A partir del punto de vista de la hipótesis, la crítica ha mantenido, en alguna medida, una perspectiva semejante. Todos los editores comienzan sus comentarios con la remisión a la épica homérica como hipotexto decisivo para justificar cuán controvertido se manifiesta el personaje de Áyax. Jebb (1896: ix y ss.), Stanford (1963: xii y ss.), Kamerbeek (1963: 1 y ss.) y Garvie (1998: 1 y ss.) consideran con detenimiento la comparación con el héroe épico, dado que Áyax es el mejor de los Aqueos, después de Aquiles; y dentro de las comparaciones, el tema de la espada es relevante en cuanto actualiza la monomachía con Héctor en el canto VII, 661-5 de la Ilíada.1 Esta contextualización del relato, con frecuencia previa al abordaje literario de la tragedia misma, no ocurre en ninguna otra de las obras conservadas de Sófocles. Dentro de la línea de interpretación que se apoya en el Áyax épico para la exégesis literaria, hay estudiosos que centran su interés en la confrontación de los personajes. De este modo, la presencia de Odiseo y Áyax como representantes del temperamento o bien de , indicaría un momento social que ha ocasionado una crisis de la valoración ética. Kirkwood (1958: 101) opina que el mayor contraste de la obra se produce entre el heroísmo guerrero monolítico de Áyax y la sagacidad humana de Odiseo y que los dos representan y respectivamente. En la primera parte, Áyax se opone a sus amigos; en la segunda, se opone a sus enemigos. Stanford (1968: principalmente 71 y ss.) presenta el estudio más importante en esta línea de investigación. Blundell (1991: 64 y ss.) afirma que con el discurso de Odiseo en Áyax se acaba la ética homérica de odio a los enemigos y su estudio se basa en los lazos de que suscita el texto. Pucci (1994: 30-31) explica que Atenea ama a los hombres , no a , como ocurre en la épica. De este modo, el contexto homérico queda superado definitivamente. El esmero de Atenea está dedicado a Odiseo porque es . En primer lugar, nos referiremos en la obra de Sófocles al discurso del Mensajero como un ejemplo de atastalía, concepto que implica cierta previsión del sujeto, cuando ve que una acción puede ser perniciosa; y, en segundo lugar, expondremos nuestras consideraciones acerca * Este trabajo tiene su punto de partida en el seminario "El vocabulario de la moralidad en Odisea, dictado por la Prof. Dra. Graciela C. Zecchin de Fasano (2003). 1 Otros críticos como De Falco (1943: 18), Massa Positano (1946: cap. II), Lesky (1973: 122 y ss.), Machin (1981: 31 y ss.), Davis (1986: 142 y ss.) y Di Benedetto (1988: 72 y ss.) también se apoyan en las fuertes reminiscencias homéricas para el tratamiento sofocleo del mito 1 de los discursos de Áyax como ejemplos de término que, a su vez, compromete a otros que coadyuvan con el concepto de heroicidad, como y presentes en cada una de las intervenciones. Áyax es el héroe incólume frente a todos, el único que no ceja en la lucha contra Héctor frente a las naves (Ilíada VII: 226-276) pero, en la soledad de la noche, salió de su tienda para matar a los Atridas, se movió de su "lugar" heroico que lo situaba dentro de la tienda. La acción del Prólogo es refractada en el discurso de Calcas (vv. 748-83), que acentúa el hecho de que la ira de la diosa es limitada y aclara que Áyax debe mantenerse en su tienda durante ese día.2 La injusticia cometida a raíz de las armas de Aquiles, lo "sacó" de sus propios códigos. Sófocles muestra el espectáculo del héroe despojado de contexto, degradado. La negación de heredar las armas de Aquiles, para el héroe, constituye un acto de por lo tanto, no se señala como tolerable. El discurso del Mensajero y de Calcas en el Tercer Episodio (vv. 748-783) se ubica cronológicamente antes que el Prólogo, presenta la instancia en la que se explica por qué Atenea ha estado tan enojada. Tenemos una escena central desde el punto de vista del tiempo dramático, pero en la sucesión cronológica de los acontecimientos ocupa un lugar previo a la tragedia.3 La refracción subjetiva de las palabras del adivino, dichas por Teucro y transmitidas por el Mensajero otorgan idea de lejanía en tiempo y espacio, como un acontecimiento remoto, que explicita las causas de las primeras manifestaciones arrogantes de Áyax, pues el discurso enfatiza el hecho de que el héroe no piensa como hombre (vv. 762 y ss.). La primera respuesta se ejemplifica con la contestación al padre. El Mensajero transcribe en oratio recta las palabras de Telamón:4 (vv. 764-65). Hijo, desea tener fuerza con la lanza por tu lado, pero ganar siempre con la ayuda de un dios. Después de lo cual, el Mensajero comenta que Áyax había contestado (vv. 766), en forma arrogante y tontamente: (vv. 767-69). Padre, pero con la ayuda de los dioses el que es igual a una nada hubiera ganado poder; pero yo, incluso, confío ganar esta gloria sin aquellos. La respuesta al padre verifica un ejemplo de atastalía; la segunda respuesta dada a la diosa, produce, por la hybris del héroe, la ira de Atenea, como afirmaba el Mensajero: 2 Se señala en el discurso el tema del último, único día. Que el tiempo cronológico de los hechos esté quebrado y ocupe el lugar central de la trama lo vemos en Edipo Rey, obra en que la muerte de la esfinge está sugerida en el Prólogo y en el epicentro dramático (v. 15 y ss. y vv. 798 y ss. respectivamente). Cfr., además, Arnott (1991: 151), sobre la manipulación del tiempo escénico. 4 Para las citas en griego, hemos seguido la edición de Pearson (1928); las traducciones nos pertenecen. 3 2 Áyax se muestra excesivamente seguro de sus propias fuerzas, aconseja ayudar a los otros.5 (vv. 774-5). Señora, ved de cerca a los otros argivos, pues la batalla nunca cederá para nosotros. Por último, una prótasis condicional advierte sobre el futuro de Áyax: (vv. 782-3). ...si no estamos equivocados, aquel hombre no existe si Calcas es sabio. Los discursos directos introducidos por el Mensajero forman también una escena de reduplicación, propia del estilo sofocleo, pues propone una refracción de la misma acción o actitud que por un lado otorga la certeza de la imprudencia del héroe; y, en segundo lugar, demora la acción. En Odisea, los pretendientes cometen atasthalía, interpretada como insolencia o presunción; son llamados , , que van contra el destino, y contra los dioses (I: v. 35, 134, 227, 368; II: 266, 310, etc.). En Áyax encontramos el prefijo en distintos 6 momentos de la obra. Áyax es mencionado como como consecuencia de su atasthalía, según está ejemplificado en el discurso de Calcas, de modo que el prefijo coadyuva con dicho concepto.7 Héctor en el canto 22 de Ilíada, en su soliloquio, tuvo el anuncio de Polidamante sobre el riesgo de sacar el ejército de los muros. En esta situación anunciada, las acciones son racionales: Héctor percibe el peligro, lo que implica que se actúa con responsabilidad. En el discurso de Calcas, el guerrero rechaza la ayuda divina, ya sea ante el padre como ante la diosa.8 Esta conducta arrogante del héroe puede interpretarse como la justificación de los hechos acaecidos en el amanecer presentados en el Prólogo, aunque Sófocles no dedica el interés dramático en encontrar la justificación de los hechos, pues no presenta la concatenación que propone el esquema esquileo de culpa y castigo. No obstante, tanto en las respuestas de Áyax como la respuesta de la diosa ejemplificada en el Prólogo coinciden en la idea del "día decisivo". Las dos presentaciones: la que se lleva a cabo en el pasado mediato y la que inaugura la obra presentan el mismo hecho desde las dos aristas de observación. 5 Otros casos de personajes que exhiben atastalía en la obra de Sófocles lo presentan en primer lugar Antígona, en el Segundo Episodio de su obra homónima. Esta actitud corrobora el sesgo aquileo del personaje de Sófocles y confirma que el discurso del Cuarto Episodio tiene su razón de ser en la economía dramática, momento en que la heroína se lamenta de sus errores que la llevaron a la impiedad (vv. 923-28, especialmente 924). En segundo lugar, encontramos atastalía en Edipo en Colono, pues Polinices, a su modo, se presenta en forma prepotente como pretendiente del poder tebano y, a pesar de la advertencia de Antígona que le anticipa la derrota, el hermano persevera en la guerra contra Tebas (v. 1414-26). A propósito de estos personajes cfr. nuestros artículos (2001/2 y (2002). 6 Por ejemplo: vv. 127: ; 951 1119 1231: 1236: etc. 7 Cfr. Peradotto (1992: 118), para quien hupermoron es más el resultado de atasthalía que de la iniciativa divina. 8 En Edipo en Colono, Antígona actúa como un Polidamante, advierte a Polinices la contundencia de la derrota y aconseja desistir (v. 1416-17). Polinices desoye a su hermana como Héctor a Polidamante en el canto 22. 3 En relación al concepto el primer discurso de Áyax (vv. 430-480) comienza con la interjección que alude a su propio nombre . La exclamación expresa una declaración lírica que se corresponde con el tono de la obra, pues no es casual que tanto dolor vaya acompañado de cinco cantos corales en la primera parte, mientras en la segunda, sólo uno. El verbo (vv. 432-33) redondea la idea de que sus males le han sobrevenido fortuitamente. En esta instancia de la obra, se enfatizan las diferencias entre el padre y el hijo. Áyax afirma que ambos se esforzaron de la misma manera, pero el padre realizó un acto bello, (v. 435), mientras Áyax se considera ... (v. 440). La disparidad de la suerte de Telamón y de Áyax se presentó en el mismo marco bélico que ofreció la guerra de Troya. El verso 463 expresa que la figura paterna impone vergüenza , cuando afirma: (vv. 463-64). Cómo resistirá verme entonces cuando aparezca desnudo, sin las excelencias (de los premios)... Por lo tanto el anciano no soportará verlo despojado de su propia naturaleza y eso no se resiste, pues Telamón, en la akmé de su vida, obtuvo una corona de gloria: .(v. 465).9 Su resolución consiste en que debe buscar el procedimiento que evidencie ante el padre que son de la misma naturaleza, mostrarle que no se ha desnaturalizado, , siendo él mismo , como lo define Tecmesa (v. 205). La palabra resulta clave para interpretar el heroísmo aquileo frente a la cosmovisión odiseica. Áyax no acepta la alienación del Prólogo; Odiseo se salva escudándose detrás de distintas máscaras. En Odisea, cuando el héroe llega a Ítaca, se siente extranjero y mendigo, o sea, degradado en lo heroico, actúa como si fuera otro, espacialmente no se coloca en el centro sino en el umbral del palacio (Odisea XVII: 334-41).10 Áyax se comporta como quien es y, cuando dice , evita ser extraño en su propia naturaleza y no quiere despertar clemencia. Las estrategias para la reconquista de uno y otro aparecen, en verdad, como irreconciliables. Áyax no admite la alienación del Prólogo; mientras el Odiseo homérico se rescata a sí mismo por medio de la alienación. La obra también muestra que lo único cierto para el hombre es la incertidumbre, que nada escapa a esta mutabilidad, y el héroe va contra la corriente y se encuentra. En Homero, Áyax se opone a los enemigos como un cerco infranqueable; en Sófocles se opone, fundamentalmente, respecto del tiempo que deviene, a su vez, un enemigo por ser el catalizador de los cambios. En el centro del discurso (vv. 441-42), Áyax plantea una condición: que si Aquiles viviera, él hubiera sido el elegido, pero los Atridas han inclinado la voluntad para el sagaz Odiseo, Áyax descuenta que se han aprovechado porque estuvo con la vista desviada, en clara alusión al Prólogo. En el verso 450 el héroe relata una vez más que la diosa Atenea hizo fallar el brazo con una enfermedad furibunda, pues ensangrentó los brazos con animales (v. 454). El 9 A propósito del adjetivo mégan, cfr. Gónzález de Tobia (2003: 121-131). Cfr. Miralles (1990: 41): ..."Ulises ha de pasar por la dura prueba de negarse a sí mismo, de renunciar a su gloria callando su nombre y en apariencia de mendigo. Siendo así que un mendigo ocupa, en la escala social, la situación diametralmente opuesta a la de un basileus, sólo presentándose como un mendigo logra Ulises seguir siendo rey. Recupera su vida, recupera su hacienda a base de darse por no existente, de presentarse como uno que no tiene bien alguno". 10 4 verso 457 presenta la pregunta aporética de todos los héroes sofocleos: ; y en dos versos, 457-459 Áyax se describe como odiado de los dioses, odiado del ejército y que Troya lo detesta. Dado este estado de incomprensión e imposibilidad de ubicarse nuevamente, se presenta ante sus ojos la posibilidad del regreso, lo cual actualiza la disyuntiva Aquilea del canto IX de la Ilíada. El mar constituye la frontera de la indignidad que le procuraron los Atridas. Cruzar el Egeo implica sostener la vida heroica o elegir una vida anónima.11 La conclusión de Áyax es que no alimentará vanas esperanzas (vv. 475-480). Para él, es necesario vivir y morir honrosamente; la única posibilidad que la coyuntura le ofrece ya está decidida. En el final del discurso (vv. 479-80) se presenta la disyuntiva de vivir o morir con gloria. equivale al heroísmo iliádico expresado como De modo que deviene un modo de y implica el consenso social, las voces que censuran o reivindican. En la obra, las voces emergen tanto como una preocupación de los marinos en la Párodos, a causa de la risa de los Jefes Atridas, que manifiestan su desaprobación. Para Gill,13 los discursos de Áyax son deliberativos, según la definición de Aristóteles en Retórica (A,III-1358b); el autor no menciona los dos discursos de Odiseo, tanto en el Prólogo como en el Éxodo. En ambas oportunidades, el espectador toma un papel más activo; mientras que en las expresiones de Áyax el público participa patéticamente, pero no está tan comprometido para asumir una postura como la que Odiseo propone: que la muerte señala el límite de toda adversidad y que en verdad, es una experiencia igualitaria; de este modo, el segundo discurso de Odiseo anuncia un tópico literario renacentista.14 En resumen: el discurso presenta tres alternativas para Áyax: en primer lugar, la disyuntiva Aquilea del regreso, que consistía en elegir la vida anónima pero vergonzante ante el padre. No obstante, la vida larga no cambia sus males, por lo tanto carece de sentido prolongar aquéllos. La desnudez heroica de Áyax se opone a la akmé de Telamón por la obtención o falta de (v. 436). La segunda posibilidad consiste en arrojarse a la llanura troyana y embestir él solo contra todos (vv. 467-68), pero apriori se sabe que es un absurdo y los Atridas se reirían una vez más (v. 469). Finalmente (vv. 470-73), Áyax debe buscar el procedimiento que evidencie ante el padre que ambos responden a la misma naturaleza. Al final del discurso, ya está decidida la única posibilidad. En verdad, Áyax se considera outopos, su tragicidad consiste en no encontrarse en ningún lugar y palabras como , , (vv. 458-9) revelan que se siente desplazado por todos. El discurso del hijo, es decir, el encuentro familiar del mismo tenor que en el canto VI de la Ilíada (vv. 545-582) constituye, también como aquél, el momento de la despedida de los seres amados. En el final, la obra muestra la simetría de la composición anular, pues concluye con la imagen familiar de la madre, el hijo y el padre, unidos por , el lazo humano por el cual los vivos y el muerto están unidos por sacramento. 11 Cfr. nuestro trabajo presentado en Pelotas 2003. Cfr. Golder (1990: 9-34), quien afirma que la areté trasparece en actos, no sólo es un termino ético, también es una cualidad del carácter. Para ser el que es, el héroe choca contra su daimon o destino. Áyax, el hombre de honor, muere en vergüenza, . Esta paradoja está en el corazón de la obra. En la obra, el adverbio se contrapone al adverbio ; connota acciones perfectivas, mientras muestra el lado oscuro, puntual, confectivo, coyutural.en la vida de Áyax. 13 Cfr. Gill (1998: 213 ). 14 Cfr. Stanford (1968: ) y nuestro artículo (1994). 12 5 Cuando Áyax pide a Tecmesa que alce al niño para abrazarlo, afirma que el hijo no se asustará de ver las ovejas muertas (v. 546), si efectivamente es hijo de Áyax; pues la educación del hijo conviene que sea homóloga a la educación recibida por el padre, de modo de dignificar su naturaleza. En estos conceptos vertidos por Áyax, la pindárica se contrapone al hecho de llegar a ser de alguna manera, ejemplificado en el empleo del verbo (v. 472) en el 15 primer discurso y ahora en éste, (v. 550). El decir de Áyax corrobora una vez más el deseo expresado anteriormente de no desnaturalizarse (v. 472), en un sentido homérico, por toanto percibimos la visceralidad de los sentimientos, como en la épica. Áyax expresa el deseo de que el hijo llegue a ser más afortunado que el padre: (v. 550). El empleo del verbo , como en el discurso previo, señala que cierto halo azaroso ronda el destino de los héroes, una manera velada de presentar la sumforá sofoclea impregnada de . El coordinante introduce una objeción: Áyax siente envidia al hijo en cuanto a que ningún mal de los padecidos por él, en el presente, es percibido por el niño, y siguen dos versos equivalentes en castellano al dicho que enfatiza que "el ignorante vive feliz" (vv. 554 y 554b), al menos hasta que conozca la alegría y la tristeza de la vida (v. 555). Una certeza de Áyax muestra que entre los Aqueos nadie se extralimitará con venganzas crueles: (v. 560).16 Teucro será el vigía de su educación y se encargará de la 17 alimentación. En ese momento, Teucro está ausente, ocupado con la caza de los enemigos (v. 564).18 El verso 565 presenta la invocación a los marinos como , ellos están como testigos de sus disposiciones para informarle a Teucro que lleve el hijo a Telamón y Eribea, pues será un lazarillo para siempre (v. 570). En este punto podemos decir que Áyax se presenta equivalente a Héctor, pues Héctor es esposo, padre, hijo de Príamo y Écuba, y lucha cerca de las naves, frente a Áyax. En el drama, Áyax cumple esos papeles sociales, y está en el mismo escenario que la luchas, pero esta vez, libra la contienda feroz consigo mismo. Así como en Odisea están presentes las tres generaciones humanas (xxiv): Laertes, Odiseo y Telémaco, padre hijo y nieto, en los dos discursos del héroe están presentadas, también, las mismas generaciones: Telamón, Áyax y Eurisarkes. Áyax resuelve el tema de las armas y dispone que éstas no pertenezcan a los aqueos; el escudo será para el hijo y las demás, intransferibles, irán con él a la tumba (vv. 571-577).19 Luego prohibe a Tecmesa llorar ante la tienda, , remite a un léxico espacial, acorde con la configuración espectacular de la obra, y, además, revela la conciencia del personaje de asumir el papel que le corresponde. El último verso del discurso (v. 582) explicita su resolución unívoca: su enfermedad necesita un cuchillo de un médico sabio, cuya ejecución tiene lugar en el último discurso. Sobre el Segundo Episodio nos hemos explayado con anterioridad, en diversas oportunidades.20 15 Cfr. Webster (1936: 46-48). En Odisea, en cambio, los pretendientes planearon la muerte de Telémaco. 17 La preocupación enfoca el tema de los derechos del niño, actualmente de tanta preocupación. 18 El vocabulario cinegético asimila el momento al Prólogo, donde Odiseo es descripto como un cazador (v. 2) por Atenea. Nos hemos ocupado en diversos trabajos sobre las imágenes cinegéticas del Prólogo cfr. (1992 y 2003). 19 Las armas son objeto de o : el hijo será honrado con el escudo, mientras el juicio significó para Áyax lo segundo. 20 Cfr. nuestros artículos (1994 y 1997). 16 6 El Cuarto discurso de Áyax o discurso de la espada (vv. 815-865), presenta el momento en que el héroe designa el arma de Héctor con la imagen metonímica de asesino. El grado ponderativo del adjetivo , afiladísimo, retoma la idea con la cual finaliza el discurso del hijo: (v. 582) (entonar epodos) ante una enfermedad que necesita el cuchillo (de un médico sabio). La espada actualiza, por su sola evocación, a Troya con sus voces, especialmente la voz de Héctor, el más odiado de los enemigos y quien se la había regalado. En este discurso aparece el enemigo real, externo; no el supuesto enemigo que, en verdad, es su compañero y compatriota. Ayax se ocupa de brindar una descripción escénica de cómo afiló la espada, la envolvió y la estaqueó. En ese marco, la objetivación del hecho se aprecia en el dativo (v. 822), luego el ángulo de observación se desplaza a una primera persona plural, . (vv. 821-23) Estamos bien equipados, que puede pensarse como una persona mayestática o bien, se siente acompañado por la presencia de su enemigo épico pero que, en el momento de más soledad, comparte los códigos heroicos del héroe. Áyax eleva la invocación imperativa a Zeus : socórreme, pide que sea Teucro quien lo levante una vez muerto (vv. 823-24) y expresa, además, la prohibición de arrojarlo a la aves de rapiña y los perros (vv. 829-30) cuando sea observado de cerca por los enemigos Atridas (v. 829). Los enemigos no están en el bando troyano sino entre los compañeros de la armada, los Atridas, principalmente. Nos preguntamos si constituye un desplazamiento semántico de la palabra (vv. 818 y 829). El sentimiento del héroe se manifiesta de modo tal que se percibe a sí mismo como rodeado de enemistad. Después de una segunda súplica a Zeus (v. 831) invoca a Hermes (v. 832) y ruega que acuda rápido para conducirlo al Hades. En tercer lugar, llama a las Erinias (vv. 835-37) que miran todas las calamidades, que se enteren por los Atridas que él se destruyó con la espada.21 Luego apela a Helios para que anuncie a los padres su obnubilación y su destino (v. 848) cuando llegue a su patria. Como para no dejarse llevar por algún grado de compasión en sus seres queridos, rápidamente el héroe corta esas expresiones de luto evocadas cuando afirma que no hay que lamentarse en vano como sus progenitores lo harán (v. 852) y anuncia el lamento de sus padres, está seguro de que su madre ordenará el duelo comunitario (v.853); el coordinante adversativo concluye las invocaciones y la descripción del contexto para consumar de una vez la muerte: (v. 854) se debe empezar el hecho. Ayax recupera la voz impersonal para tomar perspectiva frente a lo inminente. La invocación a la muerte que viene y las imágenes lumínicas de despedida (vv. 856, 857, 859) el hogar paterno, Salamina y la renombrada Atenas y la llanura troyana completan un anacronismo que une el pasado, el presente y el futuro. Anuncia con resolución que luego seguirá hablando en el Hades (v. 865). Cuando Áyax salta sobre la espada, recuerda el salto aquileo. En algún modo el salto recupera también al Áyax heroico. El hecho de mostrar en escena un suicidio verifica que es un unicum en tragedia, muestra la capacidad de decisión del héroe por medio de una elección, proaíresis, y recompone la imagen del Áyax inicial, absolutamente absorbido por la fuerza de la diosa. En conclusión: los enemigos están representados por los Atridas, no deviene Héctor ni tampoco, en consecuencia, los troyanos. Sófocles no presenta un escenario bélico sino para confrontar al héroe consigo mismo. 21 Áyax emplea palabras como , deseo de que se destruyan , los auto-asesinos, por los descendientes más queridos, probablemente alude a la muerte de Agamenón en manos de Clitemnestra. 7 En su último discurso, Áyax se muestra con la absoluta y necesaria conciencia de sí y de las circunstancias. Permanece intransigente ante la amenaza de ver corroída su . En el discurso de la espada confluyen los distintos aspectos que presionaron a Áyax: (v. 47) y (185) y la ausencia de hospitalidad, expresada en palabras como 22 y (vv. 818 y 829). Reafirma su cuando considera que los demás lo juzgan . A continuación, en la Epipárodos se actualiza el tema de estar fuera o dentro de la tienda y comienza la estratagema de los desajustes temporales, propios del teatro de Sófocles. En el primer y segundo discursos de Áyax se presenta una situación generacional, equivalente al canto XXIV de Odisea, en la imagen del héroe familiar, en deuda con los seres más amados. El segundo y tercer discurso ofrecen un tono más elevado, más general también, prescinde de la situación puntual, y reflexiona sobre los ciclos de la naturaleza y se insiste, en el Segundo Episodio, de cómo hay que aprender a honrar a los Atridas. En el cuarto y último discurso, confluye el sentido de y el expreso deseo de ver concluidos sus dolores. Los discursos presentan distintas alternativas y conforman modos no cartesianos de deliberación, porque el héroe se muestra proyectado en toda la extensión de su subjetividad, es decir, desde la diversidad de ángulos que componen todos los papeles sociales que desempeña: como hijo, padre, esposo, guerrero, vencido y vencedor. Desde otro punto de vista, en Áyax encontramos dos tipos de discurso: en primer lugar, se encuentran discursos de representación, como vemos en el Prólogo con la presencia de Atenea,en el Segundo Episodio en tanto evoca la "representación" del Prólogo, desde un punto altamente filosófico y muy poético, y en el discurso del Mensajero que, aunque subjetivamente, reproduce el discurso de Calcas. En segundo lugar, encontramos discursos de producción, formados por los cuatro discursos de Áyax que constituyen cuatro manifestaciones de . A diferencia de los anteriores, estos discursos manifiestan voces individuales.23 A su vez, decimos que las voces sociales que se alzan en la escena forman dos corrientes encontradas: las voces centrípetas, respresentadas por los Atridas; y las voces centrífugas, cuyos ejemplos se presentan en Áyax y los afectos. Entre ambas voces, el concepto de tensa la presión social que siente Áyax. Odiseo constituye el punto de inflexión entre ambas corrientes. En términos del pensamiento de Peradotto,24 podríamos decir que Odiseo representa el "hombre en la voz media". Para la visión de Aristóteles, el hijo de Laertes encarna ,: o sea, lo mejor. En Odisea, el héroe en el canto IX declara que se llama , Nadie, así se siente 25 después de haber ingresado en la caverna del Cíclope. Lo que en Homero se presenta como 22 El vocabulario es muy similar al empleado en el primer discurso de Áyax (vv. 458-59). los discursos de Tecmesa o Teucro corresponden a esta clasificación. 24 Cfr. Peradotto (1990: 53-58), quien basado en Bachtin (1981: 272-73) establece la siguiente división: "By 'centripeta' Bakhtin means forces in any language or culture that exert a unifying, centralizing, homogenizing and hierarchizing influence; such forces tend to be closely associated with dominant political power, with the official and heroic, with 'high' literary genres and 'correct' language. By 'centrifugal' he means those forces which exert a disunifying, decentralizing, stratifying, denormatizing influence; these forces tend to be associated with the disempowerd, the popular and carnivalesque, with the antics of the trickster, rogue, and outlaw, with 'low' literary genres and dialects." 25 Cfr. Peradotto (1990), quien explica que el sentido de ninguno, nada, lo es en el sentido rico de grado cero, que significa no ser y por lo tanto potencialidad, lo que significa para el sujeto de la naración tomar una 23 8 ingreso o descenso, en Sófocles se manifiesta como torsión de la vista, enajenación, alteración y locura. Áyax se comporta decididamente como otro para luego volver en sí, por medio de , interpretado como comprensión. Cuando en el Prólogo Odiseo contempla al héroe, lo hace con ese sustrato de las experiencias propias. Él ya ha ejercitado la destreza de la identificación con el otro que permite el sentimiento de , y ahora se identifica con la experiencia de Áyax para recuperarse también a sí mismo. Odiseo conoce la experiencia de verse despojado de su condición humana, de modo que en el Prólogo reflexiona, porque sabe cómo Áyax se siente, alter-na con él. La visión de Áyax le inspira compasión y compromiso. Estas dos virtudes constituyen la base para una democracia ateniense humanitaria (vv. 1364-67). La compasión establece la base de la preservación, según lo manifiesta Tucídides en 3.84. Odiseo con su actuación en el Prólogo y en el Éxodo preserva , la que Áyax expuso en sus cuatro monólogos. Odiseo aparece en el Prólogo y el Éxodo, los extremos de la obra; Áyax ocupa el centro. Los dos guerreros exponen : Odiseo, a su modo, propone una nueva manera de pensar y de ser, trae a escena un mensaje filantrópico; y Áyax expone su heroicidad en el sentido más homérico posible. Odiseo muestra que permanece como un héroe de presencia tenaz y convincente, por lo tanto indispensable para la ciudad, la cual se jacta de ser "la educación de la Hélade". Sófocles transporta el campo troyano a un debate cívico y, en esa instancia, Áyax emerge como el paradigma de los valores que energizan y refuerzan la democracia. La ciudad necesita del héroe y él de aquélla y esa coyuntura no se comprende si la solidaridad humana no los contiene. De este modo, importa tanto el héroe como el fondo histórico que lo sustenta, por tanto la aristocrática areté se ha democratizado por el sentido de reciprocidad que implica. Los Atridas resultan los antagonistas tanto de Áyax, por sus risas entre el Prólogo y el Primer Episodio, como de Odiseo, enfrentados a él en el último del Éxodo. Ellos encarnan la autoridad política, no moral, cuyo poder se apoya en el temor y la explotacion de los otros.26 A modo de conclusión, agregamos que Penélope legitima la muerte de los violentos para una nueva paz social; en Áyax, Odiseo legitima la muerte de la violencia en pos de un nuevo orden social. En Odisea, Atenea coadyuva para la restauración del orden; en Áyax en cambio, Atenea suspende el orden. Su ausencia en el final permite que Odiseo emerja como el responsable de la tolerancia ordenada del final. En Odisea el se muestra anárquico y debe ser vuelto a ordenar. Esto se cumple por medio del siguiente esquema: desorden, rapto, guerra y regreso. En Áyax, establecemos un esquema equivalente, en cuanto Atenea produce la distorsión psíquica en el Prólogo, con el "rapto" de la visión, luego hay una contienda con el propio del héroe, en el sentido en que debate cuál será la conducta a seguir y la determinación consecuente; y el enfrentamiento con las otras voces, no sólo con la voz interna, sino el choque de las voces centrífugas y centrípetas del texto, que impone el sentido de en tanto presión social. El regreso se presenta como el proceso de la heroización del héroe, la vuelta a la paz que promueve la presencia de Odiseo. predicación o atributo, 26 Cfr.Golder (1990: 9-34). devendrá . 9 El nervio narrativo de la obra abarca la periferia, mientras el centro se ocupa de la dialéctica heroica de Áyax consigo mismo, con el Homero expresa la psicología externa de sus personajes en términos de , y A su modo, Tecmesa expone la psicología externa de Áyax cuando menciona, (v. 216) y (v. 306), por ejemplo. La psicología interior, en Homero, está expresada en conceptos como , , , . Estas consideraciones anímicas son explicitadas por Áyax, tanto en los comportamientos kommáticos como en los discursos elaborados racionalmente en trímetros yámbicos. 27 Odiseo enfrenta distintos tipos de y obtiene diversos premios en cada prueba: la salvación, el casamiento con Nausicaa, la prueba del arco, etc. Áyax, en cambio, enfrenta diveros tipos de como lo menciona el discurso del Mensajero en el centro de la obra, pero no supera la prueba contra sí mismo. 10 BIBLIOGRAFÍA Ediciones y léxica. Allen, T. W. (Ed.) (19792ª) Homeri. Opera. Odysseae. T. III y IV, Oxford. Campbell, L. (ed.) (1879 y 1881) Sophocles. The plays and fragments, Vol 1 y 2, Oxford. Fernández Galiano, M. (1969) La transcripción castellana de los nombres propios griegos, Madrid. Garvie, A. F. (ed.) (1998) Sophocles. Ajax, Warminster. Jebb, R. (ed.) (1896) Sophocles. Ajax. Amsterdam. Kamerbeek, J. C. (1953) The plays of Sophocles. Part I. The Ajax. Leiden. Lloyd-Jones, H. Wilson N. G. (eds.) (1990a) Sophoclis. 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