Jóvenes a los 65 años: implicaciones de un nuevo

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Jóvenes a los 65 años: implicaciones de un nuevo concepto de vejez La población española envejece. En unas décadas, España no solo perderá población, sino que será un país con mucha mayor proporción de personas mayores y de ancianos. Pero existe una visión distorsionada que tiende a confundir longevidad con envejecimiento. La población vive cada más en mejores condiciones. Cambiar el concepto de vejez –los 65 años de hace un siglo equivalen hoy a los 80 años‐ tendría implicaciones positivas en muchos aspectos económicos y sociales. 
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16/3602184/ Texto completo La población española envejece. Si se mantienen las tendencias actuales de natalidad y mortalidad, España no solo perderá población, sino que será un país con cada vez mayor proporción de personas mayores y de ancianos. Las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística muestran que mientras actualmente la población mayor de 65 años representa el 18% del total, dentro de quince años superará el 25% y dentro de cincuenta se acercará al 40%. Y los mayores de 80 años, que ahora solo son el 6% de la población, serán el 21% dentro de cincuenta años. Vivir más años no puede considerarse un problema, sino todo lo contrario; sin embargo entre los analistas predominan visiones que resaltan las consecuencias negativas de este fenómeno de envejecimiento poblacional. Les proponemos una interpretación más positiva, tal como presenta el profesor José Antonio Herce, uno de los principales expertos españoles en la materia, en un artículo incluido en el último número de la revista Cuadernos de Información Económica, editada por Funcas y que puede consultarse en la página web de la mencionada fundación (www.funcas.es). En dicho artículo se sostiene que existe a menudo una visión distorsionada que tiende a confundir la longevidad con el envejecimiento. En realidad, la reducción de la mortalidad en el último siglo implica un cambio –que no hemos asimilado‐ en la barrera psicológica de los 65 años como comienzo de lo que hasta ahora se ha entendido por vejez o tercera edad. Por ejemplo, ¿cuál es hoy la edad equivalente a los 65 años de hace un siglo? Aunque no es fácil responder a esta pregunta, hay dos indicadores que pueden ayudarnos. En 1900 la esperanza de vida de quienes alcanzaban los 65 años era de otros 9 años más; hoy día, esa esperanza de vida de 9 años adicionales se da para quienes alcanzan los 81 años. Por otra parte, en 1900 solo el 26% de una generación llegaba a los 65 años, hoy ese porcentaje del 26% se obtiene para los 91 años. Así que si combinamos ambos indicadores podría deducirse que la edad equivalente a los 65 años de hace un siglo está ahora entre los 81 y 91 años. Es verdad que esta interpretación puede resultar algo forzada, pero lo que está claro es que una Dirección de Educación y Divulgación
persona que ahora tiene 65 años es mucho más joven que otro de su edad hace cincuenta o cien años. El problema no sería, pues, la longevidad (que es una magnífica noticia), sino las resistencias a adaptar nuestros sistemas económicos, sociales y previsionales a esa nueva situación de una creciente esperanza de vida. Posiblemente el factor más preocupante sea el relevo generacional en el mercado laboral y los efectos que ello puede tener en la adaptación a las nuevas tecnologías y a una economía cada vez más digitalizada. Pensar en una inmigración bien administrada y acorde con las necesidades de capital humano del país es una idea a tener en cuenta. En cambio, los efectos del envejecimiento sobre el sistema de salud no tienen por qué ser un problema irresoluble. La percepción de que el envejecimiento implica inevitablemente mayor gasto sanitario –dice Herce‐ no se justifica por los datos. La población llega a un periodo de senectud cada vez más reducido a edades cada vez más altas, y además las personas pueden hacer mucho por sí mismos para favorecer este proceso. Pero ¿y los efectos sobre el gasto en pensiones o en dependencia? Las recientes reformas del sistema público de pensiones en España van a mejorar en parte su sostenibilidad financiera, si bien el reto que se presenta es mantener la suficiencia de las pensiones en un marco de mayor longevidad. Será, por tanto, un problema de suficiencia más que de sostenibilidad. Y de él habremos de hablar en próximos espacios de Finanzas para todos los públicos. Dirección de Educación y Divulgación
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