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La economía machista
La economía machista
Activistas del feminismo explican los derechos logrados y el marco reivindicativo actual. La desigualdad salarial
se camufla dando menos valor al trabajo femenino
Las mujeres, un año más, celebran hoy su día, el 8 de marzo. Y como desde hace décadas vuelven a plantear que la
desigualdad entre hombres y mujeres sigue patente. Siete activistas del feminismo, ligadas a asociaciones de mujeres,
cuentan dónde está ahora el techo de cristal. "Antes luchábamos por obtener derechos y libertad formal; ahora, por
cambiar los valores sociales, para que los referentes masculinos dejen de ser únicos y dominantes", explica Montserrat
Otero, de Entredones.
¿Cómo se concreta esta dominación? "La economía es totalmente machista", responde Neus Moreno de Dones i Treball.
"Por ejemplo, en los ayuntamientos dos funcionarios del mismo nivel cobran distinto si están en un departamento
relacionado con servicios sociales o si están en urbanismo". "Ambos --prosigue-- tienen la misma cualificación técnica,
pero lo usual es que las mujeres estén en el departamento donde se paga menos".
El derecho a la felicidad
Por si alguien ignora las múltiples fórmulas que camuflan la discriminación salarial, Moreno cuenta más casos. "Se paga
más por levantar pesos que por hacer 500 veces seguidas el mismo movimiento con una mano, cuando tan pesado es una
cosa como otra". "O ¿por qué --se pregunta-- los limpiacristales, aun trabajando a pie de calle, cobran más que las
mujeres que limpian lavabos?" ¿La ley de igualdad que acaba de aprobar el Gobierno servirá para que cambien estas
cosas? "Nos tememos que no", opina Amada Santos, de Xarxa Feminista
La economía pesa mucho en el terreno de la desigualdad, pero no lo es todo. "¿Qué pasaría si todo el trabajo que hacen
las mujeres se dejase de hacer?", se pregunta Nati Murguialdai, de Veus de Venus. "Nadie podría ir a trabajar --se
responde--; por eso, mientras la economía tenga la producción como elemento fundamental e ignore cuestiones como la
atención a las personas, el afecto a los niños, la necesidad subjetiva de la felicidad y el placer, la sociedad será
desigual".
A veces se cree que el feminismo es cosa de mujeres en la cuarentena, porque las chicas de 14 o 15 años no tienen
constancia de vivir en desigualdad. "Porque es en el momento de acceder al mercado laboral cuando ves que hay
discriminación salarial y que te cuesta más subir en puestos de responsabilidad", dice Àngels Pujol, de Ca la Dona.
Además, inmigrantes
Las mujeres de aquí sienten que su situación aún es desigual. Pero, ¿a las inmigrantes les alcanza también la
discriminación? "Nuestra situación es la misma, pero con más carencias porque nos faltan los resortes familiares que
dejamos en nuestro país; y a veces no tenemos ni derecho a la ciudadanía", afirma Remei Sippi, de E'Waiso Ipola.
"Además --prosigue-- tenemos un techo laboral que es el servicio doméstico". "Aunque estés muy preparada, hay pocas
salidas profesionales".
Acceso al poder
Se dice que las mujeres no son en general muy entusiastas de trabajar para lograr cotas de poder y que las que sí lo son,
cuando están en la cúspide, actúan igual que los hombres. "Todo depende de su conciencia feminista, su sensibilidad y
el simbólico femenino que han asumido", dice Dolors Cruells, de Xarxa Feminista. "Ni Angela Merkel ni Condolezza
Rice responden al modelo que queremos --apostilla--; pero no es porque sean mujeres, sino porque no tienen conciencia
de serlo".
Poderosas y feministas ¿las hay? "Por supuesto, por ejemplo Ellen Johnson-Sirleaf, la nueva presidenta de Liberia". "Su
trayectoria --explica Sippi-- es feminista; esperemos que no cambie". Otero añade nombres: "Mary Robinson, ex
presidenta de Irlanda, o a otro nivel, mujeres como Pilar Manjón
(presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M) o María Teresa Fernández de la Vega (vicepresidenta del Gobierno)
tienen en común una manera distinta de hacer las cosas y empatía con la gente que padece y con situaciones de dolor".
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La economía machista
O sea, uno de los pilares de la conciencia feminista.
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