La décima y el punto guajiro al son de los cubanos 12.Jul.2016 Los cantantes del archipiélago cubano improvisan la décima como estrofa, acompañado de ritmos y sones. El punto libre y el punto fijo se interpretan en espacios como los guateques y las parrandas. “El libre lo utilizan los poetas improvisados cuando son libres para cantar. El punto fijo se encuentra, sobre todo, en la zona central de Cuba, donde son muy comunes las parrandas: son actuaciones campesinas, donde se presencia el punto cruzado y los parranderos cantan la décima aprendida, convirtiéndola en una ronda de décimas aprendidas que no terminan”. No obstante, los improvisadores cubanos utilizan, mayoritariamente, el punto fijo. El baile, la comida, la música y la bebida son el preámbulo para dar inicio al canto improvisado. Se juntan entre dos y cuatro parejas de poetas improvisadores, mientras son rodeados de gente que quiere escucharles. “La décima, guajira sentimental, se introduce en la piel de cada uno de los poetas y de los espectadores, y comienza el juego de la oralidad”. Los escenarios son diversos, pero el poeta improvisador siente la necesidad de cantar siempre que escucha un instrumento. La décima improvisada se ha extendido a las grandes ciudades, a festivales y demás, pero el poeta improvisador cubano se siente más holgado en aquéllos escenarios que son más locales, más propios, más seguros. Si algo tiene la improvisación, es que los actos se convierten en únicos e irrepetibles, en actuaciones lúdicas, que sin preparación alguna, atrapan al auditorio más refinado. Un cumpleaños, una celebración, una comida familiar, un mano a mano entre poetas, un concurso, un festival o una tarde donde se introduce el canto, son el motivo para presenciar este canto. El ron y el tabaco son acompañantes esenciales, y “cuando a éstos se unen los músicos, rompe la fiesta campesina”. El canto improvisado paraliza el tiempo, y es entonces cuando el auditorio toma una actitud: “Existe una comunicación, pero también el poeta, a través de la décima y la música como acompañamiento, adopta la actitud de las otras personas, al mismo tiempo que la provoca”. Los instrumentistas de cuerda, acompañados a veces por percusión, sentados o de pie, son quienes dan 1 comienzo a la fiesta. “El sonido, el colorido del punto libre, el zapateo y la libertad para cantar, marcada por el tiempo justo, produce un proceso invisible en la mente del poeta improvisador; se inicia una impresionante competencia que involucra a todos los participantes. Es esencial el tiempo, el estado de ánimo, la expectación del público y el contexto”. El punto tiene, sin duda, un significado social y simbólico. Los poetas improvisadores pueden convertir el momento en un espacio de relajación, de risa; pero pueden convertirlo también en agresión, malentendido, conflicto o incluso desesperación. “Buscan la aceptación de todo aquel quien lo escuche”. La tradición oral se transmite siempre de generación en generación, y está muy ligado al lugar donde se nace y se crece. Existen, además, talleres y programas de método formal desde el año 2.000, que tienen como fin proteger y salvaguardar la memoria colectiva de la nación. Yunet López, nieta de un conocido poeta improvisador, conoce de cerca este mundo y ha compartido sus saberes y conocimientos, así como sus experiencias. A los 9 años, su familia descubrió que ella podía improvisar. Era algo poco común, ya que son los hombres quienes suelen improvisar: “Era algo que lo tenía incorporado, como por arte de magia”. Añade, que la técnica del canto improvisado le ayudó a desenvolverse y a expandir sus conocimientos. “Improvisar es un don con el que se nace; el taller ayuda a desarrollarlo”. El archipiélago cubano, a la espera del reconocimiento del canto improvisado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, seguirá, mientras tanto, paralizando el tiempo y entrando en la piel de los cubanos con sus ritmos vibrantes. Destacado: Cuba improvisación Patricia Tapanes 2