Evidencias científicas a favor de la crucificción En la edición de Abril de 1989 del Bible Review se publicó un artículo titulado “Two Questions About Crucifixion” (Dos Preguntas Sobre la Crucificción), que dijo en parte lo siguiente: Desde desde la década de 1929, se ha hecho común el conocimiento de que las víctimas por crucificción mueren por asfixia cuando pierden la capacidad de expandir el tórax para respirar....La sugerencia de que las víctimas de crucificción mueren por asfixia fue primero hecha por A.A. LeBec en 1925. LeBec teorizó que la posición de la persona crucificada con los brazos sobre la cabeza inmobilizaría el tórax dificultando la exhalación. Así, la persona se ahogaría. Esta idea fue apoyada por R.W. Hyneck en 1936. Sin embargo, fue el Dr. Pierre Barbet, un cirujano de Paris, quien le dio amplia propaganda. En 1953 Barbet refinó la teoría y la presentó de manera más simple y creíble. Barbet usó tres tipos de evidencias para apoyar la hipótesis de asfixia, la más importante fue basada en ahorcados de la armada austro-germánica durante la Primera Guerra Mundial, y del campo de concentración Nazi en Dachau durante la Segunda Guerra Mundial. La evidencia de Barbet, de la Primera Guerra, se basó en observaciones de castigos en la armada austrogermánica. Los soldados fueron colgados de las muñecas apenas con sus pies ligeramente levantados del suelo. Después de un corto tiempo, ocurrían violentas contracciones en todos los músculos, causando severos espasmos musculares. El individuo torturado tuvo gran dificultad en exhalar, y se asfixiaba y moría en 10 minutos. Barbet reforzó esta observación al usar los testimonios de dos prisioneros en Dachau de la Segunda Guerra. Los prisioneros reportaron que los hombres condenados colgados por sus manos con las piernas un poco distantes del suelo requiriendo elevarse ellos mismos con sus manos para poder exhalar. La víctima levantaba y dejaba caer su cuerpo contínuamente hasta terminar exhausta y así terminaba asfixiada. Ambas observaciones de Barbet apoyarían la hipótesis de asfixia por crucificción sólo si los brazos de la persona crucificada estuvieran suspendidas directamente arriba de su cabeza sosteniendo su cuerpo. Pero esta no es la posición de una persona en una cruz. En la cruz, una víctima tiene los brazos extendidos formando un ángulo de 60 o 70 grados con la línea vertical. Si los brazos fueran extendidos sobre la cabeza la respiración sería incuestionablemente dificil, pero no si los brazos estuvieran a 60 o 70 grados con la línea vertical. Esto ha sido ahora demostrado por varios estudios experimentales. Un radiólogo austriaco, Hermann Moedder, suspendió estudiantes de medicina por sus muñecas con sus manos por encima de sus cabezas, menos de 40 pulgadas apartadas de una barra horizontal. En pocos minutos los estudiantes estuvieron pálidos y la capacidad vital de sus pulmones decreció de 5.2 litros a 1.5 litros. Su respiración llegó a ser debil, la presión sanguínea disminuyó y el ritmo del pulso aumentó. Moedder concluyó que un colapso ortoestático, o incapacidad para respirar ocurriría en 6 minutos si a los estudiantes no se les hubiera permitido pararse. Si los estudiantes pudieran reposar por pocos minutos, alternando 3 minutos colgados, ellos no sobrevivirían. Los resultados de Moedder confirmaron que la asfixia ocurriría si la persona crucificada fuera suspendida por sus manos por encima de su cabeza. Si los brazos de Jesús hubieran sido suspendidos sobre su cabeza, en vez de por un ángulo de 60 o 70 grados, entonces no habría dificultad de aceptar la hipótesis de asfixia como la causa de su muerte. Este estudio muestra que si alguien es colocado en una estaca con los brazos sobre su cabeza, tal como la Sociedad Watchtower piensa que estuvo Jesús, Jesús habría muerto por asfixia entre 6 a 10 minutos. Sin embargo, en Marcos 15:25,34 se nos dice que Jesús tuvo una agonía de 6 horas, lo cual sugiere que Jesús murió crucificado, y no en la posición que los testigos de Jehová ilustran.