Ese negro fantasmal de Palés Matos

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Inti: Revista de literatura hispánica
Volume 1 | Number 29
Article 7
1989
Ese negro fantasmal de Palés Matos
Alba Lia Barrios
Citas recomendadas
Barrios, Alba Lia (Primavera 1989) "Ese negro fantasmal de Palés Matos," Inti: Revista de literatura
hispánica: No. 29, Article 7.
Available at: http://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss29/7
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ESE NEGRO FANTASMAL DE PALES MATOS
Alba
Lía Barrios
Caracas
A fuerza de repetirse, ciertas opiniones adquieren rango d e oficialidad, m á s
aún si son avaladas por renombrados críticos. Imposible desconocerlas. Su
popularidad s e interpone entre el texto y nosotros. S e convierten en una
suerte de invitación forzada a seguir un camino que de antemano niega otros
acercamientos q u e no transiten por e s a v e r e d a real. Sin embargo, toda
oficialidad o verdad d e apariencia incontestable tiene la virtud de volverse
s o s p e c h o s a , y d e s p e r t a r el d e s e o d e llevar el c a s o a tribunales p a r a
someterlo a nuevas indagaciones. Tal s u c e d e con el juicio repetido que ve
en Palés Matos (1898-1959) un reivindicador d e la raza negra en América,
así como Guillen y otros grandes exponentes de la negritud. En su notable
ensayo "Literatura e identidad nacional en Puerto Rico" J o s é Luis González
dice q u e la poesía de su coterráneo significa un descubrimiento
señero y
definitivo:
la afroantillanidad raigal de nuestra identidad de pueblo,1
Para
Margot Arce d e Vázquez, prologuista d e Poesía
Completa, (edición de la
Biblioteca Ayacucho).
P a l é s Matos [f]ue de los primeros
en
nuestro
hemisferio en reconocer la dignidad personal del negro, su identidad
como
hombre y creador de cultura.2 Por su parte, Miguel Enguídanos, quien con
tanto acierto sitúa la negrería d e Palés en el terreno de lo fantasmal: (La
negrería de Palés es tan soñada, tan fantasmal, está tan más allá de las
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órbitas del tiempo, como el "tenebroso imperio de la noche" o "la ciudad de
las grandes torres negras"3), cae, no obstante, en la tentación del camino
real cuando m á s adelante afirma: Palés ha descubierto
como pocos la
personalidad
del negro.4
Lo mismo s u c e d e con el marxista G. Pierre
Charles, quien d e s p u é s d e reconocer q u e el poeta habla de un negro
idealizado, descontextuaiizado,
y de un Africa exótica, dice que reivindica
el orgullo del negro de ser negro y que llega al grito de protesta contra la
realidad
social.5
El mismo Palés contribuyó a e s a identificación q u e tan mecánicamente
s e establece entre su poesía y lo negro, y a que su Tun Tun de Pasa y
Grifería (1925-1937), s e convirtiera, sin razón, en lo m á s representativo
de su obra, cuando en verdad ocupa, proporcionalmente, una parte menor en
el conjunto. Contribuyó con entrevistas y artículos polémicos s o b r e la
afroantillanidad, que causaron una p e q u e ñ a tormenta, de permanencia en el
recuerdo, en la vida cultural puertorriqueña. En e s a é p o c a dice c o s a s tan
contundentes como: Me refiero al negro. Una poesía antillana que excluya
ese poderoso elemento me parece casi imposible.6
Sin embargo, todo e s t e súbito afroantillanismo contrasta con el resto d e
su p o e s í a anterior y posterior, cuyos r a s g o s distintivos son
intimismo,
ensoñación — al estilo de Poe —, tonos delicados y cadencia suave. Nace la
p o e s í a p a l e s i a n a m a r c a d a por el Modernismo ( A z a l e a s , 1915). Lujo y
cincel. Y d e s d e entonces e s e "spleen" será siempre su tono fundamental,
excepto en s u s experimentos diepalistas y afroantillanos. Poesía del yo en
r e c ó n d i t a c o n t e m p l a c i ó n , p a i s a j e exótico o "exotizado", a t m ó s f e r a
voluptuosa de semitransparencias, modernismo, en fin...
Mostremos ejemplos d e e s a ensoñación melancólica que recorre s u s
versos en Azaleas.
Leamos las primeras líneas:
Este silencio lleno d e morfina ("Media noche")
El champagne de la tarde sedativa ("El beso")
Bajo las nubes plúmbeas y letíferas ("Día nublado")
El río e s una melancolía estirada y sofocante ("El río")
Una vehemencia adormecida en los pliegues de la calma ("Pre-amor")
Detengámonos también un poco en algunos cultismos y exotismos propios del
gusto modernista:
Oh Amada espumígena, tu semblante arcangélico ("Página íntima")
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bajo la pedrería d e la noche estrellada borracho en el zafiro d e un
d e s m a y o amoroso ("Fantasía")
Sin faltar el gran símbolo de la perfección esteticista:
entonces gimió el cisne de mi ansia ("El beso")
Es poesía "blanca" de hombre blanco. No hay aquí ninguna búsqueda de una
expresión antillana, y menos aún de la identidad afrocaribeña. Sin embargo,
el entorno natal no e s t á totalmente excluido. Guyama, patria chica d e
Palés, e s citada varias veces, y el paisaje isleño, aun cuando s u m a m e n t e
estilizado para servir más a la c a u s a d e un estilo que a la d e una realidad,
a p a r e c e en a l g u n o s p o e m a s d e Azaleas,
como en todos s u s libros
posteriores.
Bajo e s t o s palios tropicales y junto a ti s u e ñ o c o s a s orientales
("Dans la nuit")
Sobre la espiga florida de la caña de azúcar:
Como si una nube s e hubiese dormido
sobre la esmeralda del cañaveral,
con un gris sedoso, medio desteñido
la g u a j a n a flecha la vista espectral. ("La guajana")
Y de la ceiba:
Ella entraña el recuerdo recóndito y fragante
d e una princesa india de pupila moruna
que sumergió en el río su cuerpo palpitante
bajo la anemia crónica de la pálida luna ("La ceiba")
O hay:
dulcedumbre de palmera que sal traga ("Boguemos")
O:
el gallo del bohío su sonoro
clarinete r e s u e n a en el batey ("Medio día")
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Pero no e s la presencia, sino el cómo d e e s a presencia lo que nos
interesa destacar: el paisaje en Palés, m á s que objeto de una b ú s q u e d a e s
un medio para la expresión de intimidades y construcción d e atmósferas. Y
no e s un cuestionamiento de esta estética per se lo que pretendemos sugerir
con nuestra insistencia, sino un cuestionamiento d e la crítica que s e ha
e m p e ñ a d o en fabricar un poeta a la medida d e s u s valores socioculturales,
d e s c u i d a n d o las v e r d a d e r a s inquietudes del creador, p r e s e n t e s en los
rasgos fundamentales de la totalidad de su obra.
Así, pues, d e s d e e s t e primer libro resulta patente su visión extranjera
— exotista — d e lo americano.
Muy modernista — y de a s c e n d e n c i a
romántica — por lo d e m á s : los indios d e Darío son tan exóticos como las
princesas orientales. Es una suerte d e extrañamiento q u e aleja lo cercano,
haciéndolo a j e n o e insólito.
No s e trata, c o m o en la teoría del
"Extrañamiento" d e Sklovsky, de redescubrir lo propio con nuevos ojos.
Aquí lo vernáculo adquiere una singular c i u d a d a n í a en algún p a r a í s o
imaginario, dejando muy atrás el origen terrenal d e su inspiración. Esto e s
especialmente claro en el p o e m a "Boguemos", d o n d e una a t m ó s f e r a —
siguiendo la unidad d e efecto d e Poe — Impregna con su significación todos
los elementos del paisaje marino, en el cual sería difícil, a p e s a r d e e s a
dulcedumbre de palmera que sal traga, reconocer nuestro Caribe.
La b ú s q u e d a d e nuevos estilos (diepallsmo, afroantillanismo
al estilo de
Guillén) marca cierto período de la obra palesiana, pero e s a s incursiones no
alteran el c a u c e fundamental q u e experimenta su propia evolución interna.
Y e s t e cauce lo abre Azaleas, cuyos rasgos hemos estudiado vinculados al
Modernismo y a Poe. Poética de la ensoñación, como sugiere Enguídanos, y
d e la construcción d e mundos f a n t a s m a l e s para la expresión d e íntimos
sentires. D e s p u é s d e Azaleas otro elemento completará su perfil: la ironía.
Al p a s o del tiempo su estilo s e afianza y depura su expresión. Es un
proceso q u e va llevándose a c a b o en Programa
silvestre
(1915-1916) y
Palacio en sombras (1918-1919), hasta culminar en Canciones de la vida
media (1920-1929) y Ultimos poemas
(1954-1957).
Al final d e Programa
Silvestre
a p a r e c e n s u s primeros e n s a y o s d e
p o e s í a jíbara; "Niña Paquita" y "Esta infancia" s o n e j e m p l o s d e e s a
vertiente d e menor importancia en la p o e s í a del autor.
Este g é n e r o
costumbrista, q u e p e r s i g u e "lo típico" a través d e la transcripción o
remedo fonético del habla popular, con frecuencia cayó en un folklorismo
harto superficial:
Je, Je, e s a trigueña ñamá niña Paquita
selviría pa un tema en mi cuatro templao,
y pa echaile maís a toas mis gallinas,
y en la noche de reyes bailal sel sei chorreao.
("Niña Paquita")
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Es en Palacio de sombras donde aparece el tema del negro en la poesía
de Palés. En el poema inicial hallamos muy de p a s o una referencia q u e tiene
para nosotros un valor indicial sobre el tratamiento ideológico del tema:
Los negros milenarios con su torva vendimia de tormentas (El palacio en
sombras). Y esta ideología s e despliega en "Esta noche he pasado" (texto
que con ciertos cambios de estilo aparecerá más tarde en prosa con el título
"Pueblo de negros"). Se despliega sin remilgos con estilo severo y directo,
muy en contraste, por cierto, con su tónica fundamental. ¿ S e r í a por e s o
que decidió trabajarlo d e s p u é s en prosa? El c a s o e s que e s t e poema pudiera
formar parte d e una antología d e la literatura anti-negrista. P o c a s v e c e s
h e m o s leído algo m á s a b i e r t a m e n t e d e s p r e c i a t i v o , sin t a p u j o s ni
eufemismos, contra el negro. Es un tono hiriente — lejos la v a p o r o s a
delicadeza modernista —, q u e s e solaza en e x p r e s i o n e s como
caserío
inmundo, ásperos tufos de lodos y amoníacos.
El tópico de la agresividad
potencial del negro s e resuelve en:
¡No! La pompa jocunda de e s t a s tribus ha muerto.
Les q u e d a una remota tristeza cuadrumana,
una pasión ardiente por los bravos alcoholes,
el odio milenario del blanco, y la insaciable
lujuria de las t o s c a s urgencias primitivas
Visión degradada de la raza, que en la última estrofa s e remacha con esta
raza ya hundida para siempre.
Reunidos en e s t e texto e s t á n los estereotipos dominantes s o b r e el
negro, expuestos d e la forma más directa y acentuada; así, sin discreciones
estratégicas o sensibles, Irrumpe la actitud peyorativa d e la clase superior.
Estereotipos que han echado fuertes raíces en nuestra cultura dominada por
la raza blanca, y que, según los estudios d e Moreno Fraginals, nacen de la
violencia carcelaria d e la plantación colonial. Prejuicios ocultos inclusive
en el trasfondo de mucha literatura afecta al negro, en la cual s e disfrazan
la actitud denigrante y las hirientes expresiones: "lujuria" s e convierte en
"exuberancia", "fuerza sexual" y "telúrica":
la brujería a d q u i e r e un
encanto folklórico y la hostilidad hacia al blanco q u e d a reducida a un aire
melancólico que "dignifica" (blanquea) la negritud. De un lado t e n e m o s la
cara feroz, del otro el sello d e un "buen salvaje", a m b o s lados de la misma
moneda. A e s t e último lado pertenece el libro afroantillano de Palés ( T u n
tun de pasa y grifería). Su primera muestra ya aparece, sin embargo, en
"Danzarina africana" d e Otros
Poemas
(1917-1918), q u e r e c o g e el
estereotipo de sensualidad primitiva de la mujer negra:
Oh negra d e n s a y bárbara: Tu seno
esconde el salomónico veneno.
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Y d e s a t a terribles espirales,
cuando alrededor del macho resistente
te revuelves, porosa y absorbente,
como la arena de tus arenales.
Con Canciones de la vida media (1925), decíamos antes, llega la poesía
de Palés a su madurez. El estilo s e depura y a d e n s a . En el primer poema
expone su búsqueda:
Ahora vamos d e nuevo a cantar, alma mía:
a cantar sin palabras.
Desnúdate de imágenes y poda extensamente
tus viñas d e hojarasca.
P a r a l e l a m e n t e P a l é s realiza su f u g a z e x p e r i m e n t o v a n g u a r d i s t a ,
llamado "diepalismo", en el cual cultivó el ritmo p e r c u s i v o y la
onomatopeya, rasgos que un poco más tarde integrará a la poesía llamada
afroantillana.
Acorde con el espíritu m á s extremo d e la v a n g u a r d i a
europea, el diepalismo
s e rebela contra el significado convencional d e la
palabra y e n s a y a un puro arte de los sonidos.
Veamos una estrofa de
"Orquestación diepálica":
Guau! Guau! Au-au, au-au, au-au... huuuummm...
La noche. La luna. El campo... huuummm...
Zi, zi, zi-zi, zi-zi, co-quí, co-quí, co-co-quí...
Hierve la abstrusa zoología en la sombra.
Silencio! Huuuuuummmmmm
Las últimas líneas con su explicación rompen el efecto d e una pura
atmósfera d e sonidos. No era fácil d e s p r e n d e r s e d e toda una tradición del
significado conceptual de la palabra, el mejor camino era b u s c a r una
integración con la sugerencia del ritmo. Y e s o ocurre en su famoso Tun tun
de pasa y grifería (léase Tun tun d e negro y mulato). P a s a entonces Palés a
un primer plano d e la e s c e n a puertorriqueña como d e n o d a d o defensor del
elemento africano en la expresión caribeña.
Este p a s o e s sin duda coherente con una necesidad de incursionar en
nuevos estilos, pero está muy lejos d e ser lo más representativo d e la obra
palesiana. Es una etapa alejada, como el "diploma", de su vena fundamental.
La identificación d e P a l é s y la p o e s í a negroide s e d e b e m á s bien a la
extrema difusión que alcanza e s t e libro, tanto por las polémicas encendidas
que suscitó el tema 7 en torno a la naturaleza d e una poesía caribeña, como
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por el creciente interés que la vanguardia europea mostraba entonces por el
arte africano.
Es la é p o c a del J a z z y Scott Fitzgerald, de P i c a s s o descubriendo la
plástica africana, d e la poesla-spiritual de Vachel Lindsay. También del
primitivismo del a d u a n e r o R o u s s e a u y d e Gauguin, y del surrealismo
poniendo de relieve lo instintivo, la irracionalidad. Las condiciones e s t a b a n
dadas. No sólo había una realidad afroamericana esperando su turno en el
arte, sino también un fuerte movimiento cultural hacia el arte negro y
primitivo.
A d e m á s , y e s t o q u e r e m o s subrayarlo, existía d e siglos atrás u n a
tradición ideológica y estilística sobre lo negro en nuestra lengua e s p a ñ o l a
con la cual entronca el Tun tun de Palés.
No es, pues, el producto de una persistente vocación por e s t e tema, o
por la c a u s a d e una raza oprimida que quiere d e una nueva imagen que le
permita encontrarse a sí misma. Es m á s bien el producto de una serie d e
c i r c u n s t a n c i a s c o y u n t u r a l e s q u e d e s p e r t a r o n e n P a l é s el interés,
f u n d a m e n t a l m e n t e poético, hacia los e s t e r e o t i p o s c r e a d o s por n u e s t r a
cultura blanca. La verdadera identificación de P a l é s e s — como hemos
insistido — con e s a línea subjetiva y exquisita q u e transita d e s d e el
Modernismo m á s lujoso, por las perturbaciones al estilo d e Poe, hasta el
lirismo hondo y ascético d e Canciones de la vida media y Ultimos
poemas.
Por otra parte, no está d e m á s recordar en e s t e punto aquella valoración tan
negativa d e "Esta noche he pasado", q u e a n t e s comentamos. Así como
d e b e m o s tomar en cuenta la concepción del negro en su novela inconclusa
Litoral: Reseña de una vida inútil publicada en fecha posterior (1949) a s u s
p o e m a s del Tun tun. En el capítulo "Baquinó", dedicado al t e m a negro,
t e n e m o s d e nuevo, c o m o en "Danzarina Africana", e s a visión d e
estereotipos descontextualizados q u e e s c o n d e n , detrás d e una superficie
atractiva, una concepción devaluada d e la raza. En "Baquiné" el recurso
f u n d a m e n t a l e s el e x t r a ñ a m i e n t o :
mirar desde
afuera,
con ojos
sorprendidos, una ceremonia religiosa negra. La mirada recorre sólo la
superficie, el rito s e convierte en una curiosidad mágica: Esta
noche
iremos a un baquiné. Suena a magia. ¿ verdad? Y lo es. 8 Orbe
fascinante
de fantasía y encantamiento.9
Y ni siquiera ante la presencia de la muerte
s e a b a n d o n a la sensualidad; al contrario, s e exacerba: De vez en cuando,
una pareja enardecida por las reiteradas libaciones, abandona
furtivamente
la habitación y desaparece
en el cañaveral. 10 Negro y s e x o desmedido
parecen inseparables para e s a mirada ya tradicional d e Europa sobre el
negro, "lo otro".
Sin e m b a r g o ,
afroantillano, tanto
que e s t a utilización
apreciable recurso
e s t a visión e x t e r n a r e s c a t a un s u g e r e n t e léxico
en el Tun tun como en "Baquinó". Hay que reconocer
d e los nombres y del ritmo afroantillano, a d e m á s de ser
estético, d a fuerza de inmediatez a la presencia d e lo
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negro en el poema. Crean al menos la ilusión de que s e está hablando, no
sobre el negro, sino desde el negro. Decimos la ilusión, porque creemos que
en Palés Matos e s ante todo un recurso estético que hábilmente juega con la
presencia q u e confieren léxico y ritmo.
Si nos guiamos por e s t o s datos, entrevistas y artículos de e s a é p o c a
d o n d e d e n o d a d a m e n t e a s u m e la d e f e n s a del negro ("Hacia una poesía
antillana", 1932), s e r í a muy sencillo concluir, c o m o lo han hecho los
autores que al comienzo señalábamos, que en la poesía de Palés Matos hay
un "descubrimiento" del negro. Pero, en verdad, insistimos, la obra d e
Palés no s u p e r a ni los estereotipos d e la ideología burguesa, ni la visión
externa y mitificadora (búsqueda de los ancestros africanos). P e s a en ella
la tradición hispánica, su a p r e n d i z a j e s o n o r o en el diepalismo
y la
vanguardia europea y norteamericana, exaltadora d e la irracionalidad y del
primitivismo.
Detengámonos un poco en la tradición hispánica. Los estereotipos sobre
el negro tienen unos cuantos siglos en nuestra literatura. Ya en los clásicos
d e los siglos XVI y XVII a p a r e c e e s a figurilla del negro, superficial y
b u f o n e s c a , q u e habla en ritmo cortado e infantil.
Los ejemplos:
de
Góngora, "Zalambú" y "Morenica del Congo": "Boda d e negros", de Quevedo
y "El capellán de la virgen", d e Lope d e Vega. S e fija d e s d e entonces un
"tipo" ingenuo, primitivo, sin drama, m á s bien gracioso. Según Lemuel
Johnson, algo así como una gárgola: decorativo y ligeramente
obsceno.11
O n o m a t o p e y a s , aliteraciones, jitanjáforas, ritmo percusivo, como
rasgos estilísticos d e esta poesía negroide (Palés, Guillén, Ballagas) ya s e
anuncian en la poesía clásica. Escuchemos a Sor J u a n a Inés de la Cruz en
1671:
Acá tamo tolo
Zambio, lela, lela
que también sabemo
cantaye las leyna
lela, lela.
Esta tradición hispánica adquiere otro cariz en el Romanticismo. "El
b u e n s a l v a j e " provocó t o d a u n a mitificación d e lo primitivo, d e la
irracionalidad y del instinto. Y dentro d e e s t a s c a t e g o r í a s cayeron tanto
indios c o m o negros.
D e s p u é s el Costumbrismo retoma y explota con
hilaridad la faceta bufonesca, ya a b o c e t a d a por los clásicos. En síntesis,
los estereotipos d e nuestra tradición s e sitúan en dos extremos: reducción
bufonesca y mitificación idealizada. En el fondo s e parecen. Ambos rehúyen
la historia, el drama.
También excluyen la interioridad, e s una visión
externa, turística.
Tienen, en s u m a , un e f e c t o tranquilizador d e la
conciencia respecto al negro.
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En Tun tun predomina la corriente mitificadora que, incluso, adquiere
ciertas sonoridades épicas en "Mulata Antilla". Mitos tan archiconocidos
como el d e la musicalidad rítmica del negro: es la raza negra que ondulando
va / en el ritmo gordo de Marayindá:
el ser bochinchero, bochinche
de
ñañinguería y mágico:
Es el numen fabuloso
cuyo poder no tiene término.
A su redor traza Nigricia
d a n z a n t e s círculos guerreros.
Mongos, botucos y alimamis
ante El s e doblan en silencio,
y hasta el ju-jú d e la cavernas
en tenebrosas magias diestro
tiembla de miedo ante s u s untos
cuando su voz truena en el trueno.
("Bombo")
Ingenuamente agresivo:
Asia juega su
América baila
Europa juega
Africa gruñe:
nirvana
el jazz
y teoriza
ñam-ñam
("Ñam—ñam")
De una sexualidad animal:
Bajo el cocal, junto al oleaje,
dientes feroces d e lascivia
cuerpos de fango y de melaza
s e n o s colgantes, vaho d e axilas,
y ojos de brillos tenebrosos
que gongo profundo encandila ("Candombe")
El mito del negro incluye la p e r e z a — "lasitud", como prefiere el
e u f e m i s m o —, lo cual e s u n a ironía si p e n s a m o s e n los t r a b a j o s
s o b r e h u m a n o s d e e s t a raza para construir emporios económicos en los
p a í s e s e u r o p e o s colonialistas. Pero para el blanco — Palés era blanco —
nunca e s suficiente lo que produce un negro. La economía d e la plantación
e n s e ñ ó el principio capitalista d e la máxima eficiencia. En el sentir del
negro, sin e m b a r g o , n o s advierte Moreno Fraginals, La "pereza" e s
r e b e l d í a , boicot a la e m p r e s a b l a n c a .
P a l é s s i g u e la tradición
europocentrista.
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Pereza y laxitud. Los aguazales
cuajan un vaho amoniacal y denso
("Pueblo negro")
Alguien disuelve perezosamente
un canto monorrítmico en el viento,
pululado de úes que s e aquietan
en balsas de diptongos soñolientos ("Pueblo negro")
Dejar de lado la sensualidad explosiva d e negras y mulatas hubiera sido
un pecado de leso mito. Así, mientras la mujer blanca e s como una nieve
prematura / caída en el jardín adormecida,12
y Delgada y fina, te ilumina
una / claridad melancólica
de luna,13 la negra produce e s t a imagen tan
distinta:
Culipandeando la Reina avanza,
y de su inmensa grupa resbalan
meneos cachondos que el gongo cuaja
en ríos de azúcar y de melaza.
Prieto trapiche de sensual zafra,
el caderamen, m a s a con masa,
y la molienda culmina en danza ("Majestad negra")
O esta otra:
la negra de las zonas soleadas
que huele a tierra, a salvajina, a sexo.
("Pueblo negro")
Y así como la blanca s e a s e m e j a más a una flor, la negra e s fruta y
tierra. S e vuelve de e s e modo al antiguo mito de Ceres y a una simbología
harto utilizada por la poesía telúrica.
Eres ahora, mulata,
todo el mar y la tierra d e mis islas.
Sinfonía frutal cuyas e s c a l a s
rompen furiosamente en tu cantiga ("Mulata antilla")
Junto al predominio de la concepción mitificadora también s e insinúa la
b u f o n e s c a , s o b r e la cual h a b l a m o s a n t e s e n relación con la tradición
española. En la presentación de e s a negrería con frecuencia s e deja sentir
un algo gracioso condimentado con un toque grotesco. Para e s e efecto no
sólo ayudan las metáforas hiperbólicas, elecciones lexicales, y la misma
simplicidad de e s o s mitos tan recurridos sobre el negro; también contribuye
la estructura rítmica del poema. En efecto, el ritmo percusivo s e confunde
ALBA LIA BARRIOS
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a v e c e s con el sonido de e s a poesía que asociamos a lo infantil o burlesco.
Así, en el conjunto, s e percibe e s a p e q u e ñ a mofa que hay a v e c e s en la
mirada del superior hacia el inferior, quien por la distancia social s e
convierte en el extraño, el curioso, el cómico, el folklórico. En e s t e sentido
no sería difícil realizar en la obra d e P a l é s un análisis contrastivo d e la
forma nostálgica, nebulosa, ennoblecida en suma, con q u e trata s u s t e m a s
intimistas (intimidades d e blanco, por supuesto) y e s a terrenalidad sin
drama que conforma e s e "gracioso" mundo del negro.
Pero v e a m o s algunos ejemplos donde s e detecta con claridad esta sutil
mezcla de gracia y grotesco (el "gargolismo" de Lemuel Johnson):
Ñam-ñam. Los fetiches abren
s u s bocas negras - ñam-ñam
En las pupilas del brujo
un solo fulgor - ñam-ñam.
La sangre del sacrificio
embriaga el tótem - ñam-ñam
y Nigricla e s toda dientes
en la tiniebla: ñam-ñam. ("Ñam-ñam")
O e s o s tonos de buena estirpe lorquiana:
Todo e s atizo de fogatas
bruja cazuela tropical. ("Numen")
La antillitas menores,
titís inocentes, bailan
sobre el ovillo d e un viento
que el ancho golfo huracana.
("Canción festiva para ser llorada")
Así, pues, en Palés s e resumen los estereotipos míticos y burlescos d e
la tradición eurocentrista, m á s c o n c r e t a m e n t e d e la tradición e s p a ñ o l a .
P a l é s no escribe sobre un negro real histórico, sino sobre una
imagen
tipificada por la literatura, que bien puede llamarse, siguiendo a Enguídanos,
fantasmal.
"Pueblo negro" e s elocuente en e s t e sentido:
e s un pueblo de sueño,
tumbado allá en mis brumas interiores
a la sombra de claros cocoteros
Y aun más la presentación del tema que hace en el poema inicial:
en boricua":
"Preludio
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INTt N° 29-30
Algo entrevisto o presentido,
poco realmente vivido
y mucho de embuste y de cuento.
Podría también hablarse de exotismo, de mirada europea. Tal como dice
Rosalba Campra, el exotismo e s producto
de la condición
colonial,14
Recordemos a F. Fanón.
Será otra la poesía negra, la d e N. Guillén y J. Roumain por ejemplo, la
q u e asumirá su propia mirada y hablará desde
su condición histórica y
social.
Voz interior q u e implícitamente d e n u n c i a r á el folklorismo, el
"tipicismo", y reclamará para sí la conciencia rebelde frente a la violencia
histórica.
P e r o no p o d r í a m o s terminar e s t e t r a b a j o sin c o n s i d e r a r el único
contexto social s e ñ a l a d o en el Tun tun: La dominación yanqui. Varias
alusiones regadas a lo largo del libro recogen e s e sentir independentista del
intelectual puertorriqueño. De la dominación yanqui, f r a n c e s a e inglesa:
Puta, ron, negro. Delicia
de las tres grandes potencias
en la Antilla ("Intermedios del hombre blanco.
Placeres")
P e r o su v e r d a d e r a protesta, d e s d e el c o m i e n z o del libro, e s
Norteamérica, cuando dice de los turistas:
(Mañana serán accionistas
de cualquier ingenio cañero
y cargarán con el dinero...)
contra
("Preludio boricua")
El rechazo a Norteamérica contrasta con la calurosa aceptación que le
merece todo lo hispánico. Habla con orgullo d e e s e componente racial del
puertorriqueño, e idealiza, como muchos intelectuales de e s a isla, la "edad
d e oro" d e la colonización española. De e s a tendencia d e b u r g u e s e s e
intelectuales nos habla, con lujo de fundamentación, J o s é Luis González: la
idealización — vale decir la tergiversación — del pasado histórico ha sido
uno de los rasgos propios
de esa ideología,15
También el a t a q u e
indiscriminado a los Estados Unidos, q u e a c a b ó con el esplendor de s u s
a n t e p a s a d o s terratenientes. Al respecto vale la p e n a la cita textual:
La llamada "norteamericanización" cultural de Puerto Rico ha tenido d o s
aspectos dialécticamente vinculados entre sí. Por un lado, ha obedecido desde
afuera a una política imperialista (...), pero por otro lado ha respondido desde
ALBA LIA BARRIOS
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adentro a la lucha de las m a s a s puertorriqueñas contra la hegemonía de la
clase propietaria. 1 6
Y m á s adelante precisa González aún m á s :
El telurismo c a r a c t e r í s t i c o d e la literatura p r o d u c i d a por la élite
puertorriqueña en el S. XX no r e s p o n d e (...) a una d e s i n t e r e s a d a y lírica
sensibilidad conmovida por las bellezas de nuestro paisaje tropical, sino a una
añoranza muy concreta y muy histórica de la tierra perdida, y no de la tierra
entendida como símbolo ni como metáfora, sino como medio de producción
material cuya propiedad pasó a manos extrañas. 1 7
Dentro d e e s t a complejidad histórica e s q u e s i t u a m o s la p r o t e s t a c o n t r a el
yanqui d e P a l é s . S e r í a ingenuo p e n s a r q u e e s t a d e n u n c i a del imperialismo
yanqui e n el Tun tun e s t á e n m a r c a d a e n u n a ideología q u e r e c o n o c e al
h o m b r e c a r i b e ñ o c o m o un s e r e x p l o t a d o históricamente. P a l é s no r e c o n o c e
el d r a m a del p a s a d o , ni s e c o n d u e l e d e la esclavitud en t i e m p o s d e los
e s p a ñ o l e s . Al contrario, allí ve idilio, o p u e s t o al p r e s e n t e a m e n a z a d o por la
cultura n o r t e a m e r i c a n a .
Y e n la terraza del hotel sin n o m b r e
algún aislado c a p a c e t e blanco
alelado d e islas
b a j o el p u ñ o d e hierro d e los r o ñ e s
blanco")
("Intermedios del
hombre
Y termina el libro con:
Mientras bailes, no hay quien p u e d a
c a m b i a r t e el a l m a o la sal
Ni Agapitos por a q u í 1 8
Ni m í s t e r e s por allá ("Plena d e menelao")
En e s t a última e s t r o f a d e s t a c a con claridad el c o n t r a s t e q u e identifica el
p e n s a r d e P a l é s e n s u s p o e m a s antillanos: oposición e n t r e un m u n d o negro
mitificado ("fantasmal") y la d o m i n a c i ó n n o r t e ñ a .
Q u e d a n e x c l u i d o s el
n e g r o real y el p r o c e s o histórico d e rapiña y explotación del Caribe insular.
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INTI N°
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NOTAS
1
J o s é Luis González, El país de cuatro pisos. Río Piedras; Puerto Rico: Ed.
Huracán, 1982, 88.
2
Margot Arce de Vázquez, "Evolución y unidad en la obra poética de Luis Palés
Matos", en Luis Palés Matos, Poesía Completa. Caracas: Ayacucho, XIII.
3
Miguel Enguídanos, La Poesía de Palés Matos. Barcelona: Ed. Universidad de
Puerto Rico, 1975, 32.
4
Enguídanos, Ob. Cit., 80.
5
Gérard Plerre-Charles, El pensamiento sociopolitico moderno del Caribe.
México:
6
en Palés
7
8
9
10
11
Hispanic
12
13
F. C. E„ 1985, 115.
"Hablando con Don Luis Palés Matos" (entrevista de Angela Negrón Muñoz),
Matos, Ob. Cit., 216.
Ver por ejemplo "Hacia una poesía antillana". Palés Matos, Ob. Cit. 218.
Palés Matos, "Litoral. R e s e ñ a de una vida inútil." Ob. Cit., 275.
Id., 276.
Id., 281.
Winter, Sylvia. "The eye of the other" en Costa, Mirian et al. Blacks In
Literature. Washington: Kenikat Press, 1977.
Palés Matos, Ob Cit. 62.
Id., 64.
14
Rosalba Campra, América Latina: la identidad y la máscara. México: Ed.
S.XXI, 1987, 21.
15
González, Ob. Cit., 17.
16
Id., 34.
17
Id., 35.
18 Se refiere a un bar de la montaña llamado Agapito's Bar. Agapito se ve
como el símbolo de los puertorriqueños americanizados., en Palés Matos. Ob. Cit.,
183.
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