se marchó. Entré en casa justamente, cuando él acababa de salir, y

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se m archó. E n tré en casa justam ente, cuando él acababa de
sa lir, y no le he vuelto á ver.
E l Presidente. H a dicho V . que tu v o razones para sorpech ar, apenas llegó á su noticia el suceso , que fuese ta i vez
Fieschi el que com etió el atentado. ¿Q ué razones eran esas?
R. La habitación que habia alquilado en el centro de P a­
rís, que costaba m uy c a ra ; la madera que habia en su cuarto;
la m a le ta , la llave que p id ió , y el trasto rn o y agitación que
se notaba en su sem blante.
p , ¿H asta dónde acom pañó á V . la Sra. R o u x ?
R . H asta el Boulevard.
P. C uando se separó V . de e l l a , ¿ no fue V . á la calle
Baja?
, f
,
R. N o se ñ o r , me marche ínm ediátam erite a Casa de A n ita .
P. ¿Con que V . no fue á la calle B a ja , porque sáb iaq u e
por allí se habia de escapar Fieschi?
R . No señor.
P. Sin em bargo , la Sra. R o u x ha ^declarado que Vio á ^V.
dirigirse hácia dicha calle.
R . Pues yo aseguro que no es asi.
P. ¿No se acuerda Y . de haber ido á alguna o tra parte con
Morey al volver de la barrera de S. A n to n io ? ¿ No estuvo V .
en casa de Lessage?
R . En el m ism o B o u lev ard , antes de en trar en París, me
dijo Morey, voy á dar á Lessage la certificación de Fieschi, y
su pasaporte á ese pobre Bescher.
P. Acaso diría que iba á recoger la certificación; porque
no es cosa que se com prende fácilm ente el que fuese á llevárse­
la , cuando por el contrario debía recogerla.
R . No me acuerdo bien. (Se con tin u ará.)
E l D iario de los D eb a tes dice lo que sig u e:
«Parece que al fin la crisis m inisterial toca á su térm ino.
E l rum or general de esta noche es que M r. G u iz o t, duque de
B roglie, P e rs il, D uchatei y alm irante D uperré se retiran.
«M r. Thiers pasa del m inisterio de lo In te rio r á la pre­
sidencia del Consejo y al m inisterio de Negocios extrangeros.
«E l conde de A rgout queda en el m inisterio de H acien ­
d a , y el mariscal M aison em el de‘G uerra.
«E l conde de M o ritaliv et será nom brado m inistro de lo
In te rio r; el duque de M ontebello m inistro de Instrucción p ú ­
blica; Mr. Saucet guardasellos y m inistro de los C u lto s; M r.
Passy m inistro del C om ercio y obras públicas; y el alm irante
Rosamel m inistró de M arina.
«M iramos esta com binación com o m uy p ro b ab le, y se
cree generalmente que se publicará pasado rm añana oficialmente
en el M on itor.”
M r. Ch. T exier ha com unicado el artícu lo siguiente a l
D iario de Sm irna.
«E xisten en las cercanías de Sm irna en la pendiente del
m onte Sipylus ruinas m uy extensas, que son rara vez visita­
das por los viajeros. No obstante esto, la ciudad que ocupaba
aquel parage fue gobernada por uno de los R eyes mas célebres
de la antigüedad: era este el bisabuelo de A gam enón y padre
de Pelops. V iv ió 150 años antes de la guerra de T roya. Su se­
p u lc r o , que fue visitado por Pausanias, y ai cual la tradición
ha conservado el nom bre de sepulcro de T á n ta lo , existe h o y
dia casi entero. E ste m o n u m e n to , que fue construido hace mas
de 30 años., es p o r consiguiente aína de las obras mas antiguas
que nos quedan de los hombres.
«L a ciudad en-que reinaba T án ta lo tu v o prim ero el n o m ­
bre de T á n ta lis: después fue llam ada Sipylus. P e lo p s , hijo de
T á n ta lo , fue arrojado de sus Estados p o r l i o , Rfcy de Frigia.
Se refugió en el P clo p o n éso , donde sirvió de origen á la ilus­
tre fam ilia de los Pelopidás.
«U n v iolento tem blor de tierra destruyó parte de la ciu­
dad hace 2 0 años. P ero la ciudadela no recibió ningún daño,
y estas antiguas obras han llegado hasta nuestros dias. Se ven
en la cima de la m ontaña todos los muros de los baluartes
casi enteramente conservados. Un foso cortado en la mism a
roca, y la puerta del A cró p o lis qué conducía á la esplanada
en qué estaba situado el tem p lo . E n lo bajo de la m ontaña del
A crópolis se ve la planicie cubierta de ruinas de m urallas, y
de trecho en trecho se hallan grandes terraplenes que soste­
nían la pendiente de las calles de la ciudad. Todas estas cons­
trucciones son de piedras de cantería sin m ortero ni cim iento
alguno.
« E l sepulcro de T á n ta lo es del género que llam an los an ­
tiguos tum u li. Está revestido con un basam ento circular de
construcción pelásgica. En el centro de la obra hay un espa­
cioso aposento en que estaba depositado el cuerpo del R ey .
«Los viajeros y los amigos de las artes deberán sumo
agradecimiento al alm irante Massieu de C lervál, que ha hecho
lim piar com pletam ente el aposento sepulcral , de m odo que
pueda examinarse en todas sus partes. Es una sala de piedras
de cantería con bóveda d ia g o n a l, pero cuyos lechos están co­
locados horizontalm ente, pues en aquella rem ota época no se
conocia o tro m odo de construcción.
«E l sepulcro de T á n ta lo dom ina al Necrópolis de Sipylus,
en el cual se reconocen todavía otros 19 tu m u li mas ó me­
nos bien conservados, pero que han sido abiertos y registra­
dos por los rom anos.
«Comparando la posición de estas ruinas con lo que d i­
cen los geógrafos y los historiadores antiguos, tales com o Strab o n , P ausanias, P ü n io & c., queda fuera de toda duda el que
estas ruinas pertenecen á la ciudad de S ip y lu s, es decir, á una
de las mas antiguas poblaciones del A sia M enor.” (T em ps.)
p o rtu g a l
que en todas las legislaturas se ha reconocido su u tilid ad , y lo
que es m a s, su urgencia. A algunos hemos oido decir que la
dificultad de hacer una buena ley sobre semejante materia es
ta l vez el único o b stác u lo , y á la verdad que distamos m ucho
de'esa opínion , tpor cuanto aunque la C ám ara poseyese un nú­
mero tnuy corto de talen to s, lo que no es exacto , ni aun asi
creeríamos semejante dificultad. P ero concediendo esa circunscia , lque adm ite d u d a , lo que no la adm ite es que de la falta
de la ley se han de seguir mayores males que de la existencia
de una aunque sea p ro v isio n a l, porque e^ a ha ^e tr*er á la
circulación capitales hasta ahora estancados, dando nueva vi­
da al comercio y á las empresas de pública utilidad.
Esperamos pues que nüéstra C ám ara electiva no desaten­
derá la solicitud que se le ha dirigido, y ad m itirá cuanto antes
i discusión ese proyecto de ley reclam ado por tantos intereses,
y que debe hallarse ya refundido y enriquecido con muchos de
■los elementos dispersos de las pasadas legislaturas.
E n la mism a sesión leyó un proyecto de ley el Sr. m i­
nistro de la G u erra para da Organización del ejército , lo que
dio m otivo á que de nuevo se ventilase la cuestión sobre el
m ando en gefe del ejército. ‘Después de algunas reflexiones del
Sr. D iputado Barjona para que entrase en discusión la propues­
ta de que no haya com andante en gefe, fue aprobada la ad i­
ción que proponía el Sr. m in is tro , atendido el ín tim o enlace
entre esta m ateria y la nueva organización del ejército. L a C á­
m ara aprobó la adición por 95 votos contra 16.
A probáronse tam bién en la misma sesión las leyes sobre
la inviolabilidad de la casa del ciudadano; sobre la división
del A rchipiélago de las A zores, y sobre los medios de propor­
cionar á las municipalidades de ultram ar los-gastos de sus con­
sejos respectivos.
D e lo que hemos dicho se sigue que nuestros represen­
tantes quisieron ayer com enzar á corresponder á las esperanzas
que la nación concibió cuando les delegó sus poderes, reali­
zando las promesas que muchos de ellos hicieron á sus com i­
te n te s, de cuyo n ú m ero , aunque seamos una fracción imper­
ceptible , no seremos los últim os en agradecérselo. Sentimos
no haber oido en esta sesión algunas medidas legislativas de
im portancia v ita l; pero esperamos que la comisión respectiva,
que cuenta en su seno tantos individuos acostumbrados á las
tareas de redacción, no querrá dilatar por mas tiem po el ex­
pediente de aquellas providencias, ni dar lugar á ulteriores re­
clam aciones de los señores D iputados celosos, que unidos al
público tienen derecho áp reg u n tarle : ¿cual será el m otivo de
'tan ta tardanza? ( D iario do Governo.)
Idem 19.
E n la sesión de la C ám ara electiva celebrada ayer, entró
en discusión el proyecto de la com isión respectiva para que el
G o b iern o pueda autorizar á los 'ordinarios á a d m itir á las sa­
gradas órdenes á aquellos individuos que juzgaren necesarios
para el servicio de la iglesia, prefiriéndose á los que habiendo
pertenecido á las extinguidas órdenes regulares, habían hecho
profesión religiosa.
A bundam os en el m odo de pensar de la c o m isió n , p o r­
que ni el Estado puede permanecer sin religión, ni esta sin el
suficiente núm ero de m inistros del c u lto , siendo tam bién digna
-de todá consideración la causa que los dignos individuos de la
com isión alegan para sustentar el plan que proponen. Consiste
esta en que habiendo tom ado parte en la rebelión el m ayor
núm ero de los antiguos eclesiásticos , es indispensable u orde­
nar nuevos sacerdotes, ó entregar la cura de alm as y el desem­
peño de los oficios espirituales á hom bres indignos de tan no­
ble m inisterio, y m anchados con la nota de perjurio y desleal­
ta d co n tra la R e in a , la nación y la C arta.
G ran d e fue el escándalo que dieron á los portugueses esos
hombres con sus predicaciones furibundas^ sus escritos anár­
quicos y su empeño en desm oralizar á los pueblos, convir­
tiéndose de sa l de la tie rra , com o los califica el E vangelio,
en principio de corrupción y desorganización s o c ia l, siendo
todavía mucho mas escandaloso que á pesar de sus crímenes se
m antengan en el servicio de la iglesia y en el ejercicio de las
funciones parroquiales.
Sepárense', p u es, del rebaño de C risto los lobos que le de­
voran , y entréguese á pastores vigilantes y fieles que le de­
fiendan y apacienten con su doctrina y buenos ejem plos, de­
rogándose el decreto de 5 de A g o sto , hijo de la necesidad de
em plear en el, servicio de las armas toda la juventud, á fin de
term inar prontam ente la guerrra civil , consolidando la liber­
tad de la patria y el tro n o de la augusta R eina.
Las ideas que aqui emitimos en la parte relativa á la ad­
m isión de individuos á las sagradas órdenes chocarán con las
doctas opiniones de algunos de los señores Diputados, que lle­
vados sin duda de su celo querrían que se tuviese en considera­
ción el alistam iento necesario, que eludiría la juventud mas
p ropensa, no por vocación, ai estado eclesiástico que al m i­
lita r, y que se fijase uíi núm ero cierto de personas que pudiesen
ordenarse, com o si esto perteneciese al poder legislativo. D es­
pués de alguna discusión fue aprobado el proyecto en su to ta­
lidad por 62 votos contra ¿fl.
L a segunda parte del orden del dia fue el proyecto de ley
para que nadie pueda acum ular em pleos, y com enzando por
las acostumbradas cuestiones de o rd e n , entró en discusión,
habiendo hablado solamente sobré la totalidad de la proposi­
ción los Sres. R ibeiro Saraiva y Ferrcira de Castro que ofrecen
una adición. L a C ám ara v o tó declarando la necesidad de una
ley especial, y entonces tendremos ocasión de tra ta r de nuevo
ta n interesante m ateria. (Idem.')
ESPAÑA.
L isboa 18 de Febrero.
G ra n a d a 12 de F ebrero.
A y er se presentó á la C ám ara electiva una petición con
muchas firmas solicitando con urgencia la discusión de la ley
de hipotecas. No sabemos qué m al hado preside á esa ley esen­
cial , indispensable y que reclam an todas las clases de la so­
ciedad, para que desde los primeros ensayos del sistema repre­
sentativo en Portug al quedase com o ab a n d o n a d a , á pesar de
Alocución de la diputación de esta p ro vin cia .
C iudadanos: L a diputación provincial se ha instalado, y
en retorno de la noble misión que le habéis trasferido, debe
haceros una franca manifestación de sus deseos y de sus espe­
ranzas. Bien sabéis que las diputaciones provinciales siempre
fueron compañeras ó precursoras de la lib e rta d ; y si se recorren las épocas de su existencia entre nosotros, se ve trazada
en ellas la historia de nuestra desventura, y de los esfuerzos
que hicim os para superarla. P o r el in stin to de su propia con­
servación centralizaron los gobiernos absolutos el poder y la
in fluencia, é hicieron un verdadero m onopolio del m ando y
de la adm inistración. P erm itir á los pueblos que se ocuparan
de su bienestar: dejar que por sí mismos hiciesen lo que sin
riesgo del orden público se les podia confiar; y tolerar que
conociesen sus necesidades locales y los medios de satisfacer­
la s, era darles una im portancia peligrosa, revelarles la causa
fatal de su m iseria, é iniciarles en el secreto de su felicidad.
L a pobreza y la ig n o ran cia, efectos necesarios de tan absurdo
régim en, fueron los dos polos sobre los cuales giró la po líti­
ca falaz de los tiranos. Encadenados los hombres con preocu­
paciones y prestigios, míseros y abyectos, ¿cóm o han de ele­
var su vista á los principios constitutivos del orden social?
Borrada hasta la originalidad de su carácter, los primeros cre­
púsculos de la libertad les deslum bran y ofenden, y ¡ cuántos
no prefieren prosternarse y besar en esclavitud la m ano de un
déspota, mas destructora que la del tie m p o , á vivir en racio­
nal libertad bajo un G obierno justo y regenerador!
T riste y reiterada es la experiencia que tenemos de esta
verdad. Esa desastrosa guerra de las provincias del N o rte, fu­
nesta herencia de un sistema opresor, no creáis que tiene por
objeto y por única consecuencia el cetro y la corona de Espa­
ña. Es una guerra de la tira n ía , que quiere im poner el om ino­
so yugo contra la libertad, que sacude su indom able cerviz
por repelerlo. Es una guerra que sostiene la avaricia de clases
parásitas contra la prosperidad de las productoras. En fin , es
guerra del error contra la verdad, del crimen contra la ino­
cencia, del fanatism o contra la ilustración. L a dicha ó el in ­
fortunio es la única alternativa que nos ofrece. Y a veis, ciu­
dadanos, cuán grande es el interés que nos obliga á term inarla
L a diputación provincial lo desea ardientem ente, y está pron­
ta para ello á secundar vuestro patriotism o.
Cuando se acabe esta terrible lucha prom ovida y susten­
tada con escándalo del siglo, podrem os gozar en el seno de la
paz los beneficios inseparables de nuestro triunfo. G ustarem os
entonces todas Jas dulzuras de la libertad; y teniendo para
aquel feliz m om ento ya constituido con empeño recíproco y
solem ne, un G obierno perfectamente representativo y tan bien
equilibrado, que sus ruedas no se froten n i su desnivel con­
turbe su acción y m o v im ien to , no quedará pendiente nuestra
dicha de la versátil voluntad de un solo hom bre, sino del im ­
pulso so cial, mas constante , mas consecuente y mas durable.
P o r am or y por Ínteres habrá sin duda entre la nación y el
tren o la mas íntim a é indisoluble unión. Y a podremos pen­
sar y publicar por la im prenta nuestras id eas, sin otras res­
tricciones que la s q u e el orden social exige, y la razón y la
justicia dictan para las demas acciones humanas. A estos me­
dios de prosperidad y ventura se añadirán otros nuevos jtan
im portantes y necesarios. Tendrem os códigos ordenados y cor­
rectos , civiles y crim inales , que aclaren y fijen nuestros dere­
chos y simplifiquen las vias de reclam arlos; que definan y cir­
cunscriban los d elito s, é im pongan penas d u lces, pero irre­
misibles , proporcionadas y análogas: y acaso después de en­
sayos prudentes, aspiremos á establecer el jurado; garantía la
mas firme de la libertad c iv il, de la igualdad ante Ja le y , y
de la seguridad individual. Nuestros jueces vivirán sin tem or,
aunque sujetos á responsabilidad leg al, y esta podrá calcular­
se de m odo que no sea ilusoria por dispendiosa , ni tam poco
ineficaz por las simpatías naturales de los que la han de de­
clarar. L a propiedad tendrá un fácil desarrollo y una verdade­
ra seguridad : la subsistencia llegará á su térm ino posible, y
la abundancia no producirá el lujo insultante y corruptor ; y
sí una sóbria y frugal comodidad. Las contribuciones podrán
esencialm ente alterarse, y se dism inuirán cuanto sea dable; y
estableciéndose un sistema vital de econom ías, saldrá la agri­
cultura , y se levantarán las artes y el com ercio del abati­
m iento en que yacen. U ltim am ente el crédito público que hoy
tan to vale en la E uropa, y que pone á los G obiernos en de­
pendencia de la o p ín io n , al par que nuestra existencia p o líti­
ca y civil se asienten sobre bases duraderas, se consolidará , si
nuestra cordura reposa en ellas, de un m odo que inspire co n ­
fianza.
T an halagüeñas son las esperanzas de esta diputación , y
en el ínterin que se realizan, no descansará un m om ento en
contribuir á que se disminuyan los males inherentes á la co n ­
valecencia en que estamos de tan larga y peligrosa enferme­
dad. Conoce que la ilustración es la única y mas firme garan­
tía de los derechos p o lític o s, y procurará difundirla en la pro­
vincia. Sabe que en España no hay guardias pretorianas ni genízaros, sino un ejército de héroes y.ciudadanos libres, que
están identificados con la suerte de la nación. M as tam poco
ignora que la M ilicia nacional es por su instituto la mas po­
derosa salvaguardia de la lib e rta d , de la tranquilidad y del
orden. L a diputación en cum plim iento de sus deberes prom o­
verá y auxiliará su parte m aterial, y la im itará en su recto es­
p íritu , en su entusiasm o, en su lealtad. La subdivisión pro­
porcional de las contribuciones es un bien que en cierto modo
compensa ó hace menos sensible la masa total que se reparte.
E n esto fijará su atención para conseguir aproximarse á lo jus­
to , según los actuales conocim ientos estadísticos lo perm itan,
No desconoce que la amargura de los pueblos suele hacerse in ­
soportable por las vejaciones de agentes subalternos; p¿ro en
su seno están las dos autoridades principales, que pueden re­
prim ir tales demasías, y participando de los sentim ientos que
anim an á vuestros representantes, oirán con dulzura sus que­
jas, y remediarán con justicia vuestros males. L a beneficencia
p ú b lica, si se puede dar este nom bre al deber que tiene el G o ­
bierno de proporcionar socorros á los necesitados, será para
la diputación el objeto principal y el mas predilecto.
Si puede calcular medios poco onerosos para ocupar y
m antener á ios pobres de la p ro v in cia; si lograra que no vi­
viesen á expensas de los dones insuficientes, y acaso pernicio­
sos de la caridad p riv ad a, se tendría por dichosa , aunque nada
mas hiciera en to d o el tiem po de su duración. La diputación
dirá al G o b iern o la v erd ad , sin disfrazar las causas de los
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