Predicción de terremotos J. Rubén G. Cárdenas Se considera una predicción sísmica formal aquella en la que se indica el tiempo y sitio de ocurrencia del sismo, la profundidad de su foco y la intensidad que va a tener. El tiempo de ocurrencia generalmente se toma como el intervalo en el que es probable que ocurra el evento. Sin embargo, la comunidad sismológica en el mundo ha encontrado grandes obstáculos al tratar de poner en marcha un dispositivo que permita evaluar con precisión las predicciones emitidas por diferentes personas o grupos de investigación. Los estudios sobre la posible predicción de un sismo pueden concentrarse en los mecanismos físicos, tratando de determinar todos y cada uno de los parámetros involucrados en él, pues al conocer el fenómeno a fondo se puede determinar su ocurrencia en un futuro; o bien, se pueden enfocar en su comportamiento estadístico y en el margen de probabilidad de ocurrencia del evento; es decir, abordándolo como parte de una serie de ocurrencias de eventos sísmicos en un periodo determinado de tiempo en alguna zona o zonas del planeta. En muchos casos se hace uso de una combinación de ambas técnicas. Esto último es especialmente importante para aquellos estudios basados en la estadística, ya que emitir conclusiones sin conocer las causas físicas de un evento particular produciría resultados poco confiables. Para analizar el proceso físico de un sismo se pueden observar ciertos fenómenos relacionados con el esfuerzo al que están sometidas las rocas en las placas tectónicas antes de que este ocurra. A estos fenómenos se les conoce como precursores. Se sabe que los terremotos ocurren como respuesta a una excesiva acumulación de esfuerzos o tensiones, encima de la litosfera que es la capa de la Tierra que está entre la corteza y el manto donde se desplazan las placas tectónicas. Según la teoría de la dilatación, el comportamiento de la corteza pasa por las siguientes fases: la tensión cierra las fisuras, grietas y poros de las rocas ocasionando que las rocas disminuyan su volumen de un modo elástico de acuerdo con la Ley de Hooke (tensión proporcional a la deformación). Después se observa una dilatación transversal al esfuerzo, que se puede detectar en la superficie del planeta como cambios topográficos horizontales y verticales. A medida que la tensión se acerca al valor crítico, la roca en la corteza terrestre comenzará a fragmentarse y la ley de Hooke dejará de ser válida. Cuando se alcanza la máxima tensión posible la corteza se fractura y se produce un sismo. Las manifestaciones fisicoquímicas relacionadas con los cambios en los estados de esfuerzo van desde cambios en el campo eléctrico natural de las rocas; variaciones en el nivel de agua de pozos; cambios en las emanaciones naturales de gases diversos como el radón, provocados por el máximo de tensión y que hacen que por las fisuras recién creadas en las rocas comiencen a circular fluidos que antes no circulaban; deformaciones de la corteza medidas de varias formas, que incluyen variaciones en la aceleración de la gravedad en la zona; variaciones de temperatura en aguas subterráneas, hasta cambios en la coloración infrarroja. Otro tipo de fenómenos que han sido de gran utilidad para evaluar la posibilidad de una predicción son las variaciones en espacio o en el tiempo de algunos fenómenos relacionados con la sismicidad de la zona, entre ellos los patrones de sismicidad que explicaremos en seguida. A los cambios que pueden tener lugar en el número y características de los sismos generalmente pequeños que normalmente ocurren en una zona, y que se pueden presentar con cierta anterioridad a un macrosismo se les llama patrones de sismicidad. El problema en este caso es determinar cuál es el nivel normal de actividad sísmica, pues en muchos lugares de las zonas sísmicas faltan equipos de detección: geófonos, hidrófonos, sismógrafos de fondo oceánico, etc. Pero incluso en los casos en los que se cuenta con equipo suficiente, la historia registrada suele ser insuficiente; puede suceder que los aparatos hayan estado funcionando por un tiempo corto en relación a las posibles variaciones ambientales de sismicidad que se podrían considerar normales. A esto se agrega el problema que causan los cambios en la cantidad y localización de los aparatos que forman parte de las redes de detección, así como cambios en las técnicas empleadas en los cálculos. No es lo mismo tener cien estaciones desplegadas en 2000 km2, que diez distribuidas en 100 km². Estos cambios pueden ocasionar que una variación en sismicidad que se atribuya a un estado de preparación de un macrosismo, se deba en realidad a un efecto artificial producto de variaciones en la detección. Los patrones de sismicidad que se utilizan frecuentemente en estudios de predicción, y que se ha observado que en ocasiones se presentan antes de de un evento mayor, incluyen: quietud sísmica: disminución en el nivel de la sismicidad normalmente ocurre en una zona (sismicidad de fondo). que patrón de dona: aumento de sismicidad en la periferia de una zona y disminución o ausencia en el centro de ésta. incremento de sismicidada nivel muy local. migración de focos sísmicos: se puede observar a veces que los focos de los sismos, y por ende los epicentros, que normalmente ocurren dispersos en una zona, parecen ocurrir cada vez más en dirección a una pequeña parte de dicha zona. Ejemplo de quietud sísmica observada como un decremento en el número acumulativo de microsismos con respecto al tiempo, para dos zonas de la Falla de San Andrés, California. Imagen tomada de Predicción Sísmica. Cada uno de los patrones antes mencionados tiene implicaciones en los procesos que anteceden a un sismo grande, así como en los cambios en el estado de esfuerzos de un volumen en la corteza a punto de sufrir ruptura. En primera instancia los sismos podrían ser pronosticados tomando en cuenta los siguientes factores: Cambios topográficos. La dilatación de la corteza (vertical y lateral) puede ser detectada satelitalmente y esta deformación se puede relacionar con la tensión acumulada. De hecho la NASA lanzó el satélite InSAR (Inteferometric Synthetic Aperture Radar), donde se superponen dos imágenes de radar para cuantificar anomalías de deformación. Se planea también tener una red de satélites InSAR (que formará parte de la Global Earthquake Satellite System) para vigilar las zonas sísmicas del mundo. InSAR (Inteferometric Synthetic Aperture Radar) es una manera nueva de contribuir a la predicción de terremotos, con datos que mejoran los que están a disposición de la sismología tradicional. Una imagen InSAR mostrando el cambio de altura del suelo debido al terremoto Hector Mine de 1999. Los datos de radar fueron adquiridos por el satélite ERS-2 de la Agencia Espacial Europea el 15 de septiembre y el 20 de octubre de 1999. Imagen tomada de www.solidearth.jpl.nasa.gov Anomalías infrarrojas. Los esfuerzos en la corteza previos a un terremoto generan calor que puede ser detectado como anomalías infrarrojas del orden de los 4<sup>o</sup> C. Zhangbei (1988) y Gujarat (2001) son casos clásicos de esta situación. Sin embargo, nadie sabe con precisión por qué las rocas sometidas a grandes presiones producen radiación infrarroja, pudiendo ser la causa de tipo eléctrico. Por esta razón uno de los nuevos intentos de predecir sismos consiste en buscar fuentes de radiación infrarroja (IR). En los años 80 y 90, científicos rusos y chinos notaron algunas anomalías térmicas asociadas con los terremotos en Asia; por ejemplo, con el terremoto de Zhangbei de 1998 cerca de la Gran Muralla China. Este terremoto ocurrió cuando las temperaturas en la región rondaban los -20 °C. Justo antes del terremoto, los sensores termales detectaron variaciones de temperatura de hasta 6° a 9°, según los documentos chinos. Los satélites equipados con cámaras IR podrían usarse para detectar puntos de temperaturas anormales desde el espacio. Imagen en infrarrojo de la región circundante a Gujarat, India, el 21 de enero de 2001. Las áreas amarillo-naranja señalan las anomalías termales que aparecieron días antes del terremoto del 26 de enero. La estrella marca el epicentro del terremoto. Imagen tomada de Modis a bordo del satélite Terra de la NASA; fuente: www.solidearth.jpl.nasa.gov Anomalías magnéticas. Está documentada la anomalía magnética que comenzó dos semanas antes del terremoto de Loma Prieta, California, en 1989, caracterizada por una ampliación de hasta veinte veces lo normal de las señales magnéticas de baja frecuencia. Con el objetivo de utilizar esta señal precursora, se lanzó en junio de 2003, el satélite QuakeSat, que cuenta con una antena magnetométrica que mide campos ELF (menores a 1000 Hz). Estadística sísmica. Utilización de los patrones de sismicidad para descubrir la dispersión de los sismos en torno del futuro epicentro, la cual nos lleva al periodo de quietud sísmica necesario para acumular grandes esfuerzos. Así, si se marcan los epicentros de los sismos en un mapa se obtendrá el conocido patrón de dona, que nos mostrará la futura zona epicentral cerca del centro de la dona. Confiabilidad de los métodos de predicción Hay varios puntos que deben ser considerados para conocer la confiabilidad tanto del método mismo como de la posible predicción. Dichos puntos son: El número de aciertos logrados (aun cuando sean a posteriori) en el historial sísmico de la zona. El número de fallas del método para el mismo historial. Esto es, las veces que se presentó un evento sísmico significativo, sin que el método lo hubiera detectado. El número de falsas alarmas. Se debe cuantificar el número de veces que el método emite una advertencia de evento futuro sin que éste se presente en el lapso especificado. Por tanto el principal defecto del que adolecen todas las técnicas hasta ahora utilizadas con fines predictivos, es que han resultado exitosas en ciertos casos para algunas regiones con condiciones específicas, mientras que en otros casos (aun en condiciones similares) han producido resultados negativos. El avance en este campo se dará manteniendo una vigilancia instrumental en zonas de riesgo a la par del desarrollo de las computadoras, combinado con información satelital y con una cultura sobre los sismos, pues ellos nos acompañarán toda la vida. Y parece que los nuevos desarrollos avanzan bien, no así la cultura de sismos que habría que hacer extensiva a la población. Quién sabe si un día a los hombres del futuro les será natural oír las noticias de la tarde anunciando simultáneamente el pronóstico del clima... y el pronóstico de sismos. REFERENCIAS Solid earth science working group. Jet Propulsion Laboratory, California Institute of Technology, en su página de Internet. http://www.solidearth.jpl.nasa.gov F. Ramón Zúñiga, Dávila-Madrid, Predicción sísmica, Instituto de Geofísica, UNAM, México, Servicio Sismológico Nacional. En su página de Internet: http://www.igeofcu.unam.mx