ISBN 1669-9092 KONVERGENCIAS FILOSOFÍAS DE LA INDIA PLATÓN Y LA INDIA, SEGÚN MARC FELLENZ. Daniel López Salort No son pocos los que han intentado o intentan comparar (y hasta igualar) determinadas corrientes filosóficas occidentales con el pensamiento indio. Pretensión válida dentro de determinados límites, ya que siempre debemos tener en cuenta –sin ir muy lejosque el pensamiento filosófico indio se da dentro de los conceptos de los Vedas o en oposición a él (como las escuelas heterodoxas), situación que no es idéntica en Occidente, ya que la labor filosófica es anterior en tiempo y espacio a la revelación cristiana, y luego de ésta se ha desarrollado por caminos no necesariamente de un logos trascendente (como el empirismo de Hume, los postulados de Heidegger, el descentramiento del sujeto en el postestructuralismo francés, dicho esto sin pretender agotar los ejemplos). Marc Fellenz hace su aporte con su escrito Platonic epistemology and the nature of philosophical activity: a comparison with Indian philosophy, en Moksha Journal. The journal of knowledge, enlightenment and freedom. Es así que comienza afirmando: “Los modos de conocimiento en los sistemas filosóficos antiguos tanto de Grecia como de la India realizan una distinción entre las experiencias del mundo externo (tales KONVERGENCIAS, Filosofías de la India, N° 3, 2013 | 1 como la percepción de los sentidos y el pensamiento lógico) y las experiencias que se originan en la conciencia interna. Para Platón, la experiencia última, la percepción directa de las formas o ideas por el ´ojo del alma’, es la más alta forma de conocimiento, como se ejemplifica en el discurso sobre el amor de Diótima en El Banquete (201d-212). La mecánica de la oposición dialéctica de las experiencias internas y externas, mostradas explícitamente por Platón. Son los medios de conocimiento del ‘bien’. Este proceso es comparable a los sistemas filosóficos indios de Samkhya y Yoga, como se encuentran en Sâmkhya Karika y en el Bhagavad Gîtâ.” Si Eros (el amor) es hijo de Poros (la libertad) y Penia (la pobreza), la filosofía se halla en esa situación amorosa de búsqueda impelida por una necesidad y con una meta de libertad. En El Banquete, Diótima habla del misterio de Eros, de cómo éste comienza con meditaciones sobre la belleza en cuerpos y formas particulares hasta que se va elevando a un concepto independiente de cualquier objeto. Esta revelación en Platón, señala Marc Fellenz, no será en el rostro o en las manos de un cuerpo, ni en el cielo ni en la tierra, sino en otro lugar. Y utiliza la expresión bringing forth, que podríamos traducir como dar a luz, ya que partimos del vocablo griego tikto: parir, engendrar. Se trata de un conocimiento que no compete al mundo sensible. En otros sitios Platón lo designa como una práctica de la muerte, ya que se muere al mundo sensorial para ingresar en el mundo de las ideas puras, el topus uranus. La filosofía, en última instancia, es una práctica mística. Debe en ella usarse el ojo que ve las formas puras (oronto u oraron to kalon), un ojo abierto, pasivo, que espera la revelación de la verdad. En apoyo a esta afirmación de Fellenz podemos señalar que en Platón los datos de los sentidos son el material con el que se construye el conocimiento, nunca el conocimiento formalmente hablando. Pero el conocimiento de lo sensible no puede ser sensible, ya que conocimiento es elaboración, no está limitado a un órgano en particular. En el Fedón 79, d., se puede leer: “Cuando el alma, ella a solas, inicia una consideración de las cosas, comienza a moverse hacia lo puro, lo que siempre es, lo inmortal y a sí siempre idéntico (…); entonces se libra del error y permanece, en tanto se ocupa de aquello, idéntica a sí misma, puesto que aprehende objetos siempre idénticos a sí mismos”. Y en el mismo Fedón, 73.a, había dicho que es imposible el conocimiento si no se alojara ya en los hombres el recto saber y la razón. KONVERGENCIAS, Filosofías de la India, N° 3, 2013 | 2 Aquí se halla lo que se ha dado en llamar ideas innatas, aunque son a priori. Dice Platón que a estas ideas las hemos contemplado anteriormente, en nuestra preexistencia al lado de los dioses, no las adquirimos por vez primera en nuestra experiencia sensible. En el Teeteto precisa que hay otros conocimientos a priori además del concepto de comparación nombrado en el Fedón: identidad, diferencia, oposición, unidad, número, etc. Así se opone a Protágoras (conocimiento como apariencia y subjetivo), contra Aristipo (quien es pura vivencia individual), y culmina Platón siendo a la vez idealista y racionalista. Porque, puntualizaba específicamente, ni siquiera las afirmaciones de gusto y del apetito -por ejemplo- se pueden explicar sin recurrir a categorías universales, suprasensibles, lógicas, éticas y estéticas. Los sentidos proporcionan el material con que los elementos a apriorísticos organizan y sintetizan esa experiencia. El mundo no es causa del conocimiento sino ocasión del mismo. En Kant sólo las formas son a priori, en Platón no. La idea no es un objeto de la mente. Los objetos están frente al sujeto, no en su mente (al contrario de lo que afirmarán siglos después los pensadores de la llamada Escuela de Marburgo). No es res extensa ni cogitans. Es una realidad ideal, el círculo no es el que se traza en una superficie sino el concepto de círculo, la circularidad digamos, que existe como concepto o idea. Luego Fellenz procede a comparar esta epistemología platónica con el pensamiento indio del Sâmkhya y del Yoga, donde los conocimientos también se originan en una conciencia interna y la actividad filosófica es el camino. Señala: “Uno debe admitir que las diferencias en las aspiraciones e intenciones sociales y culturales que resguardan a estos sistemas de ser idénticos, pero esto no nos concierne aquí. Espero únicamente hacer claro que los fundamentos que subrayan estos sistemas en un nivel radical están abiertos a comparación”. Fellenz subraya que en los textos del Samkhyakarika de Isvara se expresa que al ser el sufrimiento inherente a la condición humana la actividad filosófica es conocimiento que alivia del mismo. En Platón, el conocimiento tiene por meta el bien. La separación entre la Prakriti (el mundo) y el Purusha (la conciencia, el hombre) se salva a través de la facultad de la inteligencia o buddhi. Pero más que facultad cognitiva es un sentido cognitivo, que unifica y sintetiza la información de los sentidos. Cuando la experiencia cognitiva es del mundo eterno, está sujeta a operaciones lógicas. Cuando pertenece al Purusha mismo, se recupera KONVERGENCIAS, Filosofías de la India, N° 3, 2013 | 3 el punto de vista original. Por eso, Fellenz cita al Bhagavad Ghita, donde el dios Khrisna le dice al Príncipe Arjuna: aquel que está disciplinado en la meditación ve cada ser en el sí mismo de todos los seres, me ve a mí, Krishna, en todos y en todo, y no está perdido para mí. Krishna afirma que es el sabor de todas las aguas, el resplandor del sol en la mañana, la sílaba sagrada (Ohm) de todos los Vedas, el sonido en el aire, la humanidad del hombre, la fragancia placentera de la tierra, el brillo creciente del fuego, la vida en todos los seres, la austeridad de los ascetas, el ritual, el sacrificio y la oblación, la hierba medicinal, el texto védico, la ofrenda, el padre de este mundo, la madre que lo sostiene, el que debe ser conocido, el purificador, el viento, el dios de los guerreros, las riberas del Ganges y el Ganges mismo, el comienzo y el fin y el medio también, el habla de los que hablan, de los jugadores soy la apuesta, el esplendor de la victoria, soy la victoria misma, la esencia de lo real. Como podemos ver, estos son los conceptos que encontraremos luego en Walt Whitman, en el propio Jorge Luis Borges. Ese hombre que siendo uno quiso ser uno todos, es la definición de Borges sobre Whitman. Finalmente, Fellenz expresa que hay tres puntos de comparación que quiere señalar: 1. La condición humana. En Platón, la condición humana no tiene una naturaleza propia sino que su ser fluctúa entre la perfecta libertad y las necesidades que lo obligan. Igual en el Sâmkhya. El ahamkara, la facultad que genera el sí mismo, no tiene naturaleza predeterminada, sino que yace entre los extremos del Purusha libre y el mundo que encierra. 2. La actividad filosófica. La experiencia del Bien en Platón es esencialmente interna y pasiva. Contemplación pura de la verdad última del ser. Para Fellenz, igual sucede en el Sâmkhya. KONVERGENCIAS, Filosofías de la India, N° 3, 2013 | 4 3. Epistemológicamente, hay similitud de posiciones. El rechazo de lo sensorial como fuente válida de conocimiento en Platón es idéntico al rechazo del Sâmkhya de la Prakriti como verdad. Recordemos aquí todo lo que significa el mundo de Mâyâpara la filosofía india. Hasta aquí, Marc Fellenz. Nos queda preguntarnos por las diferencias entre una epistemología y otra, pero eso ya escapa a las metas de Fellenz y también a las de estos párrafos. KONVERGENCIAS, Filosofías de la India, N° 3, 2013 | 5