CAPÍTULO 3 LA DENUNCIA TERRIBLE DEL MAL NUESTRO Romanos 1:18-32 Por Dr. G. Ernesto Johnson INTRODUCCIÓN: En Romanos 1:16-17 Pablo acaba de llevarnos en síntesis a la magnificencia de la gracia de Dios en proveer “una salvación tan grande”. De ella él es deudor y ya está listo a ir a Roma para compartirla en su plenitud (Ro. 1:1415). Romanos es la presentación por excelencia del evangelio, la buena nueva en Cristo Jesús; es la obra maestra de Pablo y siempre la del Espíritu Santo. Pero a continuación de golpe viene la denuncia más devastadora del pecado mismo y del pecador con el enfoque en los gentiles en Ro. 1:18-32 y luego en los judíos Ro. 2:1-29. Esta denuncia de los gentiles es como si descendiese uno desde los mismos cielos al nadir del infierno; tal es la distancia desde la gracia de un Dios amante hasta la rebelión de todo ser humano. Dios el Juez analiza la condición depravada de todo ser humano. De ninguna manera es como el mundo quisiera verse, pero es acertado ante el Supremo Juez Divino. No puede haber otro veredicto que condenado ya justamente por el Dios santo. Pablo va a dedicar los próximos 64 versos al tema del pecado, la gran barrera entre el Dios santo y el hombre rebelde. DOS DISTINCIONES MUY IMPORTANTES QUE RECORDAR EN LA JUSTICIA DE DIOS Antes de proseguir se debe tomar muy en cuenta lo dicho en el capítulo anterior. Se hablará mucho de la justicia de Dios en Romanos. Para evaluar la justicia de Dios tenemos que comprender que la justicia de Dios abarca dos aspectos o toma dos formas: 1) la justicia es el corazón de Dios que bendice lo perfecto y lo provisto en gracia para la salvación que se origina en Dios mismo; ésta es la justicia de Dios -- la salvación provista en Cristo al impío que cree; 2) pero el otro aspecto es el atributo de Dios que maldice y condena el mal. Bajo el primer aspecto Dios bendijo lo perfecto en su Hijo y dijo de Jesús: “Éste es mi amado hijo en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17), pero a la vez la justicia toma la forma de la ira santa para con cualquier pecado, sea angélico o humano. Romanos 1:18-3:20 se trata del pecado bajo la ira de Dios sacrosanto. En Romanos 3:21-8:39 Dios provee en su gracia la salvación. Pablo describe este aspecto de la justicia de Dios bajo este concepto: todo lo que procede de Dios santo es una expresión de su persona y va muy de acuerdo con el propósito divino de la ley; es la justicia o la expresión de su santidad. En Romanos frecuentemente la justicia de Dios es la nueva declaración de que todos los que creen en su Hijo, en su muerte vicaria puesta por el Juez justo, recibirá el veredicto de ser declarado tan justo como el Hijo mismo (Ro. 3:21-31; 2 Co. 5:21). LA DEPRAVACIÓN TOTAL DEL SER HUMANO ANTE EL FORO DIVINO, Romanos 1:18 Regresemos para recoger el hilo del argumento de Pablo. En Romanos 1:14-15, Pablo afirma “a griegos y a no griegos, a sabios y no sabios soy deudor”. Está listo a ir a Roma y nos da varias razones marcadas por cinco conjunciones « porque». En breve, “porque no me avergüenzo del evangelio (16) su motivación personal; porque en el evangelio se revela la justicia de Dios (17) su mensaje transformador; porque la ira de Dios se revela (17) el urgente peligro; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto (19) Dios ha hecho lo posible; porque las cosas invisibles de él. . . se hacen claramente visibles (20) Dios les ha dado ya evidencias claras de su persona. Pablo amarra su argumento con cinco razones porque es urgente y apremiante. Descubrimos que desde el principio de Romanos Pablo maneja fuertemente la lógica y respalda sus argumentos con la razón divina. Así Pablo introduce la denuncia en que va a ocupar 64 versos sin interrupción (1:18-3:20). No cabe duda de que es la porción de la Biblia más larga y profunda sobre el análisis del pecado. Se destaca en este pasaje la ira de Dios, extensión de su atributo de la santidad en forma de la justicia que condena lo malo. Pero debemos librarnos de todo concepto de la ira humana. Nuestra ira es arbitraria, caprichosa y egoísta; la de Dios es santísima, no arbitraria, ni caprichosa. Como el juez bien puede sentir la vergüenza y cólera ante la violación de una niña indefensa, así Dios siente su ira santa ante su criatura terca que levanta el puño en su cara. OBSERVE EL EQUILIBRIO DE DIOS TANTO EN LA GRACIA QUE SALVA COMO EN LA IRA QUE CONDENA EL OFENSOR Es clave el uso del verbo «se revela» en 1:17-18. Es el mismísimo verbo, tiempo y modo en estos dos versos. En 1:17 se está revelando la justicia de Dios, es decir, aquella oferta de perdón y libertad a través de la muerte de su Hijo. Tal oferta está en pie para el bien de su criatura. Del mismísimo modo se está revelando la ira, constantemente revelándose la ira contra toda impiedad ante Dios y toda injusticia para con el compañero humano. Tanto la gracia como la ira están a la orden de quien lo reciba. Sigue Pablo: “la injusticia de los hombres que detienen [suprimen, tergiversan] con injusticia la verdad” (18). El pecado tan arraigado en el hombre sigue cuanto más en su rebeldía. No se detiene para nada; es irreversible su mal. ANTE TODO ESTE MAL DEL HOMBRE, DIOS SIGUE DÁNDOLE EVIDENCIA DE SU PERSONA, Romanos 1:19-20 Lejos de ser injusto, Dios les va dando comprobaciones de su persona y su corazón. Entre varias manifestaciones es la conciencia del ser humano, un vestigio, aunque torcido y deformado, que emite la lucecita de su creación Es ese pálido reflejo de la imagen de Dios Creador. Además la maravilla de la creación misma habla del poder infinito de Dios. El hombre, hecho ciego por su propia decisión, no puede ver la mano de Dios como el salmista la ve: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1). Llamamos a la creación y estas evidencias la revelación general. No basta para salvar un alma, pero basta para tener un conocimiento rudimentario de Dios. Pablo en su mensaje a los atenienses dijo con respeto: “Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay . . . Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros” (Hechos 17:23-24, 27). Pablo remacha la verdad, en medio de esta denuncia tan devastadora, de que Dios ha extendido su mano al hombre. Dios no sigue indiferente a su creación. SEIS PASOS IRREVOCABLES PARA ABAJO, Romanos 1:21-23 Dios marca para abajo los pasos de la “devolución” desde el ser creado en santidad hasta la triste caída, el malogro de ejercer su libre albedrío que pudiera haber sido su corona de bendición. Este pasaje es la explicación teológica inspirada de Génesis 3, la caída de los primeros padres. No puede haber salvación nunca sin tomar en cuenta esta verdad histórica y perene. El científico puede hablar de la “evolución” del hombre, pero la Biblia la contradice rotundamente y la describe como la devolución catastrófica que separa al hombre pecador de una vez de su Dios santo. Oye los pasos tristes para abajo: “Pues habiendo conocido a Dios, 1. no le glorificaron como a Dios, 2. ni le dieron gracias, 3. sino que se envanecieron en sus razonamientos, y 4. su necio corazón fue entenebrecido, 5. profesando ser sabios, se hicieron necios y 6. cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, cuadrúpedos y de reptiles” (Ro. 1: 21-23). Puesto que no glorificaron a Dios, las cosas iban de mal en peor. Podemos identificar precisamente esos pasos para abajo: 1) le robaron a Dios la gloria que solo él merece y en cambio se glorificaron a sí mismos—orgullo; 2) el orgullo extendido a “no le dieron gracias” síntoma del orgullo—la ingratitud; 3) la mente, órgano del pensar se hizo vacío—mente alejada; 4) entenebrecido el corazón—centro del ser humano—corazón ciego y oscuro; 5) profesando ser sabios—doblemente engañados y torcidos; 6) cambiaron la gloria de Dios—final paso abajo. Lo increíble, le dieron gloria al hombre caído y hasta los reptiles. Le robaron a Dios lo suyo para prostituir lo de Dios a lo de ningún valor — la serpiente, de la misma boca de diablo. Estos seis pasos, (el número seis es el de lo humano y no divino [el anticristo – 666]), representan el estado final del ser humano—rebelde, terco, doblemente engañado y merecedor de lo que él mismo pidió e hizo. No hay manera de echarle a Dios la culpa. Dios le extiende todavía la conciencia y la luz de la creación de tal manera que Pablo puede decir: “de modo que no tiene excusa” (1:20). Pero hay la nota final: “Pues habiendo conocido a Dios. . .” (1:21). Éste es el último clavo en el ataúd. Dios puso a nuestros primeros padres en el ambiente absolutamente idílico con acceso a todo lo perfecto como virreyes con una sola limitación, el fruto prohibido. Dios lo hizo no para tentarles y hacerles caer sino para que ejerciesen la corona de su creación, el libre albedrío, libres para amar y obedecer a su Creador. Se rebelaron, dudaron de Dios y optaron por la mentira de Satanás. De allí, irrevocable el castigo, nos ha llegado ininterrumpido. Con razón David dijo: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5). LA REBELDÍA TRES VECES RATIFICADA POR DIOS, Romanos 1:24-28 Llegamos ahora a lo más horrendo de todo. “Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo” (He. 10:31). El tres veces Santo (Isa. 6:3) ratifica y sella definitivamente la decisión del rebelde ser humano. “Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia. . . (24); por esto Dios los entregó a pasiones . . . .” (26); Dios los entregó a una menta reprobada para hacer cosas que no convienen” (28). Nos da escalofríos pensar en el Dios que les regaló el libre albedrío y ahora ratifica y codifica las consecuencias de su desviación tan seria, pero aun agrega su propia sentencia inmutable confirmándolos en tal decisión fatal y final. DIOS CONDENA TODA INMORALIDAD EN CUALQUIER MODO QUE APAREZCA EN ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO Paul escribe todo esto desde Corinto, la ciudad más famosa precisamente por la inmoralidad. Se dirige al estilo de vida que hoy en día se presenta como el legítimo derecho de todo hombre vivir en abierto desafío de las leyes del Creador. Tan vergonzoso es esto que nos da pena aun hablar en público de lo que Dios aborrece. “Deshonraron entre sí sus propios cuerpos; (24) “pues aun las mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres. . . se encendieron en sus lascivias unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos, hombre con hombre, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (27-28). Esta explícita descripción bíblica de los pecados actuales del homosexualismo/lesbianismo revela la condena fuerte de Dios de este estilo de vida. Implica también que en principio la SIDA viene siendo el resultado de este pecado. Lo triste es que ahora contagie a los inocentes y a los mismos niños. Tal es la plaga del pecado. Pablo era muy conocedor de la cultura grecorromana y respiraba tal ambiente en sus viajes, pero muy fuertemente denuncia la inmoralidad. Siempre las listas de los pecados tanto la de Cristo (Marcos 7:21-23) como las de Pablo (Ro. 1:29-32; Gá 5:19-21; 1 Co.6:9-10) empiezan con la perversión de la sexualidad. Dios mismo es el autor de la sexualidad limpia y ordenada para la protección y la preservación de la familia, la primera institución que Dios estableció desde el huerto de Edén. Además afirma el escritor a los Hebreos: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (He. 13:4). Una vez más vemos cómo el pecado tergiversa y tuerce lo sano convirtiéndolo en lo más sucio y repulsivo. Este pecado en sus múltiples formas aparece como una sutil trampa para el creyente también. Pablo nos desafía así: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseo y avaricia, que es idolatría” (Col. 3:5). La semana pasada un pastor en una ciudad cercana me dijo: “¡Tantos pastores de las mega-iglesias han caído en la inmoralidad!” “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Co.10:12). Nadie queda exento de la tentación y sólo por guardar nuestro andar diario podemos mantenernos puros de mente y corazón. LA LISTA INCOMPLETA DE LOS PECADOS DEL CORAZÓN DEL SER HUMANO CAÍDO, Romanos 1:29-32 Al final de cuentas Pablo nos da veintitrés pecados; un triste comentario de nuestro potencial para el mal. No es una lista completa ni limitada al incrédulo. Es, más bien, una descripción moderna del corazón de todo ser que jamás ha vivido, sea incrédulo o sea creyente. No hay un pecado en esta lista que no se pueda ver en los santos del Antiguo y el Nuevo Testamento, ni mucho menos en los de hoy en día. Pablo no nos da ninguna herarquía de los pecados ni evalúa cuál es peor. Todos son pecados no más. Todo viene de la misma raíz: la naturaleza adánica y caída. Pero más adelante Pablo dará al creyente el cómo triunfar sobre todo pecado: muertos y resucitados en Cristo (Ro. 6:6) para andar en novedad de vida. Hay un golpe final, el tiro de gracia, en verso 32; “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican”. Ésta es la doble denuncia. Es una rebeldía tan porfiada como poner el puño en la cara de Dios. Ellos mismos practican estos pecados y aun se complacen en exaltar a quienes siguen en el mal. Son doblemente ciegos, necios y anarquistas ante Dios ¡Qué terrible descripción de nuestro día y cultura! Todo este triste cuadro es para hacer imposible la mera idea de que un ser humano pudiera producir ni una sola buena obra que Dios pudiera reconocer. Pablo nos va preparando por la intervención en gracia de Dios como el único medio posible de la salvación. Pero hay mucho más condenación por seguir en Romanos 2:1-3:20. VERDADES MUY IMPORTANTES POR PONDERAR 1. No puede haber perdón de nuestros pecados sin ver el pecado como Dios lo ve. Pablo no empieza el desarrollo de la salvación con el amor y la misericordia de Dios porque se tiene que abordar primero la barrera infranqueable a la justicia de Dios. 2. La ira de Dios es ira santa y sólo puede ser apaciguada por la justicia de Dios en proveer en su amado Hijo el substituto que pagó el precio de nuestro mal así satisfaciendo la ley de Dios. 3. Primero queda satisfecha la santidad de Dios a través de la ley que condena o el pecador o su substituto. Cristo y luego Dios está en perfecta libertad de declarar justo al impío que cree en su Hijo. 4. Se está revelando tanto la justicia de Dios (1:17--la nueva posición de justificada) como se está revelando la constante ira de Dios contra el pecado (1:18). Ésta es la posición eterna de Dios. ObreroFiel.com – Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.