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MASSON S. A. Barcelona - 1ª edición 1995
Los trastornos de la ingestión y de la conducta alimentaria de la infancia o la niñez
Los trastornos de la ingestión y de la conducta alimentaria de la infancia o la niñez se caracterizan por
alteraciones persistentes de la alimentación y la ingestión alimentaria propiamente dichas. Los
trastornos específicos incluidos son: pica, trastorno de rumiación y trastorno de la ingestión alimentaria
de la infancia o la niñez. Nótese que la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa han sido incluidas en la
sección «Trastornos de la conducta alimentaria» (v. pág. 553).
F98.3 Pica [307.52]
Características diagnósticas
La característica esencial de la pica es una ingestión persistente de sustancias no nutritivas durante un
período de por lo menos 1 mes (Criterio A). La sustancia típica ingerida tiende a variar con la edad. Los
niños pequeños suelen comer pintura, yeso, cuerdas, cabellos o ropas.
Los niños de más edad pueden comer excrementos de animales, arena, insectos, hojas o guijarros.
Adolescentes y adultos pueden ingerir tierra o estiércol. No hay aversión hacia los alimentos. Este
comportamiento debe ser inadecuado evolutivamente (Criterio B) y no formar parte de unas prácticas
culturalmente sancionadas (Criterio C). La ingestión de sustancias no nutritivas es una característica
asociada a otros trastornos mentales (p. ej., trastorno generalizado del desarrollo, retraso mental). Si el
comportamiento ingestivo aparece exclusivamente en el transcurso de otro trastorno mental, sólo debe
establecerse un diagnóstico separado de pica si el comportamiento ingestivo es de suficiente gravedad
como para merecer atención clínica independiente (Criterio D).
Síntomas y trastornos asociados
La pica se asocia frecuentemente a retraso mental. Aunque en algunos casos se observan déficit de
vitaminas o minerales, habitualmente no se hallan anormalidades biológicas específicas. A veces la pica
sólo llega a la consulta clínica cuando el sujeto experimenta alguna de las distintas complicaciones
médicas que pueden resultar (p. ej., envenenamiento por plomo a consecuencia de ingerir pintura o
yeso pintado, problemas mecánicos intestinales, obstrucción intestinal a consecuencia de tumoraciones
producidas por bolas de cabello, perforación intestinal o infecciones como toxoplasmosis o toxocariasis
a consecuencia de ingerir heces o basura). La pobreza, el abandono, la ausencia de supervisión por parte
de los padres y el retraso del desarrollo aumentan el riesgo de adquirir este trastorno.
Síntomas dependientes de la cultura, la edad y el sexo
En algunas culturas la ingestión de cieno o de otras sustancias aparentemente no nutritivas es
considerada positivamente. La pica suele ser más frecuente en niños pequeños y ocasionalmente en
mujeres embarazadas.
Prevalencia
Son muy escasos los datos epidemiológicos sobre la pica. El trastorno no suele diagnosticarse, pero no
es raro entre niños preescolares. En sujetos con retraso mental la prevalencia del trastorno parece
aumentar con la gravedad del retraso.
Curso
La pica puede tener su inicio en la infancia. En muchos casos, el trastorno probablemente persiste
durante varios meses y a continuación remite. Ocasionalmente, puede prolongarse hasta la
adolescencia o, con menos frecuencia, hasta la edad adulta. En sujetos con retraso mental el comportamiento en cuestión puede disminuir durante la vida adulta.
Diagnóstico diferencial
Aproximadamente antes de los 18-24 meses de edad, es relativamente frecuente la masticación y a
veces la ingestión de sustancias no nutritivas, lo que no implica la presencia de pica. Sólo se diagnostica
la pica cuando el comportamiento es realmente persistente (esto es, permanece por lo menos durante 1
mes) y resulta inapropiado dado el nivel de desarrollo del sujeto.
La ingestión de sustancias no nutritivas puede ocurrir en el transcurso de otros trastornos mentales (p.
ej., en un trastorno generalizado del desarrollo, en la esquizofrenia como resultado de creencias
delirantes, y en el síndrome de Kleine-Levin). En estos casos sólo debe establecerse un diagnóstico
adicional de pica si el comportamiento ingestivo es de suficiente gravedad como para merecer una
atención clínica independiente. La pica puede distinguirse de otros trastornos de la conducta
alimentaria (p. ej., trastorno de rumiación, trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez,
anorexia nerviosa y bulimia nerviosa) por consumo de sustancias no nutritivas.
Relación con los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-lO
A diferencia del DSM-IV, que permite efectuar el diagnóstico de pica en presencia de otro trastorno
mental si es de suficiente gravedad como para merecer una atención clínica independiente, en la CIE-IO
esta coexistencia con otro trastorno mental, exceptuando si se trata de un retraso mental, excluye el
diagnóstico de pica.
Criterios para el diagnóstico de F98.3 Pica [307.52]
A. Ingestión persistente de sustancias no nutritivas durante un período de por lo menos 1 mes.
B. La ingestión de sustancias no nutritivas es inapropiada para el nivel de desarrollo.
C. La conducta ingestiva no forma parte de prácticas sancionadas culturalmente.
D. Si la conducta ingestiva aparece exclusivamente en el transcurso de otro trastorno mental (p. ej.,
retraso mental, trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia) es de suficiente gravedad como
para merecer atención clínica independiente.
F98.2 Trastorno de rumiación [307.53]
Características diagnósticas
La característica esencial del trastorno de rumiación es la regurgitación y nueva masticación repetidas
de alimento que lleva a cabo un niño tras un período de funcionamiento normal y que dura por lo
menos 1 mes (Criterio A). Hacen su aparición en la boca alimentos parcialmente digeridos sin que
aparentemente se asocien a ello náuseas, arcadas, disgusto o alguna enfermedad gastrointestinal.
Entonces, el alimento es arrojado de la boca o, más frecuentemente, masticado y vuelto a deglutir. Los
síntomas no se deben a una enfermedad gastrointestinal asociada ni a otra enfermedad médica (p. ej.,
síndrome de Sandifer, reflujo esofágico) (Criterio B) y no aparece exclusivamente en el transcurso de
una anorexia nerviosa o una bulimia nerviosa. Si los síntomas aparecen exclusivamente en el transcurso
de un retraso mental o de un trastorno generalizado del desarrollo, deben ser de suficiente gravedad
como para merecer atención clínica independiente
(Criterio C). El trastorno se observa con mayor frecuencia en niños pequeños, pero puede verse en
sujetos de más edad, particularmente con retraso mental. Los niños afectos de este trastorno asumen
una postura característica, estirando y arqueando la espalda con la cabeza colgando hacia atrás,
producen movimientos de succión con la lengua y dan la impresión de experimentar satisfacción con tal
actividad.
Síntomas y trastornos asociados
Los niños con trastorno de rumiación se muestran generalmente irritable s y hambrientos entre los
episodios de regurgitación. Aunque el niño parece estar hambriento e ingiere grandes cantidades de
alimento, puede haber malnutrición, porque la regurgitación tiene lugar inmediatamente después de la
ingestión alimentaria. Puede haber pérdida de peso, ausencia de los aumentos ponderales esperados e
incluso la muerte (se han descrito tasas de mortalidad hasta de un 25 %). La malnutrición parece ser
menos frecuente en los niños mayores y los adultos, quienes pueden manifestar el trastorno de modo
continuo o episódico. Ciertos problemas psicosociales, como falta de estimulación, abandono,
situaciones vitales estresantes y problemas en las relaciones padres-niño, pueden constituir otros tantos
factores predisponentes. Si el cuidador llega a desanimarse y a inhibirse a causa de unas experiencias
alimentarias infructuosas o del desagradable olor del material regurgitado, puede producirse una
estimulación insuficiente del niño. En algunos casos aparecen también un trastorno de la ingestión
alimentaria de la infancia o de la niñez. En niños mayores y en adultos el retraso mental constituye un
factor predisponente.
Prevalencia
El trastorno de rumiación es muy poco frecuente y se observa más a menudo en varones que en
mujeres.
Curso
El inicio de un trastorno de rumiación puede aparecer en el contexto de ciertos retrasos del desarrollo.
La edad de inicio se sitúa entre los 3 y los 12 meses de edad, excepto en sujetos con retraso mental, en
quienes el trastorno se puede iniciar en estadios del desarrollo algo posteriores. En los niños el trastorno
suele remitir espontáneamente. Sin embargo, en algunos casos graves el curso es continuo.
Diagnóstico diferencial
En los niños, algunas anomalías congénitas (p. ej., estenosis pilórica o reflujo gastrointestinal) u otras
enfermedades médicas (p. ej., infecciones del aparato digestivo) provocan regurgitación de alimentos y
deben ser descartadas mediante la exploración física pertinente y las pruebas de laboratorio. La
rumiación puede distinguirse de los vómitos normales de la primera infancia por el carácter
aparentemente voluntario de la rumiación (p. ej., observación de movimientos preparatorios
característicos seguidos de regurgitación y movimientos de succión o masticación que parecen resultar
agradables). El trastorno de rumiación no se diagnostica si los síntomas aparecen exclusivamente en el
transcurso de una anorexia nerviosa o una bulimia nerviosa.
Relación con los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-lO
La CIE-lO recoge este trastorno del DSM-IV dentro de la definición del trastorno de la ingestión
alimentaria de la infancia y la niñez.
Criterios para el diagnóstico de F98.2 Trastorno de rumiación [307.53]
A. Regurgitaciones y nuevas masticaciones repetidas de alimento durante un período de por lo
menos 1 mes después de un período de funcionamiento normal.
B. La conducta en cuestión no se debe a una enfermedad gastrointestinal ni a otra enfermedad
médica asociada (p. ej., reflujo esofágico).
C. La conducta no aparece exclusivamente en el transcurso de una anorexia nerviosa o de una
bulimia nerviosa. Si los síntomas aparecen exclusivamente en el transcurso de un retraso mental o de
un trastorno generalizado del desarrollo, son de suficiente gravedad como para merecer atención
clínica independiente.
F98.2 Trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez [307.59]
Características diagnósticas
La característica esencial del trastorno de la ingestión alimentaría de la infancia o la niñez es la
incapacidad persistente para comer adecuadamente, lo que se pone de manifiesto por una incapacidad
significativa para ganar peso o por una pérdida de peso significativa durante por lo menos 1 mes
(Criterio A). No se acompaña de enfermedad digestiva ni de otra enfermedad médica (p. ej., reflujo
esofágico) suficientemente grave para explicar el trastorno de la ingestión alimentaria (Criterio B). El
trastorno alimentario no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno de
rumiación) o por simple no disponibilidad de alimentos (Criterio C). El inicio del trastorno ha de ser
anterior a los 6 años de edad (Criterio D).
Síntomas y trastornos asociados
Características descriptivas y trastornos mentales asociados. Los niños con trastorno alimentario
suelen ser especialmente irritables y difíciles de consolar durante las comidas. Pueden parecer apáticos
y retraídos, y también pueden experimentar retrasos del desarrollo. En algunos casos, los problemas de
la interacción padres-niño contribuyen al problema alimentario del niño o a exacerbarlo (p. ej.,
presentar inadecuadamente el alimento o responder al rechazo que el niño hace del alimento como si
se tratara de una agresión). La ingestión calórica inadecuada puede exacerbar las características
asociadas (p. ej., irritabilidad, detenciones del desarrollo) y además contribuir a las dificultades
alimentarias. Ciertos factores propios del niño se asocian a veces al trastorno, entre los que se incluyen
algunas deficiencias de la neurorregulación (p. ej., dificultades en el sueño-vigilia, regurgitación
frecuente, períodos de vigilancia impredicibles) y alteraciones preexistentes del desarrollo que hacen al
niño menos susceptible a responder correctamente. Otros factores que pueden asociarse al trastorno
son la psicopatología de los padres y el maltrato o abandono del niño.
Hallazgos de laboratorio. En el trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia pueden detectarse
ciertos hechos no específicos asociados a la malnutrición (p. ej., anemia y albúmina plasmática y
proteínas totales bajas).
Hallazgos de la exploración física y enfermedades médicas asociadas. Puede haber malnutrición que,
en los casos graves, amenace la vida del sujeto afecto del trastorno de la ingestión alimentaria de la
infancia o de la niñez.
Síntomas dependientes de la edad y el sexo
Cuanto más tardío es el inicio (p. ej., a los 2 o 3 años de edad más bien que en la infancia), tanto menos
importantes son los retrasos del desarrollo y la malnutrición, aunque cabe observar retraso del
crecimiento.
El trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez es tan frecuente en niños como en niñas.
Prevalencia
De todas las admisiones en hospitales pediátricos, el 1-5 % lo son por incapacidad para ganar el peso
adecuado, y alrededor de la mitad de estos casos manifiestan alteraciones alimentarias sin ninguna
enfermedad médica predisponente.
Curso
El trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o de la niñez suele iniciarse durante el primer año
de vida, pero también puede hacerla a los 2 o 3 años de edad. La mayoría de los niños experimentan
mejoras del crecimiento tras períodos de tiempo de longitud variable.
Diagnóstico diferencial
Durante la infancia son frecuentes problemas menores relacionados con la alimentación. El diagnóstico
de trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez debe establecerse únicamente si el
problema ingestivo provoca una incapacidad significativa para aumentar peso o se produce pérdida de
peso.
Este trastorno no se diagnostica si las alteraciones alimentarias quedan mejor explicadas por una
enfermedad gastrointestinal endocrinológica o neurológica. Los niños que sufren una enfermedad
médica subyacente pueden ser más difíciles de alimentar, y en tales casos no debe establecerse el
diagnóstico de trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez a menos que la alteración
sea mucho más grave de lo esperado en función de la enfermedad médica únicamente. El diagnóstico
queda confirmado si se producen mejoras de la alimentación y se gana peso en respuesta a un cambio
de cuidadores.
Relación con los Criterios Diagnósticos de Investigación de la CIE-lO
La definición de este trastorno que propone la CIE-lO combina la conducta de rumiación con el fracaso
persistente de la capacidad para comer de forma adecuada.
Criterios para el diagnóstico de F98.2 Trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia o la niñez
[307.59]
A. Alteración de la alimentación manifestada por una dificultad persistente para comer
adecuadamente, con incapacidad significativa para aumentar de peso o con pérdidas significativas de
peso durante por lo menos 1 mes.
B. La alteración no se debe a una enfermedad gastrointestinal ni a otra enfermedad médica asociada
(p. ej., reflujo esofágico).
C. El trastorno no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., trastorno de
rumiación) o por la no disponibilidad de alimentos.
D. El inicio es anterior a los 6 años de edad.
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