Entrevista amb Fernando Fantova, consultor social. Des de finals dels setanta treballa en processos d'intervenció social amb persones amb discapacitat, moviments associatius, desenvolupament comunitari, i promoció de polítiques socials. En l'actualitat el seu treball d'intervenció i consultoria social s'orienta preferentment al disseny i acompanyament d'estratègies d'organitzacions del sector públic i del sector voluntari en l'àmbit de les polítiques de benestar i els programes socials. Fernando Fantova (http://fantova.net/) s’encarregarà de la Conferència de Cloenda de la Jornada “El cuidador: eix del model d’Atenció Sociosanitària al Domicili”, que es farà el proper 15 de maig a l’Auditori de la CAMFiC i que organitzen conjuntament CAMFiC, AIFiCC i el Col·legi Oficial de Treball Social de Catalunya. 1.- Usted habla de que las relaciones de cuidado son consustanciales a la vulnerabilidad humana. Y específica que hay una relación interpersonal (relación de cuidado) que nos constituye y nos construye como personas. ¿De qué manera? ¿Necesitamos cuidar? Los seres humanos nacemos muy vulnerables y sólo podemos sobrevivir y desarrollar nuestras potencialidades como personas en la medida en que somos cuidados por otros seres humanos. El cuidado es una forma de relación fundamental o una dimensión básica de las relaciones interpersonales. Los seres humanos necesitamos ser cuidados y, entiendo, que, de forma bastante natural, sentimos la necesidad de, recíprocamente, cuidar a otros. Las personas nos construimos en relación, como se comprueba, por ejemplo, si nos fijamos en que algo tan constitutivo y central en la vida humana como es, en general, el lenguaje, sólo puede ser aprendido y producido en el seno de relaciones interpersonales. 2.- También habla de la interacción humana como una vinculación familiar y comunitaria, y la describe como un estado deseable y fundamental. ¿Es esta interacción humana también una relación de cuidado? ¿Qué la diferencia de la relación interpersonal? Me he atrevido a proponer un concepto de interacción humana para intentar explicar cuál es el bien que protegen y promueven los servicios sociales, es decir, para qué nos sirven los servicios sociales. Y lo que digo es que, del mismo modo que los servicios sanitarios se ocupan de nuestro estado de salud, los servicios sociales se ocupan de nuestro estado de interacción, definida específicamente como autonomía funcional (capacidad interdependiente para el desenvolvimiento cotidiano) e integración relacional (vinculación familiar y comunitaria en clave de reciprocidad). Ese estado o proceso que denomino interacción es, por tanto, relación familiar y comunitaria y tiene, desde luego, un componente de cuidado en muchos momentos. 3.- Por otro lado, define la relación de cuidado como parte del capital social de nuestra sociedad. ¿Es por ello que debemos ir más allá del cuidado personal y hablar de una relación de cuidado más “institucional” que debería ofrecernos cualquier Administración de un Estado como un derecho? Las relaciones familiares y comunitarias de cuidado son, sin duda, una parte importante del capital social de una sociedad, como lo son, por poner otro ejemplo, las iniciativas de participación asociativa en las que nos implicamos las personas. Entiendo que el Estado no puede ser neutral ante esas formas de capital social sino que debe promoverlas activamente y complementarlas sinérgicamente. Deseo vivir en una sociedad donde el Estado me garantice, como derecho social, una serie de cuidados (proporcionados por los servicios sociales, sanitarios u otros) y dónde el Estado se implique activamente en la facilitación y promoción del ejercicio de los cuidados familiares y comunitarios y, en general, de la capitalización social. 4.- ¿Podemos afirmar que la crisis del Estado del Bienestar pone en peligro las relaciones de cuidado y al capital social? ¿Qué soluciones caben? La llamada crisis del Estado de bienestar puede ser leída, en parte, como el desajuste del sistema público de protección social en un contexto de rápidos y profundos cambios sociales en lo concerniente a la autonomía funcional y las relaciones familiares y comunitarias de las personas. En ese contexto se producen simultáneamente deterioros de la eficacia de la protección pública y destrucción de bienes relacionales o capital social, fragilizándose, destruyéndose o no realizándose muchos cuidados que son necesarios para muchas personas. La solución pasa por un rediseño reconstituyente de las políticas sociales y el Estado de bienestar con enfoque comunitario. 5- ¿Debemos reinventar y redefinir el Estado del Bienestar? ¿Con qué criterios? ¿Habría un nuevo paradigma de todo ello? Propongo tres grandes criterios para esa necesaria reinvención o redefinición del Estado de bienestar: universalidad, estructuración y enfoque comunitario. Las seis grandes políticas sociales sectoriales del Estado de bienestar (sanidad, educación, servicios sociales, empleo, vivienda y garantía de ingresos) han de avanzar hacia su universalización. Por otra parte, la estructura del Estado de bienestar debe combinar estos pilares sectoriales con políticas transversales (de igualdad y diversidad, familiar, comunitaria y de promoción de la iniciativa social) e intersectoriales. Ello configura un Estado capaz de proteger y promover eficazmente el bienestar y de contribuir al empoderamiento comunitario. 6.- ¿Qué papel espera en todo esto de la Medicina de Familia? La medicina familiar y comunitaria tiene un papel absolutamente estratégico en este contexto, al menos por tres razones. En primer lugar porque, entre las áreas de conocimiento importantes en las políticas sociales, la medicina es la más avanzada en términos de investigación científica y práctica basada en la evidencia, mostrando el camino a otras disciplinas. En segundo lugar por la centralidad de la profesión médica en el pilar sectorial más universalizado y estructurado entre los mencionados, que es el sanitario, que opera en parte como modelo para otras políticas sectoriales. Y en tercer lugar por el liderazgo que ha venido ejerciendo la medicina familiar y comunitaria en la transformación de la sanidad desde un enfoque comunitario, apostando por una atención primaria próxima y resolutiva.