Bodas gay: Una práctica tapatía emergente

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Bodas gay: Una práctica tapatía emergente
No existe una legislación que las respalde, pero es una práctica cotidiana en
Guadalajara desde 1991; aunque no son públicas, estas “santas uniones” son oficiadas
por la Iglesia de la Comunidad Metropolitana, que cuenta con registro en la Secretaría
de Gobernación y recibe apoyos mediante una asociación civil.
Antonio lo narra como si fuera ayer. El día de su casamiento entró sigilosamente junto
con Mario a la capilla. Era su día, el esperado con ilusión y nerviosismo. Esta vez no
habría marido y mujer, sino dos hombres dispuestos a vivir la experiencia del amor que
siente una pareja heterosexual cualquiera.
El lugar estaba correctamente adornado, las flores blancas yacían acomodadas sobre el
piso de tierra en un camino que los conduciría hasta el interior del templo. Un arco de
globos blancos los recibía. Sillas de fierro, adornadas con listón y al fondo, en el altar,
un enorme Cristo colgado en la pared, envuelto con una estola de múltiples colores; el
rojo, naranja, amarillo, verde, azul y morado, representativos de la comunidad lésbicogay.
La emoción estaba presente. Los asistentes se acomodaban. La mamá de Mario tomó su
mano, besó su mejilla y con llanto en sus ojos, sonrió. Antonio, su pareja, saludaba a los
invitados que enternecidamente lo miraban, participando de la celebración. En ese
momento su hermana tocó su hombro y preguntó: “¿estás listo?”, asintió con la cabeza.
Había treinta sillas dispuestas, pero la pequeña iglesia, ubicada en Medrano, en el barrio
viejo de Guadalajara, se vio abarrotada con más de sesenta invitados. Era el momento
de vivir el “sacramento” de la “santa unión”…
ICM, una iglesia con registro en Segob asentada en Guadalajara
La boda de Antonio y Mario (nombres ficticios por razones de seguridad) fue oficiada
en 2004 por una organización llamada Iglesia Transfigurativa Incluyente de la
Diversidad Sexual, predecesora de la actual Iglesia de la Comunidad Metropolitana
(ICM), registrada en la Secretaría de Gobernación con el nombre de Iglesias
Comunitarias Metropolitanas de México, suscrita en 2005. Tiene como sede la ciudad
de Monterrey, en Diego de Montemayor número 219, en el centro de la Sultana del
Norte.
Aunque los primeros encuentros con los grupos lésbicos gay se dieron en Guadalajara y
el Distrito Federal, fue en aquella ciudad donde decidieron abrir la primera iglesiaoficina de ICM en México, nombrada Casa de Luz, la cual fue inaugurada por el
reverendo David Pettitt, promotor del organismo internacional.
El principal propósito, desde su creación a nivel internacional en 1968, ha sido la
inclusión y el reconocimiento de gays, lesbianas, bisexuales y personas transgénero, de
acuerdo con el libro titulado “El Señor es mi Pastor y él Sabe que soy Gay”, escrito por
Troy Perry, y quien señala: “aquellos eventos incluyeron relaciones fallidas, un intento
de suicidio, una reconexión con Dios, una profecía inesperada y el nacimiento de un
sueño”. Juntos guiaron el primer servicio de culto de ICM: una reunión de 12 personas
en la sala del Reverendo Troy Perry, en Huntington Park, California, el 6 de octubre de
1968… Así nacía esta iglesia.
En Guadalajara se establece a principios de los 90 mediante las gestiones de Tomás
García, profesor de secundaria y activista defensor de los derechos de grupos de
diversidad sexual y quien tiene programado su regreso a las actividades de ICM.
“Troy y Don Eastman son como los fundadores. Ambos jubilados, pero tienen trabajo
activo con ICM. Don Eastman, creo, viene a Guadalajara allá por 1990-1992 y empieza
a tener algunos contactos. Se fundó una iglesia con Tomas García”, comenta Héctor
Gutiérrez, director del Desarrollo de Liderazgo para Iberoamérica de ICM y sacerdote
ex comulgado de la Iglesia Católica por el cardenal Norberto Rivera Carrera.
“Guadalajara es como San Francisco de Estados Unidos”, agrega el líder eclesiástico en
referencia a ser una ciudad identificada con una alta población gay.
Los clérigos de ICM, desde su creación, han realizado bendiciones a parejas del mismo
sexo con ceremonias de “matrimonio o santa unión” y celebran más de 6 mil
anualmente alrededor del mundo.
Héctor, David Limón, Martín, Silvia (no se proporcionaron apellidos) y Tomás García
han sido los encargados de oficiar las uniones en Guadalajara.
Esta iglesia, luego de su registro, ha recibido apoyo mediante una asociación civil
llamada Comunidad Metropolitana A.C. (COMAC), cuyo representante legal es
Antonio Enrique Nevares Torres. En 2009 esta asociación recibió ingresos por 5
millones de pesos, según declaraciones de Héctor Gutiérrez.
A nivel internacional, es tal su impacto que hoy en día existen más de 43 mil miembros
y adherentes en 22 países del mundo. Son casi 250 iglesias en el globo, incluyendo a
México.
Las congregaciones de ICM trabajan con un presupuesto operativo que excede los 20
millones de dólares y, hasta el año pasado, se contaban los países pertenecientes, en
bloques o regiones.
México pertenece a la región 6 cuyo monto de presupuesto es de 3.2 millones de
dólares.
Un enfrentamiento nacional
El movimiento lésbico-gay, que se desarrolló en Guadalajara a partir de los 80, pero que
tendría una alta visibilidad mediante su primer desfile realizado en 1996, ha sido motivo
de múltiples enfrentamientos entre distintos grupos.
Luego de los ataques por parte de la administración del gobernador Flavio Romero de
Velasco durante su gestión entre 1977- 1983 contra grupos de diversidad sexual en
1983, Pedro Preciado, activista tapatío que defiende los derechos de los homosexuales,
encabeza la creación del Grupo Orgullo Homosexual de Liberación (GOHL), que había
tenido como antecedente el Comité de Lesbianas y Homosexuales en Apoyo a Rosario
Ibarra de Piedra (CLHARI) candidata a Presidenta de la República por el Partido
Revolucionario de los Trabajadores en 1982. Esta agrupación a la poste encabezaría
manifestaciones y se convertirá en el primer grupo organizado, de acuerdo con el
estudio del antropólogo César O. González Pérez titulado “Visibilidad y Diversidad no
Heterosexual entre los Tapatíos”, realizado en el Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores en Antropología Social.
Hacia finales de los 80 la discoteca gay Boops, que servía para obtener recursos y
sostener el GOHL, fue atacada mediante una bomba y el alcalde tapatío Gabriel
Covarrubias habría de clausurar el sitio en 1988, asienta González Pérez.
Para 1991 el GOHL, con apoyo de la Organización de las Naciones Unidas y la Unión
Europea, y encabezada por Pedro Preciado y Jorge Romero, organiza el XIII Congreso
Internacional de Lesbianas y Gays para desarrollarse en la capital jalisciense y que
inicialmente fue aceptada, pero posteriormente cancelada debido a incomodidades de
grupos “detractores de la liberación sexual, todos ellos vinculados con grupos de
ideologías conservadoras”, cita González Pérez. La sede fue trasladada posteriormente a
la ciudad de Acapulco, Guerrero.
Sin embargo, el movimiento lésbico-gay nunca bajó la guardia y en 1996 instituyeron
un desfile que hasta la fecha es representativo de la ciudad y que aboga año con año por
el reconocimiento de sus derechos humanos y a la diversidad sexual.
Especialmente en el 2010, y a raíz del aval de la suprema corte de justicia de la Nación
a favor de los matrimonios gay, se desató una nueva confrontación mediática, esta vez
nacional, por la posición de grupos conservadores de Guadalajara, encabezados por el
cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien sugirió el 16 de agosto que Marcelo Ebrard, jefe
del gobierno del Distrito Federal, había “maiceado” o “sobornado” a los ministros de
justicia en busca de obtener el respaldo jurídico en la legalización de las uniones de
personas del mismo sexo. Por sus declaraciones, el clérigo fue llevado a los tribunales
por el líder capitalino. El juicio aún se encuentra en desarrollo.
Por otra parte, el ejecutivo del Estado de Jalisco ha abonado a la polémica mediante
comentarios como el que hizo hace menos de un mes: “Para mí, matrimonio sí es un
hombre y una mujer. Qué quieren, uno es a la antigüita y uno es así. Al otro, todavía,
como dicen, no le he perdido el asquito”, mencionó Emilio González Márquez, en el
marco de la II Cumbre Iberoamericana de la Familia, que tuvo como sede la institución
católica Universidad del Valle de Atemajac.
Este comentario llevó a más de 300 personas a imponer quejas en la Comisión Estatal
de Derechos Humanos de Jalisco, acusándolo de homofobia y por lo cual debió pedir
disculpas en los días subsiguientes.
Uniones lésbico-gay, el deseo hecho realidad
Aunque no tienen reconocimiento legal en Jalisco por parte del Estado ni mediante el
derecho canónico, las “santas uniones” o bodas de parejas entre personas del mismo
sexo no es nuevo.
Estas ceremonias empezaron a oficiarse en los 90 y, de acuerdo con cifras de Héctor
Gutiérrez, en Guadalajara se realizan 3 bodas mensualmente desde 1991, pero no son
públicas.
“La dirección se daba aparte, porque era clandestina la dirección. Eso me lo dijo mi
amigo que se casó. Yo le tuve que hablar para que nos abrieran. Era un portón grande
eso sí. Mi amigo fue quien nos abrió, porque pues él reconocía los invitados”, comenta
Maité Rosas una invitada a la boda de Antonio.
De hecho el registro que tienen ICM ante la Secretaría de Gobernación no establece de
manera explícita que son una iglesia gay, pero sí mencionan que es inclusiva.
Al igual que la iglesia católica, la ICM también tiene sus normas en su institución y los
ritos que realiza. Para poder realizar la “santa unión” exige que los contrayentes asistan
a una serie de pláticas en las que se les orienta sobre el significado de su compromiso:
“hay que tener un tiempo de preparación. Yo aquí duré como dos o tres meses
preparando a las parejas”, señala Héctor.
La preparación consiste en hablarles de qué es una relación, qué se esperaría, así como
también buscan involucrar a la familia. “Yo, en lo personal, en el esquema que hacía, en
la bendición siempre había un momento en el que la comunidad bendecía y se
comprometía con los que estaban buscando la “santa unión”; se busca, pues, inmiscuir a
la familia, eso es en la preparación; si los familiares lo aceptan, pues se les invita a
algunas de las pláticas”, agrega.
Uno de los factores que ha impulsado a esta agrupación a expandirse y promover la
inclusividad es el versículo de la biblia que a la letra dice: “Ya no hay judío ni griego;
no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo
Jesús” (Gálatas 3:28).
Más allá de que puedan ser reconocidos legalmente en el Estado de Jalisco, o el derecho
canónico de la iglesia católica, el líder de ICM señala que lo que se realiza en las
uniones es una bendición: “si crees en Dios, quieres que Dios te bendiga, entonces ¿cuál
es el mensaje?, que son dos hombres o dos mujeres que se aman y quieren que su amor
se vea bendecido por Dios por medio del clérigo o pastor o la pastora”.
El rito que realizan, agrega, es parecido al que se realiza en la Iglesia Católica y que el
acto es simbólico, pues lo que se busca “es que sea una manifestación del amor de Dios
a la comunidad, entonces quienes se casan tienen que vivir el amor de Dios y
transmitirlo a los demás”.
El privilegio de amar
Antonio recuerda, aunque no a detalle, como decidió casarse: “Fue por el mes de Abril
que andábamos caminando por la glorieta de Los Caballos. Curiosamente había una
serie de banderas gay. Eso fue lo que nos invitó a entrar a la presentación de varios
stands”.
Al acercarse les llamó la atención un pastor: “Una mujer pastora era quien repartía los
folletos con información de la Iglesia”. Los datos señalaban dirección, teléfono y un
pequeño croquis donde se ubicaba la iglesia.
“No habían pasado ni ocho días cuando nos decidimos a ir. Llegamos, nos saludaron
amablemente y entregamos unas botanas que habíamos comprado para el convivio”. La
normalidad reinaba en el lugar, según cuenta, lo único extravagante era la cruz del altar,
“tenía adornitos y unas banderotas gay que estaban a un lado”.
Esta reunión fue el precedente de lo que sería su boda.
Ese día escuchó: “Queremos darles la bienvenida a ustedes esta tarde al reunirnos, en la
presencia de Dios, para celebrar con Antonio y Mario, la realización de sus votos. Nos
alegramos con ellos en el amor que han encontrado (uno en el otro) y apoyamos su
decisión de comprometerse por el resto de sus vidas”.
Así dio inicio el sueño que se hacía realidad.
La oración comenzó, las bendiciones se dieron, la santa unión llevaba su curso, en ese
momento Antonio reaccionó: “no podía creer lo que pasaba, no sabía ni qué decir, eran
los votos de matrimonio lo que venía”.
“Puesto que han decidido unirse para siempre el uno al otro ante los Ojos de Dios
(Nuestro Señor), y testigos aquí presentes, los invito a compartir sus promesas”, dijo el
pastor.
Todo era igual “como una misa católica”, cita Antonio. Vinieron los votos de apoyo y el
momento en que la unión logró su “máximo esplendor”: los anillos. “Eran unos anillos
que mi hermana me había regalado, color oro blanco, hacían un contraste con nuestros
trajes azul marino. Ambos quisimos un color diferente al negro porque habla de mucha
seriedad y pues el blanco es de novia, muy gay”.
Así, al entregar sus argollas, Antonio y Mario sellaron su pacto. Entre el lazo, la
bendición de las arras y la presentación de la biblia, sonaban los violines y guitarras de
un grupo musical al ritmo de “El privilegio de Amar” consumando el rito. “Todo fue
como lo imaginé”, dijo Antonio.
Al proclamar la unión, el pastor invitó al público: “démosle un fuerte aplauso a esta
pareja”.
Una relación sana
A pesar de encontrarse ahora como “clérigo vago”, como se autodenomina el reverendo
Héctor Gutiérrez al estar fuera de la iglesia católica, asegura llevar una buena relación
con personajes de la talla de Raúl Vera López, Obispo de la Diócesis de Saltillo, y quien
se distingue por encabezar movilizaciones sociales y defender derechos de las minorías.
“Es un punto y aparte el obispo de Saltillo que siempre está en relación con nosotros e
incluso tiene pastoral homosexual y los manda a Casa de Luz a Monterrey y si invita a
algún homosexual teólogo importante, nos llama y nos dice: ‘va a estar fulano, quieren
programar una reunión con él’, entonces hay muy buena relación… Claro bajita la
mano”, comenta el líder eclesiástico en referencia a que Vera López hace uso de las
instalaciones de ICM en Monterrey.
Y aunque en Guadalajara es distinto, mantiene relación con algunas agrupaciones: “aquí
en Guadalajara con el padre Manzano de los jesuitas”.
De igual forma en la ciudad colaboran con la Iglesia Anglicana. “Si vas el sábado a la
reunión, tenemos al pastor de la iglesia anglicana. ICM, nuestra comunidad, participa
también en la doctrina de ellos. Hay datos, por ejemplo en USA, que el 50 por ciento de
los curas son homosexuales. Yo no sé qué tanto en Guadalajara o en México, pero en
USA el 50 por ciento de los curas son homosexuales”, señala Héctor.
Darlene Gerner, una pieza clave
La institución de la iglesia inclusiva en Guadalajara no hubiera sido posible sin la
aportación que ha dado Darlene Gerner, actual Obispa y líder eclesiástica a nivel
mundial de ICM, y quien vivió alrededor de un año en la Perla Tapatía.
Madre de 4 hijos y abuela de 8 nietos, Darlene, una mujer cristiana lesbiana y
afroamericana, ha aportado un arduo trabajo. Ha sido fundadora co-presidenta de la
Coalición Nacional de Lesbianas y Gays Afroamericanos y parte de la primera reunión
histórica entre la Casa Blanca y personas gays y lesbianas de color.
La colonia providencia era el lugar de su morada. El centro de la ciudad, el Congreso
del Estado y el municipio, su campo de acción.
“El año pasado vivía en Guadalajara. Traté de trabajar con la causa de la comunidad de
Guadalajara. Es un gran lugar para la diversidad. Dios ama a todos, no importa quiénes
son. Todo este trabajo es un compromiso de amor, que viene con una disciplina y
respeto para Dios”, informa, quien reside actualmente en Bowie, Maryland, y remata:
las uniones entre personas del mismo sexo “es un compromiso de amor a Dios”.
Dentro de las actividades actuales están la promoción de acciones benéficas para la
comunidad Lésbico Gay Transgénero Bisexual y aquellas dedicadas a la prevención del
sida, Virus de Inmunodeficiencia Adquirida.
A ella se debe el nuevo grupo eclesiástico de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana
en Guadalajara.
Viaje hacia reconocimiento legal
Rodrigo Rincón y Jaime Cobián es una de las primeras parejas gay, en contraer
matrimonio legal en la Ciudad de México en el año 2009. En esa ocasión fueron
acompañados por múltiples otras más de 9 estados de la República que tenían sus
mismas intenciones. “Buscamos ser un referente para todos aquellos que quieren casarse
y no lo han hecho por alguna razón. Sí nosotros pudimos, también ellos”, dice Rodrigo.
Tapatíos de nacimiento y revolucionarios de corazón han buscado erradicar la
discriminación que acecha a los grupos vulnerables por la sociedad jalisciense.
Bajo el nombre de Cohesión de Diversidades de la Sustentabilidad Asociación Civil
(Codise) es que Rodrigo Rincón, presidente de dicha organización, ha trabajado para la
comunidad en general, proporcionando un apoyo de prevención contra el VIH aplicando
pruebas rápidas de detección que tienen un 98% de efectividad. Todo con el fin de
concientizar a los ciudadanos en general.
Señala que ha sido un trabajo muy cansado, más “cuando hemos tratado de buscar
recursos para proyectos alternos de grupos de ancianos, niños pobres, mujeres
maltratadas, pero siempre se han rechazado. Lo curioso es que siempre que sometemos
un proyecto con tintes gay, es aprobado”.
Rodrigo Rincón identificado como activista a favor de los derechos de la comunidad
lésbico-gay fue candidato a la diputación local por el Partido México Posible en 2006.
Reconocimiento legal, un asunto pendiente
Mientras que a nivel nacional son dos los estados que han aprobado modificaciones a la
ley para reconocer las uniones de parejas del mismo sexo, Coahuila y el Distrito
Federal, y que la Suprema Corte de Justicia de la Nacional otorgó el aval jurídico, por lo
menos otros 6, todos con orígenes políticos relacionados con el Partido Acción
Nacional, Aguascalientes, Morelos, Sonora, Tlaxcala, Jalisco y Baja California, han
rechazado propuestas en este sentido.
En Guadalajara, el Partido de la Revolución Democrática, mediante la diputada local
Olga Araceli Gómez Flores, planea presentar una iniciativa para reconocer las uniones
de personas descritas como “storge”.
“Pueden ser personas que coincidan, sin ningún parentesco. Que puedan vivir bajo un
mismo techo. La iniciativa está tomando el nombre de ‘storge’, ya que es un vocablo
griego que incluso está considerado en la biblia y que quiere decir ‘del amigo, del
amante, del que procura, del que cuida, el que protege, el que atiende’”, señala,
“queremos encerrar esa gama de posibilidades, de unirse tanto, entre personas del
mismo sexo o no”.
De acuerdo con la propuesta, la iniciativa no considera palabras como matrimonio;
tampoco adopción.
“Esta iniciativa se ha detenido un poco, porque lo que se busca no es nada más el hecho
de presentar esta iniciativa, sino que a la par se van a presentar las iniciativas donde se
solicita la reforma al código civil, a la ley del registro civil, al código penal, a la ley del
trabajo, a contratos colectivos y a la Ley Federal del Trabajo”, dice Olga Araceli, “todo
lo que son las leyes a nivel local y las de nivel federal y la penal, por supuesto, de tal
suerte que lleve una garantía jurídica en la unión”.
La legisladora informó que el plan para presentar la iniciativa es que se realice antes de
que termine el año.
“Es de beneficio social”, dice terapeuta
Mónica Gil Castellano, especializada en terapia familiar sistémica y de pareja, sicóloga
que ha trabajado en asuntos relacionados con la homosexualidad, se inclina a creer que
el hecho de reconocer a una pareja gay traería como consecuencia beneficios para el
Estado.
“Creo que sería un beneficio para la comunidad de Jalisco. Tendría mucha oposición
por parte de las derechas y la iglesia y el gobierno, ya que es una de las ciudades más
católicas. Diría yo, más cerradas en ese sentido”, sostiene, aunque advierte: “la parte
negativa sería, que estas parejas se pudieran ver hasta cierto punto amenazadas,
criticadas o agredidas, en su decisión y pues esa sería su consecuencia”.
Para la terapeuta no existe diferencia en la complejidad que exige la relación en pareja
comparativamente entre la heterosexual y la homosexual.
“En cuanto a la unión de personas del mismo sexo tendría los mismos retos o de
complejidades, como el que tiene cualquier otro tipo de relación legítima”, aunque
comenta que a nivel social no habría aceptación: “Específicamente la pareja homo
estaría enfrentándose al rechazo social, sobre todo en la parte legal, donde no hay
reconocimiento legítimo”.
Gil reconoce que el que las parejas gay busquen consolidar su relación en una boda no
pretende más que verse reconocidos y legitimados social y legalmente.
“Que las personas del mismo sexo deseen tener una unión llamada matrimonio, busca
tanto la legitimación, como otras que buscaron el respaldo legal. Porque se van a ver
enfrentados en la vida en los que alguna enfermedad se presente, no existe respaldo ni
reconocimiento de la otra parte, donde no pueden heredar, que mas allá del
reconocimiento propio y de la comunidad que los acepta y los acoge, pues no habría
seguridad”.
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