4iO LA PALMA. tía, por que si bien entonces carecia de con- mas picantes apostrofes cuyas palabras caían suelo, quedaba al menos abandonado á s o - en mi corazón como otras tantas gotas de la su desventura, pero no; es que á guisa hirviente plomo. Las razones con que pro- de feroz hiena, desgarramos las entrañas de curaba atacar sus argumentos, no servían quien tal vez recibimos un señalado favor; mas (]ue para estimularle en su infernal in- es que tenemos la bárbara complacencia de vecli\a. Entonces mi vista se hizo trému- agrandar á los ojos de nuestros semejantes, la; cuantos objetos me rodeaban vílos c u - las proporciones de la desgracia. biertos de nogra gasa y que giraban y me Mi reloj era otro; no era ya el reloj de arrastraban con su movimiento de rotación; mis ilusiones, era cl reloj de la realidad y vacilé, cai en una silla abandonado á mi pro- como tal, debia yo pasar por una no i n - pio peso, inerte, insensible, cadavérico; en terrumpida serie de calamidades, porque ca- una palabra atacado de un vcrtiffo lamitoso es un reloj siempre que le miremos con ojos de fdósofo. tenebroso. Fuera ya de tan terrible trance merced á la solícita asistencia que me fué prodiga- Al dia siguiente de eí en que le com- da, rcítábanme aun nuevas y duras prue- pré, y á poco de haber abandonado el l e - bas á que someterme; por que el destino cho, invade mi habitación uno de esos ami- es ínecsorable con sus victimas. gos corretones y sulfúricos, alegres y sar- (luince dias habían trascurrido. Era una cásticos; de esos hombres para quienes t o - larde del mes de Setiembre asaz calurosa. das las cosas tienen su faz risible; que to- El astro del dia estaba ya prócsimo á d e - do lo trastornan y enredan, y que por su saparecer de nuestro horizonte Sentado e s - fama tle buen humor, la sociedad sanciona tramuros de esta ciudad sobre un ancho y sus cosas tosco sillar, respirando la brisa fresca, p u - aun aquellas que pertenecen al género atroz. ra y juguetona como diría un poeta; con- Después de un diálogo cuyas noventa y versando alegremente con uu amigo sobre nueve centésimas eran de la cosecha de mi negocios amorosos todo lo cual me propor- interlocutor y que por lo tanto debiéramos cionaba el mas grato y espansivo solaz, lle- llamarle monólogo; después que soltando el ga presuroso cierto personaje muy análogo fecundo raudal de sus dotes oratorias se me al de marras, y en la mas visible agitación dio de ánimo me requiere en nombre de nues- á conocer como un perfecto hablador, digno émido de la parlera reputación D. del tra amistad para que le sirva de padrino en Facundo de Bretón de los Herreros y un lance de honor y por apéndice me pide con el vivo deseo de distraerle y oponer un el reloj que yo ledi sin repugnancia alguna. di(pie á aquel torrente de impetuosa locua- Algo enterado yo de esta práctica emi- cidad; á aquel avismo de p.ilabras que me nentemente francesa, planta ecsólica que ya tenia en la mas angustiosa zozobra por mía vá aclimatándose en la patria de los Viria- inminente sumersión, saqué mi reloj, p e - los y Guzmanes, accedí á su traspirenaica ro ¡in.sensato de mi! Entonces suelta, solicitud, nu sin haberle manifestado que no la sonrisa burlona del diplomático, sino pudo muy bien haber concluido el negocio la estrepitosa carcajada del hombre-trueno. en el calor de la improvisación con cuatro Me inunda de los mas agudos epigramas; bofetadas altamente españolas, y que yo no ridiculiza mi prosaico gusto; cree y hasta se habia podido concebir hasta la fecha, como esfuerza en probarme que estoy loco. D e s - á sangre fria terminaban alicuandó, pués se dirige al reloj y le cubre de los con la muerte, asuntos de este j.aez. hasta