JORGE ISAAC RAMIREZ . E EL POBLAMIENTO DEL “NUEVO MUNDO” LOS PRIMEROS POBLADORES AMERICANOS (UN VACÍO CONTINENTAL) Con el exterminio en masa de los nativos, el «Nuevo Mundo» se había reducido poco a poco a un simple ser natural, convirtiéndose en un receptáculo prodigioso, pero desprovisto de significación humana: un vacío moral e histórico se abría en la medida exacta en que se amplificaban el expolio material y los conocimientos geográficos. Hacia la mitad del siglo XVI, la naturaleza irracional del americano, sobre la cual legisladores y pensadores de la Edad Media fundaban la justificación de la sujeción de los infieles, su privación de todo bien y de todo derecho se había convertido en una realidad irrefutable. Ahora bien, precisamente cuando las masas autóctonas acabaron por ser convertidas en rebaños famélicos, desposeídos de tierras y de casa y privados del más mínimo cuidado; cuando los sobreviventes vieron desaparecer hasta la última célula de su estructura social y cultural; cuando la finalidad pretendida fue alcanzada, empezó a hacerse sentir la necesidad de llenar el vacío tan radicalmente establecido. El ímpetu de la corriente destructora no había podido impedir que la conciencia no sólo se hiciera oír, sino también que pudiera emprender la valiente búsqueda de las fuentes, ese arduo remodelado de un continente que todavía está lejos de haber llegado a su fin: la reconstrucción histórica, tarea de una envergadura inimaginable, debía lógicamente desbordar cualquier esfuerzo individual y recaer hasta el infinito en las futuras generaciones. Basada únicamente en la convicción de la dignidad de unos seres humanos ya condenados, en la negación a aceptar una injusticia de proporciones cósmicas, esa mancha contra la corriente fue y es todavía en extremo lenta: su ritmo sigue el de la adquisición de los conocimientos necesarios para la reintegración de un continente al seno de la humanidad; el del ensamble de las pruebas susceptibles de demostrar que los razonamientos que sostenían la inferioridad congénita de los pueblos americanos eran una calumnia. El menor 249 EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO paso dado en ese sentido debe tener en cuenta escrupulosamente a los presedentes y ni una teoría ni un descubrimiento podrán ser válidos sino se inscriben en el esfuerzo centenario emprendido con el fin de llenar ese vacío con la misma sustancia que en otro tiempo le fue quitada. Se puede tener una idea de los obstáculos contra los cuales tropieza el restablecimiento de la antigua realidad, si se piensa que ninguna de las magníficas investigaciones del siglo XVI logró ver la luz sino hasta finales del siglo pasado; que algunas acaban de ser publicadas recientemente y que otras, fundamentales, están todavía esperando en la sombra de los archivos. Durante más de trescientos años los conocimientos se limitaron al principio a narraciones de los descubridores, seguidas por los historiadores de la corte que, muy a menudo, ni siquiera habían salido de España. El número de libros inspirados por América es sorprendente, pero a pesar, o a causa, del enorme éxito internacional inmediato que obtuvieron los que fueron editados, las obras básicas permanecieron prácticamente desconocidas hasta nuestros días, en que su aparición coincidió con los primeros pasos de la arqueología. Si eliminamos las obras basadas en una larga coexistencia con los nativos —tan sólo la de Garcilaso de la Vega apareció en 1809—, América no ofrece más que una imagen humana inconsistente y pueril. En efecto, ¿qué sabríamos del «Nuevo Mundo», su suprimiésemos los fogosos testimonios y la insaciable búsqueda de información de Fernández de Oviedo, las vibrantes defensas de De las Casas o la emocionante indagación del mundo perdido a la cual Bernardino de Sahagún consagró su existencia? Mucho sobre la naturaleza, bastante sobre vestidos y costumbres aborígenes, demasiado sobre religión. El fárrago de incomprensión y de calumnias transmitido entonces y erigido enseguida con más o menos mala fe en cuerpo de doctrina, representa un grave obstáculo para el conocimiento, pues más que ningún otro factor influyó en que hasta la más pequeña huella de espiritualidad fuera suprimida de este universo que, reducido así a simple pedazo de la naturaleza, iba a ser despojado para siempre de todo valor (Sejourne: 1975). JORGE ISAAC RAMIREZ . E HIPÓTESIS SOBRE POBLAMIENTO DE AMÉRICA En el momento de la conquista, la población indígena se hallaba repartida de manera muy desigual a lo largo y ancho del continente. Unas zonas lucían densidades elevadas, mientras que sólo habían puñados de hombres en otras prácticamente desiertas. El asentamiento se concentraba en las sierras y costas de la vertiente del Pacífico. Las grandes plantaciones que bordean el litoral Atlántico albergaban, en cambio, pocos habitantes. Los indígenas llevaban habitando el continente millares de años y, en su transcurso, habían modificado a su conveniencia la capacidad productiva del suelo por medio de técnicas de complejidad creciente. Se supone que la presencia del Hombre en América es relativamente reciente, sobre todo si se le compara con la antigüedad que tiene en Asia y Africa. Un continente vacío acogió, pues, hace decenas de milenios, a los primeros individuos que pisaron el suelo americano. Las hipótesis del poblamiento de América surgen sobre la pregunta del origen del hombre americano, por un lado, como resultado del proceso histórico del descubrimiento, y por la racionalidad que dominaba a Europa en el momento de la conquista. Es así como las respuestas son tardías y todas ellas se inscriben en la postura metodológica que nace con el mismo descubrimiento y que se constituiría en la piedra angular de las diferentes teorías antropológicas. 1. La hipótesis bíblica: Surge el interrogante: ¿de dónde procedían esos pobladores de un mundo nuevo que no era conocido ni siquiera en las Sagradas Escrituras? ¿Eran en realidad seres racionales esos indios, y formaban parte de la Humanidad? En caso positivo, ¿cómo habían llegado aquí? De acuerdo con el espíritu de la época, lo que primeramente interesaba establecer era si desde el punto de vista teológico los americanos eran o no seres racionales. Dos tesis distintas aparecieron desde un principio. Los unos sostenían la buena doctrina de que todos los hombres eran iguales, pues todos son hijos de Dios. Los otros, en cambio, defendían la tesis de la desigualdad humana, de que los indios carecían de racionalidad, que eran poco menos que unos brutos, y que apenas sí en algunas cosas se diferenciaban de los animales. Señalaban los segundos en favor de 251 EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO su tesis el estado de evidente inferioridad cultural, de incultura de que la mayoría de indios hacían gala al ser comparados con los europeos. Mientras que los primeros argüían que los «bárbaros» del Nuevo Mundo estaban lejos de ser unos brutos, pues era indudable que tenían uso de razón, si bien a su manera. Se quería demostrar esto último alegando que los indios de ciertas partes de América no sólo vivían en ciudades, sino que también tenían sus señores, sus magistrados y otras instituciones parecidas a las que existían en el «Viejo Mundo». En realidad, estas discusiones venían planteadas en forma teórica desde la antigüedad clásica. Los pensadores griegos, como Platón y Aristóteles, habían defendido la inhumana tesis de la existencia de una servidumbre natural entre los hombres, esto es, la doctrina de que hay hombres que por naturaleza son libres, y por tanto hombres verdaderos, y que otros, encontrándose en un nivel infrahumano, eran por naturaleza esclavos. En cambio, otros pensadores, como Séneca y Cicerón, admitían ser convencional toda distinción entre libres y esclavos, y estaban convencidos de que no existía una diferencia natural entre los hombre. Más adelante, al tomar auge el cristianismo, los Padres de la Iglesia aceptaron esta tesis de la libertad natural humana, y se declararon en contra de la servidumbre aristotélica. Pues bien, los autores de la época del descubrimiento tuvieron que enfrentarse de nuevo con el viejo problema de la libertad o la servidumbre natural de los hombres. Es que en el sentir de la época habían serios indicios que hacían aparecer la situación de inferioridad cultura de los indios frente a los europeos, como el producto de una supuesta irracionalidad. Era este un problema de la mayor trascendencia, tanto para los españoles como para los indios. Porque si nuestros aborígenes llegaban a ser considerados como irracionales, si se les despojaba de su calidad de humanos, se hubiesen entonces encontrado realmente en estado de potencial servidumbre, y nada hubiese podido impedir el ser legalmente esclavizados. Mientras que de reconocérseles calidad de seres racionales, la esclavización era difícil. La bula papal del Papa Paulo III, de fecha 9 de junio de 1537, zanjó definitivamente la cuestión al declarar que los indios no eran irracionales, sino «verdaderos hombres», y que todos los hombres eran racionales, ya que todos son capaces de recibir la fe. Y es a JORGE ISAAC RAMIREZ . E consecuencia de esta declaración de la Iglesia que los soberanos españoles prohibieron terminantemente la esclavización de los indios, recomendando al mismo tiempo se les otorgara buen trato y que se procurara la salvación de sus almas. Para los escritores de aquellos siglos, cuyas preocupaciones eran muy distintas de las nuestras, era cuestión de vida o muerte establecer la ascendencia y la genealogía bíblica de los americanos. Influía en ello la idea de que si, como había declarado el Papa, los indios eran también hombres, entonces tenían forzosamente que pertenecer a la misma Creación que los demás hombres, pues ninguna tradición hablaba de creaciones distintas y sucesivas. De pronto importaba demostrar que los americanos, siendo de la misma Creación que los demás grupos humanos, eran también hijos de Noé. No tendría ello mayor importancia si se hubiese reconocido ese origen como tesis general. Pero lo serio es que aquellos tratadistas del siglo XVI y XVII nos e contentaban con esto, sino que querían determinar de manera concreta cuál de los hijos de Noé había sido el antepasado directo de los aborígenes americanos. Lo cual equivaldría a querer establecer el origen de los indios. La pluralidad y la diversidad de ideas y pareceres son los rasgos que prevalecen en los primeros intentos de explicar, con los elementos disponibles, el poblamiento primitivo de América. 2. La hipótesis de origen autóctono: La producción de teorías destinadas a explicar el hecho del poblamiento primitivo de América o, lo que es lo mismo, el origen de los indios americanos, siguió con el mismo ritmo en los tiempos posteriores. Ni siquiera en la actualidad se ha conseguido unificar pareceres sobre problema tan importante. Mas, pese a la evidente disparidad en que se mueven todas esas teorías, en uno de sus aspectos son todas de índole similar: en que todas se basan en el supuesto de que nuestro doble continente ha sido poblado partiendo del «Viejo Mundo». La suposición se justifica, ya que la tradición halocalizado siempre en Asia el origen del Hombre, y la moderna investigación científica no ha podido hacer otra cosa que apoyar con datos científicos la probabilidad de aquella tesis. En los últimos tiempos han surgido algunos autores que pensaron de manera distinta. Son, sin duda, las dificultades que se presentan para hacer venir del «Viejo Mundo» a los primitivos pobladores del «Nuevo», lo que indujo a aquéllos a buscar por otro camino e invertir los 253 EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO términos del problema. Y en el fondo de las discusiones que luego se entablaron se halla inmanente el razonamiento siguiente: si hay dificultades, geográficas o de otra índole, para admitir un poblamiento desde el «Viejo Mundo», ¿por qué no suponer que el Hombre y sus culturas se hayan engendrado en América y desde ahí difundiéndose por el resto del globo? En realidad, es poco lo que se gana localizando el advenimiento del Hombre en América. Pues si hay inconvenientes que impidan explicar satisfactoriamente el poblamiento de este continente desde el «Viejo Mundo», los mismos, o parecidos se han de presentar al pretender explicar el origen o la difusión de culturas del «Viejo» desde el «Nuevo Mundo». Las distancias y las dificultades habrán de ser las mismas yendo de aquí para allá que de allá para acá. Dejando de lado estos razonamientos, lo cierto es que ya en la segunda mitad del siglo anterior, autores como Brasseur de Bourbourg, sostuvieron la posibilidad de que los egipcios eran una derivación de las culturas mesoamericanas, tesis que sostiene en la actualidad Máximo Soto Hall. Pero el autor principal representante de esta tendencia, que ya no se limita a admitir migraciones de hombres y culturas de América hacia el «Viejo Mundo», sino que partía de la base de que el Hombre había surgido en América, fue Florentino Ameghino. En 1880, este argentino público en París un libro de dos tomos, que totalizaban más de 700 páginas, titulado Antigüedad del hombre en La Plata. De manera general, sus ideas sobre antropogénesis son estrictamente monogenistas y sólo admite un origen para la Humanidad. Esta habría surgido en un solo lugar, en un solo momento y de un solo precursor. El lugar sería la parte austral de Sudamérica; el momento, mediados de la Era Terciaria; el precursor, una forma animal de pequeño tamaño que Ameghino denominara Homununculos patagonicus. En definitiva, el sistema elaborado por Ameghino es el siguiente: Partiendo de unos hominideos primitivos, descendientes de los mencionados humunculídeos y precursores por igual de los monos antropoides y del Hombre, la rama cuyo eslabón final es la Humanidad actual estaría compuesta por una serie de antecesores ya desaparecidos, que el autor bautizó con el nombre de «Prothomos». La sucesión de estos antecesores, con el valor de géneros cada uno de ellos, sería: Tetraprothomo, Triprothomo, Diprothomo y Prothomo. JORGE ISAAC RAMIREZ . E A este último habría sucedido el género Homo, al que pertenecemos nosotros. 3. La hipótesis de origen asiático (Ales Hrdlicka): Su tesis y la de los demás autores que podemos incluir en su escuela, se mantienen dentro de los puntos de vista tradicionales respecto de que la cuna de la Humanidad ha estado en el «Viejo Mundo». Y que es viniendo de Asia como en varias oportunidades, aunque siempre en época relativamente reciente, grupos de hombres dotados de una sencilla cultura de cazadores y recolectores pasaron por el Estrecho de Bering y se difundieron por el continente americano. La región de origen de esos primitivos pobladores no es sino la que se hallaría cerca de la puerta de entrada, esto es, el este y norte asiático. En consecuencia, en el poblamiento primitivo de América no se debe ver la consciente intención de querer poblar un continente nuevo, sino una simple difusión por territorio americano de aquellos grupos humanos que le eran vecinos. La doctrina sustentada por los partidarios de esta hipótesis puede reducirse en lo esencial a estos cuatro postulados: a) El hombre americano, pese a las pequeñas diferencias de detalle que puedan existir entre los distintos grupos, es racialmente uniforme; b) los primeros pobladores de América procedían en su totalidad de Asia; c) la entrada se efectuó por la sola ruta del Estrecho de Bering; d) al llegar esos asiáticos a América eran portadores de sólo una cultura de tipo inferior, habiéndose producido el ulterior desarrollo y la subsiguiente diversificación cultural en este continente. 4. Las relaciones interoceánicas (Paul Rivet): Entre 1924 y 1926, en una serie de publicaciones, en donde planteaba haber logrado romper «elcerco que rodeaba América, y levantado el velo que cubría el misterio de su origen», en ellas demostraba la existencia de relaciones entre Oceanía y América. En suma, la nueva tesis defendía la idea de que el poblamiento de América, lejos de haberse realizado sobre la base de migraciones asiáticas solamente, había contado con la colaboración de elementos procedentes de diversas partes del mundo, una de las cuales era indudablemente Oceanía. Pues buen, los aportes nuevos de Rivet al viejo problema son 255 esencialmente dos, elaborados ambos sobre la base de numerosas comparaciones antropológicas, etnográficas y lingüísticas, demuestra que un elemento, que él llama austriano y que aún estaría presente entre Tehuelches y Onas de Patagonia y Tierra de Fuego, ha intervenido activamente e el poblamiento primitivo de América. Y un segundo elemento, que Rivet denomina malayo-polinecio, y que es reconocible en numerosas partes del continente, habría hecho lo mismo. En definitiva, la tesis de Rivet comporta el reconocimiento de que cuatro elementos étnicos distintos han intervenido en la formación de los pueblos americanos aborígenes, a saber: a) Un elemento australiano; b) otro hablamalayo-polinesia, relacionado por sus caracteres físicos con los Melanesios; c) un tercer elemento asiático, que resulta mucho más importante que todos, y el que impuso al conjunto de habitantes indígenas de América una cierta uniformidad en el aspecto externo; d) un último elemento de origen uraliano, representado por los Esquimales. Si se prescinde de los detalles del proceso interpretado por Rivet, la posición de este autor frente al complejo problema del poblamiento primitivo de América es clara y sencilla. Pues bien, establecida la alta probabilidad, de que en el proceso que estudiamos han intervenido otros elementos además del asiático, por nadie discutido, y desaparecido el miedo a las distancias, han sido muchos los autores que se han propuesto explotar las posibilidades que la hipótesis de origen multilateral ofrecía. Son muchos los que creen o han creído que esos hechos existen. Sin embargo, sería necesario replantear el problema partiendo de que el estado del conocimiento en la época en que escribían esos investigadores hacía por fuerza que su manejo de datos arqueológicos fuera mínimo y genérico. Sus razonamientos consistían casi exclusivamente en la evaluación de datos de índole etnográfica y en diacronizaciones que hoy resultan difícilmente persuasiva, obtenidas casi siempre mediante mecanismos ingenuos. La búsqueda dentro de esta problemática del primer poblamiento de América continúa, a través de preguntas que giran en torno a determinar, JORGE ISAAC RAMIREZ . E en primer lugar, si hubo o no incorporación de bienes e ideas traídos por grupos numéricamente reducidos y, en segundo término, en el supuestode aceptar esa incorporación, cuál había sido su importancia y calidad. Las anotaciones anteriores con respecto al poblamiento de América, nos habilita de cierta manera a presentar los desarrollos, donde más se ha estudiado como es el caso del «Viejo Mundo» respecto al manejo del espacio en el mundo primitivo haciéndolos extensivos al mundo precolombino, puesto que los documentos paleontológicos y arqueológicos hallados en el continente americano testifican que con respecto a estado tecnoeconómico no se diferencia del presentado en el «Viejo Mundo». EL MANEJO DEL ESPACIO EN EL MUNDO PRECOLOMBINO La civilización de esta parte del mundo hunde sus raíces en el pasado amerindio. No ha sido fácil para las ciencias sociales precisar con toda exactitud la aparición de los primeros usos sedentarios plantados en el espacio americano que permitan reconocer la existencia de un hábitat duradero. Ya se ha insinuado como la arqueología y la antropología se han encargado, especialmente en el presente siglo, de develar los diversos y complejos componentes culturales implícitos en el apasionante proceso de la primera ocupación de la tierra americana. No obstante, quedan todavía en pie numerosos enigmas e interrogantes que deberán ser dilucidados por los estudiosos de la historia precolombina. Lo significativo para los propósitos del tema que nos preocupa constituirá en resumir algunas de las características más relievantes, objetivas y hasta comunes de la civilización americana precolombina, sea como legado o patrimonio arqueológico o cultural, sea como respuesta de un sistema social y económico a un medio deliberadamente elegido o dramáticamente impuesto, sea como comunidades humanas testimonio proyectadas en el presente. Es un hecho suficientemente establecido que el poblamiento americano data por lo menos de unos cuarenta mil años a de C. A partir de entonces ocurren diversas migraciones de pueblos recolectores y cazadores transcontinentales. Un acontecimiento fundamental por la plenitud de consecuencias para 257 EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO la definición de los asentamientos humanos estables o de un paisaje cultural se plantea lentamente en el continente americano entre los años 7000 y 3000 a. de C. Es el proceso de domesticación de plantas cultivadas americanas (zapallos, calabazos, fríjoles, maíz, papas y mandioca), que tienen lugar en diversos focos geográficos independientes (norte y meso América, cuenca Amazónica, Andes centrales y área de Chile). El fenómeno tiene tanta trascendencia cultural que marca el origen de la agricultura precolombina, crea la solidaridad sedentaria de los grupos de población migrante con un territorio productivo, provoca el crecimiento demográfico ligado a una base estable y deteriorable de recursos de subsistencia y, por último, genera diversas estructuras económicas y sociales absolutamente inéditas en el medio ambiente americano. La nueva coyuntura culmina con todos sus efectos en lo que los prehistoriadores identifican como el período formativo, que se extiende entre el año 2000 y 800 a. de C. Cumplidas estas precondiciones, surgen las primeras evidencias de asentamientos urbanos en los siglos que anteceden a la era cristiana: aldeas circulares y cuadrangulares, centros fortificados y centros ceremoniales. De esta estructura urbana incipiente se pasa, en los últimos siglos precristianos y en los primeros de nuestra era, a las más notables creaciones de la urbanización amerindia. Es el caso, por ejemplo, de Teotihuacán, sede de la civilización clásica del altiplano mexicano (200 a de C. hasta 650 d. de C.); de Monte Albán, centro de la cultura zapoteca de Oaxaca, con varios períodos de desarrollo entre el 900 a. de C. hasta su declinación en 1250 d. de C.; de Tikal, Piedras Negras, Palenque y Copán, todas creaciones urbanas que florecieron durante el período clásico de la cultura Maya, culminando hacia el 850 d. de C. Sin embargo, el gran hecho urbano, monumental, planificado y nodal que encontraron los españoles culmina en la fase postclásica de las altas culturas precolombinas (Chan Chan, Tula, Tenochtitlán y Cuzco). Los asentamientos humanos derivados de esta dinámica inicial de la ocupación de la tierra reflejan la distribución disimétrica del poblamiento amerindio (vertiente occidental de la región), y se distinguen por los siguientes rasgos más o menos comunes y representativos: Fueron geográficamente puntuales en la medida en que la JORGE ISAAC RAMIREZ . E transformacióndel espacio que ocuparon afectó sólo algunas áreas territorialmente bien delimitadas del subcontinente: altiplanicie mexicana, tierras bajas del Yucatán y del Petén, oasis costeros y sierras del alto Perú, altiplanos de Bolivia y Atacama, meseta Cundiboyacense y Sierra Nevada de Santa Marta, etc. En contraste marcado con esta situación, los bastos espacios orientales de Suramérica precolombina hicieron figuras de áreas de baja densidad de población. Los asentamientos humanos precolombinos constituyeron verdaderas creaciones internas sin vinculaciones funcionales con el mar y con una evidente inercia para establecer conexiones regulares de índole suprarregional susceptibles de desbordar el centralizado marco de los encuadramientos políticos, administrativos, religiosos, económicos y sociales donde se generaron. Sin perjuicio de las conocidas limitaciones técnicas de las sociedades que los elaboraron, los asentamientos precolombinos, tanto rurales como urbanos, alcanzaron un alto nivel de complejidad y desarrollo, especialmente durante los períodos clásico y postclásico de las altas culturas. Los paisajes rurales, por ejemplo, implicaron en ciertas áreas, el desarrollo de cultivos de temporal o secano, el cultivo itinerante en tierras calientes (milpas o conucos), el manejo minucioso de los recursos de agua mediante delicadas técnicas y obras de riego (oasis costeros del Perú, cenotes Mayas del Petén y Yucatán, los canales de riego de la cultura Zenú en Colombia), el arreglo de cultivos de terraza en las pendientes andinas, la conquista de suelos sobre zarzos y estructuras de madera en los bordes de los lagos (por ejemplo, cultivos en chinampas en torno al lago Tezcoco en la altiplanicie de México), etc. El uso bastante intenso del espacio agrícola a partir del repertorio de plantas cultivadas de origen americano (calabazo, fríjol, maíz, papa y yuca), así como de una ganadería representada por la fauna autóctona (llamas, alpacas y vicuñas en el altiplano peruano y boliviano; conejillos de indias en otras regiones), permitió contar con la base alimentaria indispensable para sostener altas densidades de población rural y urbana que coexistieron entonces en la meseta central mexicana, en las montañas de Oaxaca, en la península de Yucatán, en el Petén guatemalteco y en las sierras y altiplanicies tropandinas. 259 EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO Los asentamientos urbanos demuestran, por su lado, una enorme capacidad constructiva, cuya compleja causación no es puramente demográfica ni tecnológica, puesto que está ligada estrechamente con las necesidades espirituales y de expresión intelectual, logro de un nivel de desarrollo agrícola, la progresiva división del trabajo (aparición del sector artesanal de ceramistas, tejedores de algodón y de maguey), y la creciente centralización del poder religioso, político y económico que se utilizó para reunir y organizar estacionalmente a contingentes de mano de obra en número no conocido hasta entonces. Por esto, los asentamientos humanos urbanos y rurales precolombinos fueron elaboraciones materiales y funcionales representativas de sociedades extraordinariamente jerarquizadas y estratificadas en todos los aspectos de su organización. Sus contrastes internos derivados de la dominación sacerdotal, política y militar, del prestigio social y del poder económico constituyen un hecho objetivo particularmente de morfología urbana de los núcleos de aglomeración amerindia y de las estructuras tributarias del entorno agrario. Las creaciones de la civilización precolombina determinaron también los primeros deterioros antrópicos de los recursos renovables de nuestra región. En diversas áreas, y especialmente en el ámbito de las culturas mexicanas y Mayas, se ha planteado como hipótesis que a raíz de las altas densidades indígenas y de tendencias positivas de crecimiento de la población en algunos períodos, se recurrió a la tala de recursos forestales y al uso intensivo del suelo agrícola, lo que desencadenó diversos procesos de erosión (preclásico superior en el valle de México). En algunos casos, estas acciones destructivas parecen no ser ajenas al colapso o a la migración de algunos desarrollos culturales amerindios (por ejemplo, abandono y destrucción de la ciudad de Teotihuacán y abandono y decadencia de las ciudades Mayas del Patén durante el período clásico mesoamericano. En síntesis, el manejo espacial generado pro las culturas precolombinas, tanto de Mesoamérica como de Sudamérica, se caracterizó por ser esencialmente interior su asentamiento urbano, estructurada en cada caso en función de la capacidad productiva del suelo y de la tecnología empleada en los cultivos y sujeta a factores primarios de la localización. Se realizó exclusivamente con los recursos humanos del continente. La disponibilidad del agua para el consumo e JORGE ISAAC RAMIREZ . E irrigación y de tierras aptas para la agricultura, la distancia a los campos de cultivo y la disponibilidad de materiales de construcción fueron factores fundamentales tenidos en cuenta en la agrupación de sus asentamientos humanos. Las culturas precolombinas controlaron sus territorios desde el interior hacia la periferia con una perspectiva regional. Estaban muy vinculadas a la producción del suelo; una adecuada base de sustentación agrícola fue siempre esencial para la aparición y desarrollo de las ciudades. El comercio interregional era casi exclusivamente en artículos suntuarios. Las áreas rurales producían para sí y para una población concentrada en aldeas y caseríos. Tributaban en productos del suelo, de su artesanía y en servicios a los centros urbanos. Los grupos dirigentes urbanos controlaron y ordenaron los grandes aspectos de políticas territoriales; el Estado se preocupó así de asegurar la subsistencia de sus súbditos. Siendo el indígena esencialmente un agricultor y en cierto grado un artesano que producía para sí, su familia y su comunidad, una política de subsistencia parecería relativamente simple. A medida que crecía la población urbana, coincidiendo con una mayor centralización política y administrativa y un acentuado centralismo religioso, aumentaron las diferencias entre las formas de vida rural y urbana. Las ciudades contaban con mercados diarios, numerosos templos y edificios que alojaban a instituciones de diverso orden y a la clase dirigente. EL MANEJO DEL ESPACIO EN EL PROCESO DE COLONIZACION COLONIAL Un nuevo manejo del espacio empezó a dibujarse en América en las últimas décadas del siglo XV y primeras del XVI, cuando el mundo americano recibió frontalmente el impacto de la ofensiva conquistadora. Entonces los asentamientos urbanos que se habían constituido a partir de los desarrollos precolombinos comenzaron a constituirse en el punto de partida para el proceso colonizador, ciertamente el territorio y las poblaciones americanas impusieron ciertos rasgos a la ocupación primero, y a la colonización después. Las distancias, los accidentes geográficos, la sorprendente novedad de la fauna y la flora, las particularidades climáticas y, sobre todo, los insospechados caracteres 261 EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO de las culturas amerindias, sorprendieron a los conquistadores y les impusieron cierto tipo de conducta. La desintegración de la economía y de las sociedades indígenas precolombinas se produjo en un lapso de pocas décadas. Los españoles procuraron mantener la organización rural que encontraron para aprovechar los sistemas de abastecimiento y tributario. Las numerosas ciudades fundadas por los colonizadores españoles constituyeron núcleos destinados a concentrar todos sus recursos con el fin de afrontar no sólo la competencia por el poder, sino también la competencia étnica y cultural entablada con las poblaciones amerindias en el marco de la tierra conquistada y por conquistarse. Los nuevos asentamientos urbanos fueron formas jurídicas y físicas que habían sido elaboradas en Europa y que fueron implantadas sobre la tierra americana, prácticamente desconocida. Como todo colonizador tiene que pactar con su situación objetiva y las relaciones humanas que se derivan de ella, el conquistador español no suprimió las dificultades objetivas sólo por haber confirmado el hecho colonial. La situación colonial impone a todo colonizador datos económicos, políticos, religiosos, contra los que puede revelarse, sin llegar nunca a eludirlos, porque forman la esencia misma del hecho colonial. De hecho, este colonizador se inscribe en las condiciones históricas que lo hicieron posible, esto es la consolidación del imperio español, en la unificación de los reinos de Castilla y Aragón. El imperio estaba compuesto por dos partes interdependientes. Una era un mosaico geográfico de regiones económicamente autónomas, cada una con su economía y sociedad regional integrada. La otra consistía en una serie de instituciones interrelacionadas. Por un lado, concentraban riqueza, autoridad política, información, órdenes y sanciones religiosas en manos de los representantes de la autoridad central, que residían en cada sociedad regional del imperio. Por otro lado, esas institucionales también unían estos centros regionales a través de largas distancias. En el imperio español, las estructuras mercantiles y comerciales, por un lado, y las políticas y administrativas por otro, estaban estechamente entrelazadas. Ambas eran el coto privado de un número relativamente pequeño de familias que mantenían relaciones a lo largo de grandes distancia y períodos de tiempo. En parte, esas familias procedían de la hidalguía provinciana y colocaban JORGE ISAAC RAMIREZ . E a sus hijos en cargos gubernamentales en el imperio. Esto a su vez les permitía extender los contactos y recursos familiares en el imperio, al tiempo que hacían carrera en la burocracia. En parte, la red de familias que se extendía por todo el imperio provenía de las casas de comerciantes de Sevilla y, posteriormente, de Cádiz. Estas familias eran una combinación de casas comerciales españolas, italianas y francesas, y buscaban un estatus hidalgo. Así mismo, otro elemento significativo en la postura del colonizador europeo, debía experimentar la extraña sensación de quien espera el prodigio de la creación surgida de la nada. Eran europeos sobre un continente desconocido, y la creación estaba prefigurada en sus mentes. Porque esa aventura no ra, en verdad, sino un paso más en esa aventura europea de su expansión, que había comenzado cuatro siglos antes. La tierra que ahora ocupaban —una tierra real, con ríos, llanuras, lagos y volcanes— debía ser una prolongación de la tierra que dejaron el día que se embarcaron en los navíos. En rigor, esta actitud suponía la vigencia incuestionable de una concepción que movió a la Europa cristiana desde que comenzó su expansión: La Europa cristiana constituía el único mundo válido, en medio de mundos inferiores y sumidos en la oscuridad. Esta concepción etnocétrica no era única ni original: ciertamente, los musulmanes la poseyeron y por eso desencadenaron la guerra santa; y la Europa cristiana, que la sintió arraigada en la romanidad y la robusteció con la fe, aprendió en el ejemplo musulmán que tenía el derecho a imponerla a los mundos inferiores u oscuros. Desde las cruzadas la catequesis concebida como mensaje espiritual, fue reemplazada por la guerra contra el infiel presedida por la siempre entrevista imagen del apóstol Santiago, antes mata-moros, luego mata-indios. Era una guerra sin cuartel porque era la guerra del bien contra el mal. La mentalidad colonizadora fue la mentalidad de la expansión europea presidida por esa certidumbre de la absoluta e incuestionable posesión de la verdad. La verdad cristiana no significaba solamente una fe religiosa; era, en rigor, la expresión radical de un mundo cultural. Y cuando el colonizador obraba en nombre de esa cultura, no sólo afirmaba el sistema de fines que ella importaba, sino el conjunto de medios instrumentales y de técnicas de esa cultura. Los grupos 263 EL POBLAMIENTO DEL NUEVO MUNDO colonizadores expresaban así esa interpretación que en el imperio español iba ajustando las relaciones entre clases y también entre los fines y los medios. Desde 1492 hasta el descubrimiento de las grandes culturas precolombinas, treinta años después, los colonizadores españoles y portugueses no conocieron sino poblaciones escasas sobra las vasta extensiones que exploraron. Así se constituyó, fundamentalmente, una imagen de las nuevas tierras que tendría importancia decisiva en adelante. América apareció como un continente vacío, sin población, sin cultura. El vacío no era total en cuanto a población; pero dentro del sistema de ideas de los colonizadores, el escaso número y su nivel de civilización significaba un valor desdeñable; y en cuanto a cultura, la sensación predominante fue resueltamente negativa. Esta imagen del continente vacío se conjugó con la del tropicalismo para construir un estereotipo indestructible por mucho tiempo, aún después de haber descubierto las grandes culturas precolombinas de las mesetas y las zonas templadas y frías del continente americano. Este estereotipo nació de una primera experiencia real; pero no sólo lo sustentó la inercia sino que resultó consolidado por los designios de los colonizadores. América siguió siendo un continente tropical, porque eran productos tropicales los que los colonizadores tenían en la imaginación, además del oro y la plata imaginarios que sólo el azar transformó en realidad. Y siguió siendo un continente vacío porque lo que encontraron fue descalificado a partir de aquella idea de la cristiandad europea como único mundo válido. Cuando la realidad insurgió ante los ojos de los colonizadores, o la negaron o la destruyeron. Así se constituyó esa tendencia de la mentalidad colonizadora, sobre estas premisas se realizarían las fundaciones. Se fundaba sobre la nada. Sobre una naturaleza que se desconocía, sobre una sociedad que se aniquilaba, sobre una cultura que se daba por inexistente. El acto fundacional colonizador era un reducto europeo en medio de la nada. Dentro de lo que se fundaba debían conservarse celosamente las formas de vida social de los países de origen, la cultura y la religión cristianas y, sobre todo, los designios para los cuales los colonizadores cruzaban el mar. Una idea resumió aquella tendencia: crear sobre la nada una nueva Europa. JORGE ISAAC RAMIREZ . E Nueva España, Nueva Andalucía, Nueva Granada, Nueva Castilla, Nueva Toledo fueron nombres regionales que denunciaron esa tendencia, como las ciudades que se llamaron Medellín, Cartagena, Córdoba, León, Valencia, Trujillo, o antepusieron el nombre de un santo al viejo nombre indígena: Santiago, Santa Fe de Bogotá, San Sebastián. No sólo por su gusto remedaba el colonizador lo que dejaba en el imperio español. Estaba instruido para que estableciera el sistema político y administrativo del imperio, los usos burocráticos, el sentido arquitectónico, las formas de vida religiosa, las ceremonias civiles, de modo que la nueva ciudad comenzará cuanto antes a funcionar como si fuera una ciudad europea, ignorante de su contorno, indiferente al oscuro mundo subordinado al que se superponía. El ciclo de las fundaciones es, precisamente, el del dibujo del nuevo mapa en el nuevo mundo, un mundo urbano interconectado, como no lo había sido. Es, también, el del primer encuadramiento creado por ese mundo urbano: lo que le negaba la realidad de un mundo sociocultural inequívocamente existente para proponer la creación de otro nuevo según el modelo de la metrópoli. Pero si este encuadramiento perduró y cobró significación fue porque introdujo en el modelo variantes adecuadas a las nuevas situaciones. Por entre los resquicios del imperio cristiano se dibujó el esquema de una sociedad escindida de colonizados y colonizadores donde estos últimos constituyeron un grupo fluido de aspirantes al ascenso económico y social. 265 JORGE ISAAC RAMIREZ . E CONTACTOS TRANSPACÍFICOS tomado de Gordon F. Ekholm(1976) problemas culturalñes de la america precolombina . nueva vision El problema de los contactos transpacíficos ocurridos en tiempos precolombinos –hayan sido las culturas del Nuevo Mundo influenciadas o no en su origen y desarrollo por las del Viejo Mundo – es uno de los más importantes y desafiantes problemas de la arqueología americana. Esta cuestión, como es obvio, ha sido uno de los objetivos más importantes de los arqueólogos americanos: La reconstrucción tan profunda en el tiempo como sea posible de la historia de los indígenas americanos. Pero es posible que más significativas sean las implicaciones que el problema presenta respecto de algunas consideraciones teoréticas sobre los procesos culturales –los factores a tomar en cuenta en el progreso de las culturas- y de la eclosión ecuménica del progreso cultural de la humanidad ocurrido durante los últimos ocho o diez milenios. Está ya demostrado que los diversos centros de crecimiento cultural de las primitivas civilizaciones del Viejo Mundo –Egipto, el Cercano Oriente, India y China- estuvieron estrechamente relacionados. Cada una de estas civilizaciones es singular en diversos aspectos, y hasta cierto punto se desarrollaron obviamente independientes, creando sus propios estilos distintivos no sólo en arte sino también en sus formas de pensamiento, religión y estructura social. Sin embargo, es indudable que un fértil y extenso intercambio de ideas se produjo entre una y otra. Se puede también suponer que esta situación puede de hecho haber sido la condición necesaria para la emergencia de la civilización. Se puede pensar en estas regiones de Europa, Asia y Africa como grandes reservorios de población, compuestos por varios centros culturales establecidos en diversos ambientes y que reaccionaron ante los problemas de la existencia de diversas maneras. Las ideas que 269 F.EKHOLM nacieron en un centro se habrían desarrollado plenamente sólo cuando, transferidas a otro, cayeron en lo que (por razones simples o sutilmente complejas) era campo más fértil. Esta unidad parcial de las primeras civilizaciones de Eurasia otorga a las antiguas culturas de América sobresaliente importancia para los teóricos, en especial si, como es común, se sostiene que no ha habido contactos transoceánicos. Sin duda, sería muy afortunado el antropólogo que pudiera demostrar (o, por lo menos, continuar suponiendo) que las culturas de Eurasia y de América tuvieron desarrollos separados y no relacionados entre sí. En este caso, tendríamos dos ejemplos de uno de los más importantes fenómenos de la historia cultural del hombre, y –aunque dos ejemplos difícilmente alcancen valor como prueba estadística- siempre sería mejor que contar con uno solo. En esto radica el valor último del problema que estamos considerando. Tanta es su importancia, que debemos prestar muy seria atención a la cuestión básica de si realmente ocurrieron contactos. ¿Llegaron a América ideas u hombres provenientes de China, India u otros lugares? Si así hubiera ocurrido, ¿influyeron de manera sustancial sobre las culturas indígenas de América, en particular sobre las altas culturas o civilizaciones de América Nuclear que se extendieron desde el norte de México hasta el sur de los Andes, las que a su turno habrían influido sobre las culturas de otras partes del continente? Si ocurrieron dichos contactos, ¿fueron las influencias recibidas lo suficientemente fuertes como para provocar el crecimiento de las mencionadas civilizaciones, o como para haber modificado o determinado de alguna manera su contenido o su forma? Debe quedar en claro que el problema que nos ocupa no es el del origen de los indígenas americanos. Los estudios realizados en materia de Antropología Física, Paleontología y Arqueología del hombre primitivo han demostrado que la población aborigen del Nuevo Mundo es, en sentido racial, básicamente mongoloide, y que llegó desde Asia a través del estrecho de Bering. La migración comenzó en fecha por el momento desconocida, pero ciertamente muy anterior al comienzo de la vida agrícola en ambos hemisferios. Pese a que estas migraciones pueden haber continuado hasta tiempos recientes, fueron movimientos de gente que necesariamente estaba adaptada a condiciones JORGE ISAAC RAMIREZ . E subárticas, culturalmente poco diferente a los siberianos y esquimales que hoy en día viven en el área. Estos movimientos migratorios a lo largo de esta ruta no pueden estar totalmente separados de lo que llamamos contactos transpacíficos, pero en lo sustancial son diferentes. Estamos aquí interesados en posibles contactos entre altas culturas, o en la posibilidad de que influencias provenientes de las altas culturas de Asia hayan estimulado el crecimiento de sus similares en el Nuevo Mundo. La historia del pensamiento acerca de los contactos transpacíficos también interesa a nuestra investigación. Desde que los europeos descubrieron y conquistaron América, al finalizar el siglo XV, el problema ha provocado mucho interés y controversia. En los primeros tiempos hubo quienes correctamente pensaron que el origen de los indígenas americanos estaba en Asia, pero hubo también quien creyó necesario añadir la entonces universal creencia en la historia bíblica e identificó a los indios americanos con una u otra de las tribus perdidas de Israel. Esto ha continuado hasta nuestros días. Otro tema que ha consumido enormes cantidades de papel y tinta ha sido el de los imaginados puentes terrestres, los continentes perdidos en el Atlántico y el Pacífico considerados como medio a través de los cuales los propios indígenas y las civilizaciones del Viejo Mundo habrían alcanzado al Nuevo. Robert Wauchope (1962) ha revisado y resumido la larga historia de estas fantasiosas especulaciones históricas. Sin entrar en los detalles de esta controversia multifacética, es importante destacar que durante el crecimiento de la arqueología científica –quizá desde los tiempos de Thomas Jefferson y de John Lloyd Stephens- la tendencia general de los estudiosos más importantes del tema de los orígenes americanos ha sido considerar a las culturas indígenas de América como evoluciones independientes. Esta gradual tendencia hacia el firme convencimiento de la independencia de las culturas del Nuevo Mundo no ha sido, a mi entender, resultado de un juicio completamente desapasionado sobre el hoy rápidamente acumulado conjunto de conocimientos que es la arqueología americana. Yo podría ser acusado de exagerar al hacer ciertas afirmaciones, pero me pregunto si no han existido factores subconscientes diversos que hayan influido en esta tendencia, de los que no nos hemos precavido bien. Uno de ellos ha sido la mera necesidad de oponerse frontalmente 271 F.EKHOLM a las exorbitantes especulaciones acerca de tribus perdidas y continentes hundidos que tanto se han divulgado a nivel popular, así como también contra los esquemas hiperdifusionistas de la escuela de la Kulturkreis1. Se ha polemizado tanto sobre esto, y durante tanto tiempo, que se ha convertido en un hábito. Otras causas de la tendencia aislacionista pueden indudablemente ser encontradas en la historia de la teoría antropológica que más ha influido sobre la arqueología americana desde comienzos de siglo. Sea por lo que fuere, puede decirse en términos sencillos que esa teoría produjo gran énfasis en el enfoque “científico” de la arqueología. Con esto, no entiendo a la ciencia como cuerpo integrado de teoría y conocimiento, sino como “práctica de la ciencia”, lo que parece incluir un acuerdo primario con el acercamiento inductivo y la inclinación desfavorable a especular más allá de los indicios concretos que pueden estar disponibles por el momento. Los datos de la arqueología se van acumulando muy lentamente y con gran trabajo, y la complejidad de la investigación hace que la mayor parte de los investigadores se tornen especialistas en una u otra región. Esto, a su vez, ha producido el efecto de suprimir el interés en ciertos problemas mayores, como el de las interrelaciones regionales. Junto con este énfasis en la prueba científica y en la especialización regional, los arqueólogos no siempre han sido inocentes de exagerar la importancia histórica de sus propias áreas. Es algo que puede llamarse “arqueocentrismo”, que lleva a proclamar que el Valle de México, o Veracruz, o cualquier región que casualmente es aquella en la que el investigador está trabajando, es probablemente el centro de todas las cosas. Afortunadamente, este “arqueocentrismo” está desapareciendo rápidamente, pero estoy seguro de que en alguna medida se aplica al pensamiento de los arqueólogos americanos respecto del Nuevo Mundo en general. Todos naturalmente desean que su trabajo sea importante, y pienso que hay algo de emocional en la oposición a las ideas sobre contactos transpacíficos, ya que ellas podrían relegar a “su cultura” a un status periférico. En oposición a esta convicción, ampliamente sustentada, de la independencia completa o casi completa de la evolución de las culturas americanas, durante los últimos años ha surgido una contracorriente de cuestionamiento y duda. Por fuerza ha debido adoptar la misma JORGE ISAAC RAMIREZ . E forma que los primeros y desacreditados intentos por demostrar la dependencia cultural respecto de Asia: la de poner manifiesto diversas similitudes culturales entre las dos ´reas como evidencias de contactos históticos. Hay una diferencia: creo –o al menos quisiera creer – que los estudios recientes han sido algo más cautelosos y razonables que los primeros, por lo tanto están menos expuestos a rechazo inmediato y total. Como podía esperarse, no obstante, han producido reacciones bastante diversas: Muchos han aceptado con avidez la idea de los contactos transpacíficos; para otros se tornó necesario consolidar su posición, atacar y oponerse a toda sugerencia que aparece. Pero en la mayoría se advierte una actitud de “esperar y ver”, y un creciente interés en el problema; día a día se está haciendo más respetable pensar y opinar acerca de los contactos transpacíficos. Cuando por primera vez pensé en este simposio, mi intención fue la de presentar una exposición lo más objetiva posible del estado actual del pensamiento acerca del problema de los contactos transpacíficos. Pronto advertí que ello no iba a producir una exposición demasiado significativa. Todos sabemos que la posición difusionista es exploratoria y tentativa, y que hasta ahora no se ha descubierto un conjunto muy sólido de indicios indiscutibles. Estamos muy interesados, empero, en conocer de manera más completa qué es lo que puede ofrecerse en apoyo de la posible existencia de los contactos transpacíficos, y me ha parecido que éste era el curso indicado de investigación. En efecto: ¿qué mérito tiene en realidad la defensa de las relaciones transpacíficas? He elegido encarar el problema examinando algunos razonamientos referentes a los contactos transpacíficos. Esto puede ser de interés, porque el asunto de las influencias asiáticas en América gravita pesadamente por el momento sobre la manera de enfocar ciertos indicios arqueológicos y las aisladas pero especiales evidencias que atañen al problema. La discusión de los contactos transpacíficos lleva a encarar cantidad de dificultades en lo que hace a la teoría y la práctica de la antropología. Todo ello está estrechamente relacionado, y resulta difícil separar los diversos aspectos. En mérito a la claridad, empero, serán analizados por separado. 273 F.EKHOLM EL ENFOQUE DIFUSIONISTA Una de las consecuencias de comenzar a interesarse por los contactos transpacíficos es la de ser catalogado como difusionista. En la hace mucho tiempo famosa confrontación entre difusión e invención independiente, se es automáticamente ubicado en la primera de esas posturas. Esto implica en algunos casos ser identificado con extremistas tales como Elliot Smith, quien hacía provenir toda la civilización de Egipto, o aún con Le Plongeon, que con algunos pases mágicos hacía trasladar los rasgos culturales de una parte a otra del mundo. Si bien estoy en completo desacuerdo con tales extremos, creo que la difusión es un factor mucho más importante en el proceso de formación y cambio de la cultura que cuanto lo han considerado los arqueólogos americanos. Más aún: cuando se debe elegir entre la difusión y la invención independiente para explicar el origen de alguna semejanza cultural, tiendo a elegir la primera. Pero como lo he de destacar más adelante, no creo que ella sea la explicación de todas las semejanzas. De todos modos, debe otorgarse mayor importancia a la difusión como enfoque particular o modo de encarar los problemas de la arqueología americana. Hay diferencias entre pensar como difusionista y pensar como partidario de la invención independiente, que pueden ser mejor comprendidas si observamos un ejemplo concreto. Hace aproximadamente veinte años, antes de interesarme en el problema de las relaciones extra-americanas, se descubrió en el sitio huasteca de Panuco –donde acababa de completar una temporada de excavaciones- un pequeño animal hueco de cerámica, equipado con ruedas de arcilla. Al mismo tiempo, Matthew Stirling y su equipo encontraron objetos similares en Tres Zapotes. Estos hallazgos llamaron la atención sobre varios ejemplos anteriores que se encontraban registrados en la literatura y los museos. Todo esto me llamó poderosamente la atención, debido a que era algo que requería una explicación y quizá necesitara un trabajo especial (Ekholm, 1946). Investigué acerca de todo lo conocido sobre la historia de la rueda en el Viejo Mundo, y todas las teorías existentes sobre su origen. Me interesé también ampliamente sobre otros hallazgos similares en los que un juguete o miniatura incluyera algún principio mecánico JORGE ISAAC RAMIREZ . E importante no puesto en uso práctico en esa cultura. Nada de lo que consulté fue de mucha ayuda, y concluí que, pese a los inesperados hallazgos de juguetes con ruedas de México, sólo podía sugerir que podría tratarse de un ejemplo de pura invención aislada en el Nuevo Mundo (o sea el nacimiento de una idea y la confección de su modelo). Hacia la misma época, Caso reunió y publicó con gran entusiasmo los comentarios de varios especialistas sobre los descubrimientos de juguetes con ruedas en México (Caso y otros, 1946 ). Es probable que al solicitar trabajos para ese simposio, Caso esperara alguna controversia aguda sobre las relaciones entre Viejo y Nuevo Mundo. Indudablemente había escuchado con regularidad que las civilizaciones americanas no podían haber sido influidas por las del Viejo Mundo precisamente porque, entre otras cosas, en las culturas americanas no se conocía el principio de la rueda. Nadie encaró el problema, aun cuando un relator se refirió en general a la improbabilidad de relaciones extraamericanas. Hacia esa época, mi reacción ante el descubrimiento de juguetes con ruedas fue coherente con mi formación y con la opinión aceptada y corriente. Fue sólo después que me interesé el problema de las influencias asiáticas en el Nuevo Mundo, y me convertí en lo que comúnmente es llamado un “difusionista”, que cambió mi opinión acerca del origen de los juguetes con ruedas mexicanos. Me parece ahora que la explicación más lógica y económica es la que se basa en la idea de que estos juguetes con ruedas provinieron de Asia. Esto no puede probarse de manera decisiva, pero a mi manera de ver es una buena hipótesis. Al reunir materiales para un estudio completo del tema, he encontrado, por ejemplo, que vehículos en miniatura con ruedas ( llamados “carros culturales “) fueron ampliamente usados en regiones de Europa y el Cercano Oriente durante y después de la Edad de Bronce. La práctica llegó hasta China en la época Han – en que se hizo común el uso de formas de ave con una rueda a cada lado – y ha continuado en uso hasta la actualidad. Las miniaturas de pequeños animales con ruedas tienen también larga historia en India, y han sido encontrados etnográficamente en Japón y Siberia. Hay algunas diferencias de opinión entre quienes han estudiado los vehículos ornitomorfos chinos en cuanto a sí originalmente fueron confeccionados con fines ceremoniales o si siempre fueron simples juguetes. Creo por 275 F.EKHOLM el momento que, probablemente, tuvieron uso ceremonial: tanto porque estaban moldeados en bronce por su amplia distribución. Sospecho también que es erróneo referirse a los juguetes con ruedas mexicanos como juguetes, pues parecen haber sido encontrados en tumbas o escondrijos ceremoniales, y por lo general los juguetes no aparecen en esos contextos. Desde un punto de vista difusionista, se me hace difícil encontrar algo que se parezca a una explicación similar para gran número de rasgos culturales que aparecen en el Nuevo Mundo. El arte o el oficio de la alfarería es uno de ellos. Hace mucho tiempo que se supone que la alfarería fue inventada en el Nuevo Mundo, y aun que ha sido inventada en una serie de sitios diferentes. Sin embargo, se trata de un proceso técnico complejo que, de acuerdo a cómo visualizó la potencialidad inventiva de las antiguas culturas, no es probable que haya sido inventado más de una vez. En realidad, hay indicios que sugieren que algunos de los más antiguos complejos cerámicos conocidos –el tipo Woodland con impresión de cuerdas del nordeste de América del Norte y la cerámica temprana de Valdivia, Ecuador- serían trasplantes provenientes de Asia. En todos estos problemas se está trabajando mucho, y es probable que eventualmente pueda llegarse a dar sobre ellos la historia completa. Mientras esta historia sea desconocida, me inclino a pensar que la difusión del arte alfarero desde Asia a América explica mejor esta aparición que la hipótesis de una invención independiente. Hay muchas otras cosas de naturaleza arqueológica que, por diversas razones, sospecho deben haber sido traídas desde el Viejo Mundo. Los sellos de cerámica que han sido encontrados en algunas de las más antiguas altas culturas de México y Perú son un ejemplo. Aparecen un poco fuera de lugar en estas tempranas culturas preclásicas, en las que aparentemente no tuvieron función específica visible como la que tuvieron los sellos que aparecen en los períodos tempranos del Cercano Oriente o India. En estas últimas culturas, los sellos de cerámica se desempeñaban como marcas identificatorias en relación con un sistema de escritura. Existe aún otro paralelo que no puede descartar como accidental: Es el complejo de espejos de pirita de hierro que aparece en Mesoamérica.2 Los espejos de ningún modo son un desarrollo “necesario”, y sus paralelos con los espejos de bronce de China los JORGE ISAAC RAMIREZ . E hacen aparecer como emparentados con estos últimos. Por la misma razón, las finas hachas de cobre que fueron usadas como circulante en el período Azteca de México, y que aparecen también en Ecuador, deben haber tenido alguna conexión con las hachas y cuchillos moneda de China. En el dominio no arqueológico hay también, por supuesto, gran cantidad de rasgos que atraen la atención de los difusionistas. La cerbatana, la confección de telas de corteza, las flautas de Pan y la masticación de coca son rasgos que pueden ser mencionados como ejemplos entre otros muchos que muestran diversas características arbitrarias y semejanzas con objetos del Viejo Mundo, y que señalan conexiones históricas. Pero de ninguna manera pretendo que estos rasgos o los que de naturaleza arqueológica he mencionado tengan necesariamente origen extraamericano. Son interesantes en tanto cosas que pueden haber sido importadas, y merecen un estudio cuidadoso sobre base ecuménica antes que pretender reconstruir su historia. Al mismo tiempo, se trata del tipo de cosas que en el estado actual de nuestros conocimientos me impiden estar de acuerdo con la doctrina que postula la completa independencia de las civilizaciones del Nuevo Mundo. No todo en América es producto de difusión desde el Viejo Mundo Aquellos que se han negado a aceptar cualquier tipo de intrusiones desde Asia generalmente han rechazado los argumentos de los difusionistas de manera terminante, afirmando que éstos pretenden referir “todo” a fuentes externas, y que esto mismo demuestra lo absurdo de su tesis. Es cierto que se ha llegado a sostener exorbitantemente la difusión desde Asia de rasgos culturales al por mayor, pero ello no debe obstaculizar la consideración de los más modestos y razonables esfuerzos realizados para encontrar conexiones históricas entre las dos áreas. Es obvio que las civilizaciones del Nuevo Mundo, como las culturas de todo lugar, están sujetas a regularidades que pueden gobernar su crecimiento y sus cambios. Para ser más específico, hay cantidad de rasgos culturales en el Nuevo Mundo que no aparecen en otras partes, por lo cual podemos estar seguros de que tuvieron aquí su origen. Uno de ellos es el uso del caucho; el valor de sus propiedades fue descubierto y aplicado a usos diversos, como para impermeabilizar, para confeccionar pelotas y siringas. Se trata de un desarrollo exclusivo del Nuevo Mundo. El 277 F.EKHOLM fumar, o sea la inhalación directa de humos provenientes de la combustión de ciertos materiales por medio de pipas, cigarrillos o cigarros, es también exclusivo del Nuevo Mundo. Recién se están comenzando a conocer nuevos descubrimientos en México que demuestran que los estadios iniciales de la agricultura se desarrollaron independientemente en América. Si retrocedemos en el tiempo hasta 5000 ó 6000 A.C, hay poca posibilidad de que influencias externas puedan ser responsables de su introducción, pues en el oriente de Asia la práctica de la agricultura no es tan antigua. Reiteradamente se ha señalado que la utilidad de cantidad de plantas alimenticias específicas, y la posibilidad de su cultivo, fueron descubrimientos efectuados en América, pues las plantas a las que nos referimos son exclusivamente americanas. Existen también muchos desarrollos especiales de formas y motivos particulares que tienen clara y completamente origen americano: por ejemplo, el vaso silbador es una modificación o invención específicamente americana, que por lo que yo sé no aparece en el Viejo Mundo. No hay ejemplos extraamericanos de grecas escalonadas: un motivo decorativo que por alguna desconocida razón tuvo amplísima distribución y larga historia en Mesoamérica y los Andes. Muchos otros ejemplos de esta clase pueden ser enumerados. Es verdad que en América han tenido lugar desarrollos estrechamente paralelos a algunos ocurridos en otras partes del mundo. Esto es inevitable, porque siempre existe limitación de posibilidades culturales. Hay, por ejemplo, escasa cantidad de formas básicas para los recipientes de alfarería, y lo mismo puede decirse de la planta de las habitaciones, las clavas, los recipientes de corteza y los diversos diseños escalonados de la cestería o los textiles, para citar sólo unos pocos ejemplos. Vemos entonces que en los intentos por definir el papel de la difusión desde el Viejo Mundo, para que la selección de rasgos sea significativa debe ser realizada sobre la base de su probabilidad de pertenecer al tipo de elementos que, en el curso de una evolución cultural normal, no podrían haberse desarrollado en forma repetida. CRONOLOGÍA JORGE ISAAC RAMIREZ . E ab cd Fig. 1: Vehículos en miniaturas, con ruedas de Asia y América: a) fenicio, Siria, b) Panuco, Mexico, c) China, D. Han, d) Tres Zapotes, Mexico 279 F.EKHOLM En todo intento para demostrar la existencia de contactos transpacíficos es esencial, por supuesto prestar atención extrema a la cronología. Difícilmente puede sostenerse la difusión de un área cultural a otra de un elemento dado, si antes no puede demostrarse que existía al mismo tiempo, o al menos que había alguna posibilidad de ello. De hecho, el perfeccionamiento de cronologías precisas de las culturas americanas y asiáticas puede adquirir importancia crucial para el éxito final de cualquier estudio sobre contactos entre ambas áreas. Si puede demostrarse que las formas culturales tienen un patrón de aparición regular, ligeramente anterior en el Viejo Mundo que en el Nuevo, tendremos presuntos indicios de la relación entre las dos secuencias; si lo opuesto es lo cierto, tendremos una prueba de que no estaban relacionadas. Los intentos por coordinar los dispersos indicios sobre contactos transpacíficos estan continuamente bloqueados por complicados problemas cronológicos, y se deben efectuar ajustes y suposiciones especulativas con diversos grados de validez probable. Al intentar desarrollar el concepto de lo que yo llamé “complejo A” –que consiste en una serie de motivos artísticos que aparecen en el período Clásico Tardío de la cultura Maya, alrededor del 700 D.C., que presentan parecidos con objetos del arte hindúbudista del sudeste asiático- he debido luchar, con ayuda de Robert Heine Geldern, con muchos de esos problemas. Un elemento de posible gran importancia es el motivo en cruz que aparece en los templos de la Cruz y de la Cruz Foliada de Palenque. No pudimos encontrar un buen ejemplo comparativo del sudeste de Asia, por lo que debimos conformarnos con un oscuro motivo moderno proveniente de Balí y con un ejemplo arqueológico incompleto de Camboya. Esto probablemente se justifica por cuanto sabemos que en esa área el complejo total de ideas que implica el arte hindú-budista cuenta con larga tradición. Aún cuando no hemos podido encontrar un buen ejemplo de ese motivo que tuviera antigüedad apropiada, creemos justificado pensar que en este tiempo el motivo probablemente estuvo en uso. Semejantes inconvenientes podrían por supuesto simplificarse mucho JORGE ISAAC RAMIREZ . E si pudiera disponerse de historias completas para cada área de cada elemento usado en la comparación. Debemos avenirnos no sólo a las diferencias de conservación, sino también al conocimiento arqueológico incompleto y a las lagunas de publicación, a más de las dificultades para ubicar las publicaciones realizadas. Problema algo diferente es el que se plantea cuando se dispone de elementos comparables que en la cultura supuestamente donante aparecen demasiado temprano. Por ejemplo, encontramos que hay notables semejanzas entre el estilo decorativo Tajín, o Veracruz clásico, de 500 a 1000 DC, y el estilo Chou tardío de China, de 700 a 200 A.C. ¿Debemos rechazar tales semejanzas a causa de la diferencia cronológica? Pienso que no, ya que hay diversas explicaciones posibles. Los contactos podrían haberse realizado más intensamente cuando el estilo estaba en su máximo esplendor en Asia, y pudo haberse conservado en el tallado de madera por cientos de años antes de aparecer en piedra en Veracruz. O, como sabemos que es parcialmente cierto, elementos del estilo Chou tardío que se conservaron durante períodos dinásticos posteriores pudieron haberse difundido en esta época. Más aún: los contactos efectivos pueden haber sido realizados con un estilo periférico de China que conservara el modelo Chou tardío pleno por más tiempo que en China central, donde se obtuvo la secuencia que conocemos. Muchos complejos problemas, por supuesto, surgen cuando se intenta equiparar rasgos conocidos etnográficamente que no dejan rastros arqueológicos. Debe entonces inferirse una relativa profundidad cronológica de indicios a menudo muy escasos. INDICIOS ARQUEOLÓGICOS E HISTORIA NATURAL En nuestras especulaciones sobre el posible papel de los contactos transpacíficos y su efecto sobre las culturas indígenas americanas, parece tener especial importancia estar al tanto de las graves discrepancias que siempre existen entre los indicios arqueológicos y los acontecimientos de la historia cultural. En otras palabras: la naturaleza de los indicios arqueológicos es tal que, a partir de los restos de una cultura sólo se puede reconstruir una pequeña porción de la historia de esa cultura. Esto se hace claro cuando observamos la historia de ciertas civilizaciones tempranas, como las del Mediterráneo 281 F.EKHOLM o del Cercano Oriente, donde disponemos de datos escritos. A través de estos documentos sabemos que los egipcios mantuvieron constante relación comercial con otros centros, pero son relativamente pocos los indicios arqueológicos precisos de esas relaciones. Si no tuviéramos los documentos escritos, no podríamos tener noción correcta de muchos acontecimientos específicos en los cuales debieron haber ocurrido intercambios de ideas. Volvamos a nuestros juguetes con ruedas, para usarlos como ejemplo de las implicaciones que puede tener el principio enunciado. Supongamos que por medio de un cuidadoso estudio se puede comprobar fehacientemente que los juguetes con ruedas mexicanos sean un rasgo de alguna manera transferido desde Asia a América. Esto podría tener un gran interés para todos nosotros, pero en ciertos círculos sería considerado como de valor meramente esotérico. Los juguetes con ruedas –hay que reconocerlo - no tienen importancia cultural muy grande; sería diferente si lo que se hubiera introducido fuera la idea de la rueda junto con las técnicas para poner este dispositivo en práctica como medio de transporte. La introducción de los juguetes con ruedas no tiene importancia en sí misma por no haber modificado la naturaleza y ritmo de crecimiento de la civilización mexicana. Todo esto puede ser verdad, pero podría haber otra explicación. Si ocurrieron contactos suficientemente profundos como para haber introducido la idea de los juguetes con ruedas, es muy probable que hayan sido introducidas otras ideas, de las cuales no podemos esperar encontrar indicios arqueológicos. Es posible que mediante los mismos contactos –que podrían haberse producido a comienzos del período Clásico (circa año 1) - Mesoamérica pudo haber recibido un complejo de ideas sobre el culto de la serpiente, que parece haber reemplazado en popularidad general el papel que jugaba el jaguar en el arte Preclásico anterior. Quizá se hayan introducido importantes ideas sobre regadío, o astronomía, o medición del tiempo mediante calendarios. También pueden haberse introducido algunas ideas sobre la majestad divina, definitivamente perdidas para nosotros salvo en cuanto lo que parecen ser elementos asociados (como el uso del quitasol o la litera como insignias de rango). JORGE ISAAC RAMIREZ . E Si se insiste en ser completamente objetivos en nuestra interpretación de los restos arqueológicos, no podremos ir más allá del concreto indicio de la introducción de un rasgo particular, cual es el juguete con ruedas. Si vamos más allá, entramos en el campo de las especulaciones, que pueden fácilmente conducirnos a extremos. Debemos convenir, sin embargo, que en cierta medida este tipo de especulaciones son parte necesaria de la actitud científica frente a los indicios arqueológicos. Los rasgos mencionados son ejemplos de grandes segmentos de toda cultura que nunca pueden ser reconstruidos completamente por la arqueología. Se torna entonces evidente que de ninguna manera es frívolo o intrascendente hablar acerca de juguetes con ruedas como posibles indicios de contactos transpacíficos. En este acápite debemos también considerar el tema del comercio de objetos como indicadores de contactos culturales. Los críiticos de la idea de la posibilidad de los contactos transpacíficos, son propensos a destacar que no se han encontrado en América objetos asiáticos. Esto es realmente cierto, pero simplemente basándonos en las leyes de la probabilidad no podemos esperar hallarlos; su descubrimiento sería debido sólo a una gran casualidad. Puede argüirse que pese a los abundantes indicios que están acumulándose sobre la frecuencia de contactos entre Perú y Mesoamérica, no se han encontrado objetos de comercio de ninguna de las dos áreas en el área opuesta. Lo mismo es válido para el Sudeste de Estados Unidos, donde hay abundantes indicios de influencia mexicana pero en el cual hasta ahora no ha aparecido un solo objeto de clara manufactura mexicana. Por último, debemos mencionar que en toda área cultural poco conocida arqueológicamente, resulta bastante fácil pensar que nos encontramos ante un caso de desarrollo local. Así se había pensado antes que la cultura del sudoeste de Estados Unidos había evolucionado de manera casi completamente independiente, y que Mesoamérica y los Andes – con excepción de algunas plantas cultivadas comunes – habían estado ampliamente separadas. A medida que aumenta nuestro conocimiento, empero y se ajustan las cronologías con mayor precisión, comenzamos a ver que muchas transferencias ocurrieron entre ambas áreas. Debemos recordarlo y procurar desconfiar de lo que parezca ser un desarrollo independiente, pues algunos rasgos que parecen ser resultado de tendencias evolutivas pueden en realidad ser fruto de la 283 introducción de ideas desde el exterior. El problema de las ausencias Otra de las críticas que se escuchan a menudo, y que quizá sea uno de los más importantes argumentos contrarios a la posibilidad de los contactos transpacíficos, es la que se refiere a las “ausencias llamativas” de ciertos rasgos del Viejo Mundo en las culturas del Nuevo Mundo. Entre ellas podemos mencionar la ausencia de la rueda, del arco verdadero (en la arquitectura), de la metalurgia en Mesoamérica en el período temprano y del hierro en todo momento, y de cantidad de otros rasgos especiales. Existe también el problema de la no introducción de todas las plantas alimenticias asiáticas importantes y de los animales domésticos. Estas ausencias son sin duda significativas, pero en mi opinión han sido considerablemente exageradas. Ellas significan que no hubo migración masiva desde Asia, y que los contactos no fueron continuos, de larga duración o de gran intensidad pero no sirven para probar que tales contactos no habrían ocurrido. Al analizar estas ausencias es muy importante recordar que el proceso de difusión es principalmente un proceso en el que una cultura realiza una selección entre las porciones de otra cultura que el contacto torna disponibles. Para que este proceso sea completo, los rasgos seleccionados deben ser absorbidos y adaptados a los fines de la cultura receptora. Lo que se selecciona de una cultura extraña depende de multitud de factores que se combinan de innumerables maneras, de modo que no pueden extraerse reglas generales que nos guíen en casos concretos. Es cierto, empero, que la selección que se hace de rasgos de una cultura extraña será más restringida si las culturas donante y receptora se encuentran distantes una de otra, y si los contactos son intermitentes. Un factor muy importante es, por supuesto, la relativa complejidad o el grado de evolución generalde cada una de las culturas interactuantes. En este caso de las influencias transpacíficas debemos también considerar el problema práctico del transporte de cosas tales como semillas de plantas comestibles o animales domésticos y – en el caso que alguna de esas cosas haya podido llegar- el de su aclimatación en el Nuevo Mundo. Debido a la dificultad de establecer reglas para aplicar a lo que podría JORGE ISAAC RAMIREZ . E haber ocurrido en un proceso de difusión a larga distancia hacia el Nuevo Mundo, me parece absurdo insistir en la ausencia de rasgos como los que han sido mencionados como prueba de que América no estuvo influida desde el exterior. Nuevamente debemos prestar especial atención a ciertos ejemplos. Seguramente, el arco arquitectónico verdadero fue conocido por los pueblos Khmer de Camboya, debido a sus conexiones con India y el Occidente, o de lo contrario por las tumbas de ladrillo del período Han. Aún así, los Khmer en sus templos de Angkor eligieron utilizar el arco falso o en saledizo, tal como lo hicieron los Mayas en Mesoamérica. Sabemos que existieron estrechos contactos entre los Maya clásicos y Teotihuacán, así como entre muchos otros centros de las tierras altas y las tierras bajas de México. Pero el arco falso de los Mayas fue rechazado en México, como lo fue en muchos lugares, para la erección de estelas jeroglíficas. Las relaciones entre México y el sudoeste de Estados Unidos fueron bastante estrechas, pero el uso de templos piramidales no se difundió en esta dirección. Son simples ejemplos pero dejan establecido que las ausencias citadas como prueba de la independencia de las culturas americanas deben ser examinadas tan cuidadosamente como las sugerencias acerca de la existencia de influencias asiáticas. En las discusiones sobre lo que debe esperarse que suceda en situaciones de difusión, se pretende por lo general que los rasgos que tienen aplicación obviamente práctica o económica son aceptados más rápidamente que los elementos del campo de la religión o las formas artísticas que son expresiones religiosas. Esto puede ser verdad en muchos casos, pero es probable que haya muchas excepciones, y las culturas del Nuevo Mundo pueden haber estado especialmente predispuestas a dirigirse en esta última dirección. Me llama mucho la atención, por ejemplo, que la introducción de las técnicas metalúrgicas en cualquier lugar del Viejo Mundo haya conducido al uso de utensilios y armas de metal, y producido un tipo de revolución económica, mientras en el Nuevo Mundo durante siglos los metales continuaron siendo usados casi exclusivamente en la confección de ornamentos. De un modo muy extraño, estas culturas fueron marcadamente conservadoras cuando tuvieron que adaptar o desarrollar principios mecánicos. Parecería entonces coherente con este carácter que no hubieran hecho uso de la rueda, aún conociendo su principio, o estuvieran en algún 285 F.EKHOLM momento expuestos a la idea de su aplicación al transporte. COMPLEJOS DE RASGOS COMO EVIDENCIA DE CONTACTOS TRANSPACÍFICOS Un argumento esgrimido durante mucho tiempo contra las sugerencias de influencias transpacíficas sobre América ha sido afirmar que las diversas semejanzas culturales que encontramos aparecen dispersas en el tiempo y en el espacio, no pareciendo formar complejos o modelos culturales que, de haberse producido esos contactos, tendrían que existir. Por ejemplo: Si en algún lugar se estableció una cabecera de puente de viajeros transpacíficos, deberíamos encontrar allí una concentración de rasgos asiáticos adscribibles a un horizonte particular, lo que se pretende sería suficiente para comprobar la existencia efectiva de esos contactos. Debemos convenir que éste sería uno de los mejores medios para demostrar la existencia de contactos, y que sería conveniente investigar y tratar de ver dónde podrían estar localizados estos complejos. A pesar de ser el procedimiento correcto, no podemos esperar encontrar estas localizaciones precisas, porque a menos que los contactos hayan sido mucho mas intensos y prolongados que cuanto por el momento puede advertirse, es poco probable que en América se hayan formado colonias asiáticas. Es mucho más probable que pequeños grupos de gente (la tripulación de una embarcación, si se quiere) hayan pisado tierra en diferentes lugares y hayan penetrado hasta algunos de los grandes centros de culturas. Sea cual fuere la influencia que hayan ejercido sobre esas culturas locales, desde esos centros pudieron haberse difundido de diversas maneras. Si suponemos, como pienso que debemos hacerlo, que hubo contactos regulares y estrechos entre la mayoría de los diversos centros centros de cultura del continente, es posible que algunas ideas o rasgos introducidos hayan arraigado mejor en algunos centros bastante distantes del lugar en el que ocurrió el primer contacto. Se puede entonces fácilmente concebir la existencia de un registro de contactos transpacíficos más difuso que cuanto hemos estado esperanzados en hallar. Una vez más para ilustrar el punto debemos utilizar un ejemplo. Conocemos por documentos históricos referentes a China y Europa JORGE ISAAC RAMIREZ . E que, desde los tiempos de Cristo hasta el siglo XVIII, entre esas dos áreas los viajeros fueron y vinieron con creciente regularidad, lo cual produjo la transferencia de muchas ideas culturales. Needham (1954) señala cantidad de implementos mecánicos y técnicos, tales como la brújula, el papel, los tipos móviles para imprenta y la ballesta, que fueron hacia Occidente. Es probable que haya habido otros muchos rasgos de otras clases que tomaron el mismo camino. Tenemos de todo esto un conocimiento histórico, pero si no existieran documentos sería muy poco probable que pudiéramos reconstruir la historia de esta difusión por medio de una reconstrucción arqueológica. Este ejemplo se aplica muy bien a nuestro análisis previo sobre la relación entre indicios arqueológicos e historia cultural, pero aquí queremos señalar en particular que puede ser extremadamente difícil -y quizás imposiblelocalizar cualquier centro o complejo en el mundo de Occidente que pueda demostrar el origen chino de aquellos diversos rasgos. Así, en tanto no podemos esperar encontrar con precisión complejos comparables en el Viejo y el Nuevo Mundo que prueben de manera inmediata la existencia de contactos transpacíficos, debemos considerarnos suficientemente afortunados si encontramos algo que se le asemeje. El tipo de ceramica localizado por Estrada, Meggers y Evans (1962) en Valdivia, Ecuador, muy semejante a la alfarería Yomon de Japón, conforma en realidad un complejo de elementos que incluye formas, rasgos decorativos y terminación de la superficie que pueden demostrar la existencia de contactos. También el complejo de rasgos asiáticos que aparece en la costa de Manabí, Ecuador, registrado por Estrada y Meggers (1961) y cronológicamente ubicado en las fases Jama-Coaque y Bahía, próximas al comienzo de la era cristiana, representa también un excelente punto de partida para dilucidar un contacto concreto. Para Mesoamérica hasta ahora no se ha descubierto nada de la misma naturaleza, a pesar de haberse hallado gran número de rasgos individuales, motivos y procesos técnicos que tienen diverso grado de parecido con objetos asiáticos y que aparecen en diferentes momentos. Puede advertirse en esos hallazgos, empero, ciertas pautas referentes al momento de su primera aparición, las que sugerirían una secuencia de relaciones con Asia. Hasta ahora nadie ha sugerido con seriedad un origen asiático para 287 F.EKHOLM muchos de los elementos principales que componen el complejo Olmeca, pero es un tema interesante, que debería ser estudiado en detalle. Es de especial interés porque la cultura Olmeca, en el estado actual de nuestros conocimientos, parecen haber sido la más antigua de las altas culturas de Mesoamérica, y presenta algunas características extraordinariamente sofisticadas, para las cuales no se ha encontrado aún una secuencia previa de desarrollo. En términos generales, la cultura Olmeca aparenta haber mantenido antiguas relaciones con la edad del bronce temprana en China: en especial con las culturas de la dinastía Shang que datan desde el siglo XVI hasta el 1027 A. C. No se han encontrado muchos rasgos similares, pero se debe mirar con atención la gran importancia atribuida al motivo del tigre tanto en el arte Olmeca como en el Shang. Es de interés, como lo ha demostrado en detalle Heine-Geldern (1959 b), que algunos de los paralelos mas específicos en la forma de representar el tigre en el arte Shang están también presentes en el arte Chavín de América del Sur, y que el arte Chavín y el Olmeca están indudablemente relacionados. Encontramos además tanto interés y eficiencia técnica en el trabajo del jade en Olmeca y en Shang, que bien puede suponerse que constituya un indicio de relaciones (pese a que no hay mas que semejanzas generales, con excepción quizá de unas pocas formas de implementos ceremoniales). Un segundo posible complejo de asociaciones con China que tiendo a ver en Mesoamérica es el que aparece a comienzos del período Clásico, aproximadamente a principios de la era cristiana. He comparado con algún detalle la cerámica cilíndrica trípode de Teotihuacán y otros sitios relacionados con los bronces y vasijas de alfarería de forma similar característicos del contemporáneo período Han de China. El parecido en las formas (que incluye una tapa cónica con el ocasional ornamento de un ave en la parte superior), la distribución de los diseños y el uso de adornos moldeados son, en mi opinión, altamente sugestivos de relaciones. Sostengo que este fue también el momento en el cual se introdujo la técnica de moldear la cerámica, que luego fue ampliamente usada en la confección de figurinas. Otro elemento que pudo haber llegado junto con la forma de la cerámica Teotihuacán es el diseño entrelazado llamado Veracruz clásico o Tajin, que probablemente apareció en Teotihuacán por primera vez –como lo JORGE ISAAC RAMIREZ . E ha demostrado Heine Geldern (1959 a ) durante el periódo Teitihuacán II. Es éste uno de los rasgos mas convincentemente asiáticos en Mesoamérica. Sugiero también que la técnica del fresco para la decoración de paredes, cerámica, y quizá cantidad de elementos perecederos puede haber derivado de la técnica del lacado ampliamente utilizada en el período Han de China. Finalmente, agregaría yo que los juguetes con ruedas hicieron su primera aparición en México probablemente en esta época. El tercer complejo mesoamericano de posible filiación asiática es el que he descripto como “complejo A” (1953). Consiste en cantidad de motivos y elementos escultóricos y arquitectonicos que aparecen en el periodo Clásico tardío en Palenque y otros sitios mayas del norte, y que continua en el Post-clásico de Chichen Itza y en México central. En este complejo se incluyen elementos tales como paneles con lotos, tronos de tigres, el motivo del “árbol de la vida”, esculturas fálicas, y cantidad de otros. Nada de esto parece estar relacionado con objetos chinos; la dirección de las relaciones ha cambiado hacia el foco de civilización hindú –budista de India y el sudeste de Asia. Podemos observar, por consiguiente, un tipo de institucionalización en Mesoamérica de rasgos diversos que parecen estar relacionados con Asia. En los períodos Preclásico y Clásico temprano, las influencias pudieron provenir desde China, pero en el Clásico tardío y el Postclásico podrían haberse originado en el área Hindú-budista de mas al sur. Esto es extremadamente hipotético, y debe ser considerado como una sugerencia, que sólo luego de realizado mayor número de estudios comparativos que cuantos se han intentado hasta el presente, podrá adquirir validez. ¿CÓMO PUDIERON EFECTUARSE LOS CONTACTOS TRANSPACÍFICOS? Una bien establecida regla de antropología que se aplica a la controversia entre difusionismo e invención independiente afirma que 289 F.EKHOLM ab Fig. 2; Vasijas cilíndricas trípodes de Asia y América: a)Dinastía Han, China Bronce y b) Tikal, Guatemala, cerámica. ab Fig. 3:Figuras jerárquicas de Asia y América, donde se observan posturas similares y plantas de loto: a) India, b) Palenque Mexico. JORGE ISAAC RAMIREZ . E la difusión puede ser inferida cuando las semejanzas culturales son complejas y convincentes, y cuando se advierte la oportunidad para la producción del contacto. Esta última parte de la regla constituye, por supuesto, un gran escollo para las teorías que propugnan los contactos transpacíficos. El Océano Pacífico es sin duda una gran barrera para los viajes humanos y la difusión de las culturas. Si nuestras comparaciones culturales parecen ser significativas, queda por explicar cómo hicieron las culturas de Asia para ponerse en contacto con las de América. Hay tres posibilidades: 1) Navegación transpacífica directa; 2) Navegación costera alrededor del norte del Pacífico; y 3) Viaje por tierra a través del estrecho de Bering y luego por América del Norte. Muy pocos indicios se pueden aducir a favor de la navegación transpacífica. Sólo puedo señalar (como ya lo hemos hecho junto con Heine-Geldern) que existen documentos escritos chinos que se refieren en diversas ocasiones a viajes bastante largos en veleros por el área del sudeste asiático alrededor del año 400 D.C. Hubo también considerable tráfico comercial entre los puertos romanos e India en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al comienzo de la era cristiana, pero al parecer hasta tiempos muy tardíos no existen indicios escritos sobre viajes de comercio largos realizados por los chinos. Sobre este tema especial de las navegaciones transpacíficas, sólo se puede poner de manifiesto un indicio algo tangerial y proyectar una especulación razonable acerca de lo que pudo haber ocurrido en tiempos antiguos. La brújula magnética fue inventada en China, pero la época de su aplicación a la navegación es aún materia de conjeturas. Es famosa la habilidad de los pueblos oceánicos –en especial de los polinesios –para realizar extraordinarios viajes a lejanas islas, y esto puede reflejar el origen de una tradición de navegación mucho más compleja en algún lugar de las costas de Asia. También tiene gran importancia la reciente afirmación de Edwards (1960), según la cual en tiempos precolombinos las balsas o almadías de Perú y Ecuador contaban con aparejos marinos con velas que posibilitaban navegar 291 F.EKHOLM contra el viento: este tipo de aparejo es un mecanismo complejo, que por sí mismo constituye ya evidencia de contacto transpacífico; nada digamos acerca de su aprovechamiento en las navegaciones transpacíficas. También es interesante la semejanza entre las almadías sudamericanas y las de la isla de Formosa, señalada por Estrada y Meggers (1961). Finalmente, si podemos estar de acuerdo con Michael Coe en cuanto a que los viajes entre Guatemala y Ecuador constituyen la mejor explicación posible de las conexiones culturales entre esas dos regiones, podemos suponer que en algunas partes de América la navegación marina estuvo más adelantada en tiempos más antiguos que en el siglo XVI. Afirmar esto último, empero, es un tanto peligroso, porque puede pretenderse que estamos haciendo hincapié en la desaparición de la navegación para cimentar nuestros argumentos sobre producción de contactos transpacíficos. Pienso de todos modos que la capacidad de navegación pudo muy bien haber declinado, por motivos económicos o históricos, antes de la conquista española. Al especular con la posibilidad o imposibilidad de los viajes transoceánicos directos, se piensa generalmente que dichos viajes debieron haberse realizado recalando en una serie de islas intermedias, de manera que debemos esperar encontrar indicios arqueológicos en esas islas de tales detenciones, o recuerdo de tales viajes en la mitología de los pueblos oceánicos. Sin embargo, si estos viajes fueron acontecimientos únicos –la navegación de un solo barco desde Asia a América- es bastante posible que no se haya recalado en ninguna isla. La historia de la Urca de Manila es altamente instructiva al respecto (Schurz 1959). Desde 1565 hasta 1815, durante un período de doscientos cincuenta años, un velero navegó todos los años en ambas direcciones entre Acapulco y las Filipinas. Estos navíos navegaban bajo estrictas directivas de realizar el viaje directamente, y es destacable el hecho de que no hayan tocado isla alguna de Polinesia. Conocían algunas de las islas más occidentales, como las Carolinas y las Marianas, pero poco contacto tuvieron con ellas. La ruta de la Urca de Manila varió en diversas oportunidades. El viaje de Acapulco hacia las Filipinas se hacía al oeste, pero desde Acapulco se iniciaba hacia el sudoeste hasta alcanzar los 10 u 11 grados de latitud norte, y luego proseguía directamente hacia el oeste. Cuando JORGE ISAAC RAMIREZ . E la partida se efectuaba en la época apropiada del año, el viaje insumía alrededor de tres meses y era relativamente fácil debido a los vientos suaves pero constantes. El viaje hacia el este era más difícil: la ruta seguía invariablemente rumbo nordeste hasta alcanzar aproximadamente los 30 grados de latitud norte, y luego se ponía proa al este singlando los vientos del oeste para tocar tierra a la altura de California de la Baja California. El viaje hacia el este era más fácil de realizar en estas latitudes septentrionales, pese a las dificultades que implicaba. También lo comprueba el hecho de que vientos y corrientes marinas han arrastrado a muchos maltrechos juncos japoneses hasta la costa pacífica americana. Posibles viajes involuntarios de tal carácter pueden haber sido la forma en que gentes orientales conocieran por primera vez el Nuevo Mundo. Puede imaginarse que los sobrevivientes de dichas travesías hayan podido encontrar el camino que los devolviera a sus hogares, y una vez allá pudieron haber instigado viajes en esta dirección. El viaje costero alrededor del norte del Pacífico es otra posibilidad, pero poco es lo que puedo aportar acerca de las dificultades prácticas de esa ruta. Obviamente, sería mejor hecha con barcos cuya capacidad fuera suficiente para no necesitar tocar tierra a intervalos frecuentes. Una vez que se conociera la ruta y se determinara la forma de reconocerla, no harían falta los adelantos técnicos en materia de navegación que parecen ser necesarios para cruzar directamente el Pacífico. La navegación costera era conocida desde tiempos relativamente tempranos en Asia, y fue llevada a cabo por romanos, hindúes y árabes; en algún sentido parece la forma mas probable de contacto entre Asia y América, más que el cruce directo del Pacífico. Al igual que en el caso del cruce directo, la navegación costera debió haber dejado probablemente pocos indicios arqueológicos de su posible realización efectiva, o por lo menos una evidencia tan débil que no podemos esperar que haya sido encontrada. Es presumible que los navegantes costeros deben haberse detenido en ciertos accidentes geográficos especialmente convenientes, pero estas recaladas deben haber sido realizadas sólo para aprovisionarse de alimentos y agua. Tocar tan débilmente la costa y por períodos tan cortos no deja casi señales que puedan ser arqueológicamente reconocidas, de manera que esta misma inexistencia de indicios no prueba que los viajes no 293 F.EKHOLM se hayan realizado. En un trabajo anterior (1955) señalé que la travesía por tierra, a través del estrecho de Bering y que se continuara luego hacia el sur a través de Estados Unidos, no es tan imposible como pareciera, y que puede explicar contactos entre China y Mesoamérica. Creo sin embargo que tal viaje por tierra es mucho más improbable que los que pudieron haberse realizado a través del Pacífico o navegando a lo largo de la línea de la costa. Los comentarios que he de hacer con el fin de discutir un argumento particular dirigido contra la idea de los contactos transpacíficos, servirán para cerrar esta exposición. Si los contactos transpacíficos hubieran ocurrido – se sostiene – se podría esperar que su comprobación se hubiera presentado más rápidamente que lo que tarda. Con todo el trabajo realizado en arqueología americana, parecería que los indicios de tales contactos tendrían que ser más evidentes y haber ocupado su lugar con facilidad mucho mayor, pese a lo cual aún no existen pruebas definitivas sobre la efectiva producción de los contactos transpacíficos. En realidad, la finalidad de este trabajo ha sido contradecir esa opinión. Estoy convencido de que no es probable que los indicios de contactos transpacíficos aparezcan con facilidad. Es necesaria una búsqueda intensa en muchos lugares y por muchos medios, lo cual requiere la atención de muchos investigadores durante considerable período de tiempo. Tal investigación, empero, será encarada sólo cuando comencemos a analizar de manera más completa las premisas sobre las que se basan las presunciones sobre independencia de las civilizaciones del Nuevo Mundo. Creo que esto nos conducirá a un examen más completo de los procesos de la difusión a larga distancia y de los indicios ya disponibles que nos hacen pensar en la efectiva producción de contactos transpacíficos. NOTAS 1 En alemán en el original; se trata de la escuela de los ciclos culturales. (N. del T.) 2 En el sitio Asia, en la costa del Perú, en un contexto de la etapa que ha sido llamada “precerámico sin algodóm” (2500 a 1800 A.C.), Engel JORGE ISAAC RAMIREZ . E encontró un espejo de pirita montado sobre un soporte de arcilla endurecida. Este hallazgo opone serio obstáculo a la teoría del origen asiático de los espejos de pirita mesoamericanos. Incidentalmente, en Chatal Huyuk (Anatolia), en un contexto asimismo neolítico precerámico, apareció un espejo de obsidiana montado sobre un marco de estuco calcáreo: otra prueba de semejanza muy estrecha mas allá de toda posibilidad de contacto directo. (N. del R.T.) BIBLIOGRAFÍA Caso, Alfonso, M. W. Stirling, S. K. Lothrop, J. E. S. Thompson, J. García Payon y Gordon F. Ekulm (1946), “¿Conocieron la rueda los indígenas mesoamericanos?”, Cuadernos Americanos, Año 5, no. 1, pp. 193-207. Edwards, Clinton R. (1960), “Sailing Rafts of Sechura: History and Problems of Origin”, Southwestern Jour. Anthrop., no. 16, pp. 368-91. Ekholm, Gordon F. (1946), “Wheeled Toys in México”, Amer. Antiquity, no. 11, pp. 222-28. - (1953), “A Possible Focus of Asiatic Influence in the Late Classic Cultures of Mesoamérica”, en Marion W. Smith (compil), Asia and North América; Transpacific Contacts, Soc. Amer. Arch. Mem. no. 9, Menasha, pp. 72-97. - (1955), “The New Orientation toward Problems of Asiatic- American Relationships”, en New Interpretations of Aboriginal American Culture History, Anthrop. Soc. Wash. 75th Anniv. Vol., Washington D.C. Estrada, Emilio y Betty J. Meggers (1961), “A Complex of Traits of Probable Transpacific Origin on the Coast of Ecuador”, Amer. Anthropologist, no 63, pp. 913-39. Estrada, Emilio y Betty J. 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Peru El poblamiento de América se enfrentó en dos grandes siglos. El más antiguo corresponde al fin del Pleistoceno y a la actualidad geológica hasta el tercer milenio a C., el segundo comienza este milenio, probablemente entre 3000 y 2500 años antes de nuestra era. Las teorías de Florentino Ameghino que postularon una inmensa edad del hombre americano y hasta el origen del hombre en América, nunca fueron aceptadas por la mayoría de los especialistas y están en hoy en día completamente abandonadas, pero tampoco las de sus adversarios sobre un poblamiento de América muy reciente, es decir alrededor de unos 10.000 años a.C., tenían éxito. Sabemos hoy sobre la base de las modernas investigaciones geológicas y radiocarbónicas que el hombre existe por lo menos desde unos 40.000 en nuestro continente, pero puede ser mucho más. Sin embargo, no son estos los problemas que quiero tratar aquí: mi intención es más bien exponer las modernas ideas sobre los contactos de América con el Viejo Mundo y ante todo con Asia Oriental que se realizaron desde el tercer milenio a.C., época en la cual América comenzaba a superar el estado primitivo de las culturas cazadoras y desarrollaba ideas más progresivas: horticulturales, agriculturales, urbanas y final imperiales. También sobre este proceso existen opiniones diversas. Un grupo de científicos defiende la teoría de que casi todos los adelantos que América hizo después del periodo de salvajismo; o sea de las culturas cazadoras de tipo paleolítico, son el resultado de una evolución interna, originándose en los aportes culturales que recibió por el estrecho de Bering hasta 300 a.C., los otros niegan rotundamente esta posibilidad y cuenta con fuertes influencias transpacíficas y hasta inmigraciones por mar que cruzaron las enormes latitudes del Océano. La primera opinión predominaba durante los últimos 60 años en la ciencia norteamericana de tal manera que casi parecía la única, aunque muchos investigadores europeos 299 MEGHIN siempre quedaron escépticos. Hoy en día esta decayendo, ante todo en razón de los mejores conocimientos que poseemos sobre historia y la arqueología de Asia Oriental, y por el otro lado porque el cuadro cronológico de la prehistoria americana ha cambiado fundamentalmente. Culturas que hasta hace 15 años se han fechado alrededor de 500 d.C., se evidencian hoy en una edad entre 1000 y 500 a.C. Es claro que esta rectificaciones cronológicas alteran completamente la base para las comparaciones de los fenómenos culturales entre los dos hemisferios. No cabe duda que durante el tiempo que nos interesa penetraron pueblos a Norteamérica por el estrecho de Bering, como p.ej., los Atabasco y los antepasados de los esquimales y trajeron consigo y nuevos y progresivos rasgos culturales , a veces bastante avanzados y de origen Chino y japonés, pero en época tardía ya era muy difícil que pudieran penetrar hacia el sur y además eran adaptados a las condiciones de la vida en la zona ártica y subártica. El cultivo p.ej. faltaba completamente. Así el gran cambio cultural que se manifiesta desde el tercer milenio a.C. , en América tiene que explicarse de otra manera, es decir, o por el desenvolvimiento autóctono como quiere la escuela más antigua o por intensivas conexiones con Asia oriental con el Pacífico como se ha vislumbrado desde hace mucho y en la actualidad es posible comprobar con argumentos muy fuertes. Es de decisiva revelancia que el nuevo estado cultural de América se desarrolló en América central y en la zona andina, franja geográfica que por su enorme importancia histórico cultural se llama muchas veces América nuclear. Esta zona mira hacia el Pacífico, ante todo en su parte meridional. Es también la zona cuyos pueblos muestran los fuertes caracteres mongólidos en América, mientras que los otros indios más al norte y al sur contienen mucha sangre de otras razas, ante todo de paleo-erópidos. Este cuadro racial es solamente explicable, si fuertes inmigraciones de pueblos de raza mongólida invadieron las costas pacíficas de América. A estos fenómenos raciales corresponde los hechos culturales. Deponen en favor de la presunción de que este tercer milenio hasta alrededor de 1000 después de Christo existió una íntima relación entre América y Asia por el Pacífico, aunque tal vez con ciertas interrupciones. Parece que disturbios políticos aniquilaron estas relaciones a fines del milenio pasado de manera que en el tiempo de JORGE ISAAC RAMIREZ . E la Conquista ya eran olvidadas. Por supuesto, se necesitan todavía muchas investigaciones detalladas y profundas para aclarar el origen, la cronología, el continente y los efectos de las respectivas corrientes culturales que se desparramaron sobre América durante los cuatro milenios en cuestión. No obstante ya podemos distinguir preliminariamente tres grandes fases de estos movimientos y atribuirles con mayor o menor probabilidad diversos elementos culturales. Como ya dejamos expresado, la primera fase comienza después de los 3000 años a.C. Coincide con el tiempo antes de la formación de las altas culturas de carácter urbano, que principian alrededor de 1000 años a.C. (o ya en el segundo milenio). La segunda corresponde más o menos al milenio anterior a nuestra Era, y probablemente a algunos siglos más. La tercera se extiende desde el segundo o tercero siglos de nuestra era hasta unos quinientos años de la conquista. De inmediato consideraremos sucesivamente estos tres grandes periodos, sin intentar ofrecer un tratamiento agotador de la materia. Durante el primero llegarían a nuestro hemisferio todos aquellos rasgos culturales que son propios a las más antiguas culturas neolíticas y sus descendientes etnológicos de Asia suroriental y Melanesia y reaparecen por otro lado entre los indios de las llanuras tropicales de Sur América (Menghin). La llamada cultura amazónica de los etnólogos no es, como suponían con anterioridad algunos investigadores, un pobre reflejo, una estribación barbarizada de las altas culturas andinas y mesoamericanas, sino que, a pesar de muchos enriquecimientos alóctonos y más recientes, representa el último residuo, la moderna expresión de las modalidades culturales de un Neolítico bastante primitivo que floreciera en el tercer y segundo milenio a. C., en muchas partes de sur y Centroamerica. Fue superado en la zona progresista, o sea en América nuclear, donde, por lo tanto su existencia solamente puede ser comprobada mediante medios arqueológicos. Naturalmente esto debería ser factible también en la cuenca amazónica. Sin embargo, lamentablemente, en ninguna parte aún se ha consagrado mucho trabajo a estas investigaciones tan importantes, indispensables para el esclarecimiento de la prehistoria americana. Recién en los años después de la segunda gran guerra se emprendieron empresas sistemáticas al respecto. Entre ellas merecen especial interés las excavaciones del malogrado Emilio Estrada en Ecuador, quien 301 MEGHIN desenterró en su patria culturas neolíticas cuya edad se remonta a más de 2500 años a.C. Estos y algunos hallazgos no ofrecen inapreciables fuentes sobre el patrimonio más antiguo de aquellos inmigrantes transpacíficos a los cuales América nuclear agradece la cerámica y muchos otros elementos culturales Contribuye a la reconstrucción, desde luego, también el estudio de las modernas culturas amazónicas, ante todo del material etnológico que poseemos de varias pequeñas tribus rezagadas que residen en las pendientes orientales de los Andes, pero lo mismo el cuidadoso análisis histórico cultural de los clásicos representantes de la auténtica cultura amazónica los Aruak, Guanarí y Caribe. Esto nos capacita para separar la original y antiguo de lo más reciente en su acervo cultural, por lo menos con cierta probabilidad. Sobre la base de todos estos indicios podemos contar con que los inmigrantes neolíticos introdujeron el cultivo en forma de la horticultura, típica para los agricultores más primitivos de Indonesia y Melanesia, dedicándose a la producción de tubérculos y raíces nutritivas, pero también de algunos cereales y otras plantas. Asia oriental ya conocía el arroz desde por lo menos del tercer milenio, el cual en América fue sustituido por el maíz. Las fechas radiacarbónicas nos aseguran que el maíz ya era cultivado varios milenios a.C., posiblemente primero en México, y ya antes de la llegada de las corrientes neolíticas. Junto con los porotos, ciertas especies de zapallos y algunas otras plantas cultivadas, parecen productos de un primitivo cultivo preneolítico que, sin embargo, también tendría sus raíces en el Viejo Mundo. Sea eso como fuera, seguro que el maíz se incorporó en el complejo horticultural y bastante temprano, pues aparece en Perú ya durante el segundo milenio. Por de pronto, no es posible decir si la formación de labrantío en terrazas o andenes y la irrigación, tan comunes en Asia suroriental y América, llegaron en este período a nuestro continente o algo más tarde, en conexión con aquellas corrientes que causaron el desarrollo de las latas culturas, de todos modos parece un don de Asia. Tampoco podemos decir mucho sobre la forma de los poblados, pero es aceptable la presunción de que las casas construidas en laguna y orillas de los ríos, sobre andamios de palos, los llamados palafitos, pertenecen a las dádivas transpacíficas. Su ocurrencia se combina en todas partes, también en Europa, con la aparición de una JORGE ISAAC RAMIREZ . E característica especie de hachas pulidas de sección más o menos redondeada y contorno foliáceo, por lo cual se las llama cilíndricas o petaloides. Son típicas para las culturas amazónicas. Otras hachas pulidas con dos prominencias en su parte superior se hallan en las más antiguas capas neolíticas de Ecuador y más tarde en muchas otras regiones de Suramerica: tiene sus paralelos asiáticos como también las hachas de hombros, en general groseramente retocadas, que conocemos de Perú: representa una forma bastante antigua aunque no la podemos fechar exactamente. Simultáneamente con todas estas cosas se presenta otra creación de primerísima importancia, la alfarería. La cerámica llegó parece a nuestro hemisferio por dos caminos: primero por el Pacífico, y más tarde también por el estrecho Bering: las dos áreas de difusión se tocaron al final en Norteamérica. Las excavaciones de Emilio Estrada en ecuador comprueban que la más antigua cerámica de este país se remonta a por lo menos 2500 años a.C., y muestra una sorprendente semejanza con la industria alfarera japonesa de la misma época. No cabe duda de que encontraremos también en México y Perú productos cerámicos más antiguos que los conocemos hasta la fecha, pues estos últimos muestran un tan alto estado de evolución y tanta matización regional que presuponen inevitablemente un largo desarrollo anterior. Probablemente descubriremos algún día también en las llanuras amazónicas cerámicas de la misma alta edad que las del Ecuador. El arco no fue utilizado en los tiempos preneolíticos de América. En su lugar se sirvió de otro instrumento para arrojar las fechas, es decir, del propulsor, que se llama también tiradera o estólica. Es posible que el arco aparezca primero en la zona subártica, introduciera por los inmigrantes siberianos. Sin embargo, el arco suramericano tiene otro origen y está emparentado con el arco melanesio que es un simple palo elástico, de perfil más o menos chato. El arco compuesto y reflejo de tipo ártico falta completamente en el sur. Podemos suponer que el arco chato llegó muy tempranero a Ecuador y los países limítrofes, de donde se difundió a todos lados de manera que en el tiempo de la Conquista parece omnipresente, aunque existían algunos pueblos que no lo conocían como los habitantes de la isla de Jamaica, los Pehuenches, de la Argentina y los indios canoeros de la zona magallánica. Otra arma que es un bien común de Indonesia, Melanesia 303 MEGHIN y Amazonas, es la cerbatana, o sea el tubo que sirve para arrojar flechas envenenadas: pertenecería también a la más antigua oleada cultural que tocó Suramérica. Lo mismo valdría para uno de los más hermosos y característicos productos de estas culturas: los géneros fabricados de cortezas de árboles junto con los típicos instrumentos para su confección. Un modesto representante de esta manufactura -que parece ser el más antiguo que conocemos en el mundo- se halló en Huaca -Prieta, yacimiento precerámico del tercer milenio a.C., situado en el norte de Perú. No podemos afirmar su correncia se debe a influencias neolíticas (como cree Canals Frau), o si se trata más bien de un precursor. Casi es seguro que los principios de la tejeduría llegaron América en este tiempo. Los cazadores conocen solamente la cestería y fabrican sus vestidos de pieles y los hilos de tendones. Tejer es una artesanía que todo el mundo parece en el Neolítico, es decir, en conexión con el cultivo y la ganadería. La ganadería nunca tuvo importancia en América precolombina, aunque es muy antigua, pues la llama ya se encuentra en un yacimiento peruano de alrededor de 1500 a.C., su domesticación también sería el efecto de sugestiones asiáticas. La costumbre de fumar no es una invención americana como muchos suponen en virtud del indudable origen americano del tabaco que se fuma hoy en día. Las pipas de fumar primitivas, de morfología tubular cónica ya existían en el Neolítico de Europa. En los campamentos del Imperio Romano en Suiza se hallaron muchas pipas de forma casi moderna, es decir, angulares con horno largo. En el oriente medieval también se fumaba y la pipa era conocida desde muy antiguo Indonesia. Así, es muy probable que la costumbre de se haya difundido en América desde el Viejo Mundo, tal vez como un rito de carácter religiosos o mágico, pues entre los primitivos, el fumar no fue como ahora un placer narcotizantes añadiendo caliza, como, se hace tanto en Melanesia como en Sudamérica. Allá es el betel, aquí la coca. En el campo de la vida social, intelectual y religiosa son muchísimas las analogías. No queremos hablar de ciertas instituciones que refieren a los sistemas de parentesco -como el matriarcado- por las dificultades que ofrece el estudio de su origen y su dispersión. Mencionaremos solamente algunos ejemplos que se refieren al arte, a la magia y a la religión. Son prácticamente idénticos ciertos motivos JORGE ISAAC RAMIREZ . E laberínticos de América con correspondientes del arte rupestre del Viejo Mundo (Menghin). Un caso contundente es la couvade o el puerperio masculino, curiosa costumbre que se caracteriza por el hecho que “después del nacimiento de un niño el padre ocupa la cama en el lugar o al lado de la mujer, a menudo imitando las contorsiones y lamentos de la parturienta, fingiendo enojo, recibiendo felicitaciones y a veces protegiendo su cuerpo con esteras o pieles” (Carlucci), observando, además, ciertos tabús contra alimentos y actividades. Para nuestros fines no es menester entrar en difícil problema de la interpretación de la couvade; es suficiente subrayar que la difusión casi universal de tan extraño hábito no es explicable una invención espontánea en varios lugares. Muy atinadamente dicen un autor francés (Maurel): “Los grupos humanos más diversos han podido, sin tener comunicaciones, llegar a vestirse, a fabricar sus viviendas y sus armas, pero ¿de qué necesidad habría derivado la couvade?” Con estas palabras quiso expresar la convicción del origen único del puerperio masculino en todo el globo. Es frecuentísimo, precisamente, en las primitivas culturas agrícolas de tipo amazónico y de Asia suroriental, de lo cual deriva un testimonio de capital importancia para las conexiones transpacíficas. Hay infinidad de otros ritos mágicos, creencias religiosas y mitos que florecen en los dos lados del Pacífico y siempre en el conjunto de culturas agrícolas de idéntico nivel. Citaremos solamente algunos de los más indicados. El canibalismo mágico-ritual en sus varias formas, cuyos vestigios aún se conservan entre culturas muy progresistas de Surasia y de América, tenía enorme importancia entre los cultivadores más primitivos de estas regiones. Lo mismo sucede con la curiosa caza de cabezas y en el de matar hombres utilizando su carne o su sangre para hacer productivos los labrantíos, mediante sus fuerzas mágicas (Jensen). El trofeo de cráneos, tan frecuentemente documentados en la arqueología americana, pertenece al mismo conjunto de costumbres; por otra parte es completamente ajeno a los cazadores superiores o inferiores. Los Tehuelches históricos de Patagonia, por ejemplo, lo relativamente más puros representantes de cazadores superiores de América que se habían mantenido durante el transcurso de milenios, nada sabían de canibalismo, de sacrificios humanos, de caza de cráneos y de trofeos de ellos, de instrumentos musicales fabricados con huesos humanos, o cosas semejantes tan 305 MEGHIN comunes en las culturas agrícolas. ¿Cómo es posible creer que estos ritos y hábitos tan idénticos pudieron haber evolucionado aisladamente en ambos lados del pacífico?. Es imposible. Pero también lo es que se difundieran por el estrecho de Bering, pues faltan o son muy insignificantes cuanto más no alejamos hacia al norte. Se ve claramente que irradiaron desde el sur, desde los trópicos. Traemos un último ejemplo: la figura de la gran diosa de la tierra, venerada en todas las culturas agrícolas del Neolítico del hemisferio Oriental desde Atlántico hasta el Pacífico. En América se culto su evidencia por las estatuillas femeninas que aparecen en el más temprano Neolítico de Ecuador y también en el Preclásico más antiguo de México, es decir desde unos 1500 a.C. Aunque esculturas ostentan un definido sabor americano, es difícil negar su pertenencia al gran grupo de la gran Diosa-Madre y con eso su origen asiático. Sin contemplamos ahora la segunda época, hallamos un suelo que nos ofrece conocimientos aún más concretos y permite perspectivas histórico culturales y etno-históricas de gran avergadura. Los estudios respectivos los debemos principalmente a Roberto Heine-Geldern. Por las fuentes históricas chinas, sabemos que alrededor de 800 a.C., se libraron violentas luchas entre las fronteras occidentales del país causadas por una imigración de pueblos que irrumpió desde la zona norte del Mar Negro y los países colindantes, ante todo del Cáucaso. Sus portadores pertenecían a muy distintas entidades étnicas, entre ellas también indoeuropeas. Participaron probablemente los Tocarios pueblo indoeuropeo cuya existencia recién se nos reveló hace unos decenios por el hallazgo de manuscritos en su lenguaje, en la cuenca del Tarim: otro grupo importante de invasores serían tribus escitas, o sea Iranios septentrionales. En el año 771 a.C., uno de estos pueblos conquistó la residencia occidental del reino de Chou y ocupó la zona. El resulto fue la influencia de muchos elementos culturales procedentes de Cáucaso y de Europa oriental, que no se limitó a las regiones del Hoangho y Jangtsekiang, sino penetró -y con mucha fuerza- hasta China meridional y el norte de Indochina. En la part septentrional se formó alrededor de 500 a.C. , una gran cultura cuyo nombre se tomó de importante yacimiento en el norte de Annam, llamado Dongson. Esta cultura influenció a su vez sobre el sur de Indochina, Indonesia y Melanesia. JORGE ISAAC RAMIREZ . E Es de gran interés para el conjunto de nuestra exposiciones, que en el tiempo entre 700 a.C., hasta 200 d.C., en toda la faja de territorio ubicado entre Perú y México existían una serie de productos industriales de asombrosa semejanza con formas caucásicas y de Europa oriental. Este fenómeno ya había llamado la atención de algunos investigadores perspicaces del siglo pasado, como el famoso Rodolfo Virchow; no obstante quedó explicar mientras se pensó en el aislamiento cultural de América. Si descartamos esta idea fija, se abre una grandioso cuadro de las relaciones entre las altas culturas de ambos hemisferios. Las influencias y sugestiones partieron primero de las entidades políticas que florecían en las costas de Chía meridional. Después de la destrucción de las mismas fue la cultura de Dongson la fuente de estas corrientes que fecundaron América de las más variadas formas. Se puede decir que la evolución de las altas culturas americanas se funda en estas corrientes asiáticas, cuyas circulaciones occidentales explican a la vez ciertas curiosas coincidencias entre América y Europa oriental. Son tantas, que al idea de analogías casuales no se pueden sostenerse. De otra parte, tampoco puede pensarse en un desarrollo paralelo sobre la base de la demasiado invocada identidad sicológica de todos los hombres pues ésta difícilmente puede extenderse a detalles de invenciones técnicas y particularidades decorativas. La más antigua alta cultura sudamericana que merece esta denominación es la de Chavín en Perú, que ya florecía alrededor de 700 a.C., y poseía un carácter expresadamente jerárquico-religioso. Esto se deduce de sus monumentales construcciones al servicio del culto. Lucen ornamentos muy complicados que los observadores no especializados calificarán sin más como de origen chino. Hasta hay vasos completos que repiten formas chinas. También tropezamos en México con fenómenos similares en la última fase de la cultura preclásica, es decir, en la segunda mitad del último milenio a.C., también aquí se construyeron grandes templos, y ya con anterioridad aparece el trípode, típica forma vaso en China desde tiempos muy antiguos. La alta cultura aparece casi espontáneamente, ante todo en Perú, sin precursores milenarios como el Mesopotamia y en Egipto. Desde un principio se denominan técnicas difíciles, como la construcción en piedras y la silleteria. La cultura de Chavín conoce una clase muy 307 MEGHIN desarrollada de tejeduría: en los vasos mochicas vemos pinturas de telares de la misma morfología que los utilizados en Asia suroriental. Es notable el número de instrumentos, armas y objetos de atavío e invenciones técnicas comunes a las culturas de Dongson y del Perú. Se hallan hachas, alfilere, brazaletes, hebillas para cinturones, espejos, etc., casi idénticos. Hasta se debe suponer que la técnica metalúrgica en general es un don de Asia a América. Si un procedimiento tan difícil como la fundición en molde perdido se halla en ambos lados del Pacífico, no puede haber sino inventado dos veces. En realidad, esta técnica era conocida en la cultura de Dongson lo mismo que en la Gallinazo en Perú, al que se fecha alrededor de 400 años a.C. Es la primera cultura sudamericana peritar en la producción y fundición del cobre, mientras que ya se encuentran objetos de oro en la cultura de Chavín. También la técnica de la granulación del oro, arte que ejercían los Mochicas, solamente puede derivarse de Asia. Una curisísima costumbre que probablemente se origina en la cultura de Dongson y se encuentra difundida en el Ecuador, es la decoración de los dientes mediante incrustaciones de oro. Todavía es muy apreciado en Indonesia en tres distintas formas, todas aplicadas también en los tiempos precolombinos de Ecuador. Este hecho hace improbable que pudiera ser inventada independientemente en los dos lados del pacífico. En Ecuador aparecen además la casa con techo naviforme, tan característica para muchas regiones surestasiáticas y, según Vrocklage, también una creación de la cultura Dongson, así como otros elementos que se hallan en ciertas zonas del este asiático, como el apoyanucas y la urna funeraria múltiple. Tan numerosas y específicas son las coincidencias entre Ecuador y Asia oriental, que Estrada postula un desembarco de un pequeño grupo de inmigrantes exclusivamente en Ecuador. Otros rasgos culturales transpacíficos que pertenecen a esta oleada y se difundieron en muchas partes son la flauta de Pan, los instrumentos ocarinoides, la balsa a vela con tablas de quilla (guares) y una forma especial de palo para cavar, la cao de los mexicanos, con ensanchamiento lateral en la punta. El traslado de todos bienes no es explicable como algunos pretenden, por desembarcos meramente fortuitos desde naves arrojadas a las costas, sino solamente por la existencia de conexiones marinas JORGE ISAAC RAMIREZ . E bastantes sólidas, tal vez regulares. Se puede en clase de Vikingos o atrevidos comerciantes que presumiblemente ya en aquel tiempo conocían la riqueza aurífera de Sudamérica y la explotaron de cualquier manera. No es imposible que ciertos grupos se quedaran en el país y se apropiaran del poder, sea por su influencia y prevalecías cultural, sea mediante el uso de la fuerza. La repentina ocurrencia de centros religiosos en Perú y en Méjico indica de todos modos el nacimiento de poderes políticos, cuya creación difícilmente puede imaginarse sin la intervención de acontecimientos extraordinarios como habrán sido la llegada de extranjeros de poderosa fuerza civilizadora. En este conjunto merecen mención especial los sistemas calendarios mesoamericanos, que a pesar de su complejidad coinciden de manera asombrosa con los de China e Indonesia. Debe excluirse completamente que coincidencias tan extraordinarias se deban al azar; lo que solamente puede entrar discusión es cuando entraron a Sudamérica. Lo más probable parece ser que hayan sido traslados conjuntamente con los otros elementos chino e indochino; pero no se puede excluir que llegaron más tarde. Sería extenderse demasiado hablar sobre otras particularidades atinentes a la vida intelectual. Solamente mencionaremos que los mitos que giran alrededor de una gran felino, en América el jaguar y de los héroes gemelos, indudablemente tiene su cuna en Asia. Llegamos así a la tercera época, caracterizada por fuertes relaciones con el mundo cultural Hindú; posiblemente afectaron en primer lugar Mesoamérica, difundiéndose en la región andina en forma más indirecta y atenuada. Al principio tal idea parece asombrosa, pero está fundada en argumentos bastantes sólidos como mostraron Ekholm, HeineGeldern, Imbelloni y Krickeberg. Del budismo evolucionado irradiaron fuertes movimientos religiosos hacia todos los países colindantes con la India, en primer lugar a Indochina e Indonesia, que empaparon del Espíritu hindú, mezclando lo nuevo con sus propias tradiciones. Para nosotros este proceso se traduce especialmente en la recepción de un característico concepto del cosmos y ciertas formas del arte plástico y arquitectónico. En lo referente a lo del primer puntos trata de un matiza especial de la llamada cosmología templaría, que forma parte de las creencias indubudistas. Conforme a este ideario, el mundo se extiende 309 MEGHIN a los cuatro puntos cardinales, en cuyo centro se eleva al centro del Mundo y el Cielo, llamado Meru. El disco de la tierra se divide en cuatro cuadrantes separados pos los mares. Es te esquema primitivo y sencillo, ya concebido por las antiguas culturas mesopotámicas del milenio cuarto, fue elaborado y complicado por el Bramanismo y Budismo más recientes. Alrededor del cerro Meru, se halla siete montañas circulares, cuya altura disminuye desde el interior hacia el exterior; están separadas por siete mares circulantes. Más allá de la séptima y más externa montaña, se extiende el océano en el cual se encuentran los cuatro continentes en forma de islas. El círculo más interno, con el Meru como centro brillante como oro, es el hogar de los dioses; tiene forma de flor cuadrifoliada, de lotos, de la cual se eleva en varios peldaños el Cerro del Mundo y el Cielo. En cada peldaño vive cierto número de dioses, alojándose los más importantes en la cumbre. Este cuadro cosmológico fue imitado en la planta de las capitales y residencias del mundo indobudista: Indochina está llena de pirámides escalonadas que simbolizan el Meru. Uno de los ejemplos más grandiosos es Angkor, la capital del reino de los Kehmer, hoy en día Cambodya. Aquí se combina con el símbolo del cerro cósmico una avenida cruzada de cuyo centro surge la pirámide escalonada. Tenochtitlán, la que fuera capital del reino azteca, presenta exactamente el mismo plano. La conexión genético-histórica es clara. Hay muchas otras pirámides escalonadas en México, algunas de ellas con sorprendente parecido a las asiáticas. El hecho de que las sudamericanas se remonten a una edad considerablemente más antigua que las de Indochina no se opone a su origen asiático, pues solamente trata de una gestión de conservación: en India e Indochina existían muchas construcciones en madera que perecieron. Además, ya indicamos que los fundamentos espirituales, o sea que las ideas cosmológico-religiosa aludidas, poseen una muy alta antigüedad en todo el sur de Asia. En Mesopotamia aparece la pirámide escalonada ya en el cuarto milenio; piénsese en la leyenda de la torre babilónica. También se repiten en Mesoamérica otros elementos arquitectónicos de los templos y monasterios budistas. Como las balaustradas de serpiente, las columnas con pared de fondo, medias columnas como JORGE ISAAC RAMIREZ . E decoración de fachadas. Dioses colocados con encima de figuras humanas agachadas, el Macara mítico, monstruo marino del Budismo con un ser humano en la boca, el árbol celeste con cara de demonio en la cúspide del torneo y el friso de lotos, que a pesar de todas las diferencias estilísticas aparece, con asombroso parentesco del motivo, en Amaravati, templo de la costa suroriental de India y en Chitzén Itzá, en Yucatán. Agreguemos que el parasol en India y Asia surooriental representa una insignia de rango real, lo mismo que entre los Mayas. En los frescos de Chacmultun, en Yucatán, vemos este distintivo en las idénticas formas que hasta la fecha existen en la India. Otro emblema de la misma distribución son los abanicos de plumas en forma de estandartes. Un eslabón muy convincente entre Asia y América es el patolli de los aztecas, juego de tablas de carácter cósmico-calendario, que en el Viejo Mundo se conoce desde las islas Filipinas hasta Siria. Sería posible aducir muchos ejemplos más en el campo de la religión, de la mitología del arte, de la sociología y de las culturas técnica y económica. Su cantidad no permite otra explicación que la de directa conexiones entre el mundo indobudista y Sudamérica, aunque uno y otro elemento puede haber arribado con las corrientes más antiguas. Mencionaremos solamente un curioso hacho más: la aparición de una pequeña escultura de barro en México representado una cabeza, que todos los conocedores juzgan como obra de arte romana (Heine-Geldern). En el final de nuestras exposiciones parece oportuno referirnos a dos objeciones que se han alegado contra la posibilidad de inmediatos contactos transpácificos. En primer lugar se dudaba que los pueblos del tiempo precolombino, especialmente los neolíticos, ya poseyeran embarcaciones y los necesarios conocimientos náuticos como para poder atravesar el océano. Sin embargo, esta objeción no tiene fundamento alguno. Las corrientes marinas y los vientos favorecen considerablemente la navegación en el pacífico. La corriente ecuatorial que se dirige hacia el este, toca la costa americana precisamente en el punto donde las condiciones biográficas se presentan muy favorables para la aclimatación y la difusión de culturas que procedían de la zona tropical de Asia (Saber). No referimos a las actuales repúblicas de Panamá y Colombia. También se puede pensar en la ruta que utilizaba 311 MEGHIN los españoles en sus viajes entre las islas Filipinas y América, desde el siglo XVI. Aprovechando los vientos prevalentemente occidentales del norte de Hawai, navegaban hacia California y después a los largo de la costa hacia el Su; de vuelta tomaban una ruta más meridional, favorecida por los vientos alisios. De otra parte, no debemos menospreciar la capacidad navegadora de los pueblos primitivos, incluso de los neolíticos y, por supuesto, menos de los posteriores. Sabido es que los polinesios construían barcos más grandes y mejores que los que Colón tuvo a disposición. También los conocimientos náuticos de los Polinesios estaban muy desarrollados. Por cierto que alrededor del año 2000 a.C., no existían aún los Polinesios como etnia y en general, el pacífico oriental no estaría poblado en esa época. Pero el mundo insular de Oceanía occidental es la patria de muy antiguas culturas, en parte hasta preoneolíticas. Se de debe aceptar que los pobladores de esta zona eran excelentes marinos ya en el tercer milenio a.C., De otra manera no habrían podido realizar los viajes a Polinesia, cuyo poblamiento- no obstante las equivocadas ideas de Heyerdahl- no se realizó desde América, sino desde el oeste. También sabían cómo volver de América. La difusión precolombiana de la papa dulce de América en Oceanía, es tal vez un indicio en favor de esta suposición. El segundo argumento principal contra la posibilidad de influencias neolíticas y más recientes del Viejo Mundo de nuestro continente, reside en la observación que varios de sus más importantes bienes culturales no se hallan en el hemisferio occidental. Entre ellos descuellan los cereales como el trigo y la cebada, tan antiguos en oriente o como el arroz, cereal clásico del suroeste asiático y China desde unos 500 años. Además, faltan en América los animales domésticos asiáticos, excepto el perro y los dispositivos tan útiles como la rueda y el carro. Pero estos hechos no pueden ser considerados como decisivos si se observa la caprichosa manera como se realizo la difusión de muchas invenciones, hasta el Viejo Mundo. La rueda y el carro eran conocidos en Mesopotamia ya a finales del siglo cuarto a.C. No obstante, no llegaron al cercano Egipto antes de más o menos 1600 a.C., es decir, con atraso de 1500 años. Por lo demás, curiosamente existen en México antiguos juguetes sobre ruedas. El traslado de animales domésticos a América por el Pacífico habrían JORGE ISAAC RAMIREZ . E sido difícil problema de transportar por las condiciones primitivas, pero los indios imitarían la ganadería, por lo menos en cuanto les era posible, mediante la domesticación de la llama y algunos otros animales, para no hablar del perro. Si los cereales asiáticos no pasaron al Nuevo Mundo, fue tal vez, entre otras causas, por el decisivo hacho que el maíz, los porotos, el mirasol y muchos otros vegetales desde antiguo - en partes desde tiempos preneolíticos -, ofrecían -, una alimentación satisfactoria. Además, es conocida la reserva con la cual los pueblos primitivos y los más desarrollados mantienen su tendencia contra innovaciones alimenticias. En general, no sería un buen método apoyar el problema de las relaciones entre ambos hemisferios sobre factores negativos en vez de los positivos. La ausencia de un elemento cultural nada comprueba, y muchas veces no es difícil explicarla; en cambio, la presencia prueba, y muchas veces no es difícil explicarla; en cambio, la presencia de una enorme cantidad de avanzados rasgos culturales, tanto económicos como sociales como intelectuales, en parte muy particulares y complicados, es un argumento absolutamente seguro en favor de las relaciones íntimas a través del Pacífico. En el camino por el estrecho de Bering tiene que ser descartado en la mayoría de los casos por múltiples razones, ante todo por el carácter primitivo, o sea meramente cazador, de las culturas subárticas de Norteamérica, y la evidente dirección sur-norte de la irradiación de los pertinentes bienes en América. Por supuesto, América transformaba las dádivas y sugestiones asiáticas, tanto las más antiguas del tiempo precerámico, como las más recientes culturas agrícolas. Sobre su base desenvolvió entidades culturales con su propio sello, aunque transparentan ciertas coincidencias con el Viejo Mundo en el carácter básico de estas nuevas unidades. Repiten esencialmente los grandes ciclos culturales del hemisferio dador. Todo eso es natural, porque la evolución cultural, vista universalmente, despliega que son: primero lo antiguo, lo tradicional, lo anterior; en segundo término el ambiente natural cuyo cambio, sea causado por procesos geológicos y climáticos o por migraciones es un enorme estímulo de alteraciones: y en tercer lugar el hombre mismo el hombre con su incansable empuje creador, su impulso social y su libre fantasía. Así, tampoco la moderna América 313 MEGHIN no es solamente la resucitación de la antigua ni la prolongación de Europa; es otra cosa algo en cambio hacia nuevo futuro que no podemos calcular. Porque aunque tal vez podamos formular ciertas reglas de evolución, conocer ciertas analogías en el desarrollo de la cultura y hasta pronosticar ciertos acontecimientos, siempre queda un elemento incalculable: el espíritu humano, el vuelo de su libre voluntad. JORGE ISAAC RAMIREZ . E CONEXIONES Y CONVERGENCIAS CULTURALES ENTRE AMERICA DEL NORTE Y AMERICA DEL SUR tomado de Betty J. Meggers(1976 ) problemas culturales de la america precolombina En el verano de 1958, un pequeño grupo de arqueólogos se reunió alrededor de una mesa en San José de Costa Rica, frente a un puñado de tiestos que habían sido dispuestos para su comparación. Los restos eran pequeños y no particularmente coloreados, pero ostentaban tenues bandas de un dedo ancho que se destacaban por un brillo iridiscente. Algunos provenían de la Costa de Ecuador, otros de la Costa de Guatemala. Su semejanza llevó a los arqueólogos a concluir que debió haber habido contactos directos entre los habitantes de estas dos áreas, mil o más años antes del comienzo de la era cristiana. El análisis de los elementos asociados en ambas áreas descubrió otros paralelismos que sirvieron para verificar la corrección de la conclusión (Coe, 1960). A pesar de que la inexactitud en las dotaciones autoriza a los expertos a no estar de acuerdo en cuanto al sentido de las influencias, pocos pueden negar el hecho de la existencia de los contactos. No todos los análisis comparativos obtienen resultados tan unánimes. Los expositores -y en algunas ocasiones otros antropólogos -no tienen en claro por lo general qué tipo de semejanzas puede ser interpretado como indicador de relaciones, dado que no se han planteado las premisas teóricas sobre las que debe basarse evaluación. Más aún: factores extraños influyen a veces sobre decisión que debe estar fundada sólo sobre la evidencia misma: tal es el caso de la oposición a reconocer la realidad de los contactos transpacíficos debido a la presunción de que el Océano Pacífico representa una barrera infranqueable. Puede entonces aparecer una conclusión arbitraria, en tanto el análisis comparativo está basado sobre un cuerpo de información teórica y una serie de premisas no explicitadas, que el 317 MEGGERS antropólogo utiliza para arribar una decisión. Sería más apropiado resumir las más importantes de esas premisas en una introducción previa al análisis de algunas conexiones y convergencias culturales que pueden ser observadas entre América del Norte y América del Sur en época precolombina. Examinamos más detenidamente la cuestión de la pintura iridiscente antes mencionada. Fue descubierta primeramente en la Costa de Ecuador, donde aparece repentinamente en la secuencia arqueológica, sin antecedentes visibles, en asociación con elementos cerámicos que tienen amplia distribución en Mesoamárica y en Perú durante el horizonte formativo. Se ha descartado la posibilidad de invención local porque las peculiaridades de la técnica y la excelencia de la ejecución no parecen ser congruentes con esfuerzos experimentales. Dado que este tipo de decoración es desconocido en el cercano Perú -donde alfareros de gran destreza experimentaron con amplia gama de métodos de decoración- , aquella conclusión parece segura, pues no se trata de una técnica que pueda ser fácilmente descubierta durante la práctica del arte cerámico. La incisión, el punzonado y la pintura roja, por oposición, parecen haber sido elaborados repetida e independientemente por los antiguos ceramistas para embellecer sus vasijas. Tres criterios -unicidad del rasgo, ausencia de antecedentes locales, y carencia de causalidad funcional- constituyen tres de las principales consideraciones sobre las que deben basarse todo juicio sobre relaciones entre uno o más hallazgos. Un cuarto criterio fue satisfecho después del descubrimiento de la existencia de alfarería con la misma decoración en la costa de Guatemala: es la presencia en común de otros elementos. En otras palabras: se produjo una repetición de complejos de rasgos que influyen no solo a la decoración de la cerámica sino también a formas comunes de recipientes y otros tipos de artefactos. Pese a que a veces se ha sostenido que la repetición de rasgos aislados en dos áreas separadas por gran distancia puede ser resultado de invenciones independientes, la coincidencia de invenciones independientes, la coincidencia de un complejo de rasgos similares generalmente inclina la balanza a favor de la presunción de las relaciones concretas, pues la invención independiente en dos o más lugares de varios rasgos únicos sin asociación funcional está más JORGE ISAAC RAMIREZ . E allá de toda probabilidad razonable. Técnicas complicadas de decoración de alfarería -como la pintura postcocción con variedad de colores, o el rellenamiento de incisiones con pigmentos rojos o blancos- son fácilmente incluidas en la categoría de elementos cuya presencia en dos regiones constituye probable indicador de difusión, pero otros rasgos son menos fácilmente evaluables. Cuando consideramos tipos de decoración como el punzonado, la incisión o el corrugado, tendemos a disminuir su valor como indicadores de relaciones, pues son simples y están ampliamente distribuidos, y pueden ser interpretados también como invenciones independientes. Esto puede ser correcto, pero puede también ser demasiado conservador, y las técnicas pueden no ser tan obvias como pretendemos que lo son. La objeción funcional a la inferencia de relaciones culturales se observa más claramente en la cultura no material. La organización sociopolítica, por ejemplo, está en función de la densidad de población, seguridad de la provisión de alimentos, y varios otros factores que no pueden difundirse directamente. Tipos similares de estructura social como la esclavitud, la monarquía o las organizaciones militares, se desarrollan independientemente y, en apariencia, de manera inevitable (al igual que otras cosas) cuando el contexto cultural es el adecuado. Otros rasgos representan adaptaciones a ambientes similares, como las casas-pozo del noroeste de Argentina y el sudoeste de Estados Unidos, o las canoas de corteza de la cuenca del Amazonas y de los Bosques Orientales de Estados Unidos. Los individuos que viven en ambientes similares tienen similar necesidad de protegerse de los elementos , y si están en posesión de grados comparables de desarrollo técnico es probable que recurran a métodos similares para resolver sus problemas de supervivencia. Esto provocan paralelos posiblemente tan específicos como los que son considerados como indicadores de difusión, pero en ,los que no se aplica el criterio de ausencia de causalidad funcional. Con esta introducción pasemos a examinar algunas de las semejanzas culturales entre América del Norte y América del Sur. Entre ellas se encuentran los indicios que utilizan los arqueólogos para reconstruir la prehistoria del Nuevo mundo desde su primer poblamiento (marcado por la difusión de industrias líticas desde América del Norte hasta Tierra 319 MEGGERS del Fuego) hasta la introducción de la metalurgia en la costa occidental de América del Sur en tiempos pre-europeos. Los criterios son puramente arqueológicos, y las conclusiones dependen de la distribución geográfica y la posición temporal relativa en las secuencias locales de los diversos rasgos. En la mayoría de los casos, las áreas investigadas son contiguas y las lagunas en la distribución de rasgos pueden ser atribuidos con facilidad a diferencias de conservación o a insuficiencia de la investigación de campo. Otros dos tipos de paralelismo pueden ser distinguidos la duplicación de constelaciones de rasgos entre los grupos primitivos que viven en los confines opuestos del Nuevo Mundo, la repetición de elementos en la evolución cultural de dos áreas muy alejadas unas de otra. Estas dos formas de paralelismo competen la característica de que han tenido lugar en el interior del continente y no en las costas marinas, y son raras o están ausentes en las áreas intermedias, de manera que no parecen encajar exactamente en el tipo de explicación que suelen dar los antropólogos. Los rasgos son demasiado poco usuales como para ser resultado de invenciones independientes, y están separados por distancia demasiado grande como para ser fruto de difusión de un centro hacia otro. De manera que debemos tenerlos en cuenta para toda teoría coherente sobre la evolución cultural. El primer tipo de paralelismo, aquel que incluye la presencia de cantidad de rasgos únicos entre los grupos primitivos que perduran en el norte de América del Norte y en el sur de América del Sur, fue objeto de considerables investigaciones hace algunas décadas (Copper, 1941); Ehrenreich, 1905; Nordenskiold, 1910, 1912 y 1931). Nordenskiold en particular dedicó muchos esfuerzos a la identificación de rasgos predominantes entre los grupos marginales no agricultores del gran Chaco, Patagonia y Tierra del Fuego, en el extremo sur de América del Sur, y entre las tribus nómadas del norte de América, porque aparecían poco o nada en las áreas intermedias. La mayoría de los rasgos en cuestión no son esenciales en lo que hace a la supervivencia, y por lo tanto no son explicables como adaptaciones independientes a similares independencias a similares exigencias de subsistencia o modelos comunitarios. Dentro de los sesenta y cuatro rasgos tabulados por Nordenskiöld (1931) se encuentran elementos tales como cuartos para sudar, bordado sobre cuero, flechas con tres plumas, gelatina de JORGE ISAAC RAMIREZ . E pescado, obtención de fuego por medio de pirita y pedernal, canoas de corteza cosida, señales de humo, captura de cueros cabelludos, diversos tipos de juegos (tales como una forma de hockey) y juegos de azar que utilizan dados. Otros investigadores han señalado llamativas semejanzas en los ritos de pubertad (Loeb, 1931), en los conceptos religiosos (Schmidt, 1936) y en folklore (Métraux, 1939); estos últimos incluyen aventuras de un burlador. Las conclusiones a que han legado estos investigadores están bien resumidas por Copper (1941): Estas numerosas y específicas semejanzas culturales entre los marginales del lejano norte y del lejano sur de América parecen no satisfactoriamente explicadas por otra hipótesis que la de una perduración desde días prehortícolas con parcial retención del modelo de vida. Según esta hipótesis, en tiempos tempranos de ocupación del continente-no necesariamente los más antiguos-podrían haber prevalecido sobre toda o casi toda América una cultura prehortícola con patrimonio común considerable y alto grado de uniformidad. Más tarde, hace quizás unos dos mil quinientos años o más, surgieron en las regiones centrales del continente la horticultura y otras artes avanzadas que expandieron remplazando, desplazando y haciendo desaparecer a la cultura arcaica temprana, pero difundirse por toda el área continental. Las regiones norte y sus extremas quedaron fuera de los límites de esta difusión, así como también cierto número de enclaves remotos y aislados dentro de la gran área central. Aquí persistieron, relativamente intacta, las culturas interna y externamente marginales durante veinticinco o más siglos, conservando en parte su antiguo modo de vida. Si queremos garantizar la razonabilidad de estas conclusión, podemos proyectar hacia atrás estos elementos de la cultura no material hacia los complejos prehortícolas encontrados arqueológicamente en toda América. Esta posibilidad no sólo aumenta enormemente nuestra comprensión del modo de vida de escasa antiguas poblaciones, sino que nos da una nueva visión de la estabilidad aparentemente sin consecuencias que pueden tener los rasgos culturales, y plantea el problema de por qué puede ser éste el caso. Relativamente poco trabajo se ha realizado en este campo, pero algunos factores explicativos parecen satisfactorios (cf. Swadesh, 1951). La 321 MEGGERS supervivencia de rasgos se concentra en los aspectos no materiales de la cultura, que alimentan la mente pero no fortalecen al cuerpo bajo las exigencias de la vida nómada. Se ha demostrado que las formas tradicionales de comportamiento proveen un sentimiento de seguridad en las épocas de crisis, y que estos factores psicológicos pueden haber favorecido la retención de elementos rituales. Los juegos son bien conocidos escapa par ala agresividad que provoca la vida en común, pero a la cual no se permite expresión directa. Otros elementos pueden haber persistido porque estaban bien adaptados dentro del esquema general del organismo cultural del que formaban parte, debido a mecanismos de aprendizaje muy estrictos (Bruner, 1959). Todo este problema es intrigante y significativo, y requiere atención mucho mayor que la ha recibido. Si dirigimos nuestra atención hacia regiones más cercanas de América del Norte y de América del Sur, hallamos otro problema de conexión cultural o convergencia. Porciones del sudoeste de Estados Unidos tienen ambiente tan similar a porciones del noroeste de Argentina, que las fotografías de cada una de ellas no pueden ser distinguidas. Los montes aislados y mesetas, las bardas rocosas, las laderas abruptas poco irrigadas, el clima semidesértico y aún la apariencia de la vegetación son casi idénticos. Se ha afirmado que algunos cactos y espinillos están estrechamente relacionados desde el punto de vista botánico. Lo que es destacable, sin embargo, no es la semejanza ambiental, sino el parecido ambiental. Por ejemplo, el siguiente párrafo podría ser aplicado a parte del sudoeste de Estados Unidos: Al comienzo de este periodo ... se usaron extensamente casas-pozo comunales, sin paredes ni piso de piedra .... Más tarde se trasforman en un tipo de habitación consistente en pequeñas casas retangulares con pisos y/o paredes de piedra construidas sobre la superficie del suelo. El estadio final se caracteriza por la aparición de pueblos de doscientos cincuenta o más viviendas situadas sobre cerros más o menos protegidos, con o sin murallas defensivas. Las habitaciones tenían paredes de piedra y estaban ordenadas de acuerdo a un plan variable pero típico en complejos irregulares aglutinados (González, 1963). JORGE ISAAC RAMIREZ . E Fig. 1: Artefactos procedentes de sitios arqueológicos del Noroeste argentino; a) hoja lítica; b d) puntas de proyectil, e) afilador de punzones,f) hacha de piedra con surco, g) alizador de arenisca) h ) piedras de molienda j) puñal de hueso, k) cuchara de cerámica, l) tortero de cerámica, m) fragmento de cerámica con impresión de cesteria, n)fragmento de cerámica con impresión de redes, o)figurina de cerámica, p) jarra de cerámica, q)cántaro de cerámica con asas de cintas horizontales. Según Palavecinoy Serrano. 323 MEGGERS Fig. 2: Artefactos procedentes de sitios arqueológicos del Sudoeste de Estados Unidos: a) hoja litica, b d) tipos de punta de proyectile) afilador de punzones,f) hacha de piedra con surco, g) alizador de arenisca) h ) piedras de molienda j) puñal de hueso, k) cuchara de cerámica, l) tortero de cerámica, m) fragmento de cerámica con impresión de cesteria, n)fragmento de cerámica con impresión de redes, o)figurina de cerámica, p) jarra de cerámica, q)cántaro de cerámica con asas de cintas horizontales. Según Judd, Mera, Kidder, Hough, Glawin. JORGE ISAAC RAMIREZ . E Esto no se refiere en modo alguno al sudoeste de Estados Unidos, sino a la región Valliserrana del noroeste de Argentina durante el periodo Bélen-Santamaría. Los parecidos entre estas dos áreas se encuentran también en el inventario ergológico: morteros y metales de piedra con surco, pulidores de arsenisa, pequeñas puntas de proyectil pedunculadas de piedra, punzones de hueso, campanas de cobre, cestería en espiral y entretejida en damero, redes anudadas y figurinas toscas de cerámica modelada con decoración punzonada en el tocado. Estos objetos no son meramente similares: son prácticamente idénticos en forma y construcción (figs. 1 y 2). Otros llamativos parecidos existen también en la alfarería: en ambas áreas parecen decoraciones pintadas policromas (negro y rojo sobre blanco) y en negro sobre blanco o negro sobre rojo; también en ambas áreas encontramos dibujos geométricos que utilizan líneas paralelas, motivos escalonados y zonas reticuladas. Las formas comunes de vasijas incluyen tipos tan poco usuales como una jarra con asa de cinta vertical que une un alto cuello de paredes algo cóncavas con un cuerpo corto y redondo; una jarra globular en forma de cantimplora, con asas redondas horizontales colocadas en la parte inferior del cuerpo; y una cuchara o cucharón. En vista de recientes argumentos acerca de contactos entre Mesoaméricana y el occidente de América del Sur, o entre el Nuevo Mundo y Asia, se puede preguntar por qué este notable paralelismo no ha sido tan enfatizado como los nombrados. Los rasgos incluidos aquí son tan singulares y complejos como aquellos que se utilizan para realizar comparaciones interareales, y la mayoría de ellos tienen Cuanto más- distribución dispersa en el área intermedia. Sean las que fueren las causas para justificar esta falta de atención, el hecho es que en este caso no se ha tomado partido de manera definida. Puede entonces ser expuestos de manera más objetiva que otros casos de paralelismo, y las varias consideraciones contenidas en el análisis de las instancias pueden ser examinadas desapasionadamente. No intentaremos analizar exhaustivamente el material, y sólo habremos de apuntar las explicaciones posibles o probables, no estudiarlas por completo. Comencemos con el ambiente. A pesar de que el ambiente no determina los rasgos culturales, ofrece una serie de posibilidades, que pueden ser explotadas de modo similar por hombres que tengan 325 MEGGERS necesidades y capacidades similares. Por ejemplo: el calor y el frío extremos de un clima semidesértico hacen deseables a los refugios y también algún tipo de ropa. La poca cantidad de árboles y la abundancia de rocas de forma y tamaño convenientes esparcidas en el terreno canalizan la elección del material de construcción. Las formaciones geológicas proporcionan ciertos tipos de minerales, como ser arcilla y pigmentos para la alfarería. Hay tipos similares de fauna que producen cueros que han de ser cosidos con ayuda de similares tipos de punzones. Parecidos tipos de granos y semillas silvestres están disponibles, y su preparación requiere formas semejantes de utensilios de molienda. El problema del transporte y la conservación del agua se resuelve mejor con la utilización de jarras globulares de cuello angosto que combinan un máximo de capacidad con un mínimo de exposición a la evaporación. Ante ambientes tan parecidos topográfica y climatológicamente como los de noroeste de Argentina y el Sudoeste de Estados Unidos, con limitaciones tan específicas para la explotación humana, resulta inevitable que se produzca independientemente cantidad de paralelos culturales. Queda sin embargo otra cantidad considerable de rasgos que nos parece ser fruto de adaptaciones ambientales, para los que debe darse otro tipo de explicaciones. Dado que por lo general se presume que rasgos ni adaptativos tan específicos como la pintura en negro sobre rojo, por ejemplo, mientras no se pruebe lo contrario están relacionadas por la difusión, es necesario buscar el camino por el cual ésta se realizó. Debemos distinguir dos tipos de difusión: la derivada de la dispersión de poblaciones preagrícolas por sobre todo el continente, ya mencionada, y la que emanó de centros de alta civilización de América nuclear. Algunas tecnologías básicas compartidas por el noroeste de Argentina y el sudoeste de Estados Unidos, como ser puntas de proyectil de piedra tallada, hachas con surcos, técnicas de cestería y de confección de redes, son indudablemente atribuibles a un antiguo patrimonio común, pues están ampliamente distribuidos en otras partes de América y arqueológicamente están documentados como muy antiguos. Puede pensarse que algunos otros rasgos derivaron desde América Nuclear. La técnica de la confección de cerámica es el más obvio de los integrantes de esta categoría, porque aunque sea motivo de JORGE ISAAC RAMIREZ . E incertidumbre el lugar exacto de origen se ha demostrado que la confección de cerámica llegó al sudoeste de Estados Unidos desde Mesoamérica, y que penetró en Argentina desde Bolivia y Perú. En el área nuclear, el intercambio de información cerámica comenzó en el periodo Formativo, antes del primer milenio A.C.; las técnicas de englobe en rojo y en blanco y la pintura en uno o más colores estaban ampliamente difundes en época anterior a su aparición en ambas regiones periféricas. Por lo tanto, lasa semejanzas en el estilo cerámico, en lo que hace a la técnica y a las formas de decoración, pueden sin dificultad ser atribuida a in fluencias paralelas procedentes de los adyacentes centros de alta cultura. Origen similar puede ser atribuido a las pequeñas campanas de cobre. Se ha demostrado que los objetos de cobre llegaron al sudoeste de Estados Unidos desde México, debido principalmente al comercio interareal (Pendergast, 1962). En toda Mesoamérica, el trabajo de los metales es tardío, y aparece en lugares y en contextos que implican una introducción desde el sur. La metalurgia en el noroeste de Argentina proviene de Perú y Bolivia (González, 1963). Así, tanto la técnica de trabajo del cobre como la forma del artefacto pueden ser rastreadas hasta una fuente común. Esta pauta difusa es más tardía e independiente que la dispersión de las semejanzas , y la reconvergencia de las dos distribuciones es por lo tanto producto en laguna medida del azar. Otras pocas características comunes, que no pueden ser explicadas ni por la adaptación ambiental ni por la difusión, son productos del proceso de desarrollo de la cultura. En esta categoría entran las similares pautas de aumento en el tamaño de los asentamiento, como se evidencia en el paso desde pequeñas casas de piedra a estructura habitacionales de múltiples cuartos. En ambas áreas, la experiencia produjo técnicas agrícolas más eficientes, aumento de las cosechas y obtención más segura y abundante de alimentos. Esto, a su turno, permitió el aumento de la población e hizo posible el progreso de las artes y artesanías y la aparición de formas de riqueza. Estos lujos fueron advertidos por grupos vecinos nómadas y más pobres, y los habitantes de ambas áreas debieron tomar medidas defensivas, que se reflejan en la ubicación de los poblados en la cima de colinas y en los muros defensivos. Si añadimos el hecho de que los materiales de 327 MEGGERS construcción eran similares, todos estos factores comunes produjeron construcciones de apariencia notablemente semejante. La identificación de los paralelismos que son el resultado de la adaptación ambiental, la difusión y las tendencias inherentes al proceso de evolución cultural, dejan muy poco sin explicar. Dos excepciones vienen a nuestro encuentro: las pequeñas figurinas de céramica y la vasija en forma de jarra. Un examen detenido muestra que ambos artefactos tienen una gama de variación en la que pocos especímenes presentan todas las características comunes. Dada la relativa complejidad cultural de las dos áreas que estamos considerando, no resultaría abusar demasiado de las probabilidades sugerir que ambos rasgos podrían haber sido inventados independientemente. Esta conclusión está reforzada por el hecho de que nada por el estilo aparece en las áreas intermedias, así como por la completa ausencia de todo otro indicio de contactos directos entre el sudoeste de Estados Unidos y el, noroeste de Argentina en periodos pre-hispánicos. Al tocar el tema de las relaciones entre Mesoamérica y el noroeste de América del Sur, conviene mencionar otro aspecto del caso Estados Unidos -Argentina que puede servir para descartar la existencia de conexiones directas. Nos referimos al hecho de que los rasgos que muestran una similitud estrecha en general no aparecen asociados, por el contrario, aparecen en momentos diferentes y en complejos arqueológicos locales distintos. Este último factor fue suprimido en la exposición anterior, aunque ha sido muy citado como prueba contraria a la existencia de contactos directos, porque no es necesariamente revelante (tal como va a demostrarlo el análisis de las relaciones entre Mesoamérica y Ecuador). Los primeros indicios de contacto directo entre Mesoamérica y Ecuador se advierten ya durante el periodo Formativo temprano (Coe, 1960; Evans y Meggers. 1962), cuando el cultivo efectivo del maíz parece haber sido introducido desde el norte. Luego de este lapso, durante el cual se intercambió gran cantidad de formas de vasijas y tipos de decoración, sobrevino un periodo relativamente largo de aislamiento; en la actualidad, al menos, no contamos con indicios claros de la introducción en la costa ecuatoriana entre 1200 y 500 A.C. de elementos provenientes de Mesoamérica. Este fue el periodo en el que el cultivo del maíz se difundió sobre la costa y en el interior, dando como JORGE ISAAC RAMIREZ . E consecuencia la viuda en aldeas sedentarias. Sobre esta base se tendió a una elaboración cultural y una diferenciación regional que caracterizaron al periodo siguiente. Alrededor del 500 A.C.; en la costa ecuatoriana los complejos locales se habían diferenciado claramente en lo hace a la cultura material y al nivel sociopolítico alcanzado. Los complejos más avanzados ocupaban las costa central y norte, que corresponde a las provincias de Manabí y Esmeraldas, donde hacia esa época comenzaron nuevamente a aparecer rasgos mesoamericanos. En México puede observarse la contrapartida de este contacto en forma de nuevos elementos de apariencia sudaamericana (Borhegyi, 1959 -60; Evans y Meggers, Ms.). No existe aún repuesta satisfactoria al problema de cuán intensa fue esta intercomunicación y cuán extensos fueron sus efectos, no sólo por lo incompleto de nuestros conocimientos sobre los complejos locales y sus secuencias en ambas áreas, sino también debido a las transformaciones producidas en los elementos recibidos por las culturas receptoras (las que a veces conducen a resultados que pueden ser interpretadas como fruto de convergencias e invenciones independientes). Otro problema que debemos enfrentar al evaluar los indicios es la falta de coincidencia en la distribución de muchos rasgos. Por ejemplo, tumbas de cámara y de pozo ,las “hachas moneda” de cobre,las figurines moldeadas y las pipas acodadas son más tempranas en Ecuador que en México, pero en ninguna de escasa áreas aparecen todos esos rasgos en un único complejo arqueológico, opuestamente, la incrustación ornamental de los incisivos, los sellos de cerámica y la construcción de montículos funerarios aparecen en México varios siglos antes que en ecuador, pero nuevamente parecen estar distribuidos independientemente en tiempo y espacio. Muchas otras semejanzas han sido notadas entre las dos áreas, tal como la presencia de figuras atadas a lechos, pintura post-cocción en verde, amarillo, negro y blanco, incensarios tripulados, espejos de pirita y obsidiana máscaras realistas o fantásticas de cerámica, figuras de guerreros con vestidos de plumas y tocados de apertura romboidal para la cara. Ninguno de estos elementos puede ser explicado como adaptación a posibilidades ambientales similares, ni tampoco como forma particular que satisfaga una necesidad humana universal. La difusión desde 329 MEGGERS una fuente común en un área intermedia está excluida por el hecho de que pocos de esos rasgos aparecen en América Central y Colombia, y porque cuando aparecen son aparentemente posteriores tanto a los mexicanos como los ecuatorianos. Una o dos semejanzas llamativas pueden ser explicadas como convergencias o invenciones independientes, pero varias docenas de rasgos no pueden ser así interpretados sin que se destruya todo el armazón teorético dentro del que operan los antropólogos. La conclusión que estas semejanzas sugieren es, en consecuencia, que debió haber existido contacto directo entre ambas áreas, que este contacto duro tiempo considerable, que, los puntos de origen y recepción , y que las posibilidades de la difusión cultural difirieron según los gustos de los individuos que realizaron los viajes (cf. Willey, 1955, y Porter, 1953). Otros rasgos ampliamente distribuidos en América del Norte y del Sur cuentan otras historias de contactos, difusión y posibilidades de convergencias o divergencias en la evolución cultural. El juego con pelota de caucho es uno de los que han sido estudiados (Stern, 1948). Otros, como el uso de telas de corteza o el uso de cerbatanas (Riley, 1952),requiere mayor investigación que la que ha recibido. Se ha prestado atención a semejantes en complejos con distribución discontinua ,tales como las que existen entre las artes Olmeca y Chavín (Kidder II, Lumbreras y Smth, 1963),entre los estilado cerámicos del amazonas medio y el bajo Missisipi (Parlmatary, 1939 y 1960) o entre la configuración cultural general predomínate en el período pre-europeo tardío entre el sudeste de Estados Unidos y la costa Caribe de América del Sur (Steward, 1947). El significado de estos paralelos no estodavía claro, como tampoco lo es la repetición de rasgos tales como las piedras dentadas que aparecen en los cocheros costeros del Arcaico de California meridional y de chile (Irribarren, 1962); o las vasijas con borde almacenado del noreste de Estados Unidos (Holmes, 1903; Mac Neish, 1952) y de la cultura Valdivia de la costa de Ecuador (Estrada, 1961);o la cultura Anasazi del sudoeste de Estados Unidos. Sea que todo represente desarrollos convergentes, influencias desde fuentes comunes no contactos directos, la conclusión es importante para poder alcanzar completa compresión de desarrollo cultural del Nuevo Mundo (cf, Goggin, 1949) La evaluación de las semejanzas culturales es una tarea dificultas en JORGE ISAAC RAMIREZ . E tanto depende del peso que se asigne a gran variedad de factores. Los juicios deben ser realizados frecuentemente sobre bases irrelevantes; tal, por ejemplo, la objeción que los investigadores de contactos traspacíficos están cansados de oír: ¿como puede explicarse el hecho de que en toda América pre-europea no hubiese banda que se pareciera aun vehículo con ruedas? (Means, 1916). O el comentario muy frecuentemente escuchado, aun de parte de antropólogos “Siendo optimista y humanista, prefiero creer que el genio puede surgir en cualquier ambiente merced a la infinita variabilidad genética del hombre” (Coon, 1962). Las pruebas consistentes en encontrar una serie de sitios que relacione un hallazgo con otro, ni en la identificación de los objetos realmente comerciados, pese a que esos indicios son útiles para reconstruir la maenera en que se realizaron y mantuvieron contacots. El análisis comparativo se funda en un cuerpo de principios teóricos que deben ser objtivamente aplicados en cada caso. Es rara la capacidad de aprovechar indicios significativos, la que permite a algunos iindividuos suponer conexiones que sus compañeros de trabajo pasaron por alto, sin que ello sea simple accidente o se deba a la suerte (como tan frecuentemente cree el lego que ocurre). Dado que esto parece tan fácil, la literatura está inundada por intentos seudociéntificos por demostrar conexiones, y los antropólogos temen más a lo necesario comrprometerse con estos análisis (cf. Wauchope, 1962). Sin embargo, penetrar en las vidas de nustros predecesores es uno de los desafíos más fascinantes que podemos afrontar. Estamos menos interesados en los detalles acerca de cómo daban forma a sus utensilios y construían sus casas que en conocwer algo de los horizontes, que limitaban su mundo. ¿Cómo sentían, en qué creían, adónde iban, y qué encontraban? Nuestra imaginación está atraída por la idea de que gentes de Asia hayan tocado las playas del Nuevo Mundo varios milenios antes de Cristo (Estrada, 1961) o que localizadores proveniestes de los Andes Septentrionales bajaron a la cuenca del Amzonas para afrontar los mimos problemas que hoy hoy encaran los colonizadores europeso (Meggers y Evans, 1958), o que marinos ecuatortianos realizaran largas expediciones comerciales no muy diferentes a las de los fenicios del antiguo Oriente Medio ... No es realmente importante que nuestro interés esté motivado por la 331 MEGGERS necesidad de olvidar llas apabullantes complejidades del mundo de nuestros días, por el deseo de rescatar del olvido a gentes como nosostros que contribuyeron a formar una cultura que hemos heredado, o por el deseo de saber si las gentes de todo tiempo y lugar - culesquiera hayan sido su cultura po raza- estaban motivadas por necesidades y aspiraciones similares. Resolver el misterio del pasado humano es uno de los problemas afrontar, y la oportunidad de contribuir a su solución es uno de los aspectos más gratificantes en la tarea del antropólogo. BIBLIOGRAFÍA Borhehegyi, Stephan F. De (1950 -60), Pre-Columbian Cultural Connectionsa Betacen Mesoamerica and Ecuador, Middle, Amer. Res. Inst. Pub. Nº 18, Nueva Orleans. Bruner, Edwar M. (1956), “Cultural Transmission and Cultural Change”, Southvestern Jour. Anthrop, nº 12, pp. 191-9. Coe, Michael D. 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En este texto nos ocuparemos de examinar las causas de este cambio, así como de la integración de la disciplina en la sociedad que pertenece. Señalaremos lo referente a la producción de conocimientos en la sociedad, argumentando que las verdades aceptadas por una sociedad son el resultado de una serie de interacciones entre intereses sociales, políticos, económicos e ideológicos, en otras palabras, pretendemos hacer una reflexión histórica del nacimiento de una visión contemporánea de la geografía. encaminada a develar las conexiones subyacente entre el saber, el poder y el interés de la humanidad. Esto es, entender que las disciplinas académicas no sólo existen porque los profesionales creen en su validez, sino también porque las sociedades a las que pertenecen confían en su utilidad. Pese a los factores institucionales causantes de la evidente inmutabilidad de las fronteras actuales entre las disciplinas, nada hay de absoluto ni sagrado al respecto; todas las disciplinas son creaciones humanas y han sido objeto de discusiones, y no existe ningún 337 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA criterio único para el establecimiento de dichas fronteras. En términos generales, las disciplinas se identifican y justifican bajo las siguientes premisas: 1.- Una disciplina es la actividad colectiva de las personas que la practican. Este uso del término, como actividad dentro de la disciplina, se califica de académico. En este sentido, está premisa hace hincapié en la disciplina como fenómeno social reflejo de las estructuras institucionales y políticas de las que procede. 2.- El distinguir una disciplina de otra haciendo referencia al objeto de estudio o temática de cada una. Uso vernáculo. Ello implicaría que existe cierto orden específico en el mundo de los fenómenos, dentro del cual los practicantes de una disciplina concreta deben delimitar su campo de estudio. Se produce así una competición entre las disciplinas por apropiarse de los diferentes objetos de estudio, donde las más afortunadas se expanden absorbiendo a las más desafortunadas. 3.- Las disciplinas también se han descrito en términos de metodología o técnicas aplicadas. Una vez más, al igual de lo que ocurre con las premisas basadas el las temáticas de estudio, tales justificaciones pretenden delimitar las fronteras interdisciplinarias basándose en un conjunto único de herramientas técnicas, que puede enseñarse y aplicarse a fenómenos diferentes. De esta manera, las disciplinas se expanden mediante la creación de nuevas técnicas o la apropiación y desarrollo de métodos de otras disciplinas. Las premisas basadas en el objeto de estudio y en la metodología suelen apuntar hacia una imagen estática e invariable del mundo académico, justificada por la posibilidad de que algunos métodos y técnicas crean una disciplina concreta. Así, una persona se convertiría en geógrafo tras aprender una serie de conocimientos teóricos y prácticos que comprenden ciertas verdades geográficas. Una cuarta y última premisa, trata de evitar esta postura repetitiva, centrándose en el tipo de preguntas que se plantea cada disciplina y el modo de abordarlas. Aunque también estas posturas pretenden dividir el mundo académico en células -y a fin que lo logran- una disciplina definida según las preguntas que se plantean los especialistas no permanecen estancadas ni invariables. JORGE ISAAC RAMIREZ . E La ciencia, en los términos más generales posibles, se ocupa de la búsqueda de la verdad, se trata en lo fundamental de una idea abstracta. Es una invención de la mente humana, que una vez creada adopta la condición de verdad absoluta. Esta significa que necesitemos comprender la naturaleza de la verdad y el método por el que se busca. En este apartado del texto se abordarán aspectos principales de la relación entre la verdad y su búsqueda. Referidos en primer término a la génesis de la pregunta por el hombre y la constitución de la distinción entre ciencia y ideología y, más concretamente, entre el empirismo, según el cual la razón está subordinada a los sentidos, y la metafísica, que se interesa por esas cuestiones acerca de la esencia de las cosas que la ciencia no puede resolver. Se tratará en presentar así sea de forma muy general la epistemología o teoría del conocimiento de las ciencias del hombre. DE LA CIENCIA Y SUS DEFINICIONES Los recuerdos de nuestros años de escuela nos proporcionan rápidamente algunas definiciones de ciencia: lo que se estudia en los laboratorios, precisa experimentos y las respuestas y las respuestas siempre son incorrectas porque nunca coinciden exactamente con la solución del libro. La ciencia está formada por asignaturas como física, química y biología, por oposición a las asignaturas artísticas o humanísticas como lengua castellana, lenguas clásicas -latín y griego, literatura, pintura y escultura, que en cierto modo son menos precisas y están más relacionadas con la imaginación y la creatividad. La ciencia se encarga de proporcionar teorías generales que explican fenómenos concretos. En términos más formales, sus comentadores han sugerido que el objetivo de la explicación científica es “establecer leyes generales que explican el comportamiento de los sucesos u objetos empíricos de los que se ocupa una ciencia concreta”. Los científicos proponen explicaciones o sistemas de explicaciones, que comprueban paso a paso. En el campo de las ciencias empíricas en concreto, construyen hipótesis o sistemas de teorías y las verifican experimentalmente mediante la observación y la experimentación. 339 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA En este modelo, cuya conceptualización de la ciencia tiene su origen en el siglo XVII, las ciencias y las artes se diferencian tanto por el objeto de estudio como por los métodos que utilizan. La antropología y la geografía dos ciencias sociales, por interesarse tanto por el mundo físico como por el humano, nunca se ha considerado como miembro de pleno derecho de ninguna de las dos categorías. Si bien la antropología y la geografía no pertenecen al campo científico ni artístico, si suele considerarse disciplinas puente que conecta la ciencia con las letras, a través de la interacción entre el mundo humano subjetivo y el mundo natural objetivo. Los historiadores de estas disciplinas se han esforzado en plantear que ellas “tienden un puente entre los estudios humanísticos y las ciencias físicas. La opinión generalizada sobre la ciencia, según la cual se trata de “una actividad altamente lógica y ordenada que intenta comprender como es el mundo independientemente independientemente de nosotros” suele calificarse de racionalista. Esta ciencia se ocupa de la formulación de hipótesis derivadas de la observación, la posterior comprobación y el eventual ascenso al rango de teoría o ley. Un paso fundamental de la práctica científica es el desarrollo de la teoría ,que la mayoría de los investigadores considera como “la meta de las proposiciones acerca de un tema, proposiciones tan estrechamente ligadas unas a otras que unas pocas que unas pocas son básicas y el resto se deriva de ellas”. “La validez real de la teoría depende de que las proposiciones derivadas estén conformes con los hechos. Si la experiencia y la teoría se contradicen, es preciso volver a examinar una de las dos. Es posible que el científico no haya realizado una observación correcta o que exista algún error en los principios de la teoría” . Dos argumentos son fundamentales en esta percepción de la ciencia: que los hechos existen independientemente del observador, y que pueden identificarse a través de la observación y la experiencia. En tiempos recientes este concepto de ciencia se ha replanteado en las nuevas corrientes del empirismo, que establecen como criterio que la demarcación fundamental de un sistema científico no es la verificabilidad, sino la falsabilidad. La inducción, por ejemplo, basada en la posibilidad de verificación no es fiable porque por muchos experimentos que se realicen para demostrar la hipótesis, no existe razón JORGE ISAAC RAMIREZ . E lógica para suponer que el siguiente experimente dará el mismo resultado. El método científico debería proceder mediante el establecimiento de sistemas refutables por la experiencia. La alternativa a la inducción es la deducción, donde los enunciados singulares se derivan de los universales. Este método, también presenta algunos inconvenientes, pues puede considerarse que todas las teorías o hipótesis se han visto influidas en cierto modo por nuestra experiencia. Por consiguiente, es imposible seguir un método puramente inductivo o puramente deductivo, y nos hallamos ante la necesidad de encontrar una salida a esta encrucijada. Una solución consiste en rechazar completamente el enfoque racionalista de la ciencia, argumentando que no existe ningún método científico racionalista satisfactorio. Entre los que defienden esta opinión ven la ciencia como una de las ideologías, las cuales “deben contemplarse con cierta perspectiva. No se deben tomar demasiado en serio, se deben leer como si fuesen cuentos de hadas que narran muchas cosas interesantes pero también contienen mentiras descaradas, o como prescripciones éticas que pueden ser reglas empíricas útiles pero fatales si se siguen al pie de la letra”. Estos historiadores de la ciencia atacan esencialmente dos aspectos del enfoque racionalista de la ciencia. En primer lugar, nos dicen que la historia de la ciencia demuestra que todas las reglas científicas se han infringido en un momento u otro; y, en segundo, sugieren que el saber científico no es más importante que los demás tipos de conocimiento. Su advertencia esencial es que, como todas las reglas o leyes científicas quedan revocadas tarde o temprano es preciso tratarlas con precaución. De esta manera, la ciencia puede concebirse y describirse de formas muy distintas. De hecho, el término ciencia ha tenido significados muy dispares en el pasado. Es por tanto importante determinar alguna estructura global dentro de la que poder contemplar esta evolución. En este sentido, tomaremos como explicación la desarrollada en el pensamiento epistemológico surgido en el contexto de los desarrollos del saber en las últimas décadas del siglo xx. En ningún caso se pone en duda la visión básica del mundo, es decir, implícitamente, que el objeto y el sujeto pueden estar separados y que el proceso científico se mide por el volumen de predicciones acertadas.Estos pensadores equi- 341 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA paran la ciencia a la verdad, pero no examinan los criterios que determinan el nacimiento social de ambas. El enfoque explicativo que asumiremos para la comprensión de la historia de la ciencia, consiste en examinar “la situación de la ciencia y las funciones ideológicas que podría desempeñar”. En ciertas formas de conocimientos empíricos, como la biología, la economía política, psiquiatría, medicina, etc., el ritmo de transformación no sigue los esquemas de desarrollo uniformes y continuos generalmente aceptados. En lugar de ello, estas ciencias viven períodos de cambios rápidos en lo que respecta al discurso y la forma de conocimiento. La importancia de estos cambios, sin embargo, no estriba en su rapidez, sino en lo que reflejan “modificación en las reglas de formación de los enunciados aceptados como científicamente verdaderos”. Una afirmación fundamental en este argumento explicativo es que existe una conexión básica entre el poder, el saber y la verdad. La “Verdad” está unida por un vínculo circular a los sistemas de poder que la producen y la sustentan, así como a las consecuencias del poder a las que induce y que las extienden. De este modo, “cada sociedad posee su propio régimen de verdad, una “política general” de la verdad, es decir, los tipos de discurso que acepta y establece como verdaderos”. Por tanto la verdad es un concepto relativo que depende de las relaciones de poder vigentes en las sociedades que las producen. Es necesario pensar en los problemas políticos de los seres intelectuales, no en términos de “ciencia” e “ideología”, sino de “verdad” y “poder”. Michel Foucault coloca firmemente la ciencia en el interior de las sociedades que la producen y de las que forma parte. Con objeto de interpretar los cambios que experimenta la ciencia, examina las variaciones entre las palabras y las cosas a lo largo de la historia moderna. Se centra, en concreto, en las diversas ideas del mundo o estructuras de pensamiento que han sostenido las personas y que denomina episteme. Así, este pensador afirma que el SIGLO XVI la realidad se encontraba en un solo plano, y que las palabras y las cosas se percibían en el mismo nivel. Sin embargo sugiere que esta episteme, o sistema de pensamiento renacentista sucumbió en la primera mitad del SIGLO XVII ante una episteme clásica, que estableció una separa- JORGE ISAAC RAMIREZ . E ción entre las cosas y sus representaciones. El problema que se le planteaba a la ciencia en ese período era encontrar un lenguaje que reflejase el orden aparente del mundo. A principios del SIGLO XIX se produjo un nuevo cambio de rumbo, en esta ocasión hacia la comprensión de la función y no del aspecto. En esta episteme moderna las ciencias que estudiaban a las personas se encontraba en la nueva posición de observadoras y observadas al mismo tiempo: Esta situación adquirió una importancia especial en el desarrollo de las ciencias naturales, la lingüística y la economía política, interesadas por cuestiones relacionadas con la vida, el lenguaje y el trabajo. Pretendemos señalar el estado de las investigaciones que se han realizado bajo la óptica generada por la imagen del hombre que aparece en el contexto científico del siglo XIX, es decir, cuando el hombre aparece como: objeto de conocimiento y sujeto que conoce, lo que nos sitúa en presentar así sea esquemáticamente los procesos de constitución de las ciencias sociales, -tomando como ejemplo la geografía-,en el sentido de señalar que la aplicación de los métodos y los modos de objetivación característicos de las ciencias naturales rompería la insularidad humanista reintegrando el hombre al seno del universo, y que la filosofía del hombre sobrenatural sería uno de los últimos fantasmas, uno de los últimos focos de resistencia, que se opondría a la creación de una autentica ciencia del hombre. De hecho, la unificación ha tenido lugar en cuanto al método, pero no en cuanto a la teoría. ¿ QUÉ ES LA GEOGRAFÍA ? La imagen que tiene de la geografía la mayoría de la gente procede del tipo de enseñanza que han recibido. Al intentar responder el común de las personas a este interrogante la identifican con un repertorio de nombres de cabos, golfos, ríos, picos o con un catálogo de cifras de población y producción de países; al geógrafo se le considera como un archivo de datos o como la persona capaz de situar islas, capitales, países, ríos etc. Otros piensan que la profesión del geógrafo es la elaboración y empleo de mapas, o los encargados de redactar las guías de viaje. Esto es explicable en tanto que a manera contraria a lo que ocurre con 343 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA otras disciplinas, todo el mundo posee experiencias vivenciales de carácter geográfico. En otras disciplinas lo más probable es que responda que “ no sabe “. Todo lo anterior tiene su fundamento en tanto que el geógrafo hace uso de nombres de lugares, utiliza y emplea mapas en sus estudios y hace viajes para tomar datos y realizar observaciones. Ahora bien, los nombres y localización de los lugares son hechos, en geografía, similares a las fechas para los historiadores, pero no son la geografía. El mapa es una herramienta esencial pero tampoco es identificable con la disciplina. Otro tanto ocurre con los viajes que permiten realizar observaciones e interpretaciones de un paisaje cultural o natural. Durante mucho tiempo, la geografía tuvo como objetivo inicial la descripción y cartografía de los lugares, gozando de un peso específico muy fuerte entre las restantes ciencias, y no por la posición académica que gozaba -siglos xv y xix-, sino que respondía a imperativos sociales que juzgaron que la localización de los lugares, su descripción, el trazado de rutas, etc., era una necesidad urgente. Y a esta tarea se dedicaron primordialmente personas que se pueden llamar geógrafos, pero que no responden a la imagen actual de estos profesionales. En este largo período la geografía apenas se vislumbraba como disciplina. Se hará preciso esperar al último tercio del siglo XIX cuando se produce el expansionismo colonial, el nacionalismo y la generalización de la educación primaria a amplios estratos sociales, para que se institucionalice en la Universidad y figure como disciplina en las enseñanzas primarias y secundarias, sin olvidar el papel jugado por las sociedades geográficas, los congresos nacionales e internacionales. En esta época institucionalización, se le asignará a la geografía el papel transmisor de los valores dominantes de la época: hegemonía de la civilización europea, patriotismo, conocimientos de tierras para colonizar y explotar. Pero pronto se va cubriendo los blancos del mapamundi; cada vez son menos las tierras desconocidas; es decir, las preguntas de tipo ¿ donde ? y ¿ qué ? están ya complementadas. Los geógrafos dejaran de recoger esa información, y será el estado, a través de sus institutos especializados, el que desempeñara este papel. De tal manera que puede afirmarse que, en el momento presente, cualquier geógrafo dis- JORGE ISAAC RAMIREZ . E pone sobre un hecho geográfico de una información mil veces mayor que la existente en tiempos de Humboldt. Por ello, el geógrafo esta más interesado en la búsqueda de principios y leyes generales de la distribución de los fenómenos de la superficie terrestre, mediante el análisis del material recogido por otras personas, que en la recopilación directa de esa información.2 EL CONTENIDO DE LA GEOGRAFÍA. Dejando, por el momento, en suspenso lo referente al debate generado en torno a las ciencias de la naturaleza y ciencias de la cultura donde se inscriben lo atinente a la geografía física y la geografía humana. Señalaremos los presupuestos acerca del contenido de la geografía. Como señalamos más arriba, una ciencia debe tener un campo de estudio y un conjunto de conceptos específicos. Los comentadores de la historia de la geografía, señalan, que está es una ciencia de síntesis. Unas ramas de la geografía ( geomorfología, climatología, etc. ), tiene más afinidad con las ciencias de la naturaleza y otras, como geografía urbana, rural, de la población, etc., con las ciencias sociales, ( predicamentos del estado de las ciencias en el siglo XIX ). El trabajo del geógrafo entra en contacto con fenómenos estudiados por otras ciencias. Aquí encontramos posturas entre los geógrafos que señalan que el objeto de la geografía es compartido con otras disciplinas; pero la geografía se diferencia de ellas en la forma de tratarlos. Otros, en cambio, creen que el objeto de la geografía es exclusivo y qué solo los geógrafos estudian la variación de los lugares sobre la superficie terrestre, es decir, el enfoque geográfico esencial es la diferenciación del contenido del espacio de la superficie terrestre y el análisis del espacio dentro de la superficie de la tierra. Supongamos por ejemplo, que abordamos es estudio de una región y lo encargamos a un equipo de especialistas, en cada uno de los componentes de la región. De los componentes del medio natural se encargarían geólogos, edafólogo, botánicos, meteorólogos, etc., de la acción humana sobre el medio, el demógrafo, economistas, antropólogos, historiadores, etc. Este enfoque analítico dejaría de lado 345 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA un hecho esencial, la interacción de los fenómenos; la región es la resultante de la convergencia y de la acción combinada de los componentes abióticos, bióticos, así como de la acción antrópica de los mismos. Esta síntesis se omitiría, lo que explica que muchos geógrafos deduzcan que el fundamento de la geografía es el estudio de la región, ya que en ella es donde se produce la interacción de múltiples fenómenos. Otros por el contrario, sin despreciar el enfoque regional, consideran que lo específico de la geografía es el espacio, y que aunque otras disciplinas, como por ejemplo, la botánica o la economía estudian hechos relacionados con el espacio siempre lo hacen dentro de un ámbito más limitado que el de la geografía. Por consiguiente, dadas las diferentes concepciones existentes hoy en geografía, no es de extrañar que su contenido y su campo hayan sido diferenciados de manera distinta a lo largo del tiempo. Para no pretender enumerar todas las divisiones que se han hecho incluiremos aquellas que han sido más generales y que siguen teniendo alguna vigencia. Se diferencia la geografía general de la geografía regional como “ una parte esencial de la geografía que reúne materiales que sirvan para elaborar las reglas de geografía general, Y que responde a la preocupación de elaborar el conocimiento racional de los medios terrestres físicos, humanos y biológicos”. - elemental: afloramiento rocoso Región natural - estructural: Los Andes - climático; trópicos Geografía Regional Región Humana - Histórica, Antioqueña Dominio de formas de actividad JORGE ISAAC RAMIREZ . E Dominio de formas de vida Física Morfología Climatología Hidrología Geografía General Demográfica y social Humana Geografía económica Otra división, aunque no exenta de limitaciones, es la realizada por Hagget (1979), que ofrece una nueva perspectiva y plantea de nuevo el problema de síntesis de geografía que no todos los geógrafos admiten: A._ Análisis espacial: trata de las variaciones de la localización y distribución de un fenómeno o conjunto de fenómenos. Las preguntas que han de hacerse son: ¿ qué factores influyen en la distribución del fenómeno ? ¿ puede modificarse esta distribución a fin de que sea más eficaz o más justa ? B._ Análisis ecológico: trata de estudiarlas conexiones entre las variables humanas y las del medio natural. En este enfoque es preciso determinar la unidad regional objeto de estudio. C._ Estudios regionales complejos: Combina los resultados del análisis espacial y ecológico. Permite identificar unidades regionales, mediante una diferenciación espacial. Pueden observarse también líneas y flujos entre regiones individuales. En síntesis, podríamos plantear que la naturaleza de la geografía se expresa en los siguientes términos: a) La geografía explora la relación entre la Tierra y sus gentes a través del estudio del lugar, espacio y medio ambiente. Los geógrafos se preguntan donde y qué, y también cómo y por qué. b) El estudio del lugar pretende describir y comprender la posición de las características físicas y humanas de la Tierra, pero también de los 347 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA procesos, sistemas e interrelaciones que crean dichas características o que influyen en ellas. c) El estudio del espacio pretende explorar las relaciones entre los lugares y los patrones de actividad que surgen del uso que hacen los actores sociales del entorno físico donde viven y trabajan. d) El estudio del medio ambiente abarca tanto la dimensión física como la humana. Estudia los recursos, a veces escasos y frágiles, que la tierra proporciona y de los que depende toda la vida; el impacto de estos recursos en las actividades humanas; y las amplias consecuencias sociales, económicas, políticas y culturales de la relación entre ambos. DEFINICIÓN DE LA GEOGRAFÍA Ante este panorama sobre el contenido de la geografía, proponemos una definición “ ecléctica “ que recoge los cuatro campos, que han sido objeto tradicional en los estudios geográficos. La geografía es la ciencia que estudia las variaciones de las distribuciones espaciales de los fenómenos de la superficie terrestre ( abióticos, bióticos y antrópicos), así como las relaciones del medio natural con el hombre y de la individualización y análisis de las regiones de la superficie de la tierra. Esta definición a nuestro modo de ver, recoge las cuatro tradiciones en geografía, estas son: LA TRADICIÓN FÍSICA Otros nombres la identifican como geo-científica, o de ciencia de la tierra. La geografía, considerada como ciencia que abarca el estudio del relieve, la atmósfera, las aguas y aspectos de la biosfera. Es la tradición que sigue ininterrumpidamente desde el mundo clásico, pasando por Varenio, Kant, Humboldt y el momento actual. Es, sin duda alguna, la tradición que tiene el enfoque más impreciso y que tiende a confundirse con las ciencias naturales afines. JORGE ISAAC RAMIREZ . E LA TRADICIÓN ESPACIAL Ligada al pensamiento occidental, es el acto de separar los hechos de la experiencia tales como distancia, forma, dirección y posición. Solamente en el siglo XVIII los filósofos consideraron si estos aspectos eran propiedades de las cosas. Más tarde, Kant incluyó todos estos aspectos en la categoría espacial. Sin embargo, las preguntas de tipo espacial suscitaron problemas e intentos de respuesta antes de abordarlas epistemologicamente. La localización de cosas fue una preocupación de los griegos: registrando distancias, lugares singulares, formando un material que recogería Ptolomeo en su Geographia en el siglo II D.J.C. Toda la geografía institucionalizada concedió gran importancia a los aspectos espaciales y el mapa fue considerado como la herramienta e incluso como el objeto mismo de la geografía. En las geografías recientes, esta tradición espacial se consagra y generaliza, puesto que movimiento y la reducción del espacio a una geometría de líneas, puntos y planos, era la más congruente con el método deductivo y con la aplicación de modelos y técnicas estadísticas, que posibilitan analizar los aspectos geométricos del paisaje, el movimiento de bienes, hombres, e ideas sobre la superficie de la tierra y su cartografía. LA TRADICIÓN REGIONAL También este enfoque geográfico esencial arranca de la antigüedad, y a él se dedicaron los geógrafos de aquella época. Destacado entre todos Estrabon con su obra Geographía, dirigida a los estadistas de la Roma Augusta. En ella intenta describir de forma sistemática las características de las áreas conocidas. Este enfoque regional o corológico, que el determinismo intento barrer, se impuso con el posibilismo de la escuela francesa. Esta síntesis espacial, que fue básica en la producción geográfica, sigue vigente. 349 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA LA TRADICIÓN ECOLÓGICA La preocupación por establecer las relaciones del hombre con el medio fue muy fuerte en la antigüedad clásica. Son bien conocidos las apreciaciones de Hipócrates contenidas en su libro Sobre los aires, aguas y lugares. El Darvinismo social redujo el enfoque ecológico a una relación simplista y causal que en el campo de la geografía, cristalizó en el determinismo radical que redujo al hombre a mero sujeto pasivo, sometido implacablemente a las leyes del medio natural. En resumen, la Geografía ha variado su contenido y enfoque a lo largo del tiempo; sin embargo, se aprecia una tendencia general a reducir su objeto de estudio que era desmesurado hasta el siglo XIX. Luego se fue centrando cada vez más, y a ello contribuyo la institucionalización de la Geografía en la universidad y la incorporación como disciplina en la enseñanza primaria y secundaria. Sus enfoques han sido múltiples y cambiantes a lo largo del tiempo, y algunas épocas ha habido tendencias mas o menos generalizadas, pero nunca dominantes de modo absoluto. A pesar de todos estos rasgos comunes del geógrafo, es preciso reconocer que la disciplina llamada geografía, a un nivel de investigación, es un conjunto de saberes plurales con escasa conexión, pudiendo hablar ya , como de hecho ocurre con otras ciencias naturales y sociales, de ciencias geográficas. Es decir de la misma manera que se conoce por el nombre de geólogo al que se dedica a geodinamica externa, cristalografía, prospecciones petrolíferas, sedimentologia etc., o economista, al profesional dedicado al estudio de modelos micro y macroeconómicos, desarrollo regional, prospección de mercados, estructura económica, etc., también es posible, sin que ello suponga una evolución negativa, ni caída del interés, que se conozca como geógrafo, al que se dedica al estudio de los fenómenos de distribuciones del suelo, procesos relacionados con clima y suelos, organización espacial, estudio de los asentamientos, teoría de la localización industrial etc., por citar unos cuantos campos de la muy variada producción geográfica actual. JORGE ISAAC RAMIREZ . E CONSOLIDACIÓN Y SISTEMATIZACIÓN DE LA GEOGRAFÍA 1. EL PROYECTO CIENTÍFICO DECIMONÓNICO La modificación del espacio general del saber que se produce en torno a los comienzos del siglo XIX aparece basada, según Foucault. en dos hechos principales: por una parte, la asunción de la historia como definidora de una empiricidad basada en el orden temporal de las cosas, de forma que la ininteligibilidad de las mismas se anuda a su devenir, y, en consecuencia, la aceptación de una nueva positividad que se refiere a las relaciones entre naturaleza y naturaleza humana. ( Foucault, M. 1982 ): “ las palabras y las cosas “. La inédita penetración de la historicidad y del hombre en el campo del saber occidental es lo que caracteriza prioritariamente al nuevo sistema de positividades decimonónico: el orden temporal y el orden humano - así como las conexiones de este último con el orden natural - aparecen ahora como el soporte positivo de los conocimientos. Y en el campo del conocimiento geográfico esas nuevas positividades van a desempeñar, como veremos un papel fundamental. El nuevo sistema de positividades configura el contexto en el que se enraízan y se hacen posibles las sucesivas racionalidades decimonónicas: esas racionalidades - y, entre ellas las geográficas adquieren sentido al procurar definir un orden cognoscitivo que ilumine y explique nacionalmente las modalidades del orden percibido y aceptado que configuran el nuevo sistema de positividades. El conocimiento reflexivo y el saber científico definen así un orden cognoscitivo que explica el orden implícito en el espacio general del saber. Y tanto un orden como otro - el del sistema de positividades y el de las racionalidades explicativas- se encuentran relacionados, en el siglo XIX, con el ascenso del nuevo orden industrial y con la autoconciencia fundacional de la nueva sociedad industrial. “ Las revoluciones científicas siguen de cerca las revoluciones políticas “. 351 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA Este es, en resumen, el tramado en el que hay que situar el proyecto científico decimonónico y el orden cognoscitivo que proclama. Y uno y otro se apoyan, por otra parte, en un conjunto de pretensiones y de creencias básicas - que en ocasiones prolongan y reformulan algunos de los ingredientes ya presentes en el pensamiento occidental anterior - que pueden ser sistematizadas en torno a cuatro grandes apartados. En primer lugar, la expresa pretensión de racionalidad entendida como la adaptación de los medios y los fines tanto en los procesos de intervención sobre el medio natural como en las propias operaciones del conocimiento; y los fines predominantes aceptados tienden a situarse, de uno u otro modo, en la línea de producción y de la adquisición de riqueza material. En segundo lugar, culminada ya la dinámica de desacralización y banalización de la naturaleza, que posibilita la intervención humana en el orden natural y la constitución de la ciencia moderna ( Eliade, 1956 ), se potencia decididamente el sentido de dominación de la Naturaleza, que se concreta y se expresa a través de la valoración positiva del trabajo. La unión de dos aspectos, racionalidad y dominación de la naturaleza, permite articular una de las pretensiones fundamentales del proyecto científico decimonónico que, además, expresa ejemplarmente las relaciones existentes entre ese proyecto y el nuevo orden industrial: la pretensión de conseguir la manipulación racional del medio natural que acabase con la denominada “ idolatría de la Naturaleza “. En tercer lugar y en estrecha relación con la anterior, hay que señalar el relevante papel atribuido al pensamiento científico: la ciencia convertida en “ sustituto laico de la religión “, se concibe y se practica como seguro eslabón entre racionalización y dominación de la naturaleza. Finalmente, el cuarto ingrediente básico del pensamiento científico y del orden cognoscitivo decimonónicos es la fe en el progreso. El progreso se entiende como consecuencia ineludible de la intervención racional del hombre sobre la naturaleza a través de la eficacia científica. Sobre las premisas configuradoras descritas se articula el proyecto científico decimonónico. Un proyecto que considera a la ciencia positiva como modelo universal de todo conocimiento válido. JORGE ISAAC RAMIREZ . E La historiografía de las denominadas ciencias humanas y sociales suele situar su fundación y el primer desarrollo de las mismas en el contexto del proyecto científico decimonónico al que acabamos de referir. Pero en el caso del conocimiento geográfico la delimitación de los orígenes epistemologicamente fundacionales de su moderna configuración se complica por la doble vinculación existente, con variable hegemonismo, respecto de los dominios del saber natural y del saber humano y social. Además el decidido afloramiento de la historicidad y del hombre en el campo del saber decimonónico, la aceptación consecuente de la posibilidad de situar el mismo horizonte de positividades los fenómenos de la Naturaleza y los de la Naturaleza humana, entrababan, grandes dificultades conceptuales y metodológicas que, al menos en el dominio del conocimiento geográfico, tardarían de ser resueltas coherentemente y motivarían un cierto retraso en la consecución de una sistematización positivamente viable de la geografía humana. El proceso de configuración de la geografía moderna desarrollado durante el siglo XIX no fue un proceso sencillo ni un proceso exento de discrepancias internas. Porque si teóricamente las pretensiones fundamentales estaban relativamente claras en autores como Varenio, Kant, Humboldt o Ritter, la vía para poner en practica esas pretensiones se encontraba obstaculizada por algunos problemas subyacentes en la pretensión de ubicar la investigación natural y la investigación humana -la geografía física y la geografía humana, si se prefiere- en coordenadas de positividad similares y con tratamientos científicos análogos. Detallemos algunas generalidades entorno a sus modeladores. 2.- MODELADORES DE LA MODERNA GEOGRAFÍA. En 1600, geografía era un término con varias acepciones que evocaba imágenes muy diferentes a aquellos que lo utilizaban. El significado más sencillo era el que equiparaba la geografía con los textos topográficos que versaban sobre lugares concretos, incluyendo descripciones de tierras, costas y puertos lejanos. En realidad este tipo de geografía era la corología de Ptolomeo, mientras que el concepto ptolemaicos de geografía estaba englobado en el de cosmografía o 353 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA ciencia del globo. Estas descripciones requerían una precisa labor de dilucidación y, desde la antigüedad clásica, ello significaba que se asociaban con cálculos matemáticos y astronómicos. La cartografía formaba pues una parte fundamental de la geografía, proporcionando una base detallada sobre lo que efectuar viajes de “descubrimiento”, tras los cuales se podía describir el “nuevo mundo”. Estos vínculos con la matemática y la astronomía también crearon un estrecho lazo con la astrología, que trataba de explicar los hechos humanos y ambientales haciendo referencia a los astronómicos. Por encima de todo lo dicho, la geografía conservaba la importancia práctica que le había atribuido el mundo clásico. Era esencial para comerciantes y políticos por igual, al formar los pilares sobre los cuales las naciones occidentales dominaban la Tierra. La recuperación de los trabajos geográficos griegos y romanos, revisados por autores árabes posteriores, había aportado nuevas visiones del mundo a los exploradores portugueses y españoles de los siglo XV y XVI. Sus descubrimientos, a su vez, echaron por tierra tradiciones e imágenes bien arraigadas, y plantearon nuevos interrogantes a las ciencias de los siglo XVII y XVIII. En pocas palabras, el conocimiento de primera mano del mundo, materia prima de la geografía, supuso un inmenso desafío intelectual y cultural para la tradición.. Pero, no por ello, se alcanzó a definir la geografía con mayor precisión.. No había surgido aún el interés institucional por delimitar claramente las fronteras disciplinarias, características del siglo XIX y todo aquel que escribía acerca de la Tierra podía atribuirse el título de geógrafo. Hasta el siglo XVII - XVIII no empezó a gestarse una geografía oficial. El mundo científico y el académico no existen independientemente del contexto humano y, por ello, es esencial examinar la estructura intelectual y social en que surge una disciplina. Ahora bien, cuando centramos el desarrollo de una geografía oficial, elaborada por personas que se consideran a sí mismas geógrafos, también es preciso examinar el cometido de los individuos sobre los que apoyó la formación de la nueva temática. El rápido avance de los conocimientos que acerca del mundo tenían los europeos, como consecuencia de los “descubrimientos” de los siglo XVI-XVI, sentó las bases para el nacimiento gradual de una disciplina geográfica oficial en el siglo XIX JORGE ISAAC RAMIREZ . E DE VARENIO A KANT, HUMBOLDT Y RITTER En 1650, encontramos un intento firme y oficial de delimitar la naturaleza de la geografía sepárandola de la cosmografía en la obra de Geographia generalis de Bernardo Varenio, (1622-1650). En la primera mitad del siglo XVII había nacido un nuevo tipo de ciencia empírica y racionalista, a través de los textos de Bacon, Galileo y Descartes. Los comentadores de la geografía, señalan que la obra de Varenio, fue el primer esfuerzo real por relacionar la geografía con esos avances científicos. Varenio, define la geografía como la ciencia que se ocupa exclusivamente de la Tierra, distinguiéndola claramente de los estudios astronómicos de la bóveda celeste. La geografía, dice Varenio, “se divide en dos partes: una general y otra especial. La primera estudia la Tierra en su conjunto, explicando sus diversas partes y características generales. La segunda, es decir, la geografía especial, respetando las reglas generales, estudia las regiones concretas, su localización, divisiones, límites y otros aspectos dignos de ser conocidos. Pero todos aquellos que han escrito hasta el momento sobre geografía sólo se han dedicado, largo y tendido, a la geografía especial, prácticamente sin excepción alguna, y han explicado muy poco con respecto a la geografía general, despreciando y omitiendo muchos detalles necesarios, de modo que los jóvenes, mientras estudian lo especial de la disciplina, desconocen en su mayoría sus fundamentos, y la geografía apenas conserva el calificativo de ciencia”. (en Brown, pag, 227-228). Varenio, deseaba elevar la geografía al rango de ciencia y, por ello, colocaba el acento en la geografía general. De este modo, veía su labor como de instalar principios generales o teorías en la disciplina. En el plano metodológico, Varenio, estableció una importante distinción entre la geografía general y la especial. Alió la geografía generala los métodos científicos clásicos y sostuvo que las pruebas debían conducirse mediante argumentaciones o demostraciones lógica, de forma similar a lo que ocurría en las matemáticas y la geometría. Por el contrario, en la geografía especial, sugirió que todo se explica casi sin necesidad de demostración, puesto que la experiencia y la observa- 355 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA ción, es decir, el testimonio de los sentidos, son suficientes para confirmar la mayoría de las cosas, que es es imposible de demostrar de otro modo. Varenio, falleció a los veintiocho años de edad, antes de que pudiese escribir ningún tratado detallado acerca de la geografía especial equivalente al que sí escribió acerca de la general. La Geographia generalis se tradujo a varios idiomas e Isaac Newton (1642-1727), matemático y físico inglés, llegó a revisar dos ediciones de la obra en 1672 y 1681 para sus estudiantes de Cambridge. No obstante, los intereses teóricos de Varenio, con su enfoque global y completo de la disciplina, quedaron progresivamente relegados ante la creciente atención prestada a las ciencias empíricas, en parte como resultado de la exploración continua de la superficie terrestre y de la necesidad de describirla. En la segunda mitad del siglo XVII floreció una nueva actividad científica, representada en Europa por la fundación en 1660 de la Royal Society de Londres y, en 1666, de la Académíe des Sciences de París. Las ideas de Bacon sobre el método científico ejercieron una importante influencia temprana en ambas sociedades, pero muy pronto se vieron desbancadas, sobre todo en Francia, por las de Descartes. Los campos de la ciencia que avanzaron más rápidamente fueron las matemáticas, física y astronomía, impulsadas especialmente por Galileo y Newton. Posteriormente, también fue palpable el influjo de los enfoques empíricos muy dispares de John Locke (1632-1704) y de George Berkeley (1685-1753). Desde el punto de vista filosófico, la cuestión central que se planteaban, Locke, Berkeley, Descartes y Bacon era la identificación de los elementos que formaban la base del conocimiento. Todos ellos buscaban unos cimientos que permitiesen conocerlo todo a partir de las pruebas disponibles. Las respuestas a esta cuestión se dividían, a grandes rasgos. en dos campos: los racionalistas, seguidores de Descartes y Leibniz (1646-1716), para quienes la clave del conocimiento estaba en la reflexión racional y en toda investigación empírica subyacían principios metafísicos; y, por otra parte, aquellos que, como Locke y Berkeley y Hume, abogaban por el empirismo y confinaban la comprensión a los límites de la experiencia humana. Durante este proceso de fermentación intelectual de finales del SI- JORGE ISAAC RAMIREZ . E GLO XVII y principios del XVIII, la geografía se mantuvo rezagada. En este tiempo resurgió una historia natural revitalizada; historias naturales que tuvieron gran importancia por su influencia en obras geográficas posteriores y como intentos de combinar las nuevas ciencias empíricas con las enseñanzas religiosas de la iglesia. a literatura geográfica que perduraba estaba centrada en viajes de exploración y descripciones de viajes. Fue de la Alemania de la segunda mitad del siglo XVIII de donde la práctica y la teoría geográfica recibieron el siguiente impulso. En particular con la obra de Inmanuel Kant (1724-1804), calificado por los comentadores de la geografía de”ejemplo sobresaliente en el pensamiento occidental de un filosofo profesional interesado en la geografía”. Kant es más conocido por su serie de tres críticas, la crítica de la razón pura, publicada por primera vez en 1781, la crítica de la razón práctica (1788) y la crítica del juicio (1790). En estas obras quiso “mostrar que la opción entre empirismo y racionalismo era irreal, que las dos filosofías estaban equivocadas por igual, y que la única metafísica concebible que podía encomendarse a un ser racional debía ser tanto empírica como racionalista”. Fue así como se convirtió en el padre del idealismo alemán del siglo XIX. No obstante, desde 1756 impartió clases de geografía en la Universidad de Königsberg durante cuarenta años.En 1802 se público la edición oficial de sus ideas bajo el título de Physiche Geographie (Geografía Física). En su resumen de 1757, Kant sostenía que había tres formas de contemplar la Tierra: una matemática interesada por su forma, la doctrina política que se ocupaba de la población y los tipos de gobierno, y la geografía física que consideraba las condiciones naturales de la Tierra y lo que está contiene. Co ya ocurriera con Varenio, esta clasificación causó problemas relacionados con el modo en que debía tratarse el aspecto humano, pues Kant lo incluía tanto en la geografía física como en la doctrina política. Mas adelante, en la introducción de la Geografía Física, intento resolver está dificultad diciendo que la geografía física estudiaba el mundo tal como lo percibían los sentidos externos, por oposición a la antropología, que se ocupaba de la experiencia consciente que proporcionaban los sentidos internos.. Otra distinción entre 357 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA las opiniones tempranas y las tardías de Kant acerca de la geografía se refiere al modo en que contemplaba su relación con la historia. Kant, parecía considerar la geografía como parte de la historia, pero con la publicación de la Geografía Física había afinado esta opinión hasta afirmar que todo saber estaba formado por la geografía y la historia, donde la primera era la descripción en términos del espacio y la segunda era la descripción en términos del tiempo. Añadía que la geografía es la base de la historía “porque los acontecimientos deben hacer referencia a algo. La historia es un proceso incesante, pero las cosas también cambian y a veces dan como resultado una geografía totalmente distinta. La geografía es pues el substrato”. Kant había también revisado sus ideas acerca de la relación de la geografía física y otros tipos de geografía, afirmando que al igual que la geografía física era la base de la historia, también lo era de todas las demás geografías posibles. Un último rasgo de la geografía de Kant que se debe considerar aquí es el lugar que le atribuía en su concepción más amplia de filosofía de la ciencia. Para ello, es necesario volver a sus ideas sobre el conocimiento racional y empírico expresadas en la Crítica de la razón pura. Kant sostenía que el conocimiento científico empírico se basa en la experiencia y se ocupa de asuntos de hecho; se trata de un a posteriori. Sin embargo añadía que “descansa en determinados principios y máximas universales, que, debido a que su veracidad se da por sentada al principio de cualquier investigación empírica, no puede ser el resultado de dicha investigación. Estos axiomas son, por consiguiente, a priori. Estas proposiciones a priori pueden ser analíticas o sintéticas. Las proposiciones analíticas son verdaderas debido a las palabras utilizadas para formularlas y son, específicamente, juicios donde el predicado forma parte del sujeto; por ejemplo, un hombre alto es un hombre. En cambio, las proposiciones sintéticas son todas las que no son analíticas y transmiten un significado acerca del mundo empírico. Tales verdades sintéticas a priori sólo se justifican, según Kant, a través de la reflexión, y su verdad debe ser una verdad necesaria; forman la materia propia de la metafísica. Kant afirmaba que los hechos de la geografía y la historia eran a posteriori y empíricos, derivados del sentido de la percepción y de la experiencia, mientras que las matemáti- JORGE ISAAC RAMIREZ . E cas eran a priori y racionales. El espacio y el tiempo en Kant son formas de intuición y no conceptos; son aspectos subjetivos de nuestra percepción. Son a priori, desde el punto de vista metafísico y epistemológico. Los argumentos metafísicos de Kant relacionados con la intuición del espacio reposan en : primero que el espacio sirve para referir las sensaciones a algo externo y, por consiguiente, no pueden tratarse de un concepto empírico extraído de la experiencia externa. En segundo lugar, dice Kant que “no podemos imaginar un mundo sin espacio, aunque sí un espacio en el que no hubiese absolutamente nada”. En consecuencia, el espacio es un a priori necesario, subyacente a la percepción externa. En tercer lugar, consideraba que sólo existía un espacio y, por ello, dicho espacio no era un concepto general de las relaciones entre las cosas. En cuarto lugar, pensaba que ese espacio era una magnitud infinita, que contenía todas las partes, en oposición a las relaciones entre un concepto y sus ejemplos. Como resultado de todo lo anterior, para Kant, el espacio era una intuición y no un concepto. Surgen, sin embargo, grandes problemas cuando tratamos de combinar los modos en que Kant hablaba de la intuición del espacio y del tiempo en la Critica de la razón pura, y el empleo de dichos términos en la Geografía Física para referirse al ámbito de la geografía y de la historia. Como punto de partida, podemos avanzar que en la primera obra utilizaba los términos en un sentido teórico, mientras que en la segunda los concebía empíricamente. El vínculo que establece Kant entre la geografía y el espacio, por una parte, y la historia y el tiempo, por otra, tuvo gran influencia en el futuro de la disciplina. Si bien Kant proporcionó una justificación teórica a la geografía, sus demás intereses filosóficos indican que no puso en práctica esas ideas. Esta tarea incumbió a otros dos alemanes, Alexander von Humboldt, nacido en 1769, y Carl Ritter, nacido en 1779. Estos dos eruditos han sido considerados casi universalmente como los fundadores de la geografía moderna. Ambos fallecieron en 1859, año en que se publicó el Origen de las especies de Darwin. Su labor consistió en reunir el abundante material empírico recogido por todo el mundo como consecuencia de las políticas de exploración y colonización europeas. La combi- 359 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA nación de los nuevos métodos científicos con esta actividad política formó el caldo de cultivo para el nacimiento de la geografía como disciplina académica oficial. El logro de Humboldt y Ritter fue tomar los avances técnicos y conceptuales de los viajes por el pacífico, y organizar y ordenar los conocimientos con objeto de mostrar su coherencia e importancia, Humboldt desde el punto físico y Ritter desde el histórico y regional. ALEXANDER VON HUMBOLDT ( 1769-1859 ) Se sitúa en la tradición racionalista del siglo XIX. Se sabe que tuvo una formación extraña, primero enfocada hacia lo que en Alemania entonces se llamaba economía, y que no tenía nada que ver con la economía política que acababa de aparecer en Francia con los fisiócratas y en Inglaterra con Adam Smith. Se trataba de una amalgama confusa de contabilidad y de fórmulas técnicas que tuvieron influencia en su curiosidad y le permitieron sin duda abordar todos los aspectos de una sociedad cuando estuvo en América, pero que no tuvieron influencia profunda en su personalidad. Su orientación filosófica la adquirió en los salones judíos de Berlín, que se había convertido en el centro de la vida intelectual berlinesa, así como de su corta estancia en la Universidad de Götinga. Su formación científica hizo de él un físico y un naturalista. La adquirió en la Escuela de Minas de Freiberg, que acababa de ser fundada. La adquirió sobre todo por un inmenso trabajo personal que le permitió en particular pasar de los terrenos de la física y de la mineralogía, en los cuales había trabajado casi exclusivamente al principio, al terreno de la botánica, que tanto influyó en su pensamiento geográfico. Durante sus estudios había conocido a Georg Foster, un alemán que había seguido a su padre en los viajes del capitán Cook. Este encuentro fortaleció el deseo que ya tenía Humboldt de lanzarse a la exploración científica, confirmo su vocación de geógrafo y contribuyó, en otro terreno, a impulsarlo al liberalismo político, en el momento que la Revolución Francesa conmocionaba a toda la sociedad europea. Las ideas de Humboldt empezaron a ser conocidas con la aparición de los volúmenes en los que ordenaba el resultado de sus cinco años de JORGE ISAAC RAMIREZ . E peregrinaciones americanas3 . Se trata de una suma cuya preparación lo absorbió durante los veinte años de su vida en París, e incluso más, puesto que el último volumen fue publicado en 1836. En estas obras contenía un poco de todo, y el lector contemporáneo no podía sacar de ellas una idea exacta de lo que llegaría a ser la disciplina geográfica. Por ejemplo, la parte consagrada a la física del globo es considerable, y esto nos conduce lejos de nuestro concepto actual de la geografía. Los métodos de presentación de los resultados, el empleo sistemático de las ilustraciones, la utilización de mapas de isolíneas, que Humboldt había sistematizado a consecuencia de la lectura de las publicaciones del astrónomo Halley, fue lo que favoreció la aparición de la geografía moderna. Humboldt contribuyó más directamente al nacimiento de un ambiente de geógrafos por su labor de creador de instituciones científicas. Su inmensa correspondencia permite poner en contacto innumerables investigadores, pero durante toda su vida estuvo en contacto sobre todo con físicos y botánicos. Se sabe de su participación en la creación de la Sociedad de Geografía de París, la primera de todas y que sirvió de modelo a la mayoría de las que fueron fundadas en los años siguientes. Humboldt no empezó a enseñar hasta su regreso a Berlín. Aceptó entonces pronunciar cierto numeró de conferencias sobre la filosofía natural. Contenían lo esencial de los temas que más tarde debían animar el Cosmos. Este texto abarca todos los aspectos del cosmos, da una gran importancia a la astronomía y a la física del globo, y trata de los problemas de la geografía humana sólo en pasajes muy breves. CARL RITTER ( 1779-1859 ) La personalidad de Ritter es completamente distinta a la de Humboldt. Proviene de un ambiente modesto y su carrera fue más clásica que la de su contemporáneo Humboldt. Estudió pedagogía con los métodos de Rousseau y Pestalozzi; luego hizo cursos en La Universidad de Halle. Fue más tarde preceptor de la familia de los banqueros Bethmann. Esto le permitió viajar por Europa y por Italia en particular. En 1804, se publicó la primera parte de su obra en dos volúmenes acerca de Europa. En 1807, se publicó el segundo volumen, y en ese 361 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA mismo año conoció a Humboldt. En 1813 se traslado a Götinga, donde continuó con sus estudios que culminaron con la publicación del primer volumen de su obra Erdkunde. En los cuarenta y dos años siguientes escribió 20 volúmenes más. Erdhunde llevaba el subtítulo de “una geografía comparativa general” y, junto al Cosmos de Humboldt, se considera una de las dos obras fundamentales de la geografía moderna. Los volúmenes publicados de Erdkunde se centraban en Africa y Asia, y pretendía abarcar tres temáticas principales: la tópica, relacionada con las formas establecidas de los continentes; la formal, que se ocupaba de las características variables de los continentes; y la material, relacionada con las distribuciones localizadas de aspectos concretos de la naturaleza.Las unidades principales utilizadas en el análisis eran los continentes, que a su vez se subdividían en vastas regiones físicas y, luego, en unidades más pequeñas alcanzadas a partir de la configuración y contenido detallados de áreas determinadas. Ritter, por ello a sido considerado padre de la geografía regional moderna, en oposición a Humboldt, padre de la geografía sistemática moderna. La mayor diferencia entre ambos autores estriba en su consideración de lugar que ocupaba el ser humano en el mundo natural. Para Humboldt, los hombres formaban parte de la naturaleza, mientras que el acento teológico de Ritter, muy influido por la teología natural de la época, consideraba que la Tierra había sido diseñada por Dios para beneficio de la humanidad. Además influido por el idealismo de Kant, Schellin y Hegel, Ritter contemplaba la historia de los continentes como producto del designio divino; el mundo era un lugar donde las personas podían aprender a conocer a Dios. Combinando una metodología empírica con sus creencias teológicas, Ritter pretendía presentar la geografía como una ciencia que proporsionarse a las personas una mayor comprensión de Dios. Por ello, se ha calificado de humano el objetivo prioritario de la geografía regional de Ritter, en oposición a la geografía ampliamente física y sistemática de Humboldt. 3.- GEOGRAFÍA Y FILOSOFÍA Desde la muerte de Humboldt y Ritter ( 1859 ) hasta nuestros días, JORGE ISAAC RAMIREZ . E puede afirmarse, al menos de un modo general, que están presentes en la geografía dos grandes corrientes filosóficas que influirán de un modo diferente, según los distintos períodos de tiempo, en el pensamiento geográfico: “el positivismo “ y el “historicismo “. Sin entrar en matizaciones, por filosofía puede entenderse, al menos aquí, diferentes cosas: 1, una actitud personal hacia la vida y el universo, esto es, una especulación que intenta hacer frente a la dificultad y a los problemas de vida no resueltos; 2, un método de reflexión lógico. El intento personal de comprender lógicamente un problema concreto y un intento de desarrollar una visión global, un sistema. En definitiva, la filosofía trata de dar una visión general de las cosas, en tanto que la ciencia es una actividad más analítica. Filosofía, intenta combinar las cosas elaborando una síntesis interpretativa que permita descubrir el significado de las mismas. A.- EL POSITIVISMO Y LA GEOGRAFÍA El deseo de realizar una ciencia “ positiva “ Es una aspiración que procede del siglo XVIII. La expresión “positivo“ se usó ya durante la segunda mitad de este siglo como contrapuesta a “sistema“, valorando los datos de observación frente a los sistemas científicos típicos del racionalismo de la ilustración. En geografía, la pretensión de realizar una ciencia positiva aparece también tempranamente, en ese momento. Los años de la segunda mitad del siglo XVIII habían visto surgir diversos “sistemas geográficos, en los cuales a partir de la aceptación de ciertos principios generales podían deducirse la configuración orográfica y lacustre de continentes o regiones poco conocidas ( por ejemplo, de ello es el sistema de Deslile y de Buache sobre las cuencas hidrográficas, a partir del cual deducían las alineaciones montañosas, y se llegaba a la conclusión de la existencia de un mar interior y del estrecho de Fuca en América del Norte. (broc,numa,1975 ) ( revue de geographie de lyon ), frente a ellos los datos “positivos“ mostraban la falsedad de esas especulaciones cartográficas y las hicieron caer en el descrédito. De la misma manera, frente a las especulaciones de un naturalista como Bufón sobre la existencia del continente austral, basándose en consideracio- 363 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA nes acerca de la formación de los hielos australes por grandes ríos procedentes del polo sur, las expediciones de Cook, la Perouse o Malaspina hicieron avanzar la “geografía positiva“ mediante los descubrimientos y observaciones en mares poco conocidos. La expresión “positivo“ es usada en todos estos casos como sinónimo de “empírico “. Pero el positivismo del siglo XIX es algo mas que eso. Ea la vez, una metodología científica y una concepción filosófica del mundo y de la ciencia. El positivismo puede definirse como un método científico y como una concepción filosófica del mundo, aspectos ambos que están íntimamente ligados entre si. Como método científico el positivismo es un empirismo inductivo racionalista y decididamente antimetafisico. A ello va unida una posición naturalista y un reduccionismo científico en que las ciencias de la naturaleza se convierten en el modelo de toda cientificidad, lo cual, a su vez, deriva lógicamente de la concepción monista del mundo, que es esencial en este movimiento. Sus reglas básicas fueron enunciadas por August Comte (1884) y se reducen en esencia a tres reglas fundamentales: la primera se refiere a la “verdadera observación“, que es la única base posible de los conocimientos. A partir de ahí enuncia como real fundamental que toda proposición que no pueda reducirse estrictamente al puro enunciado de un hecho, particular o general, no puede ofrecer ningún sentido real e inteligible. La imaginación pierde su antigua supremacía y queda subordinada a la observación, y como de hecho, no es posible conocer más que las conexiones naturales entre los fenómenos observados. La segunda regla se refiere a la necesidad de reducir el estudio solamente a lo que es, es decir, a los fenómenos, “renunciando a descubrir su primer origen y su destino final“. El conocimiento positivo rechaza, así, el conocimiento absoluto y afirma que éste “debe permanecer siempre relativo a nuestra organización y a nuestra situación “, de modo que la s especulaciones racionales “ no pueden tener nunca la fijeza absoluta que los metafísicos han supuesto “. La tercera regla, postula la previsión racional como destino de las leyes positivas. Frente al empirismo estrecho que se limita a “una estéril acumulación de hechos incoherentes “, “ el verdadero espíritu positivo no está menos lejos, en el fondo, del empirismo que del misticismo; JORGE ISAAC RAMIREZ . E entre estas dos aberraciones, igualmente funestas, debe avanzar siempre “. Ello significa que en las “leyes de los fenómenos es en lo que consiste, realmente, la ciencia, a lo cual los hechos propiamente dichos, por exactos y numerosos que puedan ser, nunca procuran otra cosa que materiales indispensables “. La verdadera ciencia, por el contrario, “lejos de estar formada por meras observaciones, tiende siempre a dispensar, en cuanto es posible, de la exploración directa, sustituyéndola por aquella previsión racional, que constituye, por todos aspectos, el principal carácter positivo “. De esta forma, el verdadera espíritu positivo consiste, ante todo en ver para prever, en estudiar lo que es, a fin de concluir de ello lo que será, según el dogma de la invariabilidad de las leyes naturales. La base esencial del método positivista es siempre el razonamiento inductivo, que parte de la observación y mediante clasificaciones y comparaciones se eleva a conclusiones generales, al descubrimiento de leyes. Pero lo esencial en este razonamiento es su encadenamiento lógico, que es denominado con frecuencia en la época como “ deductivo “. En cualquier caso, es importante señalar que el objetivo del razonamiento es alcanzar la ley, y que los hechos aunque son el punto de partida, por sí solos no indican nada. Para interpretarlos hace falta disponer de teorías. Para el científico positivista el modelo de cientificidad esta constituido por las ciencias de la naturaleza y. en particular por la biología - en el Ssiglo XIX - y. sobre todo, la física matemática. Incluso las ciencias sociales se intentan construir de acuerdo con ese modelo - las físicas sociales y las biológicas sociales -. Las raicees de esta pretensión son variadas. No cabe duda de que los grandes avances de dichas ciencias durante el siglo XIX y el cientifismo dominante en este siglo tuvieron que influir en ella. Pero este reduccionismo científico deriva también de un postulado filosófico, el de la unidad profunda de la ciencia y del método científico. El monismo positivista se opone al dualismo de origen cartesiano, que había distinguido entre mundo físico y moral, y. mas cercanamente al dualismo Kantiano. Generalmente es un monismo de base materialista, según el cual existe una sola realidad natural de la que el mundo físico y el psíquico son dos caras o manifestaciones distintas de la 365 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA misma realidad. Se intente reducir la vida a un complejo de fenómenos fisicoquímicos y se llegan a considerar hechos psicológicos como funciones cerebrales, emanaciones del cerebro, de la misma manera que el hígado segrega la bilis. Lo que la biología, y en concreto la obra de Darwin, pudo aportar fue la explicación del proceso a través del cual se produce la selección natural y la evolución. Se trata, en primer lugar, de la existencia de las variaciones aleatorias que se produce en los organismos vivos y que pueden transmitirse hereditariamente, permaneciendo aquellas que resultan más aptas y dan a los individuos algunas ventajas en relación a las condiciones del medio o a otros animales. En segundo lugar, la “ lucha por la vida “, que es un resultado de la tendencia de las especies a multiplicarse en progresión geométrica, da a estas variaciones aleatorias una importancia fundamental. La variación lenta pero permanente de las especies hace difícil la clasificación zoológica o botánica, debido a la existencia de numerosas variedades intermedias. Las ideas de competencia y selección tuvieron un eco inmediato en las ciencias sociales y fueron, además, ideológicamente utilizadas para justificar el naciente orden social capitalista, exaltando, como algo inscrito en el orden natural, la competencia y el triunfo de los mas aptos. Además el desarrollo de la biología evolucionista hizo que se modificaran las ideas que se tenían sobre el equilibrio de la naturaleza y sobre una nueva perspectiva el problema de las relaciones entre los seres vivos y el medio natural. El evolucionismo se convirtió en una síntesis explicativa de toda realidad, una síntesis que permitiría enlazar los conocimientos científicos particulares adquiridos inductivamente en las diferentes ciencias. El principio evolutivo se extendió también a las ciencias sociales, e incluso autores como Heribert Spencer se aplicaron a la tarea de integrar de una sola formula la evolución inorgánica, orgánica y “ superorganica “ o social. La evolución de la sociedad se integra así en el marco general de la evolución universal, obedeciendo a sus mismas leyes, aunque aceptando que posee mayor complejidad. El principio fundamental de la evolución, a saber “el paso de un estado de homogeneidad relativamente, definido e incoherente a un estado de heterogeneidad relativamente definido y coherente” se extendió también a la compren- JORGE ISAAC RAMIREZ . E sión de la evolución social. Los geógrafos, quienes son los que nos interesan aquí, tampoco podían quedar al margen de este gran movimiento intelectual si quería que se reconociera a su ciencia un carácter científico. El análisis del pensamiento de los primeros maestros universitarios de la geografía institucionalizada muestra claramente que sus concepciones científicas están intensamente modeladas por las concepciones positivistas y evolucionistas. B.- LA GEOGRAFÍA POSITIVA, DETERMINISMO GEOGRÁFICO, LA OBRA DE RATZEL. El impacto de las ideas positivistas y evolucionistas fue particularmente intenso en la geografía alemana, debido a la relativamente temprana institucionalización de esta ciencia en dicho país. Las criticas a la obra de Ristre se hizo precisamente a partir de estas concepciones, y supone una reacción contra las ideas románticas e idealistas dominantes en el primer tercio del siglo. En los escritos de los primeros maestros de geografía universitaria de los años 1870 - Kirchhoff, Ratzel, Richthofen - la influencia del positivismo y del evolucionismo es bien patente. La obra de uno de ellos, Federico Ratzel, puede servirnos de ejemplo del impacto de dichas concepciones en la geografía alemana. La geografía humana empezó a definirse como rama científica mas en la tradición de la etnografía que en la tradición de las descripciones regionales. El interés por los pueblos primitivos - de raicees antiguas como hemos visto antes, pero acentuado durante el siglo XIX como resultado del nuevo empuje de la colonización europea y de la intensificación de las exploraciones-, provoco durante este siglo el desarrollo de la etnografía y la multiplicación de las discusiones sobre la unidad de la especie de la unidad humana y de la superioridad relativa de unas razas respecto a otras. Geografía y etnografía eran en la segunda mitad del siglo XIX disciplinas muy relacionadas, hasta llegarse a confundir las obras de los geógrafos y ser consideradas como obras de etnografía. Como es el caso de Federico Ratzel. Sus estudios de Zoología le hicieron familiarizarce muy tempranamen- 367 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA te con las ideas de Darwin, sobre las que incluso llego a publicar un comentario en 1869, enterándose también durante el tiempo que duraron sus estudios en la Universidad de Jena por la obra de Haeckel, profesor de Zoología de aquella universidad y creador de la ecología. De el procedieron, sin duda, muchos planteamientos ratzelianos sobre las interacciones entre los organismos vivos y el medio ambiente. Ratzel sigue en diversos aspectos ideas que proceden de Carlos Ritter, así mismo se separa de él y sigue caminos que enlaza sobre otras preocupaciones y otras concepciones. Ratzel, sobre todo critica a Ritter por no haber sabido dar un método a la geografía para estudiar problemas humanos: “a Ritter que dio al estudio de la antropogeografía notable impulso, le falto una sola cosa, pero importantísima: no indico prácticamente como estos problemas deberían abordarse” En la base de la visión geográfica de Ratzel se encuentra su concepción orgánica de la tierra, que lo conduce a su planteamiento integrado de fenómenos vitales - “concepción orgánica “ o “biogeografica” - y que hace a Ratzel no solo el primer geógrafo que identifica geografía con ecología humana. La concepción de la tierra que considera el elemento sólido, liquido y aéreo, al igual que toda forma de vida que de ellos emane y en ellos florezca, como un todo inseparable, unido con la historia y por acciones reciprocas ininterrumpidas. Ratzel se opone al enfoque científico que conduce a considerar separadamente los diferentes aspectos de la vida en el planeta. Ratzel constituye un buen esfuerzo por conjugar el enfoque positivista por una parte y la necesidad de unir la geografía física y humana, a fin de dar identidad y hacerle un sitio en el campo de la ciencia. Las ideas esenciales en su obra Antropogeografia proceden fundamentalmente de la convergencia entre su concepción orgánica o biogeografica, su preocupación por los problemas de la difusión y migraciones. La actitud positivista lo conduce a la transferencia de conceptos y teorías de las ciencias naturales a las ciencias humanas que encuentra su más acabada expresión en la utilización que Ratzel hizo de conceptos biológicos y ecológicos para interpretar hechos de geografía política. Su punto esencial en este aspecto es la teoría del “ espacio vital “. En su estudio de la distribución espacial de los seres vivos Ratzel observa que “ entre el movimiento de la vida, que nunca reposa, y el JORGE ISAAC RAMIREZ . E espacio de la tierra, cuyo tamaño no crece, existe un claro contraste: de ese contraste se origina la lucha por el espacio “. La preocupación por el espacio vital lo conduce a ocuparse también de los limites, de las fronteras de este espacio. Los limites se consideran no solo como las líneas que delimitan el espacio de un grupo de individuos, sino también como un campo de lucha. El espacio vital viene a ser así el área geográfica dentro de la cual se desarrollan los organismos vivos. El territorio y la historia común son los caracteres que contribuyen a unificar a los pueblos. Todo pueblo da lugar a un estado. El estado, a su vez, se eleva por encima de todas las clases sociales, que deben formar un frente común para defenderlo de los enemigos exteriores. La potencia de los estados está en relación con diversos factores, entre los cuales las condiciones naturales y las aptitudes políticas. La grandeza de los estados depende del área y de los habitantes que son considerados dos fuerzas políticas decisivas; pero también depende de la posesión de medios de dominio, de naturaleza material e intelectual, y especialmente la estabilidad de la institución política. Los limites marcan de una manera precisa a los grandes estados; los estados de los pueblos civilizados mas avanzados son todos cerrados, circundados de limites exactamente conocidos.....los estados de los pueblos que se encuentran en el escalón bajo de la civilización son pequeños, débiles, faltos de todas las instituciones y también sin fronteras precisas. En resumen , este entendimiento de la dinámica evolutiva, que Ratzel expuso ampliamente en sus trabajos etnográficos, es el que subyace y actúa como argumento básico en sus elaboraciones geográficas. En los dos dominios en los que esas elaboraciones resultan más acabadas y fecundas - en los de la geografía humana y la geografía política -, se encuentra siempre presente la idea Ratzeliana de que los procesos humanos, sociales y políticos que tienen lugar en el espacio geográfico responden a esquemas de determinación causal en los que las condiciones naturales desempeñan un papel incuestionablemente decisivo. Y, junto a esa idea, el discurso ratzeliano incorpora una dimensión organicista que aparece así mismo vinculada a las perspectivas biologistas dominantes en la época. Sobre esa doble base, 369 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA determinismo natural y organicismo, articula Ratzel sus planteamientos geográficos: las nociones de “ espacio “ y de “ oposición “, fundamentales en todo discurso, aparecen así cargadas de sentido en la medida que interfieren continuamente en la dinámica evolutiva de sociedades o estados que se comportan como verdaderos organismos. La dimensión espacial o geográfica se encuentra así congruentemente integrada en la perspectiva evolucionista y organicista que articula el razonamiento ratzeliano. El discurso ratzeliano aparece así articulado como una construcción rigurosamente consistente en términos conceptuales y metodologicos: la perspectiva biologista permite edificar un razonamiento en el que los procesos humanos, sociales y políticos responden siempre a una dinámica evolutiva decisivamente determinada por las condiciones geográficas. Pero el pensamiento ratzeliano, bastante influyente en posteriores elaboraciones geográficas, no se encuentra exento de problemas y dificultades. El determinismo natural o ambiental, planteado en la obra ratzeliana con generalizada inflexibilidad - y vinculado a una lectura del evolucionismo próximo a la del darvinismo social -, conlleva tanto una injustificada simplificación unilateral de las nociones darvinistas como, por otra parte, una sensible y distorsionada reducción de la complejidad de las dinámicas espaciales - humanas, sociales y políticasanalizadas. Esa reducción, bastante generalizada en el contexto de un conocimiento decimonónico empleado, como vimos, en descubrir leyes universales garantes de un saber totalizador, aparece fuertemente intensificada en el pensamiento ratzeliano, y ello supone una acentuada polarización naturalista en la caracterización de los esquemas de determinación causal adoptados. Si el determinismo geográfico estaba presente en los planteamientos de Humboldt y Ritter, en el pensamiento de Ratzel ese determinismo aparece ya desprovisto de sus anteriores connotaciones cosmogónicas o teleológica. 4.- EL HISTORICISMO Y LA GEOGRAFÍA: El historicismo como corriente filosófica aparece a finales del siglo XIX en reacción al positivismo. Esto es, en los últimos decenios del siglo JORGE ISAAC RAMIREZ XIX se . E acusan cambios importantes en el panorama científico y filosófico europeo. Hay una reacción neta contra el positivismo y el naturalismo, y se ponen en cuestión de forma amplia principios aceptados antes como indiscutibles. En geografía, ello coincide con el desarrollo de la escuela regional y del paisaje, con la afirmación del carácter ideográfico de la ciencia, ( nota : carácter ideográfico, el que se propone la descripción de los hechos particulares, sin la pretensión de formular leyes universales de aplicación ), que acepta ahora facultades como la intuición y desvía el objetivo hacia la comprensión de una realidad considerada compleja. Todo ello da lugar a una modificación, en ocasiones muy perceptible, respecto a la etapa anterior; a un enfrentamiento que no deja de ser confuso debido a la aceptación de algunos rasgos del periodo precedente y por la pervivencia latente de ciertas actitudes positivistas. La crisis del positivismo se refleja sobre todo, en lo que a nosotros nos interesa, en la crítica del modelo naturalista de cientificidad y en la afirmación de la especificidad de las ciencias humanas, derivada a su vez, del rechazo del monismo y de la afirmación correlativa de la antinomias naturaleza-historia. Ello tiene consecuencias metodologicas importantes, como son el desplazamiento del objetivo del conocimiento científico desde la explicación a la comprensión y a la necesidad de justificar teóricamente una ciencia de lo singular. La división entre naturaleza e historia dio lugar a dos sistemas de ciencias diferenciadas igualmente validas: las ciencias de la naturaleza y las ciencias humanas o del espíritu. Una y otras son distintas por la especificidad de sus objetos y por la de los métodos o instrumentos a emplear; por consiguiente, no puede aceptarse en las segundas una simple transferencia de los métodos o conceptos de las primeras. La originalidad de las ciencias humanas deriva del hecho que el investigados no estudia un objeto exterior a él, sino una realidad en que él mismo está inmerso. Esta realidad puede ser abordada por una pluralidad de métodos, sin excluir los de la naturaleza, pero sin que sea aceptable un reduccionismo naturalista. Característica esencial de la realidad humana es su “ historicidad “, la existencia de un desarrollo histórico en que los individuos y los grupos sociales actúan movidos por una intencionalidad y aceptando unos 371 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA valores. Esta exaltación de la historia alcanza tal dimensión que la expresión “ historicismo “ llega a designar a una de las más caracterizadas corrientes de la creación antipositiva. A lo largo del siglo XIX la perspectiva histórica se había ido introduciendo en todas las ciencias, por lo que a veces puede hablarse de un historicismo decimonónico. El historicismo romántico y positivista, pretendía simplemente reconstruir, exigiendo rigor en la determinación de los hechos históricos, y aceptando que cada unidad histórica tiene un valor propio e igualmente estimable. Pero el historicismo de fines del siglo XIX planteo desde una perspectiva teórica el problema de la validez del saber histórico y elevo la historia a categoría explicativa de la realidad social, al considerar que ésta es el resultado de un desarrollo y, por consiguiente, la descripción de dicho desarrollo desde su origen es esencial e indispensable para entender la realidad. “ toda acción humana, lleva en si la historia, es fruto del devenir, y ella misma esta sometida a cambio. Por eso la realidad social es siempre histórica, e histórico es necesariamente todo objeto de las ciencias humanas. Por tanto, las ciencias humanas, creadas históricamente, no hacen más que dar cuenta de esta historicidad esencial de la realidad. Naturalmente, la introducción de la historia como elemento esencial en la misma naturaleza de algo, supone introducir una dimensión de extraordinaria complejidad, ya que la historia esta compuesta por una sucesión de acontecimientos singulares, realizados además, intencionalmente. Uno de los principios básicos del historicismo, consiste “ en sustituir a una consideración generalizada y abstracta de las fuerzas historico-humanas la consideración de su carácter individual “. Esta singularidad se diferencia del carácter uniforme y repetible de los fenómenos de las ciencia s naturales, que nos permite un conocimiento determinista de la naturaleza. Si se quiere entender la realidad humana, la historia ha de describirse en su totalidad, exhaustivamente y no puede subsumirse en una teoría legalmente explicativa, necesariamente abstracta y, por ello mismo, reflejando insuficientemente la complejidad de la vida real. La aprehensión de la realidad social ha de hacerse mediante un conocimiento comprensivo, que describa las individualidades históricas y tenga en cuenta las intenciones que dirigen la acción individual o social, que parta de lo vivido en su totalidad, JORGE ISAAC RAMIREZ . E que reconstituya lo individual y que capte los tipos, es decir, “el conjunto de caracteres constantes que tiene relación funcional uno con otro, o sea que varían correlativamente y se acompañen constantemente”. La oposición entre la explicación generalizante positivista - que ahora se considera propia de las ciencias de la naturaleza, y que consistirá en establecer la conexión causal entre los fenómenos de la experiencia sensible y la comprensión historicista, es un elemento básico de la reacción metodología. Conduce a la aceptación en el conocimiento científico de facultades que no serian admisibles para un positivista, tales como la intuición, la sensibilidad o el sentimiento poético. La introducción del desarrollo histórico como elemento esencial en la realidad social de algo implica, la aparición de lo particular y de lo singular como objetivo del conocimiento científico. De una manera concreta, el objetivo de las ciencias humanas consistiría, pues, en aprehender lo singular, lo individual de la realidad historico-social, conocer las regularidades que actúan en su producción, establecer fines y normas de su desarrollo. Pero para que esta aprehensión de lo singular pudiera ser considerada científica con el mimo rango que la cientificidad generalizante de las ciencias de la naturaleza, hacia falta justificar teóricamente la posibilidad de esa ciencia de lo singular. Esta fue tarea a la que se dedico Wilhem Windelband ( 1894 ), resucitando la distinción kantiana entre clasificaciones lógicas y físicas, escribe, citando Kant: “podemos referirnos a nuestras percepciones bien de acuerdo con conceptos, bien según el tiempo y el espacio en que se encuentran realmente. La clasificación de las percepciones según los conceptos es lógica mientras la que se realiza según el tiempo y el espacio es una clasificación física. Por la primera obtendremos un sistema de naturaleza, tal como el de Linneo, y por la segunda una descripción de la naturaleza “ Windelband clasifico las ciencias de la experiencia en nomoteticas e ideográficas, Las primeras se preocuparían por la constante y permanente, y tratarían de descubrir las leyes de la naturaleza, mientras que las segundas se interesarían por lo único o singular, por los hechos o acontecimientos, por las condiciones circunstanciales en el tiempo y 373 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA en el espacio. La oposición entre naturaleza y espíritu, correlativamente, la distinción entre ciencias naturales y humanas planteaba a la geografía recién institucionalizada un grave problema, por el peligro de disgregación entre una geografía física, que tenía ya un fuerte arraigo en la disciplina, y otra humana, que iniciaba un rápido desarrollo tras el primer intento de sistematización realizado por Ratzel. “este dualismo entre lo físico y lo humano suponía una seria amenaza para la continuidad de la disciplina “. Frente a este dualismo “ amenazador “, la geografía se configuro como la mas segura vía para la supervivencia de la disciplina. La propia tradición geográfica, por un lado y las aportaciones teóricas del historicismo, por otro, facilitaron los fundamentos para este camino integrador. Y la afirmación del carácter ideográfico de la geografía permitió resolver los problemas del conocimiento que se presentaban. La consideración de la geografía como una disciplina de los singular era fácilmente aceptable porque, en este sentido, podía esgrimirse explícitamente el pensamiento Cantina. Efectivamente, Kant había aludido a la geografía al exponer su distinción entre clasificaciones lógicas y físicas. Para el, según la clasificación física “las cosas se consideran de acuerdo a su localización sobre la tierra “, mientras que el sistema ” hace referencia a su lugar en su clase, la descripción geográfica de la naturaleza muestra donde aparecen en la tierra “ se considera el marco de naturaleza, la tierra misma y los lugares en que las cosas se encuentran realmente, en contraste con los sistemas en que se pregunta no sobre el lugar de nacimiento, sino sobre la similitud de las formas, geografía e historia aparecen hermanadas en el pensamiento Kantiano como ciencias aparte: la historia y la geografía podrían ser denominadas, por así decir, una descripción, con la diferencia de que la primera es una descripción según el tiempo y la segunda una descripción según el espacio. De aquí que la historia y la geografía aumenten nuestro conocimiento respecto al tiempo y el espacio ......La historia, por consiguiente, difiere de la geografía solo respecto al tiempo y al espacio. La primera es, como se ha señalado, una relación de acontecimientos que se suceden en el tiempo, la otra una relación de hechos que se dan unos juntos a otros en el espacio, La histo- JORGE ISAAC RAMIREZ . E ria es una narración, la geografía es una descripción...... Geografía es el nombre para la descripción de la naturaleza y del conjunto del mundo. La geografía y la historia llenan el área entera de nuestra percepción: la geografía, la del espacio, la historia, la del tiempo”. (Citado por Vila Valenti, 1984). Al realizar estas consideraciones, Kant tenía presente, sin duda, la geografía del siglo XVIII, que se había desarrollado esencialmente siguiendo la geografía especial de Varenio y había dado lugar a monumentales compilaciones de datos sobre reinos y países. Por ello, la nueva valoración de la geografía regional a fines del siglo XIX podía fácilmente remitirse al pensamiento Kantiano, integrando al mismo tiempo la idea de interpelación entre elementos heterogéneos que se combinan en el espacio, idea desarrollada por el ambientalismo naturalista. La geografía trataría, de las diferencias localizadas en la superficie terrestre, y describiría unidades espaciales, definiéndolas y comparándolas entre si. Los conceptos básicos son los de diferenciación y asociación espacial. La geografía se ocuparía de solo aquellos fenómenos que dan cuenta del carácter variable de la superficie terrestre. Cada lugar concreto aparece identificado por la particular asociación de fenómenos que se da en el, distinta de la que se da en otros lugares. La geografía se separaba así esencialmente de las ciencias sistemáticas basadas en categorías separadas de fenómenos. y se aproximaba a las ciencias históricas, de las que, sin embargo, se diferenciaba por la dimensión cronológica que era inherente a éstas. Respecto a las ciencias sistemáticas que también estudiaban distribuciones espaciales de fenómenos particulares (como plantas, animales y otros ) y sus causas, la geografía se diferenciaba de ellas al insistir en la asociación espacial de fenómenos que contribuyen a dar el carácter particular a un territorio. La asociación espacial suponía sobre todo, interpelación de los diversos fenómenos que coinciden en el espacio. El análisis regional adquiría una complejidad que no tenían los estudios realizados por la concepción ambientalista, que pondría énfasis en las relaciones hombremedio, los cuales se limitaban generalmente a estudiar de forma sucesiva e inconexa la relación de cada uno de elementos ( agua, aire, 375 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA plantas, animales, y hombre ) con el terreno. Cada territorio había de estudiarse en sí mismo, en su integridad, sin separar ni privilegiar unos fenómenos u otros, ya que naturaleza y hombre pertenecen al carácter propio de un territorio y esto de tal forma que no pueden ser separados uno de otro. con ello se aseguraba el carácter unitario de la disciplina y se evitaba el dualismo que supondría estudiar separadamente los aspectos físicos y humanos. En Francia, por ejemplo, la geografía humana a partir de la simulación de métodos y problemas de otras ciencias sociales, de la incorporación consciente de la herencia alemana, realizada por los geógrafos de finales del siglo, en particular Eliseo Reclus y Paul Vidal de la Blache; y de la reacción critica contra la antropogeografía de Ratzel en la que intervinieron sociólogos (como Durkheim), historiadores (como, Lucien Febvre), en relación sobre todo con el problema de la influencia del medio físico en la evolución histórica. La figura de Vidal de la Blache ( 1843-1918 ) es el punto de referencia insustituible en la formación de la escuela geográfica francesa y en el desarrollo de una teoría de la geografía humana. Sus ideas esenciales son el estudio de la naturaleza y el hombre, destaca como el medio natural le proporciona una gama de posibilidades que él desarrollara de acuerdo a sus deseos y capacidades, creando así un hábitat. El hombre, por otra parte, establece relaciones con el medio no de forma individual, sino a través del legado histórico de los objetivos fijados por el grupo al que pertenece; por lo tanto, este enfoque vidaliano concede una gran importancia a la historia y a ella aconseja acudir para evaluar los “ marcos de vida “ y los “ objetivos cambiantes de los grupos humanos “. Otro concepto esencial es el de “géneros de vida “, que son productos y reflexiones de una civilización y el resultado integral de las influencias físicas, históricas y sociales que rodean la relación del hombre con el medio en un espacio concreto. Vidal de la blache propone la necesidad de estudiar la naturaleza y la sociedad de forma holistica, y es preciso el dialogo establecido entre hombre y el medio del que resulta el abigarrado paisaje de un país. El “genero de vida “ estaría integrado por tres componentes: producción material en relación a los recursos materiales, medios de nutri- JORGE ISAAC RAMIREZ . E ción y combinación de actividades agrarias y no agrarias. Vidal relaciono la noción de genero de vida y medio natural con el concepto medios de vida, es decir, con la adaptación de los recursos naturales de los medios por diferentes pueblos. Un concepto a su vez importante es el de “ región “ o “ la región “, considerada globalmente, agrupando todos los rasgos de relieve, clima, suelos, vegetación, agricultura, minería, industria, comunicaciones y hábitat, rasgos unidos y ensamblados en un paisaje visible, formando un todo orgánico, y siendo sus partes interdependientes. Cada región está influida, desarrollada y modificada por la acción del hombre, y, por tanto, el paisaje es el resultado de la acción sucesiva de generaciones de pueblos. Así pues, Vidal no separa el medio del hombre. Hombre y naturaleza se interpenetran a lo largo del tiempo. Ambos constituyen un todo, un amalgama que cristaliza y forma a lo largo del tiempo una región con unos caracteres distintivos que la hacen única, puesto que toda región tiene muchas de las circunstancias y características locales, y, así, lo que es significativo en una de ellas carece de valor en otras. Las ideas básicas son el enfoque claramente antideterminista y el subrayar que el objetivo no era establecer relaciones causales y leyes sobre las relaciones hombre-medio, sino observar las mutuas relaciones del hombre y el medio físico a través del medio biótico ( agricultura y ganadería ), y que estas relaciones no pueden entenderse señalando limites entre los fenómenos del medio natural y los culturales, sino que deberían considerarse como íntimamente unidas e inseparables. Cada comunidad se acomoda a través de unos géneros de vida a las condiciones naturales dejando su impronta especial, y el resultado de este sutil ajuste refleja siglos de actuación del hombre sobre el medio. Por lo tanto, cada sociedad tiene características propias e irrepetibles; incluso éstas pueden no producirse en otros territorios de condiciones naturales semejantes. A lo largo del tiempo, el grupo humano y la naturaleza se adaptan de tal modo que sus relaciones son tan intimas y sutiles que es inútil tratar de delimitar la influencia del hombre sobre el medio y la de este sobre aquel. Ambas influencias se funden en un todo que se cristaliza en un paisaje, en una región con su propia personalidad. 377 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA 5. -LOS CONTEXTOS DE LA NUEVA GEOGRAFÍA A partir de los años 1950 la geografía conoció una profunda conmoción en el mundo anglosajón, lo cual dio origen a la llamada revolución cuantitativa, de la que surgió una nueva geografía. Factores diversos incidieron en la crisis generalizada de las ciencias sociales, y provocaron la aparición de nuevas tendencias, que encuentran una sólida base en el auge de las corrientes neopositivistas. El triunfo de la reacción antipositiva a fines del siglo pasado y comienzos del siglo XX no había supuesto la desaparición total de aquella corriente en las ciencias sociales. El positivismo continuo más o menos de forma soterrada, y actitudes naturalistas y evolucionistas pueden encontrarse de manera u otra mediante los decenios del siglo en prácticamente todas las ciencias, incluida la geografía. De hecho, puede afirmarse que la línea del positivismo nunca se interrumpió. A partir de estas líneas de continuidad, el nuevo positivismo comenzó a desarrollarse. Un rechazo esencial a la metafísica o del idealismo era el cemento común del grupo de filósofos procedentes de diversas ramas de la ciencia, y en particular de la física y de las matemáticas, los cuales fueron desarrollando una concepción colectiva de la filosofía concebida como un “positivismo lógico“. Los objetivos de este movimiento filosófico aparecieron en el manifiesto del circulo de Viena. Pretendían una ciencia unificada, para lo cual era necesario buscar un lenguaje exento de contaminación subjetiva y de juicios ,de valor, un lenguaje neutro, inspirado en el análisis lógico. En este ultimo caso en lugar de propugnar un esquema explicativo determinista y un método de investigación inspirado en las ciencias de la naturaleza y, más concretamente, en la biología de Darwin, estos científicos propugnan también, partiendo de la experiencia, el establecimiento de proposiciones empíricas y proposiciones analíticas basadas en la lógica y las matemáticas. Sin duda alguna, la mayor diferencia entre el positivismo determinista del siglo XIX y el nuevo positivismo es el rechazo a una interpretación determinista y causal entre la relación de fenómenos. Este hecho esta ligado a la evolución del espacio y tiempo en la física, que rompe con el esquema Newtiano y aparece la concepción del espacio relativo y las leyes de probabilidad para explicar el comporta- JORGE ISAAC RAMIREZ . E miento de las partículas elementales. Aparece con ello el campo de la indeterminación, en el cual las realidades o, mejor, las pretendidas realidades que escapan al determinismo de la ciencia y que, por consiguiente, abren el nuevo cauce teórico del indeterminismo, son las que resultan de la combinación de dos mediciones exactas. El Universo de las partícula atómicas se halla regido por un estatuto de objetividades de las que se conocen la mitad de los datos; la otra mitad resulta desconocida. Así pues, vemos como la probabilidad constituye la esencia del enfoque en la física y llega a considerarse como la raíz de la objetividad física. Es, por tanto, el positivismo lógico del circulo de Viena la filosofía que proporciono la base de la nueva física y está, a su vez, fue el modelo que inspiro a las ciencias sociales. Además de la influencia filosófica del positivismo es preciso destacar las insuficiencias del enfoque regional clásico, poco adecuado a la problemática de una sociedad urbana e industrial. Por otra parte, Europa y Estados Unidos salían de la II guerra mundial con resultados muy diferentes, ya que Europa, campo de operaciones militares, salía destrozada, en tanto que Estados Unidos se consolidaba como potencia hegemonía en franca expansión económica. En ambos espacios se considero necesario la organización territorial de la economía y del desarrollo económico. Era necesario “domesticar el crecimiento“, siendo necesario para ello buscar las “leyes“ que regían la organización del espacio a fin de ordenar armónicamente el desarrollo económico a través de una creciente intervención del estado. A esta demanda social acudió la geografía tanto en los países occidentales como en los socialistas. Este hecho es importante, ya que supuso romper con un aislamiento tradicional y diversificar su producción. A partir de la década de los 50, el espacio y su organización va a ser la preocupación dominante en los países sajones, rivalizando con economistas, arquitectos y otros científicos que crean toda una nueva disciplina llamada “ ciencia regional “. En este contexto filosófico y social, la comunidad de geógrafos no se comporto uniforme, ya que las circunstancias eran diferentes; por ello, mientras que en los países sajones hubo un fuerte debate sobre el papel de la geografía en el campo científico, y se urgía formular nue- 379 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA vos conceptos y métodos mas acordes con los de la “ciencia“, en Francia, Alemania y países mediterráneos, el debate y la introducción del paradigma cuantitativo fue mas tardío y no aparece hasta la década de los años 70. En relación con todo ello como aparece otra vez la propuesta explícita de crear una “ física social “, vieja aspiración del pensamiento ilustrado del siglo XVIII renovada, como ya vimos, por el positivismo decimonónico. El físico J.Q. Steward emprendió un decidido esfuerzo para establecer claramente las relaciones funcionales entre física y ciencias sociales, Proponía que se analizaran las situaciones demográficas, económicas, políticas y sociológicas en términos de dimensiones puramente físicas tales como tiempo, distancia, masa social, temperatura social, deseo y numero de personas; estos factores convertían la estructura dimensional de la física social en una estructura isomorfa con la física, pero exigía una visión macrocósmica de los problemas. Naturalmente la utilización de teorías físicas para explicar por analogía situaciones que se producen en el campo de la geografía humana se hizo entonces una práctica común: la teoría newtoniana de la gravitación para explicar la configuración de las áreas de atracción de los grandes centros comerciales, fue ampliamente usada en geografía urbana; la disminución de la emigración a partir de un centro se comparo a la emisión de un rayo luminoso en el que la luz es absorbida gradualmente por el medio en el que circula, disminuyendo con la distancia al foco emisor; el estudio del trafico por las autopistas se hizo utilizando la teoría de los fluidos, y del comercio a partir de teorías eléctricas. Los conceptos de la termodinámica, que están en la base de la teoría general de sistemas, se hicieron ahora de uso general y temas como el de la entropía pasaron a ser investigados con referencia a sistemas humanos. UNA GEOGRAFÍA CUANTITATIVA. La transferencia de teorías y conceptos de un campo a otro de la ciencia solo es posible con una lenguaje altamente formalizado y una base matemática común. Además, existe ahora una aspiración general para que las teorías científicas se presenten en forma clara, coherente y JORGE ISAAC RAMIREZ . E rigurosa, que evite las contradicciones internas, lo cual solo puede conseguirse presentando dichas teorías matemáticamente. ( Bunge,1962 ). Se resalta ahora que, puesto que la matemática es el lenguaje de la ciencia, debe serlo también de la geografía. Aquí radica - y no simplemente en la utilización de la estadística -, uno de los motivos esenciales que conducen a la matematizacion de la geografía, a la aparición de la geografía “ cuantitativa “. El uso de simulaciones y de juegos, el empleo de nuevas técnicas estadísticas como el análisis factorial y la estadística no paramétrica se hace cada vez mayor. Con ello, el lenguaje de la teoría de la probabilidad se convierte en un lugar común en geografía. Se afirma que “ las leyes no tienen que ser necesariamente causales, y que desde el descubrimiento de la indeterminación por Heisenberg se sabe que pueden ser también estocásticas; ley causal sería una ley estocástica con alto grado de certeza “ ( Vila Valenti 1987 ). El énfasis que se opone ahora en el espacio conduce, lógicamente, la atención de los geógrafos hacia la geometría. Si la geografía es “ esencialmente morfológica “, son las formas espaciales las que hay que investigar, lo cual supone un análisis geométrico. Y con ello apareció la discusión sobre el carácter absoluto ( Newtoniano ) o relativo ( Eisteiniano ) del espacio, y sobre las geometrías apropiadas para el tratamiento de los distintos problemas espaciales. Las geometrías noeuclidianas se consideraron mas aptas para los análisis que implicaban conceptos relativos del espacio, como ,por ejemplo, los relacionados con la medida de la distancia, la cual está “ determinada por la actividad y la influencia de los objetos “. La teoría de grafos en el estudio de los distintos tipos de redes ( redes de transporte, redes fluviales etc. ) se convirtió en una fuente de fecundas innovaciones. La preocupación por la geometría, por lo que Harvey llamó “ el lenguaje de la forma espacial “, esta íntimamente relacionado con el énfasis que ahora se pone en el espacio. La localización espacial de la población y de las actividades se convierten en el tema destacado de la investigación. El espacio terrestre, la organización espacial, las distribuciones y asociaciones espaciales, las estructuras espaciales, las regularidades en el espacio son cuestiones que pasan ahora a primer término en las preocupaciones de los geógrafos. 381 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA Esta nueva formulación de hecho le dio un nuevo replanteamiento a los problemas claves de la geografía, veamos: El primero de ellos, el referido a, la comprensión del enorme sistema de interacción que comprende toda la humanidad y su medio ambiente natural sobre la superficie terrestre; es tematizado ahora a partir del enfoque de sistemas como el más importante esfuerzo metodológico, por ejemplo Chorley, autor de una importante aproximación a la geografía física, señala que la geografía “ se ocupa y preocupa de las manifestaciones espaciales tangibles del contacto e intercambio continuado que mantienen el hombre y su medio ambiente habitable”. El concepto de ecosistema, ha sido, en particular, el que ha atraído la atención de los geógrafos como “ modelo de realidad “, y lo han recomendado como marco conceptual para la investigación geográfica. El otro problema clave esencial de la geografía, el cronológico - regional -, se ve también afectado por la crisis del historicismo. La critica se fundamenta en desvalorizar el estudio regional, oponiéndose a la consideración de la región como un todo único, un todo que seria mas que la simple suma de sus partes y que no podía ser explicado aplicando los métodos científicos normales, sino solo aprehendiendo en su totalidad. La región no es más que un laboratorio donde se comprueba la validez de las teorías propuestas por el geógrafo sistemático. En este sentido desaparece así el problema de identificar unas regiones que el geógrafo posibilista suponía, según hemos visto, como realidades existentes que había que identificar y comprender. La regionalización se desecha como un fin en si misma y pasa a se, considerada como una forma de clasificación. Con todo, el estudio de la región no desaparece del todo, sino que se replantea ahora en términos diferentes. Las regiones polarizadas, es decir, organizadas por una red urbana, pasan a ser consideradas como ejemplos de sistemas abiertos, y estudiados a partir de la teoría general de los sistemas. La semejanza entre los sistemas abiertos y las regiones polarizadas (o nodales o funcionales ) son ahora destacadas. Según indica Haggett, los primeros poseen las siguientes características: necesidad de un suministro de energía parta mantener y preservar el sistema; capacidad de llegar a un estado de equilibrio; autorregulacion mediante ajus- JORGE ISAAC RAMIREZ . E te homeostáticos; el mantenimiento de magnitudes óptimas durante períodos de tiempo, así como de su organización y su forma a través del tiempo; y por último, la de comportarse de modo equifinal, en el sentido de que condiciones iniciales pueden conducir a resultados finales semejantes. Muchas de estas características manifiesta Haggett se encuentran también en los sistemas regionales. Vale la pena citar sus propias palabras: “La organización regional necesita de un constante movimiento de gentes, bienes, dinero, información para mantenerse; un exceso de movimiento hacia adentro puede verse compensado por cambios de forma ( expansión de la ciudad y crecimiento urbano tentacular), así como un movimiento disminuido puede llevar a la contracción y a las ciudades fantasmas. Las dos primeras condiciones se cumplen claramente. De modo semejante, respecto a la tercera condición, la región urbana obedece al principio de Le Chatelier en cuanto que su Hinterland puede expandirse o contraerse para hacer frente a flujos acrecentados o disminuidos...... Así mismo, cumple con los requisitos cuarto y quinto, en cuanto que las formas de las relaciones ( urbanas ) entre rango y tamaño urbanos tiende a ser relativamente constante en el espacio y en el tiempo. Finalmente, la creciente convergencia de las formas principales ciudades en distintos continentes, nos sugiere que el sistema abierto urbano tiene la capacidad de comportarse de modo equifinal “ ( Peter Haggett, 1974. La geografía y los modelos ). Es, pues, un orden semejante al de la naturaleza el que ahora tratan de hallar los geógrafos cuantitativos. La búsqueda del orden espacial subyacente se convierte en una obsesión, y se realiza, bien de una forma puramente empírica o inductiva, o bien a partir de teorías previamente formuladas. NOTAS 1 El presente texto se elaboró a partir de los siguientes trabajos: Josefina Mendoza EL PENSAMIENTO GEOGRÁFICO, Vila Valenti INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO TEÓRICO DE LA GEOGRAFÍA, Michel Foucault LAS PALABRAS Y LAS COSAS, Beltran Russel OBRA COMPLETA, Horacio Capel FILOSOFÍA Y CIENCIA EN LA GEOGRAFÍA, Tim Unwin 383 EL TIPO DE LECTURA QUE PROPONE LA GEOGRAFIA EL LUGAR DE LA GEOGRAFÍA, Paul Claval EVOLUCIÓN DE LA GEOGRAFÍA HUMANA. 2 TRES MOMENTOS ARTICULADORES EN TORNO A EVENTOS DE CARÁCTER GEOGRÁFICO. 1. - La de los descubrimientos de los limites del Mundo conocido ( la ecumene ); 2.- La de la conquista de las cimas y los abismos de regiones ecuménicas; 3.- De la aplicación del factor tiempo. Estos tres momentos independientes y a su vez interconectados generaron un esquema de la concepción del mundo o de sus limites. Cada civilización corresponde a un ámbito geográfico determinado: Primera fase la civilización de los grandes ríos confinadas dentro de los valles, por ejemplo el Nilo, Mesopotamia, Hoan-ho; segunda fase, desarrollada dentro de un circuito de tierras costeras e islas - Orbis terrarum -; tercera fase, la salida al Mediterráneo ( por las caleras de Cesar ) que allí comienza la incorporación del norte de Europa a través del Atlántico y la asunción de que este océano lleva a las tierras del extremo oriente. Esto es, que en cierto modo se le considera como un mar interior; cuarta fase: Los descubrimientos que sobrepasan los Cabos de Hornos y Buena Esperanza y se verifica la continuidad del orbe del Océano. Otra visión de estos tres momentos se podría sintetizar con la siguiente caracterización: La tierra es el mero escenario de la aventura política de las naciones, concentrando su interés en describir como el relieve principalmente y los accidentes topográficos en general han marcado cierto destino a las campañas militares, las migraciones de los pueblos en expansión y el destino de las naciones. 3 Volúmenes de Humboldt: Ideen zu einer Geographie der Pflanzen mit Naturgemälde der Tropeländer(1805). Vues des cordillères et monument des peuples indìgenes de L’Amérique (1810). Essai politique sur le Royaume de Nouvelle Espagne (1811). Examen critique de l’histoire et de la geographie du Nouveau Continent et des progrès de l’astronomie nautique aux XV et XVI siecles (1814 a 1834). Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continet fait dans les années 1799 à 1804 . JORGE ISAAC RAMIREZ 385 . E