La Bruja de la Chinampa “Alfaro” o “Tlazintla” Sucedido en el Barrio de los Reyes, en el paraje Tlazintla, hoy colonia del mismo nombre, en la Delegación de Iztacalco, Distrito Federal. Era el año de 1930, siendo delegado político de esta Demarcación, el Sr. Martín F. Posada Hernández, aconteció lo siguiente: En aquel entonces los siete barrios que forman el Pueblo de Iztacalco no estaban poblados como ahora, las casas estaban alejadas unas de otras, ubicadas en chinampas y árboles; los vecinos de ese tiempo estaban muy alarmados porque los niños (bebés) estaban desapareciendo de sus casas. Se dice, que en los grandes árboles aparecían colgadas calaveras pequeñas de niños, situación que los mantenía muy preocupados a los moradores del lugar. Pues bien, una mañana, casi de madrugada, corrió una noticia como regero de pólvora en el pueblo, de que habían atrapado a una bruja en la chinampa llamada “Alfaro” o “Tlazintla”, ubicada en el paraje Tlazintla, del Barrio de los Reyes de este lugar (hoy lo que es el Eje 3 Ote. casi esquina con la actual Av. del Recreo, lado oriente). Chinampa que fue propiedad del Sr. Atanasio Jurado, del Barrio de los Reyes. De inmediato las autoridades correspondientes se apersonaron en el lugar, abriéndose paso entre la gente que rodeaba a la bruja, ésta se encontraba sentada en el suelo, era una muchacha muy bonita como de unos 18 años de edad, de cabellera negra y muy larga. Le ordenaron las autoridades que se parara, pero ella no hizo caso, hasta que un gendarme la tomó del brazo y la quiso levantar, pero la mujer cayó al suelo, de inmediato todos los presentes exclamaron sorprendidos un grito, al darse cuenta de que esta mujer no tenía pies ni pantorrillas. Las autoridades que encabezaban esta diligencia le preguntaron que dónde estaban sus pies, cómo se los quitó, contestando la joven bruja que los había dejado debajo de un maguey pero que ya no estaban ahí, que alguien se los había llevado. Se le interrogó cómo se llamaba, de dónde venía, si tenía familia, negándose a contestar, entonces se le dijo, que sin no quería contestar sería quemada de inmediato en la Plaza de San Matías, del Pueblo de Iztacalco, al oír esto la bruja de inmediato empezó a hablar, diciendo su nombre y dirección, expresó que se llamaba María que venía de Santa María Aztahuacan –perteneciente a la Delegación de Iztapalapa-, que por favor nada más avisaran a sus padres, dijo, ya que acababa de casarse y no quería que supiera su esposo esto. Partiendo de inmediato un grupo de policías a caballo para ir a avisar a la familia de esta hechicera. A pocas horas llegaron los gendarmes con los familiares y el esposo de la bruja, que por cierto, éste venía amenazando a los guardianes del orden, diciéndoles que los iba a demandar por calumniar a su mujer, que ésta era muy piadosa y buena gente, los policías le contestaron, que estaba bien, pero que fuera a identificarla, que si no era su esposa entonces que los demandara. Llegaron al lugar de los hechos, hicieron que pasara primero el esposo para la identificación de esta mujer, ésta estaba agachada cubriendo su rostro con su abundante cabellera negra, al hacer un lado el cabello, el esposo quedó paralizado al descubrir que efectivamente era su mujer, al instante el esposo se paró y le dijo que por qué hacía esto, por qué lo había engañando, en ese momento iba a la casa a sacar sus cosas y se iba a ir para siempre, la esposa bruja quiso levantarse pero no pudo, llorando le suplicó a su esposo que la perdonara, que no la abandonara, que ya iba a vivir una vida como Dios manda, el cónyuge no le hizo caso iba muy enojado, saliendo de ese círculo de gentes que rodeaba a la bruja, pero la autoridad lo detuvo y le preguntó, si la identificaba como su esposa a la muchacha sin pies, él contestó que sí, pero que ya nada quería saber de ella y se alejó. . A los pocos minutos regresó de nuevo el esposo y dirigiéndose a su mujer “como ido” dijo: “¡Ahora ya caigo, ahora ya caigo, ahora ya caigo!”, todos los presentes pensaron que ya se había vuelto loco por la situación que había pasado, entonces la autoridad le preguntó al esposo: “¿ahora ya caes qué?”, a lo que él contestó: “Ahora ya caigo, porque todos los días me daba de comer moronga”; se aclara que el esposo de esta mujer trabajaba de noche. Cabe hacer mención que entre los presentes que estaban en ese lugar, había un joven llamado Julián, del Barrio de los Reyes y que en este lugar se le conocía como “Coto”, que él tenía las piernas envueltas de la bruja, por eso en toda esa diligencia estaba riéndose. Él hizo entrega a las autoridades ahí presentes de las dos piernas y que al ver la bruja esto se quiso abalanzar sobre ellas, pero no pudo. Las autoridades que llevaban esta diligencia se las dieron a la bruja, que de inmediato se las colocó con la admiración y sorpresa de todos los presentes. Al finalizar este caso, los familiares de esta bruja suplicaron y con llanto que perdonaran a su hija de lo que había pasado, pero que ella no había hecho nada malo y que de hoy en adelante iban a tener el estricto control de ella en todos sus actos. Firmando todos los interesados en esta actuación. Por esta única vez fue perdonada la Bruja de “Tlazintla” o “Alfaro”, ya que esta situación no era prevista, especialmente en las leyes penales. Recopilación realizada por el Lic. Francisco Cázarez Alvarado (Cronista oficial de Iztacalco)