Mañongo Nº 29, Vol. XV, Julio - Diciembre 2007 EL SUFRIMIENTO EN EL PACIENTE INSUFICIENTE RENAL Lisbeth Hernández Moreno Resumen Se pretende describir la vivencia de los enfermos renales en tratamiento crónico, enfocando las múltiples fuentes de dolor y sufrimiento a las que se encuentran sometidos debido a una enfermedad que produce síntomas físicos, cambios somáticos característicos y numerosas pérdidas personales así como frustraciones de diverso índole que se comparten con la familia y con el personal sanitario que les atiende. Los avances tecnológicos permiten tratamientos prolongando la vida de los enfermos, pero a la vez, sometiéndoles a situaciones irrepetibles en cuanto a las prescripciones, espacio físico, vivencias cotidianas de sometimiento y exigencias de adaptación a la vida de relación pues fuera del espacio de tratamiento, el enfermo, no debe serlo y debe vivir como una persona sana. A través de fragmentos testimoniales narrados por pacientes de la práctica clínica se interpretan las diversas defensas inconscientes que manifiestan los enfermos renales crónicos ante el sufrimiento por su enfermedad y el tratamiento que les mantiene con vida. Palabras clave: sufrimiento, enfermedad renal, vivencia de enfermedad, defensa inconsciente. Summary To describe the experience of the renales patients in chronic treatment, focusing the multiple sources of pain and suffering to which they are put under due to a somatic disease that produce physical symptoms, characteristic changes and numerous personal losses as well as frustrations of diverse nature which they share with the family and with the sanitary personnel who takes care of to them. The technological advances allow to treatments prolonging the life of the patients, but simultaneously, putting under unique situations as far as the prescriptions, physical space, daily experiences of submission and exigencies to them of adaptation to the life of relation then outside the space of treatment, the patient, it does not have to Recibido: Enero 2006. Aceptado para publicación en junio 2007. 399 Lisbeth Hernández M. be and must live as a healthy person. Through testimonial fragments narrated by patients of the clinical practice the diverse unconscious defenses that the chronic renales patients show before the suffering by their disease and the treatment are interpreted that maintains to them with life. Key words: Suffering. Renal disease. Experience of disease. Unconscious Defense. Key Words: patient, renal disease, testimony INTRODUCCIÓN Los enfermos con Insuficiencia Renal Terminal sometidos a tratamiento están en unas condiciones psicológicas y biológicas excepcionalmente difíciles. Soportan importantes tensiones emocionales debido a que tienen considerables pérdidas y frustraciones de distinto tipo: reducción de su capacidad económica, de su capacidad laboral, de su capacidad sexual, de la autonomía y libertad de movimientos, de sus posibilidades de integración y permanencia en el grupo familiar y social y marcadas insatisfacciones al tener que seguir un régimen de alimentación estricto con gran control de la ingesta de líquidos. Podemos aceptar que la situación de estos enfermos es mejor actualmente desde el punto de vista puramente médico y biológico, por lo que se les pueda considerar más tolerable y su calidad de vida, teóricamente debería ser mejor; sin embargo, la realidad clínica muestra que siguen teniendo marcadas alteraciones en el área psico-social. Pretender comprender el dolor y sufrimiento de los enfermos renales, sin estar enfermos, nos haría parecer presuntuosos e irreverentes ante lo ineluctable de su sufrimiento; por lo que en este ensayo, nos abocaremos a describir el implícito dolor y sufrimiento de las vivencias testimoniadas por mis enfermos renales, a lo largo de muchos años en los que he sido escucha de sus padecimientos y de donde he podido comprender a través de sus relatos algunas defensas que vinculo con la teoría del inconsciente. 400 El sufrimiento en el paciente insuficiente renal VIVENCIA DE TRATAMIENTO LOS ENFERMOS RENALES EN Los pacientes con insuficiencia renal crónica sometidos a tratamiento de hemodiálisis se encuentran en condiciones psicológicas y biológicas excepcionales, que pueden considerarse irrepetibles en el resto de la patología del ser humano. Por un lado la enfermedad les somete a unas exigencias estrictas de alimentación, régimen de vida y horarios que les limita y obliga a una marcada dependencia. Por el otro lado, la sociedad les exige frecuentemente manifestarse, actuar y tener rendimiento laboral satisfactorio. En ellos las angustias y el sufrimiento son vivenciados de manera distinta y la adaptación al tratamiento es igualmente distinta si lo que les acontece es una insuficiencia renal aguda o si es una descompensación o empeoramiento de una insuficiencia renal crónica. Al inicio de su diagnóstico, la primera reacción ante el tratamiento es de gratitud hacia el equipo médico y a la tecnología que les ha proporcionado una rápida mejoría salvándoles de su grave crisis; sin embargo el problema de adaptación se hace patente cuando el enfermo toma conciencia que las diálisis deben continuar. Pasa entonces por un período de dudas, de expectación sobre la duración del tratamiento y el número de sesiones que necesitará para que sus riñones vuelvan a funcionar de nuevo (Hutchinson, 2005). Generalmente los enfermos presentan una tendencia a la negación de su situación renal, como necesidad psicológica para ocultarse a sí mismos las dramáticas circunstancias de su enfermedad, que sus riñones no volverán a funcionar y que necesitará recurrir a la diálisis periódica para poder sobrevivir. Durante las primeras diálisis les asaltan intensos temores, sobretodo a la salida de la sangre de su cuerpo, sensación muy viva al verla fluir a través de los tubos que los conecta al riñón artificial. También les perturba considerablemente los cambios corporales que experimentan, por ejemplo, lo poco 401 Lisbeth Hernández M. que orinan o su total anuria, las fístulas arteriovenosas que se les practica, los cambios de aspecto de coloración general y los picores del cuerpo, son también motivos de preocupación para estos enfermos. Otra constante psicológicas son los sentimientos de dependencia hacia el hospital o la unidad de diálisis, hacia el equipo médico y enfermeras que les trata y hacia la misma máquina que los dializa; así como el temor a permanecer solos y alejados del centro asistencial. Una fuente de ansiedad que se manifiesta frecuentemente, es el temor a que les falle el riñón artificial durante la diálisis y que les ocurra entonces algo desastroso. En algunos enfermos este temor determina un estado de continua vigilancia que los hace permanecer muy alertas durante las horas que dura la sesión de tratamiento. Junto a estos sentimientos de dependencia también se mezclan hostilidades, rechazo y críticas muy ambivalentes hacia el personal y hacia sus propios familiares. Los pacientes renales tienen considerables pérdidas y frustraciones de distinto tipo: reducción de su capacidad económica, de su capacidad laboral, de su capacidad sexual, de la autonomía y libertad de movimientos, de sus posibilidades de integración y permanencia en el grupo familiar y social, además de marcadas insatisfacciones al tener que seguir un régimen de alimentación estricto con gran control en la ingesta de líquidos (Carbonell y Hernández, 1993). Su imagen física se deteriora rápidamente mostrando un aspecto característico. Con frecuencia se encuentran muy fatigados, con dolores de cabeza y otras partes del cuerpo, lo que añade un considerable sufrimiento físico a los demás elementos negativos ya mencionados. Cuando los enfermos cesan en su primera actitud psicológica de negación a la realidad, en cuanto a su enfermedad, se produce en ellos “la reacción de abatimiento” “de aflicción”. Es aquí cuando debemos estar advertidos en cuanto a la posibilidad de que desborde los límites de la comprensible “reacción 402 El sufrimiento en el paciente insuficiente renal de pesadumbre” para convertirse en una depresión profunda con peligrosas ideas de suicidio. La noción de pérdida es fundamental para comprender el sufrimiento de la depresión de estos enfermos, lo cual es prácticamente general a todos ellos: Pérdida de un ser querido, pérdida de la propia estimación, pérdida de la aceptación por parte de los demás... o cualquier otra pérdida. Para el enfermo la pérdida de la función corporal se relaciona con la pérdida de la autonomía e independencia (Kimmel, 2006). Algunos síntomas somáticos como la debilidad, malestar general, somnolencia y el temor de otras enfermedades que compliquen su condición orgánica, con la siempre cercana posibilidad de la muerte, son pérdidas reales o amenazas que cercan al enfermo en hemodiálisis. Las otras pérdidas como la de la estabilidad familiar y de la seguridad económica, son pérdidas importantes que los sumergen en situaciones particularmente negativas, lo que también se considera como favorecedoras de las alteraciones depresivas. La depresión relacionada con múltiples pérdidas conducen en última instancia a la pérdida de la autonomía e incluso de la vida, por ello todas las circunstancias de estos enfermos favorecen la aparición de trastornos afectivos – algunos de naturaleza adaptativos – ligados fundamentalmente a la enfermedad grave que padecen, al riesgo de muerte que la misma enfermedad conlleva y a los peligros que sienten derivados de un fallo de la máquina o de las personas que les atienden (Carbonell y Hernández, 1992). Así lo manifiestan los pacientes que concretan sus quejas en torno a la penosa situación en que se encuentran y en los sufrimientos que les produce su enfermedad y las exigencias de todo tipo que determina el tratamiento. En estas condiciones son frecuentes sus manifestaciones de tristeza, decaimiento, falta de ilusión, preocupación, así como insomnio, inquietud interior, pérdida de energía, pérdida de intereses y de capacidad sexual, falta de ganas de vivir y 403 Lisbeth Hernández M. pensamientos de muerte e incluso deseos de quitarse la vida. En algunos enfermos estos sentimientos son pasajeros o se presentan esporádicamente; pero en otros la sintomatología se hace persistente –semanas o meses- constituyendo un síndrome depresivo claro (Burlingame, 2005). Uno de los conflictos centrales de los enfermos en tratamiento de hemodiálisis es el dilema entre independencia y dependencia. El paciente recibe dos mensajes simultáneos pero dispares. Por un lado se trata de una persona enferma que depende de un riguroso programa de tratamiento, que le exige conectarse a una máquina – el riñón artificial – además de las prescripciones generales por las que debe restringir la ingestión de alimentos y de los líquidos; nunca se tiene mas sed que cuando nos prohíben beber agua. Por otra parte tiene que aceptar los síntomas propios de la enfermedad y los efectos secundarios del tratamiento (Carbonell y Hernández, 1992). Simultáneamente, debe reaccionar de manera responsable e independiente como si estuviera totalmente sano, para afrontar las exigencias de la vida cotidiana. Se podría decir que el enfermo renal en tratamiento de hemodiálisis se encuentra entre la enfermedad y la salud, entre la autonomía y la sumisión, entre la vida y la muerte. Se encuentra también entre dos espacios de cierta manera contrapuestos: uno limitado, pequeño, casi carcelario, el del tratamiento. El otro espacio amplio y abierto, el de la convivencia con todas sus exigencias. Debe reducirse a un espacio pequeño y obligado, durante unas horas, dos o tres veces por semana: la habitación de la unidad donde está la camilla o el sillón junto al riñón artificial al que literalmente es atado durante el tiempo que dura cada tratamiento. Se trata de un espació cargado de matices distintos. Sentido como seguro y protector, especialmente si es una sala de hospital; pero allí deben permanecer quietos, pacientes, tranquilos, aunque se sientan inquietos, impacientes o intranquilos. 404 El sufrimiento en el paciente insuficiente renal Tiene que seguir un ritual estereotipado de gestos y actitudes de sumisión y a merced de los médicos, de las enfermeras o de sus propios familiares si es que se les permite acompañarlos. El lugar es siempre el mismo, reducido, monótono. Se entra allí obligadamente, con una periodicidad matemática. Hay que permanecer allí durante un tiempo fijo. Es un espacio prisión donde se libera de una carga de toxinas que le dará nueva vida, nueva capacidad de movimientos. Las salas de hemodiálisis poseen características particulares, se trata generalmente de un espacio compartido por otras personas que están en una situación similar pero carente de intimidad para la comunicación. En buena parte porque el lugar está ocupado por aparatos con sus ruidos de alarmas que mecanizan el ambiente quitándole calor humano. Son espacios de características opuestas a las de los espacios naturales. Las máquinas y la tecnología ocupan el lugar de la naturaleza separando al enfermo de la misma y también interponiéndose entre las demás personas que comparten aquel lugar. La presencia de la máquina no es sólo una atadura que limita sino además, una barrera que separa, convirtiendo al mismo enfermo y a sus vecinos en “nuevos seres” con una prolongación, metálica, artificial y automática (Garfield, 1978). Es un lugar reservado para un pequeño grupo de seres humanos unidos por el sufrimiento al compartir la misma difícil situación en la vida, con un destino adverso y negativo. Pero al mismo tiempo es un lugar todavía para unos pocos privilegiados, dado que no todos los enfermos con una insuficiencia renal terminal tienen opción a un cupo en un Centro de Diálisis. También ese pequeño mundo está ocupado por los médicos y las enfermeras con los que se establecen alianzas y hostilidades (Smith, 2001). A pesar de tener un cierto parecido con las Unidades de Cuidado Intensivo, las unidades de diálisis tienen características diferentes y únicas. 405 Lisbeth Hernández M. No se trata de un lugar de paso, como aquellas, accidental, en el que sólo se está cuando se está gravemente enfermo, sino de un lugar en el que hay que habituarse o adaptarse porque va a ser paso obligado repetida y periódicamente el resto de sus vidas o al menos durante un largo tiempo o en el mejor de los casos hasta que se consiga escapar de él gracias a un transplante renal. Y aquí entra en otra gran incertidumbre, un dilema: el sometimiento de los familiares a las pruebas y a la donación del riñón o esperar a que alguien muera para extraer su riñón y ser transplantado, ¡espera la muerte para lograr la vida! El otro espacio del enfermo en hemodiálisis – fuera de la unidad - es el que corresponde al otro polo del doble mensaje que recibe simultáneamente. Es un espacio que incita, que tienta y que puede resultar más llamativo que para los demás seres humanos. Es un espacio Milagro al que acceden después de su casi resurrección. Es un espacio regalo que le es concedido gracias a una tecnología asombrosa que prolonga sus dimensiones de modo regular. Puede recorrerlo, pero sólo durante un cierto tiempo, sólo al extremo que sus fuerzas se lo permitan, hasta que sus energías vayan apagándose y deba volver irremediablemente a su pequeño y obligado espacio donde tendrá que permanecer sin remedio para desintoxicarse nuevamente. Por su espacio abierto debe moverse como una persona sana, activa y responsable, pero siempre su espacio reducido gravita sobre él. Sus dos espacios se superponen, se imbrican, se interaccionan. No puede propasarse. Su camino de ida debe tener una vuelta conocida. Su espacio indefinido de anchas fronteras está modulado por su espacio definido y estrecho. En el primero está la libertad pero también el mayor riesgo. En el segundo debe encerrarse, permanecer sujeto, pero es un lugar que protege y en el gana un nuevo plazo de vida. Los enfermos renales en tratamiento de hemodiálisis están siempre cabalgando entre la vida y la muerte, entre el espacio abierto y libre, y el cerrado y esclavizante. 406 El sufrimiento en el paciente insuficiente renal LAS DEFENSAS INCONSCIENTES DE LOS ENFERMOS RENALES En los pacientes renales terminales en tratamiento además de los conflictos de ambivalencia y dependencia, la negación es un hallazgo prácticamente universal. Tal negación no involucra solamente a los pacientes sino también al personal que los atiende y a los familiares, por ejemplo, no resulta extraño escuchar de personas cercanas a un enfermo de riñón hacerse preguntas y responderse a la vez: Por qué podría la diálisis trastornarle?... en realidad no le debería afectar... es un pequeño inconveniente, pero eso es todo. Por su parte, en general los médicos de las unidades de diálisis expresan que todo está bien, no hay de qué preocuparse acerca de sus enfermos pues de esta manera lo que hacen es asumir la negación de sus pacientes. Generalmente cuando un nefrólogo es advertido de los deseos de muerte y la posibilidad de suicidio en un paciente que realiza consecutivas transgresiones dietéticas puede que de él se obtengan respuestas como esta: No... lo que pasa es que los pacientes tienen problemas con la dieta y otras restricciones impuestas por el tratamiento porque les limita en su libertad y no pueden comprender que necesitamos una estrecha colaboración de su parte. En estos ejemplos vemos sólo algunos tópicos de un manto de negación que tiene y requiere el médico de acuerdo a su investidura emocional para actuar de manera efectiva en el programa de diálisis, lo que le evita angustias que tendría si observara la realidad objetiva de los pacientes. Por lo general se admite que la negación puede servir como una función adaptativa y constructiva en respuesta a la enfermedad y que en algunas circunstancias puede llegar a salvar la vida de los enfermos. En otros casos la negación puede volverse peligrosa y son aquellos casos en los que el paciente rechaza 407 Lisbeth Hernández M. recibir tratamiento, esto es, cuando su deseo de no estar enfermo le lleva a una negación psicótica masiva y a la ruptura con la realidad (Segal, 1982). Cito el discurso de un paciente: Yo puedo estar en diálisis indefinidamente... la máquina no cambia mi vida en casi nada. La gente no me mira como un inválido. Yo soy simplemente un hombre completo que necesita tratamiento. Yo puedo trabajar y mantengo una familia. Supongo que soy un hombre muy normal... He aprendido a vivir con la máquina y a apreciarla. Poco tiempo después el paciente entró en una situación anímica especial durante la que no podía hablar de sus problemas. Para la Psiquiatría su diagnóstico se correspondió con una Disforia Histérica. Pero... Progresivamente el paciente fue invalidándose hasta su muerte. Aparte de estos casos extremos lo más habitual es la negación sana, la cual permite al paciente con una enfermedad renal crónica adaptarse o someterse al tratamiento: pero, ¿Qué es lo que niega? ¿Qué pasa para que en determinados momentos o situaciones fallen estos mecanismos? O ¿Qué hace que unos enfermos lo logren de manera eficaz y otros no? Pues bien, esto es lo que hemos observado en los enfermos renales: las fantasías angustiantes actualizadas por el sufrimiento en el sujeto experimenta sentimientos en relación con un objeto y se puede poner en juego diversas defensas frente a sus ansiedades (Segal, 1982). Ante una creencia consciente que amenaza a no cumplir con el ideal del yo, la defensa viene dada por el ocultamiento de la conciencia de esa representación. Pero, ¿Qué pasa cuando la fantasía es el terror ante el dolor físico, la evisceración, la cercenación y que por otra parte transcurre y se perpetúa constantemente en la conciencia por una realidad que implacablemente se actualiza provocando sufrimiento durante las vicisitudes de un tratamiento, al tiempo que moviliza las ansiedades básicas de la subjetividad? 408 El sufrimiento en el paciente insuficiente renal Es entonces cuando la defensa no se puede constituir mediante la simple anulación de la conciencia, sino que además, requiere del intento de modificar las fantasías inconscientes. Esta es la situación en los enfermos renales en quienes ante lo complejo de sus ansiedades construidas en el inconsciente necesitan reconstruir otras fantasías que contrarresten las anteriores. La condición de los enfermos renales sometidos a tratamiento crónico, como lo hemos descrito, representa una constante amenaza, dolor físico, decadencia de las funciones biológicas y sociales, cambios en su corporalidad, complicaciones somáticas padecidas en sí mismos y otras en sus compañeros que les anuncian las posibles eventualidades negativas de su futuro. Un paciente diabético en diálisis nos dice: Yo soy uno de los pocos pacientes que viene a esta unidad que puede ver más o menos bien, sin lentes... me pregunto ¿Hasta cuando? Porque se que me quedaré ciego como ellos. Otras veces los enfermos pueden ver como fracasa el riñón transplantado de algún compañero que reingresa al programa de diálisis; y en otras ocasiones se enteran o hasta presencian la muerte de otro compañero de la unidad. Todas estas circunstancias movilizan las ansiedades más tempranas en las que el inconsciente se mueve bajo la presión de la ansiedad de muerte (Klein, 1982). En los pacientes renales podríamos comprender que hay un objeto al que se responsabiliza de la situación actual de enfermedad y ese objeto es el riñón insuficiente, parte del Yo en cuanto que está en la propia corporalidad; por lo tanto se hablaría de ansiedad depresiva. Pero al mismo tiempo ese riñón que compromete al organismo es odiado, atacado y responsabilizado por el Yo función, por lo que estaríamos dentro de las ansiedades persecutorias. Otra forma de defensa ante las ansiedades persecutorias es a través de la defensa obsesiva que puede eliminar total o 409 Lisbeth Hernández M. parcialmente la angustia a través del control de las fantasías y la aparición de la nueva fantasía de controlar y de dominar al posible agresor. Cuando los enfermos están conectados al riñón artificial se pueden presentar algunos eventos y comprometer su vida, aquí es cuando los enfermos que usan el mecanismo obsesivo, se hacen conocedores absolutos de todo el funcionamiento de la máquina, de sus exámenes biomédicos, de todo lo que ocurre en la unidad durante las sesiones. Están completamente al día y lo que realmente desearían es adquirir el control, tener el dominio o la previsibilidad de su mundo. Otro tipo de defensa a la que recurren los enfermos renales ante las ansiedades persecutorias es utilizar el objeto bueno u objeto idealizado. De acuerdo a como se haya construido el objeto bueno y el objeto malo según el estado afectivo o emocional en el encuentro con el objeto, las experiencias externas servirán para superar o exacerbar las primitivas ansiedades persecutorias (Klein, 1982). Un paciente nuestro repite casi constantemente: Esta no es la solución (refiriéndose a la diálisis), la ciencia y los médicos se han equivocado, nos vuelven robots, inútiles seres que nos mantienen con vida para hacernos sufrir... la máquina se lo come a uno y le quita la vida lentamente… En este caso el objeto externo, la máquina, actúa como bueno y malo a la vez pues da la vida al corregir el trastorno metabólico y además tiene cierto riesgo al que se expone el mismo, o cuando menos, obliga a la sujeción y a algunas molestias físicas. Pero este paciente no es capaz de introyectarlo como objeto bueno, sino que su incapacidad de idealización le mantiene sufriendo por la persecución pues en su psiquismo posiblemente no existe un objeto bueno introyectado al cual apelar para defenderse de las ansiedades, sino que más bien se exacerban en la vivencia. En otros testimonios nos podemos explicar las defensas maníacas, las cuales se constituyen como una caracterología 410 El sufrimiento en el paciente insuficiente renal maníaca en la que se denigra la realidad, al tiempo que se mantiene el completo conocimiento de esa realidad perfectamente consciente que le permite vigilarla y enterarse qué es lo que pasa para poder controlarlo (Segal, 1982). Un paciente dice: Tengo 30 años... calculo mínimo tres años para que me transplanten... Ya me han realizado cinco intervenciones quirúrgicas. Me conformo, si el riñón que me transplanten funcione unos diez años, para ser mayor cuando vuelva a la máquina. Con este sarcasmo en su discurso al expresar su situación, evita que la ansiedad le cause pesadumbre y se siente omnipotente como controlador de la realidad de la cual se mofa en contra básicamente de ansiedades paranoides. Otro de los mecanismos de defensa es la fuga hacia los objetos internos y a los objetos externos (Klein, 1982). En contrapartida a la necesidad de identificación con el objeto interno, es decir, al fallo en este mecanismo citaremos a un enfermo quien había sido transplantado de riñón recientemente cuando comenzó con la sensación de que olía mal. Esta percepción se fue estructurando hasta convertirse en autenticas ideas delirantes. El riñón que me transplantaron, está sufriendo el proceso de descomposición cadavérica y contamina todo mi cuerpo. Podemos interpretar que este enfermo no logró el refugio en la identificación con un objeto interno bueno y de manera contraproducente se exacerbaron las ansiedades persecutorias. La identificación con los objetos externos pudiéramos ver que está presente en aquellos pacientes en tratamiento de hemodiálisis bajo las diferentes formas de considerar ese objeto externo, que es la máquina, como bueno o malo. Hay enfermos que tan sólo la punción para conectarlos a la máquina es vivido como una gran amenaza; son los pacientes que inclinan más la identificación al objeto malo el cual es dañino. 411 Lisbeth Hernández M. Otros enfermos, resisten estoicamente las complicaciones del tratamiento como las intervenciones para los abordajes vasculares, con la tranquilidad que les da el hecho que es algo necesario para hacerse la diálisis. Aquí, la identificación se verifica con el objeto bueno, da la vida, luego entonces calma las ansiedades. Un aspecto muy patente en los enfermos renales crónicos es que en su pensamiento, de alguna forma o de otra, circula la idea del suicidio tal vez como expresión de la ambivalencia entre la vida y la muerte o como una postura filosófica. La forma de cometer el acto puede ser de manera activa, muy frecuentemente auto-lesionándose la fístula arteriovenosa o comprometiendo algún órgano ya deteriorado por la enfermedad. La forma pasiva se puede constatar en las transgresiones dietéticas, el incumplimiento de tratamiento medicamentoso o el rehusarse a continuar con el programa de diálisis. Una posible comprensión de estos actos y de su contenido simbólico podemos encontrarla al considerar una mezcla de tendencias paranoicas y depresivas que pueden generar la reacción suicida en la que la acción se dirige contra el objeto introyectado. Es el yo quien intenta matar sus objetos malos al tiempo que se propone salvar los objetos amados, internos y externos. En otras palabras la fantasía subyacente en el suicidio se dirige a salvar los objetos buenos internalizados con los cuales se identifica y mata la parte del yo que está identificada con los objetos malos y el ello (Klein, 1986). Otra fantasía interpretable en esta situación, sería el liberarse del sufrimiento y morir; pero identificado imaginariamente con el objeto bueno. Como hemos podido ver, la vivencia de sufrimiento en los enfermos renales terminales en las diversas formas de tratamiento, tiene todos los elementos generales descritos en la psicología del sujeto enfermo, unidos a otros de orden tecnológico y a factores individuales de cada sujeto. Cuando se piensa en su sufrimiento, comprendemos una reacción a un dolor emocional y físico que implica sentimien- 412 El sufrimiento en el paciente insuficiente renal tos de incontrolabilidad, indefensión, desesperanza, intolerabilidad e interminabilidad, con predominio de la percepción de incertidumbre sobre la duración de la enfermedad renal y del tratamiento. Es algo negativo y complejo por encontrarse el sujeto amenazado en su integridad, por su sentimiento de impotencia para hacerle frente, además del agotamiento de los recursos personales que les permitirían afrontarla... ¡Es la indefensión... La expectación! En el presente y cada vez más en el futuro, la ciencia y la tecnología permitirán reemplazar más órganos vitales, y la responsabilidad en cuestiones referentes a condiciones de vida de los enfermos y la muerte, a los donantes y receptores, se multiplicará. Se plantean problemas legales, morales, éticos y psicológicos a la generación actual y más aún a las futuras, que habrán de decidir en cuestiones de vida y muerte, pero…¿El aquí, el ahora? ¿Y nosotros? en la proximidad cotidiana las personas afectivamente ligadas a los enfermos renales terminales y los profesionales sanitarios que les asisten, deben afrontar y aceptar su sufrimiento para comprenderlo y acompañarlo empáticamente, pero con respeto, para responder adecuadamente a sus demandas. Permitirles la bondadosa percepción de control de los síntomas somáticos, psicológicos, sociales y espirituales que favorezcan la adaptación a su condición de existencia; pues sus vivencias y su vida tienen el mismo valor y dignidad de toda vida humana. Ayudarlos responsable y compasivamente a vivir... para que puedan morir en paz. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Burlingame, G. (2005). Relative efficacy of individual versus Group Psychotherapy. International Journal of Group Psychotherapy. Vol. 55, 4. Carbonell, C; Hernández, L; Ramos, J. (1993). Variables Asociadas a la Adaptación Psicosocial de los Enfermos Renales Crónicos en Tratamiento. Actas Luso-Esp. Neurol. Psiquiatr. 21. 413 Lisbeth Hernández M. ________ (1992). Variables Asociadas a la Adaptación al Tratamiento de los Enfermos Renales Crónicos. Psicopatología (Madrid). 12, 4. Garfield, Ch. (1978). Psychosocial Care of the Dying Patient. New York. MacGraw-Hill Book Company. Hutchinson, T. (2005). 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