ESCUELAS CENTENARIAS Escuela Nº4 “Hipólito Irigoyen”, de Bragado Más horas para aprender más Cuentala leyenda que un potro salvaje, desafiante y con vistoso pelaje, iba a beber a las aguas de una gran laguna del centro de la Provincia de Buenos Aires. El caballo tenía una braga de color blanco en el vientre. Tanto los soldados como el pueblo originario quisieron cazarlo en varios intentos frustrados. Un día, un grupo de hombres armados lo acorraló al margen de la laguna, en una barranca, y cuando ya estaban seguros de hacerlo prisionero, el potro se arrojó desde lo alto. Prefirió morir antes que verse cautivo. En homenaje al sueño de libertad del potro, la historia rodó por el tiempo y la ciudad de aquella laguna donde se había arrojado el caballo se llamó Bragado. El partido homónimo fue creado en 1851 por orden de Juan Manuel de Rosas. En pocos años, el crecimiento vertiginoso del pueblo reflejó la necesidad de una nueva escuela. Fue así que, en 1882, se inauguró la Escuela Primaria N°4 “Hipólito Irigoyen”, con una matrícula de 26 alumnos, en un inmueble de calle Rivadavia casi Balcarce, que había sido cedido por Juan Carlos Martínez, vecino del lugar. Los libros que recogen la historia recuerdan a Juan Fernández como el primer director que aglutinó, en un solo grado, a niños y jóvenes deseosos de conocimientos y precursores de un alumnado que aumentó con el paso del tiempo. MÁS HORAS EN LA ESCUELA. En 1986, al visualizar las necesidades sociales de la comunidad, la Escuela N°4 implementó la doble escolaridad, una modalidad pedagógica que le permite al estudiantado mayores oportunidades en los aprendizajes, con prácticas de trabajo grupal que los preparan para la vida en sociedad, enseñanza de lengua extranjera de 4° a 6° año, participación en competencias a nivel local y regional, y acceso a una alimentación con una dieta sana y equilibrada. Asimismo, la posibilidad de más horas en la escuela facilita la puesta en práctica de proyectos que, junto al de Revista Escolar, incluyen los distintos aspectos de la educación integral del los alumnos, como Estudio Dirigido, Convivencia, Tutoría, Música. “LOS CHICOS NOS CUENTAN TODO, confían en nosotros y los maestros trabajamos en equipo y estamos en contacto permanente con las familias”, señala Alicia Perotta, la maestra que, desde hace casi dos decadas, enseña matemática. Si bien el edificio escolar está emplazado en el centro de la ciudad, frente a la Escuela Normal, su matrícula está constituida por chicos que llegan de los barrios de la periferia. “Los chicos del centro no se acostumbran a la doble escolaridad como una propuesta pedagógica porque tienen la oportunidad de hacer actividades extraescolares; en cambio, los chicos de los barrios aprovechan las posibilidades recreativas y artísticas que les brinda esta escuela”, agrega Perotta. La Maestra, una madre Surgen múltiples historias del anecdotario de las maestras de la Provincia de Buenos Aires. Algunas cómicas, otras emotivas, pero siempre vividas con profundidad. Alicia Perotta, madre de tres hijos adolescentes, repasa mentalmente y elige una que le entrecorta la voz y la lleva a las lágrimas. “Un día le dije a los chicos: ¿Se dan cuenta que yo paso más horas con ustedes que con mis hijos? Y uno de los chicos, que hoy ya es padre de familia me contestó: Pero tus hijos te tienen los sábados y los domingos y yo no te tengo”. Hoy, la maestra de Matemática se cruza por las calles de Bragado con hombres y mujeres, adultos ya, que la saludan con el cariño y la admiración de la señorita que les enseñó el mundo de los números y las primeras sumas y restas. Y a veces, mitad en serio, mitad en broma, ella les dice: ¡Si me habrás hecho renegar vos!