La exploración clínica de las vías urinarias en caballos incluye la historia clínica, explorar los genitales externos, observar el acto de la micción desde la distancia, analizar la orina y realizar una exploración física de las vías urinarias mediante inspección y palpación. Las enfermedades del tracto urinario suelen venir anunciadas por un cambio en los hábitos urinarios del caballo, tales como intentos frecuentes de orinar (con o sin molestias) y/o un cambio tangible en la calidad y el volumen de orina eliminada. 1. Examen del tracto urinario por vía rectal. Riñones. Los riñones de los équidos no se pueden palpar a través de la pared abdominal, debido al gran grosor y la rigidez de dicha pared, pero pueden palparse por exploración rectal. Sólo el riñón izquierdo es accesible por vía rectal. Tiene forma de judía (18 cm de longitud x 10-12 cm de anchura x 5-6 cm de grosor) y superficie lisa. Se localiza ventral a la última costilla y a las primeras dos o tres apófisis transversas lumbares. Su polo caudal se palpa en el techo del abdomen a la derecha de la línea media; habitualmente a la distancia del brazo. Normalmente es indoloro y algo móvil. El riñón derecho sólo se hace palpable cuando está muy dilatado y/o desplazado. o Uréteres. Es absolutamente imposible palpar cualquiera de los dos uréteres, debido a su pequeño diámetro (6-8 mm) y a su trayecto subperitoneal a lo largo de la musculatura pélvica hasta la vejiga. Cuando los uréteres son palpables es muy probable: • aumento de tamaño bilateral, debido a procesos inflamatorios, como la pielonefritis, ureteritis o cistitis. • aumento de tamaño unilateral, debido a la presencia de un cálculo ureteral, de un absceso o de un hematoma. o o Vejiga. En condiciones normales la vejiga es una estructura con forma de pera, más estrecha en el punto de unión con la uretra pélvica, que yace sobre el suelo de la pelvis. Por lo general, no puede palparse por palpación rectal, ya que suele estar relativamente vacía. Cuando la vejiga está vacía se sitúa sobre la línea media, al borde de la pelvis y es difícil de palpar. Es pequeña y de consistencia firme, y con la superficie serosa ligeramente arrugada. Cuando está llena de orina, se hace palpable justo por delante del borde de la pelvis, aunque la superposición del útero puede dificultar la exploración en las yeguas. Cuando la vejiga es palpable, puede indicar retención sencilla de orina, más que alteración de las vías urinarias. En la retención simple, la pared vesical se nota delgada y la compresión digital debe inducir micción, seguida de una mercada disminución del tamaño vesical. En la cistitis crónica es probable que esté vacía, pero se suele poder palpar la pared engrosada y dolorosa. La presencia de un cálculo quístico se aprecia mejor con la vejiga vacía, en cuyo caso se palpa una masa firme, normalmente de forma oval, al borde de la pelvis. En caso de parálisis u obstrucción la vejiga está muy distendida y se palpa la pared tensa. En los casos de parálisis crónica, puede haber una sensación de péndulo después de haber vaciado la orina con un catéter; es debida al acúmulo de sedimentos cristalinos (casi siempre de carbonato de calcio). Uretra. El pene del caballo suele localizarse introduciendo una mano en el interior de la apertura prepucial. A continuación, se exterioriza el pene agarrando con una mano el glande y ejerciendo una retracción lenta y constante. A menudo es necesaria la inmovilización farmacológica. La uretra termina como un tubo libre de 2,5 cm (proceso uretral) dentro de una fosa circular que se abre dorsalmente al interior del seno uretral. Este divertículo está lleno de una cantidad variable de esmegma. La uretra de las hembras se localiza sobre la línea media del suelo de la vagina, a unos 10 cm de los labios vulvares. El diámetro uretral de la yegua adulta suele ser suficiente para permitir la introducción de un dedo. Las anomalías palpables de la uretra son infrecuentes en las hembras. 1. Cateterización de la vejiga o El paso de un catéter sirve para demostrar el paso o no de la uretra, y permite obtener muestras de orina de la vejiga. Para hacer cultivos bacterianos se prefieren las muestras obtenidas así, porque reducen el riesgo de contaminación ambiental. La técnica también es útil para reducir el volumen de la vejiga antes de realizar una palpación rectal o una endoscopia (cistoscopia). El macho. Para este procedimiento suele ser necesario relajar el pene usando una dosis moderada de acepromazina, si las circunstancias clínicas lo permiten (0,05-0,10 mg/kg i.m. o i.v. lenta). En los caballos enteros, en los que existe el riesgo de parálisis peniana asociada al uso de acepromazina, se puede emplear detomidina (0,01 mg/kg i.v. lenta), seguida de butorfanol (25 mg/kg i.v.), pero es menos predecible si se producirá una relajación adecuada del pene. o Una vez relajado el glande y el orificio externo de la uretra se lavan con una solución de povidona yodada caliente. Tomando las debidas precauciones de asepsia, se lubrica la punta de un catéter de caballo con un lubricante hidrosoluble, y se introduce en la uretra mientras se sujeta suavemente el cuerpo del pene con la otra mano. El catéter pasa con facilidad por toda la longitud de la uretra peniana, pero se nota un ligero incremento de la resistencia a medida que se desliza por el arco isquiático, en cuyo punto se observa que se levanta la base de la cola. Llegado este punto, se debe ir retirando el fiador flexible, preferentemente por parte de un asistente, a medida que el catéter avance por la pelvis hacia la vejiga. De no hacerlo así, se corre el riesgo de que quede aprisionado después de pasar el arco isquiático, y que luego no se pueda retirar. Cuando la punta entra en la vejiga, se suele oír como entra aire por el interior del catéter. A menos que haya orina a presión, suele ser necesario provocar un sifón usando una jeringa acoplada al catéter para extraerla. Incluso cuando la vejiga está colapsada se pueden obtener de 20 a 30 ml de orina con la jeringa. Si no se obtiene nada, vale la pena esperar un poco después de retirar el catéter con un recipiente adecuado, porque la presencia del aire aspirado suele estimular el paso de una pequeña cantidad de orina. o La hembra. El orificio uretral externo de las yeguas y las potras es muy flexible y se cateteriza con facilidad. Se venda la cola y se lava la vulva externa. Se localiza el orificio uretral tomando las debidas precauciones de asepsia, deslizando el dedo por el suelo de la vulva, a lo largo de la línea media. En la mayoría de casos la abertura se encuentra a unos 10-12 cm de la comisura de los labios vulvares entre el pliegue transverso (pliegue vestibulovaginal) que demarca la entrada de la vagina. El error más frecuente es no encontrar el pliegue transversal que cubre el orificio, y por lo tanto no hallarlo. El orificio es bastante amplio, y una vez encontrado, se introduce un catéter a través de la vulva, entre los dedos, dirigido por el índice. La uretra es muy corta /7-19 cm), y en seguida entra en la vejiga. A veces puede ser necesario aspirar con una jeringa para obtener algo de orina. 1. Cistoscopia, cateterización uretral y uretroscopia. o Cistoscopia. En la hembra, la cistoscopia es relativamente fácil usando un instrumento de fibra óptica estándar (1 m de longitud, 1 cm de diámetro exterior). La vejiga se vacía, y manteniendo las debidas precauciones de asepsia, un asistente introduce el endoscopio en la uretra tal como se ha descrito para la cateterización. La entrada de la vejiga está a unos 10 cm. La vejiga se distiende insuflando aire hasta que se pueda ver con claridad. A veces el aire se escapa alrededor del endoscopio y se requiere insuflar de nuevo. Otra alternativa consiste en que el ayudante selle parcialmente la uretra colocando la mano sobre el pliegue transverso, a la altura de la unión vulvo-vaginal, para comprimir el orificio uretral externo. Una distensión excesiva puede provocar que la yegua se ponga tensa. En el macho, al ser la uretra más larga y estrecha, se requiere un endoscopio más largo, de 1,2 a 1,4 m, con un diámetro externo de 0,9 cm. La técnica para pasar el endoscopio es esencialmente la misma que se ha descrito para la cateterización del macho. La fuga de aire después del insuflado se puede reducir presionando suavemente el cuerpo del pene alrededor del endoscopio. La orientación en el interior de la vejiga la facilita el resto de orina que siempre se encontrará en posición ventral. Se explora la superficie de la mucosa en busca de anomalías de textura o estructura. La inspección endoscópica de la mucosa vesical ayuda a identificar el origen de una hemorragia, por ejemplo por lesiones ulcerativas o de masas (por ejp. tumores, abscesos intramurales y hematomas), las características superficiales de la mucosa, la presencia de estructuras ectópicas, y también permite inspeccionar las aperturas ureterales. o Cateterización ureteral. Los orificios ureterales se localizan retirando lentamente el endoscopio de la cavidad de la vejiga hasta llegar justo al cuello. Las aberturas se observan entonces como unas estructuras pequeñas de forma papilar a cada lado de la línea media de la pared dorsal, unos 2 cm detrás de la abertura uretral. Los orificios se identifican gracias a pequeños y frecuentes chorros pulsátiles de orina, en forma de olas. Se pasa un tubo de polietileno estéril (2,0-2,5 mm de diámetro externo a través del canal de biopsia hasta que se vea pasar por delante del visor del endoscopio. Se alinea el endoscopio de modo que el tubo pueda avanzar suavemente por el orificio uretral una distancia de 5-10 cm. Se aspira cuidadosamente una muestra de orina con una jeringa durante unos 2-3 minutos. Un exceso de fuerza en cualquiera de estas manipulaciones puede provocar un traumatismo del uréter. Una vez se ha obtenido la muestra y se ha retirado el tubo, el canal de biopsias se limpia con una solución salina estéril y el procedimiento se repite en el lado opuesto usando un nuevo catéter. Uretroscopia. La mejor forma de explorar la uretra es hacerlo mientras se retira el endoscopio, a menos, claro está, que se esté examinando a causa de una obstrucción. La uretra del macho se ha de mantener ligeramente inflada para proporcionar una visión óptima del revestimiento mucoso a medida que se retira el endoscopio. Hay que hacer notar que el avance inicial del endoscopio provoca que la mucosa aparezca marcadamente hiperémica cuando se retira. La uretra de la hembra es extremadamente corta (7-10 cm). o Después de una cistoscopia/uretroscopia puede aparecer una estranguria transitoria. En las imágenes siguientes el videoendoscopio utilizado tiene 2,40 Mts de longitud y menos de 1 cm de diámetro. Se muestra: • uretra peneana normal • desembocadura de las glándulas bulbouretrales normales • colículo seminal normal • 1. Ultrasonografía del tracto urinario 4.1. Los riñones. El riñón derecho se localiza en el espacio retroperitoneal, entre el 14º y 16º espacio intercostal. El riñón izquierdo es más móvil, pero se visualiza normalmente en el abdomen caudodorsal, en profundidad con respecto al bazo, entre el 15º espacio intercostal y la fosa sublumbar. El riñón derecho se puede visualizar con un transductor sectorial de 5 MHz, mientras que para observar el riñón izquierdo transcutáneamente se necesitan transductores de 3,5 ó 2,5 MHz. Este riñón también es visualizable desde el recto, con un transductor sectorial o lineal de 5 MHz. El riñón derecho no se visualiza de forma rutinaria por vía rectal, a menos que esté aumentado de tamaño. Los riñones se deben visualizar tanto en un corte longitudinal como transversal, y puede obtenerse una medida aproximada de su tamaño midiendo su longitud. En la mayoría de los caballos normales miden menos de 16 cm. Los riñones de los caballos sanos son menos ecogénicos que el bazo y que el hígado. Ecográficamente se puede distinguir corteza, médula, pelvis renal, arteria renal y uréter. La corteza renal es ligeramente más ecogénica que la médula, y los vasos arqueados de la unión corticomedular pueden aparecer como focos ecogénicos en punta de alfiler con sombra acústica. La grasa asociada con la pelvis renal produce áreas hiperecoicas centrales. La ecografía renal es más útil en caballos con lesiones localizadas, tales como nefrolitos, neoplasias o quistes, aunque estas enfermedades son relativamente raras. Las masas quísticas se pueden distinguir rápidamente de las sólidas por la ausencia de ecos dentro de una estructura llena de líquido. Sin embargo, los quistes, y particularmente los hidatídicos, suelen ser un hallazgo accidental. La nefrolitiasis es una enfermedad cuya prevalencia parece estar en aumento. Como ocurre con los colelitos, los nefrolitos son muy ecogénicos y producen una marcada sombra acústica. Hay que tener cuidado para no confundirse con la grasa o con el tejido fibroso de la pelvis renal, que también pueden producir sombra acústica, por lo que pueden producir un nefrolito. El significado clínico de los nefrolitos es variable ya que, mientras algunos caballos son asintomáticos, en otros están asociados a insuficiencia renal crónica. Por lo tanto, es importante que los hallazgos ecográficos se consideren en combinación con otros datos clínicos y clinicopatológicos. Si existe obstrucción urinaria la pelvis y/o el uréter se dilatan. Los uréteres dilatados y los urolitos ureterales se observan más fácilmente por vía rectal. Las neoplasias renales como los adenomas, adenocarcinomas, carcinomas de células escamosas y linfosarcomas son bastante raras en el caballo. La infiltración neoplásica conduce a una alteración de la arquitectura y del contorno del riñón, así como a aumentos de tamaño y cambios de ecogenicidad. Para confirmar la naturaleza exacta del tumor es necesario realizar una biopsia. Como guía de biopsia renal, que puede ser peligrosa si se produce una hemorragia, el valor de la ecografía es inestimable. Idealmente se debería utilizar un sistema de biopsia con aguja automática, ya que los riñones tienden a moverse durante los procedimientos manuales de biopsia. La etiología de la insuficiencia renal es variada, pero en los caballos suele ser debida a tóxicos o a mecanismos vasomotores. Los signos clínicos pueden aparecer en fases agudas de la enfermedad o, en el caso de una insuficiencia renal crónica, el comienzo suele ser insidioso, con signos clínicos graves que se manifiestan cuando ya se ha perdido la mayor parte de las nefronas. En caballos con insuficiencia renal, la ecografía constituye, más que un método definitivo, un método auxiliar de diagnóstico. Sin embargo, puede tener cierto valor en la diferenciación entre insuficiencia renal aguda y crónica. En la aguda, los riñones suelen estar aumentados de tamaño y rodeados de una zona edematosa, aunque en su estructura interna apenas si se observan cambios apreciables. En casos de fibrosis por insuficiencia renal crónica la ecogenicidad renal suele estar aumentada, y los riñones encogidos y nodulares. Ecogramas de riñones normales de caballo: • Imagen longitudinal, obtenida desde la fosa sublumbar izquierda, en la que se observa el bazo uniformemente ecogénico. Se puede distinguir la corteza y la médula del riñón izquierdo. Destacar que utilizando un transductor de 5 MHz la resolución obtenida es buena, pero que no se puede visualizar todo el riñón. • Imagen longitudinal, obtenida desde el 16º espacio intercostal derecho, en la que se visualiza el riñón derecho. Obtenida con transductor de 5 MHz. • • Imagen oblicua del riñón derecho, obtenida desde el 15º espacio intercostal, en la que es visible la arteria renal en el centro del riñón. Obtenida con transductor de 5 MHz. Ecograma longitudinal del riñón izquierdo,obtenido desde el 17º espacio intercostal, en el que el riñón se observa medial al bazo. La imagen se usa para medir la longitud del riñón. Obtenida con transductor de 2’5 MHz. 4.2. Vejiga de la orina En el caballo adulto, la vejiga de la orina se localiza en el canal pélvico y se examina per rectum situando un transductor sectorial o lineal de 5 MHz directamente sobre el recto, y obteniendo una imagen ventral o craneoventralmente. La orina normal de los caballos contiene cristales de carbonato cálcico y material mucoide, por lo que a menudo es ecogénica. Las zonas más ventrales de la vejiga suelen contener la orina más ecogénica, de tal manera que se pueden distinguir dos capas diferentes, e incluso, a veces, se pueden observar formas de remolino. En los potros, la vejiga se puede visualizar normalmente desde el abdomen caudoventral, con un transductor de 7,5 ó 5 MHz. Su orina está menos concentrada que la de los adultos y es normalmente anecoica. Los cálculos constituyen la alteración más frecuente de la vejiga de la orina del caballo adulto. Se pueden formar tanto cálculos simples como material sabuloso (gelatinoso). Los cálculos vesicales aislados presentan un contorno convexo, son muy ecogénicos y presentan una marcada sombra acústica debido a su naturaleza mineralizada. La ecografía permite confirmar el diagnóstico y establecer su tamaño, lo que ayuda al clínico a seleccionar el tratamiento más adecuado. En los potros, la ecografía se utiliza para determinar el tamaño y la integridad de la vejiga. Puede existir una insuficiencia renal aguda asociada a potros prematuros, hipoxia y septicemia. Igualmente, los potros, a menudo, no orinan adecuadamente si están echados. La ecografía es un método rápido y no invasivo para diferenciar potros anúricos con insuficiencia renal, de casos en los que hay producción de orina pero que no la eliminan, por lo que necesitan cateterización. La rotura vesical es una causa bastante común de cólico, distensión abdominal y depresión de potros jóvenes. Puede ocurrir durante el parto o como consecuencia de una secuela de la infección del tracto urinario. La vejiga normalmente contiene algo de orina pero, si está rota, presenta una forma comprimida, el lugar de la rotura puede ser visible y hay grandes cantidades de líquido libre, anecoico o ligeramente ecogénico en la cavidad peritoneal, rodeando al resto de órganos abdominales. La ecografía por sí sola no puede diferenciar un uroperitoneo de una peritonitis y, por consiguiente, si no es evidente un defecto de la vejiga, se necesita analizar la concentración de creatinina en el líquido libre para confirmar la presencia de orina. Lo que sí permite es seleccionar un lugar apropiado para la recogida del mencionado líquido. 1. Biopsia renal Las biopsias renales se toman empleando una técnica de punción percutánea que se puede hacer “a ciegas” o con la ayuda de una guía ultrasónica. La biopsia renal ciega no es un procedimiento lo bastante seguro en el caballo, y sólo está justificada si es probable que la histopatología influirá significativamente el tratamiento subsiguiente. El procedimiento siempre va acompañado de la formación de un hematoma perirrenal y es causa potencial de una hemorragia fatal. La biopsia percutánea con guía de ultrasonidos ofrece un abordaje más seguro, pero el instrumental necesario es caro, y sólo suele estar disponible en centros especializados. Las biopsias con aguja se toman con el animal en estación, y sólo se requiere sedación en los pacientes que no cooperan. Se necesita una aguja de biopsia de calibre 14-18, de por lo menos 15 cm de longitud. Se afeita la piel de encima del riñón en los puntos descritos para la ultrasonografía y se prepara para cirugía. Se fija una cánula estéril con una aguja de biopsia al transductor y se realiza un escaneado percutáneo para identificar el punto óptimo de inserción. Hay que tener cuidado de seleccionar un punto en el que el recorrido de la aguja sea paralelo a las arterias interlobulares y no cruce ninguna de las arterias renales accesorias. Cuando se hace una biopsia del riñón izquierdo, se emplea una ruta transesplénica, pero esto no parece incrementar el riesgo de hemorragia. Se infiltra anestésico local en la piel y la pared abdominal subyacente, y se emplea un bisturí para hacer una incisión a través de la piel en el punto seleccionado. Mediante la guía de los ultrasonidos se inserta la aguja a través de la piel y la pared abdominal y se dirige de modo que la punta presione la cápsula renal. Teniendo cuidado de evitar los vasos mayores, se opera la aguja y luego se retira. Si no se tiene éxito en el primero, se puede realizar un segundo intento. Después de este proceso, el caballo debe estar lo más quieto posible durante 2 horas, para permitir una buena coagulación. Si se requieren biopsias de ambos riñones, no se deben hacer simultáneamente; hay que dejar transcurrir 24 horas entre ambos procedimientos. 1. Aspecto y análisis de la orina. Aspecto macroscópico. Es característico que la orina tenga un color amarillo, cuya intensidad puede variar en función del grado de hidratación; es translúcida cuando está diluida, como ocurre en los neonatos, y es amarilla verdosa cuando está concentrada. La orina debe ser en los équidos viscosa y turbia debido al elevado contenido en moco y en carbonato cálcico. Las tiras reactivas comerciales permiten realizar pruebas en el campo y proporcionan información sobre la presencia de numerosos constituyentes en la orina. Un cambio de color puede indicar alteración de la capacidad de los riñones para concentrar la orina, piuria, hematuria, hemoglobinuria o o mioglobinuria. Para diferenciar la hemoglobinuria de la mioglobinuria hay que realizar un análisis de laboratorio. Urianálisis. El análisis de laboratorio requiere recoger la muestra de orina a la mitad de la micción. El urianálisis incluye determinar la densidad urinaria, analizar los componentes bioquímicos y el estudio citológico del sedimento urinario. La determinación de la densidad urinaria (empleando un refractómetro manual) es muy útil para detectar disfunción renal. o 1. Bioquímica sérica Cuando se sospecha una enfermedad renal, la valoración clínica siempre debe incluir la determinación de azotemia (nitrógeno ureico en sangre y creatinina elevados), de la concentración de electrolitos en suero (sodio, cloro, calcio, fósforo, potasio y magnesio) y un análisis de orina. 2. Enzimología urinaria En los équidos, la actividad de la GGT se ha utilizado como indicador precoz de lesión tubular. Hay que determinar la relación entre la GGT en orina y la creatinina, que en los équidos normales es igual a 25. Una relación >25 indica que se está produciendo lesión activa de las células tubulares. SÍNDROME POLIURIA/POLIDIPSIA. La poliuria es un aumento del gasto urinario, mientras que la polidipsia describe un aumento en el consumo de agua. En general, un caballo adulto de 500 kg producirá de 12 a 17 l de orina por día efectuando para ello de 4 a 7 micciones diarias. Esta orina tendrá una densidad urinaria de 1.020 a 1.030 y un pH de 7’1- 7’4. Estos valores pueden variar ligeramente dependiendo de la dieta y condiciones ambientales. Sin embargo, por lo general la producción diaria de orina de más de 20 a 25 l se considera como indicativa de poliuria. Se han informado causas renales, hormonales y psicogénicas. Hay dos estados de enfermedad comunes que producen poliuria. La causa más común, la insuficiencia renal crónica, produce poliuria porque existe un número insuficiente de nefronas funcionales para concentrar la orina. Los tumores de la pars intermedia (adenoma de pituitaria) asociada a hiperadrenocorticismo secundario, es una causa menos común de poliuria, que se encuentra principalmente en caballos más viejos. 1. Insuficiencia renal crónica La IRC es un problema más común en caballos viejos, y es resultado de enfermedad glomerular o tubulointersticial. La causa más común de IRC es la glomerulonefritis proliferativa, originada por depósito de inmunocomplejos en el glomérulo. Otras causas son la hipoplasia glomerular renal, nefritis crónica intersticial, pielonefritis y una variedad de causas diversas. Historia y síntomas: - Caballos viejos. • Pérdida de peso (es el signo más común asociado a IRC). • Inapetencia y depresión. Hallazgos clínicos y diagnóstico: • Los caballos afectados a menudo están delgados y pueden estar deprimidos. • Puede haber placas sustanciales de edema ventral (anasarca), evidentes en los casos más avanzados, en donde la pérdida de proteína es significativa. • Algunos caballos tienen aliento fétido y ulceraciones orales. Puede haber cálculos dentales. • Son cambios clinicopatológicos comunes: anemia, hiperazotemia, hipocloremia e hiponatremia, así como posiblemente hipercalcemia, hipofosfatemia e hiperpotasemia. • El análisis de orina revela isostenuria (densidad urinaria, 1.008-1.015) y proteinuria. • Son posibles la piuria, hematuria y bacteriuria, en particular si la IRC es secundaria a pielonefritis. • Debe hacerse una palpación rectal para valorar el tamaño, forma y consistencia del riñón izquierdo y uréteres. • Puede ser valioso el examen ultrasonográfico de los riñones cuando se intenta evaluar la anatomía de las estructuras en las vías urinarias. • Una biopsia renal es valiosa cuando se intenta determinar el pronóstico. Diagnóstico diferencial: - Insuficiencia renal aguda. - Urolitiasis obstructiva. - Pielonefritis. • Parasitismo interno. • Neoplasia. • Abceración abdominal/peritonitis. • Síndromes de malabsorción. • Tratamiento: - La pérdida progresiva crónica de la función de las nefronas hace improbable el éxito de la terapia a largo plazo en la mayoría de los pacientes equinos que padecen IRC. El tratamiento exitoso se ve con mayor frecuencia si hay una exacerbación aguda y reversible de la condición. - La realización de un tratamiento de soporte en un paciente estabilizado y con poliuria puede prolongar sustancialmente la vida. El principio general más importante es proveer la suficiente cantidad de líquido, electrolitos y soporte nutricional. El animal siempre debe tener a su disposición agua, en busca de mantener la normovolemia y un aceptable flujo sanguíneo renal. Se debe administrar sal en bloques, siempre y cuando no existan edema o hipertensión. Si se produce edema se debe restringir la sal, aun en la fase de hiponatremia. Es necesario tomar muestras de sangre de forma rutinaria para controlar las concentraciones plasmáticas de sodio, potasio, calcio y bicarbonato. Si el bicarbonato plasmático es menor a 18 mEq/l, se pueden agregar al agua o a la dieta hasta 225 g/día de bicarbonato de sodio. Si es mayor a 24 mEq/l, y la concentración de cloro está disminuida, se debe agregar cloruro de sodio a la dieta. Si el calcio plasmático se encuentra aumentado la remoción de los alimentos ricos en calcio, tal como el heno de alfalfa, podrá hacer que los valores de la calcemia retornen a un rango normal. - Se debe evitar el uso de AINE’S. Si son esenciales para un tratamiento, por ejemplo en una laminitis, no se deben emplear hasta que se corrija el déficit del volumen sistémico. - Los caballos que presentan IRC y pérdida de peso obvia, se alimentan mejor aumentándoles, de forma gradual, la cantidad de grasas e hidratos de carbono. Las proteínas se deben limitar de forma tal que la relación entre el nitrógeno ureico sérico y la creatinina sérica no exceda 15:1. Si el caballo presenta anorexia se le deben ofrecer, varias veces al día, distintos tipos de alimentos, especialmente pastos. Si rehúsa comerlos, es necesario intentar la alimentación forzada, mediante una sonda nasogástrica. - La cirugía puede estar indicada cuando un urolito obstruye el flujo sanguíneo. 2.Adenoma pituitario (adenoma de la pars intermedia) Este trastorno ocurre en caballos viejos, siendo la queja principal la poliuria y la polidipsia, y que el pelaje tiene una apariencia lanuda. Historia y síntomas: • • • • • • • Pelaje grueso y ondulado. Poliuria y polidipsia. Pérdida de peso. Letargo. Trastornos de la visión. Laminitis. Hallazgos clínicos: • El cambio más evidente en casos de larga duración es la apariencia del pelaje, que se vuelve grueso y de aspecto rizado. • Diagnóstico: • Las pruebas iniciales de laboratorio deben incluir un hemograma completo, una exploración bioquímica y un análisis de orina. La coloración grisácea o azulada del plasma indica una lipemia marcada, lo que puede ocurrir en ponys afectados. A menos que haya una infección el recuento de glóbulos blancos será normal o bajo. El hematocrito y el recuento de glóbulos rojos a menudo es normal. • • Con frecuencia los caballos afectados presentan una hiperglucemia. Usualmente, los valores de electrolitos y de creatinina son normales. La densidad urinaria puede estar baja o dentro de rangos normales. Hay glucosuria y a veces cetonuria (esto, cuando el animal presenta un balance energético negativo). Estos hallazgos son suficientes como para requerir las siguientes pruebas adicionales: hidrocortisona (cortisol) plasmática o corticoides totales; niveles de insulina en reposo y en respuesta a la inyección i.v. de glucosa, prueba de estimulación con ACTH y supresión con dexametasona, y prueba de estimulación de la TRH mediante la administración de su factor de liberación. Diagnóstico diferencial: • • • • • Hiperlipemia. Diabetes mellitus. Hipotiroidismo. Laminitis. Hipoadrenocorticismo. Tratamiento: • Pocos son los caballos que se tratan, debido a la naturaleza de la enfermedad y a la gravedad general de los signos clínicos. Los casos leves pueden justificar un tratamiento. Para esto se ha utilizado la ciproheptadina. Se inicia con una dosis de 0’6 mg/kg (58 mg para un caballo de 450 kg) aumentando en varias semanas 1’2 mg/kg (117 mg para un caballo de 450 kg), administrados oralmente por la mañana. La droga se puede administrar dos veces al día. Usualmente, los caballos que responden mejoran en 6 a 8 semanas. • Si los propietarios deciden mantener al caballo que presenta un tumor hipofisario, será necesario sostener un alto nivel nutricional y mucha atención para minimizar las infecciones. Se deberá tratar cualquier infección, pero las heridas cicatrizarán de forma lenta. Estos animales presentan mayor susceptibilidad al estrés y a cualquier enfermedad que los animales normales. • 3.Otras causas. -Administración de líquidos exógenos isotónicos; los líquidos parenterales producen diuresis de volumen. -Diabetes insípida central; responde frente a la administración de la hormona antidiurética. -Diabetes insípida periférica; los túbulos no responden a la hormona antidiurética. -Consumo de agua psicógeno; trastorno psicológico que produce consumo de agua compulsivo. -Consumo psicógeno de sal; aumento en el consumo de sal que conlleva aumento del consumo de agua y diuresis. -Tratamiento con AINE’S incluyendo la fenilbutazona y el flunixin meglumine; causa poliuria. Dosis superiores a 8’8 mg/kg de fenilbutazona/día durante 4 días causa nefrosis. Dosis de 4’4 mg/kg son consideradas seguras pero la toxicidad aumenta con la privación de agua y los équidos intoxicados pueden mantener el fármaco durante periodos de 6 días-2 años. Autora: Nelly Ingram EQUISAN Veterinaria Equina Integral