El Festival de Bayreuth 2010

Anuncio
El Festival de Bayreuth 2010
por Eduardo Benarroch
A
Foto: Enrico Nawrath
Foto: Jorg Schulze
Foto: Enrico Nawrath
gosto 2010. Los
wagnerianos
del todo el
mundo sueñan con un
día obtener entradas
para este festival
monógamo (Salzburgo
es polígamo) y algunos
hacen el peregrinaje
sin entradas con la
esperanza de poder
conseguirlas a último
momento. En Bayreuth
se respira Wagner,
aunque es posible no
Escena de Die Meistersinger
Escena del Ring de Bayreuth 2010
asfixiarse con la densa
atmósfera. Hay calles
con el nombre de sus
un gran director de ópera,
óperas y de sus personajes; hay farmacias con el nombre
a pesar de tener buenas
de Schwann, negocios que se dedican a vender cuanto
ideas. Le falta el oficio de
libro se ha publicado acerca de Wagner, y hay bustillos
régisseur que poseen Kupfer,
de plástico con su imagen a la venta por todos lados. En
Konwitschny o Herheim, y por
esta atmósfera cargada de simbolismos viven también
eso algunas de sus escenas
los dioses wagnerianos. Por las calles circulan haciendo lo
presentan problemas de
que siempre hicieron: luchar por el poder y la supremacía.
credibilidad. Por ejemplo,
Nosotros no los vemos ni ellos a nosotros, pero están allí,
debería haber más claridad y
por todos lados, en cada esquina, en cada parque y en
más marcada Personenregie
cada autopista.
con Wotan, quien deambula
por el escenario con gestos
Así es la propuesta del Anillo de Tankred Dorst en el
decimonónicos, en lugar de
primer ciclo de su último año; es una especie de Harry
usar el espacio que ocupa.
Potter wagneriano. Sobre un edificio, que bien podría ser
En cambio, Andrew Shore,
Jonas Kaufmann en
un gran negocio aparecen en una pose digna de un frisio,
quien es un cantante-actor
Lohengrin
sobre el parque (Hofgarten). Ahí se amontonan los restos
de primera, no tuvo esos
de estatuas de dioses menos importantes y que todos
problemas porque él mismo creó un personaje completo.
hemos olvidado, y sobre uno de esos senderos de este
En otras palabras, se dejó a los cantantes a la deriva. Pero
hermoso parque que bordea con Wahnfried (la casa donde
hubo un tenor excepcional llamado Johan Botha, que dejó
vivió Wagner), es asesinado Sigmundo.
boquiabierto al público con el mejor Sigmundo escuchado
en esta casa en esta generación, y hubo un director de
Por los alrededores de Bayreuth, muy cerca de teatro
orquesta llamado Christian Thielemann que dirigió cada
del festival, pasa la autopista que vincula a Berlín con
compás y cada frase con cariño, con dedicación, con sentido
Múnich. Por esa autopista llega Sigfrido a un hotel de lujo
del ritmo, y con visión integral de la obra que, bajo su
donde se celebra una fiesta continua de disfraces, quizás
batuta, adquirió dimensiones épicas. Hacía muchos años
el nombre del hotel sea Gibich… y allí es escandilado
que no se escuchaba algo tan refinado, tan bien trabajado
Sigfrido por algo que nunca antes había visto: la riqueza,
y de sonido y fraseo tan lógico.
la belleza de los trajes, la importancia de los personajes y
por fin Gutruna.
Otra relación directa con Wagner es vista y sentida en
la producción de Parsifal de Stefan Herheim. La acción
Allí se olvida de su esposa Brunilda, a quien había
transcurre en el jardín de Wahnfried con la parte de atrás
conocido en una caverna de rocas calcáreas en los
de la casa como fondo del escenario. Y sobre el jardín
alrededores de Bayreuth. Si es que hay un mensaje en
se superpone (literalmente) la hermosa y atmosférica
esta producción —que nunca será vista nuevamente— es
escenografía del Parsifal original de 1882.
que los dioses caen porque ya no tienen vigencia, porque
a nadie les interesa, porque hay ahora nuevos dioses
La propuesta de Herheim es fascinante y muy bien
deportistas, intelectuales y políticos. ¿A quien le importa
presentada. La producción pasea al espectador por todas
Wotan, Fricka, Freia o Loge, cuando se tiene a Beckham,
las estaciones dramáticas de Parsifal desde su creación hasta
Ronaldo, Hirst y Obama? Y así se quema el Hotel Gibich,
hoy. Así, se ven las influencias que llevaron al nazismo,
donde había un joven intelectual leyendo un libro a través
cuyas banderas y esvásticas son desplegadas durante el
de toda la última ópera. Este joven jamás levantó la vista
segundo acto, con Klingsor vestido como Marlene Dietrich
de su escalón para ver qué sucedía a su alrededor ni jamás
en El ángel azul. La acción culmina en el Reichtag, el
le importó, y al fin debe ser llevado de la mano antes de
Parlamento alemán, y allí quizás cierre la herida Parsifal.
que caiga el edificio.
Pero la concepción de Herheim no lleva a esa conclusión:
sólo esboza por qué se ha llegado a ese destino; se
Visto así, fue un anillo muy interesante, pero Dorst no es
marzo-abril 2011
pro ópera Foto: Enrico Nawrath
Escena de Parsifal
pregunta cómo es posible que una obra de arte haya
adquirido tal actualidad política y religiosa.
Herheim refriega sobre la cara del espectador símbolos
religiosos: durante el primer acto hace nacer un bebé en
escena del vientre de Herzelaide, al que inmediatamente
todos adoran, y ¿quien es ese bebé? Adolf Hitler, quien nació
en 1889. Y así, sucesivamente, hay tantos detalles que parece
un thriller y, en realidad presentado así, lo es. Quizás aquellos
que adoran esos Parsifal pesados y abrumadores del pasado,
cargados de simbolismos ajenos a la obra, fueron también
quienes abuchearon la espléndida y transparente dirección de
Danielle Gatti, quien no aplastó al espectador con un volumen
abrumador (y quizás esos mismos espectadores sean los que
muestra Katharina Wagner en su sensacional y reveladora
producción de Die Meistersinger, la ópera favorita de Hitler).
Katharina usa el sistema educativo encasillado de Alemania
para explicar por qué crea una mentalidad de pequeños
burgueses, y explica por qué el arte debe ser renovado y no
debe ser nunca una vaca sagrada; porque, visto de esa manera
Hans Sachs sería entonces también un peligroso pequeño
burgués fascista, y también lo sería Walther von Stolzing,
quien pasa de joven semi-rebelde a pequeño burgués
oportunista. Queda sólo la figura de una persona honesta,
Sixtus Beckmesser, el único que reconoce la falsedad de tomar
el arte como religión. El joven bajo inglés James Rutherford
triunfó en su debut como Sachs con una voz redonda, de
inusual belleza y total homogeneidad de color. Un sensacional
debut.
Este año hubo una nueva producción de Lohengrin a cargo de
Hans Neuenfels, quien en ocasiones anteriores había sabido
provocar con ideas llenas de substancia. No fue así el caso
en este Festival: su concepto viste al coro con trajes de ratas,
negros para los hombres y rosas para las mujeres; Elsa llega
pro ópera
con tres flechas clavadas en el pecho y seis en la espalda, y
demás detalles cansadores, repetitivos y al fin aburridos. Hacía
tiempo que una producción moderna no me enojaba tanto
como ésta, y por eso creo que es mejor usar el espacio para
elogiar al excelente director Andris Nelsons, cuya dirección lo
tuvo todo: velocidad, poder, transparencia, autoridad; además,
Nelsons supo crear clima con un fraseo digno de Rudolf
Kempe. Jonas Kaufmann cantó un sensacional Lohengrin,
usando mezza voce y fraseando con cuidado y con delicadeza,
una proeza digna de un soberbio cantante en su mejor
momento.
El año que viene habrá una nueva producción de Tannhäuser,
y se repondrá Lohengrin, quizás repensada. Regresará la
producción de Marthaler de Tristán e Isolda, y Parsifal y
Los maestros cantores completarán la temporada. Se habla
de que en 2013 habrá un nuevo Anillo con 4 directores de
escena diferentes, algo ya explorado en Stuttgart hace más
de 10 años, aunque allí se usaron cuatro elencos diferentes.
¿Sucederá lo mismo en Bayreuth? Los directores mencionados
hasta ahora son Katharina Wagner, Stefan Herheim y Hans
Neuenfels. El cuarto se conocerá el próximo año.
Quizás haya espacio para mencionar la temprana muerte de
Christoph Schlingensief el 21 de agosto pasado a los 49 años.
Con él mueren también las esperanzas de quienes deseaban
que las artes hicieran divertir, que llegaran sin la hipocresía
religiosa y política contra la cual luchó incesantemente.
Fascinado por África, fundó un teatro de ópera llamado
Operndorf (literalmente Villa de Ópera) en Burkina Fasso, y
para tal proyecto fue apoyado por mucha gente que creyó
en él y en su forma de pensar. El mundo de las artes es un
lugar más rico porque Schlingensief se ocupó de él y hoy es
más pobre porque no existe más. Su Parsifal en Bayreuth con
Pierre Boulez dejó boquiabierto a todos, pero nadie salió
indiferente. o
marzo-abril 2011
Descargar