Opinión EL SUBOFICIAL ALBARRÁN REYES JOSÉ LUIS ALBARRÁN REYES PIONERO DEL VUELO SIN MOTOR José Luis Albarrán Reyes, con el uniforme del Arma de Ingenieros, y con el distintivo de piloto. A lbarrán fue uno de tantos jóvenes apasionados por la aviación, él sabía que la única forma de acercarse a un aeroplano era vestir el uniforme de soldado, precisamente en el arma de ingenieros, y así lo hizo. El 27 de junio de 1919, con veinte años recién cumplidos –había nacido el 31 de octubre de 1899– ingresó como voluntario en el arma del castillo. Poco se sabe de sus pri­meros años en el ejército, su biografía profesional comenzó a escribirse el 23 de enero de 1923, cuando siendo sargento, fue nombrado alumno del curso de Radiotelegrafista de Aviación. PASO A PASO El sargento Albarrán leyó cada mañana el Diario Oficial en busca de una vacante de su especialidad, hasta que por fin, un día de las Navidades de 1923, apareció convocada la ansiada plaza: en la base de hidros del Atalayón (Melilla) se precisaba un radiotelegrafista. El 7 de enero, con la ilusión de MILITARES 92 22 MARZO 2011 un niño al que los Reyes Magos acabaran de concederle el deseo más anhelado, Albarrán efectuaba su presentación en el nuevo destino. Durante los primeros meses de estancia en Marruecos comprobó que su vocación aeronáutica no quedaría realizada hasta lucir sobre la guerrera las dos hélices de piloto. Voló sobre todo el territorio en numerosas y arriesgadas acciones de guerra. Conocía todos y cada uno de los puestos donde las tropas de tierra se mantenían a duras penas acechadas por un enemi­ go que sólo los aviadores podían localizar. Comprobó el grado de eficacia de la aviación en aquella guerra que tenía visos de no acabarse nunca, y en sus diarias vivencias pudo observar que el piloto era cada vez más necesario en el campo de batalla, él podía ser uno de ellos. Con una considerable experiencia de guerra y un excelente soporte técnico, que fue aumentando a medida que pasaban los meses en Marruecos, llegó el 8 de enero de 1925. Ese día, después de haber cumplido la permanencia obliga­toria en el destino, partió hacia Cuatro Vientos, la cuna de la aviación y el lugar donde podría realizar su sueño de volar un aeroplano. Albarrán aprovechó bien el tiempo, en su primer año de ser- Opinión vicio en el aeródromo madrileño comenzó el curso de aptitud para suboficial, que terminó el 31 de enero del siguiente con la máxima calificación. Aquel 1926 sería el decisivo en su carrera porque el 22 de abril se incorporó a la escuela de Alcalá de Henares como alumno del curso de piloto, la gran meta de su vida. Doce meses permaneció en el centro de enseñanza, doce meses intensos de prácticas y teóricas en las que destacó como un alumno excepcional. Por fin el 30 de abril de 1927 el escalafón de aviadores españoles se veía incrementado, entre otros, con el nombre de José Luis Albarrán Reyes, que lucía sobre su uniforme el anhelado distintivo de las hélices cruzadas. Ya era piloto de aeroplano; ahora comenzaba una nueva vida, corta vida durante la cual pasaría a la historia de la aeronáutica española. PILOTO El primer destino del nuevo piloto fue el Grupo 32 de Sevilla. A los pocos días pasó a la escua­ drilla de Marruecos; volvía por segunda vez al territorio que tan bien conocía. Participó en las úl­ timas acciones de la guerra, que se prolongaron en forma de reco­ nocimientos y operaciones de castigo durante todo el verano de 1927. El 23 de septiembre se incorporó al Grupo 3, escuadrilla de Breguet Rolls, ubicada en Larache, y el 28 del mismo mes, ascendió a suboficial por antigüedad. El curso de Ametrallador Bombardero fue un objetivo que se fi­ jaron muchos de los denominados “pilotos de tropa”, el suboficial Albarrán no fue una excepción, el 16 de febrero de 1928 comenzaba las clases en la escuela murciana de los Alcázares. El joven aviador permaneció en el centro de enseñanza hasta mediados de octubre, ocho meses de arriesgadas prácticas que concluyeron con la expeMILITARES 92 23 MARZO 2011 dición del correspondiente título por la Dirección de Aeronáutica Militar. Un mes más tarde, el siempre inquieto Albarrán obtuvo una vacante en la Escuela de Observación de Cuatro Vientos. Ahora se encontraba en el lugar apropiado Opinión para lograr su deseo de ser uno de los mejores aviadores del ejército. En el aeródromo madrileño se daban cita los más afamados ases del aire, en las conversaciones y proyectos hablábase de la técnica del vuelo a vela, desconocido en España y practicado en Alemania desde 1920, merced a los trabajos de los pioneros Lilienthal, Ferber y los hermanos Voisín. En la Escuela de Observación se fue fraguando durante los años posteriores a la guerra de Marrue­ cos el proyecto de estudiar el vuelo a vela con fines militares, para ello sería preciso que algún piloto de aeroplano, especialmente dotado para esta novedosa práctica, realizase en el extranjero el primer curso. Fue en el verano de 1930 cuando el mando de la Aviación, tras realizar diversas pruebas y baremos específicos, designó para efectuar aquel curso inicial en la prestigiosa escuela alemana de Wasserkuppe, al capitán Mas Gaminde y al suboficial Albarrán Reyes. En las instalaciones de la cumbre plana del cerro de Rhön, donde se realizaban las prácticas de vuelo sin motor, permanecieron durante diez meses los dos españoles, obteniendo al final del curso los correspondientes diplomas de aptitud, primeros de la especialidad en España. De regreso a Madrid, el subofi­ cial Albarrán realizó la primera exhibición de vuelo sin motor el 16 de mayo de 1931 en Cuatro Vientos, en presencia del jefe superior de Aeronáutica, Ramón Franco. Cuatro meses después presentaba al Ministerio de la Guerra un mo­ delo de planeador diseñado por él, debería ser el prototipo español de velero, pero nada se sabe de su Fotografiado con Juan de la Cierva. aprobación o rechazo por los técnicos militares. El proyecto del aparato tuvo entrada en el palacio de Buenavista el 17 de septiembre de 1931 y el 14 del mes siguiente Albarrán era nombrado profesor de la Agrupación de Vuelos sin Motor de la Escuela de Ingenieros Industriales. En aquellas prestigiosas aulas de la ingeniería, adelantadas de la técnica en España, se centralizó la práctica del vuelo a vela. Al parecer el Ministerio de la Guerra pasó la responsabilidad de la nueva técnica aeronáutica al ámbito de la ingeniería civil. En la E ­ scuela de Ingenieros sufrió Albarrán una gran decepción profesional: según cuenta Gambón en la revista Vida Militar, poco antes de crearse el Cuerpo de Suboficiales (4 de diciembre de 1931) el aviador pronunció una conferencia sobre su especialidad a la que acudió la prensa, concretamente ABC. Como quiera que su fotografía apareciera al día siguiente en el periódico, en esa misma fecha fue arrestado MILITARES 92 24 MARZO 2011 “por vestir de paisano.” Este detalle da una idea de las dificultades que hubo de vencer el ilustre aviador para abrirse camino en el ambiente militar de la época. Como profesor de vuelos de la especialidad, José Luis Albarrán realizó una intensa labor de difusión y propaganda. En la primavera de 1932 voló sobre Madrid varias veces fijando el récord de España en 1 h y 7 m. Los vuelos se reali­ zaban normalmente sobre la cumbre del cerro de La Marañosa para extenderse por las altiplanicies rasas de los cerros colindantes de Vallecas y Los Ángeles. Así, en una de sus numerosas exhibiciones por las inmediaciones de la capital de España, el 11 de abril de aquel mismo año, Albarrán realizo por primera vez un vuelo térmico a bordo de un velero Professor, modelo 1928, con el que estableció una nueva marca de tiempo, evolucionando sobre el pueblo de Barajas durante 1 h y 12 m. En cuanto a su promoción militar, Albarrán obtuvo el em- Opinión pleo de subayudante en el recién creado Cuerpo de Suboficiales el 25 de abril de 1932. Como piloto llevaba 1.000 horas de vuelo y como observador 600. EL ÚLTIMO VUELO Durante los días 30 y 31 de mayo de 1932 se iba a celebrar en el aeródromo de Armilla el primer concurso de vuelo sin motor. La víspera de la competición Albarrán tomó tierra en la pista granadina procedente de Cuatro Vientos, a los mandos de un avión escuela DH-3. Antes de comenzar el concurso, consideró que sería conveniente probar el planeador con el que participaría al día siguiente. Así, remolcado por un automóvil, el maestro tomó los mandos del velero y se elevó sobre las instalaciones del aeródromo. Numerosos espectadores permanecían absortos en la contemplación de aquellas maniobras realizadas con magistral precisión. Albarrán evolucionaba tomando las corrientes que ascendían desde la vega con la serena majestad de un águila. En un momento de la exhibición, cuando volaba a 90 metros de altura, sin que aparentemente nada nuevo ocurriese en el ejercicio, el planeador se dio la vuelta, cabeceó unos instantes y cayó en vertiginoso picado. El avión de José Luis Albarrán se estrelló contra el suelo, pero nadie supuso que el golpe fuese mortal. El alumno del Club Penibético de Vuelo sin Motor, doctor José Rubio, que asistía al ensayo, corrió el primero a prestar auxilio al piloto. Desde el primer momento se dio cuenta de la extrema Vuelo a vela de los primeros veleros. gravedad del accidentado al ob­ servar que sangraba abundantemente por ambos oídos. El médico ordenó el traslado del herido a la casa de socorro de la ciudad, donde los facultativos de guardia diagnosticaron fractura de la base del cráneo. Después de una delicada operación quirúrgica, el desdichado suboficial fallecía sin haber recobrado la consciencia; eran las 4 horas y 15 minutos del 30 de mayo de 1932. La muerte del subayudante Albarrán, a los 32 años de edad, su­ puso una pérdida irreparable para nuestro incipiente vuelo sin motor, prácticamente era el único maestro de la especialidad en España. En el cortejo fúnebre acompañaba al féretro una joven enlutada que apenó especialmente a cuantas personas componían la comitiva, era la novia de Albarrán, una muchacha de grácil y esbelta figura que había dejado colgado su vestido de boda en una percha sin retorno; al parecer el enlace estaba previsto para la semana siguiente al desgraciado suceso. La escuela de Ingenieros Industriales abrió MILITARES 92 25 MARZO 2011 una suscripción para erigir una lápida en el Cerro Mayor de La Marañosa al aviador fallecido. La cantidad inicial de la suscripción fue el dinero que el centro de enseñanza destinaba para el regalo de boda de Albarrán. El vacío que José Luis Albarrán dejó con su prematura muerte trataron de llenarlo al año siguiente el capitán Ordovás y el suboficial Peñafiel, que en la fecha del acci­ dente se hallaban realizando el se­ gundo curso de la especialidad en la escuela de Wasserkuppe. Pero el recuerdo del pionero quedó latente entre los que practicaron el vuelo a vela, un reconocimiento que entre otras manifestaciones se plasmó en 1935 al crearse en Alba de Tormes el Club de Vuelo sin Motor, bautizado con el nombre del aviador desaparecido. Desde aquellos años persiste un sentimiento de admiración hacia este caballero del aire que procediendo de las clases más humildes del ejército se hizo un hueco de honor en la historia de la aeronáutica española. Parrilla Nieto