verónica ortiz verónica ortiz

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México D.F. Primavera de 2007. Año 5 Número 19
VERÓNICA
ORTIZ
NO
IMAGINO
UN MUNDO
SIN LIBROS
Atención a clientes: 01 800 001 5337 / www.clublectores.com
VERÓNICA O
NO
IMAGINO UN M
Le agradecemos mucho la gentileza que ha tenido al recibir
en su hogar a Club de Lectores.
Lo que están haciendo en Club de lectores me parece
fundamental. Sigo mucho sus actividades y su publicación,
porque así como hay club de fans de artistas y de todo… la
sola idea de tener un Club de Lectores es como unir un gusto,
un placer y hacer que otros se unan a ese grupo de gente que
ha reconocido en el libro uno de los hallazgos, una de las
aportaciones al mundo de toda la historia, que es la capacidad
de transformar sucesos convirtiéndolos en literatura. Creo que
es lo mejor que ha podido sucedernos. Que además exista un
club que promueva y difunda el trabajo de los escritores y las
escritoras, y de los libros… es la mejor idea que pueda haber.
Lo celebro mucho, en verdad.
Usted ha sido una persona comprometida con un
periodismo que refleja las inquietudes más apremiantes de
la sociedad, ¿cómo inicia esta incursión en la literatura que
culmina en la novela No me olvides?
Hace más o menos cinco años decidí… como se dice por ahí
“dejarlo todo” para escribir. Porque escribir es eso, abandonar
todo lo de afuera para meterse dentro de uno mismo y empezar
a reconocer, identificar, a trabajar e investigar; primero tus
propias inquietudes para poder transformarlas en palabras y
en un texto escrito.
Yo estaba afuera… en la televisión… en la radio… y de
repente decidí que había que entrar de lleno a la escritura, lo
cual era una especie de pendiente para mí. Porque empecé
a escribir muy chica pero como un pasatiempo, no le daba
mucha importancia. Estaba consciente de que ahí había algo
maravilloso que me transformaba… pero no lo tuve claro
hasta muchísimo tiempo después.
VERÓNICA ORTIZ
NO
IMAGINO UN MUNDO SIN LIBROS
por Susana Garduño
Entonces la escritura es como un regalo que decidí hacerme
a mí misma. Un tiempo de reflexión ¡Detuve el mundo! El
mundo en el que yo he vivido siempre, con el acelere de la
televisión y la radio. Donde todo sucede muy rápido, pero
también se olvida muy rápido. La escritura no… la escritura
requiere un tiempo de reflexión y de profundización.
por las circunstancias que la rodearon. Por otro lado, también
lo hago por mi necesidad de acercar a los jóvenes, a los que
ahora tienen 18 a 30 años, que no vivieron el 68, porque esto
sucedió hace 38 años, hace muy poco y sin embargo hace
mucho. Recuperar para ellos esa historia que aún no ha sido
contada.
Me di ese tiempo y hace cinco años publiqué mi primera
novela, Sobrevivientes; y después viene un segundo libro, el
de entrevista a mujeres escritoras: Mujeres de palabra, en el
cual hice un alto después de mi primera novela, porque pasar
del micrófono a la palabra escrita me planteó muchísimas
preguntas, inquietudes, placer y dolor. Quería saber, a través
de otras escritoras, si estaban viviendo lo mismo que yo, cómo
lo vivían y cómo lo resolvían. Me di cuenta, gracias a ellas, de
muchas coincidencias y de otros trabajos que deben hacerse
para lograrlo.
Se dice que se ha hablado mucho del 68. Pero la verdad es
que la información ha salido a cuentagotas. La historia oficial
y la censura siempre la limitaron. Por eso creo que es una
historia que falta relatar. Hay muchos testimonios de gente
que la vivió. No solamente como obras literarias, también hay
películas. Creo que es muy importante que la gente empiece a
contar qué le pasó a ella en el 68, ¿dónde estaban?
En No me olvides, está presente uno de los grandes pendientes
en mi vida, por mi historia personal. En el 68 estaba casada y…
mi… ¡el tipo ese con el que me casé!, me encerró tres años.
Solamente podía salir con él. Estaba encerrada con llave.
No podía salir a ningún lado. De los 16 a los 19 estuve así.
Entonces, el 68 ocurrió afuera. Yo vivía mi propio 68 dentro de
mi casa. Y para mí era una necesidad el regresar a ese tiempo
a través de Alejandra, –la protagonista– que también regresa
de un internado y comienza a aproximarse al 68 a través de los
sucesos a su alrededor.
Su padre es un general, que además es un torturador, como
los hubo y los hay en todas partes del mundo. Y estudiantes y
otros jóvenes, como ella, comienzan a platicarle lo que es el 68.
Es un libro que hago para esa Alejandra que yo llevo dentro,
quien hubiera querido vivir ese momento y no lo pudo vivir
Es muy curioso. Cuando comencé a escribir la novela
mucha gente empezó a contarme sus historias. “Yo estuve en
Lecumberri…” “A mí me metieron al pocito…” “Mi papá era
un estudiante del Poli y le hicieron esto…” Esta novela recupera
muchos hechos de ese tipo. Todo lo que cuento del 68 sucedió.
Los personajes son Echeverría… Díaz Ordaz… Gutiérrez
Oropeza… ahí están los responsables, no nada más de la
masacre, sino de muchas muertes, violencia y desaparecidos
de esa época. La novela comienza a inicios del 68 y termina dos
días después de la masacre del 2 de octubre.
¿De ahí el título: No me olvides?
Lorenzo Meyer, que estuvo en una de las presentaciones
del libro, dijo algo que yo recupero y apoyo. Dijo que la mejor
manera de recuperar la historia es a través de la ficción, de la
novela; porque muchas veces los ensayos e investigaciones no
llegan al gran público. Esta novela intenta eso: devolverle a la
gente esos hechos que son de todos.
Creo que los libros dan perspectivas, explicaciones muy diversas sobre
acontecimientos que han sido recortados, violentados, censurados, limitados.
El Estado autoritario ha intentado, una y otra vez, que las olvidemos. Por eso
“2 de Octubre no se olvida” y de ahí el nombre del libro.
Por cierto, cuando se publicó el libro me di cuenta de que está la obra de
la mamá de Poniatowska, que se llama como la flor: Nomeolvides. Bueno,
yo planteé nombres distintos, pero los editores decidieron; tal vez debimos
detenernos a analizar el nombre… pero bueno, sabemos que son cosas
diferentes, uno se refiere a la flor… se escriben distinto. En resumen, ahora
está aquí el libro y con mi más enorme cariño hacia Elena Poniatowska,
porque la suya es una de las obras en las que abrevo para poder escribir este
libro y le envío un abrazo enorme y entrañable.
En cierta forma, este título, No me olvides, podría ser un título que
erizara la piel por todo lo que invoca. ¿No es así?
Cuando vi el libro, y vi el título, No me olvides, a mí también me
impresionó. Porque es en presente. Es No me olvides ahorita. Porque lo
más grave que podríamos hacer frente a hechos como los del 68, o Acteal,
o Oaxaca, o Chiapas, o la guerra sucia, etc., todas las agresiones que han
sufrido México y los mexicanos, tendría que ver con olvidar. Y todavía más
grave sería olvidar que lo olvidamos. Por eso es hoy no me olvides, mañana
no me olvides, no podemos olvidar los agravios, porque si los olvidamos,
estamos cancelando la historia y la explicación de por qué estamos donde
estamos.
¿Qué papel considera que le corresponde al libro en este proceso de no
olvidar?
Ya que los archivos son de los gobiernos, ya que la ley de transparencia no
acaba de existir, ya que la democracia no acaba de llegar a este país (y nos
está costando tanto a los mexicanos), creo que los libros son esa posibilidad
–no censurada– que tenemos de profundizar sobre muy diversos temas
que no han sido suficientemente explorados y explicados. Ni por la prensa
... DECIDÍ
DEJARLO
TODO PARA
ESCRIBIR
–pues ahora vemos que la prensa obedece también a líneas editoriales
dictadas por los intereses de sus dueños– y creo que los libros tienen esa
libertad.
Por eso, puedo imaginarme un mundo sin muchas cosas: sin policías,
sin políticos… Pero, ¿un mundo sin libros?.. ¡No imagino un mundo sin
libros!
Puedo decir que nunca en la vida me había sentido más libre. Yo,
que toda la vida me ando escapando, como lo hice en las 68 o 69 de
esa casa del tipo que me tenía encerrada, me escapé por una ventana.
Pero encontré al escribir un libro esa libertad que yo siempre he estado
buscando. Libertad de pensamiento y de opinión; ésa que me ha obligado
a no pertenecer a grupos porque no estoy de acuerdo con sus ideas; que
me mantiene muy aislada y me hace pagar los costos por ella. En donde
la encuentro, y creo que los lectores también pueden encontrarla, es en
los libros.
De ahí que los padres de familia tendrían que abrir este mundo
extraordinario, fantástico, de la lectura, a los niños, a través de muchos
autores. A mí me parece maravilloso que ahora existan, en las librerías,
las ludotecas, espacios para los niños, donde ellos se sientan en sillas
y mesas pequeñitas –de su tamaño– y hay grandes libros ahí enfrente.
Ellos los abren, los cierran y a veces, simplemente llegan y se ponen a
leer. Antes no había eso. Antes los papás iban con los niños y les decían:
no toques, no agarres, ¡no vayas a tirar!... Ahora no. Deberían llevar a
los niños a esos espacios y sentarse con ellos para enseñarles qué hay
adentro de un libro.
En ellos nada te limita. Muy rápidamente un libro toma su lugar. La
gente comienza a hablar de él y se empieza a recomendar. Entonces,
desde que se están creando, los libros son independientes, tienen vida
propia.
Y creo que nos vamos a llevar una gran sorpresa, porque solamente
habrá que hacerlo una vez y ese niño regresará a los libros todas las veces.
¡Siempre! Será un lector de adulto y les enseñará a sus propios hijos cómo
abrir, cómo tomar, cómo amar un libro.
Verónica Ortiz
MUJERES DE PALABRA
Verónica Ortiz
Ocho destacadas escritoras cuentan sus
historias de vida, deseos, obsesiones,
amores y secretos. Laura Esquivel, Rosa
Beltrán, Guadalupe Loaeza, Fabienne
Bradu, Eladia González, Mónica Lavín,
Silvia Molina y Rosa Nissán, con
prólogo de Elena Poniatowska. Ellas
son Mujeres de palabra. 236 págs.
En el México de 1968, a pesar del
encierro impuesto por su padre, el
general Ballesteros, Alejandra recorre
un tortuoso camino para llegar a la
verdad sobre su madre, ayudada por un
joven estudiante de la UNAM. 330 págs.
Nº 219021 169 PESOS/PUNTOS
NO ME OLVIDES
Nº 231063 169 PESOS/PUNTOS
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