VIVIR EN LA AMM COMO DISCÍPULOS Y COMO APÓSTOLES Benjamín Romo, C.M. Antes de comenzar esta catequesis les invito a leer el evangelio de Lc 10, 1-20, y a tomar conciencia que antes de ser miembros de la AMM, somos miembros de la Iglesia Católica y por tanto cristianos, y esta palabra “cristiano” significa ser seguidores de Jesucristo. 1. Somos cristianos llamados a seguir a Jesús. En el capítulo 9, Lucas nos cuenta el envío de los Doce apóstoles, ahora en este capítulo 10 nos cuenta el envío de los 72 discípulos. Si los Doce representaban la misión del Pueblo de Israel, estos “setenta y dos” representan el envío misionero de sus discípulos a todos los pueblos paganos. Y si decimos que los doce representan la jerarquía de la Iglesia (Papa, Obispos sacerdotes, diáconos), los 72 representan a todos los cristianos bautizados (laicos), y que conforman lo que el Vaticano II llama, Pueblo de Dios. Leyendo estos dos capítulos de Lucas podemos concluir que, tanto Jerarquía como Pueblo, todos son personas llamadas por Jesús para seguirle, para estar con él y para ser enviadas a proclamar con palabras y con hechos el mensaje de la Buena Noticia del evangelio que él vino a traer a nuestro mundo. 2. Seguir a Jesús significa ser su discípulo y al mismo tiempo su apóstol. Después de leer este texto podemos fijar nuestra atención en dos mensajes que Jesús dirige a los que él envía: Primero. Los envío por delante de dos en dos… Lc 10,1. Jesús llama a hombres y mujeres para que sean sus apóstoles. Segundo. Cuando regresan los instruye: alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo. Lc 10, 20. Les llama pues a ser discípulos. Si nosotros leemos con atención los evangelios nos daremos cuenta que como Jesús, al hablar con aquellos a quienes ha llamado para que lo sigan (para que sean cristianos, es decir, seguidores de Cristo), en ocasiones les llama discípulos, en otras les llama apóstoles. ¿Por qué Jesús juega con estas dos palabras? ¿Qué podemos ver y comprender detrás de ellas? ¿Cuál es su significado?. Unas veces sorprendemos a Jesús sentando a la gente para que le escuche, Mt 5, 2-12; y otras veces lo vemos haciendo envíos misioneros: Vayan por todo el mundo y proclamen la buena noticia a toda criatura (Mc 16,15) 3. Ser discípulo y ser apóstol, son los dos pies de nuestro caminar. El auténtico cristiano es la persona que sabe en su vida, asumir las actitudes sentimientos y disposiciones tanto del discípulo como del apóstol. El cristiano completo es la persona que, por una parte, sabe escuchar, aprender, se deja cambiar, aprende a ver de otra manera. Es la persona humilde que reconoce que necesita dejarse moldear como el barro en manos del alfarero. Es la persona que sabe sentarse a los pies de Jesús para escucharlo, o como la samaritana que termina descubriéndolo como su Salvador. Pero al mismo tiempo el cristiano es la persona que sale de sí mismo, va, predica con hechos y palabras lo que ha visto y oído. El apóstol hace efectivo el evangelio, lo vive coherentemente, vive comprometido con el amor, la caridad, la misión, la salvación humana y espiritual del prójimo, es justo, vive y dice la verdad, perdona, es honesto, recto y transparente en su vida, en sus relaciones con los demás y en sus negocios. En la práctica no podemos separar estas dos realidades. Solo el auténtico discípulo se convierte en apóstol y solo el auténtico apóstol es aquel que es discípulo. 4. ¿Qué significa ser discípulo? El discípulo es la persona que ha sido llamada a seguir a su maestro, Jesús. Es la persona que viene detrás del maestro para aprender. Por tanto, es la persona que escucha, que observa los gestos y las acciones de su maestro para encarnarlas y manifestarlas en su propia vida. Es en consecuencia, una persona humilde que reconoce que no lo tiene todo, que no lo sabe todo y que no lo puede todo. Es la persona sencilla que va en busca de la verdad, de algo distinto que le de sentido y plenitud a su propia vida. Es la persona dispuesta a aprender y a “dejarse hacer”. El discípulo, como María, escucha la Palabra y la guarda en el corazón, la medita, la hace parte de sí misma. El discípulo conoce y vive la Palabra, preguntándose continuamente ¿qué haría Jesús en mí lugar? No se limita solo a conocer sobre Dios, la vida, los demás, etc.; sino que encarna y vive los auténticos valores del evangelio. María es modelo de nuestro ser de discípulos de su Hijo. 5. ¿Qué significa ser apóstol? El apóstol es el discípulo que toma las veces del maestro, que encarna la vida del maestro y la manifiesta en la propia. Es el discípulo que prolonga la vida y la acción del maestro. La causa de maestro se vuelve su propia causa. Los proyectos del maestro son los suyos. El apóstol es el testigo de Jesucristo, lo anuncia y lo proclama con sus palabras y con su vida. María fue la primer apóstol porque llevó a su Hijo a su prima Isabel. Es la mujer misionera modelo de nuestro ser misioneros en la AMM. ¿Acaso no son ustedes miembros de la Asociación personas llamadas a configurar su vida con la de Jesús ya convertirse por ello en evangelizadores, apóstoles y misioneros del Hijo de Dios?. El apóstol es la persona que predica pero que también da de comer a quien tiene hambre, porque en esa persona descubre la presencia de Jesús. Es la persona que cuida del enfermo, lo visita, lo escucha, le limpia las heridas. El apóstol lucha por la justicia, la paz, la verdad. Ese es el verdadera apóstol, el que hace efectivo el evangelio con las acciones, el que ama día a día con el sudor de su frente y el esfuerzo de sus brazos. El apóstol es el evangelizador de los pobres, de los alejados, de las familias, etc. 5. Es necesario el equilibrio entre el ser discípulo y el ser maestro. En teoría podemos separar estos dos polos de nuestra vida cristiana: discípulo y apóstol, pero no en la práctica, en nuestra vida y nuestra experiencia de fe. Van siempre unidas: el discípulo está llamado a ser apóstol pero sin dejar de ser discípulo. Por eso Jesús en el evangelio usa en ocasiones la palabra “discípulo” y en otra la palabra “apóstol” refiriéndose a las personas que con él se relacionan y que son atraídas para seguirle. Jesús nos llama para ser como Él y para hacer lo que Él hizo. Así como no es normal caminar con un solo pié, tampoco podemos olvidar o dejar de lado una de las dos dimensiones de nuestro ser cristiano. Cuando un pié avanza en el aire para hacernos ir adelante, el otro nos apoya. Así pasa con los miembros de la AMM, caminan siendo discípulos y testigos de su único maestro. 6. Algunas consecuencias prácticas para la vida Entre otras consecuencias para un cristiano y también para un miembro de la AMM podemos destacar las siguientes, dejando a ustedes sacar otras muchas y ojalá que así lo hagan: El falso discípulo de Jesús es aquel que no escucha o escucha pero no vive la Palabra, no practica y no trasmite el mensaje que ha recibido, no actúa el mensaje ni tampoco lo manifiesta con sus obras. Hay muchos que se llaman “cristianos” y “cristianas” y que viven una vida cómoda e indiferente en su fe y relación con Dios. No se toman en serio su vida de fe y de bautizados, son uno más que va a la misa los domingos pero que de ahí no pasa. Solo escuchan pero viven encerrados en sí mismos, temerosos y contentándose solo de prácticas tradicionales de su religión, pero sin saber dar razón de lo que hacen. También se da el otro extremo, hay muchos “apóstoles” vacíos, que hablan de memoria, porque saben y por eso se sienten maestros. Son como aquellos fariseos que imponían cargas muy pesadas a los demás pero que ellos no las tocaban ni con un dedo (cfr Mt 23). A este respecto, el Papa Pablo VI, hacía una afirmación que hoy sigue siendo muy válida: “el mundo de hoy cree mejor a los testigos que a los maestros y si cree en los maestros es porque son testigos”. María es nuestro mejor modelo, ella supo escuchar la Palabra y meditarla en su corazón, pero ella supo salir y cruzar las montañas para gritar ante su prima Isabel las maravillas que Dios había hecho en ella. ¿Podríamos arriesgarnos a tener en nosotros esa manera de ser de María?. Ella fue discípulo y apóstol de su Hijo Jesucristo. Preguntas para la reflexión personal y de grupo ¿Con cuál de estos dos adjetivos me identifico más en la vida práctica: discípulo o apóstol? ¿Cómo actúo más comúnmente: como apóstol o como discípulo? ¿Que puedo, o podemos hacer para ser mejores discípulos de Jesucristo? ¿Qué puedo, o podemos hacer concretamente para vivir más nuestro ser de apóstol de Jesucristo y de su evangelio?