DISPUTA INSTITUCIONAL Y NUEVO PATRON TECNOLOGICO UNA CRITICA AL DETERMINISMO TECNOLOGICO I. INTRODUCCION El propósito de este trabajo consiste en producir una aproximación crítica a la tesis del determinismo tecnológico, en tanto ésta afirma que la tecnología es la fuente de los procesos sociales, que la tecnología marcha en forma incontrolada dejando a su paso la transformación del mundo y de las sociedades. A tal concepción oponemos la tesis inversa: son las sociedades y el movimiento de sus instituciones las que desarrollan los procesos tecnológicos que les resultan eficaces. No de otra manera podrá entenderse que las instituciones familiar y eclesiástica, en sus respectivas épocas, hayan contado con tecnologías que extendieron y corporeizaron sus "modos de ser" como régimen al cuerpo social, y que tales tecnologías se modificaron o "desaparecieron" cuando se impuso otro régimen institucional. Y lo mismo ocurre en la época moderna, cuyo proceso ha sido determinado por la oposición institución militar - institución partidista, cuyas tecnologías hasta el momento no son otra cosa que los medios eficaces para extender y corporeizar en el resto del tejido social, y en las demás instituciones, los regímenes que les son característicos a la institución militar y a la institución partidista. Trabajo final del Seminario `Macroproyectos Petróleo y Medio Ambiente en la Venezuela de los Noventa" que dirige el Profesor Dr. Francisco Mieres. Valencia, Estado Carabobo. Abril, 1992. Sin embargo, al criticar las tesis del determinismo tecnológico, no queremos caer en un determinismo contrario, en el que Partido - Ejército sean "la causa" y las tecnologías sólo "los efectos", sino que nuestra indagación lleva a identificar cuál es y dónde está el "motor primero" que mueve a los demás motores del proceso social, a lo que afirmamos: la dinámica institucional constituye el centro decisivo del proceso social; y de todas las instituciones, son la militar y la partidista, en la época moderna, las que hegemonizan las estructuras sociales en las que las tecnologías son medios eficaces en la constitución de los regímenes partidista y militar. Ello no niega que en una coyuntura o contexto específico, unas tecnologías o un patrón tecnológico puedan aparecer como "incontrolados" y como si realmente fueran los societarizadores determinantes. Como herramienta metodológica imaginamos un proceso en el cual el saber y por lo tanto la generación de tecnologías, no se producen en una "comunidad científico-técnica" aislada, sino en el seno de una sociedad cuyas significaciones se hallan condicionadas por el contexto que las agrupa: un juego societal constituido por sus discursos, su racionalidad, su modalidad de poder y por su idea de sujeto. Este análisis posee interés científico en dos sentidos por lo menos: poder detectar las tendencias del desarrollo social en términos de presente-futuro y contar con que dicha predicción tenga consistencia o que pudiera llegar a ser una explicación confiable, que despeje lo más posible la incertidumbre en este campo. Así, el presente trabajo, que es una introducción a este enfoque y al mismo tiempo un adelanto de una investigación más completa, cumple los objetivos: 1. Oponer la tesis de la disputa institucional a la tesis del determinismo tecnológico. 2. Describir las tesis deterministas tecnológicas de Carlota Pérez, Kenichi Ohmae y Alvin Toffler. 3. Revisar los planteamientos que algunos autores han hecho en términos de críticas a las tecnologías autodeterminadas. 4. Comentar la conexión posible entre los Megaproyectos de Venezuela y lo que hemos denominado Nuevo Orden Institucional, a partir de la oposición institución militar institución partidista II. PARADIGMAS TECNO-ECONOMICOS: EL NUEVO PATRON TECNOLOGICO 2.1. El planteamiento crítico ante la tecnología Antes de presentarla caracterización del Nuevo Patrón Tecnológico, conviene revisar algunos planteamientos que enjuician a la tecnificación incontrolada o "salvaje" (que sería negativa para el desarrollo humano), y otros que se oponen a la tecnificación (actitud que también resulta negativa dada la enorme masa de cosas, servicios y procedimientos que se requieren para satisfacer necesidades). Esta revisión permite hallar premisas para situar el análisis en el punto central, que de un lado tensa hacia la concepción tecnologicista (sacralización de la técnica), y del otro lado tensa hacia la anti-tecnología con expresiones extremas de un humanismo etéreo. De entre la enorme difusión de posiciones críticas frente a la tecnología, presentamos cinco exposiciones que son las siguientes: El estudio de J. D. Bernal (1959: La ciencia en la historia), es el primer gran registro sistemático acerca del movimiento histórico del triángulo sociedad-ciencia-técnica. Aunque no indagó la sucesión de los paradigmas, pues esta noción de "paradigma científico" no fue conocida antes de Kuhn (1962), sí fue un estudio integral que recuperó la secuencia del proceso humano tecno económico desde el paleolítico y el neolítico hasta la actualidad. La obra establece las "ecuaciones elementales" entre el desarrollo social y el desarrollo científico en todas las sociedades de todas las épocas. Dicho par de variables es estudiado con relación al conflicto de fuerzas que impulsan el avance, el progreso, contra las fuerzas que tienden a impedir el desarrollo: fuerzas positivas del progreso versus fuerzas regresivas y oscurantistas. Constata que allí donde van apareciendo en la historia los centros sociales, políticos, económicos y militares más desarrollados, allí también ocurre un salto, un avance científico y técnico correspondiente, y otra constatación es que en el proceso histórico la distancia entre ciencia y uso del conocimiento (tecnología), entre "descubrimiento" y "aplicación", fue cada vez más corta. El trabajo de H. J. Meyer (1966: La tecnificación del mundo), examina rigurosamente la situación y significado de la tecnificación: el paso del hombre de la "naturaleza natural" a la "naturaleza artificial" por medio de tres tipos de actos científicos: 1) Cálculo del curso de la naturaleza sin intervenirla; 2) Intervenirla sobre la base del conocimiento de leyes, introduciendo factores causales para modificar los procesos X lograr los efectos deseados; y 3) Producir artificialmente procesos naturales y obligarlos a comportarse conforme a fines. Tecnificación del mundo significa construir un modo de vida universal que suprima la constelación de hechos y fuerzas casuales, azarosas, imposibles de prever, por una existencia humana calculada, objetiva, construida como un inmenso reloj, una máquina fuera de la que no va quedando nada libre. Esto ha sido posible gracias a la retoma del logos y la especulación griegas por la Ilustración, que establece la técnica moderna como un control exacto de la naturaleza, que es incorporada al proceso capitalista productivo. El mundo tecnificado como aparato universal, viene a ser el efecto del desarrollo "espiritual" de Occidente, que hoy ha suprimido las demás espiritualidades: 1) porque el conocimiento legal del decurso de la naturaleza es válido para todo el tiempo y lugar, no es típico sino necesario; 2) el control de la naturaleza se realiza con eliminación de todo valor (es objetivación); 3) la desvalorización de la naturaleza permite que el hombre se erija en sujeto-señor frente a una naturaleza objetivada que sólo está para ser explotada; y 4) se adopta una ética de producción de origen cristiano (protestante), cuyo deber ser es producir y explotar. Pero dentro de una maquinaria así, el hombre individual no es el sujeto sino al fin objeto sin libertad: a más perfección técnico-natural, más segunda naturaleza artificial. Radovan Richta y colaboradores proponen en su informe (1974: La civilización en la encrucijada), la interpretación científica de los procesos sociales y humanos de la actual revolución científico-técnica (RCT). Según su hipótesis, la RCT puede caracterizarse cómo una red de revoluciones ocurridas en ocho dimensiones: 1) científica, que consiste en el paso de la ciencia a ser eje o fuerza productiva directa, inseparable ahora en los procesos de producción (la ciencia es el ariete y acto precedente a toda acción económica); 2) revolución técnica, que consiste en la introducción de máquinas, herramientas y procedimientos que tienden a sustituir el trabajo humano por el trabajo artificial, hasta el grado de alcanzar automatización; 3) la revolución del desarrollo económico, que consiste en el crecimiento constante de bienes y servicios como posibilidad para todos los países (aunque exista o se genere en subdesarrollo); 4) la revolución en el trabajo, que consiste en que al introducir la automatización disminuyen las horas de trabajo, lo que le permite que una gran parte de la población pueda dedicarse a las actividades humanas más elevadas: investigación, arte y educación; 5) la revolución de las cualificaciones (habilidades y destrezas), exigidas por el carácter científico-técnico de la economía (que requiere generar y usar informaciones, conocimientos), lo cual impone una revolución educativa y cultural: se requiere una educación para crear, descubrir y entrenar las capacidades del pensamiento autónomo; 6) revolución de los sistemas de dirección, organización y gestión, actividades complejas que sobrepasan los actos productivos simples y artesanales para convertirse en actos guiados por la ciencia y la técnica (tecnología), que revierten la vieja relación dentro del sistema industrial entre "dirigentes" y "dirigidos"; 7) la revolución ecológica, que se refiere al entorno geofísico, que en el movimiento humano tiene su punta en la urbanización universal y en los nuevos descubrimientos biológicos; y 8) la revolución social, que consiste en los cambios del hombre con relación a esta "máquina científica productiva", que marca el ritmo creciente del desarrollo con posibilidades de "verdaderos beneficios medidos en bienestar humano" (a pesar de las grandes ganancias que concentran las corporaciones o empresas). El informe presentado por M. Mesarovic y E. Peste¡ (1975: La humanidad en la encrucijada), constituye una interpretación del proceso humano hecha desde fuera del economicismo, y comienza por identificar una multitud de crisis: poblacional, ambiental, de alimentos, de materias primas, de energía y otras. La encrucijada es el punto de decisión: o seguir los viejos caminos hacia el desastre o hallar nuevos caminos, lo cual no podrá decidirse desde el interior productivista, sino desde estudios externos que capten la totalidad y puedan emitir descripciones de la situaciones y calcular "escenarios" de comportamientos de las situaciones que se analizan. Es ingenuo actuar con los argumentos simples de "en pro" y "en contra" respecto al crecimiento de renglones de un factor u otro en lugares "desarrollados" o "subdesarrollados". El crecimiento por el crecimiento mismo, incontrolado, tendrá necesariamente que llegar a un punto sin regreso. Se requieren, entonces, diagnósticos rigurosos e irrefutables en las diversas dimensiones de reales y posibles crisis, y a partir de tales diagnósticos "ensayar la puesta en escena" de los diversos dramas. La cuestión clave es constatar que este "patrón de crecimiento desequilibrado", de puro azar, constituye un riesgo universal, y se requiere optar por un "crecimiento orgánico", calculado y convenido globalmente. Ese sí será un sistema mundial, un Nuevo Orden: resolver los problemas globales a través de una acción global concertada. El patrón tecnológico montado con criterios sólo de crecimiento, competencia y ganancia, pudiera irremediablemente "transformarse en un pacto con el diablo". En su trabajo; Langdon Winner (1979): Tecnología autónoma, la técnica incontrolada como objeto del pensamiento político), parte de la hipótesis según la cual más allá de determinado nivel de desarrollo tecnológico, el control sobre los objetivos es irrealizable, pues la tecnología progresivamente va imponiendo qué hacer y cómo hacerlo. Conforme crece la escala del desarrollo tecnológico, decrece la posibilidad de influir desde el interior y tales medios sólo responden a sus propias operaciones internas. El riesgo consiste en que el desarrollo tecnológico se comporta como un "intenso movimiento histórico que en gran parte sigue hacia adelante sin una dirección humana consciente". Dicho movimiento es avasallante y afecta a todas las esferas sociales: costumbres, ideas, instituciones, deslizado por la pulida superficie ideológica: cambio, confort, progreso, ascenso, modernidad. Por cuanto el sistema tecnológico tiende a imponerse mediante redes de gran escala, parece fatal que: 1) se erija un núcleo de control central, único, con posibilidades de ser autónomo; 2) el proceso tecnológico acciona con apraxia, es decir, en el constante peligro de que no funcione algún punto de la red y el sistema se desordene y colapse; 3) el artificio tecnológico ovni abarcante, que requiere que todo se reconvierta según la lógica de esta gran maquinaria, subsume a las personas como insumo; 4) las personas adoptan la escala instrumental de valores de eficacia y velocidad, puras performances, que de normas técnicas pasan a ser valores universales; 5) la tecnificación del mundo necesita que la sociedad, la vida social, se estructure u organice en interacción con la racionalidad tecnológica, y que la gente actúe de acuerdo con principios técnicos; 6) así, el orden social ha pasado a ser un modo de vida que inconscientemente vive la tecnología, lo que permite afirmar que la tecnología es política y que en la actualidad la tecnologización releva los otros modos de hacer política; 7) a pesar de la objetivación cerrada que impone la tecnología, parece ser posible "crear sistemas de producción, energía, transporte, información, que resulten compatibles con el surgimiento de individuos auto determinados en el interior de un contexto democrático"; 8) la noción de " luddismo epistemológico" constituye la vía para comenzar el camino regresivo a un orden racional, pues las partes más importantes del orden tecnológico no se encuentran en estructuras físicas del aparato, sino que son en realidad formas de vida, pautas de conciencia y conductas adaptadas a un fin racional y productivo; 9) la cadena de innovaciones tecnológicas, motor final desencadenante de la totalidad, se desarrolla en el interior de las corporaciones, plantas, departamentos, laboratorios, libradas a ser medios chatos en vez de fines; y 10) este proceso comienzan a vivirla los países subdesarrollados, aunque todavía son solamente consumidores de tecnologías. En resumen: 1) Replantear las ecuaciones desarrollo social - desarrollo tecnológico, y revisar el itinerario histórico de esas relaciones, ayuda a un país atrasado a buscar su lugar apropiado en el movimiento global. 2) "Dominio de la naturaleza" significa conocimiento y control exacto de los mecanismos del mundo (natural y social) y su incorporación calculada en el proceso productivo; acción en la que los hombres han pasado a ser objetos (cosas entre cosas de la naturaleza) y "sujetos" (señores que conocen y manipulan a la naturaleza, ahora objetivada). 3) El conocimiento científico, experimental y fragmentario es universal, ya que la ley que lo explica es general-necesaria de la dimensión real de que trate, y los mecanismos tecnológicos creados con él (conocimiento, información) se extienden hasta donde sea válida la ley. 4) Resulta útil percibir la revolución científico-tecnológica (RCT) como una red multidimensional de revoluciones (científica, técnica, económica, del trabajo, de las habilidadesdestrezas, organizativa, ecológica y social), y al desarrollo humano como red de crisis (alimenticia, poblacional, de energías, de espacios, de materias primas), porque de ese modo se despejan ignorancias y se obtienen avisos puntuales y descripciones de las situaciones globales. 5) Hacer descripciones y diagnósticos irrefutables, a partir de los cuales calcular "escenarios puestos en drama", que sirvan de señales claves hacia donde nos dirigimos y advierten de los peligros a los dirigentes, son imprescindibles para la toma de decisiones. 6) Un Nuevo Orden racional deberá ser un sistema orgánico, calculado y convenido globalmente, lo cual tiene consecuencias respecto a los centros demasiado "adelantados", a los demasiado "atrasados" y a los nacionalismos que pretenden marcharen forma autodeterminada. 7) Tal vez a los países subdesarrollados les convenga más que a los adelantados, practicar el "luddismo epistemológico", pues de este modo se podrá pensar acerca de la situación de atraso y se inventarán estrategias para vencer obstáculos y colocarse en una situación favorable. A pesar de los esfuerzos críticos hechos por el conjunto de los cinco tratados, no logran salir de un planteo pesimista del proceso tecnológico y del determinismo: la tecnología condiciona o impone la dirección al desarrollo social. 2.2. El Gran Relato Tecnológico o apología del Patrón Tecnológico La tecnología, que "es el conjunto organizado de conocimientos aplicados para alcanzar un objetivo específico... el de producir y distribuir un bien o servicio" (Giral y González, 1980:14), en el tipo de pensamiento tecnologicista pasa a ser expuesta como el eje o la vanguardia del movimiento humano: de una dimensión del proceso social pasa a ser considerada la fuerza determinante y decisoria, a la que, supuestamente, siguen los demás componentes sociales. Considerar la tecnología como "variable independiente" en la mecánica del movimiento humano, requiere desplazarse del discurso de saber (conocimiento especializado del bien o servicio de que se trate) a alguna forma narrativa, de justificación de las bondades de la tecnología como ser incontrolado que, siendo en sí misma "el progreso", arrastra tras de sí a los demás factores sociales incorporándoles racionalidad. Es en este nivel de interpretación y justificación que el discurso tecnológico se vuelve gran relato, apología del proceso universal del saber y del saberhacer. Los narradores de la tecnología relatan las hazañas de esta "heroína" que, con su acción, legitima los roles de las demás instituciones que se adapten a ella: los científicos y co-científicos «cuentan una epopeya de un saber perfectamente noépico" (Lyotard, 1984: 57). El relato tecnológico es una narración depredadora de los demás relatos, que se yergue como una exposición omnímoda, único gran relato final. Esta narración tecnológica emerge en un contexto que le es favorable: a) En esta época de caída de los grandes proyectos, la gente vive en la "desafección a las ideologías verticales y lejanas" y de "nacimiento de una multiplicidad de ideologías vividas día a día y que descansan en valores próximos" (Maffesoli,1990:274). Son las ideologías del confort, del bienestar: la narración tecnológica se legitima en la eficiencia de producir bienes y servicios en abundancia para que el destinador diga alas grandes masas destinatarias: ¡"Hay de todo lo que puedan desear. Sírvanse"!. b) El saber científico no pertenece a la narración ni a las masas, pues es una exposición de expertos, pero como lo que importa a ¡agente son los efectos en términos de cosas y servicios que se les ofrece, asienten acerca de la causa: la ciencia y la tecnología es lo mejor que Dios nos ha enviado. Así, el saber científico permanece en situación críptica, pues su carácter público alcanza solamente al poder que lo genera y a los miembros de la "comunidad científica" que difunde y aplica, en un círculo universal de agentes que aparentan quedar fuera de toda sustentación en autoridades y metafísicas. Esta "comunidad científica" hace como si fuera autónoma, un cuerpo estricto que se ciñe a explicar al mundo (natural y social) y a usar el conocimiento resultante. Establecida la separación (como si no hubiera poderes generadores del conocimiento), entonces se establece el estatuto científico: "las reglas de juego de la ciencia son inmanentes a ese juego; no pueden ser establecidas más que en el seno de un debate ya en sí mismo científico, y además, que no existe otra prueba de que las reglas sean buenas como no sea el consenso de los expertos" (Lyotard,1984: 60). Es decir, el conocimiento y su uso tecnológico se genera en círculos de expertos altamente especializados y sólo los efectos, en términos de bienes y servicios, llegan a los colectivos que son convertidos en consumidores. Sin embargo, la narrativa tecnológica expone el supuesto según el cual un mundo tecnologizado tendrá como condición que se borren las fronteras entre los círculos de expertos (sabios) y las masas de legos (ignorantes), haciendo de estos seres humanos creativos e informados. c) El relato tecnológico sitúa a los actores de todos los tipos, en el aquí y ahora de todos los proyectos, ideologías y utopías, lo que coincide con el final de la búsqueda de trascendencias, de otros modos de vivir, etapa en la que hay que suprimir el deseo de evolucionar hacia otros tipos de formación social, pues hemos llegado al fin de la historia, y "en el fin de la historia no es necesario que todas las sociedades se vuelvan sociedades liberales exitosas, sino meramente que acaben con sus pretensiones ideológicas de representar formas diferentes más elevadas de sociedad humana" (Fukuyama, 1990: 3). Es decir, no importa continuar siendo subdesarrollados, lo decisivo para "el fin de la historia" es suprimirlas tentaciones de alcanzar formas convenientes de desarrollo social: supuestamente vivimos ya la única y última forma posible de organización humana, idea cuestionable por dogmática. d) El mundo sería este espacio sistémico donde el "sujeto tecnología" despliega su acción y organiza los factores políticos, militares, sociales y culturales: la tecnología como eje y vanguardia de las sociedades en "el final de la historia". A esta tesis vamos a oponernos con un razonamiento distinto, para lo cual hemos seleccionado a los narradores tecnológicos Carlota Pérez, Kenichi Ohmae y Alvin Toffler. 2.2.1 Versión de Carlota Pérez 1) Patrones o paradigmas tecno-económicos Nikolai Kondratieff expuso (1935) el carácter del sistema capitalista como proceso desarrollado por ondas (largas y cortas) o ciclos, que para los años 30 el sistema había atravesado cuatro de tales ciclos ("ondas Kondratieff"), con clara evidencia de que cada onda cubre las fases de emergencia, prosperidad, declinación o solapamiento. Kondratieff afirma que este comportamiento periódico es consubstancial al capitalismo e indiferente a la intervención de otros factores, tales como la tecnología. Por otra parte, Joseph Schumpeter había fijado su atención en el ciclo económico (1939 y ss), la teoría de los intereses, el papel de la iniciativa empresarial y la propensión burocrática de la empresa. De este núcleo de opiniones, procede Carlota Pérez a resituar "un conjunto de categorías para abordar el análisis del cambio tecnológico" (Pérez, 1986: 43), sistema categoría) con el que expone su concepción acerca de los sucesivos patrones tecnológicos o paradigmas tecno-económicos: a) Paralelo a lo que Kuhn denomina "paradigma científico", un "paradigma tecno-económico" constituye "el modelo rector del progreso tecnológico comercial", que identifica y desarrolla "productos y procesos productivos económicamente rentables, partiendo de la gama de los tecnológicamente viables" (Pérez, 1989: 44, nota 3). b) Un "patrón tecnológico", identificable con una "onda Kondratieff", consiste en un modo de crecimiento y desarrollo en que intervienen todos los factores convirtiéndose en sentido común de toda la sociedad nacional e internacional, centralmente el de los gerentes e ingenieros (y por extensión el de los trabajadores y usuarios), para desarrollar productos y procesos productivos orientados por una razón ubicada entre "lo socialmente aceptable", " lo técnicamente posible" y " lo económicamente rentable". c) El modo productivo o estructura capitalista se descompone en subestructuras, la techoeconómica y la socio institucional, en !a que ésta resulta ser más resistente a los cambios y la primera más dinámica: es el motor del desarrollo (aquí hay resonancias del par FPRP marxista). d) Los que Kondratieff identificó como ciclo de la onda, es decir, nacimiento, prosperidad y declinación o crisis, no es otra cosa que la secuencia tecnológica que se ejerce con/sobre un factor clave a través de las etapas de invención, innovación y difusión, siendo la invención un hecho técnico, la innovación un hecho económico y la difusión un fenómeno económico-social. El ciclo, onda o patrón comienza por la invariante innovación radical, que se expande a través de innovaciones incrementales (Pérez, 1986: 45-49). e) A partir del factor clave (insumo que motoriza al paradigma) y del hecho innovación, el proceso capitalista, basado en la motivación de obtener ganancias, busca optimizar productos y procesos, demandas y ofertas. Durante los 200 años transcurridos, la estructura del proceso puede representarse por "eses" (S) y curvas que se cruzan en cada declinación/génesis, pues cuando un paradigma declinó para desaparecer o "solaparse" (había entrado en "crisis"), siempre fue porque una innovación radical había hecho su aparición para llegar a erigirse en patrón tecnológico. Así ha ocurrido que los viejos paradigmas permanecen latentes y pudieran reaparecer en nuevas situaciones. Lo mismo que, basados en factores claves, pudieran originarse varios paradigmas a un tiempo. f) Para que el factor clave se convierta en «elemento organizador del mecanismo selectivo y estructurador del paradigma", ha de cumplir las condiciones de costo relativo barato y con tendencia decreciente, existencia ilimitada y omnipresente (ubicuidad), potencial de universalidad de usos, y ser capaz de innovaciones técnicas-y organizativas nuevas con bajo costo de equipamiento, mano de obra y productos. g) La tendencia del producto es ser cada vez de más alta calidad ("todo calidad") y a más bajo costo, y el proceso productivo tiende a ser llevado a cabo con "cero error". 2) Carácter del Nuevo Patrón Tecnológico a) Vivimos la transición del "fourth Kondratieff", basado en el factor clave energía, principalmente petróleo, al "fifth Kondratieff', cuyo insumo clave lo constituyen los chips. b) La lógica techo-económica o sentido común que vivimos es el de la microelectrónica (5a. onda), que aún sin concluir su pleno desarrollo se cruza con la biotecnología (6a. onda), dos paradigmas sucesivos contiguos, los cuales parten de una constelación de innovaciones técnicas y organizativas radicales. c) La difusión y uso de los principios, para productos y procesos, "a más calidad más barato", "calidad total cero error", "a máxima producción menor insumo", "a menor tamaño mayor eficacia", unidos al contundente valor de que " la demanda se impone a la oferta" (inversión fundamental de la relación), determinan dos procesos básicos: el sistema político es la democracia (cuyo eje es la elección), y la empresa deja de ser taylor-fordista de jerarquía piramidal, para achatarse en unos mandos colectivistas que están en todas partes, en los puntos de producción (es el modelo japonés). d) Por cuanto la tecnología tiene su centro en la disponibilidad, creación, transformación y uso de conocimientos para producir bienes y servicios, el nuevo patrón tecnológico en su tipo micro electrónico se ajusta en fondo y forma a la circulación total de la información: productos del conocimiento que almacenan y difunden conocimientos. El robot de las ultra generaciones vendrá a resumir la duplicación del hombre en cuanto "inteligencia artificial" y relevo en el trabajo físico, lo cual produce externalidades: desempleo para las personas que no sepan ubicarse, perfil ocupacional de calificaciones extremas (muy afta y muy baja, con reducción de la media) y una cultura determinada por la electrónica, la biotecnología y otros patrones tecnológicos que pudieran hacer su aparición. e) La nueva empresa es de auto desarrollo, pues nace, crece y se expande en la competencia local, nacional, regional y transnacional, a fuerza de satisfacer la demanda con pura calidad y tendencia al bajo costo, cambiando la lógica del mercado hasta ahora centrada en la oferta, la propaganda y la persuasión. Entran en juego el prestigio del país y de la empresa fabricante y, en definitiva, la experiencia y necesidades del consumidor, el cual se convierte en el motor del éxito o fracaso empresarial en el mercado (el modelo japonés). f) Las plantas (mono o/y multi productos) se instalan con criterio de flexibilidad para satisfacer la máxima diversidad en una tensión que incluye, además del capital, la trinca insumo-mercado- trabajo: la empresa ya puede no tener sede estable, la planta estará en línea de producción con el mercado y el trabajador tiende a ser integrado como capital fijo. g) El personal y sus capacidades constituyen lo fundamental de la empresa, pues el movimiento hacia una nueva sociedad no ocurre como cambio total en un momento determinado (como globalidad), sino como acción que se ejerce en las tareas específicas que cada persona o grupo realiza en forma permanente en todo el cuerpo social. En el personal de la empresa concurren las cualidades de aprendizaje continuo de especialización y polivalencia para asumir los cambios, y capacidad para tomar decisiones respecto a su tarea: un personal de competencia dispuesto a devengar sueldos diferenciales. Y como lo importante es el producto o servicio "máxima calidad cero error', los mejores no estarán en la cúspide, sino en los lugares de trabajo y producción. h) Las nuevas tecnologías en sus tipos de nuevas energías, nuevos materiales, biotecnología y otras, se desarrollan en un proceso sistémico de retroalimentación, propulsando el sentido común hacia procesos más complejos. i) El cuerpo social estará compuesto por individuos polivalentes formados para actuar en multitud de redes, y en cada lugar o rol el individuo tiene que hacer de actor, generar iniciativas y tomar decisiones: el cuerpo social es una especie de gran inteligencia distribuida. j) La función de la educación es servir de aparato innovador dentro del patrón tecnológico: aprender a hablar, leer y escribir bien, desarrollar capacidades selectivas para acceder a nuevas informaciones, aprender cuantos idiomas extranjeros se pueda (lo que corresponde a la transnacionalización) y revalorizar la cultura propia por el conocimiento de las otras culturas. La escolaridad no es para "transmitir informaciones", sino para desarrollar bases de la inteligencia, fundamentos de las disciplinas, estructuras para estudiar, investigar e innovar: lógica, matemática, lingüística y otras. k) Por cuanto la iniciativa corresponde al individuo y las empresas, el Estado es sólo regulador de las acciones: se encarga de crear escenarios para que individuos y empresas desplieguen sus iniciativas-competencias, organiza redes de información para los usuarios (personas y empresas) y garantiza los servicios de salud, educación, transporte, seguridad y otros. 3) Oportunidades para los países "en desarrollo" a) No propone una solución dogmática, única y por sí, sino una inserción problemática del país "en desarrollo" en la transición entre paradigmas tecno-económicos. b) Cada uno de estos países busca hallar el punto desde donde arrancar su desarrollo (como lo han hallado Corea, Japón, Hong Kong y otros). América Latina busca recomenzar después del fracasado plan de "sustitución de importaciones" y ha intentado una "reconversión industrial" y un lanzamiento hacia las exportaciones sin desarrollar antes el mercado interior, así como las condiciones sociales e institucionales del país. c) En la transición tecnológica los países "en desarrollo" tienen su única oportunidad ahora, cuando "el grueso de los países de vanguardia" se encuentran atascados rediseñando "un marco adecuado para desencadenar una aceleración sostenida del crecimiento mundial" (Pérez, 1989: 43). Cuando ellos lo hayan logrado, estos países rezagados habrán perdido toda oportunidad. d) Un país "en desarrollo" puede y debe arrancar de lo que sabe hacer (Pérez, 1991 b: 5a. Conferencia): cuál producto o cuál proceso es representativo del país respecto al que, sabiendo lo que se sabe (que vivimos la transición energía-chips-biotecnología), se intenten innovaciones incrementales y, de ser posible, radicales. Esto podría lograrse si hay primero una "reconversión" anímica y cultural, que galvanice a todos hacia objetivos únicos compartidos: cambio de los comportamientos tradicionales (deconstrucción de los mitos y del viejo sentido común) hacia la búsqueda de "todo calidad cero error" por la competencia de todos en todo. e) Además del factor técnico referido al insumo o factor clave, se requiere iniciar la implantación del nuevo sentido común referido a la organización y gerencia empresariales. Dichas capacidades deberán adquirirse en dos frentes: "La modificación del perfil de mano de obra calificada, la cual exige el readiestramiento de la parte desplazada de la fuerza de trabajo, y la adaptación del sistema de enseñanza y capacitación a las nuevas necesidades" (Pérez, 1989: 5). f) La reestructuración institucional, sobre todo las gubernamentales, serán necesarias para eliminar obstáculos y "muletas", suministrar recursos facilitadores y promover la orientación del cambio (Pérez, 1989: 33-36). 2.2.2. Versión de Kenichi Ohmae Siendo Ohmae un estratega tan prominente del desarrollo, su relato tecnológico resulta de primer orden. Aquí solamente resumiremos algunos detalles de su exposición. 1) Concepción del proceso humano Su narración no expresa contenidos sistemáticos que fundamenten un proyecto mundial de nueva humanidad, sino descripciones de situaciones en términos de antes-horas, de hechos y comportamientos que delinean la tendencia del mundo sin fronteras, teniendo como eje el mercado. Y así: a) Al ser el "pluralismo de valores" en el mercado, el centro del movimiento de una "economía entrelazada", donde en forma pública e informada cada quien (individuo, empresa, nación) compite, hay imposibilidad de hacer proyectos exactos ante la incertidumbre y el caos; sólo "podemos aumentar nuestra capacidad de respuesta ante la volatilidad y hasta el caos, pero no podemos planificar nuestra economía con cierta seguridad, como Marx y otros pensaron que se podía" (Ohmae, 1991: 202). b) En una especie de actividad de pinzas, las empresas o corporaciones van conduciéndose y conduciendo a la gente por medio de la investigación y el ensayo-error: saber qué es y qué desea la gente para satisfacerla a través del mejor producto-servicio, y recoger su conducta como usuarios inteligentes. Detal investigación-control derivan (passim) pronunciamientos dispersos acerca de la naturaleza humana: Es tal la necesidad de posesión y seguridad del ser humano... aunque sea muy remota o inexistente la posibilidad de necesitar en el futuro (Ohmae, 1990b: 55). Forma parte de la naturaleza humana oponerse a los cambios, aferrarse a lo que se tiene, hacer más y mejor lo que uno sabe hacer (Ohmae, 1991: 61). c) Lo importante es retener dos cuestiones: la investigación para toda empresa o corporación es actividad primera y gasto fijo, y dicha investigación es regresiva, pues del producto-servicios se ha desplazado al cliente. Tanto es así que la "mente estratégica" es aquélla que "vela por los intereses" del cliente, y no sólo se preocupa de satisfacer los gustos de éste ahora, sino que predice cuáles serán sus futuros deseos para proporcionar las opciones que más los satisfagan. El cliente es cualquier ente, individual o corporativo, local, nacional, regional o transnacional que entre en el juego competitivo demanda-oferta. Por ese principio de centrarse en la gente, que satisfecha se convierte en cliente, al fin la dinámica del mercado en poco tiempo, a pesar de la diversidad de culturas y valores, ha logrado crear este enorme conjunto de 600 millones de "triádicos", o "ciudadanos del mundo", a quienes ya no se les podría denominar por sus gentilicios: e! patrón de consumo de la tríada (EE.UU., Japón, Europa) se ha tornado causa y efecto de los patrones culturales, en los que los estilos de vida de la gente, sus aspiraciones y deseos, son ahora totalmente homogéneos (Ohmae, 1990x: 25-26). e) Y el hecho de que los trabajadores vayan convirtiéndose en capital fijo e integrándose a la corporación como propietarios, indica que las pautas sociales del proceso (posibilidades para todos) ya no están diferidas: ¡Adiós sindicatos y sindicalistas!. 2) Estrategia tecnológica a) "Una estrategia se define por la manera en que la corporación se esfuerza por distinguirse, en forma positiva, de sus competidores, empleando sus puntos relativamente fuertes para lograr mejor satisfacción de las necesidades del cliente" (Ohmae, 1990b: 96). "Forma positiva" significa que conociendo las debilidades de los competidores, no se les desprestigia, y en cambio se aprovechan los puntos fuertes propios conocidos (la investigación lo dirá). Los japoneses no guardan secretos y muestran a todos los que quieran aprender y copiar sus diseños, plantas y procesos de organización y producción (id, 1990x: 79). b) La estrategia del éxito constituye un juego de tres: la corporación en lucha (positiva) con los competidores para satisfacer al cliente. Estos aspectos se amplían con la moneda y la nación, para formar una estrella de cinco puntas. Cada punta sigue un proceso analítico, haciendo a cada paso la pregunta "¿Por qué?". La "trinidad" estrategia-organización-ejecución lleva a alcanzar los mejores resultados: cosa, producto o servicio de la más alta calidad, con valor agregado, al más bajo costo, para la máxima satisfacción del cliente. La cuestión decisiva es entender que en la "economía entrelazada" de "un mundo sin fronteras", todos de cualquier modo, en algún momento, estaremos obligados a pasar de productores a consumidores, de ofertantes a clientes, de demanda a oferta (en el juego de producir para los demás, pero los demás nos satisfacen a nosotros). Todo lo que hay que hacer es admitir que "nos guste o no nos guste" (Ohmae, 199Ga: 138), éste es el orden que conduce al mundo. 3) Países subdesarrollados o "en desarrollo" a) Hoy, en el mapamundi político las fronteras entre las naciones podrán seguir siendo las mismas, pero de lo que se puede estar bien seguro es de que en el mapamundi competitivo ya no hay límites: en la economía entrelazada, sin fronteras y de "ciudadanos triadianos del mundo", la lucha no es entre países sino entre regiones (ORIENTE, EE.UU., CEE), incluso entre ciudades. La lucha se ha desplazado a la competitividad entre productos, procesos y servicios. b) "La variable país era sinónimo de isla soberana en la cual el gobierno determinaba lo que más convenía a los individuos. El papel del gobierno consistía en representar los intereses del pueblo, servir sus propósitos y protegerlos de las amenazas de los extranjeros y de las corporaciones del extranjero" (Ohmae, 1991: 11). Algunos países producían materias primas baratas que eran llevadas a las metrópolis donde eran transformadas en "productos monofacéticos, dogmáticos y monolíticos" (hechos en "casa") y vendidos en los mercados de donde habían salido las materias primas. Ese era el ciclo. c) Pero hemos llegado al fin "del interés nacional", del "sentimiento nacionalista" y de la "quimera de los recursos naturales", ¿de qué valen los recursos naturales si no se tiene knowhaw, si no se los sabe transformar en productos competitivos? "La lógica económica de antaño ya no funciona... Brasil nadatienede lo que pueda vanagloriarse, sus increíbles recursos naturales no han logrado producir riqueza nacional; de hecho hasta se han convertido en una enorme fuente de problemas para el país" (Ohmae, 1991: 188-189). Eso es vivir atados a la "quimera de los recursos". Los "depósitos atávicos de materias primas" de Malasia, mantuvo a este país en un tipo inconveniente de economía y su población "se había vuelto perezosa", hasta que dicha nación "consiguió deshacerse de su herencia ancestral". d) Además de la caída de todos los mitos, el giro de las inteligencias y la eliminación de los proteccionismos: ¿cuál es el rol de los gobiernos en el nuevo orden? El papel del gobierno de cualquier nación debe consistir en asegurar que sus habitantes vivan bien, garantizándoles un acceso estable a los bienes y servicios de mejor calidad y precio, sin importar de dónde vengan, y no en proteger aciertos sectores industriales o grupos de personas. Ante sus pueblos, los gobiernos contemporáneos deben mostrar una transparencia absoluta respecto del resto del mundo. Cada vez que los gobiernos tratan de proteger sus recursos, sus mercados, sus industrias y su nivel de empleo, sus propios contribuyentes son los que acaban pagando con creces las consecuencias... Los consumidores de hoy están mejor informados y las corporaciones mundiales sólo sobrevivirán si se dedican a atender sus necesidades. De no hacerlo así, los propios clientes se encargarán de eliminarlas, no los gobiernos anfitriones" (Ohmae, 1991: 13). e) El giro podrá lograrse con un cambio en la concepción política, unido al activamiento y recapacitación de la población (lo que Carlota Pérez recoge como: es más importante "la materia gris" que " la materia prima"). 2.2.3. Versión de Alvin Toffler 1) Concepción del proceso humano a) Con su estilo de reportaje, Toffler se propone hallar y explicarlas claves del desquiciamiento universal que sufren las personas hoy, con el propósito de reponerles la racionalidad a través de la comprensión de los hechos: se procura una terapéutica colectiva. b) Su trilogía de informes (El shock del futuro, La tercera ola y El cambio del poder) contiene los resultados del desciframiento de las claves del proceso humano. Toffler parece ser un postmoderno, por cuanto al realizar el escrutinio de las civilizaciones encuentra los puntos de fracaso material y desencanto espiritual de todas las culturas, pero él mismo no está desencantado, sino que hace ciencia de ese estado de confusión que tuerce el rumbo de las personas y colectivos hacia lo irracional y el pasado; parece ser estructuralista al recuperar las claves ciegas de la mecánica del mundo en su desarrollo; pero al final resulta ser un narrador de la modernidad, pues su socio-historia del "shock" repone el sentido del proceso humano con base plenamente racional: el optimismo científico-tecnológico, porque "lo que se discute no es el descubrimiento, sino la difusión, no la invención sino la aplicación" (Toffler, 1973: 547). c) En cuanto al método para establecer " la estrategia del futurismo social", el futuro aparece como la categoría descriptiva fundamental, pues siendo el tiempo vivible lo que más importa organizar (ya que es respecto al tiempo que se produce la inadaptación), por ser lo desconocido lo que requiere ser predictado en sus líneas más nítidas (aunque sin pitonisar), con el fin de establecer las vías de adaptación y transformación de comportamientos y estructuras. d) La clave del proceso humano ha sido descubierta: la sociedad se ha desarrollado a través de tres civilizaciones u olas que son: la sociedad agrícola (de 10.000 a.C. a 1750 d.C.), la sociedad industrial (1750-1950) y la sociedad postindustrial, tecnotrónica, superindustrial o "aldea global", a partir de 1950 (Toffler, 1980: 29). Cada civilización posee una raíz material económica que impregna y gobierna las instituciones, acciones y comportamientos que se erigen para estructurar el orden. Hoy la síntesis es infinitamente compleja, pues aunque son pocos los grupos que viven en la materialidad agrícola (algunas etnias africanas, asiáticas y latinoamericanas), en todos los países se confrontan fuerzas políticas y espirituales que no son de este tiempo; sobretodo en las sociedades desarrolladas se cruzan las manifestaciones culturales de todas las civilizaciones, porque es allí donde se vive la tercera ola, el futuro de las demás. e) La categoría clave, en definitiva, ese poder, y esto no posee una configuración única y estable, sino que "es inherente en todos los sistemas sociales y en todas las relaciones sociales" (Toffler, 1991: 543). El poder está compuesto por relaciones de violencia, riqueza y conocimiento, y en este mismo orden fue apareciendo en el proceso humano, de lo más tosco (violencia) a lo más refinado y cualificativo (conocimiento). Al final, ya que conocimiento y poder son un par inseparable, es por lo que conocimiento = poder; conocimiento es tecnología, pero también es razón y criterio de las decisiones acerca de la riqueza y la violencia. Estas dos vienen a ser, en sus múltiples manifestaciones y escalas, instrumentos del poder-conocimiento. 2) Proceso y saldas a) En todos los puntos de la "aldea global" se discuten todos los esquemas, proyectos, utopías y realizaciones que hasta hoy se han imaginado y practicado, y se barajan los "futuros probables", identificando los "futuros posibles", en conflicto con los 'futuros preferibles" (Toffler, 1973: 571). Las discrepancias y los conflictos básicamente tienen sus raíces en el desconocimiento de los modelos económicos y espirituales que se justifican o rechazan. Ello explica el fuerte regreso de los misticismos en la actualidad, la época de mayor conocimiento científico-tecnológico. b) El centro del conflicto se coloca en la transición de la civilización industrial a la civilización tecnotrónica-superindustrial. c) El "código oculto" de la civilización industrial consiste en el divorcio entre la producción y el consumo, dos cuestiones que al separarse "afectaron a todos los factores de la vida, desde el sexo y las diversiones, hasta el trabajo y la guerra" (Toffler, 1980: 59). Centrada en la fábrica como eje productivo y en la empresa jerarquizada como organización (autoritarismo y control), esta sociedad se caracterizó por la uniformización, la especialización, la sincronización, la concentración, la maximización y la centralización (ídem: 57-70). Tuvo por cobertura política una democracia liberal autoritaria, aliada a los modelos atávicos de poderes políticos y religiosos de la civilización agrícola (caciques, jeques, príncipes, reyes, papas, patriarcas, ayatollahs). d) En cambio, la civilización de la tercera ola, que apenas está en sus albores tecnotrónicos o superindustriales, al erigir el conocimiento como su eje de poder, tendrá que privilegiar el "pensar" sobre el "sentir", tendrá que fundamentar su legitimidad en una democracia participativa (antes: la democracia directa griega y la democracia representativa), una democracia "achatada" y no jerarquizada, en la que se impongan el elector como protagonista y, por lo menos en principio, tenderá a angostarse la brecha fuertes-débiles, poseedores-desposeídos, hartos-hambrientos, informados-ignorantes. La ciencia y la tecnología, sirven para establecer democráticamente lo que se decida como "preferible". e) La tecnocracia como élite de la civilización industriales el sector social que recibe actualmente el mayor ataque por parte de los actores de la tercera ola: los fundadores de otro tipo de civilización. Resumen: Los asuntos tratados por Ohmae, Toffler y Pérez pueden ser separados en dos grupos distintos, a los fines de nuestra investigación: 1) Los que se refieren a descripciones de hechos, que poseen rigor científico y que resultan imprescindibles para comprender la orientación tecno-productiva del mundo. Este conjunto de informaciones podrá servirnos de apoyo para abordar el trabajo que se ha señalado antes (Cfr, supra, página 52). 2) Y los que se refieren a la narración o apologética de la tecnología como fuerza que determina el desarrollo, tesis que interpreta y justifica la dimensión tecno-productiva como la parte fundante del proceso social, a la cual nos oponemos con la argumentación que sigue. III. CRITICA AL DETERMINISMO TECNOLOGICO 3.1. Crítica epistemológica La tesis que se ha señalado en la parte anterior y que corresponde, principalmente a Carlota Pérez y Kenichi Ohmae, destaca un elemento que nos interesa discutir. Carlota Pérez sostiene que "la tecnología condiciona la estructura económica y que esta última termina por ajustar a la esfera socio-institucional" (Pérez, 1980). De esta manera, por transitividad, esta tesis nos conduce a la afirmación: Lo social se halla determinado por la tecnología, o lo que es lo mismo, la tecnología moldea la sociedad a su "imagen y semejanza". La tesis que queremos contraponer a esta afirmación consiste en que es la sociedad la que determina a la tecnología. Es la sociedad la que explica las formas tecnológicas y no las formas tecnológicas las que explican a la sociedad. Nuestro propósito es discutir dicha tesis, desarrollando nuestra argumentación en dos planos: primero desde el punto de vista epistemológico, y luego desde la perspectiva genealógica. El fundamento básico de nuestra tesis consiste en demostrar, a su vez, que las tecnologías son generadas por los saberes (llámense científicos o no); que estos saberes son generados por matrices disciplinarias (Kuhn); que éstas son generadas por los modelos sociopolíticos; y que, finalmente, estos modelos son generados por ciertas modalidades institucionales. A este respecto comenzaremos por responder a la pregunta: ¿Qué se entiende por tecnología? Las tecnologías se conceptualizan "como los conocimientos incorporados a los bienes y servicios disponibles" (Chumbita, 1989: 577). En esta misma línea conceptual se puede ubicar a Moisés Naim, quien define la tecnología como "toda información obtenida a partir de inversiones previas y cuya utilización genera un flujo de beneficios económicos a sus poseedores (sean éstos los originadores de la información o no) que es decreciente en el tiempo y donde esta erosión de ingresos es proporcional al grado de diseminación de tal información" (Naim, 1982: 37). Un elemento común se desprende de estos conceptos: la tecnología es equivalente a conocimiento. Aunque este "conocimiento" es muy particular, dado que se halla objetivado (como dice Chumbita) en bienes y servicios. Son conocimientos que se presentan revestidos de una utilidad práctica, bien sea en objetos factuales u organizacionales: las llamadas tecnologías duras y las tecnologías blandas, respectivamente. Nos resulta difícil pensar que si las tecnologías son conocimientos, tales conocimientos constituyen saberes cuya naturaleza es de carácter discursivo; lo que es igual a conjunto de enunciados organizados bajo un cierto régimen, bajo unas ciertas reglas (Deleuze, 1990: 89). Por lo tanto, las tecnologías son producidas en el mismo régimen en el cual se producen los saberes: en un régimen de producción de verdades. De este modo, plantear cómo se producen las verdades, es plantear cómo se producen las tecnologías. Una larga tradición habría atribuido la producción de las verdades a los sujetos. Esta tradición en la epistemología había supuesto que las verdades eran "segregadas", sin más, de la conciencia despierta de los sujetos, eran el producto de la mente humana considerada individualmente. Se pensaba, por ejemplo, que una verdad científica era "el objetivo de la labor del hombre de ciencia, aunque asíntota' sería mejor término (decían), porque no puede haber certidumbre apodíctica en' la ciencia, ni una certidumbre finalmente decisiva más allá del alcance de la crítica" (Medawar, 1988: 17). Esta es también la opinión de Charles Sanders, según sostiene el mismo Peter Medawar (ídem: 17). A esta tradición pertenecen aquellas versiones que, como el "inductivismo ingenuo" (Chalmers, 1981: 12), consideraban que las verdades podían obtenerse de la observación que un sujeto expectante realizaba sobre los hechos de la realidad. No obstante, mostrada la falacia de esta concepción; tiempo más tarde el inductivismo se volvió más cauteloso y se proclamó probabilístico, a fin de mantener la idea de que la verdad puede ser producida por u na especie de "secreción" de la conciencia del sujeto una vez que éste observa los hechos de la realidad y los generaliza, ya no determinísticamente sino probabilísticamente. En 1954, Carl Popper muestra cómo las verdades no son producidas por la inducción, sino por la falsación deductiva. Aunque con esta explicación Popper, y con él todo el positivismo lógico, siguió defendiendo la idea de que la verdad dependía de la lógica. Dependía de la inteligencia de los sujetos considerados individualmente. En la línea de esta tradición, que llega hasta fines de 1950, todo conocimiento era conocimiento de un sujeto, y por tanto toda verdadera el producto de " la conciencia despierta" de los sujetos. Fue a esta forma de explicar la aparición de la verdad a la que se conoció como " la historia interna de la ciencia" (Marí, 1990: 68). Y esta historia interna no era otra cosa que la idea de que la ciencia, las verdades, eran el producto de la aplicación de la lógica a la observación de los hechos de la realidad. De que el progreso de la ciencia, la sucesión de verdades en el tiempo, se explicaba por el progreso mismo de la inteligencia de los hombres. De esto modo, todo aquél que quisiera explicarse la aparición de una verdad, debía remitirse a estudiar y comprender los procedimientos lógicos y metodológicos que eran usados por los científicos. Justo en los umbrales de los 50, la escuela epistemológica francesa, con Bachelard a la cabeza (1990: 284) irrumpe contra aquella tradición afirmando que "toda ciencia particular produce, en cada momento de su historia, sus propias normas de verdad" (Cfr. Lecuort,1973: 67), lo cual abre el camino para las formulaciones epistemológicas de la escuela anglosajona, donde Thomas Kuhn producirá un verdadero "giro copernicano" en el pensamiento epistemológico, al proponer una explicación novedosa con relación al problema del- surgimiento del conocimiento. A este fin, Kuhn comienza por poner en duda el "criterio acumulativo del conocimiento" que predominaba. "La investigación histórica misma, que muestra las dificultades para aislar inventos y descubrimientos individuales, proporcionaba bases para abrigar dudas profundas sobre el proceso de acumulación por medio del que se creía que habían surgido esas contribuciones individuales a la ciencia" (Kuhn, 1986: 23). Tanto esta crítica de Kuhn como la que hiciera Bachelard, coincidían en el punto de que si concibiéramos el desarrollo de la ciencia como progreso o acumulación, como pensaron Condorcet y Comte, tendríamos que convenir en un disparate: en que "el postulado epistemológico que regiría sería entonces que toda anterioridad cronológica sería una inferioridad lógica" (Lecuort, 1973: 76), lo cual, no hay dudas, sería errado, porque para que ello fuera así tendríamos que convenir en que la lógica no es tan lógica, dado que el tiempo la condicionaría haciéndola cada vez más lógica.. Castells, recogiendo los aportes de Althusser respecto a esta discusión, destaca cómo es que las verdades no se producen de forma acumulativa, sino en el marco de un sistema, sosteniendo a tal fin que "todo conocimiento es en principio inseparable del sistema productivo (que es articulación de procesos de producción) al cual pertenece como producto" (Castells, 1975: 140). Sin embargo, como ya hemos dicho, es Thomas Kuhn quien fija con mayor firmeza la nueva concepción epistemológica. Esta nueva concepción epistemológica consistirá en privilegiar los factores externos al sujeto y no los factores internos que antes habían dominado. Se trata de buscar la explicación de la producción de conocimientos, por lo que la epistemología va a llamar "la historia externa de la ciencia" (Chalmers, 1990: 68). A partir de aquel momento hasta nuestros días, la idea dominante en epistemología es que son los factores sociales los que podrían dar cuenta de la verdad misma y de la forma de su producción. Chalmers dice que lo que explica la producción de verdad viene a su vez explicada por los factores psicológicos y sociológicos (ídem: 137): la sociedad produciría el conocimiento y no a la inversa. La idea con la que Kuhn había producido estos cambios fue básicamente su concepto de paradigma. En su texto La estructura de las revoluciones científicas, expuso que en realidad los científicos "miraban lo real" a través de paradigmas y que estos paradigmas eran teorías o "matrices disciplinarias" (Kuhn, 1986) que guiaban las investigaciones. Por lo tanto, decía Kuhn, los científicos sólo pueden observar aquellos fenómenos que posibilita el paradigma. "Ninguna parte del objetivo de la ciencia normal está encaminada a provocar nuevos tipos de fenómenos; en realidad, a los fenómenos que no encajarían dentro de los límites mencionados (del paradigma), ni siquiera se los ve. Tampoco tienden normalmente los científicos a descubrir nuevas teorías y a menudo se muestran intolerantes con las formuladas por otros" (ídem: 53). También hay que decir que en la idea kuhneana los paradigmas no sólo son matrices a través de las cuales se observan los hechos, sino matrices de producción de los hechos (ídem: 165). Los paradigmas cumplen una función metadiscursiva en la medida en que es a través de ellos que se explica su existencia, su surgimiento y su decadencia. Por esta razón son "fuentes de los métodos, de los problemas y de las normas de resolución de problemas" (ídem: 165). Puede decirse que a partir de este autor, la idea que se tiene acerca de la manera cómo se produce el conocimiento es distinta: el conocimiento se produce en el marco de un sistema. A partir de Kuhn el conocimiento ya no es más el acto individual de un sujeto expectante y reflexivo, que por acumulación progresiva logra dar un salto cualitativo, sino que el conocimiento será ahora una producción colectiva, sistémica o social. Otros autores en la misma línea argumental de Kuhn, reafirmarán este criterio y desarrollarán tal versión. Enrique Marí sostiene al respecto que en la "configuración conceptual de Foucault, en el marco teórico o teoría homogénea de Cancuilhem, en la problemática de Althusser, en los paradigmas de Kuhn, en los programas de investigación de Lakatos, en todos aparece la idea de un campo, estructura u horizonte preteórico que fija las condiciones absolutas de regulación y producción de teorías y conceptos" (Mari, 1990: 114). Ciertamente que en la epistemología contemporánea, liderizada por el pensamiento de estos autores, puede hallarse un denominador común, cuales que la producción del conocimiento tiene explicación, no en la objetividad rigurosa de un sujeto, sino en una estructura de normas, en un "orden" discursivo, que definen las organizaciones sociales particulares ("comunidades científicas'.', sociedades disciplinarias, modos de producción), las cuales confieren la legitimidad de las verdades producidas. Es decir, que llegado a este punto podemos afirmar que desde el punto de vista de la epistemología contemporánea, el conocimiento está determinado por la sociedad y no exactamente a la inversa. Otros razonamientos vienen a reforzar las ideas anteriores, los cuales son aportados por la semiótica a la epistemología. La semiótica despeja de manera concluyente la idea que venimos exponiendo. En Los segundos pensamientos sobre paradigmas, aparecidos como una post data a La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn, además de precisar su concepto de paradigma para clarificar las 22 versiones que había dado, desarrolla una idea que hace equivalente el conocimiento científico con el lenguaje. Sostiene que "el conocimiento científico, como el idioma, es intrínsecamente la propiedad común de un grupo, o no es nada. Para comprender esto necesitaremos conocer las características especiales de los grupos que lo crean y que se valen de él" (Kuhn, 1986: 319). En esta idea kuhneana destacan dos hechos significativos: uno es la determinación social del conocimiento científico, y el otro es la equivalencia del conocimiento científico al idioma. En consecuencia, la teoría que explique la aparición del lenguaje explicará la aparición del conocimiento y de la tecnología, en la medida en que ella se define como conocimiento. Y es justamente en este punto donde la semiótica ha venido a reforzar la epistemología. La semiótica, por esta razón, ha dominado el escenario de los años 60. Hoy se dice que hemos pasado de una filosofía del sujeto a una filosofía del lenguaje que, merced a ciertas reglas, constituyen no sólo los hechos de la realidad que van a ser observados y juzgados como verdaderos, sino también a los sujetos que juzgarán a tales hechos. Los trabajos de 13arthes, Greimas, Prieto y de Saussure, han puesto de manifiesto cómo es que los signos cobran vida en las relaciones sociales, cómo es que la significación y el sentido de los signos están conectados con la estructura de la vida social. Esto es, que según esta corriente semiológica, las significaciones no pueden ser explicadas sin el contexto que las produce. Con lo cual se reafirma el argumento que hemos expuesto, en razón del cual el saber no se produce en una hipotética "esfera científico-técnica", como si fuera éste un lugar ascético. El saber se produce es en el seno de una comunidad cuyas significaciones se hallan condicionadas por el contexto que los agrupa, por la sociedad: por sus discursos, su racionalidad, su modalidad de poder y por su idea de sujeto. De modo que si la tecnología se define como un saber (un discurso, dirían los semiálogos), y los saberes son producidos por la sociedad, entonces las tecnologías son determinadas por la sociedad y no a la inversa, como sostiene Carlota Pérez y otros. No serían las tecnologías las que "moldean lo social", sino lo social lo que moldea a las tecnologías. Si la tecnología es una función social, debemos entenderlo social para entender las tecnologías. Se trata entonces de desarrollar esta idea más en detalle, y de abordar el modo cómo, a nuestro juicio, las formas societales son el resultado de imposición hegemónica de formas institucionales que "universalizan" sus formas de poder y su racionalidad. De instituciones que como la familia, la iglesia, el ejército y el partido, han dado origen a sociedades como las esclavistas, las feudales, las industriales y las postindustriales. 3.2. Crítica genealógica Una vez que hemos argumentado cómo es que la tecnología, en tanto que saber, se halla determinada por lo social, corresponde ahora mostrar cómo lo que hemos llamado "lo social" se halla explicado por determinadas formas institucionales, que al imponerse por sobre el resto de las instituciones imponen sus propios "órdenes de poder', esto es, su propio discurso (y con él una racionalidad), su propia idea de sujeto y su propia forma de poder, todo lo cual generalizado o "universalizado" conforma todo un "orden" que implica un proyecto societal y una modalidad civilizacional. Un inventario rápido muestra que las sociedades occidentales no han sido más que modalidades civilizacionales gestadas por formas institucionales. Las sociedades primitivas, por ejemplo, se organizaron a partir de la institución familiar. Lo que se conoce como "lo social" de aquel tiempo no eran si no determinadas formas de relaciones sociales impuestas por la institución familiar. O como señala Engels: " la estructura social, en esta etapa (refiriéndose a las sociedades esclavistas) se reduce también, por tanto, a una ampliación de la familia: a la cabeza de la tribu se hallaban sus patriarcas, luego los miembros de la tribu y, finalmente, los esclavos" (1973: 17)'. De modo que para aquel entonces, aquello que pudiera considerársele como "espacio social" no será algo distinto al "espacio familiar" o institución familiar. En este sentido, tanto las formas políticas (poder, gobierno) como las formas económicas, se hallaban explicadas por el régimen familiar. A este respecto, el mismo Engels sostiene que "la esclavitud latente en la familia va desarrollándose poco a poco al crecer la población y las necesidades, al extenderse el intercambio exterior y al aumentar las guerras y el comercio de trueque" (Engels,1973: 17). Es decir, la forma política que define a la institución familiar (el gobierno del padre), se va a extender al cuerpo social y se hallará luego como la modalidad política de la sociedad. Caso similar ocurrirá con el ámbito económico. La estructura familiar, con sus formas particulares de asignación de tareas y de intercambios, se impondrán al cuerpo social como "las formas económicas hegemónicas". El mismo Engels lo reconoce cuando afirma que "En esta fase, la división del trabajo no es más que la extensión de la división natural del trabajo existente en el seno de la familia" (ídem: 17). Más aún, la propiedad privada, a la cual el marxismo había atribuido la aparición del Estado y de las clases, y a las cuales le asignaba un papel explicativo de la estructura social, es explicada por las formas institucionales. La institución familiar, en este sentido, explica las primeras formas de propiedad y la aparición de las primeras clases sociales. También sostiene Engels que "con la división del trabajo, que lleva implícitas todas estas contradicciones y que descansa, a su vez, sobre la división natural del trabajo en el seno de la familia y en la división de la sociedad en diversas familias opuestas, se da, al mismo tiempo, la distribución y, concretamente, la distribución desigual, tanto cuantitativa como cualitativamente, del trabajo y de sus productos; es decir, la propiedad, cuyo primer germen, cuya forma inicial se contiene ya en la familia, donde la mujer y los hijos son los esclavos del marido. La esclavitud todavía muy rudimentaria, ciertamente latente en la familia, es la primera forma de propiedad, que por lo demás, ya aquí corresponde perfectamente a la definición de los modernos economistas, según la cual es el derecho a disponer de la fuerza de trabajo de otros" (ídem: 31). Asimismo, la antigua propiedad comunal y estatal no es otra cosa que "el resultado de la fusión de diversas tribus para formar una ciudad, mediante acuerdo voluntario o por conquista, y en la que sigue existiendo la esclavitud" (ídem: 17). * Las citas de Engels corresponden a la fuente: MARX, C. y F. Engels (1973). Puede apreciarse, de este modo, cómo la forma civilizatoria de occidente se deriva de la institución familiar. Esta se impuso del seno de la sociedad por sobre todas las demás instituciones, e impuso sus propias estructuras políticas, económicas, tecnológicas, etc. Al universalizar su propia forma de poder, su propia, lógica, impuso su propia idea de sujeto. La forma de poder impuesta por la institución familiar, que se generalizó como forma política de aquellas sociedades, fue la fundada sobre la propiedad absoluta (del padre sobre los hijos), conocida más tarde como patria potestad; del amo sobre la fuerza de trabajo, conocida como modo de producción esclavista; del amo sobre la fuerza de producir y de organizar su propia producción, conocida como la tecnología esclavista, etc.). A tal forma de poder correspondía un saber o discurso que hacía racional el sometimiento. Una racionalidad que hacía lógica aquella forma de existencia, y que al hacer lógica aquella forma de existencia permitía a los esclavos y a los amos vivir su condición de una manera racional. Por tanto, los sujetos de aquellas sociedades se reconocían como tales, en esa lógica. Los sujetos se reconocían como sujetos en aquel discurso y en aquella racionalidad: ese es el orden del poder, la forma civilizatoria donde fueron generados los primeros discursos occidentales, los primeros sujetos y también su primera forma social conocida. Solo así puede explicarse que los esclavos ofrecieran todo el fruto de su trabajo a sus amos, a quienes ellos pertenecían como hijos consanguíneos o como consecuencia de la "patria potestad". Agotado aquel orden civilizatorio, se impuso después del siglo V lo que conoceríamos (desde el marxismo) como el orden feudal. La transición de un orden a otro no es materia de interés de este estudio, más bien nos interesa registrar y describir someramente este segundo orden civilizatorio: mostrar cómo y de cuál institución fue que se levantó y qué discurso, qué poder y qué idea de sujeto se impuso. La institución eclesiástica, la iglesia, es la nueva institución que emergerá a partir del siglo V y se impondrá por sobre las demás instituciones, imponiendo a su vez su propia modalidad de poder, su propia racionalidad y su propia idea de sujeto. La iglesia, que es una modalidad de familia, una familia más amplia (una "familia espiritual"), se impone y universaliza estableciendo el orden civilizatorio que el marxismo denominó feudal y que resulta más preciso llamar "espiritual", dado que la forma de poderse funda sobre lo que llamaremos "los vínculos espirituales". Si los miembros de la familia que dio lugar al "orden civilizatorio de la propiedad" (esclavismo) se reconocían como tales por sus vínculos consanguíneos, si aquellas familias se reconocían como tales por la sangre, los miembros de la iglesia y la iglesia misma se van a reconocer a sí mismos ya no por los vínculos sanguíneos, sino por los vínculos espirituales. No será ya la sangre el símbolo de¡ poder sino el espíritu, porque la iglesia no es ya una familia consanguínea sino espiritual. El amo no es el padre por vía consanguínea, sino por vía espiritual, y no habrá derecho absoluto de propiedad sobre la vida. Ya no será una comunidad restringida de miembros vinculados por la sangre, sino una comunidad extendida vinculada por el espíritu. Todo lo cual supone un padre y una madre común, lo cual supone una estructura familiar de hermanos, hermanas y un patrimonio común (el de la iglesia, el del padre, que es por consecuencia de todos), al cual todos y cada uno de los miembros contribuye voluntariamente. Por esta razón ese orden " se basa, como la propiedad de la tribu y la comunal, en una comunidad, pero frente a ésta no se hallan ahora, en cuanto clase directamente productora, los esclavos, como ocurría en la sociedad antigua, sino los pequeños campesinos de la gleba" (Engels, 1973: 18). Tanto los siervos como los señores feudales son sujetos distintos a los esclavos y a los amos. Si la forma de relación, la estructura de poder que determinaba a los amos y a los esclavos era la propiedad absoluta como extensión de la propiedad de la sangre, la forma de relación de los siervos y señores era la propiedad espiritual, como patrimonio de¡ padre celestial. No se trataba ya de un sujeto a quien el padre le daba su sangre y su vida, y podía disponer de ella; se trataba ahora de un sujeto a quien el padre celestial daba el hálito de vida y el espíritu; y él debía regresar porque su espíritu era inmortal. Se trataba entonces de que nadie (excepto el Supremo) era propietario absoluto de nada. La propiedad perdía su carácter absoluto para pasar a ser relativo. Y en este tránsito se transformaban las relaciones entre los hombres; y es esta estructura de relaciones sociales la que al generalizarse funda las nuevas modalidades políticas, económicas y tecnológicas. Engels señala al respecto (al cambio entre uno ü otro orden) que "Lo que variaba era la forma de la asociación y la relación con los productores directos, ya que las condiciones de producción eran distintas" (ídem: 19). Esta nueva institución posibilitó una estructura social de gobierno de carácter jerárquica y monárquica, dado que el poder estará ubicado en la cúspide de la pirámide y residirá en el monarca, en quien el Padre Supremo delegaba transitoriamente. No obstante será un poder de administración, dado que Dios no hablará por boca del monarca sino del Papa, quien es su representante en la Tierra y su voz autorizada. Asimismo pasará con los señores feudales: éstos serán los administradores, mas no los dueños de las riquezas. Los dueños de la riqueza son el Padre Supremo y su delegado en la Tierra, el Papa. Todos los hermanos miembros de la familia espiritual (iglesia), deben contribuir con su "limosna" al patrimonio común que administra el señor feudal, y ésta pagará su tributo a la iglesia. Será el colector del impuesto que desembocará en la iglesia. Así, esta modalidad productiva se hacía descansar sobre un tipo de poder que se fundaba sobre los vínculos espirituales. Se trataba de una estructura social que era, en el fondo, la misma estructura de poder espiritual de la iglesia. Fue por esta razón que durante la Edad Media se desarrollaron tecnologías de poder destinadas al control del espíritu a través del sometimiento del cuerpo: fue la razón por la que el laceramiento, el descuartizamiento, el martirio del cuerpo, eran admitidos como racionales. Y fue también ésta la razón por la cual el cadalso, la rueda, la horqueta, el tapiamiento, el azote y el verdugo constituyeron en aquel orden civilizatorio, elementos ostensibles de la normalidad y de la racionalidad política de ese tiempo. A esa forma de poder correspondió un saber, un discurso y una racionalidad que hacía lógica aquella forma de existencia, pues hacía consistentes las verdades y los saberes. Y al hacer lógica su existencia y racional su sometimiento, permitía tanto a los señores feudales como a los siervos de la gleba, vivir su condición de una manera racional. Por lo tanto, los sujetos de aquellas sociedades se reconocían como tales en esa lógica. Se reconocían como sujetos en aquel discurso y en aquella racionalidad. Ello explica por qué los siervos aceptaban sólo parte del fruto de su trabajo y la mayor parte dejaban que se la apropiara el señor feudal: porque se reconocían como miembros de una familia espiritual guiada por un padre a la cual con su limosna contribuían a mantener su patrimonio y a engrandecerlo. Ese fue el orden civilizatorio que precedió al orden actual, un orden civilizatorio frente al cual Occidente quedó perplejo, luego del siglo XVIII, por su "oscurantismo e irracionalidad", frente al que se levantó toda la Ilustración y se opuso la modernidad, y comienza a desarrollarse el nuevo orden civilizatorio que llega hasta hoy. A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, Occidente experimentó un conjunto de transformaciones que fueron prefigurando una sociedad de carácter totalmente distinta a todas las demás sociedades hasta entonces conocidas. Tales cambios caracterizaron lo que se conocerá, en el discurso marxista, como las sociedades capitalistas. Max Weber ha dicho (Cfr. Paz en Di Tella,1989: 65) que la sociedad hoy conocida se forjó en la asunción, a partir de aquellos siglos, de un nuevo tipo de racionalidad (medio-fines) que hizo de la búsqueda de la ganancia máxima un fin perseguido a través de la acción racional, metódica y calculada. Foucault, por su parte, ha afirmado que durante los siglos señalados, las sociedades occidentales se fueron transformando en sociedades disciplinarias (Foucault, 1980: 117). Sociedades capitalistas, sociedades racionalistas, sociedades disciplinarias: ¿qué guardan de común entre ellas? Pudiéramos inventariar los más disímiles factores comunes, pero a los fines de este estudio, basta destacar dos que resultan necesarios. El primero es su propia cronología, su propia fecha de nacimiento, que se hayan originado a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. El segundo factor consiste en la constatación de una nueva forma de poder social que, en la producción o en la sociedad o en el discurso, da cuenta de una forma societal radicalmente distinta. Si consideramos que la existencia del capitalismo supone la producción de plusvalía, y que la producción de plusvalía supone, a su vez, la existencia de un cuerpo productivo cuya fuerza humana y cuyo tiempo de vida hayan sido transformados en fuerza de trabajo y tiempo de trabajo (Foucault, 1980: 180), caeríamos en cuenta que la existencia misma del capitalismo presupone, como condición, un tipo de sociedad cuyo funcionamiento opera permanentemente produciendo esos cuerpos productivos. Como se sabe, la estructura social que posibilita tal fenómeno es aquélla a la cual Foucault (ídem: 133) ha denominado (tomando el concepto arquitectónico de Bentham) "sociedades panópticas" o disciplinarias, por la semejanza que tienen con el modelo arquitectónico fundado por Bentham: un sitio formado por anillos en medio del cual había un patio con una torre central; los anillos, divididos por múltiples celdas con ocupaciones diversas, dejaban pasar la mirada fija del observador apostado en la torre central. Y ha sido este modelo de sociedad el que sirve de soporte a la forma económica que Marx descubrió. Son estas sociedades, llamadas modernas, que son la imagen de la institución militar, cuyo funcionamiento meticuloso de sus engranajes, hace eficiente la producción económica. Veamos en qué consiste: Servan soñó con un aparato militar que cubriera todo el territorio de la nación y en el que cada cual estaría ocupado sin interrupción pero de manera diferente según el segmento evolutivo, la secuencia genética en que se encuentra. La vida militar comenzaría en la edad más tierna, en la que se le enseñaría a los niños, en `casas de campo militares', la profesión de las armas, y terminaría en esas mismas casas de campo cuando los veteranos, hasta su último día, enseñaran a los niños, hicieran maniobrar a los reclutas, dirigieran los ejercicios de los soldados y los vigilaran cuando realizarán trabajos de interés público, y en fin hicieran reinar el orden en el país, mientras la tropa luchaba en las fronteras. No hay un solo momento de la vida en el que no se puedan extraer fuerzas, con tal de que se sepa diferenciarlo y combinarlo con otros. De la misma manera, se apela en los grandes talleres a los niños y a los ancianos" (Foucault, 1984: 169). Este sueño, que parecía imposible, se ha realizado en Occidente, no sólo en tos Estados fascistas como Italia, en los Estados nazistas como Alemania o en los Estados "socialistas" como la URSS, sino mutatis mutandis en todos los Estados nacionales de Occidente, a partir de los siglos XVIII y XIX. Afirma Foucault que "En los grandes Estados del siglo XVIII, el ejército garantiza la paz civil sin duda porque es una fuerza real, un acero siempre amenazador; pero también porque es una técnica y un saber que puede proyectar su esquema sobre el cuerpo social" (ídem: 173). Cabría preguntarse: ¿cómo, de qué modo la institución militar puede imponerse al cuerpo social y transformar a éste en un gran cuerpo militar? En dos trabajos fundamentales (Vigilar y Castigar, y la Verdad y las formas jurídicas) Foucault describe el sentido en que las sociedades occidentales modernas, después del siglo XVIII, fueron adquiriendo cada vez con mayor claridad, forma disciplinaria. La tesis del autor sostiene que producto de una transformación en las relaciones de poder que dieron lugar a la reorganización del sistema judicial penal en el mundo, se constituyó un modelo de sociedad en la que sus instituciones civiles de control (escuela, taller, hospital, cárcel), adoptaron la función universal de disciplinar a los sujetos sociales. Tal disciplina tiene por función hacer que los individuos, sometidos a la vigilancia permanente y recíproca, puedan ser transformados en cuerpos productivos: transformando su tiempo de vida en tiempo de trabajo y su fuerza humana en fuerza de trabajo, para convertirlo finalmente en un cuerpo útil y productivo, con capacidad de qenerar valor o plusvalor, y posibilitar la forma de producción vigente. De modo que este poder militar, disciplinario, se desarrollaría a través de una "marca" del poder en el cuerpo de los sujetos o en una "anatomía política de los cuerpos humanos" (Foucault, 1984: 168) o una "biopolítica de la población". Estas instituciones modernas como la escuela, la fábrica, los hospitales, las prisiones, van a desarrollar en su propio interior este poder disciplinario que, visto en detalle, se revela como un poder de muchas formas: En algunos casos hay por un lado un poder económico: en una fábrica el poder económico ofrece un salario a cambio de un tiempo de trabajo en un aparato de producción que pertenece al propietario. Además de éste, existe un poder económico de otro tipo: el carácter pago de del tratamiento de ciertas instituciones hospitalarias. Pero, por otro lado, en todas estas instituciones hay un poder que no es sólo económico sino político. Las personas que dirigen estas instituciones se arrogan el derecho de dar órdenes, de establecer reglamentos, tomar medidas; expulsar a algunos individuos y aceptar a otros. En tercer lugar, este mismo poder, político y económico, es también un poder judicial. En estas instituciones no sólo se dan órdenes, se toman decisiones y se garantizan funciones tales como producción, el aprendizaje; también se tiene el derecho de castigar y recompensar, o de hacer comparecer ante instancias de enjuiciamiento. El micro-poder que funciona en el interior de estas instituciones es al mismo tiempo un poder judicial... una cuarta característica del poder que de algún modo atraviesa y anima los otros poderes. Se trata de un poder epistemológico, poder de extraer un saber de y sobre estos individuos ya sometidos ala observación y controlados por estos diferentes poderes. Esto se da de dos maneras. Por ejemplo, en una institución como la fábrica, el trabajo del obrero y el saber que éste desarrolla acerca de su propio trabajo, los adelantos técnicos, las pequeñas inversiones y descubrimientos, las microadaptaciones que puede hacer en el curso de su trabajo, son inmediatamente anotadas y registradas y, por consiguiente, extraídas de su práctica por el poder que se ejerce sobre él a través de la vigilancia. Así, poco a poco, el trabajo del obrero es asumido por cierto saber de productividad, saber técnico de la producción que permite un refuerzo del control" (Foucault 1980: 134-135). Este modelo de sociedad, fundado en un modelo de vigilancia, control y corrección, es lo que se ha llamado sociedad panóptica (en honor a un concepto arquitectónico que, como ya hemos anotado, desarrolló Jeremyas Bentham en el siglo XVIII, y que al parecer se le ocurrió al visitar la Escuela Militar). Ello no es casual, ya que es la institución militar la que ha impuesto su propia imagen: su racionalidad, su modalidad de poder y su idea de sujeto a las sociedades llamadas modernas. La institución militar jerárquica, obediente, disciplinaria, al imponerse por sobre las demás instituciones, les impone a éstas (fábricas, escuelas, hospitales, cárceles) su propia naturaleza. Con lo cual permite que el orden global que impone, lo revista de imprescindibilidad social, y por tanto de utilidad y poder. "Hay que advertir (dice Foucault, 1984:166), que las relaciones entre el ejército, la organización religiosa y la pedagógica, son muy complejas. La decuria', unidad del ejército romano, vuelve a encontrarse en los conventos benedictinos, como unidad de trabajo y sin duda de vigilancia. Los hermanos de la vida común lo tomaron de aquéllos y la adaptaron a su organización pedagógica, ya que los alumnos estaban agrupados por decenas. Esta unidad es la que los Jesuitas utilizaron para la escenografía de sus colegios, introduciendo con ello un modelo militar. Pero la decuria a su vez fue disuelta a cambio de un esquema todavía más militar con jerarquía, columna y línea". De modo que así como en las sociedades primitivas la institución familiar se impuso por sobre el resto de las instituciones e impuso su propia racionalidad, su propia forma de poder y su propia noción de sujeto, así la institución militar se ha impuesto en Occidente después del siglo XVIII hasta el presente. Proceso que no ha sido ni lineal ni simple, sino de constante oposición de otras formas institucionales que, como las partidista, ve condicionada su existencia. La curva que marca el desarrollo de este orden de poder institucional puede dar cuenta de que en la medida en que éste fue incrementándose, fueron desarrollándose concomitantemente una serie de fenómenos importantes de lucha que han marcado la historia reciente occidental. Uno de estos fenómenos que conviene inventariar es la oposición férrea que ha realizado la institución partidista por imponer su propio orden. En este sentido, la modernidad política de Occidente ha sido la disputa entre ambas instituciones, dado que sus proyectos societales son esencial y simétricamente encontrados y, en efecto, una cosa es la institución militar, cuyas prácticas de poder constitutivas tienen que ver con la disciplina, la obediencia, el respeto a la jerarquía piramidal, las cuales integran toda la axiología castrense, y se expresan discursivamente como no deliberancia, no disensión, supresión de la razón por la disciplina, etc., mientras que otra cosa muy distinta -es la institución partidista, cuyas prácticas constitutivas de poder se definen como autonomía de elección, lo cual arrastra, como exigencias, la libre circulación de la información, autonomía de reunión, de pensamiento, de crítica y de expresión, las cuales evidencian toda la axiología liberal y se expresan discursivamente como la democracia: libertad de sufragio o sufragio universal y libertades garantizadas (reunión, pensamiento, crítica, expresión, etc.). De manera que ambas instituciones son simétricamente diferentes: frente a la no deliberancia postulada por una, la deliberancia es una forma constitutiva de la otra; frente a la disciplina como forma constitutiva de la militar, la democracia es la condición del Partido; frente a la organización jerárquica y piramidal, las unidades autónomas y semi autónomas horizontalmente integradas; en fin, una opera como la negación de la otra (Laski,1979: 210). Por ello es que en las sociedades modernas de Occidente siempre han existido dos códigos de justicia distintos: uno para juzgar a los civiles, cuyos elementos atenuantes son la obediencia y la disciplina (que son códigos de la ética militar) y otro cuyos elementos corresponden a la autonomía del individuo. Esta posición, entonces, ha caracterizado la historia de la modernidad política de Occidente. La revolución francesa de 1789 inauguró esta disputa moderna con la irrupción del proyecto societal de la institución partidista, de su particular orden de prácticas que en medio de las polvaredas de las barricadas, proclamó los llamados derechos universales del hombre: libertad, igualdad y fraternidad. La revolución napoleónica del 18 brumario, contrapuso en Europa el proyecto de la institución militar a la emergencia de la institución partidista durante la toma de La Bastilla el 14 de julio. El proyecto militar napoleónico reforzó el carácter disciplinario de las sociedades europeas. Una administración simple, sólida y fácil de gobernar se reafirmará frente al "caos" de la participación de los individuos. Y ésta es la forma de Estado que se reafirmó y subsistió luego de la derrota del régimen napoleónico (Foucault,1984: 173), lo cual hace afirmar a este autor que "no hay que olvidar que aquella forma de Estado y de administración ha sido preparada por juristas pero también por soldados, consejeros de Estado y oficiales, hombres de ley y hombres de campo" (ídem: 174). Otro acontecimiento histórico pertinente a este inventario lo constituye la primera Guerra Mundial. El desencadenamiento se desarrolló violentamente: Alemania, Japón y Turquía se alistan con el imperio austro-húngaro, mientras quede¡ otro lado se agrupan Inglaterra, Rusia, Francia y más tarde Italia y los Estados Unidos. Un denominador común caracterizaba a los partidarios de ambos bloques: Al lado del imperio austro-húngaro se alistaron los países de regímenes monárquicos, mientras que al lado de Inglaterra lo hicieron los países de régimen republicano, de gobiernos sólidos del sufragio (Jvostov y Zubok, 1958: 115). Todo lo cual pone en evidencia la disputa institucional: de un lado la disciplina, la jerarquía, etc., y del otro la disensión, la libertad de sufragio, etc. Autores como David Thomson han afirmado que de los factores relevantes que resolvió la primera Guerra Mundial, se hallan tres cuestiones: "La primera fue la victoria de la democracia: fueron las viejas dinastías las que cayeron derrotadas y desechadas, fueron los Estados democráticos occidentales los que quedaron en pie, victoriosos. Pero es más, salvo pocas excepciones, los nuevos Estados adoptaron Constituciones altamente democráticas, Alemania, inclusive. Realmente parecía que el mundo había asegurado la democracia" (Thomson, 1985: 103). Aunque también piensa Thomson que "hasta 1917 la manera en que se distribuyeron los dos lados beligerantes no permitía deducir ninguna consecuencia ideológica clara. Los Estados parlamentarios y democráticos, la Gran Bretaña, Francia y Bélgica, estaban aliados al más reaccionario de todos los imperios dinásticos, la Rusia zarista" (Thomson,1985: 73-74). Sin embargo, olvida este autor que ya para 1905 Rusia había sufrido la "revolución democráticoburguesa" (Lenin, 1974: 382). En cualquier caso, la confrontación entre la institución partidista y la institución militar se puso de manifiesto durante aquella conflagración, justo cuando "las potencias occidentales aseguraban que combatían el militarismo e imperialismo de los alemanes" (Thomson, 1985: 74). Desde esta perspectiva, entonces, la primera Guerra Mundial fue la irrupción armada de la disputa institucional que comenzó con la revolución francesa (o como dice Clausewitz: "La guerra fue la continuación de la política por otros medios"). Luego de este acontecimiento, la historia política moderna registra otro hecho relevante a incluir en este inventario. Derrotado el militarismo, la institución partidista buscó constituir un orden de poder internacional que le fuera favorable y que garantizara el ejercicio de sus propias prácticas, y le diera utilidad e imprescindibilidad social y política. Organismos como la OIT, la Corte Permanente de Justicia Internacional, la Unión Panamericana y otros fueron creados y reforzados para propulsar el fortalecimiento de la institución partidista. A este respecto se ha sostenido que para comienzos de los años 30 "un examen de la sociedad internacional mostraría que se compone, no sólo de las relaciones de cada Estado con cada uno de los demás Estados, sino de la colaboración de médicos, estadísticos, agremiados, obreros, hoteleros, boy scouts, cámaras de comercio, parlamentarios e innumerables especialistas provenientes de casi todos los países del mundo y formando una asociación, no como nacionales de sus países, sino como representantes de alguna ocupación especializada o de comunes intereses" (Thomson, 1985: 127). Orden éste que, como hemos afirmado, fue el intento de imposición de la racionalidad, el poder, las prácticas de la institución partidista: libertad, democracia, elección. La revolución rusa de 1917 aparece como el otro intento serio de la institución militar por imponerse como proyecto societal, cuando el Ejército Rojo se fusiona con el Partido Bolchevique y proscribe al resto de los Partidos, jerarquiza el orden de prácticas disciplinariomilitares al imponer su propio orden, borrando todo vestigio de práctica de la institución partidista, en la medida que el propio Partido Bolchevique, en manos del "centralismo democrático" leninista, se había desnaturalizado convirtiéndose en un orden de prácticas relativas a un proyecto histórico institucional con un proyecto social concebido por una psicología perversa. Este régimen, concreción del proyecto de la institución militar, es común a los regímenes que privilegian las prácticas de disciplina y obediencia, y comenzó a desarrollarse con Lenin, como sostiene Schapiro (1981: 142). Poco más tarde, a escasos 22 años de aquel triunfo de la institución militar en la Unión Soviética, estalla con el nazismo otro intento mundial de la institución militar por imponer su proyecto histórico. El nazismo alemán, el fascismo italiano (y el imperio japonés) imponen a una parte considerable de las sociedades del mundo, el proyecto de la jerarquía y la obediencia de la institución militar. Todo lo cual abre violentamente el escenario de la segunda Guerra Mundial. Al igual que en la primera Mundial, los países organizados bajo el orden de la institución militar (Italia, España, Japón) se unen a los alemanes. Mientras que agrupados en el bloque aliado se hallaron países democráticos, los que privilegiaban las prácticas partidistas como Inglaterra, Francia, Estados Unidos (y Rusia, que por torpeza alemana fue obligada a aliarse con regímenes de naturaleza distinta). En realidad, lo que se disputaba (como dice Thomson,1985: 186), era la ambición alemana de establecer un "nuevo orden". Aunque ajustados a la verdad, aquélla no era una "ambición alemana" sino más bien una exigencia natural de una institución como la militar, cuyo propio orden es negador del orden partidista. La afirmación que queremos demostrar se sostiene en la medida en que el sentido de la conflagración era la lucha por la democracia y la paz. Se trataba, para los aliados, de preservar el orden de las democracias parlamentarias y de abolir el militarismo. Derrotada la institución militar en este nuevo intento, los países aliados se apresuran a fortalecer el orden partidista, fortaleciendo un gobierno supranacional: las Naciones Unidas, la Organización para la Alimentación y la Agricultura, la Organización Mundial de la Salud, la UNRRA, el FMI, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y otros, los cuales están destinados a asfixiar los intentos de la institución militar o de cualquier otra diferente al orden de prácticas de la libertad de sufragio, de reunión, de pensamiento. En efecto, "también los Estados totalitarios y autoritarios son juzgados hoy a la luz de las declaraciones de las Naciones Unidas o de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa, y deben aceptar que existe una opinión pública internacional que se ha erigido en guardiana de las tradiciones humanistas y liberales" (Müller, 1991: 32). 3.3. Tecnologías Eleccionarias versus Tecnologías Disciplinarias El desmoronamiento de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría viene a ser, en la actualidad, una victoria de la institución partidista y la universalización del orden que lees propio, con lo cual se intensifican los efectos del liberalismo en el mundo: libertad de elección, de reunión, de información. Una nueva institución se ha impuesto y comienza a establecer su racionalidad, su discurso, su forma de poder y su noción de sujeto. Y, correlativamente, unas nuevas tecnologías organizativas, formas económicas y de otros tipos se originan y establecen para que dicha racionalidad alcance sus performances. ¿Qué caracteriza a esta nueva institución? La condición para que la institución partidista pueda existir en una sociedad, es: a) Debe haber más de un partido o, como dice Toffler, "El Partido para que sea tal requiere de los otros" (1990: 294); por eso su existencia se sostiene en oposición aborden disciplinario que pretende, en el mejor de los casos, implantar un partido único, lo que en el fondo es su abolición. b) Que exista una práctica libre de la elección, del sufragio, el cual permite la selección y decisión voluntaria, sobre la base de la libertad de reunión y crítica. c) Se requiere la libre circulación de la información, sin la que no es posible pensar en libertad de elección ni en democracia: "Un público bien informado es una condición sine qua non para la democracia" (Toffler, 1990: 323). d) Para que haya libre circulación de la información, es necesaria la libertad de pensamiento y de crítica, razón por la cual la institución partidista se opondrá al orden disciplinario porque "Un sistema político mono partido está destinado a controlarla comunicación. Puesto que no existe ningún otro Partido, restringe la diversidad de la información política, que fluye por la sociedad, bloquea la revisión de opiniones y de esta manera ciega a aquellos que ocupan el poder impidiéndoles ver toda la complejidad de sus problemas (Toffler, 1990: 477). e) La existencia de la institución partidista requiere que la sociedad sea un espacio no jerárquico, no cerrado y no excluyente, sino abierto o reticular, en forma de redes, cuyos puntos sean los diversos "grupos de partidarios" reunidos circunstancial o permanentemente en razón de sus intereses comunes y libremente asumidos. Tendríamos que afirmar que esto es lo que ciertamente se deberá entender como "Partidos", a diferencia de las organizaciones piramidales, centralizadas, jerárquicas y disciplinarias en que se transformaron los Partidos bajo la concepción de Lenin, y adoptados por Occidente luego de la revolución rusa y como efecto del poder hegemónico que impuso la institución militar. Porque, como dice Aníbal Romero: "la disciplina y la estructura de la organización militar fueron puntos de referencia decisivos de la teoría leninista del Partido revolucionario" (1986: 99). El nuevo orden de poder de la institución partidista, que desplaza al de la institución militar y que abre el espacio histórico de las sociedades postmodernas o postindustriales, es el de la heterogeneidad: "la diversidad es el nuevo ideal, como corresponde a la heterogeneidad del nuevo sistema de creación de riqueza" (Toffler, 1990: 294). Porque - como hemos afirmado- el partido para que sea tal requiere de la existencia de los otros, con lo cual esta institución transforma el poder político, imponiendo los regímenes democráticos que, al privilegiar la elección, asume a ésta como método de trabajo junto con la participación, dando origen a la metodología de los círculos de participación. Y al privilegiar la información y la libertad de crítica, produce unas nuevas tecnologías de trabajo, porque estos aspectos han penetrado el ámbito económico. Por eso Toffler sostiene al respecto que "por primera vez los cambios hacen de la libertad de expresión no sólo un bien político sino una necesidad económica" (1990: 447). Y por eso "los gobiernos que se tomen en serio el desarrollo económico también tendrán que reconocer el nuevo significado económico de la libre expresión" (Toffler, 1990: 472). Asimismo, estos cambios impuestos al ámbito económico por la institución partidista se constituyen en positividades para el libre mercado, en la medida en que éste no es otra cosa que el ejercicio libre de cada sujeto en la elección de aquella opción del producto que mejor le satisfaga, elección ésta que requiere de la mayor información sobre el producto y que hace que la calidad del producto venga determinada por la demanda, por el elector, y no por el productor y los 'costos de producción como ocurre en las economías disciplinarias, donde las economías de escala hacían imponer la oferta sobre la demanda. En este sentido, elección política y elección económica son dos factores de un mismo proceso: prácticas del orden de poder de la institución partidista. Así, entonces, lo económico se muestra como una función de la institución hegemónica y no de la tecnología, como suponen y proponen Carlota Pérez, Kenichi Ohmae y demás apologistas tecnológicos. También este nuevo orden de poder ha producido cambios en el ámbito organizativo, derrumbando las estructuras piramidales y jerárquicas e imponiendo formas organizativas reticulares. Por esta razón «el modelo alternativo, congruente con las formas de organización nacientes en el mundo empresarial y en las economías avanzadas, achata la jerarquía en vez de prolongarla hacia arriba... (y) grandes empresas se disocian en pequeños centros de beneficios, aplanan sus pirámides jerárquicas e instalan sistemas de información de libre flujo que dan al traste con los cubículos y canales burocráticos" (Toffler, 1990: 532 y 304). De modo que el orden de poder de la institución partidista es el de la heterogeneidad, la elección, la información, la crítica y el espacio reticular. Y es este nuevo orden institucional, y no las tecnologías, el que transforma el modelo civilizatorio en el ámbito político al imponer la democracia; transforma el ámbito económico al imponer el libre mercado y la demanda sobre la oferta; transforma el ámbito tecnológico al imponer la elección como método de trabajo y la información como recurso de mayor valor. Todo lo cual muestra, a diferencia de la tesis de los apologistas tecnológicos, que no son las tecnologías las que modelan lo económico y terminan ajustando el marco "socio institucional". Que son, por el contrario, las instituciones las que al imponerse hacen de la sociedad un cuerpo a su propia imagen, al imponer aquéllas a ésta sus propias formas de poder, su propio discurso, su propia racionalidad y hasta su propia idea de sujeto. Este nuevo sujeto, el de la institución partidista y la democracia se reconoce hoy, menos como factor "fuerza de trabajo" o como esencia de valor y más como portador de información y decisión: porque el conocimiento, la información, viene a ser el eje central del proceso civilizatorio originado por la institución partidista, y que hoy trata de-establecerse definitivamente. Por lo tanto, si ha cambiado hoy la racionalidad (o el sentido común), si ha cambiado la forma de poder, si ha cambiado la noción de sujeto, es porque ha cambiado la institución hegemónica, es porque ha comenzado a ser otra la institución determinante. Y si todo esto ha cambiado, como su correlato, también han cambiado las tecnologías, la economía y la política: se ha impuesto un nuevo orden civilizatorio, que es la imagen y la utopía de la institución partidista. IV. DISPUTA INSTITUCIONAL Y PROCESO TECNOLOGICO EN VENEZUELA 4.1. El antecedente lejano La tesis que venimos argumentando puede ser retomada a principios del siglo XIX, en la emergencia independentista, cuando la institución religiosa que fungía de enclave transplantada desde España, tuvo que enfrentarse al proyecto moderno en su carácter de lucha institucional militar-partidista implantado en Francia, Inglaterra y Estados Unidos. El eje del poder colonial se situaba en Venezuela en el Obispo y el Capitán General, quienes eran los delegados institucionales del Papa y el monarca. Y es contra este eje que ocurre la emergencia independentista, hecho que en esta provincia colonial no fue sino la extensión de la modernidad como movimiento cultural ilustrado y como lucha política entre las instituciones militar y partidista. El Golpe de Estado del 19 de abril de 1810 y los acontecimientos inmediatos posteriores, ocurren en un contexto de triple condición: a) la Colonia se subleva ante la metrópoli o "madre Patria"; b) hay una irrupción institucional de lo moderno contra lo, institucional religioso (aunque al comienzo el Golpe se justificó como promonárquico); y c) por ser de orientación moderna, lo que afloraba era la gesta "emancipadora", pero lo que subyacía era el proceso de oposición institución militar institución partidista, las dos dimensiones del proceso político moderno de Occidente. La "Sociedad Patriótica" era una agrupación ambigua, pues aparecía como la expresión del nuevo orden, pero la conformaban los señores (blanco criollos) cambiados a patriotas (primer embrión partidista), quienes con su discurso ilustrado (libertad, razón, progreso) y anticolonial, comenzaron a generar la nueva racionalidad en abierta confrontación con los factores del viejo orden (iglesia y blancos peninsulares), convergentes en la expresión partidista conservadora denominada realistas. Dicha confrontación política se dirime por las armas, y entra entonces en juego la preeminencia de la institución militar en dos sentidos: a) como modo disciplinario que impregna de autoritarismo e imprime carácter jerárquico a las primeras expresiones partidistas y al resto de los factores sociales; y b) la formación del nuevo ejército, el ejército libertador. El proyecto era la construcción de la Gran Patria, una Gran Colombia o América Hispana liberada de la "Madre Patria" y tan extensa que tuviera por límites los océanos. La ambigüedad impedía distinguir la institución militar de la institución partidista, pues el motor central de ambas (el motor genealógico) eran los amos, blancos, criollos o "grandes cacaos", quienes al gestar el proceso de liberación anticolonial: a) Fungen de agentes políticos para definirla nación y darle personalidad jurídica a ésta a través del discurso que concluye en la Constitución de 1811: delineamiento del Estado de la Primera República. b) Actúan como "Partido patriota" y gobierno, que conduce a las provincias unidas hacia la consolidación nacional. c) Forman la institución militar, constituida por la nobleza criolla (condes y marqueses) convertidos a la denominación castrense moderna (mariscales, generales, coroneles, capitanes, almirantes), cuya función sería asegurar el territorio de la nueva nación, liberándolo de la dominación extranjera. d) Adoptan e imponen las tecnologías indispensables para disciplinar al ejército, al gobierno y al cuerpo social emergente. Establecen por lo menos dos tipos de tecnologías: las logísticas (armas, transportes, uniformes) y las de mando (organización, administración y comunicación). En Venezuela, la emergencia del orden moderno, además de afrontarla dificultad de hacerse reconocer como orden nuevo frente al orden eclesiástico, enfrenta los obstáculos detener que irrumpir desde la condición de Colonia que debe al mismo tiempo delimitar y defender un territorio, justificar política y psicológicamente la acción emancipadora, fundamentar un discurso que establezca la nueva racionalidad, y por este medio crearse como (erigirse en) nuevo sujeto. En aquel lejano antecedente de la modernidad en Venezuela, costó mucho a los blancos criollos legitimarse como sujeto hegemónico, pues no bastaba auto proclamarse "patriotas", anticolonialistas y americanos para que los demás sectores admitieran como "natural" que aquellos que eran o habían sido sus amos, encomenderos y explotadores, fueran aceptados en la gesta anticolonial como los "libertadores", sus salvadores. Durante 300 años los indígenas fueron expropiados y destruidos; los negros fueron simples animales de fuerza de trabajo; y el producto social de la mezcla, o sea, el pardaje (mestizos, zambos y mulatos), constituían entonces la peonada semi-esclavizada, sectores que se hallaron en la peor forma social y psíquica para enrolarse en aquella "querella entre blancos". Más bien esos sectores, los pardos sobretodo, siguieron la causa realista, a los oficiales, jefes y sacerdotes delegados del Papa y el monarca. Sólo cuando la contienda había atravesado fuertes alternativas; cuando el discurso y las acciones patriotas habían mostrado fortaleza y convicciones equiparables a las del realismo; después que Boves, Monteverde, Morales y Suazola habían mostrado su impiedad al solazarse en el crimen masivo; a partir de la "guerra a muerte" que deslindó los campos de "españoles" y "americanos"; y especialmente cuando la institución militar se consolida en grandes jefes carismáticos y vencedores (Bolívar, Páez), que logra liquidar las disensiones y rivalidades (Piar, Mariño, Arismendi, Bermúdez), apenas fue entonces cuando todo el cuerpo social devino obediente, y el partidismo germinal fue postergado en aras del poder disciplinario y disciplinador de la institución militar, representado en el ejército. En este proceso, para crear una cultura que deslindara los campos y diera legitimidad a la expresión política patriota, fue recuperada y potenciada la vieja polémica Las Casas - Sepúlveda, en cuanto a dos lecturas o "leyendas": para los realistas, mantener sojuzgadas a estas Colonias, resultaba "civilizatorio"; era una obra de bien o "leyenda dorada" que los americanos más bien debían aceptar y agradecer; en cambio, para los insurgentes de la modernidad, España había traído !a destrucción de América, y su pasantía por estas tierras no podía entenderse sino como la negación de la razón, la libertad y el progreso, como la "leyenda negra". Aparte de la Constitución de 1811, las proclamas y los periódicos fundados para informar y crear consenso, el discurso de la Leyenda Negra es expresado en forma máxima por Bolívar en el Manifiesto de Cartagena, la Carta de Jamaica y el Discurso de Angostura. Esta prédica fundada rinde su eficacia hacia el interior nacional, logrando legitimidad, y hacia el exterior justificando la acción. emancipadora, principalmente en los países de la Ilustración. 4.2. La disputa institucional A pesar de lo dicho, hay opiniones según las cuales la institución militar en Venezuela (en el sentido moderno) comenzó a gestarse en 1815, con la llegada de Pablo Morillo y los soldados españoles con sus pertrechos y su organización disciplinaria (Avendaño,1982: 33). Según este autor, ésta es la fecha a partir de la cual en Venezuela puede hablarse con propiedad de ejército realista. Aunque la profesionalización del mismo se produjo con cierta lentitud hasta fines de la primera mitad del siglo XX, proceso que comienza con la fundación de la Academia Militar el 22/07/1899, la cual no pudo funcionar por mucho tiempo debido a los acontecimientos de la guerra Restauradora, y fue reabierta el 4 de julio de 1903. La reiniciación de la Academia fue acompañada del reglamento que institucionalizaba a la infantería, la caballería, la artillería, la ingeniería y al Estado Mayor, como ramas de estudio. Sin embargo, nuevamente la Academia no pudo funcionar, esta vez por los acontecimientos de la "revolución rehabilitadora", mediante la que Juan Vicente Gómez termina alzándose con el poder. Fue en este mandato, el 5 de julio de 1910, cuando la institución encargada de formar el "cuerpo profesional" del ejército da inicio a sus actividades. La Escuela Náutica comenzó sus funciones en octubre de 1910. Pero no es sino durante el período 1915-1922 (según Avendaño) cuando las Fuerzas Armadas se van configurando como cuerpo profesional moderno. El ejército adquiere matices de unidad orgánica con la dotación infraestructural que le es impuesta: la Naval recibe el buque insignia "Mariscal Sucre", como medio de impulsar los estudios; en 1920, con la llegada a Venezuela de los primeros aviones militares, se funda la Escuela de Aviación Militar con sede en Maracay, aunque la aviación no se considera aún una rama sino un servicio, apéndice de las otras Fuerzas. Y el tercer cuerpo de la actual estructura de las Fuerzas Armadas de Venezuela, es creado en el Gobierno de Eleazar López Contreras en el año 1937: la Guardia Nacional. Sin embargo, la profesionalización de la institución militar ocasionó una pugna interna en la medida en que al lado de los militares de carrera, los aliados de Gómez que eran militares de tradición o de campo, ostentaban los altos cargos y obstaculizaban el desarrollo de la institución. Esta pugnacidad emergió el 16/01/1919, cuando los jóvenes oficiales de las primeras promociones organizan un movimiento cívico-militar que fue debelado y frustrado" (Pimentel, 1970: 70). Esta misma pugnacidad llevará a ese grupo de oficiales de academia, a alejarse cada vez más del régimen (Rangel, 1975: 205), y a buscar una alianza circunstancial con los representantes de la institución partidista, y protagonizan el Golpe de 1945. Este proceso pugnaz, en el que la institución militar se fue constituyendo, es el mismo en el que la institución partidista se va constituyendo y termina momentáneamente tomando el poder en 1945. Es un proceso de tensión en el que el debilitamiento de una institución es el fortalecimiento de la otra. El fenómeno lo describe Manuel Caballero del siguiente modo: "la institución armada, en el momento en que llega a su cumbre, esto es, en el momento en que se asoma la posibilidad de dominar como tal al Estado, se divide y propicia el crecimiento de otra institución que en adelante le hará contrapeso: el partido político" (Caballero, 1992: 111). De este modo, tanto una como la otra institución, son las dos caras de un mismo y único proceso. Por esta razón, para muchos autores, la formación de los partidos políticos modernos se remonta a 1928, cuando el fenómeno de la disputa produce las primeras manifestaciones por las reivindicaciones de la institución partidista: el sufragio universal, la libertad de crítica, de pensamiento y de reunión. Pero también es ésta la razón por la cual son estos mismos protagonistas del '28, quienes "serán más tarde, al madurar, los que organicen y encabecen los partidos políticos actuales" (Fuenmayor, 1968: 22 y 23). Llegado a este punto, convendrá decir que estos partidos políticos actuales a los que hace referencia Fuenmayor, no son otros que los llamados "partidos leninistas", como los llama Manuel Caballero (1992: III): "homogéneos doctrinariamente, centralizados en lo organizativo, implantados en todo el territorio del país; maquinarias militarizadas, obedientes, de cuadros profesionales y controlados por una unidad de mando". Son partidos distintos a los que existieron antes de la experiencia de la revolución de octubre, como las Ligas Pitagóricas, los Jacobinos, los Girondinos y otros, cuyas características eran de corte más democrático: eran grupos de partidarios unidos libremente en torno a intereses e ideas comunes, con capacidad de disensión y de consenso, los cuales fueron desnaturalizados por la idea militar de la organización que Lenin extrajo de las lecciones de Clausewitz en el momento en que, tomando el aforismo de éste ("La guerra es la continuación de la política por otros medios") entendió, a su vez, a la política "como una forma de la guerra" (Romero, 1986: 97). A partir de entonces, el criterio de organización de la institución militar será impuesto a la institución partidista, en un proceso en el cual la desnaturalización progresiva de la institución partidista fue, simultáneamente, el fortalecimiento de la institución militar, proceso éste que tiene su punto de inflexión en los regímenes socialistas, donde el Partido termina siendo una estructura militar que, al abolir al resto de los Partidos, al organizarse en Partido único, termina desapareciendo porque, como dice Toffler (1991): " Un Partido supone al otro; supone lo diverso". De modo que a partir de entonces, Occidente no reconocerá como Partido más que a una forma militar de organización, signo bajo el que se funda el PCV en 1931 y más tarde ARDI, identificado con las ideas apristas del peruano Víctor Haya de La Torre; y a la muerte de Gómez surgen la Organización Venezolana (ORVE), el Partido Republicano Progresista (PRP), la Federación de Estudiantes de Venezuela, (FEV), la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y el Bloque Nacional Democrático (BND). Y así, ya para finales de los treinta y comienzo de los cuarenta, en Venezuela el tejido social se va impregnando de ciertas prácticas sin las cuales estas instituciones partidistas que surgen no habrían podido hallar ningún tipo de sustentación social ni política. Nos referimos específicamente al sufragio, a la libertad de reunión, de crítica, de pensamiento, sin las cuales la institución partidista no tendría inserción en el tejido social; sin las cuales estas formas institucionales sólo serían cuerpos extraños en la textura del tejido social que los rechaza: especie de organismos infecciosos. Por esta razón, estas prácticas expresadas políticamente como el discurso democrático, se constituyeron en las reivindicaciones medulares alrededor de las que se organiza todo el período que va desde aquel tiempo a la actualidad. No es un problema de clases, como se ha estado repitiendo incesantemente, o de "programa versus poder"(Hermoso,1991). Es una disputa deformas de poder, el poder disciplinario contra el poder eleccionario, los cuales no son otra cosa que las proyecciones de la institución militar contra la institución partidista. En este sentido, a medida que el tejido social se va constituyendo por prácticas distintas a las de obediencia, jerarquía y orden, la institución militar que descansa en ellas comienza su proceso de debilitamiento, que es al mismo tiempo el proceso de fortalecimiento de la institución partidista. Este proceso conducirá a los acontecimientos del 18 de octubre de 1945, en los que la institución partidista se sobrepone a la militar e inicia un acelerado fortalecimiento de las prácticas eleccionarias a través de la inhabilitación de las prácticas disciplinarias y de las instancias administrativas que las validaban. Asimismo, en este mismo proceso, legitimará y validará las prácticas eleccionarias y las instancias administrativas que las encarnan y privilegian (parlamento, órganos electorales, propaganda). A esta primera gran confrontación institucional en Venezuela se llega por los cambios internos de la institución militar, que estaba conformándose como institución profesional, desarrollo en el que, como hemos dicho, se hallaba obstaculizada por los "hombres de campo", los no académicos y básicamente por la reconstitución del tejido social, por la proliferación de las prácticas eleccionarias. Isaías Medina Angarita, siendo sujeto de la institución militar, en lugar de fortalecer las prácticas disciplinarias como lo había hecho Gómez, no tuvo otra alternativa (por la pugnacidad interna entre académicos y tradicionales y hacia el exterior con la institución partidista) que fortalecer las prácticas eleccionarias, inversas al orden que lo sostenía, llegando al extremo de fundar una organización partidista: "el Presidente Medina descuidó el aparato militar' (Cordero Velásquez, 1978: 45). O como ha dicho Schoposnik: "Medina había abandonado sus funciones militares para participar activamente en las ideas políticas, intentando crear sus propias bases de sustentación popular. Se dedicó a estructurar su partido, el Partido Democrático Venezolano" (1985: 31). Mientras tanto la institución partidista, liderizada por Acción Democrática, esgrimía como principal reivindicación el sufragio universal, a lo que Medina Angarita nunca pudo acceder. Derrotado éste y establecida la institución partidista en el gobierno con AD, se comenzaron a producir los cambios propios de la nueva racionalidad del nuevo orden partidista: "entre las primeras medidas de aquella Junta de Gobierno de 1945, destaca el nombramiento de una Comisión redactora del Estatuto Electoral" (Avendaño,1982: 132). Y asimismo se apresura a establecer modificaciones en la institución militar, con el objeto de disminuir el poder que hasta entonces ésta había tenido. "El 22 de julio de 1946, mediante el Decreto 348, se crea el Ministerio de la Defensa" (Avendaño, 1982: 139), con lo cual se abolía la vieja idea de "ministerio de guerra" y, además, se le atribuía taxativamente la condición de subordinarse a la institución partidista en el poder. En este sentido, "el Decreto 349 de fecha 22/07/1949, publicado en la Gaceta Oficial 22041, en su Artículo 1 ° fija la misión y función de las Fuerzas Armadas: garantizar la defensa nacional, mantener la estabilidad interna y asegurar el cumplimiento de la Constitución y las Leyes" (Avendaño, 1982: 140). La llegada de la institución partidista al poder profundiza la formación de un tejido de prácticas eleccionarias que favorecen la aparición del resto de los partidos modernos. Profundiza también, y esto es muy importante, el orden de prácticas no obediente, no jerárquicas ni disciplinadas, lo que para la institución militar parecerá un desorden que urgía frenar. Y por eso ¡aposición de los militares "fue más de oposición que de gobierno... los oficiales que no conspiran muestran su descontento. En el fondo, los militares no desean al civil en el poder: piden la destitución del Ministro de Relaciones Interiores Valmore Rodríguez, porque es hombre del Partido. Acusaban al líder de defender exclusivamente los informes de AD. En su lugar proponen al Mayor Mario R. Vargas" (Avendaño, 1982: 141). Ante esta pugnacidad, la institución partidista intenta frenar la intromisión de la institución militar, para lo que la dirección de AD trazó la línea según la cual la intromisión de los militares en los asuntos civiles era "inmiscuirse en los asuntos políticos", lo cual debía rechazarse. Por su parte, los militares dirán que los políticos debían abstenerse de intervenir en los asuntos militares. Pero también acusaron los militares que los políticos no saben mandar. Esta pugnacidad, que dominó el escenario político del período 1945-1948, expresada a través de la irritabilidad de los militares contra los Partidos y de éstos contra los primeros, se fue agudizando hasta provocar los acontecimientos de 1948. Los militares, cuya idea de orden tiene que ver con la obediencia, la no disensión, la no deliberancia, observaron al nuevo orden derivado de la institución partidista como un gran desorden, en la medida en que la sociedad se debatía en un agudo proceso de beligerancia que enfrentaba a AD con COPEI, URD. Y esto, que para la institución militar era "lo anormal", ha debido ser para los partidos lo normal, pero el carácter militarizado (leninista) de AD y las otras agrupaciones, los condujo no a profundizar las prácticas partidistas sino a fortalecer las prácticas militares: AD pretende erigirse en partido único, pretende centralizar todas las Policías en un cuerpo nacional controlado por ellos, crean grupos armados al servicio del partido militarizado en el poder (Schaposnik, 1985: 89). Esta situación favoreció las prácticas de la institución militar y debilitó a la institución partidista. Ello conformó un tejido de prácticas sociales favorables a la institución militar que desembocó, casi por inercia, en el Golpe militar del 24 de noviembre de 1948, sin ningún tipo de resistencia. Avendaño dice al respecto: El problema de la presencia de militares en el rol de directivos políticos, adquiere singular importancia en 1948, por la crisis hegemónica que vive la sociedad venezolana y por la respuesta que origina su participación directa. De ahí que el Golpe del 24 de noviembre de 1948 sea el arribo al poder de un factor que se consideraba completamente maduro para ejercer el mando, desarrollar planes y convivir con los otros elementos y factores que presionaron para la expulsión de los adecos del poder (1982: 156). Por su parte, Canache Mata ha afirmado que lo que ocurrió exactamente el 24de noviembre de 1948, fue una insurgencia en bloque global, unánime, del ejército, a través del funcionamiento de la disciplina vertical que existe en el seno de las FAN en aquel momento" (1981: 46). De modo que no hay dudas al respecto, la institución militar logra entonces arrebatarle el poder a la institución partidista. La declaración hecha por el depuesto presidente Rómulo Gallegos a la prensa cubana, el 23/12/48, da cuenta de la disputa institucional y confirma las intenciones de la institución militar: "La usurpación del poder llevada a cabo por las Fuerzas Armadas, va encaminada forzosamente a la supresión de la actividad de los partidos políticos, siendo necesario reconocer que el proceso que acaba de culminar comenzó desde la misma noche del 19 de octubre de 1945" (Schaposnik, 1985: 133). Y efectivamente, de lo que se trataba era de cambiar un orden de poder donde la institución partidista capitalizaba el mayor poder, con sus prácticas de sustentación (sufragio, deliberación, libertad de reunión), por otro orden de poder diametralmente opuesto, aquél donde la institución militar capitalizara el poder, privilegiara las prácticas que la sustentan (disciplina, jerarquía, control) y se reorganizara el tejido social a su imagen y semejanza. Un balance hecho por el General Marcos Pérez Jiménez, tres años más tarde, confirma lo dicho en el párrafo anterior: "Hemos luchado contra el desenfreno y las pasiones, en un intento por crear la disciplina y el sentido de la jerarquía que es imprescindible a todo pueblo que aspira a cumplir un elevado destino histórico" (Schaposnik,1985: 145). Pero si bien la institución militar había tenido éxito y desplazado, en la pugnacidad, a la institución partidista, no pudo desde el comienzo proscribir a todos los partidos como lo hizo con AD, dado que aún persistían en el tejido social, prácticas y órganos de control social correspondientes a la institución partidista. Para ganar una tregua, la institución militar convino con U RD y COPE¡ la realización de elecciones con el fin de erigir una Asamblea Nacional Constituyente, las cuales se realizaron en 1952, luego que una comisión que tuvo entre sus miembros a Rafael Caldera y a Jóvito Villalba, redactara el Estatuto Electoral. El carácter no deliberante de la institución militar obstaculiza su participación en la contienda electoral, lo que lleva a Pérez Jiménez y a Vallenilla Lanz a crear el Frente Electoral Independiente (FE¡), compuesto por miembros de la administración pública, Frente que pierde las elecciones en proporción de 95 a 9. Los militares desconocen dicho proceso, otorgándose "la victoria"; detienen a los dirigentes de URD e ¡legalizan esta agrupación, y concentran definitivamente todo el poder. A partir de ese momento "la dicotomía ejércitopartido se plantea en dimensión total" (Schaposnik, 1985: 152). Se establece una cerrada hegemonía de la institución militar, que se prolongará hasta enero de 1958; un proceso que dará cuenta de las modificaciones que esta institución produce con el fin de adaptar el tejido social, político y económico, a su imagen y semejanza. El Estado termina centralizándose y controlando los procesos económicos, mediante una forma de capitalismo de Estado y asimismo exacerbó un nacionalismo patriótico que condujo a un resguardo exagerado de la patria, cuyo proteccionismo propiciará un desarrollismo económico que hará entender nuestro crecimiento como un desarrollo hacia adentro. Medidas políticas como fue dejar sin efecto al Consejo Supremo Electoral, permitió constituir un tejido social disciplinario, jerárquico y obediente: la institución militar. La centralización del poder transforma al tejido social en autoritario. La idea de democracia que prescribe la doctrina del "Nuevo Ideal Nacional" de Venezuela es un concepto extraño: "los dirigentes capaces y honestos conducen a los dirigidos" (Schaposnik, ídem: 249). Es decir, un concepto de democracia que hace residir el poder en la cúspide de la pirámide, en la jerarquía, propias de la estructura militar; o como ha dicho Sosa Ríos: "la jerarquía es la razón de ser de las Fuerzas Armadas; sin un escalón jerárquico se puede mandar, pero no se puede ejercer la autoridad" (ídem: 207). Esta concepción llevada al paroxismo por Pérez Jiménez, condujo al régimen a una dictadura personalizada, razón por la que se disolvió al Gran Consejo Castrense e impuso que todas las informaciones y problemas llegaran primero a él y si lo consideraba necesario, las hacía canalizar hacia la base. Este proceso de concentración de poder es al mismo tiempo el control de los órganos militares y civiles. Crea su propio cuerpo legislativo, hace su Constitución, funda su Contraloría, su Fiscalía General de la República; en fin, ejerce un control absoluto sobre el cuerpo social. Pero llegado a ese extremo, Pérez Jiménez se va alejando progresivamente de las Fuerzas Armadas y replegándose en la Seguridad Nacional, en Vallenilla Lanz y Pedro Estrada. Los militares y sus familiares se sienten cada vez más vigilados y aterrados, lo cual genera un malestar irreconciliable. Por otra parte, los partidos habían logrado actuar, soterradamente, como institución con intereses comunes. La Junta Patriótica, siguiendo los lineamientos del acuerdo suscrito en Nueva York por Betancourt, Caldera y Villalba, acuerda una estrategia que puso fin a la lucha interpartidista. El régimen comenzó a perder fuerza, y con más celeridad a medida que se acercaban las elecciones de 1957, porque ello hacía proliferar las prácticas propias del poder eleccionario: la disensión, los reclamos de libertad, el derecho a opinar. En medio del acoso, la doctrina perezjimenista no pierde oportunidad para atacar: "los partidos no significan nada", declaraba insistentemente el General (Avendaño, 1982: 216). Argumentos que se mostraban cada vez más débiles a medida que los partidos, ya unificados en 1957, reclamaban elecciones libres, libertad de postular candidatos, etc. Pérez Jiménez, ante el temor de tener que abrirse a un proceso de elecciones libres, las cambia por un plebiscito a realizarse el 15 de diciembre de ese año. El régimen organiza su propio partido, pero "al convertirse las Fuerzas Armadas en el poder en un partido político, ha adoptado formas de organización colectiva en sustitución del caudillo único" (Schaposnik,1985: 177). Y al adoptar tales prácticas se aleja de la institución militar, dado que flexibiliza el orden de la disciplina, el respeto, la jerarquía, haciendo prosperar lo que para los militares es agitación: la deliberancia, la crítica, la igualdad entre dirigentes y dirigidos. Todo lo cual vulnera al régimen dictatorial-policial. En un clima de agitación proliferan las prácticas del orden partidista que se expresaron en manifestaciones públicas. Parte de la Marina y la Naval acuerdan con los partidos deshacerse de la dictadura, y todo conduce a los acontecimientos. del 23 de enero de 1958. La institución partidista y la militar pactaron una alianza que expulsó a Pérez Jiménez del poder y conformó un gobierno de tregua, teniendo por base la hegemonía de la institución partidista. Ello explica que, aunque la Junta de Gobierno que relevó al dictador estaba presidida por un militar, el Contralmirante W. Larrazábal, las primeras medidas fueran elecciones libres, directas y secretas, abriéndose la transición hacia la democracia representativa. 4.3. Forma de poder eleccionario y génesis de un nuevo sujeto político Con los sucesos del 23 de enero de 1958, la institución partidista llega al poder. Esta posición de poder había logrado una vez que, mediante el acuerdo de Nueva York, los distintos líderes civiles pudieron al fin reconocerse como sujetos de una misma institución: partidarios de un mismo discurso, el del sufragio universal, la libertad de reunión, de expresión y crítica; partidarios de la misma racionalidad, la de la deliberancia y la disensión, y asimismo de una forma de poder que les es común (que no será totalmente antidisciplinario por el carácter leninista de la estructura de las organizaciones partidistas en las que ellos se reconocían a sí mismos como líderes); de una misma noción de sujeto: los demócratas. Y es esta convergencia de nociones la que hará suspender, al menos durante 30 años, las luchas interpartidistas y hará emerger a la superficie del escenario sociopolítico, a la institución partidista como una unidad orgánica. Los sucesos del 23 de enero fueron la convergencia de dos procesos paralelos e indivisibles: de una parte la emergencia de la institución partidista a la superficie social como unidad orgánica, cuya existencia requería de un tejido de prácticas sociales eleccionarias, y por otra parte, la reagrupación de la institución militar y su enfrentamiento con Pérez Jiménez, quien se había distanciado de su institución y replegado en la Policía Seguridad Nacional. De manera que el escenario político que permite el acuerdo cívico-militar fue posible por la convergencia de intereses de las dos instituciones: el diagrama de fuerzas que se constituyó durante el lapso 19521958 afectó por igual a la institución militar y a la institución partidista. Alcanzado el poder por la institución partidista, la disputa institucional continuará con nuevos bríos. El orden partidista se convulsionará al ritmo de sucesivos levantamientos militares: los intentos de Golpes del 22/07/58, 07/09/58, del 11/01/60, del 20/04/60, y los cuatro de 1962, confirman la reactivación de la disputa institucional; continuará viva y latente hasta el (para algunos) sorpresivo intento del Movimiento Militar Bolivariano 2000 (MMB-2000) del 04/02/92. Mientras tanto, la institución partidista, reconociéndose a sí misma como una unidad orgánica, propicia un conjunto de mecanismos sociales y políticos mediante los cuales se establece un orden de poder, en cuyo interior ella se sostiene como unidad privilegiada que privilegia a los sujetos que la encarnan: los demócratas. Entre esos mecanismos se pueden señalar, a grosso modo, el acuerdo logrado entre los diversos partidos con relación al sistema electoral por colores y por planchas cerradas, con el cual se le confiscó al pueblo el poder de decidir sobre sus gobernantes, en la medida en que quien ha elegido ha sido el partido, mientras que al soberano, en una débil actitud, sólo le quedó la función de confirmar la decisión ya tomada. Asimismo, otro de los mecanismos puestos en práctica ha sido el célebre Pacto de Punto Fijo, cuyo texto plantea la necesidad de "canalizar las energías partidistas y evitar una oposición sistemática que debilite al movimiento democrático" (Maya y otros, 1989: 111-112); como sugiere el mismo texto: "Imponer el poder eleccionario como forma de legitimar al gobierno". Otros mecanismos han sido el Programa mínimo de Gobierno, el convenio entre Venezuela y la Santa Sede, en el que la Iglesia se comprometió a "mantenerse fuera de todo partido político" (ídem: 119); el Pacto Institucional que permite distribuirse entre los partidos las Direcciones del Congreso, los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia, al Contralor de la República, al Fiscal General de la República y al Consejo Supremo Electoral; el pacto obrero-patronal, en el cual el sindicalismo controlado ya por los partidos, se compromete a mantener la paz social a fin de consolidar el orden institucional, es decir, el de la institución partidista. Otros acuerdos fueron el Gobierno de Ancha Base, la Comisión Tripartita, el Pacto Social, la Concertación, etc.; todos, medios eficaces por los que la institución partidista ha logrado establecer un orden que la ha privilegiado y que ha privilegiado a los sujetos que la encarnan: los demócratas. Con este conjunto disímil de mecanismos políticos, la institución partidista acumula todas sus fuerzas para organizar a todos al cuerpo social venezolano a su propia imagen y semejanza. Sólo que su imagen había nacido distorsionada por la institución militar, en la medida en que la institución partidista había copiado su forma orgánica de la forma piramidal, centralizada, jerárquica, disciplinada, de la institución militar. Por eso, en la medida en que el poder de la institución partidista se fue incrementando, en esa misma medida el cuerpo social se fue pareciendo más a la institución militar y menos a la partidista: piramidal, centralizada por cogollos y caudillos, obediente a la línea inviolable del partido, es decir, autoritaria. Es lo que hemos conocido como "democracia militarizada", a cuyo interior ha prosperado una ética militar que pone la disciplina sobre cualquier valor, que convirtió a los ciudadanos no en miembros de una sociedad civil, sino en "soldados de la causa democrática": disciplinada, obedientes al partido, vale decir, sujetos no democráticos. Pero este proceso no sólo se da con estos mecanismos exteriores a la institución partidista. También se fueron desarrollando simultáneamente al interior de la institución partidista, mecanismos internos de vigilancia y control, con los cuales confiscará el poder de la sociedad civil. Este otro mecanismo consistió en reproducir en su propio interior, las instancias orgánicas de la sociedad civil, y convertirlas en los lugares reales del poder; por ejemplo, las Secretarías de Educación y de Asuntos Municipales, con las que se confiscaron las funciones, la utilidad, el valor y el poder a los órganos educativos civiles y a los Concejos Municipales, respectivamente. Haciendo que las verdaderas decisiones fueran tomadas en el partido, concentrando así todo el poder de la sociedad civil, aboliendo el Estado y con ello el estado de derecho, y haciendo de la democracia un funcionamiento caprichoso de la voluntad de los cogollos o de los caudillos. Este proceso condujo a la institución partidista a un control absoluto de todos los órganos de la vida social, a mantener por debajo del escenario político a la sociedad civil, pero también la llevará a un punto en el cual la sociedad toda, asfixiada por los cogollos partidistas y ordenada a través de un tejido social de prácticas disciplinarias, se deslizará sin resistencia a un gobierno militar. De modo que este proceso que ha seguido la sociedad venezolana luego del 23 de enero de 1958, ha descrito una línea ascendente de centralización y concentración del poder por la institución partidista, de confiscación de las funciones de la sociedad civil y de la pérdida del estado de derecho. Proceso que tuvo su punto de inflexión durante el periodo 1983-1988, durante el gobierno del presidente Lusinchi, cuando sincerando la situación, las estructuras del Partido pasaron a ser los gobernadores de Estado; cuando los secretarios seccionales pasaron a ser los gobernadores de Estado y los militantes pasaron a ser los funcionarios públicos. Y es, justo en el ocaso de este período, cuando la sociedad advierte con mayor claridad el colapso de este modelo de organización sociopolítica: emerge con claridad que existía una economía artificial sostenida para la conveniencia del orden sociopolítico, se evidencia la descomposición ética sobre la que se sostenía el modelo, se evidencia una fractura de la ética disciplinaria, y el ciudadano, liberado ya de controles, se reconstituye en sociedad civil y emerge como el nuevo sujeto político protagónico de las luchas sociales; en fin, entra en un reordenamiento del orden, el cual será entonces más sensible al discurso del cambio. En resumen, el proceso que siguió después de 1958 estuvo caracterizado por la pugnacidad institucional. La institución partidista, distorsionada por la institución militar, se impuso e impuso su propia morfología a la sociedad venezolana. Esta forma privilegió un tejido de prácticas eleccionarias, aunque fuertemente mediatizadas por el poder disciplinario. Y hoy estamos en presencia del colapso del modelo político: la quiebra de éste ha ido liberando progresivamente al ciudadano de los controles disciplinarios, con lo cual ha ido emergiendo un nuevo sujeto político, la sociedad civil. Este sujeto político ha sido constituido por las tecnologías eleccionarias del poder, las que además han liberado un discurso político del cambio: el neoliberalismo. Y, finalmente, este neoliberalismo ha sido la racionalidad mediante la cual se ha constituido un nuevo discurso del desarrollo, con el que convendrá analizar los megaproyectos económicos. 4.4. Nuevo Orden Institucional y racionalidad del desarrollo económico Atrapados ahora en esta nueva racionalidad institucional, los teóricos venezolanos comienzan a desplegar un nuevo discurso del desarrollo. Es en este nuevo discurso liberal, en esta nueva racionalidad deliberante, en este nuevo poder eleccionario y en esta nueva noción de sujeto, el marco en cuyo interior una nueva idea de desarrollo cobrará ahora sentido. Es en este contexto de un nuevo orden de poder institucional (el de la institución partidista) donde la nueva racionalidad no disciplinaria va a privilegiar ciertos discursos económicos. En este sentido, aquellos discursos que traslucían la racionalidad militar y en los que se privilegiaba la organización estatal jerárquica, piramidal y centralizada, tales como el marxismo, el keynesianismo, el neomarxismo y el postkeynesianismo, perdían su fuerza exegética; mientras que otros discursos cuya racionalidad privilegia la función del mercado, tales como el liberalismo clásico, el neoliberalismo y el fundamentalismo (Cfr. Del Búfalo, 1989: 5), adquieren hoy toda la capacidad exegética y la fuerza que otrora habían tenido los discursos apologistas de la función pública en lo económico. Y así como en el orden institucional la pugnacidad ha contrapuesto a dos instituciones (partidomilitar) con sus racíonalidades, sus discursos, sus modalidades de poder y con sus nociones desujeto, así en el campo de las teorías económicas, más que un espacio de reflexión ascética, lo que presenciamos es un campo más de la disputa institucional. Unos, atrapados en la racionalidad militar, se convierten en defensores de un discurso económico que privilegia al Estado (marxistas, neomarxistas, keynesianos, neokeynesianos), mientras que los otros, atrapados en la racionalidad partidista, pasan ser defensores de un discurso económico que valorará al individuo y a su necesidad eleccionaria (al sujeto demandante) y a esta necesidad eleccionaria como la función reguladora (liberalistas, monetaristas y fundamentalistas). De este modo, las medidas económicas serán derivadas de los discursos contrapuestos. Para los militaristas, lo racional será la preservación de la función del Estado, el control de la función del mercado, la oferta como instrumento de desarrollo, la calidad como una función del mercado, la calidad como una función de los costos de producción, etc., mientras que los partidistas defenderán las medidas contrarias, tales como la reducción de la intervención del Estado, revalorización de la función reguladora del mercado, la valoración de la demanda como instrumento de desarrollo, la calidad como una función de las necesidades de los sujetos que eligen bienes y servicios, etc. Por lo tanto, desde este punto de vista, el espacio económico se revela como otro de los escenarios de la pugnacidad institucional, haciendo que las teorías dominantes en lo económico tengan su sustentación en la institución dominante. Y de este modo, las instituciones sirven de positividades de los discursos económicos. La discusión, entonces, con relación al nuevo modelo de desarrollo, consiste en la misma pugnacidad institucional llevada al terreno de las teorías y de las medidas económicas. De modo que, sobrepuesta la institución partidista y liberada de los condicionamientos que le había impuesto la institución militar, sobre todo en cuanto a su organización militarizada, el discurso liberal emerge a la superficie política con renovados bríos e impone la nueva racionalidad del desarrollo, la cual registrará en su agenda: privilegio del mercado, economía abierta, competitividad total. Es en el marco hegemónico de esta racionalidad donde comienzan a aparecer las medidas del equipo de Carlos Andrés Pérez: la descentralización, la privatización, y la regionalización, las cuales apuntan hacia la reducción de la función estatal y hacia la revalorización de la función reguladora del mercado. Igualmente, la reconversión industrial, entendida como la readaptación de los procesos productivos, será un imperativo de la competitividad, es decir, de la función reguladora de las prácticas de los sujetos eleccionarios que se mueven en el espacio social donde se opta con libertad entre un bien y otro. No obstante, habrá que decir que la reconversión industrial, cuyo objeto es hacer productivas unidades económicas a fin de hacerlas competitivas, deja de lado el hecho de que una unidad económica productiva no garantiza su competitividad en los mercados abiertos, dado que los ahorros logrados se convierten en gastos cuando el conjunto global de los servicios que permiten su relación con el resto de las unidades económicas, no funcionan eficientemente. Por eso, la competitividad no es una función de la reconversión industrial, sino de un óptimo funcionamiento del marco social global: es lo que algunos analistas han denominado la "reconversión integral", que supone una fluidificación de los procesos que constituyen el tejido social. En este sentido, si el discurso político del nuevo sujeto protagónico de los procesos sociales (la sociedad civil), es un discurso positivo, de mejoramiento de la calidad de vida, entonces es pensable que se comience a abrir para Venezuela, una posibilidad de desarrollo. Pero éste ya no estaría ligado estructuralmente (o solamente) a medidas económicas, sino a medidas sociopolíticas. En este orden de ideas, los megaproyectos sociales cobran pertinencia para el desarrollo y, asimismo, las inversiones destinadas a fortalecer a la sociedad civil, constituyen una inversión prioritaria. Sólo un fortalecimiento del nuevo orden de poder partidista, es la garantía de desarrollo. Se ha dicho reiteradamente que la precondición para el aprovechamiento de las nuevas tecnologías, es la organización. Nosotros diremos que una nueva organización eleccionaria será la apropiada para potenciar el uso de las nuevas tecnologías eleccionarias e informadas. Allí comienzan las posibilidades y los retos. DOCUMENTACION AVENDAÑO LUGO, R. (1982): El militarismo en Venezuela. La dictadura de Pérez Jiménez, Ediciones Centauro, Caracas. BACHELARD, Gaston. (1990): La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo. tr. J. Babini, Siglo XXI Editores, Buenos Aires. Original en francés, 1938. BERNAL, John. (1959): La ciencia en la historia. trd. El¡ de Gortari, UNAM (PCF,17), México. Original en inglés, 1954. CABALLERO, Manuel. (1992): "Ejército y Sociedad: La experiencia venezolana", en El Ojo del Huracán. N° 9-10, pp. II-IV, Caracas. CANACHE MATA, C. 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