51. Lc 22, 39

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Universidad P. Comillas
51 Lectura orante de la Biblia
LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO DE LUCAS
Lc 22,39-46
39 Y saliendo, se encaminó, como de costumbre, hacia el monte de los Olivos; y los
discípulos también le siguieron.
40 Cuando llegó al lugar, les dijo: Orad para que no entréis en tentación.
41 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y poniéndose de rodillas, oraba,
42 diciendo: Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad,
sino la tuya.
43 Entonces se le apareció un ángel del cielo, fortaleciéndole.
44 Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y su sudor se volvió como gruesas gotas
de sangre, que caían sobre la tierra.
45 Cuando se levantó de orar, fue a los discípulos y los halló dormidos a causa de la
tristeza,
46 y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos y orad para que no entréis en tentación.
(Los verbos de movimiento aparecen subrayados y los imperativos en negrita)
Cuando leas
Observa los movimientos de Jesús: “salió” “se encaminó” “se apartó”,“se puso de rodillas...”,
“se levantó”, “fue...”
Los movimientos de la escena revelan algo de lo que en ella va a
acontecer: asistimos a un Pascua, a un éxodo, a un tránsito de Jesús que va a pasar de su
propia voluntad a la del Padre.
Escucha sus palabras: a sus discípulo les recomienda Orad y más tarde, de nuevo, Levantaos
y orad. Se dirige a Dios con un vocativo: “Padre”. No se trata de una meditación ni de una
entrada en recogimiento, ni de una conciencia más viva de la existencia profunda. Es una
invocación que le saca de sí y le hace entrar en relación con Otro que tiene nombre. No se
trata de visión ni de éxtasis, sino de un sentimiento de certeza de la presencia y la atención
de ese Otro divino. Jesús se sitúa de entrada allí donde tienden los místicos.
Cuando medites
Recuerda que la escena tiene lugar en medio de la noche. La Biblia nos presenta tres noches
decisivas: la primera fue aquella en la que Dios, del caos, creó el mondo, que después se alejó
de él y se volvió a las tinieblas. La segunda fue cuando Dios luchó con Jacob y creó el nuevo
pueblo y le dio el nombre de “Israel”. La tercera es esta, cuando Jesús, el verdadero Israel,
luchó con Dios e hizo resonar en la oscuridad el verdadero nombre de Dios: Padre. Esta es la
noche última y definitiva del la historia; a partir de ahora los confines del universo están
iluminados por ese Nombre.
En la trasfiguración del Tabor el Padre llamó “Hijo” a Jesús; en la “desfiguración” del huerto,
el Hijo lo llama: “Padre”. Allí, la humanidad dejó transparentar la belleza de la divinidad; aquí
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la divinidad reviste el horror de nuestra inhumanidad. Es la noche en la que Dios entró en
todas las noches humanas.
Detente en alguna de las expresiones:
- Se encaminó como de costumbre... El miedo a la muerte no le hace cambiar el itinerario. Su
vida no está dominada por el temor, sino por la confianza en el Padre.
- “al monte de los Olivos”. Desde este lugar vio Ezequiel que la Gloria de Dios huía de su
pueblo (Ez 11,23). También se esperaba que en este monte tendría lugar la venida definitiva
del Señor para la lucha definitiva contra el mal (Zc 14,4). En esta noche y en este monte, la
Gloria entreará en la noche humana y el nuevo Adán vencerá definitivamente el pecado que
arrastra al hombre lejos de la voluntad de Dios.
- “los discípulos también le siguieron “: están llamados, como cada uno de nosotros, a
seguirle hasta el fin y a permanecer con él en sus tribulaciones.
- “se puso de rodillas”: habitualmente, se oraba de pie, pero ante la muerte, el hombre
Jesús se postra ante el misterio de Dios
- “Aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” La copa en el AT
significaba la prueba dolorosa de la que Israel tenía la experiencia. Jesús lleva sobre sí la
maldición de todo pecado: la oposición entre la voluntad de Dios y la nuestra. Lucas no incluye
esta petición en la oración del Padre nuestro: para él, Jesús es el único en vivirla por todos
nosotros. En él y gracias a él, nos hacemos hijos capaces de cumplir la voluntad del Padre.
- “y estando en agonía, oraba con mucho fervor” : en el “duelo” contra la muerte, Jesús ora
más intensamente y su oración le hace entrar en comunión con la fuerza de Aquél que es el
único capaz de vencer a la muerte: el Padre.
- “apareció un ángel”. Como a Elías en el desierto, en la hora de la prueba, el Padre no deja
solo a Jesús. La debilidad humana, reconocida y abandonada en manos de Dios se revela como
fuerza.
Cuando ores
Ponte junto a Jesús y hazte consciente de cómo, en torno a él, se constituye una familia
nueva, no ya de lazos de carne y sangre, sino unida por el conocimiento y la práctica de la
voluntad del Padre que Jesús revela a los que escuchan su palabra.
Pídele que, cuanto todo te falle, te quede como única fuente de vida la confianza en Él.
Trae a tu oración a tantas personas del mundo que viven situaciones de angustia y lucha. Pide
para ti y para ellos que en esas situaciones extremas en las que se juega toda la vida,
experimentar la fuerza de Jesús que se entregó absoluta y enteramente a Dios con una
confianza sin reservas.
Haz tuya, para ti y para todos, esta oración de Jesús que nos hace
muertas al pecado y vivas para Dios en Cristo Jesús.
criaturas nuevas,
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