Análisis factorial de las actitudes personales en educación secundaria. Un estudio empírico en la Comunidad de Madrid. FUENTE: PSICOLOGIA.COM. 2007; 11(1) Manuel Pintor García. Dr. en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid. Actitudes básicas de personalidad y prevención Finalidad y justificación El motivo para elegir este objeto de investigación tiene su origen en la demanda explícita de muchos profesionales de la educación, pero también de los padres de los jóvenes alumnos. Y también en la inquietud de la sociedad, expresada en la opinión pública. La salud mental de los escolares es hoy un problema básico de la educación. Ciertamente, existe preocupación social acerca de los problemas relativos al desarrollo de la personalidad de los estudiantes, pero falta conocimiento objetivo de la situación. Por todo ello, parece conveniente la realización de un estudio empírico sobre las actitudes personales de los estudiantes de Secundaria en la Comunidad de Madrid, que dé base a los centros, a los profesionales especializados, y a la propia Administración para diseñar proyectos de intervención orientados por criterios objetivos. La Declaración de Yakarta (OMS, 1997), insta a los gobiernos a movilizar todos los recursos necesarios para actuar sobre los determinantes de la salud -bienestar físico, mental y social- y asegurar este derecho fundamental de manera global e igualitaria. Probablemente, es preciso aunar1 recursos humanos y materiales, para hacer frente a las múltiples necesidades que surgen, de forma cada vez más ostensible, en nuestra sociedad multicultural. En nuestra paradójica sociedad del conocimiento y del bienestar se dan simultáneamente multitud de factores de riesgo y de protección, con los que han de haberse las familias y los centros de enseñanza y de salud. Se trata también de profundizar en la gradual génesis de los trastornos mentales, para facilitar, en el área básica de los estilos de personalidad, las competencias necesarias a los jóvenes, para afrontar situaciones, y también las capacidades o deficiencias propias, de orden cognitivo, afectivo y comportamental. Las leyes educativas, por su parte, coinciden en la finalidad de educar integralmente a los jóvenes y proporcionarles una formación plena que les permita construir y desarrollar plenamente su personalidad, así como conformar su propia y esencial identidad personal (LOGSE, a.1, LOCE, a.1, LOE, Exposición de motivos). Hipótesis Las actitudes personales se corresponden con las dimensiones y los criterios tradicionales en el diagnóstico de la personalidad. Colaborar a establecerlo ha sido el objeto de la investigación. Mostraré cómo se ha conseguido, en parte, con base en el análisis factorial efectuado. Por otra parte, debo advertir que la evaluación realizada no es clínica ni busca patologías o trastornos, sino orientación, prevención y fundamentos para la respuesta educativa. Esta debe fundarse no sólo ni tanto, a veces, en la situación, sino más bien en su forma o estilo de afrontamiento, es decir, en sus actitudes personales, ya, en buena parte, consolidadas. Éstas reflejan su historia personal y la interiorización que han hecho de los factores de protección y de riesgo ambientales. Más allá de la agresión y el acoso escolar, con que la realidad cotidiana nos inquieta, se exploran actitudes arraigadas en la personalidad de los alumnos. El presente artículo se limita a reflejar la coherente clasificación factorial de las actitudes que expresan la personalidad de los alumnos. Marco teórico en que se inserta la investigación La perspectiva del estudio es múltiple: cognitiva, conductual y social. Tiene, pues, en cuenta los comportamientos sintomáticos, junto con la estructura de las creencias controladoras de la conducta y donadoras de sentido a la experiencia; y todo ello dentro del marco de la interacción social. La prevención, dentro de esta perspectiva, se basará básicamente en potenciar las actitudes que generan conductas saludables y las que facilitan el manejo de los factores y las situaciones de riesgo. Este modelo cognitivo, que contempla también los factores afectivos, ha recibido confirmación por su eficacia terapéutica tanto en adultos como en niños (Beck y Freeman, 1990). Resultados del conjunto de la muestra2 El análisis factorial de los datos, que luego presentaré, ha sido clave para su interpretación y explicación. Insisto en que se indaga una visión no clínica (al menos no necesariamente) de ciertos aspectos de la personalidad, con base en los criterios diagnósticos de la American Psychiatric Association. Conozcamos sus actitudes personales, agrupadas en factores, con la ayuda de sendos gráficos: Cada gráfico representa la cara (aspectos saludables), y la cruz (vulnerabilidades) de la misma moneda: aspectos de la personalidad de los estudiantes en cuanto a sus actitudes se refiere. El análisis efectuado estimo que justifica la clasificación de dichas actitudes personales en cinco grandes bloques suprafactoriales: Aspectos saludables o positivos, que muestra, en general, la mayoría de los jóvenes: - El 1º se refiere al estado de ánimo: en general satisfechos, tienen una visión de la vida positiva. - El 2º recoge su creencia de independencia y defensa de su intimidad. - El 3º muestra que son mayoritariamente personas confiables y cercanas a los demás. - El 4º es ambivalente: por una parte se autoestiman, pero por otra encontramos que sólo el 52% manifiesta ajuste social; y solamente una minoría, 28,8%, se sitúa ante los conflictos de una manera adaptada, sin recurrir, al menos, a pensamientos violentos. - El 5º, y más minoritario, señala el talón de Aquiles de los jóvenes encuestados (no se alcanza el 50% en ninguna de las tres actitudes): su deficiencia en actitudes de afrontamiento social: saber defender las propias ideas ante el grupo; implicarse y comprometerse en iniciativas y tareas; y ser eficientes y operativos sin caer en el perfeccionismo. Aspectos negativos o vulnerabilidades: - 1º: Estados de ánimo negativo e inestable, posibles precursores de ansiedad y depresión (minoría entre el 4 y el 13%). - 2º: Dependientes de los demás, hasta el extremo de buscar cómo impresionar a toda costa, para así conseguir ser valorados, con la consiguiente pérdida de la intimidad personal: en torno al 5%. - 3º: Aislados y marginados (2,9%), desconfiados y cautelosos (9,3%). - 4º: En este factor sorprenden los que manifiestan tener una línea de comportamiento con desajuste social (“uno debe hacer lo que quiera sin preocuparse por las consecuencias”, “he sufrido injusticias, impongo mi justicia”:14,3%); pero, sobre todo, los que con sus pensamientos violentos (36%) se enfrentan a eventuales conflictos con los demás. - 5º: Grupo de los temerosos: posiblemente el temor a la crítica negativa y al fracaso les impide enfrentarse al grupo con decisión y claridad, ocultando, por ejemplo sus opiniones (falta de asertividad: 6,9%); evitan el compromiso con personas y tareas, porque, entre otras cosas, su hedonismo no soportan el malestar (28,1%); y sus creencias de perfeccionismo paralizador (“como no puedo hacerlo bien, es mejor dejarlo”) les lleva a no complicarse ni esforzarse, quizá por no ser capaz de demorar las gratificaciones y las recompensas (32,7%). Cabe reseñar que, entre los estudiantes que manifiestan poseer actitudes personales saludables y la preocupante minoría de riesgo con actitudes negativas y perjudiciales para ellos y para su entorno, se sitúa en cada actitud el porcentaje de alumnos que falta para completar el 100%. Lo componen alumnos cuyo comportamiento fluctúa en los aspectos señalados de las actitudes; están integrando actitudes y ensayando conductas. Facilitarles la consolidación de actitudes positivas, predictoras de comportamientos, es una tarea educativa urgente, para solventar un problema básico de la educación hoy: la salud psicológica de los jóvenes. Ahora conozcamos la clasificación factorial, que justifica la agrupación de las actitudes, presentada en los gráficos. El análisis factorial El análisis factorial confirma la coherencia teórica de las dimensiones de las actitudes personales estudiadas, pues básicamente han sido encontradas, diferenciadas y estructuradas. Se logra explicar el 41,36 % de la variabilidad (“varianza”) de los datos, de forma relativamente afín a las clasificaciones tradicionales de estas áreas en los estudios de la personalidad (Caballo, 2004). Las dimensiones de las actitudes personales, reflejadas en los 48 ítems del cuestionario, se corresponden básicamente con los criterios diagnósticos comúnmente utilizados en la evaluación de la personalidad. Esto era precisamente el objetivo o hipótesis central, que ha quedado básicamente corroborada. Por otra parte, hay que señalar que las características estudiadas forman un continuo, en el que se sitúan los alumnos, entre lo positivo o adaptativo y lo negativo o desadaptativo, como ha podido observarse en los anteriores gráficos de actitudes saludables y de vulnerabilidades. En nuestro caso, ha parecido coherente la solución de 8 factores, extraídos por el método de componentes principales. Estimo que son los necesarios y suficientes para explicar la variabilidad de los datos de la muestra. Los factores agrupan las preguntas del cuestionario con que correlacionan. Se ha buscado la independencia de los factores (ortogonalidad), si bien, como cabía esperar, no se consigue enteramente, ya que muchas cuestiones saturan (correlacionan) en ellos de forma múltiple. Esto es razonable. Davis, Millon y Meaghero (2004) advierten que ontológicamente no hay ortogonalidad, sino interdependencia y conexión. Esto es lo que proporciona validez ecológica. La estructura de la personalidad es holística, conviviendo en ella de forma dinámica aspectos diversos. La misma noción de perfil es sintética y representa operativamente la personalidad de un individuo. Es más, cada dimensión actitudinal contextualiza, de alguna manera, la interpretación de todas las demás. Análisisfactorial. Matriz de componentes rotados ortogonalmente En la siguiente tabla se presenta, quizá de forma más patente, el contenido de los resultados del mencionado análisis factorial, así como su relevancia, expresada en porcentajes de varianza o espacio del problema investigado: las actitudes personales de los alumnos de Secundaria. Por su afinidad teórica, agruparemos los 8 componentes principales hallados en el análisis factorial en cinco grandes apartados3, formando cada uno de ellos un continuo bipolar: Conclusiones Variaciones en las actitudes y en los comportamientos Con base en el análisis factorial efectuado, considero haber podido establecer empíricamente -por más que sea básicamente- cómo se dan las actitudes personales entre los jóvenes hoy, y concluir que el conjunto de los componentes o factores hallados explica un importante porcentaje de la variabilidad de la muestra. Como habíamos supuesto, las actitudes actuales de los estudiantes coinciden básicamente con los rasgos de personalidad establecidos según los criterios diagnósticos tradicionales, pero tal como se dan de forma graduada (con polos positivo y negativo, éste no necesariamente patológico). Estas agrupaciones obtenidas configuran el horizonte de sus representaciones cognitivas y de sus predisposiciones para la acción. Es capital tenerlas en cuenta, no sólo como condición de posibilidad del aprendizaje, sino de su propia salud mental y realización personal, y como base de su integración social. Las habilidades y las actitudes personales se aprenden y pasan a formar parte del estilo de la personalidad. Por ello, es preciso realizar la detección temprana de los posibles deterioros. También he podido constatar la relación con las actitudes personales de la situación familiar, la inmigración, el entendimiento con los padres, así como algunas conductas, tales como el deporte y el consumo de alcohol y cannabis. Cambiar a mejor estos aspectos no es tarea individual, sino de las comunidades educativas -en las que debe incidir coordinadamente la acción de los profesionales de la salud- y las Administraciones públicas. Representación sintética de las actitudes personales Se representan brevemente, como síntesis final, las cinco áreas o bloques actitudinales, con fundamento en el análisis factorial presentado. Sendos mapas de conceptos simbolizan sus polaridades positiva y negativa. Finalmente, se representan las vulnerabilidades actitudinales: Estabilidad y cambio: educabilidad Hemos podido comprobar cómo mezclas peculiares de esta constelación de actitudes, en su cara negativa, se dan en los grupos de riesgo que hemos encontrado, tanto en el entendimiento con los padres, como en los estudios, en las conductas de protección y riesgo, y también entre los estudiantes que han recibido agresiones. Esto ha incrementado metodológicamente la validez convergente de la investigación. Ahora bien, la variabilidad de las distintas actitudes personales, así como su relación diferenciada entre sí y con las conductas de protección y de riesgo, nos llevan a considerar también, desde esta indagación empírica, la apertura de las actitudes personales, desde su actual consistencia, al cambio y, por tanto, a la educabilidad. En efecto, las actitudes personales pueden y deben ser objeto de educación. Son destrezas cognitivas y emocionales que se pueden aprender y enseñar, y luego autorregular de forma eficaz (Bandura, 1999). Todo ello puede ser a la vez una fuente de optimismo realista, pero también de responsabilidad -de los estudiantes y de los profesionales de la educación-, para posibilitar el tránsito hacia estilos de personalidad integrados y eficaces. Valoración altamente positiva, pero con reservas Pues bien, estimamos que, a la vista de los resultados globales de la investigación, se confirma que la salud mental de los estudiantes, aun siendo generalizadamente positiva, es hoy un problema básico en la educación. Esto lo observamos en las minorías de riesgo, y también en el alto porcentaje de alumnos dubitantes en el ajuste de sus actitudes personales, sus relaciones familiares, sus conductas, dimensiones todas cuya asociación ha quedado confirmada en diversas constelaciones, tanto positivas como negativas. Propuesta final Es preciso abrir un debate sobre las nuevas y cambiantes dimensiones sociales y culturales de la salud mental de los jóvenes. Recordemos “la naturaleza social de la conducta saludable” (Albert Bandura). Igualmente, es preciso perfilar, desde la sanidad, la educación y la psicosociología, tipologías de actitudes y estilos de personalidad, así como sus modos de expresión, y sus formas de modelado y aprendizaje social en los ámbitos académico, familiar y de ocio. Referencias bibliográficas BANDURA, A. (Ed.) (1999) Ejercicio de la eficacia personal y colectiva en sociedades cambiantes. En A. Bandura (Ed.) Auto-eficacia. Cómo afrontamos los cambios de la sociedad actual. Bilbao. Desclée de Brouwer, 19-54. BECK, A. T.; FREEMAN, A. (1990) Cognitive therapy of personality disorders. NY. The Guilford Press. CABALLO, V. E. (2004) Conceptos actuales sobre los trastornos de la personalidad. En V. E. Caballo (Coord). Manual de trastornos de la personalidad. Madrid. Síntesis, 25-57. DAVIS, R. D.; MILLON, T.; MEAGHERO, S. (2004) Psicoterapia sinérgica: más allá de las formas contemporáneas de psicoterapia. En V. E. Caballo (Coord). Manual de trastornos de la personalidad. Madrid. Síntesis, 657-697. EQUIPO METRA (2003) Análisis interdisciplinar de la situación de los menores con trastornos psíquicos. Madrid. U. Pontificia de Comillas. MILLON, T. (2004) MACI. Inventario clínico para adolescentes. Madrid. TEA. PECHARROMÁN, I. (1995) La autoestima y el entorno académico-familiar. Avances. Revista de Educación, 2, 1218. PINTOR, M. (2006) Actitudes personales de los alumnos de Secundaria de la Comunidad de Madrid. Paideia, 76.