EL AGRUPAMIENTO POR CAPACIDAD EN EL CASO DE LOS ALUMNOS MÁS CAPACES Javier Tourón Catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación Departamento de Educación Universidad de Navarra RESUMEN En el presente trabajo se analiza la investigación más relevante llevada a cabo en las últimas décadas sobre el agrupamiento por capacidad en el mundo, particularmente en los EE.UU. lugar donde esta práctica se ha extendido más. La consideración de las dificultades de la escuela graduada para responder a los alumnos que son diversos como si fueran iguales, y los resultados españoles de los estudios internacionales de rendimiento sirven de marco para el estudio del problema que aborda. Son muchas décadas de investigación de esta estrategia, que ponen de manifiesto que los alumnos más capaces obtienen mejores rendimientos, sustancialmente mejores, cuando están agrupados con otros de capacidad similar que cuando no lo están. Además de los más capaces, se ven beneficiados los alumnos de capacidad media o baja. Se analizan las diversas formas de agrupamiento y se aportan datos de investigación respecto al beneficio de cada una de estas modalidades, y se esbozan los argumentos que se oponen a las consideraciones de elitismo, segregación y otras similares, no sustentados en evidencias. Los resultados disponibles permiten afirmar que el agrupamiento es tanto más efectivo cuanto mayor es la capacidad de los alumnos y el tiempo que permanecen agrupados. Se analizan también opciones menos radicales que el agrupamiento a tiempo completo. Se llega a la conclusión de que además de la necesidad del agrupamiento ‐por las ventajas que indudablemente ofrece, no solo en el plano académico sino también social y emocional‐, es muy importante la diferenciación curricular que en la modalidad adoptada se lleve a cabo, pues una falta de diferenciación apropiada al nivel de los alumnos haría poco útil la medida. Finalmente, se aportan algunos principios que deberían ayudar a los responsables a estudiar estas medidas para mejorar la escuela actual, particularmente en lo que se refiere a la atención de los más capaces. 1 EL AGRUPAMIENTO POR CAPACIDAD EN EL CASO DE LOS ALUMNOS MÁS CAPACES Javier Tourón Catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación Departamento de Educación Universidad de Navarra Antes de poner en contexto el problema que quiero tratar, es obligado ‐más allá de lo que la mera cortesía académica dicta‐ hacer una referencia al objeto inmediato de este trabajo, que no es otro que honrar al profesor Arturo de la Orden en una etapa postrera de su dilatadísima carrera profesional. Para quienes conocemos al profesor de la Orden desde hace tantos años y nos honramos con su amistad, de quien tanto hemos aprendido y con quien hemos pasado tan entrañables momentos, tanto de trabajo duro como de diversión amable, no puede haber mayor satisfacción que colaborar en su Liber Amicorum, que bien expresa con su nombre cual es la relación prioritaria que con el homenajeado nos une: ser sus amigos, ni más ni menos. Ese es mi caso y de ello me congratulo. Por tanto, mi agradecimiento a los promotores de esta iniciativa tan clásica de la vida universitaria para quienes han sido nuestros predecesores y de quienes tanto hemos aprendido. Ser profesor es importante, pero ser maestro lo es más, porque el maestro une a su ciencia su humanidad, su ejemplo y su testimonio de vida. El profesor de la Orden, mi querido Arturo, ha hecho eso y más; nuestra relación de tantos años ha estado presidida por la autenticidad y el equilibrio del que no tiene intereses personales más allá de la pura relación personal y el afecto mutuo, de la amistad en definitiva. Pero toda amistad cuando es genuinamente eso, también se convierte en una relación de ayuda, de aprendizaje mutuo. Aquí he de reconocer, con gran satisfacción por otra parte, que el balance se rompe en favor del profesor de la Orden. Yo he aprendido mucho en su compañía, pero dudo que este hecho sea recíproco; de lo que no me cabe duda es de que le he hecho reír en muchas ocasiones con las gracias atribuidas a vascos o a gallegos, grupos bien queridos para mí por vecindad o nacimiento. Basta pues, antes de pasar al tema que ha de ocuparnos, con un sencillo: gracias Arturo por tu magisterio y por tu amistad. Cuantas veces hemos hablado de la escuela no graduada, de la necesidad de rescatar la vieja Pedagogía Diferencial, de tantos problemas relativos a la evaluación y de la mejora del sistema educativo... Pues voy a tratar de un tema que conoces bien y que ha sido objeto de tu investigación de antaño, lo voy a centrar, eso sí, en lo que para mí, después de 20 años de dedicación, se ha convertido en “una causa”: la atención a los niños más capaces. Si de una faena taurina se tratase, espero que no sea de aliño, te diría refiriéndome a las páginas que siguen: Va por usted, maestro! 1. Poniendo el problema del agrupamiento en contexto Es difícil encontrar un campo disciplinar, si es que existe, en el que tanto se haya investigado y tan poco se haya influido en la práctica como en el caso de la educación. Y de esto es un claro exponente el divorcio que se da entre la investigación sobre los alumnos de mayor capacidad (de alta capacidad) y la práctica educativa en nuestras escuelas. Es tanto lo que se sabe, basado en evidencias de investigación, y tan poco lo que se pone en acción, tanto lo que se opina y tan poco lo que se fundamentan las opiniones que sonroja, ciertamente. Conviene recordar que la escuela comienza su tendencia a la graduación hacia finales del siglo XIX, lo que ha supuesto ciertos avances organizativos, pero bastantes complicaciones respecto al aprendizaje. En efecto, agrupar a los alumnos por edad supone aceptar que sus necesidades educativas son similares, cosa que dista mucho de la realidad. Es particularmente obvio para 2 cualquiera que las diferencias entre los estudiantes respecto al aprendizaje son incuestionables, sus capacidades, intereses y motivaciones también. Esta máxima, general para toda la escuela, adquiere particular relevancia para aquellos escolares que, por razones de capacidad, u otras dimensiones relevantes para el aprendizaje, se apartan significativamente de la media de su grupo. De ahí que las capacidades intelectuales hayan sido desde siempre uno de los elementos clave de la Pedagogía Diferencial, “que tiene por objeto el estudio de las diferencias significativas entre los hombres, en cuanto educandos, y sus implicaciones, en la medida en que determinan modos diferenciados y diferenciadores de educación” (Orden Hoz, 1975). Si pretendemos educar mejor, tendremos que atender a las diferencias individuales que sean relevantes para la tarea intelectual que la escuela prioritariamente (no exclusivamente) tiene que llevar a cabo. Por eso, debe ser la persona singular la que concite la atención de los educadores, y no los grupos, aunque esta atención pueda llevarse a cabo en un contexto grupal. De ahí el carácter individualizador que concedimos a la Pedagogía Diferencial hace años (Lopez, Tourón y González, 1991). Y es que, como señalara de la Orden, “cada individuo, como manifestación de una peculiar combinación de rasgos comunes y específicos, exige, por su singularidad, un tratamiento educativo diferencial” (Orden Hoz, 1988). En esta línea, aunque quizá con mayor énfasis en los aspectos educativos que instructivos, se articula la educación personalizada propuesta por García Hoz que, sin duda, constituye uno de los exponentes de pensamiento pedagógico sistematizado más relevantes de nuestro país. Aceptando lo obvio, que los escolares son diversos y tienen, por ello, necesidades educativas claramente diferenciadas, pretender un desarrollo del mismo currículo para todos los alumnos, con el mismo nivel de reto y dificultad, es darle la espalda a la realidad y a la abundantísima investigación educativa de que disponemos, y mutilar todo intento del sistema educativo de tender hacia la excelencia (Tourón, 2010). No debe perderse de vista que “los talentos emergen y crecen evolutivamente, y para algunos no llegan a emerger porque no se produce una adecuada estimulación en la escuela y la familia. Es imperativo que todos los que trabajan con jóvenes vean los talentos y potencialidades como algo educable y emergente, y no como algo fijo e inmutable" (Treffinger y Feldhusen, 1996). Así pues, es imprescindible hacer la escuela más adaptativa para que pueda responder mejor a las necesidades individuales de los educandos. No podemos, a la luz de la investigación llevada a cabo, seguir pensando que los más capaces alcanzarán su desarrollo por sí mismos, sin una ayuda específica. Pensar así sería ignorar la investigación de todo un siglo. Un vistazo a los resultados de los estudios internacionales de rendimiento, por ejemplo, pone de manifiesto que la situación del sistema educativo español es ciertamente preocupante. El elevado número de alumnos con bajo rendimiento en los niveles inferiores de las escalas PISA, y el escaso número de alumnos con alto rendimiento en las mismas, junto con las tasas de abandono y otros datos que no son ahora del caso, hacen presagiar un futuro incierto para muchos escolares y un deficiente nivel de rendimiento para otros (Gaviria, 2003, Instituto de Evaluación, 2003, 2007, 2010; www.oecde.org). Convendría ser realistas y aceptar la situación para ponerle remedio. No ayuda ciertamente un enfoque como el que refleja esta cita: “Una medida de la dispersión la ofrece la diferencia de puntos entre los alumnos situados en el percentil (95) y los situados en el percentil (5). Si se utiliza este criterio (…), se puede observar que España (295) tiene una dispersión baja, catorce puntos por encima de la de Finlandia (281) y notablemente inferior a la del Promedio OCDE (311) y a la del Total OCDE (339). Este resultado pone de manifiesto que el sistema educativo español es comparativamente uno de los que ofrece mayor equidad a sus alumnos.” (Instituto de Evaluación, 2007, p. 44). Pero es que “La igualdad entendida como homogeneidad de resultados no puede convertirse en un objetivo de la política educativa. La homogeneidad en sí misma no es deseable, excepto si va acompañada de unos resultados medios muy altos. Ese sí debe ser un objetivo de la 3 acción política, el lograr el máximo rendimiento de todos y cada uno de los alumnos” (Gaviria, 2003). En otros informes sí se reconoce tímidamente que se debe procurar mayor excelencia, así lo manifiesta el propio Instituto de Evaluación cuando señala que “España se encuentra bien situada en cuanto a la equidad conseguida en su sistema educativo y debería esforzarse en mejorar los resultados de rendimiento para conseguir una mayor excelencia” (Instituto de Evaluación, 2003). Basta un vistazo a la figura 1, a modo de ejemplo, para ver que el porcentaje de alumnos en los niveles superiores –e inferiores también‐ de rendimiento en PISA, es claramente diferente del de otros países que nos aventajan significativamente, tanto en la atención a los que presentan problemas de aprendizaje, como a los más capaces (Cf. P. e. Tourón, 2010, Enkvist, 2010). En la figura se recogen los datos de comprensión lectora, la tendencia es similar para las otras áreas evaluadas (Matemáticas y Ciencias), como puede verse en los diversos informes PISA. Figura 1. Escala de Rendimiento en Comprensión Lectora, tomado de PISA 2009. Programa para la Evaluación de Alumnos de la OCDE. Informe español. Madrid: Instituto de Evaluación 4 Sea como fuere, no cabe duda de que los alumnos más capaces son los que más limitado ven su desarrollo en un esquema educativo en el que la edad se convierte en la principal variable de atención, y en el que el alumno medio es el objeto de atención de los profesores. Claro que en este punto se podría uno preguntar, pero ¿qué hace que los alumnos más capaces necesiten una atención distinta? A ello dedico el siguiente apartado. 2. ¿Necesitan los alumnos una atención diferenciada en razón de su capacidad? Algunos supuestos básicos La literatura especializada ofrece catálogos enteros de características diferenciales de los alumnos más capaces que exigen una atención específica diferenciada que, por razones de extensión, aquí voy a resumir en un sencillo listado que puede verse en la tabla 1. Por otra parte, parece necesario establecer algunos supuestos de partida que rescato y adapto de algunos trabajos anteriores (Cf. Tourón, 2004; también Brody, 1999, 2009). Refiriéndonos a los más capaces: a) Existen diferencias individuales en las capacidades y, por tanto, en las necesidades educativas de los alumnos Tal como mencioné anteriormente, pensar que todos los niños de la misma edad tendrán necesidades educativas similares es simplemente ignorar la realidad. Incluso en los grupos más homogéneos que podamos formar existirán grandes diferencias entre las demandas de unos y otros escolares. La consecuencia es inmediata, distinto grado en las capacidades supone diverso ritmo de aprendizaje, por lo que exige diversos tratamientos educativos. Más todavía, los alumnos que en un test de capacidad están en el percentil 99, pueden presentar diferencias que, en términos de CI, pueden variar entre 135 y 200. Es decir, que sus diferencias pueden representar hasta varios años de escolaridad. Hay estudios experimentales que lo demuestran, como los de Benbow (1992) y Benbow y Lubinski (1997, 2006), entre otros. b) Los estudiantes necesitan acceder a los cursos que estén al nivel y al ritmo adecuado a sus capacidades Es una consecuencia inmediata de lo anterior. Aquí nivel significa profundidad, complejidad y amplitud en los conocimientos propios del área de que se trate, mientras que ritmo se refiere a la velocidad de desarrollo, que será mayor cuanto más alta es la capacidad. La expresión "velocidad de aprendizaje" expresa muy plásticamente esta realidad. Tenemos que ser capaces de construir dentro de la escuela "carriles para vehículos rápidos", del mismo modo que tenemos carriles para alumnos más lentos (adaptaciones curriculares, profesores de apoyo, etc.). Los profesores tienen que recibir la formación adecuada para que sean capaces de adaptar estos cuatro parámetros: profundidad, complejidad, amplitud y velocidad, en planes tan individualizados como sea posible. De aquí precisamente se derivará la necesidad del agrupamiento como veremos más adelante. c) Existe una gran heterogeneidad entre los estudiantes con talento académico: incluso entre los alumnos de alta capacidad, los patrones específicos de capacidades varían mucho Es un error bastante común pensar en los alumnos de alta capacidad como categoría, como si estuviésemos hablando de ser o no ser. Este tipo de concepciones propias de principios del siglo pasado han dado paso a un concepción de la alta capacidad como "pericia en desarrollo" (Cf. Sternberg, 2001, 2003a y b; NAGC, 2010), y por tanto en una cuestión de grado, no de ser o no ser. 5 Tabla 1. Algunas características relevantes de los alumnos más capaces (adaptado de Webb, Gore, Amend y DeVries, 2007)1 Los alumnos más capaces muestran, en general, algunas de las características que se señalan: • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • Estado de alerta inusual ya en la infancia Aprendices rápidos, capaces de relacionar ideas con rapidez Retienen mucha información y suelen tener buena memoria Vocabulario inusualmente amplio, uso de estructuras oracionales complejas para la edad Comprensión avanzada de los matices de palabras, metáforas e ideas abstractas Les gusta resolver problemas que involucren números y acertijos En gran parte autodidactas, leen y escriben ya en su edad preescolar Inusual profundidad emocional, intensos sentimientos y reacciones, muy sensibles El pensamiento es abstracto y complejo, lógico e intuitivo El idealismo y el sentido de la justicia aparecen a una edad temprana Gran preocupación por temas sociales y políticos y por las injusticias Atención más prolongada, persistencia en la tarea y concentración intensas Preocupados por sus propios pensamientos, sueñan despiertos Impacientes consigo mismos y con las incapacidades de los demás o su lentitud Capacidad de aprender las habilidades básicas más rápidamente con menos práctica Hacen preguntas de indagación, van más allá de lo que se les enseña Amplia gama de intereses (aunque a veces extremo interés en una sola área) La curiosidad altamente desarrollada; preguntas ilimitadas Gran interés por experimentar y hacer las cosas de manera diferente Tendencia a relacionar las ideas o las cosas en formas que no son corrientes u obvias (pensamiento divergente) • Agudo y a veces inusual sentido del humor, sobre todo con juegos de palabras d) No es posible que exista un programa escolar capaz de llegar por completo a todas las necesidades de los estudiantes con talento académico. Esto es cierto, pero no significa que la relativa capacidad de la escuela para cubrir por completo con las expectativas o necesidades de los alumnos, lleve a pensar que el problema de su atención educativa ha de resolverse al margen de la misma, o que ésta no tiene por qué abordarlo con seriedad. Es mucho lo que los centros educativos pueden y deben hacer por estos alumnos, aunque necesiten ayudas adicionales. e) Puesto que los centros educativos necesitan educar a una amplia variedad de estudiantes, resulta difícil que sean capaces de llegar a todas las necesidades de los alumnos de alta capacidad. Esto se relaciona con lo anterior. Debemos hacer esfuerzos por desarrollar dentro de la escuela regular un currículo adecuado a estos alumnos, dentro del horario escolar normal y con los recursos educativos disponibles. Existen excelentes fuentes de 1 Naturalmente el modo de presentar fenotípicamente estas características es propio y singular de cada alumno. Además se presentarán con mayor intensidad cuanto mayor sea la capacidad, pero siempre sui juris, porque cada alumno tiene su propias circunstancias y personalidad, de modo que es único e irrepetible. 6 información a este respecto (Cf. p.e. Maker y Nielssen, 1996; Van Tassel‐Baska, 1992, 1994, 1996, 2003). f) A pesar de que el papel de las escuelas a la hora de ayudar a los alumnos de alta capacidad es muy importante, se debe tener una visión realista, y reconocer que algunos aspectos pueden ser suplidos o complementados por una gran variedad de experiencias educativas no escolares. Aparte de los centros especializados en esta labor, los centros educativos formales pueden organizar, lo hacen de hecho, muchas actividades complementarias orientadas a estos alumnos: salidas culturales, visitas a museos, fábricas, conferencias dictadas por los padres especialistas en algún campo, colaboraciones esporádicas de profesores especialistas, etc. Lo mismo cabría decir de la multitud de asociaciones para padres que han surgido en los últimos años a lo largo y ancho del país (ver p. e. la confederación de asociaciones www.confines.es, que agrupa al menos a 13 asociaciones de ámbito local o regional). g) Se debe animar a los que desarrollan los programas escolares a que encuentren las diferencias individuales de los estudiantes a través de la flexibilidad curricular. Este es un principio básico del ordenamiento educativo y clave para encontrar la individualización de la enseñanza, la adaptación del currículo a las necesidades de los alumnos. h) Los centros educativos deberían ser flexibles a la hora de permitir a sus alumnos hacer cursos con alumnos mayores o recibir créditos por cursos realizados fuera del propio centro Con esto queremos señalar que la flexibilidad curricular, tan íntimamente vinculada con el agrupamiento, debe ir acompañada de una "cierta permeabilidad" entre los diversos niveles. De hecho debería pensarse en el corpus teórico de las materias como un todo y permitir a los alumnos moverse a lo largo del mismo de manera flexible, independientemente de la edad o el curso escolar en el que se encuentren. i) El aprendizaje puede producirse en cualquier lugar, no debe limitarse a la escuela. Generalmente la planificación educativa incluye sólo los cursos que se hacen dentro del centro educativo. Es cierto que los centros educativos tienen una gran cantidad de demandas que atender y no siempre lo pueden resolver todo. Este es el momento de externalizar los servicios complementarios que los alumnos necesitan y los centros no pueden proporcionarles. Es esencial para los alumnos y sus familias que los centros reconozcan sus limitaciones y determinen hasta dónde pueden llegar y qué necesidades no pueden cubrir. Lo que sería intolerable es que los centros educativos, ante su incapacidad para resolver una determinada atención, adopten una postura defensiva tratando de demostrar que tal necesidad no existe. j) Los programas que se realizan fuera del centro educativo o en el verano, así como las actividades independientes que los estudiantes hacen en su tiempo libre pueden suplir a los aprendizajes básicos del colegio. Y es preciso aprovechar todas estas fuentes de aprendizaje, llamémosle no formal, que pueden ser un suplemento de gran interés para el currículo regular. Es preciso concebir el itinerario educativo de los jóvenes con talento en toda su amplitud, proporcionándoles ayudas educativas múltiples. 7 k) Los estudiantes con talento académico necesitan interactuar con sus iguales en talento, lo que se ha denominado “compañeros intelectuales” Esta es una cuestión de extraordinaria importancia. Con frecuencia los alumnos de alta capacidad se sientes aislados y "especiales o raros" porque no tienen demasiados puntos de comparación y referencia a su alrededor. En ocasiones se les tacha de poco sociables. Lo que ocurre simplemente es que necesitan compañeros intelectuales, otras personas como ellos con los que debatir problemas o estudiar a fondo determinadas cuestiones de su interés. Es un hecho conocido, y experimentado reiteradamente, que los alumnos de alta capacidad se sienten felices cuando tienen la oportunidad de comprobar que no son raros, de que otros muchos jóvenes tienen su mismos o parecidos intereses. ¿No son todas éstas razones suficientes para considerar la imperiosa necesidad del agrupamiento de los alumnos más dotados en función, precisamente, de su capacidad? Entiendo que sí. La literatura al respecto así lo confirma, como veremos enseguida. Pero comencemos por definir y estudiar la tipología del agrupamiento. 3. El agrupamiento por capacidad: concepto y tipos El agrupamiento por capacidad ha sido definido como una práctica que sitúa a los alumnos en clases o pequeños grupos basándose en evaluaciones iniciales de su preparación, conocimientos o capacidad (Kulik, 1992). Es una estrategia de intervención, por tanto, que pretende establecer conjuntos de alumnos, más o menos numerosos, que por su velocidad y necesidades de aprendizaje tengan características similares entre sí y claramente diversas del resto de sus compañeros. Así, los agrupamientos se pueden llevar a cabo tanto por capacidad como por rendimiento o competencia demostrada en un área determinada. La idea clave es entender que a los alumnos solo se les debe enseñar lo que no saben (Stanley, 2001). Proponerles tareas que exceden su capacidad les produce frustración, mientras que plantearles tareas demasiado fáciles o repetitivas les provoca desinterés. Esta es la idea clásica de la “zona de desarrollo proximal” de Vitgostky. Pocos profesores aceptan, sin embargo, que existen enormes diferencias en los conocimientos y destrezas de sus alumnos antes de comenzar un tema determinado, con lo que no sienten ninguna responsabilidad por diferenciar la enseñanza. Sin embargo, la realidad es muy diferente, como muestran la literatura y la experiencia. Estas diferencias, ligadas a desarrollo del SMPY, que aquí no vamos a tratar (ver Tourón y Tourón, 2011 para una amplia revisión del modelo), son las que llevaron a Stanley a desarrollar su estrategia DTPI (Diagnostic Testing followed by Prescriptive Instruction). Determinar lo que el estudiante no sabe o no domina (diagnóstico) y ayudarle a aprender precisamente eso, sin repeticiones innecesarias. Este es un principio sencillo, que no simple, pero difícil de lograr en la práctica, porque se opone al típico “abrir el libro por la página 14” (ver, para una extensa revisión del enfoque, Stanley, 1978, 1979, 1991; Stanley & Benbow, 1986; Benbow, 1986, 1992; Lupkowski & Assouline, 1992; Benbow & Stanley, 1996; Benbow & Lubinski, 1996). El propósito del agrupamiento se centra, precisamente, en facilitar cuatro aspectos a los alumnos con similares necesidades de aprendizaje: a) el desarrollo o la entrega de un currículo diferenciado y apropiado; b) el uso de estrategias de instrucción diferenciadas adecuadas; c) atender a las necesidades afectivas de estos alumnos de la manera más apropiada y d) permitir que los alumnos de capacidades similares o de los mismos niveles de rendimiento puedan aprender unos de otros. En general, el agrupamiento de los alumnos más capaces tiende a ser el “ámbito menos restrictivo” en el cual el aprendizaje tiene lugar, y el modo más efectivo y eficiente para que las escuelas puedan ofrecer un trabajo con adecuado nivel de reto, ofreciendo de este modo el 8 acceso a un contenido más avanzado en un contexto en el que puedan tener compañeros similares (Cf. Position paper de la NAGC, 2009). Es una de las estrategias más importantes en la enseñanza de los alumnos de alta capacidad, con numerosos estudios de investigación experimental que la avalan (Cf. Rogers, 2002, 2006; Tieso, 2003). Sin embargo, tiene una extraordinaria “mala prensa” entre los educadores y administradores, también en nuestro país. Enseguida se iza la bandera del elitismo, la segregación, el anti‐democratismo o incluso el racismo para oponerse a ella; o bien se invoca el atentado que supone para la igualdad de oportunidades, entendida ésta de manera ciertamente particular (Cf. Tourón, 2011). Dos de los principales opositores del agrupamiento en los EE.UU., uno de los pocos países donde se ha llevado a cabo e investigado extensivamente la cuestión, han sido Robert Slavin (1987, 1990, 1993) y Jeannie Oakes (1985), quienes han esgrimido razones de equidad económica y social, entre otras. Precisamente al paso de la falta de equidad que los opositores muestran hacia el agrupamiento, los defensores señalan que “la equidad es un noble objetivo, pero no a expensas de los estudiantes que se sitúan a ambos extremos de la curva normal” (Tieso, 2003, 29). Más me atrevería a decir que la igualdad de oportunidades es la que debería garantizar la equidad, entendida en su justa acepción y es así que ésta exige, a mi juicio, del agrupamiento (Tourón, 2011). Autores como Kulik y Kulik (1982) o Marsh y Parker (1985) no han encontrado evidencias que permitan apoyar estas críticas, más fruto de posturas ideológicas o filosóficas de quienes las sustentan que de las evidencias de la investigación. De hecho, las críticas de Slavin y Oakes respecto al autoconcepto y la autoeficacia no parecen sostenerse a la luz de los datos aportados por Kulik y Kulik (1982), quienes en un meta‐analisis sobre 15 estudios controlados de agrupamiento entre clases, el ES sobre el auto‐concepto fue despreciable (‐.06). Es más, parece haber un efecto positivo para los alumnos de menor capacidad, quienes mejoran su autoestima, mientras se da un pequeño efecto negativo para los más capaces, que ya no son los “reyes” de la clase cuando están con otros como ellos. Tieso en su espléndida síntesis (Tieso, 2003) citan a John Feldhusen y Sidney Moon quienes animan a los educadores a que sean conscientes de que la posición de los alumnos ante una nueva unidad didáctica difiere en capacidad, preparación, estilos de aprendizaje y niveles de motivación. “Algunos estudiantes están preparados para un ritmo de instrucción rápido, abstracto y de alto nivel conceptual; para otros la instrucción debe ajustarse para adaptarse a sus necesidades o deficiencias” (Feldhusen y Moon, 1992, p.64; tomado de Tieso, 2003). Pese a las evidencias de investigación disponibles y que veremos más adelante, las voces tanto a favor como en contra no han dejado de oírse. Un ejemplo cercano lo tenemos, por ejemplo, en las reacciones que ha suscitado la iniciativa de poner en marcha un bachillerato de excelencia en la Comunidad de Madrid que, a falta de conocer como se implanta y los resultados que pueda producir, es visto por algunos como una necesidad para que los más capaces o de mejor rendimiento puedan desplegar más fácilmente todo su potencial y por otros como una medida segregadora, elitista y antidemocrática2. Entre las razones a favor, algunos autores como Rogers (2002, 2006) señalan: a) la mayor facilidad para proporcionar materiales y estrategias de enseñanza diferentes y más avanzados como consecuencia del tamaño y homogeneidad del grupo; b) que el clima de aprendizaje es más propicio para el aprendizaje y los retos intelectuales; c) la interacción social y la amistad entre compañeros intelectuales son más fáciles; d) las interacciones en el grupo son más ricas y unas ideas brillantes estimulan otras, lo que facilita el desarrollo cognitivo y social. 2 Una reflexión sobre esta medida puede verse en la entrada de mi blog Talento y Educación: http://www.javiertouron.es/2012/04/el‐bachillerato‐de‐excelencia‐igualdad.html 9 Por el contrario se esgrime que: a) el agrupamiento crea elitismo entre los niños, los padres o ambos; b) cuando se agrupa a los más capaces para que reciban una instrucción diferenciada, la división suele tener tintes raciales o económicos; c) evita que otros niños lleguen a un aprendizaje de mayor nivel; d) los mejores profesores suelen atender a los más capaces, mientras los peores lo hacen con los de menos capacidad; d) la auto‐estima de los niños de menor capacidad se puede ver perjudicada si se sienten excluidos y f) los niños más capaces pueden servir de modelos para los otros. La investigación, como se verá, apoya más el agrupamiento por capacidad homogénea que el agrupamiento heterogéneo (la clase convencional no deja de ser una opción de agrupamiento, como se comprende). El la tabla 2 resumo un conjunto de objeciones y las posibles respuestas a las mismas, que he adaptado del trabajo de Rogers (2002). Puede servir como un compendio de argumentos y contraargumentos al respecto, si bien las respuestas a las objeciones tiene el peso que les dan los resultados de la investigación. Es importante, sin embargo, no confundir el agrupamiento con el tracking, ya que éste supone establecer itinerarios rígidos por capacidad o rendimiento de los que el alumno no puede salir una vez que ha entrado en ellos. El agrupamiento por capacidad es flexible y puede realizarse tanto dentro de la misma clase como entre clases, si bien es importante entender que la medida o tipo de agrupamiento por sí mismo no produce efectos beneficiosos en el desarrollo de los alumnos, si no se produce la adeudada diferenciación basada en los intereses, estilos de aprendizaje y capacidades de los alumnos. (Cf. Tieso, 2003). En la tabla 3 puede verse un esquema sencillo de las diversas modalidades de agrupamiento más comunes descritas en la literatura especializada, junto con una breve descripción de cada una de ellas. Existen excelentes obras en las que se pueden ver descripciones detalladas y prácticas de las diversas modalidades de agrupamiento, como las de Rogers (2002, 2006), que aquí no parece necesario hacer. En cualquier caso, se adopte la clasificación que se fuere, todo se reduce a tres grandes planteamientos: la instrucción a toda la clase, que es el modo al que nos tienen acostumbradas las escuelas desde que se produjo la graduación por edad, pero que no deja de ser un modo de agrupamiento más, eso sí, heterogéneo; los agrupamientos entre clases (between‐class) y finalmente los agrupamientos intra clase (within‐class). La clasificación que ofrecemos, adaptada de Rogers (2002), recoge estas categorías básicas ofreciendo una tipología más detallada dentro de cada una, pues las divide atendiendo a que se refieran al grupo entero o a pequeños grupos. Cabe señalar finalmente que algunas de estas modalidades se utilizan agrupando a los alumnos por capacidad, por rendimiento, o ambas. 10 Tabla 2. Objeciones al agrupamiento y posibles argumentos a favor (Adaptado de Rogers, 2002). Objeciones Agrupar por capacidad es un error que está fuera de la realidad. Los estudiantes necesitan aprender a estar con otros de cualquier nivel de capacidad. Agrupar por capacidad es elitista y antidemocrático Respuestas En realidad, los adultos nos agrupamos de acuerdo con el trabajo que tenemos, el tipo de formación que hemos adquirido, y solemos estar con otras personas similares a nosotros, con parecidos gustos e intereses. Raramente estamos en grupos “mixtos” en nuestras vidas. Si la ubicación en los grupos se hace cuidadosamente, de modo que el rendimiento o la capacidad sean el principal criterio de asignación, el agrupamiento es una estrategia justa. La clave está en ser situado en el grupo en el que se pueda aprender al nivel que uno es capaz. Un grupo no es “mejor” que otro, simplemente es más adecuado para acomodarse a necesidades de aprendizaje específicas. Si un grupo se considera mejor que otro, la escuela deberá afrontar esta actitud equivocada. Los “buenos” profesores se dedican a los “buenos” alumnos. Y los alumnos con menos capacidad se quedan con los peores profesores Estar en el grupo de más alto rendimiento no significa que el alumno es “bueno” o “mejor” que otros… simplemente es diferente. Esta objeción tiene que ver con la selección de profesores, no con el agrupamiento. Los profesores deben emparejarse con los alumnos con los que trabajan mejor. ¿Por qué habría de permitirse que hubiese profesores inadecuados o faltos de competencia en el sistema educativo? El agrupamiento por capacidad evita que estos puedan actuar como modelos que los estudiantes “en riesgo” necesitan para mejorar Agrupar por capacidad es racista Schunk y Bandura señalan que las personas eligen como modelos a aquellos que perciben como similares a sí mismos en capacidad pero que tienen éxito. En raras ocasiones eligen los alumnos a otros de alta capacidad como modelo. La investigación sobre este particular ha puesto de manifiesto que hay significativamente menos alumnos pertenecientes a minorías que los esperados (excepto asiáticos) en los grupos de alto rendimiento y significativamente más niños de minorías que los esperados en grupos de bajo rendimiento. Esto no es un problema del agrupamiento en sí mismo, si no cómo se mide el rendimiento o la capacidad. Puede ser más importante cambiar los modos de medir y los procedimientos de agrupamiento que el agrupamiento en sí mismo. Es un procedimiento rígido; una vez que estás en un grupo de determinado nivel es difícil moverte a otro superior Cuando se trata del agrupamiento a tiempo completo (tracking) es cierto. Pero esto no tiene por qué ser así con otras formas de agrupamiento por capacidad o rendimiento. Si hay una adecuada supervisión, los alumnos deberían poder moverse de un grupo a otro a lo largo del año académico, a medida que cambian las unidades de instrucción. El auto‐concepto de los estudiantes de menor nivel se daña, en ocasiones, irreparablemente Los estudios de los Kulik han establecido que se produce justo lo contrario. En clases de bajo rendimiento, los alumnos de baja capacidad es menos probable que se vean intimidados por los aprendices más rápidos, y tendrán más oportunidades de intervenir y responder a preguntas. El rendimiento de los alumnos de nivel bajo y medio se ve limitado Si se tiene cuidado respecto a lo que se enseña y a qué nivel de dificultad, el rendimiento esperado para los alumnos de capacidad más baja no tendría por qué verse limitado. Cada alumno debe recibir el nivel de reto que es apropiado para el. No es realista pensar que todos los alumnos rendirán al mismo nivel y con la misma profundidad. Más aún, las diferencias son las que hacen la sociedad interesante. En los grupos de bajo rendimiento se invierte mucho tiempo en problemas de disciplina Los estudios de Oakes sobre los grupos de bajo rendimiento mostraron que no hay diferencias significativas en el tiempo dedicado a temas de disciplina, a la instrucción o en la exposición a estrategias de pensamiento de más alto nivel. La única diferencia significativa para los grupos de bajo rendimiento se dio en las expectativas respecto a los deberes; el tiempo requerido para llevar a cabo éstos fue significativamente menor El agrupamiento se lleva a cabo solo con los alumnos de alta capacidad que pertenecen a clases política y económicamente poderosas En realidad, los padres de los niños más capaces están mucho menos preparados y mucho menos organizados para apoyar a sus hijos que los padres de los niños que necesitan educación especial. Los padres de los niños más capaces son, generalmente, voluntarios y colaboradores de las escuelas y, por tanto, pueden ser vistos como personas que tienen una influencia directa en las decisiones de la misma. Tienen poco poder político, como se deduce del número de estados en los EE.UU que no tienen obligación de ofrecer servicios para los niños más capaces, ni que exijan un entrenamiento especial para los profesores que han de trabajar con ellos. Sin los alumnos más brillantes en la clase, la calidad de las discusiones decrece sensiblemente Los niños de alta capacidad son enviados a la escuela para ser educados, no para actuar de ayudantes del profesor o para hacer que las discusiones que este mantenga en clase sean más positivas. Sus necesidades de aprendizaje son tan importantes como las de todos los demás escolares. Evitar que puedan estar en la clase adecuada es un modo de explotación de sus condiciones a favor del profesor o de los otros alumnos. 11 Tabla 3. Principales estrategias de agrupamiento ESTRATEGIAS PARA TODA LA CLASE BREVE DESCRIPCIÓN También llamados tracks. Consiste en agrupar a los alumnos por su rendimiento o capacidad en diversos niveles de currículo (X, Y, Z). Una vez ubicados en el itinerario correspondiente lo siguen. El cambio de niveles se hace difícil o imposible. Es un sistema rígido que puede ser muy inconveniente para los alumnos que presentan Escuelas especiales (Special Schools necesidades cambiantes, o para alumnos con alta capacidad y bajo for the Gifted) rendimiento, o aquéllos que necesitan cambiar de nivel en razón de su progreso. Este sistema no tiene mucho que ver con el Programas o clases para los más agrupamiento flexible por capacidad. capaces a tiempo completo/ Una Por otra parte, organizativamente es complejo en escuelas que no tengan suficiente número de alumnos de alta capacidad. Poco escuela dentro de la escuela (Full‐ popular. Dos modalidades típicas son las que se indican: escuelas time classes or programs/School‐ especiales, programas a tiempo completo o una escuela dentro de within‐a‐school) la escuela. Clases agrupadas por capacidad a tiempo completo o “tracks” (Full‐time Ability Grouping/Tracking) Clases heterogéneas (medida por defecto) (Untracked Whole‐Class Instruction: Default option) Es la medida convencional, orientada por la “lección del día” para toda la clase con mínima o ninguna diferenciación en función de los niveles de rendimiento o capacidad. Las tareas son las mismas para todos, que las realizan hasta dominarlas. Todos realizan la misma evaluación y reciben las calificaciones correspondientes. Este sistema indiferenciado NO es apropiado para los alumnos más capaces, como parece obvio. ESTRATEGIAS DE PEQUEÑO GRUPO 12 Agrupamiento por clusters (Cluster Grouping) Se trata de grupos de 5‐8 alumnos con capacidad o talento académico de un mismo curso o nivel académico, que trabajarán en la misma clase con la ayuda de un profesor entrenado para ello. Este profesor suele dedicar 1/3 de su tiempo a este cluster , utilizando técnicas de diferenciación, y el resto a su grupo de capacidad heterogénea. Estos clusters pueden formarse por razones académicas o de capacidad. P. e. alumnos avanzados en una materia, como idioma extranjero, serían un ejemplo de lo primero. Alumnos tienen un razonamiento abstracto elevado, pensamiento crítico etc., lo sería del segundo tipo de cluster. La diferenciación para los primeros implicaría aceleración en una materia como Matemáticas, idioma, ciencias. Para los segundos lo sería aprendizaje en profundidad, estudio independiente, aprendizaje basado en problemas. Programas pull‐out Medida muy popular en los lugares donde hay programas para los más capaces. Estos programas agrupan alumnos de sus clases regulares durante un número de horas por semana. En este tiempo, con un profesor especialista, y otros alumnos de alta capacidad procedentes de otras clases (de la misma edad o no), reciben instrucción adecuada a su nivel de capacidad: generalmente enriquecimiento o actividades de ampliación. La duración típica es entre 1‐2 horas semanales. Los grupos de los que proceden dedican este tiempo a estudiar aspectos que aún no dominan. Tabla 3. (cont.). Descripción breve de las principales estrategias de agrupamiento ESTRATEGIAS DE PEQUEÑO GRUPO BREVE DESCRIPCIÓN Reagrupamiento por capacidad/rendimiento para materias específicas (Regrouping for Specific Subject Instruction) Grupos de alumnos con capacidad en una materia se reagrupan para recibir la instrucción con otros de similares características. En Primaria suele ser una estrategia de toda la escuela (school‐wide) o para todo el nivel (grade‐wide). Los horarios de todos los cursos se hacen coincidentes para que los alumnos se puedan agrupar por niveles de capacidad o rendimiento. Caso típico en la enseñanza “no‐graduada” de idiomas. A una determinada hora todos los alumnos de un curso dado se dirigen a clases de distintos niveles de acuerdo a su situación para recibir la instrucción. Agrupamiento intra‐clase por nivel de capacidad/rendimiento (Within‐Class Grouping) Típico de la Primaria. El profesor divide la clase en pequeños grupos para la instrucción de acuerdo con sus capacidades o rendimiento en las áreas de que se trate (típicamente Matemáticas y lectura). Cada grupo puede recibir un nombre no descriptivo del nivel y recibe la enseñanza con el profesor es al menos una vez al día, mientras los otros trabajan en otras tareas. Menos común en la secundaria. Los alumnos se benefician de trabajan con una relación profesor‐alumno más baja. Agrupamiento para trabajo cooperativo en grupos de igual capacidad (Like‐Ability Cooperative Grouping) Estrategia popularizada en los 90. El profesor selecciona 3‐4 alumnos con un mismo nivel de preparación o capacidad. Cada grupo trabaja con materiales adecuados a su nivel. Hay más investigación sobre esta técnica con alumnos de diversa capacidad que de la misma capacidad. A pesar de ello, las evidencias de investigación disponibles favorecen los grupos de la misma capacidad frente a los de capacidad heterogénea. Agrupamiento entre‐cursos por nivel de rendimiento (Cross‐Grade Grouping/Multiage Classrooms) Es un procedimiento que exige que los horarios de las materias coincidan en los diversos cursos. De este modo los alumnos de los alumnos de diversos cursos se agrupan para recibir la instrucción por niveles de preparación y rendimiento, e independientemente del curso en el que estén. Más frecuente en la enseñanza Primaria que en la Secundaria. La clave para este procedimiento es que no se establecen límites, ni por abajo ni por arriba, a lo que los alumnos puedan aprender en un curso dado. Es una estrategia que puede traer grandes beneficios a los niños de alta capacidad. Muchos centros educativos hacen esto con la enseñanza de segundas lenguas. Aprendizaje cooperativo en grupos heterogéneos (Mixed‐Ability Cooperative Grouping: A “Default” Option) El agrupamiento mixto para el aprendizaje cooperativo ha sido adoptado como una panacea en las décadas recientes y propuesto como beneficioso para todos los niños. Ha tomado diversas formas desde su introducción en los 70. Tres o cuatro alumnos de diversa capacidad realizan una tarea generalmente no diferenciada. Cada uno recibe su test final y la nota se promedia al grupo. Es importante la diferenciación de tareas para que sea efectivo para cada nivel de capacidad. 13 4. ¿Qué dice la investigación sobre el agrupamiento por capacidad? Para el análisis de los resultados de la investigación, que necesariamente será somero pero suficiente para llegar a conclusiones relevantes al final del trabajo, voy a seguir, para mayor claridad, el esquema de las modalidades de agrupamiento descritos en la tabla 3. Comencemos por las estrategias más “radicales”: las escuelas especiales, los programas a tiempo completo o la “escuela dentro de la escuela” y, naturalmente, el agrupamiento heterogéneo u opción por defecto. a) Estrategias para toda la clase Las opciones a tiempo completo Uno de los estudiosos del agrupamiento, y no ciertamente muy favorable al mismo, como ya señalé, es Slavin. En su trabajo de 1987 no encontró diferencias importantes respecto a los alumnos agrupados de modo permanente frente a los no agrupados (tracked‐untracked). No obstante, su estudio puede tener un importante problema metodológico en lo que se refiere a los más capaces: el efecto de techo de los test utilizados. Este es un fenómeno conocido que llevó a Stanley en los años 70 a proponer medidas fuera de nivel (ver Tourón y Reyero, 2001, para una descripción en castellano) para valorar a los alumnos más capaces, recogiendo una clara influencia de algo que ya había propuesto en los años 30 Letta S. Hollingworth. Si los tests presentan efecto de techo y los alumnos de mayor rendimiento o capacidad obtienen puntuaciones altas, al igual que en las medidas posteriores al agrupamiento, pocas posibilidades hay de encontrar diferencias o signos de progreso. Kulik y Kulik ( 1982, 1984, 1987; 1992) han estudiado prácticamente toda la investigación desde el año 1982 hasta la actualidad en diversos meta‐análisis en los que analizan los estudios llevados a cabo sobre las opciones de agrupamiento a tiempo completo, en las diversas variantes señaladas en la tabla 3. Los resultados muestran que en los grados de educación infantil hasta el final de la Primaria, los alumnos más capaces agrupados obtienen ventajas en su rendimiento, equiparables hasta un año y medio de escolaridad, en todas las materias en comparación con alumnos de la misma capacidad que no han sido agrupados. En la secundaria y bachillerato los alumnos avanzan un año y un tercio por cada año que permanecen agrupados respecto a sus colegas no agrupados. Para Kulik (1992) estas ganancias serían todavía mayores si se llevase a cabo un ajuste mayor del currículo. Los tamaños del efecto, unidad en la que se expresan habitualmente estas diferencias en los meta‐análisis, variaron entre 0.41 y 0.87, lo que supone entre 1,4 y 1,8 años de avance, según que las modificaciones durante el agrupamiento estuviesen centradas en enriquecimiento (pensamiento más conceptual, eliminación de ejercitación y práctica y una enseñanza más basada “del todo a la parte”), o bien en un currículo muy compactado y desarrollado con un ritmo entre dos y tres veces el ritmo normal de la clase (enseñanza acelerada) Por lo que se refiere a los posibles efectos en la autoestima, se ha encontrado que los alumnos más capaces en grupos heterogéneos tienen una mejor autoestima que en grupos homogéneos. Lo cual se explica por una mayor percepción de la realidad respecto a su capacidad cuando se encuentran en grupos de alumnos de alta capacidad. Muchos autores han estudiado este efecto, como Marsh en su conocido BFLPE (Big Fish Little Pond Effect, Marsh y Craven, 2002). Diríamos que los alumnos más capaces pasan de ser las estrellas de la clase a tener una imagen de sí mismos más realista. Otro aspecto importante que ha sido bastante estudiado es la motivación para el aprendizaje. El trabajo de Kulik (1992) pone de manifiesto ganancias en este aspecto cuando los alumnos están agrupados con otros similares a ellos (ES=.27). Otros trabajos muestran incrementos apreciables en las actitudes hacia el aprendizaje de los alumnos en escuelas especiales respecto a otros en opciones de agrupamiento menos “drásticas”. 14 Así, los alumnos en las escuelas especiales tienen obtienen mayores diferencias en rendimiento que los que participaron en programas a tiempo parcial (Cf. Delcourt, Lloyd, Cornell y Goldberg, 1994). El agrupamiento heterogéneo o clase convencional Esta es la opción por defecto en nuestras escuelas desde principios del siglo XX, y toma como criterio de agrupamiento la edad, lo que conlleva a que la capacidad no sea homogénea. O dicho en otros términos, que no todos los niños de misma capacidad tienen el mismo desarrollo cognitivo, afectivo, motivacional, etc. Además de esto, la enseñanza en las clases convencionales se basa en el ritmo del profesor, no del alumno. Es interesante recordar que en la escuela convencional se prescribe (aunque modestamente) lo que se debe enseñar, no tanto lo que se debe aprender, como refleja por ejemplo el hecho, sorprendente a mi juicio, de que en nuestro país no existan estándares de rendimiento que señalen lo que cada alumno debe “saber y saber hacer” en cada curso y edad (ver para un análisis al respecto Tourón, 2009). Pretender el desarrollo de los más capaces con una persistente obsesión por desarrollar el mismo currículo, basado generalmente en el libro de texto, al mismo nivel de velocidad, dificultad y amplitud para todos los alumnos es como “pretender calzar a todos los alumnos de la misma edad con zapatos del mimo número” (Benbow y Stanley, 1996). Los estudios que se llevan a cabo sobre el agrupamiento toman la clase heterogénea como el grupo de control, por lo que sus resultados hay que analizarlos en sentido contrario. Ya vimos al comienzo de estas páginas que la clase convencional centrada en el profesor tiene pocas posibilidades de satisfacer las necesidades de todos aquéllos alumnos que se aparten significativamente del “alumno medio”, tanto por exceso como por defecto. En general, cualquier estudio que se consulte muestra que cualquier forma de agrupamiento siempre ofrece mejores resultados que la clase convencional. Y es que quizá la clase convencional ha evolucionado poco desde su nacimiento (Archambault, Westberg, Brown, Hallmark, Emmons y Zhang, 1993). En su conocido estudio (Un lugar llamado escuela) sobre las clases americanas Goodland, señalaba a propósito del profesor en la clase: “No importa el modo en el que nos aproximemos a la clase en un intento de describir y comprender lo que pasa en ella, el profesor aparece como entrenador, jugador, árbitro e incluso como quien establece las reglas del juego. Pero esta analogía debe cesar, porque no hay equipo” (Goodland, 1984, p. 108; tomado de Tieso, 2003). El reparó sobre el hecho que de que es el profesor el que hace todos los papeles en la clase, incluyendo las preguntas que hay que hacer y las respuestas que hay que dar. Señala este mismo autor que “la didáctica de la clase es muy similar de una escuela a otra; los profesores explican la lección, preguntan, los estudiantes escuchan y los libros se convierten en el principal medio del proceso de enseñanza aprendizaje, hay una gran conformidad pedagógica” (p. 247). No es muy diferente en la Universidad, en la que la clase se convierte en el ámbito de la toma de apuntes. Se decía antaño que era el sistema por el que “lo que estaba en los papeles del profesor pasaba a los papeles de los alumnos, sin pasar por la cabeza ni del uno ni de los otros”. Quizá esto sea un poco exagerado y las nuevas reformas universitarias tratan de corregirlo, pero no está muy lejos de la realidad en demasiados casos (Cf. Tourón, 1989). No es este el lugar para ahondar mucho más en la problemática de las clases convencionales o heterogéneas, lo que requeriría todo un tratado. Baste señalar que no son un medio eficaz para el logro de muchos de los objetivos que se pretenden: pensamiento divergente, capacidad crítica, etc. Baste señalar, siguiendo a Tieso (2003), que su principal ventaja es que se puede ofrecer instrucción a todo un grupo con un mismo nivel de preparación y capacidad. La principal desventaja 15 es que los alumnos se ven obligados a moverse por el currículo sin importar cuáles sean sus conocimientos previos, su capacidad, preparación o intereses. Por otra parte es, justo señalar que cumplen una función importante y que bien desarrolladas pueden ser eficaces en el logro de determinados objetivos, pero en modo alguno pueden convertirse en la principal estrategia didáctica, menos aún la única. Dicho de otro modo, la clase heterogénea sí pero “no para siempre, no solamente, no para todos”. Un análisis muy pormenorizado de lo que “funciona” y “no funciona” en la escuela puede verse en las reciente obras de síntesis de Hattie (2008, 2010). b) Las opciones de agrupamiento en pequeños grupos El agrupamiento en clusters La literatura disponible sobre esta modalidad de agrupamiento que describí en la tabla 3 es muy abundante y refleja ganancias incluso mayores que las opciones de agrupamiento a tiempo completo. Uno de los primeros estudios es el llevado a cabo por LeRose en 1986 en el que se comparaban alumnos de la misma capacidad agrupados en cluster con otros que recibieron la misma diferenciación curricular pero en modalidad de aceleración. El grupo formado por clusters tuvo un rendimiento significativamente mejor en test de creatividad verbal, lo que lleva a pensar, según señala Rogers (2002), que el tener mayor oportunidad de interactuar con compañeros igualmente capaces ha podido llevar al grupo a rendir mejor. Kulik y Kulik (1992) y Kulik (2003) en sus meta‐análisis encontraron efectos positivos importantes para los alumnos que trabajaron en clusters, con rendimientos que llegaron a un 60% más que sus colegas de misma capacidad no agrupados. Ahora bien, los trabajos de los Kulik identificaron varios factores que son los que pueden hacer este procedimiento efectivo; entre ellos destacan la necesidad de diferenciar el currículo y que los estudiantes podrían estar en la misma clase que sus otros compañeros, lo que facilita la coordinación de horarios y otros problemas organizativos. Ya en 1962 Passow señaló que lo importante en el problema del agrupamiento por capacidad depende menos del tipo de agrupamiento que de la filosofía que está detrás: la diferenciación en el contenido, método, velocidad y las técnicas utilizadas por el profesor. Slavin (1987) encontró tamaños del efecto de 0.41 y Kulik (1992) de 0.25 para los agrupamientos flexibles intra‐clase; nueve de los once estudios revisados ofrecieron rendimientos generales superiores a la opción de clase heterogénea. Otro estudios no incluidos en los trabajos de los Kulik, como el estudio causal comparativo de Gentry y Owens (1999) encontraron un resultado interesante respecto al número de alumnos de alta capacidad identificados en las clases donde había clusters; éste se incrementaba, lo que sugiere que esta práctica también beneficia a otros alumnos en la misma clase. Este mismo estudio ofrece además resultados significativamente superiores para los alumnos agrupados, en parte por las elevadas expectativas de los profesores así como por la diferenciación curricular. Por otro lado, el nivel en los tests para los alumnos de más bajo y medio rendimiento se incrementó. En suma que la práctica benefició a todos los alumnos. Finalmente, en un estudio nacional llevado a cabo por Patricia Schuler, publicado en 1997 por el National Research Center on the Gifted and Talented, se aportan resultados de gran interés respecto al agrupamiento por clusters, pues se ponen de relieve resultados positivos en el aspecto social y emocional también, ya que los alumnos aunque trabajan en grupos de igual capacidad, siguen pudiendo interactuar con el resto de sus compañeros de capacidad diversa. El estudio abarcó 16 a 131 distritos repartidos en 29 Estados, de los que participaron un 53%. Los resultados finales de los distritos que afirmaban practicar este tipo de agrupamiento fue finalmente de 23, representando a 15 estados. Uno de los principales resultados revela las “diferencias cualitativas” en la instrucción llevada a cabo: aceleración en la presentación del currículo, enriquecimiento en profundidad y compactación curricular. El estudio refleja también que el 90% de los estudiantes estaban muy de acuerdo con el agrupamiento: “poder moverse por el currículo sin tener que esperar a los otros”, “disfrutar con los compañeros intelectuales”, “estar impacientes por recibir un reto”, fueron algunos de los comentarios más relevantes. Los resultados de investigación, en suma, reflejan que los estudiantes de alta capacidad agrupados en clusters “experimentan ganancias en el plano académico y tienen unas actitudes más positivas respecto al aprendizaje y la escuela que los alumnos de la misma capacidad no agrupados” (Rogers, 2006, p. 18). Esta es una práctica que definitivamente se debería considerar (Rogers, 2002). Los programas pull‐out Este procedimiento, tal como adelantaba en la tabla 3, consiste en sacar del aula regular a un determinado número de alumnos por un período de tiempo establecido cada semana, para que puedan acudir –con otros compañeros de igual o similar capacidad‐, y un profesor preparado para ello, a una actividad orientada a estimular sus capacidades y progreso académico. Es una actividad bastante popular en los distritos escolares norteamericanos, no exenta de ciertos problemas organizativos, de selección y de seguimiento de los estudiantes que han de formar parte del programa. Una vez más lo verdaderamente importante reside en la preparación del profesor y la calidad diferencial de las actividades que se lleven a cabo. La mayor parte de las veces se encuentra ligada a actividades de enriquecimiento (Cf. Tourón, Peralta y Repáraz, 1998). Rogers (1991) revisó diversos trabajos llevados a cabo hasta el momento, entre los que están los meta‐análisis de Kulik & Kulik, (1982, 1984, 1990), Kulik, (1985) y Vaughn, (1990), las dos síntesis de las mejores evidencias de Slavin (1987, 1990), y una síntesis de investigación de carácter etnográfico (Gamoran & Berends, 1987), de todos ellos se extraen algunas conclusiones que, en lo que se refiere a los programas pull‐out reproducimos: “el agrupamiento por capacidad para el enriquecimiento, especialmente cuando el enriquecimiento es parte de una estrategia de agrupamiento intra‐clase o un programa pull‐out, produce ganancias sustanciales en el plano académico, el pensamiento crítico y la creatividad para los alumnos de alta capacidad y con talento”. Más adelante, citando el trabajo de Vaughn (1990) añade “los programas de enriquecimiento muestran un ligero pero positivo incremento de la autoestima de los alumnos” (p. XI). Los programas pull‐out en muchas ocasiones son vistos como “el programa para los más capaces”, que suele ser de una duración, como ya se señaló, de unas horas a la semana. Una análisis rápido nos permite considerar que los alumnos más capaces lo son a “jornada completa” y el gran riesgo que se corre es que los responsables de los centros donde esta práctica se lleva a cabo entiendan que su responsabilidad hacia los niños ya está cumplida. Si los alumnos pasan la mayor parte del tiempo en la clase regular y unas pocas horas (en el mejor de los casos) en el programa, sus posibilidades de aprender al ritmo que necesitan se ven seriamente limitadas. En síntesis que, como señala Rogers (2002), “el mejor programa pull‐out es aquel que se da como programa suplementario para apoyar y extender un currículo verdaderamente diferenciado que ya se esté ofreciendo diariamente a los alumnos con dotación y talento en la clase regular” (p. 223). 17 El reagrupamiento por capacidad/rendimiento para materias específicas (Regrouping for Specific Subject Instruction) Es una modalidad bastante habitual y se lleva a cabo teniendo como criterio de agrupamiento tanto la capacidad natural de los alumnos, como su rendimiento. Esta es una distinción que se empareja bastante con la distinción que hace Gagné en su modelo diferenciado de dotación y talento al referirse a las capacidades naturales y a las capacidades desarrolladas sistemáticamente3 . Uno de los primeros estudios sobre esta modalidad de agrupamiento fue llevado a cabo por Slavin (1987), en el que se aportan resultados que apoyan esta práctica siempre que los alumnos sean adecuadamente emparejados con la dificultad del currículo. Todos los alumnos se benefician, pero los de más alto rendimiento llegan a obtener ventajas de hasta 1,8 años de ganancia en la materia en la que reciben la instrucción. Eso sí, en los casos en los que esto sucede el currículo se ha acelerado y se ha hecho más complejo. Lo mismo ocurre para los alumnos de medio y bajo rendimiento, aunque las ganancias son menores. Y es que realmente ya Stanley desarrollo un concepto, ligado la DTPI ya mencionado, que es el optimal match, que pretende un ajuste óptimo del currículo a las capacidades y rendimiento de los escolares, ajuste que ha de darse tanto en el nivel de complejidad y profundidad como en la velocidad de desarrollo (Cf. CTY, 1995; Reyero y Tourón, 2003; Robinson y Robinson, 1982), bien próximo al concepto de zona de desarrollo proximal introducido por Vitgosky en los años 30, y que ya fue mencionado páginas atrás. Por su parte Kulik y Kulik (1992) encontraron que la motivación hacia el aprendizaje en el área de agrupamiento aumentaba considerablemente, especialmente en ciencias y estudios sociales, sin embargo no se encontraron diferencias de motivación general para el aprendizaje. Otros estudios como el de Goldring (1990) corroboran estos resultados en los que los alumnos más capaces obtienen sustanciales ganancias respecto a sus compañeros de la misma capacidad no agrupados. Lo mismo cabría decir de los resultados de Delcourt et. al. (1994), que llevaron a cabo un estudio con una amplia muestra de alumnos de alta capacidad (N=1178) en la que se analizaron diversos tipos de agrupamiento, incluido el que estamos tratando. Las ganancias en rendimiento fueron importantes en todas las formas de agrupamiento. En este estudio se repite, también, el hallazgo ya conocido de que los alumnos más capaces tienden a tener una auto‐estima menor que cuando no están agrupados, por las razones que ya fueron expuestas. Por tanto, esta opción es adecuada y beneficiosa para los alumnos más capaces o con alto rendimiento siempre que se den las condiciones de adaptación del currículo mencionadas. El problema para la escuela, una vez más, es de carácter organizativo pero no infranqueable. Agrupamiento intra‐clase por nivel de capacidad/rendimiento (Within‐Class Grouping) Uno de los investigadores que analizó el efecto de esta medida fue Slavin (1987, 1990), tanto en la enseñanza Primaria como Secundaria. Las ganancias en la materias, particularmente Matemáticas fueron importantes, también mejoraron las actitudes hacia las diversas disciplinas. Aunque no todos los resultados son coincidentes en la literatura como veremos enseguida. Una vez más la clave de esta estrategia, como de todas las demás, es la diferenciación curricular. No se trata de que los profesores agrupen a los alumnos en grupos reducidos para repetir el mismo esquema de lección que para otro grupo mayor (Tieso, 2003). Por otra parte tiene la ventaja de que los alumnos permanecen con su grupo natural. Esto requiere, por tanto, profesores capaces de diversificar la enseñanza en función de los niveles de preparación, capacidad, motivación 3 Una descripción del modelo y el acceso a un documento breve del autor puede encontrarse online en http://www.javiertouron.es/2012/03/talento‐de‐que‐hablamos.html 18 e intereses de los alumnos y tiempo de dedicación suficiente. Quizá algo que se le debería suponer a todo profesor. Kulik (1992) también concluye que el agrupamiento intra‐clase tiene efectos positivos. Sin embargo Delcourt, Cornell y Goldberg (1994) no encontraron efectos positivos para esta modalidad de agrupamiento, lo que no es fácil de comprender según señala Rogers (2002), quien apunta que quizá pueda deberse a que los profesores no dedicaron suficiente tiempo a la instrucción, o bien que no fueron capaces de preparar materiales suficientemente diferenciados. En cualquier caso en el trabajo mencionado queda clara la superior efectividad de todas las otras opciones de agrupamiento sobre esta. “Si los profesores y las escuelas persisten en la utilización del agrupamiento intra‐clase, necesitarán dedicar un tiempo adecuado y una preparación de los profesores oportuna para que sean capaces de preparar experiencias de aprendizaje diferenciadas para estos grupos, y necesitarán seguir de cerca el rendimiento de los alumnos que participan en estos grupos” (Rogers, 2002, p.237). Agrupamiento para trabajo cooperativo en grupos de igual capacidad (Like‐Ability Cooperative Grouping) “El aprendizaje cooperativo abarca una variedad de prácticas para la clase que incluyen los siguientes atributos: interdependencia del grupo construida alrededor de objetivos comunes, centrado en habilidades sociales o en la dinámica del grupo, rendición de cuentas individual sobre la materia aprendida. Las experiencias de aprendizaje cooperativo pueden ofrecer una valiosa oportunidad para compartir ideas, practicar el pensamiento crítico y ganar en habilidades sociales”4. Como se sabe, el aprendizaje cooperativo fue propuesto en los primeros 90 como la alternativa al “injusto y antidemocrático” agrupamiento por capacidad, y como solución a muchos de los problemas del sistema educativo. Incluso el propio Slavin, uno de los principales oponentes del agrupamiento, junto con Jeannie Oakes, como va dicho, señalaba que el aprendizaje cooperativo no puede ser visto como una solución para todo un conjunto de problemas educativos diversos. “El aspecto más preocupante de la actual preponderancia del aprendizaje cooperativo es la correlativa desaparición del agrupamiento. Aunque las dos prácticas no son mutuamente excluyentes, se han asociado en la mentalidad de los profesores porque los principales defensores del aprendizaje cooperativo tienden a ser los principales opositores del agrupamiento” (Mills y Durden, 1992). Aquí me voy a referir, particularmente, al aprendizaje cooperativo en grupos de capacidad similar y lo que la investigación señala al respecto. Rogers (1993) estudió el efecto de esta estrategia con alumnos avanzados en inglés matriculados en clases AP5. Los resultados mostraron que los alumnos agrupados de este modo produjeron trabajos con más precisión gramatical, mejor argumentados, y con conclusiones más elaboradas. Uno de los estudios más amplios fue llevado a cabo por el National Research Center on the Gifted and Talented (Reis, Westberg, Kulikovich, Caillard, Herbert y Plucker, 1994). En el se recogieron resultados cualitativos y cuantitativos en grupos homogéneos (n= 262) y heterogéneos (n=262) formados con alumnos de 4º grado. Estos grupos estaban formados por tríadas de alumnos de baja, media y alta capacidad en el caso de los grupos heterogéneos y tríadas de alumnos de la misma capacidad en el caso de los grupos homogéneos (es decir, tríadas de alta capacidad, 4 Tomado de la traducción autorizada del documento original de la National Association for Gifted Children que aparece en el blog Talento y educación de Javier Tourón. 5 AP= Advanced Placement, un procedimiento propio del sistema norteamericano que permite a los alumnos hacer cursos avanzados mientras están en la Secundaria/High School, con lo que pueden lograr créditos para el college. Puede verse una amplia descripción en: http://www.collegeboard.com/student/testing/ap/about.html 19 capacidad media y baja capacidad). Los resultados reflejan que los niños de más capacidad no se ven perjudicados ni beneficiados desde la perspectiva académica en ningún tipo de agrupamiento y tienen, por el contrario, un cierto beneficio social. Pero como señala Rogers (2002), ¿son los beneficios sociales suficientes para compensar la pérdida de beneficios académicos?, y si lo son, ¿cuánto tiempo deben permanecer los niños más capaces en este tipo de agrupamiento en la escuela? “Al agrupar a los niños más capaces, los profesores pueden ofrecer al grupo tareas con mayor nivel de reto para que trabajen mientras los otros niños aprenden lo básico. Esto puede conducir a tareas cooperativas más diferenciadas y con más reto (…). Sin diferenciación, los grupos de las misma capacidad probablemente no tendrán ninguna mejora general en su rendimiento” (Rogers, 2002). “La NAGC entiende que el aprendizaje cooperativo debería ser contemplado dentro de un conjunto de estrategias que pueden favorecer el logro de determinados objetivos para algunos alumnos de alta capacidad durante algún tiempo, pero que no debería ser visto como una panacea que reemplace las actividades diferenciadas dirigidas a atender las necesidades de los estudiantes más capaces. Cuando se utiliza en combinación con otra serie de servicios para diferenciar la educación de los más capaces, el aprendizaje cooperativo puede ser una estrategia apropiada”6. Agrupamiento entre‐cursos por nivel de rendimiento (Cross‐Grade Grouping/Multiage Classrooms) En esta modalidad, como se recogía en la tabla 3, los alumnos son o bien asignados a grupos superiores (cross‐grade) al correspondiente a su edad, o bien no existe un grado dado y se agrupan alumnos de edades diversas (Multiage), permitiéndoseles que trabajen al nivel real de su desarrollo. La cuestión organizativa reside en que los horarios de las materias (p. e. Matemáticas) sean coincidentes entre los diversos grupos, cosa que en Primaria es bastante sencilla para las asignaturas principales. De este modo, un alumno de digamos cuarto curso, podría ir a la clase de 5º ó 6º para recibir las Matemáticas y luego regresar a su grupo para el resto de las materias. En la modalidad multiedad, los grupos se forman por niveles de competencia/rendimiento o capacidad, de manera que los alumnos se mueven por el currículo en función de sus necesidades. A mi juicio esta modalidad es mejor que la anterior, pues en aquélla dado que los modos de enseñanza serán propios del sistema “start/stop” que se acomoda a los alumnos de capacidades medias, éstos pronto estarán desadaptados. En grupos multiedad con metodologías apropiadas probablemente se satisfacen mejor las necesidades de los más capaces. Slavin (1987) ya comprobó que este sistema era efectivo, no solo para los más capaces, si no también para los demás alumnos. En su trabajo reporta un ES= 0.45, lo que representa 1,25 años de ganancia para los alumnos de la escuela elemental cuando eran agrupados para la enseñanza de la lectura en grupos adecuados a su nivel de dominio. Rogers (1991) por su parte, comprobó que los alumnos en clases no graduadas (multiedad) mejoran en todas las áreas académicas cuando se les permitía moverse al ritmo al que eran capaces de hacerlo (ES= 0.38). Uno de los primeros estudios de este tipo es el conocido plan Joplin, en Missouri. La versión primera de este plan suponía un modelo de agrupamiento entre cursos (cross‐grade) de manera que los alumnos de 4, 5 y 6 se dirigían a diversas clases para recibir la instrucción de acuerdo a su nivel de preparación. Los alumnos más avanzados utilizaban libros de los grados 6, 7, y 8; los estudiantes del grupo de nivel medio empleaban textos de los grados 5, 6 y 7 y, por último , los estudiantes de menor nivel utilizaban libros de los grados 4, 5 y 6. Después de una hora de instrucción los alumnos regresaban a sus clases de procedencia. Este sistema fue extendido después a la aritmética (Kulik, 1992). 6 Tomado de la entrada sobre el aprendizaje cooperativo del blog Talento y Educación, editado por el autor. 20 Este tipo de agrupamiento tiene diversas ventajas entre las que Tieso (2003) destaca: a) la naturaleza flexible y temporal del agrupamiento orientada a una materia y directamente relacionada con el nivel de rendimiento/preparación, ya que este agrupamiento permite a los alumnos entrar y salir de los grupos de acuerdo con su rendimiento demostrado; b) en segundo lugar está en el ajuste curricular entre los grupos, y no utilizar el mismo currículo para todos los alumnos, tal como ocurre en la escuela graduada convencional y c) consigue reducir la heterogeneidad en la clase sin afectar negativamente a la autoestima de los alumnos en el grupo inferior. Goodlad (1966; tomado de Tieso, 2003) dice que en una clase de 4º grado hay alumnos que leen con un nivel correspondiente a segundo y otros lo hacen a nivel de 6º. “Un profesor que dice que enseña a un nivel de 4º grado realmente está enseñando solo a tres o cuatro alumnos de ese nivel” (p. 6). Por tanto, vemos que este tipo de agrupamiento es beneficioso para el aprendizaje de todos los alumnos, no solo para los más capaces. Por ello el argumento de “elitismo”, “segregación” y otros similares son insostenibles a la luz de la investigación. 5. Conclusión: implicaciones para la escuela y el sistema educativo Como va dicho, la escuela con la llegada de la modernidad se gradúa adoptando la edad como criterio de clasificación. El acceso de todos a la educación, idealmente a la mejor educación posible, promovida por el estado o por la sociedad civil, pero una escuela de calidad, es un indudable logro. Ahora bien, es mucho lo que se ha investigado en el último siglo sobre la escuela y los factores que en ella intervienen, son paradigmáticos los dos últimos trabajos de John Hattie (2008, 2011) citados páginas atrás, o en nuestro contexto las diversas síntesis de López (a modo de ejemplo, ver López, 2009). Es mucho lo que sabemos, aunque como señala de la Orden, nuestro campo de estudio no se caracteriza por disponer de muchas teorías fuertes. Tenemos ciertas ideas sobre como actuar, y la evaluación como mecanismo de optimización de las alternativas posibles ha evolucionado de manera notable en las últimas décadas, como ponen de manifiesto los escritos del profesor de la Orden (Cf. Orden, 1982, 2000; Orden, Bisquerra, Gaviria, Gil, Jornet, Sánchez, Sánchez, Sierra y Tourón, 1998). Sin embargo, es enorme el distanciamiento que se da entre la investigación educativa y la práctica, tal como señalé al principio de estas páginas. Es como si de dos mundos paralelos se tratase. Quizá la experiencia y uso cada vez más intensivo de la redes sociales, en las que se comparte actualmente tanto conocimiento, pueda convertirse en un punto de acercamiento entre lo que sabemos y lo que se hace en las aulas. No es una cuestión menor, ya que si no hacemos algo por mejorar seriamente la formación de los profesores y lo que ocurre en las aulas, poco podemos esperar que mejore el sistema educativo. Como señalé en otro lugar, ya se ha hecho clásica la expresión de que “ningún sistema educativo es mejor que sus profesores” (Barber y Mourshed, 2007; Mourshed, Chijioke y Barber, 2010; Calleja, Collado, Macías y San José, 2012). Por lo que se refiere al tema que tratamos, objeto de atención prioritaria por la Pedagogía Diferencial desde el pasado (Cf. Orden, 1973) hasta el presente (Hong, Corter, Hong y Pelletier, 2012), no parece posible mantener una escuela que se obstina en agrupar a los alumnos por edad sin considerar las diferencias en su capacidad para el aprendizaje. Por el contrario, sí es posible afirmar, con carácter general, que el agrupamiento por capacidad homogénea es superior al agrupamiento heterogéneo, siempre que en el primero se lleven a cabo las tareas de diferenciación curricular y adaptación pertinentes. Las estrategias que atienden a todo el grupo o toda la clase en grupos heterogéneos, donde el profesor desarrolla el mismo currículo para todos los alumnos con poca o ninguna diferenciación, es 21 de escasa utilidad para los alumnos más capaces (como lo es para los que tienen un aprendizaje más lento, claro). Cuando el grupo se divide en subgrupos teniendo en cuenta la capacidad o el rendimiento y se utiliza la diferenciación curricular apropiada, los alumnos más capaces obtienen beneficios académicos, sociales y emocionales, pero también mejora el rendimiento de los alumnos en los demás grupos. Hay que percatarse de que agrupar por capacidad es bueno para todos los niveles, toda vez que el reto y la velocidad de desarrollo se optimiza para cada grupo, siguiendo el ya clásico principio del “optimal match” desarrollado por Stanley en los 70, como ya fue dicho. Este argumento debería desarmar la crítica, las más de las veces ideológica, de que el agrupamiento segrega, porque lo que hace es optimizar el aprendizaje, tanto más cuanto mejor se diferencia el currículo. Los efectos del agrupamiento en términos estadísticos son medios (ES.45), pero consistentes a lo largo de los estudios y las décadas. Los efectos son tanto mayores cuanto mayor es el tiempo de agrupamiento de los alumnos. Dentro de las estrategias de pequeño grupo, las que muestran mayor eficacia son los clusters y el reagrupamiento para la instrucción específica de algunas materias, seguidos del agrupamiento entre cursos (no graduado), los programas pull‐out, los agrupamientos intra‐clase y finalmente las tareas de aprendizaje cooperativo. Quisiera terminar con unos cuantos principios, adaptados de Rogers (1991), que me parece pueden servir para llevar a cabo una reflexión serena sobre la atención educativa a un grupo de alumnos largamente ignorado en nuestro sistema educativo (baste ver las cifras de alumnos identificados), incluso a pesar de la legislación favorable al respecto de que disponemos. 1. Los estudiantes que son académica o intelectualmente dotados deberían pasar la mayor parte del día escolar con otros estudiantes de capacidades e intereses similares. 2. El agrupamiento por clusters de un número reducido de alumnos dentro de una clase heterogénea, ya sean formados por capacidad o rendimiento en un dominio determinado, puede considerarse como opción cuando la escuela no pueda desarrollar un programa a tiempo completo (ya sea por razones demográficas, económicas o filosóficas). 3. Si no existe un programa de atención a los más capaces a tiempo completo, a estos alumnos se les debe ofrecer una instrucción específica de acuerdo con su adquisición de conocimientos en las diversas materias, ya sea en conjunción con el agrupamiento en clusters o en sustitución de éste. 4. A los alumnos de alta capacidad se les deben ofrecer experiencias diversas incluyendo opciones de aceleración, que pueden ser ofrecidas individualmente o en grupo. 5. Los alumnos de alta capacidad deben tener experiencias educativas que impliquen enriquecimiento de su currículo regular, de manera que se desarrollen de forma más amplia los conceptos, principios y generalizaciones del mismo. 6. El aprendizaje cooperativo en grupos de capacidad heterogénea debe utilizarse con moderación con los más capaces, quizá solo para programas de desarrollo de habilidades sociales. Es más, y solo por recordarlo, el sistema educativo en la ley orgánica que lo regula señala claramente (art. 2. 1ª) el compromiso de todo el sistema de orientarse a la consecución del pleno desarrollo del potencial de los alumnos, tanto personal como social e intelectual. Más aún, el capítulo relativo a la equidad se refiere (art. 76 y 77) al compromiso de las Administraciones de identificar tempranamente las necesidades de los alumnos más capaces y de flexibilizar la duración de las diversas etapas escolares con independencia de la edad. No creo que se pueda decir más claro. ¿No parecen los resultados de la investigación suficientemente atractivos y las razones expuestas en esta contribución suficientes para, al menos, contemplar las reformas de la escuela que optimicen el rendimiento de cada alumno? A mí me parece que sí. 22 Referencias Archambault, F. X. Jr., Westberg, K. L. ; Brown, S. W.; Hallmark, B. W.; Emmons, C. L. y Zhang, W. (1993). Regular Classroom Practices with Gifted Students: Results of a National Survey of Classroom Teachers. Storrs, CT: National Center on Gifted Education. Barber, M. y Mourshed, M. (2007). Education Report on Education. How the World’s best‐performing School Systems come out on Top. (versión electrónica accessible en http://www.mckinsey.com/locations/ukireland/publications/pdf/Education_report.pdf ). Benbow, C. P. (1986). SMPY's Model for Teaching Mathematically Precocious Students. In J. S. Renzulli (Ed.), Systems and Models in Programs for the Gifted and Talented (pp. 1‐25). 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