Ricos transformados en piqueteros Por Rubén Dri * La devastación del país que produjo la implementación a rajatabla del neoliberalismo conservador en la década del ’90 dio nacimiento a los millones de trabajadores que quedaron en el aire, “desocupados”, echados fuera de los márgenes de la “civilización”, abandonados a su mala suerte. Desde la indigencia, desde el olvido y la marginación tuvieron que hacer uso de su imaginación creadora e inventar métodos para hacerse “visibles”. Surgen, entonces, entre otros métodos como el “escrache”, inventado por H.I.J.O.S., y la “ronda”, creada por las Madres de Plaza de Mayo, los “cortes de ruta”. Los realizan los “piqueteros”. Los periodistas e intelectuales que llevan la voz cantante en nuestra sociedad inmediatamente comenzaron a clamar por el abuso que significaban dichos cortes. Lesionaban el derecho de circular libremente asegurado por nuestra Constitución. Se clamaba por la represión, pues eran como una mancha negra y apestosa en nuestra sociedad de los buenos. En muchísimas ocasiones la reclamada represión se produjo, dejando en los cuerpos de los piqueteros la marca del orden. El encarcelamiento estuvo a la orden del día y, en diversos casos, el asesinato vil, como en los conocidos casos de Kosteki y Santillán. Pasó el tiempo. Ya no nos encontramos en 2001, su pueblada y la multitud de desocupados cortando rutas. Estamos en el 2008. Los cortes de ruta ahora los realizan, incredibile dictu, la Sociedad Rural, sí, la misma que nos dio de regalo a Martínez de Hoz, las Confederaciones Rurales, Coninagro y la Federación Agraria. Ya no son los pobres, o sea, los “negros”, sino los ricos, los “blancos”; no son los “desocupados”, sino los que “ocupan” a otros. Los cortes de ruta no son los mismos, mutaron, cambiaron de piel, se metamorfosearon, en una palabra, son totalmente “diferentes”. Los cortes de ruta de los negros siempre eran por unas horas, por un día al máximo, para retornar en otra ocasión. Mariano Grondona, distinguido pope de la “prensa libre”, dictaba cátedra sobre el conflicto de derechos, el de lograr lo mínimo para sobrevivir con el de transitar libremente con los coches último modelo. Las manifestaciones debían hacerse en lugares que no molestasen el libre transitar de los honestos ciudadanos. Ahora es distinto. En primer lugar, los cortes duran indefinidamente. En segundo lugar, producen desabastecimiento. En tercer lugar, se producen sobre rutas internacionales. En cuarto lugar, la Gendarmería no sólo no reprime a los “ilustres piqueteros”, sino que los cuida. Ninguno ha recibido un solo rasguño. En quinto lugar, la prensa que tanto se escandalizaba de los cortes de los desocupados, ahora, ante el corte de los ricos, se deshace por darle cobertura, tanto que al decir de Hugo Presman: “Cualquiera que llegue por estos días a la Argentina tendrá la sensación de que gobierna una junta de cuatro civiles, con el primer ministro Alfredo De Angeli, que pasan por todas las radios y la mayor parte de los canales. El Gobierno pierde en los medios por goleada”. Parece que la pregonada “calidad institucional” se protege cortando las rutas. Los discursos desaforados, ampliamente difundidos por los medios de comunicación “independientes”, parecen expresar una verdadera cruzada nacional en defensa de la patria sometida por una familia que se adueñó del gobierno y quiere ver a todos de rodillas: “Sólo ante Dios nos vamos a arrodillar y nunca frente a ningún tirano”. De lo cual no podemos menos que decir que al frente del país hay un tirano y efectivamente, la inefable Carrió nos aclaró que estamos gobernados por un “tiranuelo”. El vocero del lockout patronal no se anda con chiquitas. “Nos van a tener que matar de pie antes de vernos de rodillas” y “si mandan a los gendarmes, manden también las ambulancias”. Imaginemos que esto hubiese sido dicho por piqueteros desocupados. ¡Qué alarma no hubiese sonado en los grandes medios, es decir, en la prensa “independiente”! ¡Eso es incitación a la violencia! Dicho en cambio por el vocero de los patrones del campo suena como un himno a la alegría. La épica que aparece en los encendidos discursos no sólo del citado vocero, sino también de los otros ilustres representantes de los dueños de la tierra, nada tiene que ver con la patria, sino con el popular y nunca bien ponderado “bolsillo”. No quieren compartir absolutamente nada de las fabulosas ganancias que hoy acumulan. En otras palabras, no quieren pagar impuestos. La épica tiene que ver con el bolsillo, pero debido a que el Gobierno en esto no ha dado el brazo a torcer, se ha trasladado al “poder”. Ya es descaradamente una lucha por el poder. Ante esa lucha menester es definirse. El Gobierno ha cometido muchos errores y, tal vez, horrores. Tenemos muchos reclamos que hacerle en lo referente a un verdadero proyecto nacional y popular, que exige necesariamente la recuperación de toda la riqueza nacional que se ha entregado en la infausta década del ’90. Pero independientemente de ello, la política de las retenciones es correcta y, en esto, el Estado no puede ceder, pese a las amenazas como las de Eduardo Buzzi, el que preside la Federación Agraria, a la que pertenece el gran De Angeli: “Que truene el escarmiento si no se cambia en el tema de las retenciones [...] Hay un solo camino, ganar o ganar”. La lucha no es del Gobierno contra el campo o viceversa. Simplemente es el levantamiento de los patrones del agro que acumulan fabulosas ganancias que hoy desafían al Estado, diciéndole que en sus negocios éste no debe meterse y, si lo hace, harán tronar el escarmiento. Frente a esto tenemos que ser claros. El Estado debe meterse, debe cobrar la renta, debe intervenir en el mercado para ponerles límites a los grandes consorcios que lo controlan a su gusto y paladar. * Filósofo y teólogo, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).