LA COMPASIÓN Y EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA EMPATÍA Joan Halifax (TED Talks. Dic. 2010. TED.com) Quiero abordar el tema de la compasión. La compasión tiene muchas caras. Algunas son feroces; otras son coléricas; lagunas son tiernas; otras son sabias. Citando algo que dijo el Dalai Lama una vez; dijo: El amor y la compasión son necesidades. No son lujos. Sin ellos, la Humanidad no puede sobrevivir . Y yo sugeriría, que no sería solamente la Humanidad la que no sobreviviría, sino todas las especies de este planeta, tal como lo hemos oído hoy. Son los grandes felinos, y también el plancton. Hace dos semanas, estuve en Bangalore, en India. Tuve el privilegio de poder enseñar en un hospicio en las afueras de Bangalore. Y temprano en la mañana fui al pabellón principal. En ese hospicio había 31 hombres y mujeres en agonía. Me acerqué a la cabecera de la cama de una anciana que respiraba jadeando, muy frágil, obviamente en la etapa final de la agonía. Observe su rostro. Observe el rostro de su hijo, que estaba a su lado, y su rostro esta hendido de pena y confusión. Y recordé una cita del Mahábharata, la gran epopeya India: ¿Qué es lo más asombroso de este mundo, Yudhisthira? y Yudhisthira respondió: lo más asombroso de este mundo es que a nuestro alrededor la gente puede estar muriéndose y no nos damos cuenta, de que también nos puede suceder a nosotros . Miré hacia arriba. Y había mujeres jóvenes ocupándose de esos 31 moribundos de aldeas cercanas a Bangalore. Observé el rostro de una de estas mujeres, y pude ver la fuerza que surge si hay realmente compasión natural, observé sus manos mientras bañaba a un anciano. Posé la mirada en otra joven que limpiaba el rostro de otra persona moribunda. Y me recordó algo que había presenciado. Cerca de una vez al año tengo el privilegio de cumplir algunas misiones en el Himalaya y en la meseta tibetana. Y dirigimos clínicas en estas regiones remotas donde no existe ayuda médica de ninguna clase. Y el primer día en Simikot, en Humla, en el lejano oeste de Nepal, la región más pobre de Nepal, vino un anciano aferrándose a un montón de harapos. Entró y alguien le habló. Y nos dimos cuenta de que era sordo, y miramos entre los harapos, y se veían un par de ojos. Se quitaron los trapos de una niña pequeña cuyo cuerpo estaba cubierto de quemaduras. Nuevamente los ojos y manos de Avalokiteshvara. Era la joven, la enfermera que limpiaba las heridas de la bebé y las vendaba. Sé que esas manos y esos ojos también me conmovieron. Me conmovieron en ese momento, y me han conmovido a lo largo de mis 68 años. Me cuidaron cuando tenía 4 años de edad, y perdí la vista y quedé parapléjica. Y mi familia trajo una mujer cuya madre había sido una esclava para cuidarme. Y esa mujer no tenía compasión sentimental. Tenía una fuerza asombrosa. Y realmente creo que fue su fuerza que se convirtió en una especie de madurez prematura la que ha estado guiando la luz en mi vida. Entonces nos preguntamos: ¿En qué consiste la compasión? Y hay varias facetas. Existe la compasión referencial y la no referencial. Pero, ante todo, la compasión está compuesta de esa capacidad de ver con claridad la naturaleza del sufrimiento. Es esa habilidad de mantenerse firme y de reconocer también que no somos ajenos a ese sufrimiento. Pero eso no es suficiente, por que la compasión que activa la corteza motora, significa que aspiramos, que de hecho aspiramos a transformar el sufrimiento. Y, si somos muy bendecidos, nos involucramos en actividades que transforman el sufrimiento. Pero la compasión tiene otro componente, y ese componente es realmente esencial. Ese componente consiste en que no podemos aferrarnos al desenlace. He trabajado con personas moribundas por más de 40 años. Y he tenido el privilegio de trabajar con personas en pena de muerte en una cárcel de máxima seguridad por 6 años. Y Comprendí, con mucha claridad, que traer mi propia experiencia de vida de haber trabajado con moribundos y capacitado acompañantes, que cualquier apego al desenlace distorsionaría profundamente nuestra propia capacidad de estar bien presentes en toda la catástrofe. Y Cuando trabajé con el sistema penitenciario, lo siguiente, se me hizo muy claro: muchos de nosotros en esta sala, y casi todos los condenados a pena de muerte con los que trabajé, nunca experimentamos la compasión en carne propia. La compasión es en realidad una cualidad humana inherente. Está presente en todo ser humano. Pero las condiciones para que se active la compasión, para que se suscite, son muy particulares. Hasta cierto punto, pasé por eso, desde la enfermedad en mi niñez. Even Ensler, a quien oiremos luego, desarrolló esta condición de manera asombrosa a través de varias formas de sufrimiento por las que ha pasado. Y lo fascinante es que la compasión tiene enemigos, y esos enemigos son cosas como la lástima, la indignación moral, el miedo. Y bien sabemos que tenemos una sociedad, un mundo, paralizado por el miedo. Y en esa parálisis, por supuesto, nuestra capacidad de ser compasivos también está paralizada. La mismísima palabra terror es global. Y el propio sentimiento de terror es global. Entonces, de alguna manera, nuestro trabajo es enfrentarnos a esta representación, a este arquetipo que ha invadido la psique de todo el planeta. Ahora sabemos por la neurociencia que la compasión tiene algunas cualidades extraordinarias. Por ejemplo: una persona que está abierta a la compasión, ante la presencia del sufrimiento, siente ese sufrimiento mucho más de lo que lo sienten la mayoría de las personas. Sin embargo, regresa a su estado anterior mucho antes. Esto se llama resiliencia . Muchos pensamos que la compasión nos agota, pero les aseguro que el algo que realmente nos anima. Otra cosa acerca de la compasión es que realmente aumenta lo que se denomina integración neutral. Involucra a todas las áreas del cerebro. Y algo más que ha sido descubierto por varios investigadores en Emory y en Davis y demás, es que la compasión fortalece el sistema inmune. Oigan, vivimos en un mundo muy nocivo. Muchos nos estamos retrayendo ante la presencia de venenos físicos y psicosociales y de las toxinas de nuestro mundo. Pero la compasión, al generar compasión de hecho moviliza nuestra inmunidad. Saben, si la compasión es tan buena para nosotros, tengo una pregunta: ¿Por qué no les enseñamos a nuestros hijos a ser compasivos? Si la compasión es tan buena para nosotros, ¿Por qué no capacitamos a los profesionales de la salud en compasión, para que puedan hacer lo que se supone que deben hacer, que es realmente transformar el sufrimiento? Si la compasión es tan buena para nosotros, ¿Por qué no votamos la compasión? ¿Por qué no votamos a los funcionarios de nuestros gobiernos basándonos en la compasión? Para que podamos tener un mundo más comprensivo. En el budismo, decimos: Se requiere una espalda fuerte y un frente suave . Se necesita de una gran fortaleza en la espalda para sostenernos en medio de la adversidad. Y esa es la cualidad mental de la ecuanimidad. Pero también es necesario un frente suave; la capacidad para estar abiertos al mundo tal como es, de tener un corazón desguarnecido. Y el arquetipo de esto en el budismo es Avalokiteshvara, Kuan-Yin. Es un arquetipo femenino: Ella que percibe el llanto y el sufrimiento en el mundo. Ella se resiste, con 10.000 brazos, y en cada mano, hay un instrumento de liberación, y en la palma de cada mano, hay ojos, y estos son los ojos de la sabiduría. Digo que, por miles de años, ha habido mujeres, ejemplificando, conociendo íntimamente, el arquetipo de Avalokiteshvara, de Kuan-Yin, ella percibe el llanto y el sufrimiento en el mundo. Las mujeres han manifestado por miles de años la fortaleza que nace de la compasión sin tapujos ni mediaciones percibiendo el sufrimiento tal como es. Han infundido la bondad en las sociedades y es lo que realmente hemos sentido a medida que una mujer tras otra se ha parado en este escenario en este último día y medio. Y han restaurado la compasión mediante la acción directa. Jody Williams lo dijo: Es bueno meditar . Lo siento, pero debe hacer un poco más de eso Jody. Retrocede, dale un respiro a tu madre, bien. Pero del otro lado de la ecuación es que hay que salir de la cueva. Hay que adentrarse en el mundo como lo hizo Asanga, que buscaba desarrollar el Buda Maitreya luego de 12 años de estar en una cueva. Dijo: Me doy de aquí y está yendo por el camino. Y vislumbra algo. Observa, es un perro, cae en sus rodillas. Ve que el perro tiene una herida grande en una pata. La herida está llena de gusanos. Saca su lengua para quitar los gusanos, y no lastimarlos. En ese momento, el perro se transforma en el Buda del amor y la bondad. Creo que las mujeres y las niñas actualmente deben unirse de manera poderosa con los hombres; con sus padres, con sus hijos, sus hermanos, con los plomeros, los constructores de caminos, los enfermeros, los médicos, los abogados, con nuestro presidente, y con todos los seres. Las mujeres en esta sala son flores de loto en un mar de fuego. Renovemos esa capacidad para las mujeres en todas partes. Gracias.