Violencia extrema en Sinaloa (Los riesgos de ser mujer) Beatriz Eugenia Rodríguez Pérez* Descarto la idea, puedo sostenerlo ante cualquier instancia, de que sean acciones de feminicidio por cuestiones de género; son, si ustedes ven el origen, delincuencia común, delincuencia organizada en la que han participado mujeres y se han registrado esos desagradables sucesos, donde se refleja que la delincuencia organizada ya no tiene códigos, no tiene respeto a nada, ya no respetan mujeres, niños, es el nivel de delincuencia Jesús Aguilar Padilla, gobernador de Sinaloa, Noroeste, 4 de agosto de 2005 La reacción inicial ante los “feminicidios”, particularmente de las autoridades estatales, fue de negación. Sentimiento al que se suman algunas “defensoras” de mujeres, que declaran: La violencia de género está en todo el país, no nada más en Ciudad Juárez. Pero en Sinaloa muchos de los asesinatos de mujeres no dan con crímenes de género, toda vez que hay crímenes sexuales, domésticos, pasionales, por ajuste de cuentas y por narcotráfico, entre otros. No son feminicidios porque esa figura todavía no está contemplada en la ley (diputada Diva Hadamira Gastélum Bajo, presidenta de la Comisión de Equidad y Género del Congreso de la Unión, El Sol de Sinaloa, 3 de octubre de 2005). Sin embargo, la cobertura amplia y constante de los medios de comunicación logró que la sociedad atendiera la problemática, pues el discurso que pretendía minimizar los hechos al principio confundió, pero al poco tiempo generó desconfianza hacia las autoridades por alentar la impunidad. La violencia de género en Sinaloa es un fenómeno reciente, apenas nombrado, reconocido y cuantificado. –––––––––––––– * Profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Responsable del Programa Universitario de Género, en la Coordinación General de Investigación y Posgrado (CGIP). Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Mi intención primera, pero no única, al publicar este ensayo, tiene por objetivo mostrar los resultados de un estudio cuantitativo sustentado en un esfuerzo arduo de recopilación, análisis e interpretación de datos (oficiales y periodísticos) relacionados con homicidios dolosos contra mujeres en Sinaloa en el periodo enero 2000-diciembre 2005. Homicidios dolosos contra mujeres Dicen las estadísticas de los últimos seis años que los homicidios dolosos provocaron la muerte de 3 mil 183 sinaloenses, lo que al año promedia 530.5 asesinatos. De los asesinados, los varones alcanzaron un porcentaje apabullante: 93.3%; y el 6.7% correspondió a las mujeres (ver gráfica 1). La asimetría es más que evidente, como lo es en mayor o menor medida en todos los países, pues son los hombres quienes están más involucrados en actos violentos, particularmente en homicidios, sea como víctimas, sea como victimarios. En cambio, las mujeres aportan el mayor porcentaje como víctimas de homicidio. Gráfica 1 Homicidios dolosos según sexo 2000-2005 91.88% (464) 8.12% (41) 2000 94.79% (528) 5.21% (29) 2001 93.48% (459) 93.79% (453) 6.52% (32) 2002 Hombres 6.21% (30) 2003 93.62% (484) 6.38% (33) 2004 92.53% (583) 93.33% (2,971) 7.47% (47) 2005* 6.66% (212) Total Mujeres Fuente: Elaboración propia, con datos de prensa y de la PGJE. Total: 2 mi 971 hombres y 212 mujeres; con un total global de 3 mil 183. Si consideramos todos los homicidios contra mujeres constatamos que, aunque con oscilaciones a lo largo del periodo estudiado, su número va en 102 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 aumento. Se comprueba, entonces, que aun considerando sólo la cifra oficial (PGJE, cuadro 1) tenemos un crecimiento sostenido en cuanto a mujeres asesinadas. Cuadro 1 Datos oficiales versus datos de prensa 2000-2005 2001 2002 2003 2004 Años 2000 2005 Total Prensa 41 29 32 30 33 47 212 PGJE 38 26 30 27 29 44 194 Diferencia 2-3 1-3 2 3 4 3 15-18 Fuente: Elaboración propia con datos de prensa y PGJE. La segunda gran asimetría de género claramente apreciable, se refiere a la participación de mujeres en la ejecución de delitos. La PGJE reportó, al concluir septiembre de 2005, que aprehendió a 1 mil 862 delincuentes: 1 mil 738 hombres y 124 mujeres (6.7%). Lo que coincide con lo reportado un año antes (para presuntos delincuentes y delincuentes sentenciados) en materia penal, pues sólo el 7.6% correspondió al sexo femenino (INEGI, 2005). El INEGI, como es su deber en tanto institución pública, informó con puntualidad que el 2003 fue un año en el que nueve mil hombres fueron asesinados. De ellos, el 86% estaba implicado en actividades delictivas o murió en una riña. Situación muy distinta a la de las 1 mil 300 mujeres asesinadas ese año, pues sólo una de cada cien murió cometiendo un hecho ilícito. Lo preocupante es, por desgracia, que el 99% restante murió a causa de lo que hemos dado en llamar violencia doméstica. Espacio geográfico En Sinaloa el fenómeno de la violencia se extiende, pues (como muestra la gráfica 2) en los dieciocho municipios se percibe el problema; siendo Culiacán la ciudad que registra el mayor número de asesinatos (44.34%). Aunque debemos recordar que, por la densidad poblacional, es necesario ajustar nuestras medidas estadísticas al hacer comparaciones. Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 103 Gráfica 2 Homicidios contra mujeres por municipios. 2000-2005 44.34% (94) A n g o s tu ra E s c u in a p a C o n c o rd ia E l R o s a rio S a n Ig n a c io E lo ta E l F u e rte C o s a lá C h o ix B a d ira g u a to S a lv a d o r A lv a ra d o G uas av e S in a lo a M o c o rito N a v o la to M a z a tlá n A hom e C u lia c á n 10.38% (22) 10.38% (22) 6.60% (14) 4.25% 3.30% 2.83% 2.83% 2.36% 2.36% 1.89% 1.89% (9) 1.42% 1.42% 1.42% 0.94% 0.94% 0.47% (7) (6) (6) (5) (4) (5) (4) (3) (2) (3) (2) (3) (1) Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Además, para explicar las asimetrías en la incidencia de feminicidios entre Culiacán y el resto del estado, precisaríamos una investigación cualitativa que profundizara en los procesos familiares micro y macrosociales, incluso institucionales, que determinaron cada muerte. Distribución temporal En cuanto a la frecuencia con que ocurren estas muertes violentas de mujeres a lo largo de los años, encontramos similitudes y diferencias (como puede observarse en el cuadro 2), donde son manifiestas las fluctuaciones en los diferentes meses del año, apareciendo meses de crecimiento (enero y julio) y de disminución (febrero y octubre). 104 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Mes Cuadro 2 Homicidios por mes del año 2000-2005 2000 2001 2002 2003 2004 2005 Total Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre 1 1 7 1 1 7 5 5 2 3 3 5 3 1 1 6 2 2 3 2 5 2 1 2 4 2 6 4 4 1 1 3 2 3 1 2 4 6 2 1 6 2 9 3 2 3 7 2 22 14 18 16 20 16 22 20 16 14 18 16 30 33 47 212 1 2 1 3 2 1 2 5 4 1 4 3 9 2 1 1 5 3 2 2 1 2 2 2 Total 41 29 32 Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Aunque no se trata de un patrón cíclico, por ser indemostrable como ley científica, hay meses más peligrosos que otros, esto claro con relación a la frecuencia (temporal) con que se perpetran los asesinatos. No hay un solo argumento, por supuesto, que ayude a presumir que el sostenido porcentaje de homicidios no depende de situaciones coyunturales, trasformaciones sociales u otras razones que alimentan la violencia social. Lo cual demuestra una vez más la necesidad de analizar sus especificidades en términos de las circunstancias en que ocurren, las particularidades de los perpetradores y sus víctimas, y las relaciones que los unían. Lugar donde ocurren Es en casa de la mujer, o cerca de ella, donde más se dan estos asesinatos (gráfica 3). Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 105 Gráfica 3 Homicidios según lugar donde ocurren. 2000-2005 47.64% (101) 31.60% (67) 11.79% (25) Casa Carro 7.55% (16) Lugares abiertos Otro lugar 1.42% (3) Sin datos Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes La aparición del cuerpo de una mujer en un lugar abierto (terreno baldío, canales, calles, parcelas, etc.) no indica sin más que no conocía al asesino, pues sabemos bien que no son raros los asesinatos contra mujeres en los que el asesino se esforzó mucho para desaparecer el (o los) cuerpo(s), enterrándolos, quemándolos, pasándoles maquinaria encima o combinando métodos para que se piense que la víctima murió a manos de un desconocido. No son raros los casos (aparecen en la prensa cotidiana) en los que se asegura que fue el ataque de un extraño; y, a fin de cuentas, fueron asesinadas por hombres con quienes tenían o habían tenido relación sentimental. Método o arma usada A nivel internacional, las armas más usadas en este tipo de delito son las comunes en cualquier casa: cuchillos, machetes, tijeras y un largo etcétera. Sin embargo, en el caso de Sinaloa las armas de fuego son el instrumento más usado, lo cual denota el índice tan elevado de armamentismo. 106 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Gráfica 4 Homicidios según arma o método empleado. 2000-2005 59.43% (126) 14.62% (31) 14.15% (30) Blanca Fuego Asfixia o estrangulamiento 10.38% (22) Golpes 1.42% (3) Otros Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Hay que destacar que las armas blancas, el estrangulamiento y los golpes implican contacto físico, ataques repetidos o prolongados y frecuentemente el uso brutal de la fuerza; lo que descarta toda posibilidad de muerte por accidente. Estos enfrentamientos rara vez causan la muerte si no hay decisión, insistencia y saña. Con las armas de fuego ocurre lo contrario, pues un disparo puede ocasionar la muerte de una persona sin haberla tocado. Pero es frecuente que los homicidas usen un arma y más de un método y, sobre todo, se caractericen por el nivel de ensañamiento. Hay mujeres que han muerto de 67, 48 o 37 puñaladas, de numerosos impactos de bala, de golpizas brutales que les han roto el cuello; mujeres que fueron asesinadas mientras dormían, que fueron rematadas ya agonizando, que fueron golpeadas, acuchilladas, asfixiadas, mutiladas, quemadas y enterradas, asesinadas cruelmente estando embarazadas, decapitadas, violadas y asesinadas o asesinadas y después violadas. Motivos o factores causales En Sinaloa, las circunstancias asociadas a los homicidios de mujeres ocurridos entre 2000 y 2005 han tenido que ver con conflictos de pareja, separación, celotipia, compañía de alto riesgo, venganza, discusión, violación, robo, entre otras (gráfica 5). Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 107 Gráfica 5 Homicidios de mujeres según móvil. 2000-2005 12.74% (27) 12.26% (26) 13.21% (28) 10.85% (23) 8.49% (18) 1.42% (3) Robo Venganza Conflic tos con otras personas Conflictos de pareja Separación Discus ión con familiares Defensa propia u otra persona 0.94% (2) Se ignora 0.94% (2) Acoso sexual Infidelidad Celotipia V iolación 3.30% (7) Droga 3.30% (7) 1.89% (4) A juste de cuentas 6.13% (13) Testigo de crimen 3.30% (7) Compañías de alto riesgo 7.55% (16) 7.08% (15) 6.60% (14) Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Si agrupamos la violación, celotipia, defensa, separación, acoso sexual y conflictos de pareja y/o familiares quedan claros los afanes de dominación, posesión y control de los agresores hacia sus víctimas (gráfica 6). El homicidio se produce como consecuencia última de un intento explícito del hombre por controlar a la mujer, su cuerpo y/o actuaciones. El momento de la separación o el intento de hacerlo, es la ocasión particular en la que más mujeres han sido asesinadas. Gráfica 6 Homicidios según tipo de control. 2000-2005 49.09% (54) 28.18% (31) 16.36% (18) 6.36% (7) Separación y conflictos Ataque sexual Celotipia Defensa de hija u otra mujer Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes 108 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Esto muestra el sentido de propiedad y libre disposición de muchos hombres respecto a las mujeres. Relación víctima victimario Los homicidios en contra de mujeres se agravan con la violencia intrafamiliar o de género, en particular la violencia conyugal pues son precisamente quienes dicen quererlas, compañeros y hombres de la familia, los que representan el riesgo mayor para ellas. Según muestra la gráfica 7, el 61% de los homicidios han sido cometidos por hombres con quienes las mujeres tenían o habían tenido relaciones de pareja o familiares. Siendo sus parejas o ex parejas responsables del 51.85% de los homicidios. Gráfica 7 Homicidios según relación víctima-victimario. 2000-2005 46.23% (98) 28.77% (61) 14.15% (30) Pareja o expareja Otros familiares 10.85% (23) Ninguna relación Ignorados Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Un componente importante del aprendizaje social de las niñas es la desconfianza hacia los hombres ajenos a la familia, que son señalados como personas peligrosas de quienes se puede esperar cualquier cosa. No es de extrañar, entonces, que ellas no estén preparadas para discernir ese peligro ydesarrollar recursos para protegerse. La construcción del feminicidio Los datos anteriormente señalados permiten identificar que los feminicidios constituyen la mayoría de los homicidios de mujeres (gráfica 8). No obstante, Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 109 hay que tomar en cuenta que existen homicidios en los que la falta de información hace imposible dilucidar si se trata o no de feminicidios. Gráfica 8 Homicidios que se configuran en feminicidios. 2000-2005 55.66% (118) 24.06% (51) 10.85% (23) 9.43% (20) Feminicidios Sospecha de feminicidios No feminicidios Indeterminado Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Aun con este nivel de indeterminación, tomando en cuenta únicamente los homicidios de mujeres de los que conocemos las circunstancias en que ocurrieron (autor, relación, forma de muerte), es decir, excluyendo a indeterminados, el porcentaje de feminicidios asciende al 73% del total. Esta cifra es alarmantemente alta y se trata de un fenómeno universal, ya que estudios realizados en diversos países1 encuentran que entre el 60 y 70% de los homicidios totales de mujeres corresponden a feminicidios. El feminicidio se clasifica de tres maneras: íntimo,2 no íntimo3 y por conexión.4 En el caso que nos ocupa, el cuadro 3 refleja la situación en Sinaloa. –––––––––––––– 1 La violencia contra la mujer: feminicidio en Perú, 2005, Flora Tristán; Feminicidio en la República Dominicana, 2001, Profamilia; El feminicidio íntimo en la Ciudad de la Plata, 19972001; Femicidio sexual en Ciudad Juárez: 1993-2001; Femicidio en Costa Rica 1990-1999, entre otras. 2 Son aquellos asesinatos cometidos por hombres con quienes la víctima tenía o tuvo una relación íntima, familiar, de convivencia u otras. 3 Se refiere a los asesinatos cometidos por hombres desconocidos, con quienes la víctima nunca tuvo relaciones. Aquí se comprenden crímenes que incluyen violación, asesinatos sexuales seriales y otros. 4 Hace referencia a quienes fueron asesinadas por un hombre tratando de matar a otra mujer. Es el caso de personas que trataron de intervenir o simplemente fueron atrapadas en la acción del feminicida. 110 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Categoría Cuadro 3 Feminicidios según categoría. 2000-2005 2000 2001 2002 2003 2004 2005 Total % 14 1 5 16 2 2 2 21 7 4 - 99 21 6 12 71.7 15.2 4.4 8.7 Total 26 17 21 20 Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes 22 32 138 100.00 Íntimo No íntimo Por Conexión Indeterminado 21 3 2 13 3 1 14 5 2 En efecto, como se ha planteado en diversos estudios5 el feminicidio trata de homicidios que no ocurren por casualidad, ni en los que las víctimas y victimarios podrían ser indistintamente mujer u hombre. Se trata de homicidios en los que el hecho de que la víctima sea mujer es condición necesaria para que ocurran. De lo anterior se puede concluir que los homicidios totales de mujeres se deben cada vez más a los feminicidios y éstos, a su vez, a los feminicidios íntimos. Por ello, y dado el gran peso que tienen los feminicidios en los homicidios totales de mujeres, no es de extrañar que ambos evolucionen de manera similar. De víctimas y victimarios a) Las víctimas La edad promedio de las mujeres asesinadas en el periodo estudiado es de treinta años, y la edad promedio anual ha oscilado entre los veintiuno y cuarenta años. Como puede comprobarse en la gráfica 9. –––––––––––––– 5 Por ejemplo, Radford y Russell, 1992, Feminicide: The Politics of Woman killing, Twayne publishers, Nueva York. Kelly Liz, 1988, Surviving Sexual Violence, Bunch Charlotte, 1991, “Los Derechos de la Mujer como Derechos Humanos”, en Mujer y Violencia Doméstica, Instituto de la Mujer, Chile. Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 111 Gráfica 9 Homicidios según edad de la víctima 2000-2005 28.30% (60) 22.64% (48) 19.34% (41) 11.79% (25) 12.26% (26) 5.66% (12) 0-10 11-20 21-30 31-40 41-50 51-ADELANTE Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes La mayor incidencia de feminicidios coincide con las edades reproductivas. Esto significa que muchas de estas mujeres tenían hijas e hijos pequeños, que en algunos casos han muerto también atacados directamente por los feminicidas o en la línea de fuego. Ha habido también madres de más de cincuenta años que han fallecido por defender a sus hijas de los ataques de los agresores. Sin embargo, no han sido niñas ni mujeres de mayor edad el blanco más escogido por los asesinos, sino mujeres jóvenes y adultas. Tomando en cuenta la esperanza de vida al nacer de las mujeres asesinadas, la que ha aumentado de cuarenta y tres en 1930 a ochenta en 2000,6 su muerte prematura representa una pérdida total de 7 mil 345 años que entre todas han dejado de vivir. Por otra parte, el estado civil de las mujeres asesinadas revela que el 58% vivía en pareja, ya sea casada o en unión libre. –––––––––––––– 6 Secretaría de Salud. 112 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Gráfica 10 Homicidios según estado civil de la víctima. 2000-2005 35.38% (75) 30.66% (65) 22.17% (47) 5.19% (11) Casada Soltera 3.30% (7) 2.83% (6) Viuda Divorciada Unión libre 0.47% (1) Separada Se ignora Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Además, que el 40% eran amas de casa, es decir, no contaban con ingresos económicos propios. Gráfica 11 Homicidios según ocupación de la víctima. 2000-2005 40.09% (85) 13.68% (29) 9.91% (21) 9.43% (20) 4.25% (9) ra ig no eo pl m to e Au 0.47% (1) Se ad 2.83% (6) M en or m de pl ea ed da e an t De se er ci om C Se xo se rv i M es er a do ra 1.42% (3) a ni st io le ra 3.30% (7) Pr of es rn a de a Am Jo ca sa ia n tu d Es Em pl ea da te 4.25% (9) 5.66% (12) 4.72% (10) Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 113 b) Los victimarios No es fácil conocer las características de los victimarios, pues como suele ocurrir con las situaciones de violencia contra las mujeres se conoce más de ellas que de los agresores; sólo de treinta y nueve asesinos se conocen algunos datos personales. La mayoría de ellos son hombres sin antecedentes penales; en particular los autores de los feminicidos íntimos. Los victimarios son en su mayoría hombres jóvenes y adultos (gráfica 12), frecuentemente con empleos mal remunerados, con estudios básicos o medios y en una proporción menor con estudios superiores. Gráfica 12 Homicidios según edad del victimario. 2000-2005 50.00% 19.57% 15.22% 13.04% 2.17% menos de 20 21-30 31-40 41-50 51 y más Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Total: 39 homicidas. Cabe destacar que un número significativo de asesinos (de acuerdo con la información reportada) son policías o ex agentes de seguridad, hombres con manejo y tenencia de armas de fuego (gráfica 13), lo que constituye un factor adicional de riesgo de muerte en los casos de violencia hacia las mujeres. 114 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Gráfica 13 Homicidios según ocupación del victimario. 2000-2005 17.95% 15.38% 12.82% 12.82% 10.26% 10.26% 5.13% 5.13% Empresario Profesionista 2.56% 2.56% Desempleado Oficios Estudiante Albañil Ganadero Comerciante Empleado Jornalero Policía Pescador 2.56% 2.56% Fuente: Elaboración propia con datos de diversas fuentes Total: 39 homicidas Un dato que pudiera parecer sorprendente son los casos de asesinos que se suicidan en forma inmediata (6.4%) después del homicidio, pues existe una clara relación entre el suicidio de los asesinos y el feminicidio íntimo. Sin embargo, no pareciera ser la reacción esperada en alguien que consigue lo que se propone. Se ha hablado mucho de la relación de dependencia de las mujeres maltratadas hacia sus parejas agresoras, y muy poco de la que tienen esos hombres con las mujeres de las que abusan. Sin embargo, según relatan algunas mujeres la vida de los agresores obsesivos o celosos gira en torno a los movimientos de ellas, demandando perfección y respuesta inmediata ante cualquiera de sus necesidades materiales o emocionales. De ahí que exista una clara relación entre el suicidio de los asesinos y el feminicidio íntimo, pues la muerte de esas mujeres representa la desaparición de la persona a la que se dirigía el control que motivaba tantos esfuerzos y a la que se dedicaba tanta energía. La impunidad Los feminicidios, en particular los íntimos, son en su mayoría muertes anunciadas. Se van preparando a lo largo del tiempo. Sin embargo, con frecuencia las autoridades policiales y judiciales son reacias a aceptar denuncias Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 115 formales por motivo de violencia de parte de parejas, ex parejas, novios o interesados. Además, es frecuente que en los juzgados y agencias del Ministerio Público, ante las solicitudes de medidas de protección y denuncias penales se realicen comparecencias de conciliación: las mujeres son presionadas para que se desistan de la demanda y lleguen a acuerdos con los agresores. Así, la impunidad inicia con el trato privilegiado que se da a los agresores a los que difícilmente se considera delincuentes, y encuentran respaldo cuando las y los servidores públicos no cumplen su cometido o actúan inadecuadamente, privando a las mujeres de protección y de su derecho a obtener protección de la justicia. En esas situaciones se cierra un círculo vicioso en el que la mujer maltratada queda atrapada entre la violencia del agresor y la inoperancia de las autoridades. Ello pone de manifiesto la incapacidad de los cuerpos policiacos para enfrentar el problema, pero sobre todo pone en tela de juicio a las instituciones jurídicas encargadas de la seguridad ciudadana, pues los crímenes continúan. De los 196 casos reconocidos por la Procuraduría General de Justicia del Estado, sólo ha consignado 95, que corresponden al 48.5% de los asesinatos mientras 66 asesinatos (33.6%) se encuentran sin esclarecer y el resto (17.9%) está en reserva, se dictó no ejercicio de la acción penal o bien el asesino se suicidó o fue asesinado (gráfica 14). Gráfica 14 Homicidios según estado de la averiguación previa. 2000-2005 44.81% (95) 31.13% (66) 8.02% (17) 7.55% (16) 6.13% (13) 0.94% (2) Consignados Trámite Reserva Ext. Pret. punitiva No ejercicio 1.42% (3) Inc. Materia Se ignora Fuente: Elaboración propia con datos de la PGJE 116 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 Por su parte, el Supremo Tribunal de Justicia del Estado (STJE) inició el juicio de setenta y dos asesinatos, que corresponden al 75.7%, de los cuales en el 69.6% hay detenidos y un 30.4% se encuentran prófugos. A la fecha, sólo a treinta y seis se les ha dictado sentencia a treinta y uno condenatoria y a cinco absolutoria (cuadro 4. Las penas van de quince a veintidós años de prisión y de 13 a 25 mil pesos para reparación del daño. Cuadro 4 Homicidios de mujeres en los juzgados penales. 2000-2005 Estado de la averiguación 2000 2001 2002 2003 2004 2005 Total % Total de casos 41 Casos consignados (PGJE) 19 29 11 32 17 30 15 33 10 47 23 212 95 100.0 44.8 Casos iniciados 12 10 17 8 4 21 72 75.7 Sentencia ejecutoria Condenatoria Absolutoria 8 6 2 7 7 0 13 11 2 5 4 1 1 1 0 2 2 0 36 31 5 100.0 86.1 13.9 Casos iniciados Sin concluir 12 4 10 3 17 4 8 3 4 3 21 19 72 36 100.0 50.0 Fuente: Elaboración propia con datos del STJE. Es importante mencionar que de los treinta y seis casos sin concluir, en diecisiete están pendientes de ejecutarse las órdenes de aprehensión libradas por los juzgados. El Estado no ha cumplido en modo alguno con la obligación de reaccionar con la “diligencia debida” para castigar y prevenir estos crímenes. Es evidente entonces que se ha violado la ley, así como el derecho de la sociedad a vivir sin miedo y con seguridad y libertad. Reflexiones finales Algunas personas neófitas en los asuntos de género, consideran que cuando se dice que la mataron por ser mujer van a encontrar un móvil con ese nombre, como si fuera un delito. Tal situación sucede con funcionarios de la Procuraduría de Justicia, cuando declaran: “Los crímenes no tienen una sintomatología uniforme en todos ellos y son por distintas causas, normalmente son por causa de relaciones entre novios, esposos o concubinos, motivos familiares, pero no tenemos caso alguno registrado en ese tipo Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34 117 de delito, por causa de ser nada más del sexo femenino…”. (Director de Averiguaciones Previas, PGJE, Noroeste, 23 de noviembre de 2005). Los resultados de esta investigación muestran que en Sinaloa son asesinados hombres y mujeres en circunstancias violentas. Sin embargo, los homicidios de mujeres expresan opresión, desigualdad, dominio, terror e impunidad de género. Lo que evidencia la violación del derecho humano más elemental y que a las mujeres se les niega sistemáticamente: el derecho a la integridad, es decir, el derecho a vivir libres de violencia. Este estudio sugiere que el feminicidio como expresión extrema de la violencia de género es causado por la estructura de poder desigual de la sociedad, que coloca a las mujeres en posición de subordinación respecto a los hombres y que se expresa en todos los órdenes: material, institucional y simbólico. Los datos parecen indicar que lo que mantiene el nivel constante de feminicidios no depende de situaciones coyunturales, trasformaciones sociales u otras razones que alimentan la violencia social. Ello tiene una razón, un homicidio relacionado con violencia doméstica no ocurre de la nada, la violencia doméstica por lo general se desarrolla y aumenta a lo largo del tiempo. Si las fuerzas de seguridad intervienen en forma adecuada en las explosiones violentas que ocurren a lo largo del camino, la violencia puede ser detenida, pues una vez que ésta ocurre sólo ellos tienen poder, autoridad y responsabilidad para poner a los agresores bajo control. Por otra parte, las circunstancias de las muertes de mujeres plantean un gran reto, ya que ni la separación del agresor ni el regreso con él son condiciones que disminuyen el peligro. Este carácter impredecible, muestra que la responsabilidad de la agresión recae entera y únicamente sobre el agresor. Hablar de provocación de parte de la mujer no sólo es inaceptable sino profundamente irresponsable, por la peligrosidad que conlleva el sostener la idea de que algún acto de parte de ella podría evitar la violencia. Esto no es entendido por quienes recomiendan a las mujeres regresar con el agresor para evitar males mayores, y al presionar a favor de una reconciliación no consideran el riesgo que esto implica y el grado de letalidad que puede llegar a tener la violencia de la que son objeto. Pues no son los actos de sumisión de parte de las mujeres los que protegerán sus vidas, no son las acciones individuales de las mujeres las que pueden controlar a los agresores, sino las acciones sociales y en particular las políticas de Estado. 118 Clío, 2005, Nueva Época, vol. 5, núm. 34