Ecología urbana y gestión territorial sostenible. Algunas

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Centro de Politica de Suelo y Valoraciones
Desarrollo de Capacidades en los
Procesos de Agendas 21 Locales.
Ecología urbana y gestión territorial sostenible.
Algunas consideraciones sobre el planteamiento
de las Agendas 21 locales
Fase II. (Informe) – Sub-fase II.1 (Análisis Contextual)
DRAFT – REV. 0
April 2002
Leonardo da Vinci Program
Pilot Project
Contract n°: I/01/B/F/PP-120592
ECOLOGÍA URBANA Y GESTIÓN TERRITORIAL SOSTENIBLE. ALGUNAS CONSIDERACIONES
SOBRE EL PLANTEAMIENTO DE LAS AGENDAS 21 LOCALES
Indice
1. INTRODUCCIÓN ................................................................................................... 2
2. CONSIDERACIONES SOBRE LA APLICACIÓN DE LA TEORÍA DE ECOSISTEMAS A LOS
SISTEMAS URBANOS ................................................................................................ 6
2.1. La ecología y los ecosistemas urbanos..................................................................................6
2.2. La ciudad como un ecosistema ..............................................................................................7
2.3. El metabolismo de la ciudad ...................................................................................................9
2.4. Información y complejidad ....................................................................................................10
2.5. Características generales en los procesos de transformación de los ecosistemas
urbanos. Una visión desde la teoría sistémica. ....................................................................13
3. ECOLOGÍA URBANA Y SOSTENIBILIDAD. LA VERTIENTE INSTITUCIONAL .................... 15
3.1. El concepto de sostenibilidad y su aplicación a la gestión territorial y urbana.....................15
3.2. La concreción institucional de la sostenibilidad en la gestión urbana y la aplicación
de la teoría de ecosistemas..................................................................................................16
3.3. Transposición jurídica de los conceptos de la sostenibilidad territorial y urbana.
El caso de Cataluña..............................................................................................................21
4. ALGUNAS CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS SOBRE EL PLANTEAMIENTO DE LAS
AGENDAS 21 LOCALES EN RELACIÓN CON LA SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL Y EL MEDIO
AMBIENTE URBANO. ............................................................................................... 24
4.1. Aspectos generales ..............................................................................................................24
4.2. Los objetivos ambientales.....................................................................................................26
4.3. Análisis de flujos y regeneración urbana ..............................................................................26
4.4. La biodiversidad....................................................................................................................28
4.5. Agendas 21 locales y planificación espacial.........................................................................29
BIBLIOGRAFIA................................................................................................... 30
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1. Introducción
Desde que, a principios de la década de los setenta, el Informe Meadows para el
Club de Roma (1971) pusiese de manifiesto la existencia de límites al crecimiento
económico, especialmente en lo concerniente a la contradicción de fondo existente
entre el desarrollo incontrolado y los recursos ambientales del planeta, el concepto
de sostenibilidad ha ido arraigando en la sociedad, hasta constituirse en uno de los
paradigmas centrales del cambio de siglo.1 Piezas claves en este proceso han sido,
sin duda, el Informe Brundtland (1987)2 y, muy particularmente, las dos estrategias
mundiales publicadas sucesivamente por UICN, UNEP y WWF (1980 y 1992)3,4, los
cuales abrieron el camino hacia las Agendas Locales, en el marco del Programa o
Agenda 21, que se hizo público en la Conferencia de Río.5 La sostenibilidad urbana
ha pasado a situarse, así, en primer plano del debate científico a la vez que político y
administrativo, gracias, entre otras contribuciones, a las declaraciones institucionales
de la Comisión Europea6 y otros organismos de ámbito europeo.7
Tal como lo definió el Informe Brundtland, el desarrollo sostenible es "a development
that meets the needs of the present generation without compromising the ability of
future generations to meet their own needs". Posteriormente8, el desarrollo
sostenible se identificó con la aptitud para mejorar la calidad de vida de los seres
humanos, manteniéndose dentro de la capacidad de carga de los ecosistemas que
constituyen el soporte a la vida. En cualquier caso, el concepto de sostenibilidad
viene caracterizado por el respeto hacia la naturaleza, así como por las necesidades
no sólo actuales, sino también futuras de las sucesivas generaciones humanas9.
Desde su todavía reciente irrupción, el análisis científico sobre la sostenibilidad se
ha desarrollado ampliamente. Cabe, en este sentido, diferenciar los aspectos
económicos, ecológicos, así como específicamente urbanos del debate teórico
iniciado.
1
Véase un buen resumen del origen del concepto de sostenibilidad en NAREDO, J.M. (1996a): Sobre el origen, el uso y el
contenido del término sostenible, en MINISTERIO DE FOMENTO (1996): Ciudades para un desarrollo sostenible,
volumen I, Madrid, 1996.
2
WCED (1987). Our Common Future, World Commission on Environment and Development, Oxford University Press,
Oxford.
3
UICN; PNUMA; WWF (1980). World Conservation Strategy. Living Resources for Sustainable Development.
4
UICN; PNUMA; WWF (1991). Caring for the Earth. A Strategy for Sustainable Living, Gland, Suiza.
5
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Río de Janeiro, 1992.
6
Véase COMMISSION OF THE EUROPEAN COMMUNITIES (1990): Green Paper on the Urban Environment, COM(90)
218 CEC, Brussels. Asimismo, y especialmente, EUROPEAN COMMUNITY (1993): Towards Sustainability. A European
Community Programe of Policy and Action in Relation to the Environment and Sustainable Development, Official Journal of
the European Communities, C 138/1993. También EUROPEAN COMMISSION (1996): European Sustainable Cities
Report, Directorate General XI Environment, Nuclear Safety and Civil Protection, Brussels.
7
Especialmente significativo es el documento resultante de la Primera Conferencia sobre Ciudades Sostenibles, realizada en
Aalborg en mayo de 1994. EUROPEAN SUSTAINABLE CITIES AND TOWNS CAMPAIGN (1994): Charter of European
Cities and Towns Towards Sustainability, Aalborg.
8
UICN; PNUMA; WWF (1991). Op. Cit.
9
En relación con el concepto de sostenibilidad y su aplicación territorial véase también el apartado 3.1 del presente informe.
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En el terreno de la disciplina del urbanismo la preocupación por la sostenibilidad
ecológica de las estructuras urbanas ha sido hasta la pasada década muy escasa.
De hecho la ideología urbanística dominante, construida a partir del funcionalismo y
la Carta de Atenas, olvidó la aportación de algunos precursores que, como Howard y
Geddes, ya habían construido la teórica del urbanismo desde bases ecológicas. En
las Escuelas de Arquitectura, la vinculación existente entre la ciudad y su entorno,
así como el análisis de la eficiencia ambiental de los artefactos urbanos, había
quedado casi completamente olvidado. No obstante en los últimos años, se ha visto
un unos esfuerzos para ligar estas dos posiciones. Por ejemplo, en el campo
ecológico, distintos autores como Barracó et alt. (1999)10, Margalef (1991)11,
Terradas (1985)12, y Odum (1980)13, entre otros, han planteado la necesidad de
repensar los sistemas urbanos desde posiciones próximas a la ecología académica.
Algunos autores (Bettini, 1996; y Rueda, 1995)14 han llegado a sugerir el nacimiento
de una disciplina nueva: la ecología urbana. En este sentido cabe afirmar que la
ecología urbana es, quizá, la visión más integradora del conjunto de disciplinas que
intervienen sobre los sistemas urbanos, y en este sentido es comprensible que sus
aportaciones en el terreno de la sostenibilidad sean las de mayor fortuna teórica. La
adaptación de conceptos provenientes del campo de la física, como materia (el
consumo y producción de materia por los sistemas urbanos), energía (el balance
energético de la ciudad), así como información (u organización), al caso de las
ciudades ha permitido un inicial conocimiento y diagnóstico del grado de eficiencia
ambiental de las mismas en relación a otros ecosistemas en el marco de la
sostenibilidad.
De hecho la literatura científica-técnica relativa a dicha disciplina, la ecología urbana,
dada su relativa novedad, está experimentando una explosión significativa,
sometiendo a continuo desarrollo los conceptos y principios de la misma. Por
ejemplo, el análisis que propone Rueda (1995)15, relacionando la información y el
consumo de recursos en una ecuación que permita establecer la direccionalidad del
cambio de los sistemas urbanos puede permitirnos una aproximación a la definición
de ciertas regularidades territoriales que sirvan de guía para una mayor comprensión
de los instrumentos de análisis y de intervención de dichos sistemas.
En este contexto económico y ecológico del debate sobre la sostenibilidad, en los
ámbitos territorial y urbano, en los que se inscribe el presente informe, los estudios
sobre la sostenibilidad de la ciudad han proliferado extraordinariamente en el curso
10
BARRACÓ, H. et. alt. (1999): Barcelona 1985-1999 Ecologia d’una ciutat, Ajuntament de Barcelona, Barcelona.
11
MARGALEF, R. (1991): Teoría de los Sistemas Ecológicos, Ed. Universidad de Barcelona, Barcelona.
12
TERRADAS, J., PARÉS, M., y POU, G. (1985): Descobrir el Medi Urbà. Ecologia d'una Ciutat: Barcelona, Ed.
Ajuntament de Barcelona.
13
ODUM, M.T. y ODUM, E.C. (1980): Energy Basis for Man on Nature, Mc Graw Hill Inc. New York
14
BETTINI, V. (1996): Elementi di ecologia urbana, Einaudi, Torino. Edición castellana, Elementos de ecología urbana,
Trotta, Barcelona 1998; y RUEDA, S. (1995): Ecología Urbana. Barcelona i la seva Regió Metropolitana com a referents.
Barcelona. Beta Editorial.
15
RUEDA, S. (1995): Ecología Urbana. Barcelona i la seva Regió Metropolitana com a referents. Barcelona. Beta Editorial.
Véase también RUEDA, S. (1996a): Metabolismo y complejidad del sistema urbano a la luz de la Ecología, en
MINISTERIO DE FOMENTO (1996): Op. Cit.
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de los últimos años. El crecimiento continuado de los límites urbanos ha situado las
modernas metrópolis como paradigmas de sistemas insostenibles, tal como han
puesto de relieve numerosos autores entre los que aquí tan sólo citaremos a Rueda
(1996b)16 y Naredo (1996b)17.
La idea de límite al crecimiento metropolitano, avanzada por Berry18, algunos
autores la han considerado como una reacción espontánea del mercado ante las
desexternalidades económicas y ambientales de la metrópolis contemporánea.
Análisis más profundos, sin embargo, llegan a conclusiones del todo opuestas desde
la perspectiva de la sostenibilidad. La ciudad difusa que parece situarse en el
horizonte como la evolución ulterior de las áreas metropolitanas19 tiende a agravar
hasta niveles patológicos la insostenibilidad de los sistemas urbanos, al hacer
depender el funcionamiento de éstos en un grado extremo del transporte privado. El
debate sobre la forma y tendencias del crecimiento urbano se sitúa, por tanto, en el
centro del debate sobre la sostenibilidad urbana.
Esto conduce a un problema de primer orden en cualquier análisis urbano o
ambiental: la necesidad de delimitar el concepto de ciudad, es decir el ámbito físico
al que aplicar el análisis territorial. Cuestión, ésta, de especial trascendencia
especialmente en cuanto a la construcción de indicadores (y de estadísticas20) de
tipo ambiental y urbano. En este sentido se han pronunciado destacados
investigadores, como Cheshire (1997)21, y se han realizado diversos estudios a nivel
tanto estatal, Roca et alt. (1997) y CPSV (1998)22, como europeo.23
Por otra parte, el reto que se plantean en la actualidad los investigadores en el
campo del medio ambiente urbano se centra, principalmente, en la necesaria
integración de las distintas dimensiones que configuran la eficiencia ecológica de los
16
RUEDA, S. (1996b): La ciudad compacta y diversa frente a la conurbacióndDifusa, en MINISTERIO DE FOMENTO
(1996): Op.Cit.
17
NAREDO, J.M. (1996b): Sobre la insostenibilidad de las actuales conurbaciones y el modo de paliarla, en MINISTERIO
DE FOMENTO (1996): Op. Cit
18
BERRY, B.J.L. (1976): Urbanization and Counter-Urbanization, Urban Affairs Annual Reviews, 11, Sage, Beverley Hills
and London.
19
Véase, entre otros muchos trabajos, NEL.LO, O. (1997): Los confines de la ciudad sin confines. Estructura urbana y
límites de la ciudad difusa. Instituto de Estudios Metropolitanos de Barcelona (MIMEO). Barcelona.
20
El interés por los indicadores estadísticos del medio ambiente y la sostenibilidad urbanas se ha manifestado de forma
creciente en los últimos años. Cabe citar a este respecto, entre otras aportaciones recientes, MINISTERIO DE MEDIO
AMBIENTE (1996): Los Indicadores Ambientales. Una propuesta para España, DG. de Calidad y Evaluación Ambiental,
Madrid. En el mismo sentido, OECD (1997): Better Understanding our Cities. The Role of Urban Indicators, OECD, Paris.
Asimismo, la Comisión Europea, a través de la Dirección General XVI de Política Regional y Cohesión, de Eurostat, así
como del Comité de las Regiones de la Unión Europea, ha impulsado la necesidad de contar con indicadores estadísticos
rigurosos de la calidad ambiental de vida y de la sostenibilidad urbana. Así se puso de relieve en el seminario sobre Calidad
de Vida en las Ciudades y Regiones de la Unión Europea, celebrado en Barcelona,14-16 de abril de 1997.
21
CHESHIRE P. (1997): Economic Indicators for European Cities and Regions: why boundaries matter, paper presentado en
el Seminario sobre Calidad de Vida en las Ciudades y Regiones de la Unión Europea, Barcelona, 1997.
22
ROCA, J, CLUSA, J. y DIAZ, E. (1997): La Delimitació de l'Àrea Metropolitana de Barcelona, CPSV, Barcelona, y
CPSV (1998): Estudio sobre la delimitación de las áreas metropolitanas españolas, CPSV, UPC, Barcelona.
23
NUREC (1994): Atlas of Agglomerations in the European Union, NUREC, Duisburg; GEMACA (1996): Les Régions
Métropoles de l’Europe du nord-ouest, limitres géographiques et structures économiques, IAURIF-GEMACA; y
Mancomunitat de Municipis de l’Àrea Metropolitana de Barcelona (1999): Grans Aglomeracions Metropolitanes d’Europa.
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sistemas urbanos. Autores como Nijkamp (1975)24 han insistido sobre la necesidad
de integrar la evaluación ambiental de las ciudades mediante métodos
multidimensionales (multicriteria analysis). Sin embargo las dificultades de dicha
evaluación son formidables: no sólo en tanto a la naturaleza compleja de las
estructuras implicadas, sino, sobre todo, en cuanto al carácter intrínsecamente
indeterminado25 de la evolución futura de los sistemas urbanos, en cuanto sistemas
físicamente abiertos que son26. La valoración en la incertidumbre se configura, por
tanto, como uno de los paradigmas de la evaluación de la sostenibilidad de los
ecosistemas urbanos, tal como han puesto de manifiesto autores como Roscelli
(1990).27
El presente informe, formulado en el marco del proyecto Leonardo da Vinci
“Development of competencies and skills in Local Agenda 21 processes” recopila, en
primer lugar, aquellos conceptos fundamentales que, desde la ecología urbana, han
permitido establecer unas bases sólidas para los planteamientos actuales de la
sostenibilidad territorial y urbana. A continuación, el informe analiza las principales
referencias estratégicas de actuación en el ámbito de la gestión urbana sostenible,
mostrando como las aportaciones de la ecología urbana han desarrollado un papel
fundamental en su configuración, particularmente en el contexto de las instituciones
europeas y del movimiento europeo de ciudades sostenibles. A partir de dichos
conceptos básicos y de su plasmación en las estrategias europeas, el informe
finaliza formulando unas consideraciones metodológicas sobre el planteamiento de
las Agendas 21 locales en relación con la sostenibilidad ambiental y el medio
ambiente urbano.
24
NIJKAMP, P. (1975): A Multicriteria Analysis for Project Evaluation: Economic-Ecological Evaluation of a Land
Reclamation Project, Papers of the Regional Science Association, vol.35.
25
Sobre el carácter intrínsecamente indeterminado del devenir, véase, por ejemplo, POPPER, K.R. (1982): The Open
Universe. An Argument for Indeterminism.
26
Sobre este tema, entre otros muchos textos del mismo autor, PRIGOGINE, I. (1997): El Fin de las Certidumbres, Taurus,
Madrid.
27
ROSCELLI, R. (ed) (1990): Mesurare n'ell incettezza, CELID, Torino.
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2. Consideraciones sobre la aplicación de la teoría de ecosistemas a los
sistemas urbanos
2.1. La ecología y los ecosistemas urbanos
Las ciudades son organismos de metabolismo complejo, inmensos procesadores de
alimentos, combustibles y materias primas cuyas conexiones se extienden por todo
el planeta.28 A partir de la consideración de los tejidos urbanos como ecosistemas, la
aplicación de la teoría ecosistémica permite explicar el funcionamiento de las
ciudades en términos de intercambios de materia, de energía y de información.
La teoría ecosistémica tiene como base la reflexión sobre el pensamiento sistémico.
Ludwig Von Bertalanffy en 1956, planteó las bases de una nueva una disciplina que
se denominaria teoría general de sistemas. El mismo año, Hall y Fagen, definieron
un sistema como un conjunto de objetos formados por los propios objetos, sus
relaciones y sus atributos. Estos elementos (objetos, atributo y relaciones), se
interconectan, comportándose como un todo unitario de forma que, si su estructura
fuera desconocida, sus comportamientos respectivos podrían ser averiguados
mediante el estudio de sus entradas y salidas (input-ouput). Este concepto de
sistema, entendido y aplicado a la ecología, es lo que suele denominarse,
ecosistema.
Un ecosistema es un entramado de relaciones entre seres vivos y elementos inertes,
que forman un conjunto de complejidad superior a la mera suma de sus partes. No
se trata por tanto de un territorio determinado, sino de un conjunto de vínculos y
elementos, a veces con una localización determinada y otras no. Incluso si
consideramos los limites del sistema, habrá que puntualizar que estos pueden ser o
no determinados.
Los ecosistemas pueden ser descritos mediante la entrada y salida de materia y
energía. La materia circula constantemente en todo el ecosistema conservándose;
en cambio, la energía lo hace en forma de un flujo que se degrada.29
Los ecosistemas son sistemas abiertos en intercambio con el ambiente exterior del
que reciben aportes materiales y energéticos. Estos últimos son esenciales para
mantener el orden cíclico de su supervivencia y para regenerar la calidad de la
materia que consumen. En este sentido cabe recordar que el ecosistema urbano se
encuentra inmerso en otros, de los que constituye un subsistema, y todos ellos lo
son del sistema global (la biosfera), el cual es, a su vez un ecosistema abierto.
En general, los flujos energéticos hacen mover los ciclos de la materia a través de
un ecosistema, permitiendo su autorregulación y una cierta evasión de las
inclemencias exteriores: un bosque que crea sus propias condiciones climáticas y
edáficas en cierta medida ajena al medio que lo soporta; un bosque tropical genera
28
GIRARDET, H. (1992): The Gaia atlas of Cities. New directions for sustainable urban living, Gaia Books Limited,
London.
29
MARGALEF, R. (1981): Ecología, Ed. Planeta, Barcelona.
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dentro de él unas condiciones de flujos de materiales ajenos al suelo que lo soporta
lo que explica porque su deforestación produce unos suelos que rápidamente se
desertizan. Estos ejemplos explican por una parte la cualidad de los ecosistemas de
mantenerse autocontenidos, produciendo intercambios constantes con el entorno
(contexto) que los envuelve.
En el caso concreto de la ciudad, como ecosistema, su viabilidad precisa de la
aportación continua y substancial recursos materiales y energéticos. Las actuales
connurbaciones se caracterizan porque su funcionamiento requiere el consumo de
cantidades masivas de recursos no renovables y genera cantidades ingentes de
recursos que no se reciclan.30
Los sistemas abiertos dependen, no solo de los aportes de materia y energía como
se ha dicho anteriormente, sino también de la provisión información organizada. En
la medida que sean capaces de asimilar la información del entorno tenderán hacia
una mayor complejidad y, en sentido inverso, evolucionaran hacia una simplificación.
En general, los sistemas más simples dependen más fuertemente de los nexos
energéticos y a medida que los sistemas se hacen complejos la energía tiene un
papel más secundario, siendo ésta un elemento muy reducido, en la construcción,
mantenimiento y cambio de los propios sistemas.31
Siguiendo a Rueda32 en sus referencias a Morin33, al referirse a los ecosistemas y a
las características más importantes de éstos, debe señalarse que las leyes de
organizaciones complejas y autoorganizativas, no son de equilibrio sino de
desequilibrio, de dinamismo estabilizado, y que la inteligibilidad del sistema ha de
encontrarse, no solo en el propio sistema, sino también en su relación con el
ambiente. Ésta no es una simple dependencia sino que es constitutiva del sistema.
2.2. La ciudad como un ecosistema
La ciudad puede considerarse, pues, como un ecosistema y como un organismo que
consume y transforma una importante cantidad de materia, energía e información.
Desde el punto de vista termodinámico, los ecosistemas como los organismos, son
sistemas alejados del equilibrio que se autoorganizan a costa de provocar
incrementos en los niveles de desorden o entropía en el medio que los rodea.34 Es
decir, bombean energía continuamente de este medio y la dispersan en forma no
aprovechable (calor, gases, etc.). Sin esta entrada continua de energía no podría
aumentar su orden interno. Por esta razón los consideramos "estructuras
disipativas". De hecho también bombean materiales, que acaban en forma de
partículas no aprovechables.
30
NAREDO, J. M. (1996): Op. Ci., p.45.
31
RUEDA, S. (1996): Op. Cit., p.57.
32
RUEDA, S. (1996): Op. Cit.
33
MORIN, E. (1994): Introducción al pensamiento complejo, Gedisa Ed.
34
TERRADAS, J. (2001): Ecología urbana, Rubes Ed., Barcelona.
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Las ciudades y los sistemas socioeconómicos de escalas más grandes son también
estructuras disipativas, no dejando de depender de ingresos energéticos y de
materiales que proceden del medio natural (ingresos naturales), el cual dispone de
ellos en cantidad finita (en terminología económica: un capital, véase el apartado
3.2). Esta disipación se traduce en un incremento de desorden en el medio natural.
Si se consume una cantidad superior a los ingresos naturales, se reduce el capital
natural, mientras que el vertido resultante de la disipación produce disminución de la
calidad del aire, agua y tierra, de la biodiversidad, etc.35
En definitiva, la ciudad, creada y habitada por seres vivos, es una parte de la
biosfera que absorbe energía continuamente del medio y la dispersa en forma no
aprovechable (sistema disipativo). Como ecosistema tiene todas las características
de los sistemas ecológicos. Sin embargo, una explicación de la ciudad desde una
esfera puramente biológica resultaría excesivamente reduccionista para abordar un
fenómeno tan complejo caracterizado por una fuerte incidencia de los factores
sociales y humanos.
El componente biótico (biocenosis) de un ecosistema urbano es una comunidad
biológica dominada por la especie humana. El homo sapiens es una especie, de las
que se conocen como constructoras (aquellas que levantan estructuras y que
organizan el espacio). Otros ejemplos de constructores pueden ser las termitas, las
hormigas las abejas los castores, los estromatolitos. También las especies
vegetales, como el caso de los árboles, en donde la mayor parte de la madera es
materia orgánica muerta y con ella se construye una estructura compleja para
aumentar la superficie de captación de recursos y garantizar la supervivencia. En
todos estos casos, como en las ciudades, las estructuras construidas muertas, que
nos permiten un control sobre el medio físico o biotopo.
Las ciudades desarrollan metabolismos complejos sin comparación con otras
estructuras existentes, relacionándose en forma extensiva e intensiva, horizontal y
verticalmente por todo el planeta para obtener los productos que necesitan. Estos
verdaderos sistemas tienen la capacidad de transformar, cambiando materias
naturales en objetos artificiales.
La ciudad, desde una visión ecosistemica, debe ser analizada no solo a partir de un
conjunto de variables inteligiblemente seleccionadas (constituiría un mero
reduccionismo sistemico), sino que debe ser observada en su propia dinámica y
capacidad de cambio en el contexto físico que la contiene y especialmente por la
mecánica entrópica de estos sistemas. En efecto, las ciudades no solo transforman
materia y energía, sino que éstas a su vez se encuentran condicionadas por la
información del medio y por la propia información que produce el proceso entrópico
de degradación y regeneración. Esta información no es pura descripción y
organización inmanentista de la materia en estado y/o en proceso, sino que es un
resultado de la aprensión consciente, individual o colectiva, de los procesos
materiales e inmateriales que un organismo vivo e inteligente realiza en un medio
material determinado.
35
TERRADAS, J. (2001): Op. Cit.
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Por otra parte, como se ha dicho anteriormente, el ecosistema urbano es un
ecosistema abierto. Ello significa que existe un intercambio permanente con el
ambiente a niveles material, energético e informativo, y que este intercambio es
esencial para el mantenimiento del sistema, ya que de él dependen su capacidad
reproductiva o de continuidad, así como su capacidad de transformación y de
evolución.
2.3. El metabolismo de la ciudad
Continuando con las reflexiones de Rueda36 y centrándonos en los metabolismos de
los tejidos urbanos cabe señalar que dos de las características especiales de los
ecosistemas urbanos son, el volumen de energía que viaja por fuera de los
organismos vivos, la energía que hace funcionar el sistema y la enorme movilidad
horizontal que permite explotar otros ecosistemas a distancias más o menos
alejadas. Otra característica de las ciudades es la gran acumulación de complejidad
por la multiplicidad de artefactos portadores de cultura y en consecuencia de
información.
La mayoría de la energía endosomática (la que circula por el interior de los
organismos vivos) se obtiene de los sistemas agro-forestales, haciendo que los
tejidos urbanos sean heterotróficos, es decir que dependan de la producción
primaria de otras partes del territorio.
El mantenimiento de la complejidad de los sistemas urbanos se fundamenta en un
ingente consumo de energía exosomática (la que viaja por el exterior del cuerpo y se
emplea en la construcción de infraestructuras y edificios y en el funcionamiento de
los servicios). Ello se apoya también en la explotación de recursos ubicados en
espacios mas o menos complejos que verán aumentar su simplicidad. La
explotación se concreta en el sistema de la materia y la energía necesaria para su
reproducción, y si es el caso, en el aumento de complejidad. El agua los alimentos la
electricidad, los combustibles fósiles, etc. harán a veces, recorridos muy lejanos; en
ocasiones serán consumidos en la ciudad y en otras transformados antes de su
consumo en el propio sistema o en otro diferente.
Un análisis energético en las ciudades es muy importante, de cara a determinar el
grado de consumo de los combustibles fósiles. Según Howard y Odum en (1980),
con relación al grado de concentración energética de las áreas urbanas, comparada
con los ecosistemas naturales, aquellas presentan una diferencia muy importante en
el valor de energía por metro cuadrado analizado.
Las conurbaciones que se han planificado siguiendo ciertas visiones funcionalistas,
han separado el espacio con funciones diferentes, generando importantes
segregaciones sociales, los efectos de las cuales se acentúan en casos de densidad
elevada, rentas y niveles de instrucción similares. Su funcionamiento necesita un
aumento del metabolismo externo, relacionado con la capacidad de transporte y
control, para aplacar las interacciones fuertes y los conflictos entre espacios y
36
RUEDA, S. (1995) y (1996): Op. Cit.
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grupos sociales. Es por esta razón que en este tipo de planificación el transporte
tiene una importancia relevante.
Análogamente estos sistemas, consumen una excesiva cantidad de energía en el
transporte, ya que de esta manera se mantiene el control de los sistemas periféricos
explotados. La integración de una especie depende del grado de transporte que esta
tenga (capacidad de desplazamiento). También así, es importante destacar que la
imposición de un sistema de movilidad, condiciona tanto la extensión de las vías, el
tamaño y los flujos de circulación y, de igual manera, la producción de biomasa y
biodiversidad de los ecosistemas naturales. El hombre exporta así a la naturaleza e
impide que esta se organice más.
El flujo neto de energía, de la naturaleza al hombre puede considerarse proporcional
al gradiente de organización entre el hombre y la naturaleza. Cuanto más toma el
hombre de ésta, más desorganizada o controlada la tiene. Así, podemos decir que el
hombre es el organismo más poderoso, pues es el que más usa energía para mover
materia, fundamentalmente en el plano horizontal. En consecuencia la
contaminación, es parte inherente de este proceso, podríamos decir que es una
enfermedad propia de la actividad del traslado.
2.4. Información y complejidad
Este apartado dedicado a la información y la complejidad en los procesos de
intercambio de materia y energía en los sistemas en general, y en particular en los
ecosistemas urbanos, tomará como referencia básica a Rueda37 38. En definitiva,
cabe destacar lo siguiente:
−
En los procesos de los ecosistemas urbanos deben considerarse no solo los
intercambios de materia y energía sino también los de información.
−
En un ecosistema humanizado la información no solo reside en los genes, como
en los ecosistemas naturales, sino que existe también una información cultural
marcada por la cualidad y la cantidad.
−
“La información es un concepto muy importante pero que se escapa a ser
medida. Los límites de la información total disponible son difíciles de estimar. La
información está distribuida en diferentes estratos, envuelta sobre si misma,
jerarquizada.” (Rueda, en relación a Margalef39).
−
Una característica de la información es la complejidad. El recuento de las
trayectorias de los elementos de un sistema indica el grado de complejidad y a su
vez refleja el grado de incertidumbre inherente en el sistema.
37
RUEDA, S. (1995): Op. Cit.
38
RUEDA, S. (1996): Op. Cit.
39
RUEDA, S. (1995): Op. Cit., p.199.
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−
La información es una variable de la energía. En consecuencia, como aquella,
puede ser considerada en forma de flujos. Ello permite medirla y cuantificarla al
igual que la potencia energética, y aplicarle leyes físicas y químicas.
−
La medición, cuantificación y cualificación de los flujos de información no permite,
sin embargo, obtener el grado de organización de la información. No obstante “El
contenido de la información calculado como el logaritmo de las combinaciones
indica la cantidad útil que se tendría si el sistema estuviera organizado formando
un mensaje útil o indica la cantidad de confusión si no está organizado” (Rueda,
con relación a Margalef40).
−
La complejidad de la información implica un conjunto de variables discretas (en
un ecosistema, las especies) y una información significativa (útil). La medida de
la complejidad muestra también el grado de diversidad del sistema.
−
La diversidad viene dada por el número de variables (en un ecosistema, la
cantidad de especies) y por el número de elementos (cantidad de individuos de
cada especie). Las especies son variables discretas dotadas de atributos que
actúan como elementos diferenciadores (provistos de información) y como
condicionadores de relaciones y de trayectorias, transformando las
interrelaciones de materia, energía e información (formación de redes).
−
Todos los sistemas activos poseen un determinado valor de entropía (desorden),
tendiendo su evolución hacia un valor bajo de entropía (orden) y, en el caso de
los ecosistemas, entre otros factores, las interrelaciones de materia, energía e
información.
−
Un modo de reducir la entropía consiste en disminuir el consumo de energía
(mayor eficiencia energética), lo cual requiere una información más organizada,
que implica una mayor complejidad y diversidad del sistema. A su vez significa
una intensificación en la formación de redes y una mayor complejidad de éstas,
posibilitando una mayor cantidad y calidad de la información.
−
En consecuencia, si la información tiene un bajo nivel de complejidad, el sistema
tiende a simplificarse, disminuye la entropía. Si el proceso de simplificación
continua, el sistema tiene al equilibrio entrópico (inactividad) transformándose en
residuo.
−
El reciclaje de un residuo (recuperación de la actividad del sistema) implica la
incorporación de energía y de información organizada. La cantidad y calidad de
estos dos elementos determinan el costo de la reconversión.
−
Por lo tanto, disminuir la tendencia al estado de residuo de un sistema (ampliar la
vida útil) o reciclarlo exigiría una reducción de la entropía de la energía y una
maximización de la entropía de la información.
De la aplicación de estos conceptos a un ecosistema urbano se deduce lo siguiente:
40
RUEDA, S. (1996): Op. Cit., p.59.
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− Los conceptos de intercambio de materia energía y de información en la teoría
sistémica tienen plena validez al analizar los ecosistemas urbanos. Es el caso de
la complejidad de estas y su evolución positiva (mayor acumulación de aquellas),
en el tiempo. Un ejemplo surge si comparamos la complejidad en el área
metropolitana de Barcelona y su conurbación en los últimos cincuenta años. Se
observa que la complejidad actual es superior. Sin embargo, aunque en el
conjunto está ha aumentado, hay ciertos ámbitos donde por razones de una
planificación funcionalista y de mercado, la diversidad es baja, experimentándose
una alta homogeneidad en los componentes de los espacios urbanos de nueva
creación.
− Continuando con la idea expuesta en el párrafo anterior, debemos recordar que
hablar de complejidad, es hacer referencia a la diversidad (en este caso de un
ecosistema urbano) y que, aquella (la complejidad) posee atributos, a través de
sus variables discretas (las especies). Un ejemplo de éstas, puede ser una
persona con diferentes atributos, como una profesión, una determinada edad,
una cierta renta, etc.
− Asimismo esta persona, como muchas de la especie humana, puede crear
actividades, organizaciones de diferente índole, como políticas, económicas,
sociales, etc. Todas ellas con diferentes atributos, desarrollando actividades
especializadas y haciendo posible la división del trabajo. Los atributos, como se
ha denotado anteriormente, condicionan las relaciones y las trayectorias de los
intercambios de materia, energía e información, haciendo posible la aparición de
redes. Éstas en los ecosistemas urbanos tienen mucho que ver con la
complejidad de las relaciones económicas la movilidad de las personas, de la
materia, de la energía y de información a través de las tecnologías de la
comunicación.
− Anteriormente, en relación con la evolución de los sistemas, se ha expuesto la
importancia que tiene el desorden interno (entropía) en el intercambio de materia,
energía e información, y también como en función de la tendencia y el valor de
entropía, los sistemas pueden encontrarse o no, en estado de residuos.
Igualmente, una excesiva generación de entropía, producto de un desmedido
consumo energético y una baja acumulación de información organizada, no solo
ralentiza a la larga los procesos evolutivos antes mencionados (acortando la vida
útil de los sistemas y convirtiéndolos más rápidamente en estados de residuos),
sino que derrocha recursos, algunos de ellos no renovables, como es el caso de
los recursos fósiles.
− Es por esto, que al referirse a los ecosistemas urbanos, se puede afirmar que
cuanto más compactos y más diversos son (mayor complejidad), mayor entropía
recuperan en términos de información. En consecuencia, es menor la energía
consumida y mayor su eficiencia.
− Análogamente la materialización de los espacios urbanos, suele llevarse a cabo
mediante un gran consumo de energía y de materia, y con un bajo nivel de
información organizada. Espacios altamente especializados con un grado de
rigidez funcional muy alto tienden a convertirse rápidamente en residuos
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urbanos, razón por la cual, se deberá tener cuidado desde la etapa de
planificación.
− En palabras de Rueda: “Perseguir la minimización de la entropía, al mismo
tiempo que maximizamos la complejidad de nuestros sistemas urbanos,
maximizando la entropía que convertimos en información, obliga a volver a
recalificar los intercambios, a reconceptualizar muchas variables y poner valor a
otras con la voluntad de aumentar la capacidad de anticipación del sistema. El
sistema económico, o también el intercambio de bienes, tendría que acomodar
sus instrumentos aprovechando al máximo aprovechamiento de los recursos y la
minimización (en cantidad y peligrosidad) de los residuos, al mismo tiempo que la
energía de transformación se hace depender cada vez más de la radiación solar
(la única fuente que no aumenta la entropía del planeta).”41
− En definitiva, el aprovechamiento máximo de los recursos y la minimización de
residuos, a escala local requieren también el establecimiento de unos límites de
explotación de los sistemas naturales y agrícolas, respetando su permanencia en
el tiempo.
2.5. Características generales en los procesos de transformación de los
ecosistemas urbanos. Una visión desde la teoría sistémica.
El aumento de complejidad en los procesos de transformación de los tejidos urbanos
(ecosistemas) está caracterizado por la lentitud. La historia conlleva un proceso en el
tiempo, una extensión temporal marcada por la acumulación compleja y organizada
de la información.
Análogamente... “el aumento de los depósitos de la información organizada es
generador de estabilidad y oportunidades, en contra de un aumento excesivo de
nuevas estructuras sostenidas, en un despilfarro del suelo, de la energía y del
tiempo y en el creciente consumo de recursos”42. Este ultimo aspecto ha
caracterizado, muchos de los crecimientos metropolitanos de los últimos años
Ahora bien son muy diferentes los efectos producidos en los tejidos urbanos con
respecto a los crecimientos acelerados. Aquellos que poseen una tradición histórica
y que tienden a preservar testimonios del pasado, con mas capacidad (información
suplementaria), condicionan el desarrollo de los procesos de transformación, por su
alto grado de complejidad. Vale decir que en estos tejidos la disponibilidad al cambio
es menor, pero la diversidad es mayor, residiendo en esto último sus ventajas
comparativas.
En consecuencia los tejidos urbanos históricos, como contrapartida a lo expuesto en
el párrafo anterior, pueden tener en su evolución una indeterminación, debido a la
escasa permeabilidad del sistema. La reducida capacidad de asimilar nuevas
transformaciones (incorporación de materia, energía e información) los hace muy
vulnerables. En los espacios vírgenes, sucede lo contrario. Su alta capacidad de
41
RUEDA, S. (1996): Op. Cit., p.63.
42
RUEDA, S. (1996): Op. Cit., p.63.
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transformación, los hace susceptibles de adquirir una buena medida de complejidad,
mediante la acumulación de información organizada.
La incorporación de actividades con gran intensidad en tejidos con un alto grado de
estructuración, puede generar interferencias de tal magnitud que destruyan la
información acumulada en el sistema. Tales casos suelen presentarse en
situaciones de discontinuidad en el tiempo y en el espacio.
Por otra parte en los espacios nuevos o a remodelar de los tejidos urbanos se hace
necesario incluir una importante cantidad de variables de diversificación, a través de
la incorporación de diferentes actividades (residenciales, comerciales, financieras,
de servicios y de industria). Todas estas transformaciones de los tejidos urbanos,
más que por la cantidad deben estar guiadas por la calidad.
En contraposición a esto, los tejidos urbanos degradados, como subsistemas de uno
mayor, se excluyen de éste funcionalmente, conformándose como barreras que
llegan a repercutir no solo física sino socialmente, quedando identificadas en el
consciente colectivo.
En definitiva, “la acción de transformación ha de concebir la búsqueda de la calidad,
incluso de las partes más mínimas. Es el peaje formal que reclama todo espacio a
transformar. Lo contrario es el despilfarro actual del espacio, que ofrece espacios
atractivos limitados, espacios que suelen coincidir con zonas reducidas de una gran
complejidad o bien espacios para hacer una función única, pero que la presencia
deja de tener sentido cuando la función se ha realizado. Los espacios intersticiales
entre los espacios funcionales, la mayoría suelen padecer una manifestada
degradación”43
43
RUEDA, S. (1996): Op. cit., p.64.
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3. Ecología urbana y sostenibilidad. La vertiente institucional
3.1. El concepto de sostenibilidad y su aplicación a la gestión territorial y
urbana
Los términos sostenibilidad y desarrollo sostenible expresan conceptos de origen
aún reciente, básicamente planteados a partir de los años 80 desde una perspectiva
holística e integradora. Esta juventud y su carácter complejo y abstracto han
propiciado interpretaciones muy diversas, incluso contradictorias. No obstante,
desde la Cumbre de Río de Janeiro (1992) el desarrollo sostenible se integra
progresivamente (aunque a menudo de forma ambigua o faltada de contenido) en
los diversos ámbitos de conocimiento y también en los de carácter político e
institucional.
Ello es consecuencia de la conciencia cada vez más extendida en el mundo sobre la
insostenibilidad de las formas de desarrollo predominantes y la necesidad perentoria
de la implantación de nuevos modelos capaces de garantizar la perdurabilidad del
desarrollo, tanto desde el punto de vista ambiental como social y económico. En
definitiva, el objetivo de un desarrollo sostenible, que asegure a todos los seres
humanos unos niveles suficientes de calidad de vida manteniéndose dentro de la
capacidad de carga de los ecosistemas que soportan la vida en el planeta44, se ha
convertido un reto ineludible para la humanidad. Esto implica, entre otras muchas
cosas, la máxima internalización de todos los costes en los procesos productivos45,
incluidos aquellos relativos a la transformación y el desarrollo de las ciudades y del
territorio en general.
La sostenibilidad es, por lo tanto, un concepto complejo, producto de múltiples
variables, que integra sistémicamente un conjunto de dimensiones estrechamente
interdependientes (ambiental o ecológica, social, económica, tecnológica...). Su
plena aplicación requiere, desde la escala planetaria a los niveles más locales, un
enorme conglomerado de actuaciones y de cambios en las pautas de
comportamiento y en los órdenes establecidos, así como la implicación de todos los
sectores sociales, económicos y gubernamentales, de los colectivos y de los
individuos. En definitiva la sostenibilidad “...exige un cambio fundamental en las
prioridades de los gobiernos y de las personas: implica la plena integración de la
dimensión ambiental en las políticas económicas y sectoriales y en la toma de
decisiones en todas las esferas de la actividad económica y ambiental. Exige
también una gran reorganización de recursos humanos y financieros tanto a nivel
nacional como internacional” 46
44
UICN, PNUMA, WWF (1991). Op. Cit.
45
CENTRE D’ESTUDIS DE TEMES CONTEMPORANIS (1999). La sostenibilidad o el futur possible, IDEES, nº 2, p.99107, Barcelona.
46
NACIONS UNIDES; CNUMAD (1992):.Guía de l’Agenda 21, versió catalana, Generalitat de Catalunya; Departament de
Medi Ambient, Barcelona, 1993, p.28.
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El concepto de sostenibilidad y su aplicación al territorio resultan pues
fundamentales al plantear una gestión urbana capaz de responder
satisfactoriamente a los requerimientos ambientales y sociales del nuevo siglo.
Debe recalcarse al respecto que, a pesar de las confusiones y las contradicciones
que muy frecuentemente se generan en torno a la sostenibilidad, existen ya unos
referentes suficientemente significativos que permiten centrar la cuestión y definir
unos requisitos y unes líneas de actuación fundamentales. Estos referentes los
encontramos sobretodo en las estrategias, las declaraciones y las convenciones
gestadas en el marco de las Naciones Unidas y de otros organismos internacionales,
así como, a escala europea y con una fuerte incidencia territorial y urbanística, en el
movimiento de ciudades europeas sostenibles. En todos ellos aparecen reflejados
los principios derivados de la aplicación de la teoría de ecosistemas al medio
urbano, expuestos en el capítulo anterior.
3.2. La concreción institucional de la sostenibilidad en la gestión urbana
y la aplicación de la teoría de ecosistemas
Posiblemente, el primer intento institucional de concretar en la escala local y en el
ámbito territorial los requerimientos de la sostenibilidad, se encuentra en los
compromisos adquiridos por las ciudades firmantes de la Declaración de Curitiba
(cuadro nº.1). En particular, sus cuatro primeros puntos expresan unos principios de
acción ambiental con una aplicabilidad directa sobre las técnicas de ordenación y de
gestión territorial y urbanística. Así, los compromisos de aumentar progresivamente
la eficiencia energética, reducir progresivamente todas las formas de contaminación
y despilfarrar lo mínimo y economizar lo máximo se han convertido en premisas
básicas de todo planteamiento formulado bajo el prisma de la sostenibilidad.
Cuadro nº. 1 DECLARACIÓN DE CURITIVA
(Anexo a la declaración conjunta de las ciudades y autoridades locales – Río de Janeiro, 1992)
COMPROMISOS POR LA SOSTENIBILIDAD:
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
Extender los servicios básicos a todos los ciudadanos sin aumentar la degradación ambiental
Aumentar progresivamente la eficiencia energética
Reducir progresivamente todas las formas de contaminación
Despilfarrar lo mínimo y economizar lo máximo
Combatir la desigualdad social, la discriminación y la pobreza
Priorizar las necesidades de la infancia
Integrar la planificación ambiental y el desarrollo económico
Implicar todos los sectores en la gestión ambiental
Estas formulaciones que reflejan las dimensiones ambientales, sociales y
económicas de la sostenibilidad presentan sin embargo un tono marcadamente
genérico. No obstante poco después encontrarían en Europa una mayor concreción
en la Carta de las Ciudades Europeas hacia la Sostenibilidad (1994), más conocida
como Carta de Aalborg, producto de la primera conferencia europea celebrada en la
ciudad danesa citada.
Análisis contextual
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Cuadro nº. 2
NOCIÓN Y PRINCIPIOS DE SOSTENIBILIDAD TERRITORIAL (CARTA DE AALBORG - 1994)
ƒ
ƒ
La sostenibilidad ambiental significa preservar el capital natural
Requiere de las ciudades:
− Que la velocidad de consumo de recursos naturales renovables no supere aquella a la que los sistemas naturales
poden reproducirlos
− Que la velocidad de consumo de recursos no renovables no supere el ritmo de substitución por recursos
renovables
− Que el ritmo de emisión de contaminantes no supere la capacidad del aire, del agua y del suelo para absorberlos
y procesarlos
− Que se mantengan la diversidad biológica, la salud pública y la calidad del aire y del suelo a niveles suficientes
para preservar indefinidamente la vida y el bienestar humanos, y también la flora y la fauna
La concepción de la sostenibilidad territorial y urbana de la Carta de Aalborg (cuadro
nº 2) recoge, por una parte, conceptos de contabilidad financiera al considerar los
recursos naturales, no como a bienes ilimitados, sino como un capital natural que
debe ser administrado y en el que hay que invertir para compensar las pérdidas
derivadas de su consumo. En el caso de los recursos renovables (agua, recursos
vivos, etc.), la sostenibilidad debería implicar que las tasas de aprovechamiento de
dicho capital (gastos) no excedan las de regeneración (intereses), de forma que la
disponibilidad del recurso quede garantizado indefinidamente al mantenerse los
stocks.
En lo referente a los recursos no renovables (recursos energéticos fósiles, recursos
mineros, etc.) la cuestión resulta más compleja, ja que aquellos no se regeneran
dentro de la escala temporal humana. Se trata, pues, de un capital natural no
reproducible, de manera que cualquier explotación implica la reducción progresiva
de los stocks. Consecuentemente, su explotación continuada significará
forzosamente, en un plazo mas o menos dilatado, el agotamiento total del recurso.
Desde la perspectiva de la sostenibilidad, las estrategias de actuación pasan 47 por
la reducción de la demanda (entre otras medidas, mediante un uso más eficiente y
con su substitución por otros recursos renovables o de mayor disponibilidad), la
reutilización y el reciclaje (gráfico nº.1).
47
JACOBS, M. (1996): La economía verde, ICARIA, Barcelona, p.161-169.
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Gráfico nº 1. SOSTENIBILIDAD Y RECURSOS NO RENOVABLES
Reducción
Demanda
STOCK
- stock
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
Cambio hábitos consumo
Uso eficiente
Reutilitzación
Substitución por recursos
renovables
Explotación
Impacto
Ambiental
+ stock
ƒ Reciclaje
ƒ Minimización
ƒ Restauración
El suelo, entendido como espacio territorial y objeto de la gestión urbana, puede
considerarse también a estos efectos como un recurso no renovable que, además,
constituye el marco físico necesario para la existencia de buena parte de los
recursos renovables y, por lo tanto, resulta vital desde el punto de vista de la
sostenibilidad. Se trata de un bien no renovable en la mesura que no es
reproducible. Igualmente en este caso, las opciones de sostenibilidad pasan por
evitar en lo posible la reducción de las reservas disponibles, es decir del stock de
suelo no urbanizado, mediante la disminución de la demanda a través de un uso
más eficiente y de la reutilización y el reciclaje de las áreas ya transformadas, y
también per la minimización del impacto ambiental de las actuaciones urbanísticas,
infraestructurales y, en general, de las transformaciones del suelo.
Retomando la Carta de Aalborg, debe destacarse muy especialmente la incidencia
fundamental en este documento de los planteamientos de ecología urbana
anteriormente expuestos, basados en la consideración de la ciudad como
ecosistema y, consecuentemente, en el análisis de los flujos de materia (nutrientes y
materiales físicos), energía e información. Ello ha permitido dotar de una mayor
operatividad a conceptos como la capacidad de carga del territorio, el capital natural
o el cierre progresivo de los ciclos de recursos como estrategia de actuación en el
medio ambiente urbano.
Desde esta perspectiva, se deduce que las estrategias de mejora de la
sostenibilidad (y en este contexto las Agendas 21 locales) deben abordar la
diagnosis del metabolismo del sistema urbano, sus dependencias, y los impactos
que provoca, y también un proceso corrector de dicho metabolismo para hacerlo
más soportable en el sistema más amplio en el que se inserta la ciudad48. Este
48
TERRADAS, J. (2001): Op. Cit.
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aspecto es desarrollado en el capítulo 4 del presente informe. Por otra parte, los
principios de sostenibilidad de la Carta de Aalborg asumen el hecho que los
problemas urbanos no se limitan a las ciudades ya que resultan necesarias grandes
extensiones territoriales para suministrar los recursos que aquellas demandan y para
asimilar los residuos y las emisiones contaminantes que producen49 (huella
ecològica de las ciudades).
Los enfoques de la Carta de Aalborg fueron inspirados en buena medida por los
trabajos del Grupo de Expertos sobre Medio Ambiente Urbano, creado por la
Comisión Europea el año 1991, una vez publicado el Libro verde sobre el medio
ambiente urbano50, el cual constituyó un revulsivo importante al propugnar un
replanteamiento general de la gestión urbana tradicional, mediante políticas de
densificación y de usos mixtos en las ciudades (en contraposición a la rígida
zonificación tradicional), una planificación integrada de los transportes y de los usos
del suelo, la potenciación de las penetraciones de vida silvestre dentro de las
ciudades y en sus periferias inmediatas, etc.
El Grupo de Expertos sobre Medio Ambiente Urbano, fue creado con el objeto de
estudiar las formas de incorporación de los objetivos ambientales en las estrategias
de planificación urbana y de ordenación del territorio, y de asesorar a la Comisión en
la política ambiental comunitaria sobre los aspectos referentes al medio ambiente
urbano. El año 1993 este grupo inició el Proyecto de ciudades sostenibles, el
principal fruto del cual sería el informe Ciudades Europeas Sostenibles (1996)51. Se
trata de una referencia fundamental que desgrana de una forma exhaustiva los
principios del desarrollo sostenible en relación con los asentamientos urbanos y los
mecanismos de actuación necesarios. En este contexto, el Informe fue planteado
como marco para a la acción local hacia a una gestión urbana sostenible, definiendo
bases, criterios e instrumentos de actuación, con una atención especial a aquellos
ámbitos considerados como esenciales: la gestión sostenible de los recursos
naturales, la energía y los residuos; la movilidad sostenible; la planificación espacial
urbana; etc.
El Informe asume plenamente la aplicación de la teoría de ecosistemas a la gestión
urbana, sobre la base de tres líneas argumentales planteadas anteriormente por
Brugmann52 y Tjallingii53: el reconocimiento de la ciudad como ecosistema físico, la
aplicación de los conceptos de ecología física a los aspectos sociales de las
ciudades y la aplicación de los conceptos de teoría de ecosistemas a los procesos
de cambio y desarrollo de las ciudades.
49
EUROPEAN ENVIRONMENT AGENCY (1998). El Medio Ambiente en Europa: Segunda evaluación, Medio ambiente
urbano, (Capitulo 12), OPOCE.
50
COMMISSION OF THE EUROPEAN COMMUNITIES (1990): Green Paper on the Urban Environment, COM(90) 218
CEC, Brussels.
51
EUROPEAN COMMISSION. Expert Group on the Urban Environment (1996). European Sustainable Cities Report,
Directorate General XI Environment, Nuclear Safety and Civil Protection, Brussels.
52
BRUGMANN, J. (1992): Managing Human Ecosystems: Principes for Ecological Municipal Management, ICLEI,
Toronto.
53
TJALLINGII, S. (1992) Ecologisch Verantwoorde Stedelijke Ontwikkeling, Rijksplanologische Dienst's-Gravenhage en
Instituut voor Bos- en Natuuronderzoek Wageningen, the Netherlands.
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En este contexto, afirma que el desafío a que se enfrenta la sostenibilidad urbana
es resolver tanto los problemas en el interior del medio urbano como los causados
fuera de él. Consecuentemente, una gestión urbana sostenible exige una estrategia
integrada de cierre en las ciudades de los ciclos de recursos naturales, energía y
residuos. Ello implica:
− minimizar el consumo de recursos naturales, sobretodo de los no
renovables y de renovación lenta
− minimizar la producción de residuos mediante la reutilización y el
reciclado siempre que resulte posible
− minimizar la contaminación atmosférica, del suelo y de las aguas
− incrementar la proporción de espacios naturales y biodiversidad en las
ciudades
Los ejemplos expuestos hasta ahora muestran como en la década de los 90 se han
desarrollado en Europa unos fundamentos conceptuales sólidos en relación con la
sostenibilidad territorial y urbana, la aplicación de los cuales ha ido adquiriendo una
relevancia sucesivamente más grande con la importante expansión experimentada
por el movimiento de ciudades sostenibles, constituido per aquellas ciudades que
adoptan la Carta de Aalborg y, de acuerdo con ésta, impulsan los correspondientes
planes de acción hacia la sostenibilidad (Agendas 21 locales). En este contexto, se
han perfilado unas líneas maestras substanciales en los planteamientos de una
gestión urbana con vocación de sostenibilidad, las cuales además han comenzado a
incorporarse a los programas políticos.
En esta línea las conclusiones de la Tercera Conferencia Europea sobre Ciudades y
Pueblos Sostenibles (Hannover, 2000), ponen de manifiesto la necesidad de la
implantación de políticas locales destinadas a reducir la huella ecológica de las
ciudades. Asimismo, identifican seis aspectos calificados como a claves en el
camino hacia la sostenibilidad local (cuadro nº.3) que integran las vertientes
ambientales, sociales y económicas de la sostenibilidad.
Cuadro nº.3
PUNTOS CLAVES DE LA GESTIÓN URBANA HACIA LA SOSTENIBILIDAD LOCAL
(DECLARACIÓN DE HANNOVER - 2000)
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
ƒ
Planificación urbana integrada
Desarrollo de ciudad compacta
Rehabilitación de áreas urbanas deprimidas
Menor consumo y uso más eficiente del suelo y los otros recursos naturales
Gestión local del transporte y de la energía
Lucha contra la exclusión social, el desempleo y la pobreza
En definitiva, la aplicación de la teoría de ecosistemas a las ciudades ha permitido la
formulación de unos principios ampliamente aceptados y de un conjunto de pautas
operativas con los elementos fundamentales para alcanzar unos modelos
sostenibles de uso del territorio, en general, y de ordenación y de gestión urbanas en
particular. Por ello, estas pautas deben constituir premisas básicas en la aplicación
de las políticas y los instrumentos específicos de planificación y gestión urbanas. En
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concreto, corresponde a las Agendas 21 locales, en tanto que planes de acción
locales hacia la sostenibilidad, un papel esencial en la definición de las medidas y
actuaciones necesarias que permitan avances significativos en la configuración e
implantación de dichos modelos.
3.3. Transposición jurídica de los conceptos de la sostenibilidad
territorial y urbana. El caso de Cataluña
Por otra parte, debe mencionarse por su especial transcendencia el hecho que los
principios y pautas citados comienzan también a integrarse, no solo en la
planificación física, sino también en los ordenamientos jurídicos que afectan
directamente la gestión urbana.
Por lo que se refiere a la planificación física (territorial, urbanística, sectorial) podrían
encontrarse numerosos ejemplos en los planes europeos de la última generación,
especialmente en el caso de planes de iniciativa municipal. Ello, sin embargo,
superaría los objetivos y el alcance de este informe.
No obstante, por su carácter de marco global de referencia citaremos la Estrategia
Territorial Europea documento publicado por la Comisión Europea cuyo objetivo
principal es la consecución de un desarrollo equilibrado y sostenible en la Unión
Europea. Aunque, en conjunto la integración de los aspectos ambientales en el
modelo propuesto resulta, a nuestro entender, excesivamente tímida, la perspectiva
ecosistemica es recogida en los objetivos y opciones políticas planteados54 :
“Una gestión inteligente y economizadora de los recursos del ecosistema
urbano es de gran relevancia. Implica un enfoque integrado basado en los
circuitos cerrados de los recursos naturales, la energía y los residuos, con el
fin de disminuir las presiones sobre el medio ambiente. Gracias a este
enfoque podría limitarse la producción de residuos y el consumo de recursos
naturales (en particular el de los recursos no renovables o que solo se
regeneran lentamente). La contaminación del aire, del suelo y del agua
también pueden reducirse. El aumento de los espacios verdes en las
ciudades, la protección de la biodiversidad y unos sistemas energéticos
compartidos por las viviendas y las industrias son ejemplos de medidas que
se inscriben en una política medioambiental inteligente”.
Desde el punto de vista jurídico, hasta momentos recientes los citados principios
aparecían recogidos casi exclusivamente en disposiciones de carácter
mediambiental. Sin embargo, en la actualidad comienzan a integrarse en otros
ámbitos jurídicos como el del urbanismo.
A título de
marzo, de
sostenible,
urbanística
ejemplo, la reciente Ley del Parlamento de Cataluña 2/2002, de 14 de
urbanismo, incorpora un nuevo principio jurídico, el del desarrollo
que se suma al conjunto de principios han inspirado la legislación
preexistente (el urbanismo como función pública, participación de la
54
COMISIÓN EUROPEA. (1999). ETE. Estrategia Territorial Europea. Hacia un desarrollo equilibrado y sostenible de la
UE, p. 24.
Análisis contextual
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Rev. 00 del 15-Abr -2002
comunidad en las plusvalías urbanísticas, función social de la propiedad, remisión al
Plan, etc.55) y, consecuentemente, la planificación y la gestión urbanísticas.
El propio preámbulo de la Ley afirma que el primer objetivo de ésta es:
“... impregnar las políticas urbanísticas de la exigencia de conjugar las
necesidades de crecimiento con los imperativos del desarrollo sostenible, de
manera que se traduzcan en la utilización racional del territorio; en la lucha
contra la pobreza mediante este recurso, con la política de vivienda social; en
la calidad de vida a conseguir en todos los asentamientos humanos(....); en el
incremento de la concienciación de la sociedad por lo que se refiere al medio
ambiente; en la gestión correcta y proporcionada de los otros recursos
naturales, desde la perspectiva urbana, y en la de los residuos generados, y
también en una utilización progresiva de las energías renovables y en una
política eficiente de ahorro energético en general.”
Asimismo enmarca el desarrollo del urbanismo en las referencias estratégicas
anteriormente descritas:
“La acción coordinada de los instrumentos de planificación territorial,
urbanística y sectorial, y su puesta en práctica, deben constituir uno de los
soportes esenciales para el desarrollo sostenible de Cataluña, siguiendo las
premisas de la Conferencia de Río de 1992 y de la Carta de Aalborg, entre
otros instrumentos de escala mundial al respecto.”
La Ley dedica su artículo 3 al desarrollo sostenible, dentro del capítulo “Principios
generales de la actuación urbanística”, así como diversas remisiones y aplicaciones
en el conjunto del texto articulado. En concreto, el art. 3.3 dispone que:
“El ejercicio de las competencias urbanísticas debe garantizar, de acuerdo
con la ordenación territorial, el objetivo del desarrollo urbanístico sostenible.”
Este mandato resultaría difícilmente operativo si la Ley no concretara una
delimitación jurídica del concepto de desarrollo sostenible en relación con la
actividad urbanística. Precisamente, los puntos 1 y 2 del mismo artículo son
destinados a esta función.
En primer lugar, la Ley señala que:
“El desarrollo urbanístico sostenible se define como la utilización racional del
territorio y el medio ambiente y comporta combinar las necesidades de
crecimiento con la preservación de los recursos naturales y de los valores
paisajísticos, arqueológicos, históricos y culturales, a fin de garantizar la
calidad de vida de las generaciones presentes y futuras.” (art. 3.1)
55
CARCELLER, X. PEREZ LAMAS, C. (1995): Legislació urbanística a Catalunya. Curs bàsic, Ed. UPC, Barcelona
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Este redactado, que incorpora conceptos del Informe Bruntland56 y del tratado de la
Unión Europea, resulta sin embargo excesivamente genérico. Por esta razón, el
texto legislativo añade a continuación:
“El desarrollo urbanístico sostenible, dado que el suelo es un recurso limitado,
comporta también la configuración de modelos de ocupación del suelo que
eviten la dispersión en el territorio, favorezcan la cohesión social, consideren
la rehabilitación y la renovación en suelo urbano, atiendan la preservación y la
mejora de los sistemas de vida tradicionales en las áreas rurales y consoliden
un modelo de territorio globalmente eficiente.” (art. 3.2).
Puede observarse, pues, un grado de sintonía con los referentes a escala europea
expuestos anteriormente. La Ley, recogiendo la declaración de Hannover y otros
precedentes anteriormente citados, plantea modelos urbanos que tiendan a la
compactación en contra de la dispersión y generen cohesión social, que fomenten el
reciclaje de las áreas urbanas, que protejan las áreas rurales y sus sistemas de vida
tradicionales, etc.
56
WCED (1987): Op. Cit.
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4. Algunas consideraciones metodológicas sobre el planteamiento de las
Agendas 21 locales en relación con la sostenibilidad ambiental y el medio
ambiente urbano.
4.1. Aspectos generales
Como es sabido, corresponde a las Agendas 21 locales desarrollar el marco general
de la Agenda 21 de Río de Janeiro. En tanto que instrumentos estratégicos deben
establecer a escala local los objetivos, los criterios, las prioridades y los planes de
acción que permitan avanzar en la transición hacia una sociedad sostenible.
Lógicamente, ello debe enmarcarse en un proceso más global desarrollado de forma
simultánea en los niveles internacional, nacional y local. Asimismo, requiere la
implicación de todos los sectores de la comunidad lo que, a su vez, convierte en
indispensable el hecho que los procesos de gestación e implantación de la Agendas
21 locales resulten los más abiertos y participativos posible.
En este sentido, debe recordarse que la Agenda 21 global, en lo que se refiere a los
asentamiento humanos propugna la adopción de lo que denomina “enfoque
facilitador”, a través de la asociación entre los sectores público, privado y
comunitario, con el fin de mejorar la calidad social, económica y ambiental de los
asentamientos, así como las condiciones de vida y de trabajo de sus habitantes.
Las Agendas 21 locales son, pues, procedimientos estratégicos de fomento y control
del desarrollo sostenible. Exigen la aplicación de todas las técnicas e instrumentos al
alcance de las autoridades y las comunidades locales.
Tal como señala la Guía del Consejo de Europa57, se trata de algo más que un
proyecto “verde”, ya que debe comportar la integración ambiental, económica, social
y de temas culturales, así como de la calidad de vida de la población local.
Por todo ello, el papel de las autoridades locales resulta clave en la medida que:
57
−
Representan a la comunidad local
−
Tienen un papel planificador significativo
−
Desarrollan e influencian muchos de los servicios de los que depende la
calidad de vida local
−
Gestionan gran parte del ambiente natural y construido
−
Disponen de una gran capacidad de influencia a través de la educación, el
asesoramiento, la información y la ejemplaridad de sus propias
actuaciones
−
Pueden impulsar la cooperación con otras organizaciones
−
Ejercen grandes impactos directos como consumidores, compradores y en
funciones equiparables a las empresariales
COUNCIL OF EUROPE (1998). Council of European Municipalities and Regions Local Agenda 21 Basic Guide.
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−
En definitiva, el gobierno local, responsable democráticamente, es el pilar
fundamental en que las opiniones, los valores y las aspiraciones de la
comunidad pueden traducirse en proyectos, políticas, planes y programas
y, por lo tanto, materializarse
La transcendencia del rol de las autoridades locales en la aplicación de los
compromisos de la Agenda 21 global es destacada también por el Grupo de
Expertos comunitario58 que pone también de relieve la circunstancia que gran parte
de la Agenda 21 tiene relación con el medio ambiente urbano. Así, por ejemplo, el
fomento de economías urbanas sostenibles y la ordenación del territorio y su gestión
figuran de manera importante y se exige la integración de la planificación del
transporte y la planificación espacial.
No obstante, es necesario insistir en que todos los sectores de la comunidad local
deben tener un papel a desarrollar los procesos de Agendas 21 locales, así como
canales adecuados para ejercerlo de forma efectiva.
Por otra parte hay que destacar que el planteamiento de una Agenda 21 local
resultaría incompleto sin una estrecha vinculación con los objetivos y las medidas de
actuación de otro documento análogo a la Agenda 21 global: la Agenda de Hábitat,
plan de acción mundial producto de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los
Asentamientos Humanos (Hábitat II), celebrada en Estambul el año1996. La
Conferencia se desenvolvió en torno a dos objetivos principales: "Vivienda adecuada
para todos" y "Desarrollo sostenible de los asentamientos humanos en un mundo en
proceso de urbanización"
La declaración final contiene numerosos elementos de contacto con los
planteamientos que orientaron la Conferencia de Río de Janeiro de 1992 (v. 3.1). A
título de ejemplo:
“Con objeto de conservar el medio ambiente mundial y mejorar la calidad de
vida en nuestros asentamientos humanos, nos comprometemos a adoptar
modalidades sostenibles de producción, consumo, transporte y desarrollo de
los asentamientos; a prevenir la contaminación; a respetar la capacidad de
carga de los ecosistemas y a velar por que se preserven las oportunidades de
las generaciones futuras. A ese respecto, cooperaremos en un espíritu de
solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la
integridad del ecosistema de la Tierra”59
La Agenda de Hábitat dedica uno de sus capítulos centrales al desarrollo
sostenible de los asentimientos humanos, en el cual se establecen de forma
exhaustiva una diagnosis y un conjunto de medidas de actuación en relación con
los temas siguientes, que constituyen también una referencia ineludible:
−
Uso sostenible de la tierra
58
EUROPEAN COMMISSION. Expert Group on the Urban Environment (1996). Op. Cit.
59
Declaración de Estambul sobre los Asentamientos Humanos (1996). Punto 10.
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−
Desarrollo social: erradicación de la pobreza, creación de empleo
productivo e integración social
−
Población y desarrollo sostenible de los asentamientos humanos
Asentamientos humanos ambientalmente sostenibles, sanos y habitables
Utilización sostenible de la energía
Sistemas sostenibles de transporte y comunicaciones
Conservación y rehabilitación del patrimonio histórico y cultural
Mejorar las economías urbanas
Desarrollo equilibrado de los asentamientos en las zonas rurales
Capacidad de prevención de desastres, mitigación de sus efectos,
preparación para casos de desastre y rehabilitación posterior
−
−
−
−
−
−
−
4.2. Los objetivos ambientales
Centrándonos en la vertiente ambiental de la sostenibilidad, las Agendas 21 deben
establecer los mecanismos de actuación para reducir la huella ecológica de las
ciudades, así como las pautas para una gestión sostenible de la ciudad y del
territorio en general, y para integrar la dimensión mediambiental en todas las
políticas económicas y en la toma de decisiones en todos los ámbitos de actividad
públicos y privados.
Estos objetivos ambientales de carácter general deben formar parte de las premisas
de partida en los procesos de Agendas 21 locales y ser congruentes con los
objetivos, criterios y pautas expuestos en los capítulos anteriores.
Por ello, en muchos casos la primera fase en la preparación de una Agenda 21 local
ha comportado la realización de una diagnosis o auditoria sobre las condiciones
ambientales locales, como base necesaria de todo el proceso posterior. Siguiendo la
lógica de los capítulos anteriores, esta diagnosis debería fundamentarse en la
aplicación de la teoría ecosistémica con el objeto de propiciar estrategias de cierre
en el ecosistema urbano.
4.3. Análisis de flujos y regeneración urbana
En este sentido una aportación interesante es la efectuada por la Diputación de
Barcelona, en el marco de un modelo de Agenda 21 local galardonado con el Premio
Europeo ciudad Sostenible de 199, concedido por el Consejo de Municipios y
Regiones de Europa y por la Campaña de Ciudades y Pueblos Sostenibles. Este
modelo aborda las Agendas 21 desde una doble perspectiva: como instrumentos de
planificación y programación estratégica, y como instrumentos que deben impulsar
dinámicas de implicación y participación del conjunto de agentes económicos y
sociales.
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Bajo estas premisas, se ha desarrollado una metodología60 de diagnosis ambiental
municipal fundamentada en el análisis de los flujos metabólicos, particularmente los
flujos de agua, de residuos y de energía, sin olvidar otros aspectos claves para la
calidad ambiental del municipio. En cada uno de estos cuatro ámbitos se definen
aquellos aspectos críticos para una correcta interpretación de los flujos analizados.
−
En cuanto a los flujos de agua, en primer lugar se identifican, caracterizan
y cuantifican las entradas (redes, captaciones superficiales y
subterráneas) y los niveles de consumo. A continuación se efectúa una
análisis análoga de las aguas residuales y de las infraestructuras de
recogida y de depuración, valorando el cumplimiento de los parámetros de
calidad exigibles, así como el grado de reutilización y sus posibilidades.
A partir de todo lo expuesto se elabora un diagrama de flujo global con el fin de
obtener una comprensión integral y la visión ecosistémica del flujo de agua, sus
componentes y su interrelación.
Finalmente, el diagnóstico se complementa en los aspectos relativos a la gestión de
cada parte del flujo del agua
−
Por lo que se refiere a los flujos de residuos, el análisis es sistematizado
en tres grandes apartados. En primer lugar, se procede a determinar las
diversas tipologías de residuos y de formas de recogida que se realizan
(clasificados según sean residuos domiciliarios, industriales, de la
construcción, sanitarios, agrícolas y ganaderos), su tratamiento y el
destino final. En el segundo apartado se elaboran los diagramas de flujos
globales con el fin de obtener una comprensión integral de cada uno de
ellos. Finalmente, el tercero, es dedicado a la gestión de los residuos
mediante la identificación de las entidades gestoras, la determinación de
actuaciones y de costes, el análisis del marco legal y de su grado de
cumplimiento, etc.
−
En cuanto al tratamiento de los flujos energéticos éstos son considerados
tanto, con relación a los efectos que producen en la movilidad, como, en
general, en la actividad de los municipios. La evaluación de dichos flujos
comprende el análisis de la eficacia energética, del consumo final, de las
repercusiones ambientales y territoriales, así como la estimación de la
capacidad para implantar energías renovables.
En el análisis de los flujos de energía, se consideran cinco apartados, el primero:
analiza la entrada de energía y los consumos sectoriales, lo que implica considerar
la evolución temporal del consumo, las unidades, los datos comparativos y las
fuentes de éstos. En el segundo se analiza el consumo en las dependencias y
servicios municipales, evaluando la iluminación y el transporte publico, y también el
acondicionamiento de las dependencias publicas. En el tercero se evalúan las
infraestructuras energéticas como (tendido eléctrico, abastecimiento y distribución de
gas) y lo concerniente a la instalación de cogeneración. El cuarto apartado tiene por
objeto las energías renovables: eólicas, solares, térmicas y fotovoltaicas, etc.
60
PRAT, A.; CANALS, R.M.; SUREDA, V. (2000): La diagnosis ambiental: documents bàsic de l’auditoria municipal. Els
fluxos metabòlics als municipis, Diputació de Barcelona, Barcelona
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Finalmente en el quinto apartado se definen las acciones para mejorar la eficiencia
energética del municipio, tanto sean instalaciones municipales e industriales
(auditorias energéticas, estudios o proyectos, ordenanzas municipales u otros tipos
de acciones), o en relación con la movilidad.
−
En lo concerniente a la contaminación atmosférica, el análisis de los
elementos básicos, de dicha contaminación, se desarrolla en dos
apartados: las emisiones a la atmósfera y el grado de concentración de
inmisiones.
En el primero se efectúa el inventario emisiones (focos puntuales y fuentes difusas,
características, etc.) y se describen las medidas de control y seguimiento, coma
base para la formulación de las propuestas de actuación correspondientes. El
cálculo de emisiones se aplica al municipio, dejando de lado las producidas fuera del
mismo.
A partir de la premisa que son las concentraciones de inmisión las que determinan
en última instancia, la calidad del aire en el municipio, se detalla el valor de la
inmisión analizando su evolución en el tiempo y comparando los valores, con los
valores de referencia existentes.
Entendemos que una diagnosis ambiental circunscrita al análisis sectorial de flujos
resulta necesaria pero no suficiente para alcanzar un diagnóstico completo y
operativo de los requerimientos ambientales de un territorio. En primer lugar, deberá
incluir también otras formas de contaminación del ambiente atmosférico: sonora,
lumínica y radiológica, así como la determinación las áreas y ecosistemas afectados
por la contaminación de las aguas, de la atmósfera, de suelos, etc.
Por otra parte, el objetivo general de cierre e incluso restauración de flujos
anteriormente citado, debe incorporarse también a los planteamientos iniciales de las
Agendas 21 locales en lo que se refiere al reciclaje y regeneración de zonas urbanas
y, en general, a los tejidos urbanos existentes. En definitiva, la diagnosis ambiental
deberá propiciar el planteamiento de una estrategia de restauración urbana ecológica
en el marco de la Agenda 21 local. Una estrategia de este tipo debería establecer las
bases para una transformación de la ciudad basada en factores ecológicos. Ello
significa la integración de las funciones urbanas de tal forma que se obtenga una
combinación creativa de las actividades residenciales de trabajo y de ocio al nivel
más desagregado posible61.
4.4. La biodiversidad
La biodiversidad, en tanto que componente ambiental y recurso natural esencial en
todas las estrategias de desarrollo sostenible, debe ser objeto también de una
especial atención en las diagnosis ambientales. La identificación y la evaluación del
estado de conservación de la multiplicidad de ecosistemas y de hábitats de especies
de interés existentes en el territorio analizado constituye un punto de partida
61
HAHN, E. (1994): La restauración urbana ecológica, Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales, vol II, nº 100-101,
Madrid.
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recomendable. Ello permitirá detectar aquellas muestras representativas o valiosas
de la diversidad de ecosistemas y de hábitats citados, las zonas degradadas a
recuperar o con problemas de fragmentación, los ámbitos de conexión biológica,
etc., con el fin de posibilitar la existencia de redes verdes locales, capaces de
conservar in situ la diversidad biológica, mantener la permeabilidad ecológica y
constituir un elemento vertebrador básico de los modelos territoriales locales.62
Referencias ineludibles al respecto deberán ser las relaciones de hábitats de interés
comunitario y de hábitats de las especies de interés comunitario (Anexos 1 y 2 de la
Directiva 92/43/CEE, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la flora y
fauna silvestres) y de los hábitats de las especies de aves de interés comunitario
contempladas en la Directiva 79/409/CEE, relativa a la conservación del las aves
salvajes. El análisis deberá hacerse extensivo al medio ambiente urbano con el objeto
de potenciar la biodiversidad en los tejidos urbanos y con ella las funciones ecológicas
de los espacios libres de la ciudad y su periferia inmediata.
4.5. Agendas 21 locales y planificación espacial
En general, el enfoque de la diagnosis deberá permitir que la Agenda 21 local sea el
marco de referencia para la mejora de los sistemas de planificación espacial. Debe
recordarse que la Agenda 21 global insiste en que el desarrollo sostenible sólo es
posible si se planifica expresamente y, en este sentido considera esenciales los
sistemas de planificación espacial para la aplicación de políticas urbanas de
desarrollo sostenible.
Deberá pues estimularse la fijación de objetivos ambientales al principio de los
procedimientos de planificación territorial y urbana, el uso de metas e indicadores y
la implantación de sistemas perfeccionados de participación del público en la
planificación63.
Asimismo, la diagnosis ambiental deberá reconocer la capacidad de carga del medio
ambiente en el ámbito estudiado como principio de referencia, no solo para la
planificación espacial, sino también para permitir una adecuada evaluación de los
efectos sobre el medio ambiente de otros planes y proyectos de posible
implantación futura. La complejidad metodológica que presenta la definición de la
capacidad de carga de un territorio y su transcendencia en términos de
sostenibilidad, hacen de esta cuestión uno de los principales retos que, desde un
punto de vista técnico, debe afrontar el planteamiento de la Agendas 21 locales.
62
CARCELLER, X. (1999): Territori, espais naturals i biodiversitat, “Parcs naturals, més enllà dels límits”, Generalitat de
Catalunya. Barcelona.
63
EUROPEAN COMMISSION. Expert Group on the Urban Environment (1996). Op.Cit.
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