Honra a tus padres Darles a nuestros padres el lugar que se merecen Éxodo 20.12; Deuteronomio 5.16; Levítico 20.9 En Éxodo y en Deuteronomio dice que la bendición de honrar a nuestros padres es que nuestros días se alargarán en la tierra y que nos irá bien. Esto es promesa de Dios. Asimismo en Levítico dice que maldecir a nuestros padres nos acarrea maldición, siendo nosotros mismos los responsables de dicha reprobación. Malaquías 1.6 (versión NVI) “El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy padre, ¿dónde está el honor que merezco?” Hablando de la desobediencia de su pueblo hacia él, Dios pone como ejemplo que los hijos obedecen a los padres, nombrándolo como algo que no tiene discusión, como algo cotidiano y normal. Los tres pasajes hablan de honrar a los padres. En el Antiguo Testamento, el término “honrar” (Heb. Kabed) significa respeto, honor. En referencia a los padres habla de una condición que siempre debe estar presente en el padre y en la madre. Nuestros padres siempre son dignos de nuestra honra. Podemos honrar a nuestros padres utilizando el sentido de obediencia que Jesús imprime en nuestro corazón para que nos conduzcamos como él quiere… Usemos este sentido. Efesios 6.1-3 dice “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. ¿Cómo honramos a nuestros padres cuando se equivocan? (Génesis 9.20-27) Colosenses 3.20 dice “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor”. En el Nuevo Testamento, tanto en Efesios como en Colosenses, el apóstol Pablo actualiza las palabras de la Ley diciendo que honrar a los padres es sinónimo de obedecerles. En estos pasajes, el término “obediencia” (Gr. Jupakouo) habla de que debemos escuchar y dar oído a quien estamos obedeciendo. La honra es algo que a nuestros padres debemos darles siempre; en todo momento y hasta el final de sus días. Obedecerlos -aún después de que nosotros estemos casados- es escucharlos, prestarles real atención y no ignorar sus consejos, dándoles el lugar y el trato que se merecen. Si hacemos esto, dice La Biblia, estaremos agradando al Señor. Honrar a nuestros padres es respetar con los pensamientos, las palabras y las actitudes los consejos que nos dan. Es hacerles sentir con todas nuestras actitudes posibles el lugar de autoridad que ellos tienen. Es tratarlos como Jesús los trata… bien. Honrar a nuestros padres es algo normal (Lucas 18.20- A veces los que somos padres, con nuestros errores, hacemos enojar a nuestros hijos provocando en ellos desaliento, desánimo, mal humor y bronca. Por no saber cómo hacer las cosas, por tener un mal día o por otros motivos, con actitudes desacertadas o con palabras poco felices exasperamos a nuestros hijos. Dice La Biblia que Noé se había emborrachado tanto, que se había quedado desnudo dentro de su carpa. Noé se había equivocado en su actitud de padre. Lo que hizo era digno de que sus hijos se enojen y se desanimen por dicha actitud. Era un padre exasperando a sus hijos a causa de su mala conducta. ¿Cómo reaccionaron sus hijos ante la mala actitud de su padre? Cam no honró a su padre (v.22) Al ver que su papá estaba desnudo, Cam se lo fue a contar a sus hermanos; no para ayudar a su padre, sino que se enojó con Noé y por eso fue con el chisme a sus hermanos, a fin de que todos vieran “lo equivocado y mal padre que tenían”. Su papá se había equivocado, y Cam pensó que eso le daba derecho a dejar de honrarlo. (vs.24-25) Cam y su descendencia no fueron bendecidos, porque quebró el mandato de honrar a sus padres, a pesar de que éste se había equivocado. 23) Que los hijos honremos a nuestros padres no debe ser “el gran sacrificio” que Dios nos pide, casi como sintiéndonos héroes por hacerlo. Para el Señor es algo que se da por sabido, algo que se nombra como cotidiano y normal. Cuando el joven rico le pregunta a Jesús qué debía hacer para seguirlo, Jesús le dijo “los mandamientos sabes”; dándole a entender que había cosas que ya las tenía sabidas como normales y espiritualmente lógicas, como por ejemplo honrar al padre y a la madre”. El joven le contestó a Jesús “si, esto ya lo sé, lo hago desde siempre”. Tanto Jesús como el joven sabían que el mandamiento de honrar a los padres (como los otros) era algo cotidiano que no tenía discusión alguna. Sem y Jafet honraron a su padre (v.23) Sem y Jafet tomaron una manta para cubrir a su padre; y para no verlo desnudo caminaron de espaldas llevando la manta, dejándola caer sobre Noé. Su papá se había equivocado, pero a diferencia de su otro hermano, decidieron no avergonzar a su padre mirando su desnudez. Sem y Jafet pensaron primero en la honra de su padre, en el respeto que este se merecía a pesar de su error, y nunca se olvidaron del lugar que ocupaba Noé en su casa, a pesar de sus errores. (vs.26-27) Por dar honra a su padre, aún en los momentos más críticos, Sem y Jafet fueron bendecidos. Honra a tus padres Entonces… ¿Cómo podemos honrar a nuestros padres cuando se equivocan? En amor y con espíritu de respeto, hablar con nuestros padres acerca de cómo su error puede perjudicar a todos, nos ayuda a ponernos en sus zapatos y por consecuencia a honrarlos. Conclusión En Mateo 15.3-8 (versión NVI) Jesús les dice a los religiosos de la época “¿por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición? Dios dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y también: "El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte." Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decir a su padre o a su madre: "Cualquier ayuda que pudiera darte ya la he dedicado como ofrenda a Dios." En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre. Así por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios. ¡Hipócritas! Tenía razón Isaías cuando profetizó de ustedes: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. Jesús les reprocha a los religiosos su actitud de no honrar al padre y a la madre; porque el dinero con que debían ayudar a sus padres lo ponían en las ofrendas, a fin de parecer más piadosos. Por esto Jesús les dice: con la boca me alaban, pero su corazón está lejos de mí. Algunos dedicamos nuestra vida a honrar a Jesús. Participamos de las reuniones, leemos la Biblia, estamos en las actividades de la iglesia, etc.; pero cuando llegamos a nuestra casa no honramos a nuestros padres, no los respetamos, ni le damos el lugar que les corresponde… “¡Hipócritas! -Nos diría Jesús- me honran a mí pero no honran a sus padres”. Esto puede parecer duro; pero en esta sociedad en donde se descarta a los más adultos, es bueno recordar que durante todo el tiempo de su vida, debemos honrar a nuestros padres.