FORMACIÓN DE SERVIDORES LA ESPIRITUALIDAD DEL SERVIDOR Hna. Mago D.J. INTRODUCCIÓN Como ya se ha mencionado, la fuerza y la base de nuestro éxito como servidores es nuestra vida de relación con el Señor, nuestra amistad con Él. No podemos llamarnos servidores de Dios sin estar con Dios, podemos caer en la pobre situación de pensar que porque hablo de Dios, ya estoy con Dios. Hay que recordar aquellas palabras del Maestro al referirse a aquellos que se jactaban de hacer las cosas en su nombre: “Apártense de mí, no los conozco”. No basta hacer cosas para Él, hay que amar más al REY que a las cosas del REY. LA ESPIRITUALIDAD DEL SERVIDOR Se conoce por espiritualidad, a la forma de vida espiritual que tiene una persona. Es decir la manera como se relaciona con Jesús. La forma como vive esa amistad con Él. CARACTERÍSTICAS 1. El servidor es un hombre o mujer de profunda oración. De constante diálogo con Dios (ésto es la oración), toda su vida es oración, todo lo que hace, todo lo que vive. Es disciplina en su vida, el ir como Jesús al encuentro con el Padre. Sube al monte para encontrarse con Dios, para recibir su amor, sanación, revelación, liberación. El servidor sabe que no orar es como no comer. Para él es algo imprescindible. Por ello cuida que nada ni nadie le prive de estos momentos de estar con su Señor. Aunque orar es una forma de vida, el servidor debe dedicar mínimo 30 minutos diarios de oración cada día. Este tiempo no lo suple la Eucaristía o la oración de la asamblea. Es su tiempo personal de encontrarse con Dios y nada puede suplirlo. 2. El servidor es un hombre o mujer de la Palabra. Sabe escuchar a Dios a través de su Palabra, se deja llenar con sus criterios y principios, llena con ella su mente y su corazón, dejando que le transforme, que cambie su vida. Ésto también le permite encontrar la sabiduría para dirigir a los demás, para guiar su obra. Debe dedicar tiempos especiales a su estudio y mínimo debe estar en una constante lectura, debe procurar leer cuando menos un capítulo de su Palabra cada día. 3. El servidor debe ser un hombre o mujer de una vida sacramental, de comunión mínima cada domingo y más, de ser posible. El servidor gusta de estar con su Señor, de estar a sus pies sabe que ahí encuentra gracia, que ahí gana las batallas, de rodillas ante su Señor. A sus pies encuentra paz, gracia y bendición, a sus pies hay luz, hay unción, hay revelación para su servicio. El servidor gusta de descansar a los pies de su Señor. Gusta de unirse profundamente a Él en cada comunión. Sabe que el pecado le limita para mantener esta unidad con su Señor, por ello busca limpiar su corazón con una confesión constante (cada mes como mínimo) y vivir en una constante actitud de conversión. 4. El servidor es un hombre o mujer marianos. Es decir, con una profunda relación con su Madre la Virgen María. Ella es no sólo Madre sino también Maestra de servicio, ella, como sierva humilde puede alcanzar para nuestro corazón las actitudes necesarias para glorificar a Dios con nuestra vida. Nunca debe terminar un día sin haber rezado por lo menos un Ave María a su Madre del Cielo. Debemos esforzarnos por rezar todos los días el Santo Rosario y cuando menos un misterio. 5. Debe tener también una profunda vida eclesial, es decir un gran amor a la Iglesia. Hacer prioridad de las reuniones que convoca la Iglesia, la Diócesis y la Parroquia. Somos Iglesia, por ello la relación cuidadosa de su vida y de todos los miembros del grupo de oración de este aspecto es importante. Así como el diálogo continuo con su párroco y la disposición al servicio harán de él un verdadero hijo de la Iglesia. Debe mantenerse en un constante conocimiento de las enseñanzas de su madre la Iglesia. Esto también implica para él estar al tanto de la formación que nos ofrece nuestra madre la Iglesia, a través de todos los documentos que nos comparte. ESPIRITUALIDAD HECHA VIDA Una verdadera espiritualidad trasciende hasta su vida, es decir que ese contacto íntimo y continuo con Jesús lo manifiesta en su hablar, en su actuar, en su forma de relacionarse, de servir, de vivir, en una palabra. Por eso el gran reto es alcanzar esta madurez en la vida espiritual, recordando que quien se detiene no sólo deja de avanzar, sino que retrocede. Nuestra vida espiritual es pues la fuente de gracia y bendición para todos los servidores, sin ella no somos más que meros expositores de una realidad que no conocemos y no somos testigos de un Dios poderoso, que sabemos que está vivo y que nos ama. ¿Cómo está entonces tu vida espiritual? DIME CÓMO ORAS… ¡Y TE DIRÉ CÓMO SIRVES! ¡DAD GLORIA AL SEÑOR! ¡AHORA Y POR SIEMPRE! Discípulas de Jesús