EL GLOBAL · 7 11 al 17 de enero de 2016 Política los regímenes así como el propio mecanismo de intervención de precios en cada uno. “Además de endémica, la falta de claridad y trasparencia denunciada por la CNMC no es casual: proporciona al regulador y al “financiador” un amplísimo margen de discrecionalidad y dificulta el control jurisdiccional”, añade Ballesteros. Más que la falta de claridad de la legislación, a Jausàs le preocupa “la variabilidad, la impredecibilidad y la multiplicación de los centros de decisión”,que no sólo tocan a las comunidades autónomas, sino también a los hospitales, que han ganado competencias para definir qué fármacos adquieren y si deciden implementar o no un riesgo compartido. Un derecho fundamental La XI legislatura se abre con la promesa del PSOE de reformar la Constitución para que incluya el derecho a la salud, muy vinculada a la del recurso de amparo lanzada por el jurista Julio Sánchez Fierro en el último Congreso de Derecho Sanitario.¿Tiene opciones esta vía para desacelerar la litigiosidad entre administraciones? Para Jausàs no es una mala solución, siempre que sirva para reforzar el derecho a la salud de los ciudadanos y las competencias del Ministerio y no para “tolerar prácticas contrarias a la igualdad por parte de las administraciones autonómicas”. Ballesteros disiente. “El alcance de esas medidas y, con ello, de ese derecho de protección —dice— depende de las concepciones políticas aplicables en cada momento y,sobre todo,de las disponibilidades financieras. Por ello, por sugerente (y oportunista) que sea la propuesta de que el derecho a la salud sea un derecho fundamental, desde un punto de vista de técnica jurídica resulta cuando menos difícil su articulación como derecho fundamental que pueda ‘ampararse’ante elTribunal Constitucional no por ser atacado, sino por no ser implementado en la medida necesaria”. Cocina cree que en la práctica esta vía “sólo”podría suponer avances en términos procedimentales, ya que en el caso de los derechos fundamentales se pueden exigir medidas por parte de los tribunales en un procedimiento breve, de no más de 72 horas.“Pero el fondo del asunto esto va a depender siempre de decisiones de ejecución que tendrán que concretarse en un nivel mucho más inferior que el Constitucional”, añade. Todavía queda una posibilidad más,la de tener en cuenta los “límites de la prevaricación” ante ciertas decisiones. Sánchez Fierro no es el único que ha aludido a este camino, aunque de momento no cuenta con un apoyo claro. Estos tres expertos coinciden: la medida es radical, no del todo descartable en según qué caso aunque desaconsejable por las ‘grietas’ que puede ocasionar. “Puedes llegar al mismo resultado con soluciones menos traumáticas, como el recurso contencioso-administrativo”, aconseja Jausàs. El paciente empieza a alzar su voz ante decisiones administrativas ■ El goteo de recursos iniciados por usuarios ya ha dado lugar a sentencias relevantes C. R. Madrid Además de las tradiciones corrientes entre el Estado y las comunidades y entre el sector y las administraciones, un tercer ángulo ha cobrado fuerza en los litigios adscritos al mundo farmacéutico: un paciente menos pasivo y más reaccionario ha comenzado a alzar su voz ante ciertas medidas que,en última instancia, restringen su acceso a los fármacos.“No podemos decir que se trate de una tendencia hipergeneralizada pero se empieza a avanzar”, dice Teresa PazAres, socia de Uría Menéndez, para quien el papel cada vez más importante de las asociaciones de pacientes tiene mucho que ver. “Tenemos organizaciones más activas, se les está empezando a tener más en cuenta y seguramente seguirán por esa senda”, asegura. A la hora de hablar de pacientes y litigios, el de las plataformas de pacientes vinculadas a la hepatitis C es el primer ejemplo que viene a la cabeza. Pero al margen de él, existe un goteo de casos individuales que incluso han dado lugar a sentencias “muy relevantes”, tal y como apunta Beatriz Cocina, también abogada de Uría Menéndez. La primera la dictó en 2013 el Tribunal Superior de Justicia de Galicia,que falló a favor de un El perfil de un paciente más activo y mejor informado, así como el rol cada vez más importante que juegan las asociaciones de pacientes han abierto la puerta a una todavía incipiente ola de litigiosidad iniciada por usuarios. paciente afectado por una enfermedad rara que reclamaba el acceso al fármaco que su médico le había prescrito y que la Administración le negaba. La importancia de esta sentencia, que tuvo un eco posterior en el PaísVasco,no radica tanto en el hecho de que el tribunal priorizase el criterio médico sobre el económico, algo a lo que los jueces suelen ser sensibles, sino que lo vinculó con el derecho constitucional a la vida. Junto a los pacientes, un nuevo actor protagonista llama a la puerta. Si bien aún no entran en lo que podría denominarse ‘corriente litigiosa’, Paz-Ares afirma que también los médicos,a través de sus asociaciones —en especial aquellas que abordan enfermedades como la hepatitis o el sida, de gran relevancia desde el punto de vista del gasto sanitario—, han empezado a cuestionar determinadas decisiones. La industria tiene más fácil ganar un pleito, pero le es más difícil resarcirse C. R. Madrid Cuando se habla de litigiosidad en farmacia hay varios bloques de conflicto que afectan a la industria, pero solo uno de ellos tiene que ver con la administración. Tradicionalmente, las compañías del sector han sido reacias a pelear con su principal cliente y han preferido hacerlo bajo el paragüas de su patronal, que siempre se ha concentrado en los casos de alcance más general. Desde el despacho de Uría Menéndez, experto en este tipo de conflictos, se apunta a una menor litigiosidad en estos años. Una razón para ello puede ser la que ofrece Beatriz Cocina, abogada de este bufete: “Hoy para la industria farmacéutica no es tan difícil ganar el proceso a la Administración;antes lo era más.Pero sí le es mucho más difícil resarcirse”, asegura. Los casos son relativamente frecuentes y suelen seguir el mismo patrón.“Hay una sentencia que declara la nulidad de una medida que se ha consumado en el mercado durante X años y se impone al recurrente, al laboratorio, la carga de probar el lucro cesante, el daño que ha sufrido. Pero el nivel de exigencia que aplican los tribunales para considerar acreditado un lucro cesante es altísimo, y muchas veces lo han rechazado diciendo que se trata meras hipótesis, conjeturas,datos sobre ventas proyectados en una situación hipotética de mercado”, explica. No es ésta la única traba que, según Teresa Paz-Ares, socia de Uría Menéndez, complica a las compañías el poder exigir un resarcimiento aún habiendo recibido una sentencia favorable. En varias ocasiones también se ha dado la circunstancia de que la Administración, al conocer cuáles fueron los argumentos tenidos en cuenta por un tribunal para cuestionar determinadas decisiones, procedió a dictar nuevas medidas más ajustadas al derecho. Esto ha ocurrido en varias ocasiones, aunque mantiene dos ejemplos paradigmáticos:por un lado el visado enAndalucía; más recientemente en Galicia con el ‘cataloguiño’. Una medida que había sido inicialmente aprobada en el ámbito de una comunidad autónoma y que fue recurrida a los tribunales, finalmente se adoptó a nivel estatal. La ‘corrección del defecto’ es algo a lo que también se refiere Hector Jausàs, socio de JAUSÀS, de cara al futuro. “Ya sabemos —indica— que, en función del partido político que pueda formar Gobierno después de las elecciones generales, de alguna forma se van a legitimar competencias autonómicas para establecer mecanismos de precios como las subastas”.