Anglicanismo y Misión "Id, pues, y amaestrad a todas las gentes..." (Mt 28, 19). Este mandamiento de Jesús se ha convertido en el principal empuje del discipulado de todos los cristianos por doquier y las diversas iglesias que surgieron de esta realidad con sus propias liturgias y aspectos en la realización de la proclamación del Evangelio. Anglicanismo en el testimonio apostólico se convierte en una columna que también ofrece su contribución de la fe católica, cuando las Islas Británicas a finales del Siglo I recibió la proclamación de la Buena Nueva entre las tribus Celtas y se solidificó bajo el apoyo del Consejo de Arles en 314 y del Papa Gregorio Magno en 596 y su bendición ofrecida al gran misionero San Agustín de Cantuaria. Pero es urgente recordar que el espíritu de tal misión no estaba atrapado en el contexto romano, pero se desarrolló en diversas formas litúrgicas y realidades autónomas que iban contextualizando la realidad británica. Tal estilo de vivir la fe ya mostraba un fuerte deseo de no dejar la fe católica, pero restaurarla en su expresión de libertad y sinodalidad. Esto sólo fue posible bajo el espíritu de la Reforma protestante en 1517 y la contextualización del anglicanismo años más tarde (1534) en sus diversos aspectos y provincias eclesiásticas que se formaron a lo largo de los siglos. "La Iglesia en su esencia es misionera" (Ad Gentes 2) - tal aspecto de este Concilio Romano refleja una gran agitación en la naturaleza misma de la Iglesia, pero no ha llegado a su fondo y por lo tanto, se estancó en su proteccionismo dogmático y en la posesión del ser católico o su término que se quedó encerrado en muchas esferas romanas como propriedad suya. El Anglicanismo en su ardor misionero mostró la tensión de preservar la tradición, pero tratando de liberarla de muchas cadenas bajo el grito y el espíritu de la Reforma. La misión se refleja en el anglicanismo y refleja al mismo tiempo una visión amplia del ser católico, promoviendo el respiro a los fieles y de todo el clero en sinergia por el Espíritu y no bajo una papalatría que fué cultivada a menudo entre los más radicales y doctores de la ley. La misión en si nos invita a la unidad, ya que en si misma es libre y no promueve los yugos entre los cristianos, pero la libertad y la paz. Tenemos el coraje de repensar todo esto o seguiremos haciendo encuentros ecuménicos para satisfacer la Curia Romana y otras realidades, no permitiendo que se realize los pasos concretos que la misión ofrecida por Jesús nos impone? "La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y valentía su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales" (DAP 11). Aprendamos de María, la gracia de escuchar y servir al Evangelio de su Hijo, sabiendo que la expresión Anglicana a la cual pertenecemos y amamos no se hace egoísta, pero refleja, incluso parcialmente, la gracia y la alegría del "Id" de Jesús a todos los bautizados. + Mons. Theodoro A. C. de Oliveira Diócesis Anglicana Católica Santa Madre de Dios – Brasil www.anglicandiocese.com.br