Estratagemas. Sexto Julio Frontino ESTRATAGEMAS SEXTO JULIO FRONTINO -1- Estratagemas. Sexto Julio Frontino PRESENTACIÓN El bosquejo biográfico aquí ofrecido está tomado principalmente del artículo del profesor Bennett "A Roman Waring" (Atlantic Monthly, Marzo 1902), al que se remite al lector para una información completa sobre Frontino como curator aquae, encargado del suministro de agua de Roma, y del libro de Herschel “Vida y obra de Frontino”. De los detalles de la vida de Frontino no estamos más que muy escasamente informados. Su personalidad, como se verá, se muestra en sus obras de modo nada ambiguo, pero los sucesos de su carrera, por lo que podemos saber de ellos, son pocos, deslabazados e indefinidos. Incluso el año de su nacimiento se ignora, aunque ya que Tácito habla de él como pretor urbano en el 70, podemos deducir que nacería sobre el año 35. Sabemos poco de su lugar de nacimiento y de su familia. Su nomen, Julio, y el hecho de que desempeñara el cargo de curator aquae, el cual, como él nos indica, fue desde antiguo desempeñado por las personas más eminentes del Estado, apuntaría a un origen patricio. El examen de sus escritos delata las enseñanzas de la escuela alejandrina de matemáticas, especialmente las de Herón de Alejandría, y no es improbable que fuera educado en dicha ciudad. Fue elegido cónsul en tres ocasiones, primero en el 73 o 74, después en el 98 y por último en el 100. Tras su primer desempeño de este cargo, fue enviado a Bretaña como gobernador provincial. En este puesto, como nos dice Tácito, Frontino continuó apoyando las tradiciones establecidas por su capaz predecesor, Cerialis, y se mostró a sí mismo capaz de afrontar las dificultades imprevistas que se le presentaron. Dominó a los siluros, una tribu poderosa y guerrera de Gales y, con el instinto para las obras públicas que distinguió toda su carrera, enseguida comenzó en el territorio conquistado la construcción de una vía, llamada por él Vía Julia, cuyo trazado aún se puede seguir y con parte de su antiguo pavimento aún visible. Tras este destino provincial regresó a Roma el 78, tras lo que tenemos veinte años de su vida en blanco. Pero a este periodo entre sus cuarenta y tres y sesenta y dos años, están atribuidos la mayor parte de sus escritos. Su tratado del Arte de la Guerra puede haber sido escrito inmediatamente después de su regreso de Bretaña en el 78. Su Strategemata es datada por Gundermann entre los años 84-96. Dentro de este periodo, sin duda, también empezaron sus servicios como Augur, cargo en el cual fue sucedido a su muerte por Plinio el joven, en el 103 o 104. En el 97 fue nombrado para el cargo de comisionado del agua (curator aquae), el puesto cuyo desempeño le proporcionó la mejor fama, y durante el cual escribió De Aquis. Probablemente, desempeñó el cargo de curator aquae hasta su muerte. -2- Estratagemas. Sexto Julio Frontino El De Aquis es, en primer lugar, un valioso compendio de información acerca de los acueductos de Roma. Pero es aún más que eso. Nos da una imagen del leal servidor público, a cargo de una inmensa responsabilidad, llamado de pronto a un puesto que había sido durante largo tiempo una sinecura y ruinosamente mal administrado, enfrentado con abusos y corrupción de larga tradición, y que administró su cargo con la vista puesta solamente en el servicio público y la correcta administración de los caudales públicos. Es este aspecto del De Aquis el que le presta, a pesar de su naturaleza técnica y su absoluta falta de gusto estilístico, un cierto carácter literario. Nos dibuja un hombre, nos dibuja motivos e ideales, el origen de una conducta. La administración, de la que Frontino formó parte, era básicamente producto de una reforma municipal. Nerva y Trajano contribuyeron por igual a enmendar los abusos y el favoritismo del régimen precedente. No sólo escogieron ayudantes leales y capaces para su nueva política, también sentaron buenos ejemplos a imitar. En Frontino encontraron un leal y celoso campeón de sus reformas. Advirtiendo la importancia de su cargo, procedió al estudio de sus características con el espíritu de un auténtico investigador, haciendo gala de una escrupulosa honestidad y fidelidad. Donde quiera que uno mire, en toda la historia romana, será difícil encontrar otro ejemplo semejante de virtud cívica y desempeño concienzudo del puro deber. No faltarán ejemplos de hombres de genio, valor y patriotismo; pero hay menos de hombres que trabajasen con tan total devoción por lo que íntimamente consideraban su deber; la recompensa por esto no sería excesiva y probablemente no excedería a su propia conciencia. En Marcial hallamos una imagen de Frontino pasando sus días de ocio en un entorno agradable. Plinio escribe apelando a él como uno de los mejor cualificados para sentenciar una disputa legal. En el prefacio de un ensayo sobre agricultura que escribió Frontino, declara que interrumpió su redacción al tener que servir como militar, lo que pudo haber sido durante la expedición de Trajano contra los dacios en el 99; esto, no obstante, no es más que una conjetura. Cerca de Oppenheim, en Alemania, se ha encontrado una inscripción dedicada por Julia Frontina, presumiblemente la hija de Frontino; está fechada alrededor del 84. Otra inscripción, cerca de la antigua Vetera Castra, está dedicada a Júpiter, Juno y Minerva en reconocimiento por la sanación de una enfermedad de Sexto Julio Frontino; y aún tenemos una tubería de plomo, que se dice encontrada cerca de la moderna Via Tiburtina, inscrita con el texto SEXTIULIFRONTINI. Plinio nos ha conservado un dicho de Frontino: “El recuerdo perdurará si la vida lo ha merecido”; y la veracidad de tales palabras tiene el mejor ejemplo en -3- Estratagemas. Sexto Julio Frontino su autor. Rico y valioso como es su tratado, el De Aquis, por los datos sobre la administración de los antiguos acueductos, es la personalidad del escritor lo que uno gusta contemplar, su firme honestidad, su escrupulosa devoción a los deberes de su cargo, su atención paciente a los detalles, su leal adscripción a la soberanía a la que sirve, su trabajo voluntarioso en beneficio del pueblo cuyo interés, bienestar y seguridad ayuda a mejorar. Simpatizamos con su orgulloso alarde de que, gracias a sus reformas, no sólo hizo más limpia la ciudad, sino el aire más puro y eliminó las causas de la pestilencia que habían antiguamente dado a la Ciudad una mala fama; y podemos fácilmente perdonar la fanfarronería romana con la que, tras enumerar las longitudes y rutas de varios acueductos, pregunta con un estallido de entusiasmo: “¿Quién se atrevería a comparar con estas poderosas obras las pirámides, o las inútiles aunque célebres obras de los griegos?”. Romano minucioso de la vieja escuela, por lo que de su vida revela el De Aquis, mereció de sobra el recuerdo de la posteridad. Las obras de Frontino son todas de naturaleza militar, escritas, como él nos dice, en parte para su propia instrucción y en parte en beneficio de los demás. La primera de ellas fue probablemente un tratado sobre el arte de la agrimensura y sus extractos, recolectados por Lachmann, trataban de los siguientes asuntos: de agrorum qualitate, de controversiis, de limitibus, de controversiis agrorum. La obra nos es conocida principalmente a través de codex Arcerianus en Wolfenbüttel, fechado probablemente sobre entre el sexto y séptimo siglo, que parece haber sido un libro empleado por los funcionarios romanos que contiene tratados sobre derecho romano y agrimensura, incluyendo algunas páginas de Frontino. Varias citas en otros autores de este trabajo de Frontino le señalan como un pionero en estas tareas prácticas de agrimensura romana y a sus obras como una autoridad reconocida durante muchos años. La composición por Frontino de una obra militar de naturaleza teórica está atestiguada, en primer lugar, por sus propias palabras en el prefacio de su Strategemata y además por las declaraciones de Aelio, un contemporáneo más joven, y por las de Vegecio, quien escribió sobre el arte de la guerra unos tres siglos después. Este tratado está completamente perdido excepto en lo que Vegecio incorporó a su propia obra (Epitoma Institutorum Rei Militaris. N. del T.). La Strategemata, presumiblemente siguiendo la obra perdida sobre el arte de la guerra a la que estaba destinada a complementar, describe varias clases de estratagemas de éxito, las cuales ilustran las reglas de la ciencia militar, y debían servir para fomentar en otros generales la capacidad de concebir y ejecutar a partir de estos ejemplos. Tal y como ha llegado a nosotros, la obra consiste en cuatro libros; tres de ellos escritos por Frontino y el cuarto por un autor de identidad desconocida. Estos cuatro libros fueron aún incrementados por más ejemplos, interpolados aquí y allí entre toda la obra. -4- Estratagemas. Sexto Julio Frontino -5- Estratagemas. Sexto Julio Frontino LIBRO I Dado que sólo yo, de aquéllos interesados en la ciencia militar, he emprendido la tarea de reducir sus reglas a un sistema (1), y dado que parece que he cumplido con ese propósito, tanto como las molestias de mi parte me permitieron lograrlo, me siento todavía bajo la obligación, en orden a completar la tarea que he empezado, a resumir en convenientes bocetos las hábiles operaciones de los generales, que los griegos unifican bajo el único nombre de strategemata. Porque de este modo los comandantes serán dotados con ejemplos de sabiduría y previsión que servirán para nutrir su propio poder de concebir y ejecutar hechos semejantes. Así resultará que esta ventaja agregada hará que un general no temerá librar su propia estratagema, si la compara con experimentos ya realizados exitosamente. Yo ni ignoro ni niego el hecho de que los historiadores han incluido también este rasgo en el alcance de sus trabajos, ni que los autores ya han registrado de algún modo todos los ejemplos famosos. Pero yo pienso que debo, fuera de la consideración a los detallistas, tener respeto a la brevedad. Ya que es una tediosa ocupación buscar ejemplos diferentes esparcidos por sobre el inmenso cuerpo de la historia; y aquéllos que han hecho selecciones de hechos notables, han agobiado al lector con el inmenso volumen del material. Mi esfuerzo se consagrará a la tarea de establecer, como en respuesta a las preguntas, y como la ocasión lo exigirá, el ejemplo aplicable al caso puntual. Habiendo examinado las categorías, yo tengo de antemano planeada mi campaña, por así decirlo, para la presentación de ejemplos ilustrativos. Es más, para que éstos puedan ser tamizados y clasificados propiamente según la variedad del asunto o materia, yo los he dividido en tres libros. En el primero los ejemplos de estratagemas son para el uso antes que la batalla comience; en el segundo, aquéllos que se relacionan con la batalla propiamente y tienden a causar el sometimiento completo del enemigo; el tercero contiene estratagemas conectadas con los sitios y el levantar sitios. Bajo estas clases sucesivas he agrupado los ejemplos apropiados a cada uno. No es sino con justicia que yo exigiré indulgencia por este trabajo, y yo ruego que nadie me acuse con negligencia, si encuentra que yo he pasado por encima algún ejemplo. ¡Porque quién podría mostrarse igual ante la tarea de examinar todos los registros que nos han llegado en ambos idiomas! Y así es que yo me he permitido intencionalmente saltar muchas cosas. Que no lo he hecho sin razón, lo comprenderán aquéllos que leyeron los libros de otros que tratan de los mismos asuntos; pero será fácil para el lector proporcionar esos ejemplos bajo cada categoría. -6- Estratagemas. Sexto Julio Frontino Dado que este trabajo, como mis precedentes, han sido emprendidos para el beneficio de otros, más que por el bien de mi propio renombre, sentiré que estoy siendo ayudado, en lugar de criticado, por aquéllos que harán agregados a él. Si se demuestra que hay personas que muestran interés por estos libros, permítaseles que recuerden la diferencia entre «estrategia» y «estratagemas», qué por naturaleza son sumamente similares. Pues todo lo logrado por un comandante, sea caracterizado por la previsión, ventaja, empresa, o resolución, pertenecerá al encabezado de «estrategia», mientras que esas cosas que caen bajo algún tipo especial de éstas serán «estratagemas». La característica esencial de esta última, descansando, como lo hace, en la habilidad y la destreza, es bastante eficaz tanto cuando el enemigo será evadido como cuando será aplastado. Dado que en este campo ciertos resultados llamativos han sido obtenidos por discursos, he consignado ejemplos también de ellos, también, así como de hechos. Los tipos de estratagemas para la guía de un comandante en cuestiones a ser atendidas antes de la batalla: I. Sobre cómo ocultar los planes de uno. II. Sobre cómo averiguar los planes del enemigo. III. Sobre cómo determinar el carácter de la guerra. IV. Sobre cómo conducir un ejército a través de lugares infestados por el enemigo. V. Sobre cómo escapar de las situaciones difíciles. VI. Sobre cómo tender y encontrar emboscadas mientras se está en marcha. VII. Cómo ocultar la ausencia de las cosas que nos faltan, o de suministrar substitutos para ellas VIII. Sobre cómo distraer la atención del enemigo IX. Sobre cómo sofocar un motín de soldados. X. Cómo verificar una intempestiva demanda por batallar XI. Cómo despertar el entusiasmo de un ejército por la batalla XII. Sobre cómo dispersar los miedos inspirados en los soldados por augurios adversos. -7- Estratagemas. Sexto Julio Frontino I. SOBRE CÓMO OCULTAR LOS PROPIOS PLANES 1) Marco Porcio Catón creía que, si se les presentaba la oportunidad, las ciudades españolas qué él había dominado, se sublevarían, confiadas en la protección de sus muros. Él escribió, por consiguiente, a cada una de las ciudades, ordenándoles que destruyeran sus fortificaciones, amenazándolas con la guerra a menos que obedecieran inmediatamente, y ordenó que estas cartas fueran entregadas a todas las ciudades en el mismo día. Cada ciudad supuso que ella sola había recibido las órdenes; si hubieran sabido que las mismos órdenes habían sido enviadas a todas, podrían haber unido sus fuerzas y rehusarse a obedecer. Nota: Memorias de Catón, año 195 a. de C., recogidas por Apiano, Sobre Iberia, 41 : «Todos le enviaban emisarios y él les exigió otros rehenes, envió cartas selladas a cada una de las ciudades y ordenó a sus portadores entregarlas, todas, en un mismo día. El día lo fijó calculando el tiempo que aproximadamente tardarían en llegar a la ciudad más distante. Las cartas ordenaban a los magistrados de todas las ciudades que destruyesen sus murallas en el mismo día que recibieran la orden y, en el caso de que lo aplazaran, les amenazaba con la esclavitud. Éstos, vencidos recientemente en una gran batalla y dado que desconocían si estas órdenes se las habían dado a ellos solos o a todos, temían ser objeto de desprecio, con toda razón, si eran los únicos, pero si era a todos, los otros también tenían miedo de ser los únicos en demorarse y, puesto que no había oportunidad de comunicarse unos con otros por medio de emisarios y sentían preocupación por los soldados que habían venido con las cartas y que permanecían ante ellos, estimando cada uno su propia seguridad como lo más ventajoso, destruyeron con prontitud las murallas. Pues, una vez que se decidieron a obedecer, pusieron el máximo celo en tener en su haber, además, una pronta ejecución. De este modo y gracias a una sola estratagema, las ciudades ubicadas a lo largo del río Ebro destruyeron sus murallas en un solo día, y en el futuro, al ser muy accesibles a los romanos, permanecieron durante un largo tiempo en paz». 2) Himilcón, el general cartaginés, deseando desembarcar en Sicilia por sorpresa, no hizo anuncio público alguno acerca del destino de su viaje, pero dio a todos los capitanes cartas selladas, en las que había instrucciones sobre a qué puerto llegar, con directivas adicionales que nadie debía leer, a menos que quedara separado del buque insignia por una tormenta violenta. Nota: Memorias de Himilcón, año 396 a. de C., recogidas por Polieno, Estratagemas, 5:10 § 2: «Cuando Himilcón levó anclas de noche con la flota cartaginesa en una expedición a Sicilia, dio a los patrones de las naves tablillas selladas en las que escribió el lugar de su destino, de modo que, si quedaban separados del resto, podían saber hacia qué puerto dirigirse, sin revelar el propósito confidencial de la expedición para que los desertores no lo transmitieran. Y cubrió el frente de sus lámparas, para que el enemigo no pudiera enterarse de su invasión, viendo sus luces a la distancia». 3) Cuando Cayo Lelio fue como enviado a Sífax, llevó con él como espías a -8- Estratagemas. Sexto Julio Frontino ciertos tribunos y centuriones a quienes él presentó como esclavos y sirvientes. Uno de estos, Lucio Estatorio, que había estado bastante frecuentemente en elmismo campamento, y a quien alguien del enemigo pareció reconocer, Lelio lo golpeó con su bastón como a un esclavo, tratando de ocultar el rango del castigado. Nota: Año 203, a. de C., anécdota recogida por Tito Livio, 30:4, en la que, sin embargo Livio no menciona a ningún Lucio Esteatorio: «Con los agentes que enviaba a Sifax iban también como comitiva, y con disfraz de esclavos, aquellos oficiales suyos cuyo valor y prudencia conocía: éstos aprovechaban el tiempo de la entrevista para pasear por el campamento de un lado a otro, examinando las entradas y salidas, su situación y forma en sus detalles y conjunto, los cuarteles de los cartagineses y de los númidas, el intervalo que había entre el campamento de Asdrúbal y el del rey, la manera de estar colocados los centinelas y guardias, para asegurarse si convendría más la noche o el día para una sorpresa. Gracias a la frecuencia de las entrevistas, de intento enviaba unas veces a unos y otras a otros, para que conociesen todos aquellos detalles el mayor número posible de romanos». 4) Tarquino el Soberbio, habiendo decidido que los ciudadanos principales de Gabii debían ser ejeutados, y no deseando confiar este propósito a cualquiera, no dio contestación alguna al mensajero enviado a él por su hijo, sino que meramente cortó las flores de las amapolas más altas con su bastón, mientras caminaba por el jardín. El mensajero, volviendo sin una respuesta, informó al joven Tarquino eso que él había visto haciendo a su padre. El hijo entonces entendió que la misma cosa debía ser hecha con los ciudadanos prominentes de Gabii (5). Nota: Tito Livio, 1:54: «Cuando se creyó bastante fuerte para intentarlo todo, envió a su padre uno de los suyos, con encargo de preguntarle lo que debía hacer, ahora que los dioses le habían concedido autoridad absoluta en la ciudad de Gabinia. Creo que el mensajero no debió parecer bastante seguro, porque no recibió contestación alguna verbal, sino que Tarquino, muy pensativo, pasó a los jardines de palacio, seguido por el enviado de su hijo. Dicese que paseando en silencio, derribaba con una varilla las adormideras más altas. Cansado de preguntar y de esperar contestación, el mensajero regresó a Gabinia, creyendo haber fracasado en su misión. Refirió lo que había dicho, lo que había visto; añadiendo que el rey, bien por odio, bien por cólera, o por aquel orgullo que le era natural, no pronunció ni una palabra; pero comprendiendo Sexto en el enigma el sentido de la contestación e intenciones de su padre, hizo perecer a los principales de la ciudad, acusando a unos delante del pueblo, y a los otros aprovechando la indignación que habían producido contra ellos». 5) Cayo César, desconfiando de la lealtad de los egipcios, y deseando dar la apariencia de indiferencia, se entregó a alborotados banquetes, dedicándose mientras a una inspección de la ciudad (Alejandría) y sus defensas, fingiendo estar cautivado por el encanto del lugar y de sucumbir a las costumbres y vida de los egipcios. Habiendo dispuesto sus reservas mientras disimulaba así, capturó Egipto. -9- Estratagemas. Sexto Julio Frontino LIBRO II Habiendo dado clases de ejemplos en el Libro I que, como creo, bastarán para instruir a un general en aquellos asuntos que deben ser atendidos antes del principio de la batalla, presentaré a continuación en orden, ejemplos que tienen que ver con aquellas cosas que son, por lo general, hechas en la batalla misma, y luego aquellas que aparecen subsecuentes al enfrentamiento. De aquellas que conciernen a la batalla misma, existen las siguientes clases: I Sobre la elección del momento para la batalla. II Sobre la elección del lugar para la batalla. III Sobre la disposición de las tropas para la batalla. IV Sobre cómo inspirar pánico en las filas enemigas. V Sobre las emboscadas. VI Sobre dejar escapar al enemigo, a menos que, acorralados, renueven la batalla desesperadamente. VII. Sobre cómo disimular reveses. VIII. Sobre cómo restaurar la moral con firmeza. Sobre las cuestiones que merecen atención después de la batalla, considero que existen las siguientes clases: IX. Sobre cómo terminar la guerra después de un enfrentamiento victorioso. X. Sobre cómo recomponer las pérdidas propias después de un revés. XI. Sobre cómo asegurar la lealtad de aquellos de los que uno desconfía. XII. Qué hacer para la defensa del campamento, en caso de que un comandante no confíe en sus actuales fuerzas. XIII. Sobre las retiradas. - 69 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino I. SOBRE LA ELECCIÓN DEL MOMENTO PARA LA BATALLA 1) Cuando Publio Escipión estaba en España y se enteró que Asdrúbal, el líder de los cartagineses, había marchado y dispuesto sus tropas en orden de batalla de madrugada, antes de que hubieran desayunado, él mantuvo a sus propios hombres hasta la una, habiéndoles ordenado descansar y comer. Cuando el enemigo, agotado, con hambre y sed, y esperando armado, comenzó a volver al campamento, Escipión condujo de repente sus tropas adelante, empezó la batalla, y salió victorioso. Nota: Año 206 a. de C. Polieno, 8:16 § 1: «Estando Escipión en Iberia, fue informado que el ejército enemigo venía al combate sin haberse alimentado. Él puso lentamente sus tropas en orden de batalla. Fue sólo a la séptima hora del día que él hizo ir a la carga, y, encontrando enemigos debilitados por el hambre y la sed, no le costó vencerles». 2) Cuando Metelo Pío emprendía la guerra contra Hirtuleyo en España, y éste había preparado sus tropas inmediatamente después del amanecer y marchó contra las trincheras de Metelo, Metelo mantuvo sus fuerzas en el campamento hasta el mediodía, dado que el tiempo en esa época del año era muy caluroso. Cuando el enemigo fue vencido por el calor, él fácilmente le derrotó, ya que sus hombres estaban frescos y su fuerza intacta. Nota: Año 76 a. de C. 3) Cuando el mismo Metelo unió sus fuerzas con Pompeyo contra Sertorio en España, y ofrecía repetidamente la batalla, el enemigo rehusó el combate, juzgándose desigual en proporción de 2 a 1. Más adelante, sin embargo, Metelo, notando que los soldados del enemigo, encendidos con gran entusiasmo, pedían la batalla, exponiendo sus armas, y blandiendo sus lanzas, pensó que, ante su ardor, era mejor retirarse a tiempo. En consecuencia se retiró e hizo que Pompeyo hiciera lo mismo. 4) Cuando Postumio estaba en Sicilia en su consulado, su campamento estaba distante a tres millas del de los cartagineses. Cada día, los jefes púnicos preparaban su línea de batalla directamente en frente de las fortificaciones romanas, mientras Postumio ofrecía resistencia por vía de constantes escaramuzas, conducidas por una pequeña compañía ante sus trincheras. Tan pronto como el comandante cartaginés llegó a considerar esto como norma, Postumio preparó silenciosamente a todo el resto de sus tropas dentro de los terraplenes, yendo al encuentro del asalto de la fuerza con unos pocos, según su antigua práctica, pero manteniéndolos en combate más tiempo que el de costumbre. Cuando, después que pasó el mediodía, ellos se estaban retirando, cansados y sufriendo de hambre, Postumio, con tropas frescas, los derrotó, agotados como estaban por el ya mencionado desconcierto. Nota: Año 262 a. de C. - 70 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino 5) Ifícrates, el ateniense, habiendo descubierto que el enemigo comía regularmente a la misma hora, mandó que sus propias tropas comieran a una hora más temprana, y luego los condujo a luchar. Cuando el enemigo avanzó, él los detuvo de tal manera como para no permitirles enfrentamientos o retiradas. Entonces, a medida que el día finalizaba, él condujo sus tropas de regreso, pero sin embargo las mantuvo en armas. El enemigo, agotado por estar de pie en la línea como por el hambre, se alejó inmediata y rápidamente para descansar y comer, momento en el cual Ifícrates condujo otra vez sus tropas adelante, y encontrando al enemigo desorganizado, atacó su campamento. Nota: Polieno, 3:9 § 53: «Ifícrates acampó en presencia de los enemigos, observando que comían cada día a la misma hora. Él ordenó a sus tropas que comieran de madrugada; y cuando esto fue hecho, atacó a los enemigos, sobre los cuales no dejó en absoluto de tirar hasta la tarde. Cuando ambos ejércitos se hubieron separado, los enemigos se dirigieron a cenar. Ifícrates, cuyas tropas ya habían comido, se abatió sobre esta gente que se disponía a comer e hizo una gran carnicería». 6) Cuando el mismo Ifícrates tuvo su campamento durante varios días cerca de los lacedemonios, y cada bando tenía en el hábito de ir a una hora regular a buscar forraje y madera, él un día envió a esclavos y a los que siguen a los campamentos, vestidos de soldados para esta misión, manteniendo detrás a sus combatientes; y tan pronto como el enemigo se dispersó en diligencias similares, él capturó su campamento. Entonces, cuando ellos retornaron corriendo desde todas partes a la pelea, desarmados y llevando sus bultos, él fácilmente los mató o capturó. Notas… Año 393 a 392 a. de C. Polieno, 3:9 § 52: «Ifícrates, que se encontraba acampado delante de los aliados de los lacedemonios, por la noche hizo cambiar de atavíos a sus tropas. Les dio a los soldados los trajes de los esclavos, y a los esclavos la ropa de los soldados. Éstos, adornados militarmente, dejaron las armas, por su orden, y se echaron a pasear como gente que no tenía nada que hacer; y los soldados, vestidos de esclavos, tomaron las armas y ejercían las funciones ordinarias a los esclavos. Los enemigos, que veían esto, quisieron imitarlos. Su guerreros, desarmados, salieron al campo y se pasearon descansando, y los esclavos quedaron a hacer sus funciones acostumbradas. En seguida Ifícrates hizo dar la señal. Sus soldados tomaron las armas de prisa, e irrumpieron en el campo de los enemigos, que pronto fue abandonado por los esclavos; y así como el resto fue desarmado, todo lo que había de enemigo fue muerto o hecho prisionero». 7) Cuando el cónsul Virginio, en la guerra con los volscos, vio al enemigo correr a todo vapor a una distancia, ordenó a sus propios hombres que se quedaran firmes y sostuvieran sus jabalinas en reposo. Entonces, cuando el enemigo estaba sin aliento, mientras su propio ejército estaba todavía fuerte y fresco, les atacó y derrotó. Nota: Año 494 a. de C. Livio, 2:30: «El otro cónsul, enviado contra los volscos, para no perder tiempo comenzó a talar el territorio enemigo, obligándoles en seguida a - 71 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino LIBRO III Si los libros precedentes han correspondido a sus títulos, y he mantenido la atención del lector hasta este punto, trataré ahora de astucias que tienen que ver con el sitio y la defensa de ciudades. Renunciando a cualquier prefacio, presentaré primero aquellas que son útiles en el sitio de ciudades y luego aquellas que ofrecen sugerencias a los sitiados. Dejando a un lado también todas las consideraciones de trabajos y máquinas de guerra, cuya invención ha alcanzado hace mucho su límite, y para la mejora de las cuales no veo ninguna esperanza adicional en las artes aplicadas, reconoceré los siguientes tipos de estratagemas relacionadas con operaciones de sitio: I. Sobre ataques por sorpresa. II. Sobre cómo engañar al sitiado. III. Sobre cómo inducir a la traición. IV. Por qué medios el enemigo puede ser reducido al estado de necesidad. V. Cómo persuadir al enemigo que el sitio será mantenido. VI. Sobre cómo distraer la atención de una guarnición hostil. VII. Sobre cómo desviar corrientes y contaminar el agua. VIII. Sobre cómo aterrorizar al sitiado. IX. Sobre ataques desde un sitio inesperado. X. Sobre cómo poner trampas para sacar al sitiado. XI. Sobre retiradas fingidas. Por otra parte, estratagemas relacionadas con la protección de los sitiados: XII. Sobre cómo estimular la vigilancia de las propias tropas. XIII. Sobre cómo enviar y recibir mensajes. XIV. Sobre cómo introducir refuerzos y suministrar provisiones. XV. Cómo producir la impresión de abundancia de lo que se carece. XVI. Cómo conocer la amenaza de traición y la deserción. XVII. Sobre salidas. XVIII. Acerca de la firmeza por parte de los sitiados. - 204 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino I. SOBRE ATAQUES POR SORPRESA 1) El cónsul Tito Quincio, habiendo triunfado sobre los equos y los volscos en un enfrentamiento, decidió asaltar la ciudad amurallada de Antium. Consecuentemente llamó a una asamblea de los soldados y explicó cuán necesario era este proyecto y qué fácil, si tan sólo no era pospuesto. Entonces, habiendo despertado el entusiasmo por su alocución, asaltó la ciudad. Nota: Año 468 a. de C. 2) Marco Catón, estando en España, vio que podía ganar la posesión de cierta ciudad, si sólo pudiera asaltar al enemigo por sorpresa. En consecuencia, habiendo llevado a cabo en dos días una marcha que duraba cuatro días a través de ásperos y estériles distritos, aplastó a sus enemigos, que no temían acontecimiento alguno de este tipo. Entonces, cuando sus hombres preguntaron por la razón de un éxito tan sencillo, él les dijo que ellos habían obtenido la victoria tan pronto como llevaron a cabo la marcha de los cuatro días en dos. Nota: Año 195 a. de C. II. SOBRE CÓMO ENGAÑAR AL SITIADO 1) Cuando Domicio Calvino sitiaba Lueria, una ciudad de los ligures, protegido no sólo por su posición y trabajos de sitio, sino también por la superioridad de sus defensores, instituyó la práctica de marchar frecuentemente con todas sus fuerzas alrededor de las murallas, y luego marchar de vuelta al campamento. Una vez que los ciudadanos fueron inducidos por esta rutina a creer que el comandante romano hacía esto con el propósito de hacer ejercicios militares, y por consiguiente no tomó precaución alguna contra sus esfuerzos, él transformó esta práctica de desfile en un repentino ataque, y tomando posesión de las murallas, obligó a los habitantes a rendirse. 2) El cónsul Cayo Duilio, por ejercitar con frecuencia a sus soldados y marineros, triunfó en hacer que los cartagineses no hicieran caso de una práctica que era bastante inocente, hasta que de repente él sacó a relucir su flota y capturó sus fortificaciones. Nota: Año 260 a. de C. 3) Aníbal capturó muchas ciudades en Italia enviando adelante a algunos de sus propios hombres, vestidos con el traje tradicional de los romanos y hablando en latín, que ellos habían aprendido como resultado de una larga experiencia en la guerra. - 205 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino Nota: Años 216 a 203 a. de C. 4) Los arcadios, sitiando una fortaleza de los mesenios, fabricaron ciertas armas que se parecían a aquellas del enemigo. Entonces, cuando se enteraron que otra fuerza estaba por relevar a la primera, se vistieron con el uniforme de aquellos a quienes esperaban, y, admitidos como compañeros a consecuencia de esta confusión, aseguraron la posesión del lugar y causaron estrago entre el enemigo. 5) Cimón, el general ateniense, teniendo planes sobre cierta ciudad en Caria, bajo la cubierta de la noche prendió fuego a un templo de Diana, tenida en alta reverencia por los habitantes, como así también a una arboleda fuera de las murallas. Entonces, cuando los ciudadanos salieron a luchar contra la conflagración, Cimón capturó la ciudad, ya que fue abandonada sin defensores. Nota: Alrededor del año 470 a. de C. 6) Alcibíades, el comandante ateniense, sitiando la fuertemente fortificada ciudad de los agrigentinos, solicitó una conferencia con los ciudadanos, y, como hablando de asuntos de preocupación común, se dirigió con ellos al teatro, donde según la costumbre de los griegos, era habitual usar el lugar para la consulta. Entonces, mientras él mantenía a la muchedumbre fingiendo una deliberación, los atenienses, a quienes él había preparado antes para este movimiento, capturaron la ciudad, dejada así indefensa. Nota: Año 415 a. de C., Tucídides, 6:51, designa a Catana como la ciudad donde tuvo lugar esta estratagema: «De allí se dirigieron a Catana, donde no les quisieron recibir, porque una parte de los ciudadanos era del partido de los siracusanos. Por esta causa viéronse obligados a dirigirse más arriba hacia la ribera del Terias, donde pararon todo aquel día, y a la mañana siguiente fueron a Siracusa con todos sus barcos puestos en orden en figura de cuerno, de los cuales enviaron diez delante hacia el gran puerto de la ciudad para reconocer si había dentro otros buques de los enemigos. Cuando todos estuvieron juntos a la entrada del puerto, mandaron pregonar al son de la trompeta que los atenienses habían ido allí para restituir a los leontinos en sus tierras y posesiones conforme a la amistad y alianza, según les obligaban el deudo y parentesco que con ellos tenían, por tanto que denunciaban y hacían saber a todos aquellos que fuesen de nación leontinos y se hallasen a la sazón dentro de la ciudad de Siracusa, se pudiesen retirar y acoger a su salvo a los atenienses como a sus amigos y bienhechores. Después de dar este pregón y de reconocer muy bien el asiento de la ciudad y del puerto y de la tierra que había en contorno para ver de qué parte la podrían mejor poner cerco, regresaron todos a Catana, y de nuevo requirieron a los ciudadanos para que les dejasen entrar en la ciudad como amigos. Los habitantes, después de celebrar consejo, les dieron por respuesta que en manera alguna dejarían entrar la gente de la armada, pero que si los capitanes querían entrar - 206 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino LIBRO IV Teniendo reunidos, por extensa lectura, ejemplos de estratagemas, y habiendo ordenado éstos con no pequeños esfuerzos, a fin de cumplir la promesa de mis tres libros (si tan sólo la he cumplido), en el presente libro volcaré aquellos casos que parecen aparecer menos naturalmente conforme a la antigua clasificación (que estaba limitada a tipos especiales), y que son ilustraciones, mejor dicho, de la ciencia militar en general que de las estratagemas. En vista de que estos incidentes, aunque famosos, pertenecen a una materia diferente, les he dado tratamiento separado, por temor a que si alguna persona resultara que encontrara en la lectura algunos de ellos, podría ser inducida por el parecido a imaginar que estos ejemplos habían sido pasados por alto por mí. Como material suplementario, por supuesto, estos temas requieren tratamiento. Me empeñaré en observar las siguientes categorías: I. Sobre la disciplina. II. Sobre los efectos de la disciplina. III. Sobre la limitación y el desinterés. IV. Sobre la justicia. V. Sobre la determinación (la voluntad de ganar). VI. Sobre la buena voluntad y la moderación. VII. Sobre varios axiomas y ardides. I. SOBRE LA DISCIPLINA 1) Cuando el ejército romano se desmoralizó ante Numancia por la flojedad de sus anteriores comandantes, Publio Escipión lo reformó despidiendo a un enorme número de seguidores del campamento y por guiar a los soldados a un sentido de responsabilidad a través de la rutina cotidiana regular. Con motivo de las frecuentes marchas que les impuso, ordenó que llevaran raciones para varios días, bajo tales condiciones que se acostumbraron al frío y lluvia duraderos, y a vadear corrientes. A menudo el general les reprochaba con timidez e indolencia; a menudo rompía utensilios que servían sólo al objetivo de la autoindulgencia y que eran completamente innecesarios para hacer una campaña. Un caso notable de esta severidad ocurrió en caso del tribuno Cayo Memmio, a quien se dice que Escipión exclamó: "para mí usted no me será útil simplemente durante un cierto período; ¡a usted mismo y al estado para siempre!" Nota: Año 134 a. de C. Valerio Máximo, 2:7 § 1: «P. Cornelio Escipión, al que la destrucción de Cartago le valió el sobrenombre de su abuelo, había sido enviado a España en calidad de cónsul, para bajar el excesivo orgullo de Numancia debido a la - 265 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino culpa de los generales, sus predecesores. Al instante mismo de su entrada al campamento, dio orden de hacer desaparecer y apartar todo lo que servía de alimento para el placer. Hizo salir en consecuencia un número muy grande de traficantes y criados con dos mil prostitutas. Habiéndose desembarazado así de esta vil y vergonzosa pandilla, el ejército romano que hasta hace poco había temido la muerte al punto de deshonrarse por un tratado ignominioso, se levantó y reencontró su antiguo valor, destruyó por el fuego a la orgullosa y valiente Numancia, derribó las murallas y las arrasó hasta el suelo. Así, el abandono de la disciplina militar fue marcado por la deplorable capitulación de Mancino y el magnífico triunfo de Escipión fue el precio de su reanimación». Nota de Bill Thayer en su sitio de Lacus Curtius: Plutarco, Moralia, Dichos de los romanos, Escipión el Joven, 17: «Detectó en el equipaje transportado por las bestias de carga de Memmio, un tribuno militar, enfriadores de vino hechos con piedras preciosas, trabajo de Tericles, y le dijo: “Por tal conducta usted se ha hecho inútil para mí y para su país por 30 días, pero inútil para usted por el resto de su vida”». 2) Quinto Metelo, en la Guerra Yugurtina, cuando la disciplina había caído de manera similar, la restauró con una severidad parecida, habiendo prohibido además a los soldados usar carne, excepto cuando estuviera cocido o hervida. Nota: Año 109 a. de C. Salustio, Yugurta, 45: «Entre estos embarazos hallo yo a Metelo no menos prudente y grande que en lo más vivo de la guerra; tal fue su templanza entre la ambiciosa blandura y el rigor. Lo primero, pues, que hizo fue quitar cuanto podía fomentar la pereza y regalo, mandando «que nadie en los reales vendiese pan ni vianda alguna cocida; que los vivanderos no siguiesen al ejército; que el soldado raso, ni en el campo ni en la expedición tuviese esclavo o caballería; y en lo demás poniendo con grande arte las cosas en buen orden». Mudaba además de esto cada día la situación de los reales por varias travesías; fortificábalos con su valla y foso, como si estuviera a la vista el enemigo, ponía en ellos muy espesas centinelas, haciendo por sí mismo la ronda en compañía de los primeros oficiales. Hallábase unas veces en el frente del ejército, otras en la retaguardia; pero regularmente en el centro, a fin de que nadie se desordenase; y para que no se alejasen en las banderas, dispuso que los soldados llevasen consigo su comida y sus armas. De esta suerte, impidiendo los delitos más que castigándolos, logró restablecer en breve el ejército». Nota de Bill Thayer en su sitio de Lacus Curtius : «Claramente se trata de una medida para proteger la salud de las tropas. Las únicas otras posibilidades eran asadas o a las brasas; y crudas. Tan poco probable como nos parece a civiles bien alimentados de hoy, Frontinus mismo cuenta de un caso en el cual las tropas se volvieron locas y se llenaron con carne cruda, o al menos muy soasado, con infelices resultados». 3) Se dice que Pirro comentó a su oficial reclutador: ¡"Usted elija a los hombres grandes! Yo los haré bravos." 4) En el consulado de Lucio Paulo y Cayo Varro, obligaron por primera vez a los soldados a tomar el ius iurandum. Hasta aquel tiempo el sacramentum era el - 266 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino juramento de lealtad administrado por los tribunos, pero ellos solían prometerse el uno al otro a no dejar la fuerza por huída, o en consecuencia, por miedo, y no dejar las filas excepto para buscar un arma, golpear a un enemigo, o salvar a un camarada. Nota: Año 216 a. de C. Hasta la batalla de Cannas, existían dos juramento militares, el sacramentum, que era compulsivo y era administrado por el cónsul cuando el soldado se enlistaba por primera vez, y el ius iurandum, un juramento voluntario tomado frente a un tribuno cuando los soldados eran asignados a divisiones separadas. En el 216 a. de C. los dos se unieron, y a partir de allí el ius iurandum, administrado por el tribuno militar, fue compulsivo; Livio, 22:38: «Hechas las levas, los cónsules esperaron durante gunos días la llegada de los auxiliares latinos. Entonces los tribunos militares, cosa que no se había exigido nunca, hicieron jurar a los soldados que acudirían a las órdenes de los cónsules y que no se alejarían jamás sin licencia. Antes solamente existía compromiso solemne; cuando formaban por decurias o centurias, los jinetes y los infantes en sus decurias o centurias juraban juntos y espontáneamente no huir ni temer y no abandonar su puesto sino para tomar o recoger un arma, herir a un enemigo o salvar un ciudadano: este pacto voluntario se convirtió en juramento legal, prestado en manos de los Tribunos. Antes de salir de Roma, pronunció Varrón delante del pueblo muchas arengas arrogantes, en las que decía muy alto "que los nobles habían atraído la guerra a Italia, que permanecería adherida a las entrañas de la república, si se tenían generales de la condición de Fabio; pero que él le pondría fin el primer día que viese al enemigo". Su colega Paulo Emilio solamente habló una vez, la víspera de su marcha, siendo su oración más sincera que agradable al pueblo. Sin embargo, sin pronunciar ni una palabra hostil contra Varrón, solamente mostró extrañeza de "que un general, antes de conocer su ejército, el del enemigo, la situación del terreno, la naturaleza del país, pudiese saber en el Foro lo que haría en el ejército, y hasta predecir el día en que libraría la batalla. Por su parte, sabiendo que las circunstancias imperan en los destinos de los hombres más que los hombres en las circunstancias, no tomaría de antemano ninguna resolución. Mucho deseaba que las operaciones, dirigidas con prudencia y tino, consiguieran buen éxito; pero que la temeridad, además de ser insensata, había sido desgraciada hasta entonces". Esto demostraba que Paulo Emilio estaba decidido a seguir los partidos seguros con preferencia a los rápidos. Sin embargo, para fortalecerle en sus buenos propositos, Q. Fabio, en el momento de su partida, según se dice, le dirigió este discurso». 5) Escipión Africano, notando que el escudo de cierto soldado decorado de forma muy elaborada, dijo que a él no le sorprendió que el hombre lo hubiera adoptado con tal cuidado, viendo que ponía más confianza en él que en su espada. Nota: Año 134 a. de C.Livio, 57: «Escipión el Africano pone sitio a Numancia y restablece la disciplina militar más severa en el ejército, corrompido por la licencia y la ociosidad. Prohibe todo objeto de lujo y de placer y expulsa del campamento dos mil prostitutas: diariamente ocupa a los soldados en trabajos y les obliga a llevar siete estacas y víveres para treinta días. Un soldado llevaba la carga de mala gana. "Cuando sepas hacerte una barrera con tu espada - le dijo-, cesarás de llevar materiales de fortificación". Si uno manejaba fácilmente un escudo pequeño, le hacía llevar otro más - 267 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino grande; sin embargo, no le, reconvenía por servirse mejor del escudo que de la espada. Al sorprendido fuera de las filas se le azotaba con sarmientos si era romano, con palo si era extranjero. Rechaza frecuentemente con éxito las salidas del enemigo. Los vacenses, sitiados por todas partes, se matan sobre los cadáveres de sus esposas e hijos. Antíoco, rey de Siria, envía a Escipión magníficos regalos. En contra de la costumbre de otros generales, que recibían en secreto los regalos de los reyes, Escipión declara que los aceptará en su tribunal, y manda al cuestor que los anote en los registros públicos; de allí tomará para recompesar a los más valientes. Había conseguido encerrar a Numancia por tres lados y veía a los sitiados presa de hambre: entonces prohibió matar a los que saliesen a forrajear. "Cuanto mayor sea su número - dijo-, más pronto consumirán los víveres que les queden" 6) Cuando Filipo organizaba su primer ejército, prohibió a todos usar carros. A los soldados de caballería les permitió a cada uno tener solo un asistente. En la infantería autorizó un sólo criado cada diez hombres, que estaba destinado a llevar los molinos y las cuerdas. Cuando las tropas marchaban a cuarteles de verano, ordenaba que cada hombre cargara su harina sobre sus hombros para treinta días. 7) Con el objeto de limitar el número de los animales de carga, por los cuales la marcha del ejército era especialmente obstaculizada, Cayo Mario hacía que sus soldados abrocharan sus utensilios y alimento en bultos y colgaran éstos en postes bifurcados, para hacer la carga fácil y facilitar el descanso; de donde la expresión "las mulas de Mario." 8) Cuando Teágenes, el Ateniense, conducía sus tropas hacia Megara y sus hombres preguntaron en cuanto a su lugar en las filas, les dijo que adjudicaría sus sitios cuando llegaran a su destino. Entonces, envió en secreto a la caballería adelante y les ordenó, con aspecto de enemigos, volvieran atrás y atacaran a sus compañeros. Cuando este plan fue llevado adelante y los hombres que él tenía con él hicieron preparativos para un encuentro con el enemigo, permitió que la línea de batalla fuera preparada de modo tal que cualquier hombre tomara el lugar que deseara, los más cobardes retirados a la retaguardia, los más valientes corriendo al frente. Con eso él adjudicó a cada hombre, para la campaña, la misma posición en la cual lo había encontrado. Nota: Polieno, 5:28 § 1, atribuye esta acción a Teognis. El mismo autor, en 3:9 § 10, lo atribuye a Ifícrates: «A fin de acabar con disputas que se formaban en el ejército ateniense sobre las posiciones de batalla de compañías y unidades, Teognis envió un cuerpo de caballería y oficiales por la noche con órdenes de detenerse en una posición visible a poca distancia, donde ellos pudieran ser vistos por el ejército, y tomados por el enemigo. Cuando aparecieron en esa posición, Teognis, en una fingida prisa y confusión, ordenó que el ejército se formara inmediatamente, y que cada uno se acomodara en sus filas como si el enemigo estuviera realmente en armas y avanzando contra ellos. El miedo al ataque no dejó tiempo alguno para controversias, pero cada soldado se ubicó fácilmente en su vieja posición. Teognis les dijo entonces que los enemigos fingidos eran de hecho sus amigos y compañeros soldados. Pero, dijo, "no - 268 - Estratagemas. Sexto Julio Frontino tengamos en el futuro más disputas sobre posiciones; cada uno de ustedes debe mantener su puesto, que ustedes ahora han tomado."». 9) Lisandro, el espartano, azotó una vez a un soldado que había dejado las filas mientras marchaba. Cuando el hombre dijo que él no había dejado la línea con el propósito de saquear, Lisandro replicó, "no lo miraré como si usted fuera a saquear." 10) Antígono, oyendo que su hijo se había alojado en la casa de una mujer que tenía tres hermosas hijas, dijo: "Oigo, hijo, que tu alojamiento es estrecho, debido al número de señoras responsables de tu casa. Consíguete cuartos más espaciosos." Habiéndole ordenado a su hijo mudarse, publicó un edicto que nadie con menos de cincuenta años debería tomar alojamiento con la madre de una familia. Nota: Años 323 a 321 a. de C. Plutarco, Demetrio, 23: «Llamaron a Demetrio los Atenienses con motivo de tenerles sitiada Casandro la ciudad, y acudiendo aquel con trescientas treinta naves y numerosa infantería, no sólo arrojó a Casandro del Ática, sino que, persiguiéndolo en su fuga hasta las Termópilas, consiguió de él una señalada victoria, y tomó a Heraclea, que voluntariamente se le entregó, habiéndosele asimismo pasado seis mil Macedonios. A la vuelta dio libertad a los griegos de la parte acá de las Termópilas, hizo alianza con los Beocios, tomó a Cencris, y habiendo reducido a File y a Panacto, presidios del Ática, guarnecidos entonces por Casandro, las restituyó a los Atenienses, los cuales, aunque habían estado antes excesivos con él, y parecían haber agotado todos los medios de obsequiarle y honrarle, todavía encontraron cómo parecer nuevos y recientes en sus adulaciones. Porque le señalaron para alojamiento el edificio que está a espaldas del templo de Atena, llamado Partenón, y allí estuvo habitando; diciéndose que era la diosa la que daba hospedaje a un huésped, a fe no muy modesto, ni de una conducta muy propia para que lo alojara una virgen; siendo así que su padre, habiendo sabido que Filipo, el hermano del mismo Demetrio, estaba en una ocasión alojado en una casa en que había tres mocitas, a él no le habló palabra; pero habiendo llamado al aposentador, le dijo en su presencia: “Oyes, ¿no sacarás a mi hijo de tan estrecho alojamiento?”.». 11) El cónsul Quinto Metelo, aunque no prevenido de la ley acerca de tener a su hijo con él como compañero de tienda regular, prefirió que sirviera en las filas. Nota: Años 143 (?) 109 (?) a. de C. Salustio, La Guerra de Yugurta, 44:4, dice que Metelo Numídico mantenía a su hijo consigo como compañero de tienda: «Viendo, pues, Mario que la respuesta del arúspice le conducía al término mismo de sus deseos, ruega a Metelo le dé licencia para pasar a Roma a su pretensión. Metelo, aunque tan virtuoso, ilustre y lleno de las más envidiables prendas, era, como de ordinario son los nobles, de un genio despreciador y altivo, y así alterado al principio por ver una cosa tan extraña, comenzó a maravillarse de su modo de pensar y a rogarle en tono de amigo «que no intentase una cosa tan fuera de camino, ni aspirase a lo que era sobre su esfera. Díjole que no era todo para todos, que se contentase con su suerte, y últimamente, que no se expusiese pidiendo al pueblo romano una cosa que, sin hacerle agravio, podría negarle. - 269 - Este libro que usted acaba de leer pertenece a la librería Tus Buenos Libros en la que puede disfrutar libros de la forma cómo después se explica. 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Encantados de ampliar información. Puede enviarme un mensaje en el que exprese sus preguntas a contacto@tusbuenoslibros.com. Es una forma de agradecerle de antemano la oportunidad de servirle, que espero tener algún día. Reciba un cordial saludo Carlos Martín Pérez