08-tu.qxd 3/20/04 11:59 PM Page 1 8 La Plata, domingo 21 de marzo de 2004 HISTORIAS DEL CRIMEN: HENRI DESIRE LANDRU “Barba azul”, el asesino de señoras que buscaba víctimas en el periódico Educado, elegante y seductor, enamoró a viudas o solteronas ricas durante la Segunda Guerra mundial. A todas las estafó y se quedó con sus bienes. Pero, además, a muchas de ellas también las asesinó, descuartizó y quemó. Fue juzgado y condenado a morir en la guillotina Henri Desiré Landrú, alías “Barba azul”, tenía 50 años cuando, con la misma elegancia, y su trato excesivamente educado y mordaz, se sentó frente a un tribunal de París. Lo acusaban de haber enamorado a 293 mujeres, viudas o solteronas. Aunque a todas las había estafado en su amor y en su dinero, a diez de ellas, además, las había estrangulado, descuartizado y quemado. El público que invadía la sala eran en su mayoría femenino. También estaba su mujer, Marie Catherine Rémy, y sus cuatro hijos. Por casualidad estaban sentados cerca de la actriz Fernande Segret, una belleza de 23 años. Había sido su ultima amante. Exactamente 26 días después era condenado a morir en la guillotina. Sólo se le pudieron probar diez de los crímenes. El presidente del tribunal, el honorable Gilbert, le dio la palabra al acusado. “Me procesan por diez mujeres -dijo- cuando he conocido centenares... ¡Qué generoso es este tribu- LA PRUEBA Restos incinerados Con voz clara y severa, el fiscal presentó las pruebas que se habían recogido en el allanamiento a la casona de Gambais: 100 kilos de sustancias incineradas, un kilo de huesos humanos, dos cuerdas, dos hachas, una sierra, un martillo, tres puñales, tijeras, tenazas, pinzas, dos valijas, la famosa estufa, un cajón de hierro de 90 cm por 70 y por 35. El fiscal Godeffroy concluyó: “en Gambais, Landrú estranguló, descuartizó e incineró en la estufa a muchas mujeres”. Lamentablemente sólo diez de ellas pudieron ser identificadas. Irresistible La seducción-fraude: como en aquella época las mujeres vivían acostumbradas a seguir el consejo del marido y los miembros masculinos de la familia, encontró gran cantidad de viudas confundidas, dispuestas a confiar en un hombre agradable, de buena educación y buen porte que las ayudase en esos momentos de tanto dolor nal!... Estafador, lo admito; pero asesino, no. Ellas estaban solas y yo les he dado un poco de esperanza. Las he amado, las he despojado, pero no las he matado. ¿Qué fue de ellas? No sé. Es increíble cómo pueden desaparecer tantas mujeres sin dejar rastros... ¡Que me traigan las pruebas!”. Cuando egresó de la Escuela de Artes de París en 1904 pudo haber sido cualquier cosa en la vida, y decidió ser comerciante de muebles. Hasta el estallido de la Primera Guerra mundial acumuló seis condenas por estafas. Las cosas estaban muy difíciles con la guerra. La población masculina había disminuido y muchas viudas y solteras ponían anuncios en los periódicos pidiendo compañía. Henri le dijo a su familia que buscaría mejor suerte en otras ciudades y prometió enviar dinero. De inmediato publicó un aviso personal en el Petit Journal: “Viudo, dos hijos, 43 años, solvente, afectuoso, serio y en ascenso social, desea conocer a viuda con fines matrimoniales”. Dejó de usar su nombre y fue en cambio el doctor Fréymet, el geómetra Dupont, el ingeniero Lucien Guillet, el viudo Raymond Diard. Landrú. Tenía 50 años cuando fue condenado a morir en la guillotina El perfil Landrú tenía una fortuna envidiable. La consiguió gracias a los bienes que heredó de sus novias. Llegó a acumular más de 35 mil francos El dinero y el sexo eran sus debilidades El gran defecto de Landrú era su inmensa avaricia. Esta enfermedad provocó que fuese detenido varias veces por estafa. Su carrera delictiva culminó con el asesinato comprobado de once mujeres. Una verdadera fortuna Landrú logró reunir una fortuna con los bienes de sus novias. Entre 1915 y 1919 nada menos que 35.642 francos con 50 centavos (en aquellos años, cada franco equivalía a 290 gramos de oro puro). En la primera entrevista con la candidata, ya advertía si se trataba de una pobretona o no. Durante cuatro años su espíritu detallista le permitió mantener relaciones simultáneas con éxito. Siempre residió en París, pero alquiló una casona en el pueblo de Gambais, a 50 kilómetros, donde sólo iba con sus amadas cuando ya le habían firmado los papeles para que él pudiera convertir sus bienes raíces en dinero contante y sonante. Mientras, en la oficina del comisario Dautel de París se iban acumulando denuncias de mujeres desaparecidas. A inicios de 1919 se agregaron los dos últimos casos, el de Celeste Boisson viuda de Lacoste y el de Anne Colomb. La hermana de Celeste contó que lo último que sabía de ella es que se había enamorado de un hombre gentil, calvo y de espesa barba que se llamaba Fréymet. Le hicieron revisar el álbum de fotos y la mujer descubrió que Fréymet era en realidad Henri Desiré Landrú, con antecedentes por estafa. El 11 de abril de 1919 Landrú fue a comprar un juego de café y la hermana de Celeste Boisson lo vio. La policía no tardó en descubrir dónde vivía y detenerlo. LA CONDENA Muy educado y mordaz Henri Desiré Landrú, fue condenado el 30 de noviembre de 1921. Landrú se mostró inmutable al escuchar la condena a morir en la guillotina. Se dirigió a su abogado y le dijo: “Gracias, Su Señoría. Si alguien hubiera podido salvarme, habría sido usted. Pero en toda batalla hay muertos”. El día de la ejecución se perfumó, recibió a su familia y dejó que el verdugo lo afeitara. Un cura lo invitó a escuchar misa, pero respondió: “Gracias, pero no podemos hacer esperar a estos señores”, refiriéndose al médico y al verdugo. Cuando caminó hacia al cadalso, parecía sereno. Era el 25 de febrero de 1922. Fernande Segret, tal vez el verdadero amor de Landrú, se fue al Líbano como institutriz. Volvió a Francia 40 años después. Se suicidó el 25 de enero de 1968 arrojándose al foso del castillo de Flers-de-l’One.