26 5. Desde la guerra judía hasta el levantamiento de Bar Kojba 5.1 La guerra judía La guerra judía fue consecuencia de la irritación creciente de la población judía contra el dominio romano y también de una crisis del imperio al final del gobierno de Nerón. Dos hechos triviales desataron la revuelta. En Cesarea un litigio entre grupos judíos y griegos fue decidido por Nerón en primavera del 66 a favor de los griegos, uno de cuyos miembros, eufórico, sacrificó en sábado un ave delante de la sinagoga burlándose de los judíos. Delegados judíos acudieron entonces a Gesio Floro, el gobernador, a quien antes le habían pagado 8 talentos de plata para que los apoyara; pero éste hizo encarcelar a la delegación. Posteriormente Gesio Floro sustrajo del tesoro del templo de Jerusalén 17 talentos para pagar impuestos atrasados a Roma. La irritación con Gesio Floro fue incontenible. En protesta se recogió limosna para Gesio Floro, la cual fue reprimida con crucifixiones de judíos notables y agresiones de los soldados contra la población. Las llamadas a la calma por parte del rey Agripa II surtieron efecto pasajero. Eleazar, hijo del sumo sacerdote Ananías, logró que por primera vez se suspendiera la ofrenda diaria por el emperador en el templo. Estos hechos marcaron el comienzo de la rebelión. Los enfrentamientos violentos entre los mismos levantados caracterizaron la rebelión. Por una parte a los aristócratas seguidores de Eleazar se oponían los zelotas; entre estos los sicarios incitaron a revoltosos, que destruyeron la casa del sumo sacerdote Ananías, el palacio de Agripa II y las listas para los impuestos; luego Menajen, hijo de Judas el Galileo, con pretensiones mesiánicas, se tomó la ciudad, hizo asesinar a Ananías y ocupó el castillo de Herodes; pero fue liquidado por los revolucionarios aristócratas reunidos en torno a Eleazar. Otro rasgo de la rebelión fue la guerra civil en localidades con población mixta entre griegos y judíos, en las que los judíos eran atacados por los griegos; éstos, a su vez, eran víctimas de acciones de venganza por judíos circunvecinos. Cestio, el gobernador de Siria, quizo restituir el orden en otoño del 66; sitió la ciudad, pero luego emprendió la retirada; de regreso a Antioquía cayó, junto con sus tropas, en una emboscada sufriendo grandes pérdidas. La derrota de los romanos incentivó a los más mesurados a unirse al grupo de aristócratas rebelados en Jerusalén, mientras los zelotas se retiraron a Galilea o a las fortificaciones que controlaban. Una asamblea popular fue convocada en el atrio del templo; entonces todo el territorio se dividió en distritos militares a cargo de comandantes. Jerusalén quedó a cargo de Ananías II (que había hecho ejecutar a Santiago, el hermano del Señor), Josefo (el historiador) se hizo cargo de Galilea, el fariseo Simeón ben Gamaliel también recibió un cargo. Josefo fue combatido por Juan de Gishala, zelota radical, quien por poco lo mata. La noticia de la derrota de Cestio llegó a Nerón estando en Grecia; entonces encargó a Vespasiano, que se encontraba con él, de aniquilar la rebelión judía. A comienzos del año 67 Vespasiano se desplazó con las legiones de Siria hacia Tolemais (Akko). Allí se le unió Tito con la legión 15, que venía de Alejandría, de manera que se formó un ejército de 60.000 hombres. Séforis se entregó voluntariamente. Vespasiano ocupó Galilea casi sin resistencia; muchos judíos huyeron antes de que llegaran los romanos. Sólo la fortificación de Jotapata, al norte de Séforis, opuso resistencia bajo el comando de Josefo. Tras largo sitio fue tomada la fortificación, pero la mayoría de los rebeldes se quitó la vida. Josefó se sustrajo con artimaña al suicidio y se entregó, siendo después considerado desertor y traidor del pueblo judío. Prisionero predijo que Vespasiano sería emperador; en el año 69 quedó en libertad cuando se cumplió su pronóstico. Fue entonces testigo ocular de la guerra sirviendo de consejero e intérprete a los romanos. 27 La toma de Jerusalén por los romanos todavía tardaría un tiempo. Durante esta etapa la ciudad pasó por una situación dramática. El zelota Juan logró huir de su ciudad Gishala hacia Jerusalén antes de ser ocupada por los romanos; al llegar logró apoderarse de la ciudad apoyado por combatientes idumeos; los aristócratas mesurados fueron acusados de colaboración con Roma y aniquilados, entre ellos el sumo sacerdote Ananías II. Hubo además otro comandante, Simón bar Giora, a quien se le había encomendado antes una comarca al sur de Siquém. Resultó ser desmesurado, se unió a los sicarios; también este se consideraba mesías y se presentaba como rey. En primera del 69 entró a Jerusalén, ocupó gran parte de la ciudad y encerró a Juan de Gishala en el templo. Continuamente había enfrentamientos entre estos dos grupos. Por esta época ya los cristianos habían huido a la cuidad de Pela en la Decápolis. El suicidio de Nerón sumió al imperio en una dura crisis. Vespasiano esperaba el desarrollo de los acontecimientos antes de tomar Jerusalén. El gobernador Galba, de 72 años de edad, fue nombrado emperador por el Senado; pero el ejército no lo reconoció proclamando emperador al general Vitelio. Oto eliminó a Galba siendo reconocido emperador por el Senado. Este Oto ejerció su función entonces como un contraemperador respecto a Vitelio. En abril del año 69 Oto fue vencido por Vitelio; no obstante legiones del Danubio promovieron a Vespasiano como emperador; los gobernadores de Egipto y Siria favorecieron ampliamente su proclamación. Vitelio fue eliminado por legiones del Danubio en diciembre del año 69. Después de su proclamación como emperador, Vespasiano delegó a su hijo Tito para que terminara de aniquilar la rebelión judía; permaneció en Egipto durante el invierno y asumió su función en Roma casi un año después de haber sido proclamado emperador. Casi todo el territorio estaba en manos de los romanos cuando Tito emprendió el sitio de Jerusalén en la primavera del año 70. Los grupos judíos rivales lucharon juntos, pero los muros de la ciudad fueron derribados. Juan de Gishala se refugió en el castillo Antonia, Simón bar Giora en el castillo de Herodes. Muchos murieron de hambre, y a pesar del hambre y las epidemias no capitulaban. En junio del 70 cayó el castillo Antonia y poco después el templo, que fue saqueado y entregado a la destrucción, se consumió en llamas; ni aun así se entregaron los dos rebeldes que se refugiaron en la ciudad alta; el sitio de la ciudad duró en total cinco meses. La ciudad fue completamente devastada debido a que, durante el sitio, varias ofertas de capitulación fueron rechazadas por los rebeldes. Al final muchos sobrevivientes fueron masacrados sin distinción entre inocentes y culpables, a los demás les esperaba la esclavitud o la muerte en la arena. Ambos cabecillas, prisioneros, fueron conducidos a Roma; Juan de Gishala fue encarcelado de por vida, Simón bar Giora, ejecutado en el foro romano. El arco de Tito en Roma muestra hoy todavía su desfile triunfal. Después de la destrucción de Jerusalén algunas fortificaciones opusieron resistencia. La Herodiana, donde estaba la tumba de Herodes, la Maqueronte, que terminó capitulando; Masada opuso la mayor resistencia; allí Eleazar ben Jair, el último descendiente de Judas el Galileo, estaba al frente de mil sicarios con mujeres y niños. El Legado Flavio Silva terminó conquistándola en primavera del 74; estos fanáticos se aniquilaron entre ellos mismos antes que entregarse (echaron a suerte a 10 que debían cortarle el cuello a todos los demás y, entre ellos, uno debía matar a los otros 9, antes de suicidarse); sólo unos pocos que se escondieron sobrevivieron. El desenlace de la guerra perjudicó terriblemente el judaísmo de la diáspora, sobre todo en Siria y en Egipto: decayó su buena imagen, las comunidades sufrieron enemistad y odio. El apoyo que algunos zelotas habían conseguido antes entre judíos campesinos y en sectores citadinos judíos bajos fue ocasión para que las autoridades procedieran contra todos los judíos después de la guerra. 28 5.2 Reestructuración del judaísmo después de la guerra Amplios sectores del territorio quedaron destruidos o despoblados. La provincia de Judea quedó a cargo del legado de la legión 10, que permaneció en la ciudad destruida. Vespasiano declaró el territorio tierra estatal romana, de manera que todos los campesinos tuvieron que pagar arriendo por sus tierras. La vida de todos los grupos, excepto los esenios, giraba en torno al templo. Faltando éste su lugar fue ocupado por la Ley como centro del judaísmo y por la sinagoga como lugar para el ejercicio de la religión. El impuesto del templo, que antes era pagado por todo judío mayor de 20 años, desde ahora debía ser pagado por todos, sin distinción de sexo, desde los 3 hasta los 62 años de edad; se destinaba al templo de Júpiter en Roma. Este impuesto judío en todo el imperio significó para ellos una humillación. Por otro lado, saduceos, esenios y zelotas cayeron en el olvido después de la guerra; sólo el ala ecuánime de los fariseos resurgió de la catástrofe asumiendo un papel líder en la reestructuración del judaísmo; fue un proceso de siglos y lleno de altibajos que concluyó con el establecimiento del judaísmo rabínico, para el cual la interpretación de la Ley pasó a determinar la vida del judío. La tradición judía asocia a Johanan ben Zakai, probablemente un fariseo, con el nuevo comienzo del judaísmo en Jabnia; según una tradición ya durante la guerra lo sacaron de la ciudad en un sarcófago. Jabnia debió serle asignada por los romanos, la cual poco a poco se hizo centro intelectual judío por la autoridad de los rabinos. Los fariseos, laicos orientados por la santificación ritual del día cotidiano a semejanza del sacerdote en el templo, pudieron asimilar mejor su pérdida. En cambio a los saduceos, al acabarse el sanedrín y la institución del sumo sacerdocio, sufrieron mucho más, pero todavía no desaparecieron por completo, sobre todo porque albergaban la esperanza de restablecer el templo. Inicialmente Johanan ben Zakai debió reordenar muchas normas que antes se vinculaban con el templo. La asamblea de Jabnia en el siglo II impulsó la definición del canon de la biblia hebrea. En la asamblea debió jugar un rol líder Gamaliel II, nieto de Gamaliel, que según Hch fue maestro de Pablo en Jerusalén; por su iniciativa en la oración de las 18 peticiones se introdujo la maldición de los herejes en la petición 12, dirigida a grupos judíos heterodoxos, excluyéndolos del judaísmo normativo; los cristianos también resultaron afectados por la maldición. 5.3 Los Flavios (69-96 d.C.) Después de la muerte de Nerón, Galba, Oto y Vitelio comprometieron al imperio en enfrentamientos de guerra civil en su lucha por el poder en los cuales Roma se vio involucrada; en esta situación el principado de Vespasiano resultó muy benéfico, pues le restituyó la estabilidad después de estos disturbios. Vespasiano tuvo un estilo de gobierno ejemplar, llevó una vida ecuánime, saneó el déficit económico ocasionado por Nerón, fue hábil en procurar fuentes de dinero para el fisco, reconstruyó el capitolio, que había sido incendiado en los disturbios del año 69, hizo un nuevo foro y empezó a construir el coliseo. Entre sus logros políticos están la reducción del poder de la guardia pretoriana, la renovación del Senado con hombres de origen sencillo o provincial. Fortificó los límites del imperio en la provincia de Britinia, hizo retroceder a los tracios que habían cruzado el Danubio, estabilizó los límites en Asia. Vespasiano murió en el año 79. Vespasiano supo integrar a su hijo en todas las decisiones importantes haciendo de él un regente asesor. Resultó un príncipe digno. Tenía amoríos con Berenice, que había estado casada con 29 Agripa II, pero debió renunciar a esta mujer judía por presión de la opinión pública. Durante su gobierno sucedió la catástrofe del Vesubio el 24 de agosto del 79. Después de sólo 2 años de gobierno murió de una enfermedad febril. Domiciano, hermano de Tito, fue emperador del 81 al 96. Poseía un carácter inestable; Tito lo mantuvo alejado de los asuntos de gobierno por su ambición desmedida y su deseo de notoriedad. Los tracios cruzaron de nuevo el Danubio en el año 85 convirtiéndose en un prolongado problema para Domiciano. En el 89 las legiones del Danubio le negaron lealtad proclamando a Saturnino emperador, pero Domiciano supo dominar con habilidad el amotinamiento. Se preocupó por una administración justa y eficiente de las provincias. Hizo más severo el impuesto de los judíos extendiéndolo a grupos asimilados al judaísmo, a judeocristianos y a temerosos de Dios. Sus últimos años estuvieron marcados por trastornos sicológicos que lo hicieron inhumano. Entre los acontecimientos de esta época está la conspiración de los filósofos. Ya Vespasiano había expulsado de la ciudad a filósofos estoicos odiosos por considerarlos un peligro para el estado y la sociedad. Cuando los estoicos volvieron a criticar la institución imperial Domiciano condenó a muerte a sus voceros y expulsó a todos los filósofos de Roma. Hubo además ejecuciones arbitrarias de adversarios políticos, entierro de malvados vivos y también medidas de presión contra los cristianos. Habiendo perdido a su hijo, escogió a los hijos de su primo Flavio Clemente como herederos, que fueron educados por Quintiliano. Por rumores de traición hizo ejecutar a su primo Flavio y deportar a su esposa Flavia Domitila, nieta de Vespasiano. La acusación contra ellos y otros miembros de la élite romana fue de impiedad (rechazo de los dioses estatales) y aceptación de costumbres judías. Como en esta época no se diferenciaban judíos de cristianos pudo tratarse en estos casos de persecución de cristianos. En una carta (del año 112) al emperador Trajano, Plinio (gobernador del Ponto y Bitinia) menciona a cristianos que hacía 20 años (o sea, en época de Domiciano) habían desertado de la fe. Esta carta documenta la opresión de los cristianos en Asia Menor a finales del gobierno de Domiciano. Como consecuencia de ello Juan, el autor del Apocalipsis, fue desterrado a la Isla de Patmos. El culto al emperador fue promovido en las ciudades de Asia Menor por las autoridades locales de forma que a los cristianos, que se negaban, les amenazaban medidas de coerción que podían llevar al martirio. Domiciano se hizo cada vez más veleidoso; perdió apoyo en la élite dominante y aceptación en el pueblo. Fue víctima de una conspiración, en la que estuvo implicada su esposa, por la que murió apuñalado en septiembre del año 96. Con Domiciano terminó la dinastía de los Flavios. 5.4 Los emperadores Nerva, Trajano y Adriano Nerva tenía casi 70 años cuando sucedió a Domiciano. Adoptó a Trajano, con quien no tenía ningún parentesco familiar. Su gobierno duró sólo dos años. Entre otras cosas derogó la severidad que Domiciano le había dado al impuesto judío, restableciendo la normativa de Vespasiano. Trajano (98-117) fue un emperador ejemplar; trató al Senado con dignidad haciéndole percibir su participación en las decisiones políticas; puso fin a los procesos arbitrarios y condenas a muerte contra los senadores. Creó proyectos sociales como auxilios a la plebe e instituciones de apoyo a los niños de familias necesitadas. Los éxitos militares también abalaron su talento. Venció a los tracios convirtiendo su territorio en provincia romana en el año 107; en oriente venció a los nabateos creando la provincia de Arabia; venció a los partos anexionando al imperio las provincias de Armenia, Mesopotamia y Asiria. Bajo su dominio el imperio adquirió proporciones hasta ese momento desconocidas. Murió repentinamente en el año 117 siendo elevado a divinidad estatal. 30 La repercusión histórica de Trajano entre los judíos y los cristianos es más bien negativa. Entre los cristianos por sus medidas de represión. En Palestina, Siria y Asia Menor los cristianos fueron perseguidos. El obispo Simeón, oriundo de Jerusalén, fue crucificado por el gobernador Ático en Palestina; el obispo Ignacio fue arrestado en su ciudad, Antioquía, y conducido a Roma, donde murió mártir en el año 110. Una carta del gobernador Plinio el Joven al emperador, y la respuesta de Trajano, documentan la persecución a los cristianos en Asia Menor. Plinio procedía contra los sospechosos buscando que maldijeran a Cristo y rindieran culto al emperador y a los dioses. Ya en ese momento autoridades como Plinio procedían contra los cristianos, si bien sólo en caso de denuncia; si la persona denunciada declaraba pertenencia pretérita al cristianismo, bastaba que renegara de Cristo, pronunciara una oración a los dioses e hiciera un sacrificio a la imagen del emperador como prueba de que no pertenecía al cristianismo. Las denuncias no podían ser anónimas. Pero si la persona, en cambio, se confesaba cristiana, era condenada a muerte o entregada al juzgado civil romano. Era un hecho que las autoridades aplicaban la norma de que la persona a quien denunciaban de ser cristiana podía ser castigada con la pena de muerte. Esta norma permaneció vigente hasta los edictos de tolerancia de Galieno (260) y Galerio (311). Entre los judíos repercutió Trajano muy negativamente por la represión de una gran revuelta judía. Tuvo lugar durante su campaña contra los partos (113-117). Se originó en África del norte. Fanatismo, odio reprimido de los judíos contra los romanos y represalias contra el judaísmo causadas por la guerra llevaron a esta revuelta. Se produjo en Egipto, Chipre y Cirene (en la actual Libia), en donde la situación social y los derechos de los judíos eran peores que en Asia Menor y en Grecia. En Cirene, Alejandría y Salamina los judíos asesinaron a muchos griegos y destruyeron templos paganos. Promotor fue Lucas de Cirene, al que se le rindió homenaje como rey mesiánico; éste condujo a los sublevados de Cirene a Egipto, quizá se dirigía a Judea. Trajano se encontraba en Asia luchando contra los partos; al reconocer la magnitud de la amenaza envió a Marcio Turbo, un diestro general, a aniquilar la revuelta. La rebelión fue sofocada con pérdidas devastadoras en ambos bandos. El judaísmo de la diáspora de Cirene y Egipto no se volvió recuperar de las consecuencias de esta revuelta. En Chipre se prohibió a los judíos bajo pena de muerte volver a pisar la isla. A Trajano lo sucedió Adriano (117-138), quien durante mucho tiempo anduvo con el emperador; estaba casado con la hija de una hermana de Trajano, pero no tenía parentesco familiar con el emperador. Adriano suspendió la política expansionista de su antecesor, basada en la guerra, al darse cuenta de que estratégicamente sus fronteras no se podían mantener; derogó entonces la anexión de los partos. Promovió la cultura griega. Distintivo de su gobierno fueron prolongados viajes a las provincias para cerciorarse de las circunstancias locales, del estado de las tropas y de la situación de las fronteras. Todavía hoy se conservan restos de los muros que marcaron los límites del imperio, construidos por Adriano. En el 130 fue a Jerusalén, cuando se construía la ciudad. La rebelión de Bar Kijba está en relación con esta construcción como último intento del pueblo judío de liberarse de la dominación romana. 5.5 El levantamiento de Bar-Kojba (132-135) Después de la revuelta de los judíos bajo el principado de Trajano, Adriano procuró promover la paz; en cuanto asumió el poder depuso al gobernador Lucio de la provincia de Judea por su dureza para con el pueblo y luego lo hizo ejecutar. En el judaísmo de la diáspora también se repuso la paz. Solo la tradición rabínica estiliza a Adriano como terrible emperador enemigo de la religión judía. 31 Las fuentes relacionadas con el levantamiento de Bar Kojba son fragmentarias y de tono legendario, pero cuentan con algún apoyo en la numismática, en manuscritos de la estepa de Judea y en cartas de Bar Kojba. Según el historiador Dio Casio el levantamiento fue causado por planes del emperador de reconstruir Jerusalén como colonia romana con el nombre de Aelia Capitolina y en lugar del templo, un santuario a Jupiter. Según la Historia Augusta la causa fue la prohibición de la circuncisión: cuando se produjo la revuelta Adriano le dio severidad a esta medida, que había sido introducida por Domiciano; posteriormente Antonio Pio la restringió a los prosélitos. Las construcciones en el imperio, sobre todo en Oriente, ocuparon puesto destacado en la política de Adriano, entre las que se contaba la reconstrucción de Jerusalén, que yacía en ruinas desde de la guerra judía en el año 70; ciertamente con la reconstrucción como Aelia Capitolina Adriano buscaba sacar de la postración al pueblo judío, pero sin considerar suficientemente sus sentimientos religiosos. En cuanto salió de Jerusalén se erigió una estatua a Jupiter sobre las ruinas del templo, de manera que quedaron sepultadas las esperanzas de una restitución del santuario judío. El hecho le dio vuelta a la apertura con la que el judaísmo había acogido la política de paz de Adriano. Otra vez despertaron el rechazo y el odio contra los romanos por parte de grupos radicales. Simón Bar Kojba acaudilló la rebelión. En monedas y documentos, que emplearon de nuevo el hebreo en señal de demostración, lleva el título de Príncipe de Israel, evitando el título desgastado de rey. Sus cartas transmiten una imagen fuerte y autoritaria de él, político y estratega circunspecto, jefe riguroso, muy marcado por la Torá y pretensiones mesiánicas. La rebelión se concentró en el sur de la provincia de Judea en donde Bar Kojba designó comandantes; él mismo se apropió de los dominios del campo del emperador, alquilándoles a los campesinos los terrenos. No se sabe si se tomó Jerusalén y si restableció el culto. Inicialmente la rebelión sorprendió a los soldados romanos, que sufrieron inmensas bajas. Bar Kojba se valió de una serie de pasajes subterráneos y cuevas desde donde adelantaba los ataques. Al verse desbordado el gobernador, apoyado incluso por las legiones de Siria, para sofocar la rebelión, fue enviado el general Julio Severo desde Britania. Junto con otros generales logró acabar con la rebelión. En el 134/135 cayó la fortificación de Beter, al sur occidente de Jerusalén, donde habían sido acorralados Bar Kojba y su gente. Bar Kojba murió en el combate. Muchos judíos cayeron en la esclavitud; pocos encontraron refugio en cuevas a orillas del Mar Muerto. Después de la rebelión Adriano prohibió a los judíos bajo pena de muerte volver a pisar Jerusalén y sus alrededores. La ciudad se quedó sin judíos, y Adriano continuó con sus planes, le cambió el nombre a la ciudad, y a la provincia la llamó Siria Palestina, construyó el santuario a Júpiter, pobló la ciudad de habitantes no judíos y estableció cultos griegos y romanos. Jerusalén se convirtió en ciudad pagana. Este desarrollo significó el acabose del ala judeocristiana de la comunidad cristiana que pudo haber vuelto a establecerse en Jerusalén después de la guerra del 70. Desde las medidas de Adriano se convirtió en comunidad pagano-cristiana. Su primer obispo, no circuncidado, fue Marcos. Con el paso del tiempo los cristianos de Asia se hicieron cada vez menos tolerantes para con los judeocristianos. Movimientos judeocristianos de comienzos del siglo II, como los Ebionitas, los Elcasaitas o Nazoreos fueron siendo cada vez más relegados. El concilio de Nicea puso fin al judeocristianismo cuando fijó como fecha de la pascua el domingo, suprimiendo la antigua práctica que la celebraba en la fiesta judía de pascua por considerar herejía. https://www.youtube.com/watch?v=eNOx4yc3maI Siemens KD33EAI40