Apreciada familia, madre y hermanos, estimadísimos Montse, Oriol, Marta i Helena, amigos y compañeros Me corresponde aquí poner palabras y voz a las vivencias y emociones de tantas y tantas personas que, desde la profesión, hemos compartido con Carlos muchos momentos especiales de nuestra vida. Somos alumnos, discípulos, compañeros y amigos que queremos reconocer el papel del maestro, mentor, compañero y amigo del Carlos. Carlos no sabía decir que no a nadie. Tal y como dicen los compañeros de la escuela de Antzuola “gracias por tu generosidad, porque siempre has estado atento a nuestras demandas y nos has acogido con tu sabiduría y ternura”. Por esto su red de contactos era inacabable i de esta manera, querría que las siguientes palabras pongan voz no sólo a los recuerdos, emociones y agradecimientos de todos los compañeros de Catalunya, Euskadi i Baleares que estamos aquí, sino también de los que no están, pero quisieran estar: maestros de Aragón, de Andalucía, de Galicia, de Cantabria, del País Valencià y tontos otros lugares. Por ello, a menudo utilizaré palabras que me han hecho llegar algunos amigos. Conocí a Carlos el año 87, en la escuela Pau Vila. Des de aquellos años siempre hemos continuado en contacto, a veces de forma más seguida e intensa, y otras más espaciada. Nunca dejamos de reconocernos como amigos. Nos asesoró durante 5 años, y al igual que tantos compañeros de otras escuelas y ciudades, con el pasar del tiempo hemos aprendido a considerarlo nuestro maestro... Como nos han escrito desde Lleida “La inquietud que hervía en un grupo de maestros, encontró forma y guía en tu entusiasmo. Tu Carlos, has sabido sacar lo mejor de nosotros contagiándonos de tu emoción, de tu pasión por vivir el despertar de las criaturas al mundo” Él nos conectó con los trabajos del grupo de Pedagogía Operatoria, que tanto le influyeron, según me comentaba hace poco más de dos semanas. Por aquellos tiempos cambió su trabajo con alumnos de primaria y comenzó a trabajar en la es cuela de maestros Blanquerna. Allí también ha dejado su huella hasta el último momento, hace muy pocos días... Como escribe Dolors. “ Con la generosidad y la fuerza de poder influir en la vida de niños, maestros y familias de infinitos lugares, ha escampado pizcas de vida en los ojos de todos los maestros y estudiantes de maestros con los que ha estado en contacto.” En el año 1997 le propuso de crear en el ICE de la UAB el grupo de “La cultura Matemática de las personas”, del que han formado parte tantos y tantos y tantos amigos y compañeros aquí presentes. Con su tenacidad y especialmente con su acompañar consiguió que muchos de nosotros creciéramos en las tareas de formación. Muchos sentimos que Carlos no nos ha dejado ni nos dejará nunca porque forma parte de nosotros mismos. Somos lo que somos también por Carlos y estamos seguros que sus aportaciones vivirán a través nuestro. Por esto he escogido tres de las formas en cómo nos ha influido, nos ha impregnado y nos ha ayudado a ser como somos. Aunque parezcan aspectos de su dedicación profesional, muestran una manera de ser que va mucho más allá: no me puedo imaginar el trabajo de Carlos sin entender su profunda humanidad. Por ello: 1. Gracias, Carlos “Porque nos has enseñado a entender, a valorar, a darle una dimensión más humana a nuestro trabajo, desde la ternura, la comprensión, el respeto hacia los niños, los compañeros, los padres,... convirtiendo estos valores en principios de actuación básicos para educar”. Recuerdo su insistencia por hacernos comprender el valor del pensamiento de los niños, hasta ponerlo en el centro de nuestra mirada. Esto giró completamente la manera de entender nuestra faena hasta llegar a constituir una exigencia ética que se convirtió en un signo de identidad de las personas que se consideran sus discípulos. 2. Gracias, Carlos “Porque nos has enseñado a entender, a valorar, a darle una dimensión más humana a nuestro trabajo, desde la ternura, la comprensión el respeto hacia los niños, los compañeros, los padres,... convirtiendo estos valores en principios de actuación básicos para educar”. Recuerdo su insistencia en hacernos comprender el valor del pensamiento de los niños, hasta ponerlo en el centro de nuestra mirada. Ello dio un giro copernicano a nuestra forma de entender nuestro trabajo hasta llegar a ser una exigencia ética que se convirtió en un signo de identidad de las personas que nos consideramos discípulos suyos. El pensamiento de los niños configuraba nuestro pensamiento de maestros, de la misma forma que el pensamiento de Carlos también ayudó a configurar el nuestro, para intentar ser, en palabras de José Antonio Marina: “aquellos profesionales de la esperanza, el incansable, humilde i magnífico cuidador del futuro” 3. Gracias Carlos porque contigo, también hemos aprendido a pensar en grupo, como una condición para construir comunidad “Jamás sólo... con nosotros solos” decías. Y nos ayudabas a combinar el acompañar a los alumnos con el diálogo y la conversación para construir una comunidad de vida y de pensamiento en las clases. O una comunidad de escuela, para dotar-se de “sentido de escuela”, como han querido expresar des de la escuela de Ribes. Diversas de las personas que nos habéis escrito habláis de la Calidez de Carlos en su forma de acompañar. “Sabia combinar la atención personal con el trabajo con el colectivo”, dice Carme... y “También la sensación sobre cómo valoraba y reconocía el valor de todos nosotros”... Muchos intentamos transferir esta manera de hacer a nuestras aulas, para ayudar a los niños a formar parte de un pensar colectivo, porque Carlos nos enseñó que comprender-se a uno mismo es una condición para crecer con los otros 4. Gracias Carlos por enseñarnos a valorar el conocimiento, especialmente como un valor de la herencia cultural de la que formamos parte. Una de sus palabras más era Rigor. Este rigor no se refería tan solo a nuestras ideas, conocimientos y acciones; sino que también estaba impregnado de ética, cómo una convicción que nos impulsó a ser cada vez más exigentes con nosotros mismos, rigor que nos ayudó a clarificar nuestras ideas y valores para ser cada vez mejores maestros. Y por esto, con su humanidad, sabía combinar una gran exigencia en las ideas con la compañía, influencia la ayuda y la dedicación de cuantas horas hicieran falta para ayudarnos a avanzar; hasta conseguir, como dice Iñaki, que “pudieras sentir que lo que hacías, lo que pensabas, era importante y valioso”. Podríamos seguir con otros motivos para expresar a Carlos nuestro agradecimiento y amor, cada uno de nosotros con sus propias experiencias, emociones y palabras. “Sin duda para Carlos, nuestro homenaje será HONRAR la vida con la misma pasión que él ha vivido”; dice Marcela. Para acabar, de entre las aportaciones que nos habéis enviado, quiero leer parte de un poema de Miquel Martí i Pol. “I poco a poco llegarás a ser tan nuestro que no hará falta ni que hablemos de ti... para recordarte; poco a poco será: un gesto, una palabra, una mirada que fluye sin decir ni pensarlo” ALBERT RIGOL MUXART