NO CONTARAS HISTORIAS DE MIEDO

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No contarás historias de miedo
NO CONTARAS HISTORIAS DE MIEDO
-Le da permiso señora?- le pregunto Cora ansiosa.
La mujer miró a la niña y luego a su hija.
-Van a estar en la casa de la Mica?
-Si! Adentro!- rogo Dianita
La mujer dudo un momento.
-Cuado llegue tu padre te llamo y vuelves sin chistar. Cora dio aplausitos
contenta. Diana beso a su madre y de la mano de su amiga cruzaron a la casa de
enfrente. Al entrar saludaron a la madre de Micaela que cocinaba y pasaron raudamente
a la habitación, allí había dos niñas más. Las cuatro eran inseparables y pasaban largas
horas jugando o charlando de los chicos que les gustaban.
Diana tenía 10 años, una morocha bonita, simpática y extrovertida.
Cora de 7 años era la más tímida, había nacido con una malformación en las
arterias de su corazoncito que los años y varias operaciones habían corregido en un
80%, era pálida y con mirada triste.
Ayelén de 9 años, blanca, de ojos grandes y hermosos, cabello lacio y largo pero
opacada siempre por la personalidad fuerte de la cuarta niña, Micaela, ella tenía 9 años,
un carácter muy similar al de Diana y siempre compitiendo por el liderazgo.
Habían preparado una mesita y cada una aportaba con jugo y galletas para juntas
sentarse a ver películas de terror y deleitarse con vainillas y chocolates.
Era una película de fantasmas, en el corte publicitario Diana les contó.
-A mi mamá la escuché contar sobre la Mujer de Blanco, se aparece en la ruta
cuando vos vas de noche; ella tiene un compañero que cuando regresaba a su casa, en la
moto, empezó a sentir como que alguien lloraba, cuando se detiene a mirar, había una
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mujer que salía llorando del monte, tapándose la cara, gritando histérica, estaba con una
especie de camisón largo y blanco.
-Dios mío- se asustó Ayelén con ojos brillantes.
-Y que hizo?- pregunto Mica.
-Nada- siguió con suspenso- él desde la moto le preguntaba que le pasaba, pero
ella seguía gritando y arrancándose los pelos por mechones, hubo un momento en el que
dejó de gritar, levantó el rostro y lo miró... – Diana paró en seco y levantando el tono
siguió- tenía ojos blancos, el rostro casi azulado y alzando los brazos y dando alaridos
empezó a correr hacia él.
-No- gimió Cora tapándose parte de la cara con una almohada.
-Así que se imaginarán que este hombre todo aterrado arrancó la moto, cuando
iba a toda velocidad ve por el espejito que la mujer lo seguía, pero no corría, era más
bien como que se deslizaba por la calle sin tocarla con los pies, de pronto… el silencio!
Cuando vuelve a mirar, ella ya no estaba.
Todas quedaron en silencio, los ojos casi desorbitados, el corazón palpitando a
mil.
-Bueno, a mi me han contado que en la casa de Doña Rosa- siguió Micaela con
tono de suspenso – se escuchan ruidos de noche, el otro día iba pasando mi tío y
escuchaba que le chistaban desde adentro.
-Si- casi grita Ayelén – A mi me ha pasado, yo ayer he cruzado por allí y se
sienten ruidos de plantas, como si alguien se acercara pisándolas.
-No cuenten – rogo Corita ya abrazada a la almohada.
-Y ustedes saben porque se ha ido Doña Rosa?- cuestiono Micaela enigmática
sin escuchar la súplica de la más chica de todas.
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-Doña Rosa tenía una hija de 12 años, un día estaba jugando sentada sobre la
ventada del segundo piso y aparentemente la niña se mareo o resbaló y se cayó
rompiéndose el cuello… y muriendo!! Con el tiempo la madre horrorizada decidió dejar
la casa. Cuentan que la niña nunca se fue, cuando vos abrías una puerta para entrar a una
pieza la encontrabas jugando, se daba vuelta te miraba y desaparecía. Una noche que
Doña Rosa dormía se despertó asustada cuando le movían la cama, volteó y la encontró,
cerquita, mirándola con ojos brillantes y la cara pálida! Casi se muere del susto. Y dicen
que los ruidos que se escuchan es de esta chica. Matías la semana pasada cruzaba por
allí; le tocaron el hombro, se da media vuelta y no había nadie!! Es por eso que la gente
piensa dos veces antes de pasar por esa vereda!!
-La película- grita Cora para que se callen – Shhhhh!!!!- quería silenciarlas, no
escuchar más, aquellas historias le ponían los pelos de puntas.
Las cuatro le prestan nuevamente atención al televisor, había una mujer que
subía cautelosamente unas largas escaleras de madera que crujían con cada paso, una
sombra se escondía en un recodo del final, la música de fondo iba en aumento, la mujer
aterrada estaba por llegar arriba y seguramente sería atacada por algún espíritu maligno,
cuando la puerta de la pieza se abrió de golpe y todas gritaron, la madre de Micaela
también se asustó y terminó sermoneándolas por ver esos programas.
-Tengo que ir a compra gaseosa, que hacen? vienen conmigo o se quedan?.
-Vamos – gritó Cora tratando de recuperar el aire que había perdido con el susto.
-No, no! nos quedamos! – gritaron Diana y Micaela divertidas por lo que había
sucedido.
-Cora, quieres venir conmigo?- le pregunto la mujer viéndola más pálida de lo
acostumbrado.
-Eh! vamos a quedarnos – le rogo Ayelén.
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-Bueno- acepto la niña no muy convencida.
La mujer las miró un instante y se fue.
Micaela corrió a cerrar con llave la puerta principal por orden de su madre y
cuando entró al cuarto apagó la luz.
-No!- gritó Cora
-Es que con la luz prendida la película no da miedo- explico y se sentó.
Nuevamente cortes publicitarios.
-Ustedes sabían que en la torre de los locos, silban?- retomo la charla Ayelén.
-Cual torre? –
-La torre que se ve sobresalir en el monte, ahí había un manicomio, ya no está
más, no se que utilidad le darían a la torre pero abajo, hacia un costado, estaba el lugar
donde los tenían, se mudaron hace muchos años porque el edificio se estaba cayendo,
pero dicen que se han ido porque hubo un incendio y muchos locos murieron. Ahora te
silvan, la entrada esta tapada por inmensas plantas, llena de bichos y arañas. Aun así hay
algunos chicos que van de noche y se escuchan silbidos desde arriba.
Se escuchó una olla caer en la cocina y las cuatro quedaron petrificadas.
-Y eso?- pregunto en un susurro Diana.
-Me quiero ir!!- balbuceo Cora con grandes lágrimas brotando de los ojos.
-Shhhh!!! callate!!- la calló Micaela y todas quedaron expectantes.
Nuevo sonido, esta vez el crujir de una puerta, ahora todas estaban asustadas,
corrieron y se amontonaron al lado de la ventana abrazadas. Hubo un suspiro, una
especie de lamento, muy nítido, decididamente había alguien en la casa.
Corita lloraba y las otras tres estaban aterradas, una de ellas le tapo la boca a la
más pequeña, Ayelén corrió y se escondió dentro del ropero, todas la imitaron. La
respiración entrecortada no las dejaba escuchar bien.
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Se oyó el chillar de una puerta... pero cual? estaban abriendo la puerta de la pieza
donde ellas estaban? Se abrazaron fuerte.
Otro lamento pero esta vez seguido de un lloriqueo lastimoso.
-AAAAYYYYYY!!!!!- se escucho quejar a una mujer dentro del cuarto, Cora
rompió en llanto, abrieron la puerta del ropero y escaparon gritando, había alguien allí,
pudieron ver perfectamente la silueta de una mujer parada frente a la ventana mirando
hacia afuera. Desesperadamente salieron al comedor, Micaela no podía abrir la puerta,
Diana se dio media vuelta y había una mujer que asomaba la cabeza por el pasillo y las
miraba. Todas gritaban enloquecidas, la puerta se abrió y la madre de Micaela entro
apurada, aterrorizada ella también sin saber que les pasaba, las niñas salieron a la
vereda, varias madres habían llegado corriendo al escuchar el alboroto. Corita estaba
mal, le faltaba el aire y se desvaneció al encontrar a su madre, la niña tubo que ser
hospitalizada esa noche, regresando al día siguiente. Ayelén y Diana estaban histéricas y
necesitaron con el tiempo de un tratamiento psicológico sin que se pudiera explicar lo
que habían visto u oído las niñas. Micaela paso varios meses durmiendo en la casa de su
abuela sin querer volver a su dormitorio.
Cuando se revisó la casa no encontraron nada... y nunca lo harán, porque los
espíritus se van en el instante, pero seguramente volverán si vuelves a invocarlos...
contando sus historias.
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