541 BURUNDI: SANGRIENTA VENGANZA DE LOS TUTSIS Durante algunas semanas, el Burundi sufrió los horrores de la guerra civil Millares de hombres y mujeres fueron masacrados bajo la mirada indiferente de las demás naciones. La lucha entre las razas que pueblan este pequeño país, ampliamente cristianizado, no es reciente. En este drama, la posición de la Iglesia local es difícil porque los católicos pertenecen a ambns campos. Bujumbura. domingo 14 de mayo de 1972 a las 14.30 horas. 600 hombres son Iruídos en camiones a unH plaza pública. A medida que bajan de los vehículos, pandillas de jóvenes los ultiman a bastonazos, La muchedumbre manifiesta su satisfacción con gritos y apluL!sos. F.sic episodio no constituye una excepción. Desde el 24 de abril se producen diariamente atroces maianzn; que ya han dejudo millares de víctimas. Por ejemplo, el domingo b Jo muyo. ;i \u nalida de mii>;i en la rüisión E s l í tmbaju aparücíd un E« edición del 15 di- j u n i o dv 1H7J de I:i revista I n f o r m a i i o n s Caihollqucs Inicrnailouales y I» reproducirnos con - ! i anmbtc BBteri7aci¿Ti de X, militares arrestaron a varias decenas de cristianos y su catequista y los fusilaron ahí mismo. Antes de volver a los acontecimientos recientes que dieron origen a esta matanza generalizada, es preciso acordarse que el iiurundi. antiguo colonia belga, inde pendiente desde el 1" de julio de 1962, está esencialmente poblada por dos razas: los bahutus que representan tí XV. de !Ü población y bs b a t u t a el 13%. I a tuefaa tüilre ¿síes dos grupo 00 o reciente. Ya existía antes de lu llegada de los europeos. Los alemanes que fueron los primeros oaipüiHc.v del Burundi, después de la conferencia de Derlín sobre el reparto de AfrL;i 542 ( ! 8 8 5 ) . tuvieron la ocasión d e percatarse de ella. Los Mwiimt. soberanos locales se hallaban en lucha permanente con sus vasallas. La llegada de los belgas después del tratado de Versailles no modificó la situación y los ¡asesinatos, envenenamientos, represalias o expediciones punitivas, win incontables en aquella época. Cierta calma renació después de la Segunda Guon;i Mundial, bajo la férula del Rey Mwambutsa, monare.i autoritario y hostil a cualquier forma de democracia. Pero las ¡ntri¡'as de palacio se seguían sucediendo deseniadameníe. Las familias principescas se desiroz»Han y trataban do eliminarse mutuamente. Cuando se trató de otorgar la independencia al Burundi, las rivalidades tribales se acentuaron rápidamente, [.os tutsis. que ya delenmbnn el puder. hicieron saber UIIL- ia querían inmediatamente y sin condición alguna, Los liutus. aunque fuesen ampliamente mayoritarkis. deseaban también la independencia, pero por etapas, para darse el tiempo de constituir las élites políticas y técnicas que todavía no tenían. En 1965, después de 3 años de independencia, se efectuaron elecciones. Estas llevaron al parlamento una mayoría hutu. Sin embargo, el rey Mwambutsa, sin tener en cuenta los resultado* de las urnas, tomó un primer ministro tutsi y eligió sólo tutsis para el senado. Los hutus levantaron entonces la bandera de la revolución. Pero la insurrección fue reprimida sangrientamente. El rey fue salvado a última hora por un oficial, el capitán Michel Micombero, pero tuvo que exilarse a Suiza. La rivalidad entre lutsis y hutus se intensificó cada vez más, y los tutsis se dedicaron a eliminar físicamente a las élites hutus. Así, en diciembre de 1965, 22 sindicalistas hutus fueron fusilados. En enero de 1966, 84 jefes hutus fueron torturados y asesinados, pueblos enteros fueron arrasados y sus habitantes exterminados. Se multiplican los encarcelamientos arbitrarios y las ejecuciones sin juicio previo mientras el campo está siendo desvastado por grupos armados. En estas circunslancias, el hijo del rey Mwambutsa, príncipe Charles Ndize, decide asumir el poder (algunos dicen que cun el acuerdo de su padre). Su principal colaborador es el capitán Michel Micombero. nombrado Secretario de Estado para la Defensa. Pero el joven rey no permanece mucho tiempo en el frono. Fue derrocado el 18 de noviembre de 1966, mientras, celebraba en Kinshasa el primer aniversario de la llegada al poder de los militares congoleses. Se proclamó la república y el capitán Mico m be ro toma en sus manos todo el poder. El rej Ndize huye a Suiza donde encuentro a su padre y permanecerá hasta abril de 1972. Sin Constitución ni Parlamento Sin embargo, la proclamación de la República no devuelve la calma al país. El capitán Micombero, ascendido ¡i coronel, no cuenta sólo con amigos y sigue temiendo la influencia de los dos antiguos monarcas que no han renunciado a su trono. En cuanto a los hutus, su <ucrlc no ha ¡nejuradu La República del Corono! Micombero nu tiene ni Constitución ni Parlamento. Se apoya sobre un parado único el UPRONA, que no vacila en utilizar los procedimientos más arbitrarios (intimidación, juicio, arresto) para controlar el país. Los hutus no disponen de ningún medio legal de expresión, y su representalividad dentro del gobierno es prácticamente nula. El poder pertenece a un puñado de hombres que están lejos de representar al conjunto de los tuísis (serla un simplismo clasificar a los Inilus como los "buenos" y a las tutsis como los "malos", asimismo sería falso identificar a los hutus con los pobres y a los tutsis con los ricos!. y que quieren manejar todos los hilos del poder a fin de sacar e] mejor provecho de los escritos recursos que proporciona el trabajo de un pueblo laborioso. Pero deben protegerse; a cualquier precie (incluso, eliminándolos) de sus eventuales competidores que pueden ser otros tutsis. Fl gran proceso del otoño de 1971 puede demostrarlo. Para eliminar a los tutsis del norte, los del sur inventaron una tentativa de golpe de Estado, La falsedad de esta acusación era tan evidente que fue denunciada por el mismo Procurador general —lo que le significó la remoción de su puesío—. Al mismo tiempo, las autoridades oficiales proseguían el exterminio de los hutus. En 1969, el coronel B U R U N D I Población: 3 millones 500 mil habitantes. Superficie: 28 mil kilómetros cuadrados. Densidad: 123 habitantes por kilómetro cuadrado. Capital: Bujumburn: 130 mil habitantes. Razas: Bahutus: 85% Batutsis: 13% BíLtwas y varios: 2% Idiomas oficiales: Francés, Kirundi. Religiones: Católicos (65%), protestantes (5%), animistas (cerca de 30%); musulmanes (muy débil minoría). Política: Régimen presidencial, sin Constitución ni Parlamento. El presidente es [efe del Estado, de las Fuerzas Armadas y del Partido Único, el UPRONA. Nivel de vida: renta anual per cápita estimada en US5 50. Empleo: 90% de la población es rural. 80 mil asalariados entre los cuales 8 mil en la industria. Recursos: café, algodón, té. Historia: 1897-1916: coionización por Alemania. 1916; los belgas expulsan a los alemanes. 1922: la Sociedad de las Naciones confía el mandato de Burundi a Bélgica. I" de julio do 1962: Independencia. 1962-1965: Régimen monárquico. 27 noviembre 196b: proclamación de la república. 543 Mieombero afirmaba liabcr descubierto un complot Ira madu por los Imiu* en complicidad con el cmbajadoi de Bélgica. Eaio le permitid hacer Eusilai .1 23 di1 los 2b detenidos cu esa ocasión, lodos hutus. Aunque los hutus representan un S^% de ¡:i pobla- ción, solo ocupan un 15% de los puestos administrativos; en las escuelas, los niños hutus son a menudo objeto di: bromas pesada;- y pequeñas persecuciones. Aunque los iul¿i= pretenden que no existe oposición untre Sus dos razas, los hechos demuestran lo contrario. Era. pues, previsible que el rencor de tas hulus se manifestara un día en forma violenta. La insurrección hulu del 29 de abril Esto es lo que ocurrió el 29 de abril último. En efecto, los acontecimientos actuales se iniciaron con una insurrección que estalló en la tardo del 29 de abril, en varios puntos dc-l Burundi. Esta insurrección fue dirigida por hutus ayudados por mercenarios provenientes del Zaire (ex Congo). Los rebeldes atacaron varia:oficinas administrativas y militares y luego a la población mlsi, pero también a cierto número de hutus demasiado "lentos" en tomar partido. Parece que la rebelión estalló antes de tiempo. Bandas armadas de machetes exterminaron despiadadamente a hombres, mujeres v niños. Resulta difícil evaluar el número ile sus Wclimus. \Igunof hablaron de I íi>0 muertos, otros Ju i mil. El luco de la revolución estaba en Rumonge, a las orillas del lago Tanganika, donde se efectuó una velada une reunía a los personeros y militare? del régimen. Algunos oficiales de alto rango lograron, sin embargo, huir de Rumonge y alertar al campo mililar de líururi. De ahí fueron a Gilega donde mataron al rey Ntaie V que acababa de recibir la autorización parj volver a su país. La hora de la represión En el lapso de unos diez días el ejército aplastó la rebelión, puro las autoridades constituidas aprovecharon la oportunidad para desencadenar un verdadero genocidio contra los hutus. Todos los que habían cursado estudios secundarios o superiores fueron arrestados y muchos de ellos ejecutados. Así, los estudiantes hutus de las dos escuelas superiores (Universidad y Escuela Normal) hallaron la muerte. En todo el país, profesores primarios, catequistas, sacerdotes y lodos los hutus que gozuban de cierto prestigio padecieron la misma suerte. Se (rata, pues, de un verdadero genocidio biológico y cultural, realizado a la vez por el ejército y bandas pertenecientes en principio a la juventud del Partido. ¿Cuántas víctimas han producido estas masacres? Se estima que entre 30 y 50 mil hutus han sido extermina dos en estos pocos días en atroces condiciones de salvajismo. El mundo ha permanecido impasible ante estos crímenes. Durante varias semanas ningún periodista pudo entrar en el Burundi, por estar cenadas todas las fronteras. Fue necesario esperar la llegada de viajeros para conocer algunos detalles sobre esta sangrienta matanza que se desencadenó como tin huracán de locura. Es cierto que algunas autoridades llamaron a la moderación. El gobernador de la provincia de Burumi redactó una circular en esle sentido. El jefe del ejército visitó las provincias para apaciguar los ánimos de los gobernadores y militares, pero sus órdenes no fueron obedecidas. Se vio en Bnjumbura a personalidades políticas excitando a sus militares para que continuaran la masacre. El gobierno dejó hacer, esperando quizás que a través de esta carnicería se liberaría de una vez de todas, sus adversarios. En realidad resulta difícil saber cuál es actualmente su autoridad real, y la actitud del Presidente Mieombero sigue siendo muy ambigua. La prudencia de la Iglesia Puede parecer extraño que el Burundi caiga en las atrocidades de la guerra civil cuando se sabe que dos tercios de la población son católicos (el país cuenta con 5 obispos: 2 tutsis, 2 hutus y 1 europeo). Los que se enfrentan en este momento son, pues, en su mayoría cristianos. Pero para evitar juicios demasiado ligeros no olvidemos que la misma historia de Europa 544 es rii-a en tragedias de --«¡L1 tipo y que ¡n sangre coitiú no pocas veces Acordémosnos, ptv- ejemplo, de la m.i tarifa de San Bartolomé. l a Iglesia de ISurundi adopto en el conflicto una actitud prudente. Sin embargo, en octubre de 1969 el arzobispo tutsi de Gifega, Mons. Yfakarakiza lanzó, en iinn carta pastora!, un grito de alarma contra el "azoto que podría destruir la población de! Burundi; el racismo hutu-tuisi. Dos razas se disputan la hegemonía en una especie de terror mutuo. Conflictos meramente sociales adquieren rápidamente una coloración racial. El diálogo entre ambos grupos se volverá cada vez más imposible y de ahí surgirán tentativas de golpes de Estado, complots frecuentes, pérdidas de hombres, pérdida de gente capacitada, clima de desconfianza y odio que impide ;i nuestra patria seguir su camino hacia adelante". Durante los acontecimientos de mayo, los obispos fueron muchos más mesurados, Uno de los obispos, en una carta difundida durante la primera semana de mayo, explicó primero que las oposiciones raciales habían sido provocadas por los extranjeros e invitó "a la oración y a la caridad". En fecha más reciente, lo= 5 obispos de liurundi tomaron una losición más definida en una pastoral fechada el 24 de mayo. Recuerdan el desarrollo de los acontecimientos, sobre todo los que se refieren a la insurrección, e invitan a los fieles a la oración, a la caridad y al perdón; asimismo piden al gobierno que practique una auténtica justicia evitando la muerte de inocentes. "La vergüenza de nueslro Burundi, escribieron, es la vergüenza de todos los bautizados. El mal que no conocían nuestros antepasados paganos surgió entre los bautizados santificados por la gracia del S e ñ o r . . . En el nombre del Señor imploramos a todos los que lluran angustiados y desamparados, que se perdonen mutuamente, unidos por el .sufrimiento y la oración. Que no se empecinen en la venganza, que se ayuden mutuamente". Esta carta es Importante, ya que permite apreciar la actitud de la jerarquía del liurundr. Su posición no es Fácil en Liianto que los católicos pertenecen a ambos campos. El clero lia tenido que suprimii todas las reuniones irrterraciales previstas. Por MI parle, el Papa lanzó un grito de alarma en una reciente alocución dominical: "Podríamos repetiros, declaró, nuestra profunda amargura ante la situación de Vietnarn y de Irlanda del Norte. Pero hoy no podemos callar una nueva y lacerante aflicción que nos viene de un país africano muy querido, el Burundi, donde se ha desencadenado una sangrienta lucha entre hermanos en una nación en vías de un desarrollo tan prometedur". El Papa recordó también la salid;i hacia el Burundi de un prelado de la Curia, Mons. I.ayos Kada: "La situación es lan trágica y paradójica, dijo, que designamos un enviudo especial para aportar consejos, consuelo y ayuda (...) en la esperanza que leí justicia y el orden fortalecerán la fraternidad entre tos diversos grupos raciales de estn nación". ¿Y el porvenir? Los dirigentes del Burundi, que niegan todo genocidio (sólo reconocen que, en casos aislados algunos actuaron contra la ley y que fueron castigados), no podrán seguir ignorando por ¡argo tiempo las presiones de la opinión pública internacional. Las consecuencias de este drama, más cruel y global que los anteriores, corren el riesgo de ser numerosas a todos los. niveles. En el plano económico están comprometidas las cosechas de café, de algodón y de té, que proporcionan los principales recursos de la población. En el plano humano, el abismo entre timbos grupos raciales no se colmará fácilmente mientras no se establezca verdaderamente la igualdad entre ambos grupos raciales. En el plano religioso, la iglesia deberá sanar numerosas heridas, Algunos misioneros no quieren —con su presencia— dar la impresión de que apoyan manifestaciones raciales, ni tampoco dejar sospechar que aceptan apoyar a una casta, aunque esté en el poder. En cuanto a «os técnicos extranjeros, muy numerosos en este país, se interrogan acerca de la utilidad de su presencia, después de presenciar la matanza de muchos de sus colegas o alumnos.