burundi: sangrienta venganza de los tutsis

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BURUNDI: SANGRIENTA
VENGANZA DE LOS TUTSIS
Durante algunas semanas, el Burundi sufrió los horrores de la guerra civil Millares de hombres y mujeres
fueron masacrados bajo la mirada indiferente de las demás naciones.
La lucha entre las razas que pueblan este pequeño país, ampliamente cristianizado, no es reciente. En este
drama, la posición de la Iglesia local es difícil porque los católicos pertenecen a ambns campos.
Bujumbura. domingo 14 de mayo de 1972 a las
14.30 horas. 600 hombres son Iruídos en camiones a unH
plaza pública. A medida que bajan de los vehículos,
pandillas de jóvenes los ultiman a bastonazos, La muchedumbre manifiesta su satisfacción con gritos y apluL!sos. F.sic episodio no constituye una excepción. Desde el
24 de abril se producen diariamente atroces maianzn;
que ya han dejudo millares de víctimas. Por ejemplo,
el domingo b Jo muyo. ;i \u nalida de mii>;i en la rüisión
E s l í tmbaju aparücíd un E« edición del 15 di- j u n i o dv 1H7J
de I:i revista I n f o r m a i i o n s Caihollqucs Inicrnailouales y I» reproducirnos con - ! i anmbtc BBteri7aci¿Ti
de X, militares arrestaron a varias decenas de cristianos
y su catequista y los fusilaron ahí mismo.
Antes de volver a los acontecimientos recientes que
dieron origen a esta matanza generalizada, es preciso
acordarse que el iiurundi. antiguo colonia belga, inde
pendiente desde el 1" de julio de 1962, está esencialmente poblada por dos razas: los bahutus que representan tí XV. de !Ü población y bs b a t u t a el 13%. I a
tuefaa tüilre ¿síes dos grupo 00 o reciente. Ya existía
antes de lu llegada de los europeos. Los alemanes que
fueron los primeros oaipüiHc.v del Burundi, después de
la conferencia de Derlín sobre el reparto de AfrL;i
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( ! 8 8 5 ) . tuvieron la ocasión d e percatarse de ella. Los
Mwiimt. soberanos locales se hallaban en lucha permanente con sus vasallas. La llegada de los belgas después del tratado de Versailles no modificó la situación
y los ¡asesinatos, envenenamientos, represalias o expediciones punitivas, win incontables en aquella época.
Cierta calma renació después de la Segunda Guon;i Mundial, bajo la férula del Rey Mwambutsa, monare.i autoritario y hostil a cualquier forma de democracia. Pero las ¡ntri¡'as de palacio se seguían sucediendo
deseniadameníe. Las familias principescas se desiroz»Han y trataban do eliminarse mutuamente.
Cuando se trató de otorgar la independencia al Burundi, las rivalidades tribales se acentuaron rápidamente,
[.os tutsis. que ya delenmbnn el puder. hicieron saber
UIIL- ia querían inmediatamente y sin condición alguna,
Los liutus. aunque fuesen ampliamente mayoritarkis. deseaban también la independencia, pero por etapas, para
darse el tiempo de constituir las élites políticas y técnicas que todavía no tenían.
En 1965, después de 3 años de independencia, se
efectuaron elecciones. Estas llevaron al parlamento una
mayoría hutu. Sin embargo, el rey Mwambutsa, sin tener
en cuenta los resultado* de las urnas, tomó un primer
ministro tutsi y eligió sólo tutsis para el senado. Los
hutus levantaron entonces la bandera de la revolución.
Pero la insurrección fue reprimida sangrientamente. El
rey fue salvado a última hora por un oficial, el capitán Michel Micombero, pero tuvo que exilarse a Suiza.
La rivalidad entre lutsis y hutus se intensificó cada
vez más, y los tutsis se dedicaron a eliminar físicamente a las élites hutus. Así, en diciembre de 1965, 22
sindicalistas hutus fueron fusilados. En enero de 1966,
84 jefes hutus fueron torturados y asesinados, pueblos
enteros fueron arrasados y sus habitantes exterminados.
Se multiplican los encarcelamientos arbitrarios y
las ejecuciones sin juicio previo mientras el campo está
siendo desvastado por grupos armados. En estas circunslancias, el hijo del rey Mwambutsa, príncipe Charles
Ndize, decide asumir el poder (algunos dicen que cun
el acuerdo de su padre). Su principal colaborador es
el capitán Michel Micombero. nombrado Secretario de
Estado para la Defensa. Pero el joven rey no permanece
mucho tiempo en el frono. Fue derrocado el 18 de
noviembre de 1966, mientras, celebraba en Kinshasa el primer aniversario de la llegada al poder de los militares
congoleses. Se proclamó la república y el capitán Mico m be ro toma en sus manos todo el poder. El rej
Ndize huye a Suiza donde encuentro a su padre y permanecerá hasta abril de 1972.
Sin Constitución ni Parlamento
Sin embargo, la proclamación de la República no
devuelve la calma al país. El capitán Micombero, ascendido ¡i coronel, no cuenta sólo con amigos y sigue temiendo la influencia de los dos antiguos monarcas que
no han renunciado a su trono.
En cuanto a los hutus, su <ucrlc no ha ¡nejuradu La
República del Corono! Micombero nu tiene ni Constitución ni Parlamento. Se apoya sobre un parado único
el UPRONA, que no vacila en utilizar los procedimientos más arbitrarios (intimidación, juicio, arresto) para
controlar el país. Los hutus no disponen de ningún
medio legal de expresión, y su representalividad dentro
del gobierno es prácticamente nula.
El poder pertenece a un puñado de hombres que
están lejos de representar al conjunto de los tuísis
(serla un simplismo clasificar a los Inilus como los
"buenos" y a las tutsis como los "malos", asimismo sería
falso identificar a los hutus con los pobres y a los tutsis
con los ricos!. y que quieren manejar todos los hilos
del poder a fin de sacar e] mejor provecho de los escritos recursos que proporciona el trabajo de un pueblo
laborioso. Pero deben protegerse; a cualquier precie
(incluso, eliminándolos) de sus eventuales competidores
que pueden ser otros tutsis.
Fl gran proceso del otoño de 1971 puede demostrarlo. Para eliminar a los tutsis del norte, los del sur
inventaron una tentativa de golpe de Estado, La falsedad
de esta acusación era tan evidente que fue denunciada
por el mismo Procurador general —lo que le significó la
remoción de su puesío—.
Al mismo tiempo, las autoridades oficiales proseguían el exterminio de los hutus. En 1969, el coronel
B U R U N D I
Población: 3 millones 500 mil habitantes.
Superficie: 28 mil kilómetros cuadrados.
Densidad: 123 habitantes por kilómetro cuadrado.
Capital: Bujumburn: 130 mil habitantes.
Razas: Bahutus: 85%
Batutsis: 13%
BíLtwas y varios: 2%
Idiomas oficiales: Francés, Kirundi.
Religiones: Católicos (65%), protestantes (5%),
animistas (cerca de 30%); musulmanes (muy débil minoría).
Política: Régimen presidencial, sin Constitución
ni Parlamento. El presidente es [efe del
Estado, de las Fuerzas Armadas y del
Partido Único, el UPRONA.
Nivel de vida: renta anual per cápita estimada
en US5 50.
Empleo: 90% de la población es rural. 80 mil
asalariados entre los cuales 8 mil en la
industria. Recursos: café, algodón, té.
Historia: 1897-1916: coionización por Alemania.
1916; los belgas expulsan a los alemanes.
1922: la Sociedad de las Naciones confía el mandato de Burundi a Bélgica.
I" de julio do 1962: Independencia.
1962-1965: Régimen monárquico.
27 noviembre 196b: proclamación de la
república.
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Mieombero afirmaba liabcr descubierto un complot Ira
madu por los Imiu* en complicidad con el cmbajadoi
de Bélgica. Eaio le permitid hacer Eusilai .1 23 di1 los
2b detenidos cu esa ocasión, lodos hutus.
Aunque los hutus representan un S^% de ¡:i pobla-
ción, solo ocupan un 15% de los puestos administrativos;
en las escuelas, los niños hutus son a menudo objeto
di: bromas pesada;- y pequeñas persecuciones. Aunque los
iul¿i= pretenden que no existe oposición untre Sus dos
razas, los hechos demuestran lo contrario. Era. pues,
previsible que el rencor de tas hulus se manifestara un
día en forma violenta.
La insurrección hulu del 29 de abril
Esto es lo que ocurrió el 29 de abril último. En
efecto, los acontecimientos actuales se iniciaron con
una insurrección que estalló en la tardo del 29 de abril,
en varios puntos dc-l Burundi. Esta insurrección fue dirigida por hutus ayudados por mercenarios provenientes del Zaire (ex Congo). Los rebeldes atacaron varia:oficinas administrativas y militares y luego a la población mlsi, pero también a cierto número de hutus demasiado "lentos" en tomar partido.
Parece que la rebelión estalló antes de tiempo. Bandas armadas de machetes exterminaron despiadadamente
a hombres, mujeres v niños. Resulta difícil evaluar el
número ile sus Wclimus. \Igunof hablaron de I íi>0
muertos, otros Ju i mil.
El luco de la revolución estaba en Rumonge, a las
orillas del lago Tanganika, donde se efectuó una velada
une reunía a los personeros y militare? del régimen.
Algunos oficiales de alto rango lograron, sin embargo, huir de Rumonge y alertar al campo mililar de
líururi. De ahí fueron a Gilega donde mataron al rey
Ntaie V que acababa de recibir la autorización parj
volver a su país.
La hora de la represión
En el lapso de unos diez días el ejército aplastó la
rebelión, puro las autoridades constituidas aprovecharon
la oportunidad para desencadenar un verdadero genocidio contra los hutus. Todos los que habían cursado
estudios secundarios o superiores fueron arrestados y
muchos de ellos ejecutados. Así, los estudiantes hutus
de las dos escuelas superiores (Universidad y Escuela
Normal) hallaron la muerte. En todo el país, profesores
primarios, catequistas, sacerdotes y lodos los hutus que
gozuban de cierto prestigio padecieron la misma suerte.
Se (rata, pues, de un verdadero genocidio biológico
y cultural, realizado a la vez por el ejército y bandas
pertenecientes en principio a la juventud del Partido.
¿Cuántas víctimas han producido estas masacres? Se
estima que entre 30 y 50 mil hutus han sido extermina
dos en estos pocos días en atroces condiciones de salvajismo.
El mundo ha permanecido impasible ante estos crímenes. Durante varias semanas ningún periodista pudo
entrar en el Burundi, por estar cenadas todas las fronteras. Fue necesario esperar la llegada de viajeros para
conocer algunos detalles sobre esta sangrienta matanza
que se desencadenó como tin huracán de locura. Es cierto que algunas autoridades llamaron a la moderación.
El gobernador de la provincia de Burumi redactó una
circular en esle sentido. El jefe del ejército visitó las
provincias para apaciguar los ánimos de los gobernadores y militares, pero sus órdenes no fueron obedecidas. Se vio en Bnjumbura a personalidades políticas excitando a sus militares para que continuaran la masacre.
El gobierno dejó hacer, esperando quizás que a través de esta carnicería se liberaría de una vez de todas,
sus adversarios. En realidad resulta difícil saber cuál
es actualmente su autoridad real, y la actitud del Presidente Mieombero sigue siendo muy ambigua.
La prudencia de la Iglesia
Puede parecer extraño que el Burundi caiga en las
atrocidades de la guerra civil cuando se sabe que dos
tercios de la población son católicos (el país cuenta con
5 obispos: 2 tutsis, 2 hutus y 1 europeo).
Los que se enfrentan en este momento son, pues, en
su mayoría cristianos. Pero para evitar juicios demasiado ligeros no olvidemos que la misma historia de Europa
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es rii-a en tragedias de --«¡L1 tipo y que ¡n sangre coitiú
no pocas veces Acordémosnos, ptv- ejemplo, de la m.i
tarifa de San Bartolomé.
l a Iglesia de ISurundi adopto en el conflicto una
actitud prudente. Sin embargo, en octubre de 1969 el
arzobispo tutsi de Gifega, Mons. Yfakarakiza lanzó, en
iinn carta pastora!, un grito de alarma contra el "azoto
que podría destruir la población de! Burundi; el racismo hutu-tuisi. Dos razas se disputan la hegemonía en
una especie de terror mutuo. Conflictos meramente sociales adquieren rápidamente una coloración racial. El
diálogo entre ambos grupos se volverá cada vez más
imposible y de ahí surgirán tentativas de golpes de Estado, complots frecuentes, pérdidas de hombres, pérdida de gente capacitada, clima de desconfianza y odio
que impide ;i nuestra patria seguir su camino hacia
adelante".
Durante los acontecimientos de mayo, los obispos
fueron muchos más mesurados, Uno de los obispos, en
una carta difundida durante la primera semana de mayo,
explicó primero que las oposiciones raciales habían sido
provocadas por los extranjeros e invitó "a la oración y
a la caridad". En fecha más reciente, lo= 5 obispos de
liurundi tomaron una losición más definida en una
pastoral fechada el 24 de mayo. Recuerdan el desarrollo
de los acontecimientos, sobre todo los que se refieren
a la insurrección, e invitan a los fieles a la oración, a
la caridad y al perdón; asimismo piden al gobierno que
practique una auténtica justicia evitando la muerte de
inocentes.
"La vergüenza de nueslro Burundi, escribieron, es la
vergüenza de todos los bautizados. El mal que no conocían nuestros antepasados paganos surgió entre los
bautizados santificados por la gracia del S e ñ o r . . . En el
nombre del Señor imploramos a todos los que lluran angustiados y desamparados, que se perdonen mutuamente, unidos por el .sufrimiento y la oración. Que no se
empecinen en la venganza, que se ayuden mutuamente".
Esta carta es Importante, ya que permite apreciar la
actitud de la jerarquía del liurundr. Su posición no es
Fácil en Liianto que los católicos pertenecen a ambos
campos. El clero lia tenido que suprimii todas las reuniones irrterraciales previstas.
Por MI parle, el Papa lanzó un grito de alarma en
una reciente alocución dominical: "Podríamos repetiros,
declaró, nuestra profunda amargura ante la situación de
Vietnarn y de Irlanda del Norte. Pero hoy no podemos
callar una nueva y lacerante aflicción que nos viene de
un país africano muy querido, el Burundi, donde se ha
desencadenado una sangrienta lucha entre hermanos en
una nación en vías de un desarrollo tan prometedur".
El Papa recordó también la salid;i hacia el Burundi de
un prelado de la Curia, Mons. I.ayos Kada: "La situación es lan trágica y paradójica, dijo, que designamos
un enviudo especial para aportar consejos, consuelo y
ayuda (...) en la esperanza que leí justicia y el orden
fortalecerán la fraternidad entre tos diversos grupos raciales de estn nación".
¿Y el porvenir?
Los dirigentes del Burundi, que niegan todo genocidio (sólo reconocen que, en casos aislados algunos
actuaron contra la ley y que fueron castigados), no podrán seguir ignorando por ¡argo tiempo las presiones de
la opinión pública internacional. Las consecuencias de
este drama, más cruel y global que los anteriores, corren
el riesgo de ser numerosas a todos los. niveles. En el
plano económico están comprometidas las cosechas de
café, de algodón y de té, que proporcionan los principales recursos de la población. En el plano humano,
el abismo entre timbos grupos raciales no se colmará
fácilmente mientras no se establezca verdaderamente la
igualdad entre ambos grupos raciales.
En el plano religioso, la iglesia deberá sanar numerosas heridas, Algunos misioneros no quieren —con su
presencia— dar la impresión de que apoyan manifestaciones raciales, ni tampoco dejar sospechar que aceptan
apoyar a una casta, aunque esté en el poder.
En cuanto a «os técnicos extranjeros, muy numerosos en este país, se interrogan acerca de la utilidad de
su presencia, después de presenciar la matanza de muchos de sus colegas o alumnos.
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