F.- Directori Al juliol de 1794 (termidor segons el calendari republicà instaurat per la Convenció), la burgesia moderada va processar Robespierre i en un termini de 24 hores serà guillotinat. Aquest fet es conneix amb el nom de COP D’ESTAT DE TERMIDOR i suposa la fi de la Convenció i en concret del Règim del Terror. Aquesta etapa està dirigida per la burgesia propietària i tindrà problemes amb els que haurà de lluitar: 1.- Contra l’esquerra jacobina (la conjura dels iguals de Babeuf) 2.- Contra la dreta monàrquica (2ª revolta de la Vendée). El Directori elaborarà una constitució (1795). Aquesta constitució reconeixia: • • Forma d’estat: Poder legislatiu: República. Dos assemblees. - Consell dels 500. Tenia la iniciativa legal (feia les lleis) - Consell d’ancians. Admetia o rebutjava lleis (estava format per 250 membres de més de 40 anys). • Poder executiu: • Poder judicial: Directori. Format per 5 Consell d’Ancians. Jutges escollits pel poble. membres escollits pel La forma d’elecció serà el sufragi censitari. La Constitució va intentar tornar a l’etapa de l’Assemblea Legislativa (tornar al culte catòlic, etc...) però va tenir molts problemes: A nivell intern: Especialment de tipus econòmic (devaluació de l’assignat). A nivell extern: L’època del Directori serà d’expansió territorial (marcada per la figura de Napoleó). Es produiran gran quantitat de victòries contra les monarquies europees: Es derrota a Aústria en Itàlia. Es signarà el Tractat de Campoformio (1797). Mitjançant aquest tractat França es quedarà amb els territoris de Bèlgica i Milà. Expedició de tropes franceses cap a Egipte. La finalitat era tancar el pas dels anglesos cap a Egipte. L’expedició a Egipte va fracassar però va ser molt important des del punt de vista cultural i històric (descobriment i inici de l’egiptologia) Llegeix aquesta informació treta del Libre: Historia Universal: Revoluciones y luchas nacionales, Ed. Daimon. Vol. 10. Et servirà per ampliar els teus apunts iconeixer més coses d’aquest període. LA REACCIÓN TERMIDORIANA Y EL DIRECTORIO Robespierre y su culto al Ser Supremo El 8 de junio de 1794. Maximiliano Robespierre, presidente de la Convención. se dirigió al Campo de Marte al frente ce sus colegas; vestía su célebre frac azul celeste y calzón amarillo y sostenía en la mano un ramillete de flores campestres con los colores de la República. Era el instante más solemne de su carrera: el del primer ciudadano de la nación. Reinaba con absoluta majestad y era el único superviviente de los grandes hombres de la Revolución. Iba a celebrar entonces la grandiosa ceremonia que proporcionaría a su pueblo una nueva religión, la única digna de los ideales revolucionarios: el culto al Ser Supremo, que reconocía la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, pero que nada tenía que ver «ni con la superstición católica, ni con el cinismo ateo». El culto al Ser Supremo era un homenaje a la Razón, encarnándose en primer término en la virtud individual y cívica: el homenaje de Robespierre a su grande y venerado maestro Juan Jacobo Rousseau. El 10 de junio del mismo año, un decreto definía en sus menores detalles las atribuciones del Tribunal revolucionario. Su tarea consistía en castigar a los enemigos de la nación, considerando como a tales todos aquellos que laborasen en favor de opiniones monárquicas y contra las ideas revolucionarias y a todos cuantos entorpecieran, de un modo u otro, las operaciones militares de las fuerzas armadas del país. El Tribunal no podía escoger más que dos sentencias: la absolución o la muerte, y en él no figuraban testigos ni defensores: además, el decreto contenía un párrafo que no dejó de sembrar inquietud entre los miembros de la Convención: éstos podían ser acusados sin acuerdo de la asamblea. De hecho, este decreto suprimía de un plumazo todo el Derecho, el judicial y el político. El poder ejecutivo caía en manos de un partido libre de obrar a su antojo y la guillotina funcionó a más y mejor; cada día caía un promedio de treinta cabezas. Los termidorianos acaban con Robespierre Los franceses habían tenido que acostumbrarse a muchas cosas durante la Revolución: por ejemplo, llamarse uno a otro «ciudadano» o «ciudadana», llamar al Palacio Real «Palacio-Igualdad», y a las Tullerías «Palacio Nacional». Se habían acostumbrado a la guerra. a los motines, a los discursos que cantaban la virtud y la dicha futura de la humanidad; pero la atmósfera de angustia que reinaba en todo el país en aquel verano de 1794 y la impresión general de inseguridad a la sombra de la guillotina, resultaba entonces de una emoción excesiva. Si el decreto del 10 de junio se hubiera aplicado con todo rigor, todos los franceses hubiesen tenido su vida amenazada, porque hubieran podido ser considerados sospechosos en su totalidad. El 9 termidor - 2 7 de julio—. Robespierre lanzó un violento ataque contra ciertos convencionales sospechosos de oposición: de hecho, conspiraron contra el dictador y se esperaba. por lo tanto, una nueva y sangrienta depuración. Sin embargo. los conspiradores se adelantaron a Robespierre. Oyéronse gritos en la sala de la Convención de «Muera el tirano!» y ello fue la señal de un tumulto organizado. Robespierre y sus amigos fueron arrestados y al día siguiente, el “Incorruptible”era guillotinado Entonces medianoche —narra el historiador Teófilo Lavaléc—. La Comuna, contando con Henriot, esperaba a las secciones convocadas, y la plaza de la Gréve se llenaba de algunas compañías seccionarlas, de artilleros y de una multitud indecisa compuesta especialmente de mujeres. De repente, se esparce la voz de que las secciones se han declarado en favor de la Convención y de que la Comuna ha sido puesta fuera de la ley. Entonces la muchedumbre se dispersa, los artilleros vuelven a sus piezas y la Comuna se queda sin un solo defensor. Al propio tiempo llegan las secciones, rodean las Casas Consistoriales y ocupan la plaza gritando:¡lViva la Convención!. El Consejo general se ve perdido, y sus miembros sólo piensan en salvar sus vidas, pero en aquel momento entra en la sala Leonardo Bourdon al frente de algunos guardias: entonces Lebas se hace saltar la tapa de los sesos; un pistoletazo fractura la mandíbula de Robespierre; su hermano se arroja por la ventana, y sólo Couthon y Saint-Just permanecen impasibles. Todos los de la Comuna quedan presos; Robespierre, cubierto de sangre, es llevado a la Junta de Seguridad general y permanece expuesto durante muchas horas a los ultrajes de sus colegas, que le escupen en el rostro, le golpean y le colman de invectivas. «Al día siguiente fue conducido junto con su hermano, sus dos colegas, Henriot. Fleuriot. Payan. Domas y dieciséis miembros de la Comuna ante el tribunal revolucionario, que después de reconocer la identidad de los veintidós acusados los envió al suplicio (28 de julio de 1794). Una multitud inmensa llenaba las calles dando gritos de alegría y prorrumpiendo en imprecaciones contra los condenados. Robespierre. Couthon y Saint-Just permanecían inconmovibles, considerando la alegría y el furor universales sin abatimiento y con cierta commiseración. Robespierre fue el último en subir al patíbulo: el verdugo, al arrancarle !as vendas que cubrían su herida, expuso durante algunos momentos a las miradas de la multitud su rostro lívido y ensangrentado, y al caer su cabeza se oyeron inmensas aclamaciones. Después de esta ejecución, completóse la derrota de la Comuna con la muerte de ochenta y dos de sus miembros, hombres desconocidos y procedentes del proletariado, que fueron conducidos al cadalso en masa y sin forma alguna de proceso». El Directorio: primeros momentos Al año siguiente de la caída de Robespierre —exactamente, en septiembre de 1795— en Francia se promulgaba una nueva Constitución, la del año III, que tendía a un doble objetivo: impedir toda dictadura, personal o de grupo político, y asegurar el ejercicio pacífico del poder a la burguesía dominante. Desapareció la Convención, antes tan poderosa y temida. Francia seguía siendo'una república, pero sin el sufragio universal previsto en la II Constitución —la del año 1793, que no se aplicó jamás--, y sin participación administrativa popular. Los privilegios pasaron a la gente adinerada; sólo quienes poseían determinada fortuna obtuvieron derecho de elegir a los miembros de la representación nacional, integrada en lo sucesivo por dos Cámaras: el Consejo de los Ancianos, integrado por doscientos cincuenta representantes de más de cuarenta años de edad, y el Consejo de los Quinientos. Esta representación conservaba el poder legislativo; los proyectos de ley adoptados por los Quinientos eran sometidos al voto de los Ancianos. A su vez, éstos nombraban, a propuesta de los Quinientos, los cinco miembros del Directorio, órgano del poder ejecutivo. Trataban de implantar así la separación de poderes, según el espíritu de Montesquieu, oponiéndose a Rousseau y al ideal de igualdad La evolución de Francia en el transcurso de estos años puede resumirse así, en líneas generales: la reacción ganó terreno, se restableció el culto católico y se volvió a la libertad de conciencia. Se cerraron los clubs políticos, incluso el tan famoso de los jacobinos, y los monárquicos levantaron cabeza; sin embargo, frente a los realistas persistía una falange ultrarradical que los gobernantes combatían por todos los medios. Los asignados, el papel moneda introducido por la Revolución, se desvalorizaban cada vez más, hasta quedar depreciados por completo, el precio de las mercancías subía al mismo ritmo, aumentó la miseria, y las turbulencias degeneraron a menudo en motines. Según la Constitución del año III, el poder ejecutivo residía en un Directorio: de hecho, a la sazón el Directorio era Barras, ex vizconde y ex jacobino: un regicida, pero también uno de los que enviaron a Robespierre al patíbulo.