III. LA AFABILIDAD COMO COMPONENTE DE LA CONVIVENCIA UNA APORTACIÓN DE ARISTÓTELES A LA POLÍTICA DE EMPRESA Prof. Luis Mª Calleja Corujedo Punto de partida: la conveniencia de un modelo de pensamiento propio El mundo empresarial se caracteriza por su realismo y, muchas veces, por su inmediatez; la acción es la clave y podría parecer vano, académico o, al menos, teórico entender el qué y el cómo de las cosas. Ahora bien, cuando se trata de gobernar una institución puede resultar de interés, y no solo intelectual, el tratar de entender la naturaleza del trabajo y, sobre todo, donde están sus raíces; es incluso probable que ello pudiera ayudar a la hora de conseguir orientación y también para centrar las actuaciones. Y, por supuesto, a la hora de pensar el gobierno, es casi imprescindible elaborar o disponer de un modelo conceptual. Un modelo conceptual es un conjunto de conceptos relacionados armónicamente entre sí que ofrece referencias útiles para tomar decisiones o emprender acciones sobre los trabajos o tareas a realizar en la empresa. Un modelo global tiene que proporcionar una visión política de la empresa como grupo humano responsable de obtener resultados económicos con justicia y eficacia, ha de ayudar a la persona de vértice en su trabajo de gobierno facilitando el diagnóstico del presente y la elección y realización del futuro1. Un modelo es una tentativa de aproximación al objeto, que ha de ser congruente conceptualmente, para poder deducir de él consecuencias que no se conocían ni habían sido observadas. Un modelo “teórico” para el gobierno de las organizaciones busca conocer, comprender; pero precisamos uno conceptual para tomar decisiones y emprender acciones. No pretendemos trascender la singularidad del fenómeno mismo cuanto tratarlo –modificarlo, conducirlo- adecuadamente. Estamos en el ámbito de la razón práctica entendida como la ordenada a dirigir las operaciones del hombre, aquella cuyos principios no pueden ser conocidos con independencia de su uso a fuerza de especulación2. “En verdad, lo único que merecía detener la atención es el hecho iluminado por la idea; es la idea encarnada en un hecho....No existe el hecho puro; el objeto de nuestra búsqueda no debe ser el hecho puro, sino el hecho en tanto que os remite a una ley general. Y análogamente, no se concibe una ley pura y abstracta: la ley debe sintetizar una multitud de hechos3. La realidad tiene determinadas lógicas, no cualesquiera ni ninguna. Acertar con ella, profundizarla ayuda a comprender la realidad, rediseñarla o configurarla de modo natural, de acuerdo a su ser. Es razonable tener más aciertos, mayores y más permanentes desde el desarrollo de un modelo. 1 A. Valero y Vicente- J.L. Lucas Tomás: Política de Empresa. El Gobierno de la Empresa de Negocio. EUNSA, 5ª Edición, 2002. 2 Especular equivale a “espejear”. J. Guitton. El trabajo intelectual. 3 58 Ha de comprobarse que no quede nada fuera de él ni haya algo sobreconsiderado. Requiere un sistema orgánico de conceptos, relaciones, categorizaciones, orden y referencia a otros principios y realidades. Es una estructuración ordenada e inteligente de conocimientos, de la actividad investigadora y docente que evite caer en meras colecciones fortuitas de temas, materias y casuística. Con una lógica interna para poder pasar del fenómeno al fundamento, un método adecuado al objeto y unos procedimientos para su aplicación práctica tanto de las tareas de gobierno como de la discusión académica. Ha de partir del “sentido común” básico: causalidad, no contradicción y globalidad. La causalidad que lleva a determinar qué es causa y qué es efecto; la no contradicción que impida afirmar una cosa y su contraria simultáneamente y en el mismo sentido; globalidad que lleve a distinguir el todo de cada una de sus partes. Presupone racionalidad y congruencia con una antropología, una sociología y una ética coherentes entre sí, y ha de disponer de unos conceptos básicos o principios que se acepten o acojan en esencia, sin que haya entera conformidad en la forma o en los detalles4. Un modelo de gobierno sería una especie de “teoría general”, un marco conceptual que precisa de otras ciencias y métodos auxiliares pero necesarios específicos del objeto que se refiera el gobierno. Pero estamos ante un modelo descriptivo, no experimental ni especulativo; la Política de Empresa es una ciencia práctica (como la moral, el derecho, la diplomacia, etc.), no una ciencia productiva ni teórica. La clave radica en saber qué ciencias son esenciales y cuáles son instrumentales, de modo que hay escuelas que se decantan por adscribir importancia instrumental a lo que otras consideran esencial. Koinonía y escuela Hay muchas opiniones pero pocas escuelas; éstas son comunidades en torno a maestros y modelos, y de estos hay pocos. La dimensión sapiencial se opera a través de la persona del maestro como ejemplo que muestra un sentido último de la vida; unidad del saber y del obrar humanos. El maestro es un modelo personal con un modelo de pensamiento. No se sostiene un modelo sin una escuela, sin una koinonía que acrisole el oficio. Sin ella la tarea se vuelve inestable, con ella aparece la profesión –se “profesa”que ayuda a paliar las eventuales barreras sociológicas y psicológicas de estar en la brecha, en la frontera del conocimiento y la acción con la correspondiente incomunicación y confrontación. Las diversas comunidades científicas hacen posible llegar a los acuerdos conceptuales y terminológicos necesarios para el avance de cada una. 4 Incluiría tanto los juicios de hecho como los juicios de valor. Los hechos no pueden decir cómo son las cosas; eso es asunto de la razón que entiende cómo es la realidad. La razón humana debe explicar el significado de los hechos, pues por si solos no hay quien los entienda....la razón debe explicar el hecho; entonces se comprende lo que realmente pasa. 59 La koinonía, como veremos más adelante, ha de estar en función del objeto que verse. Si se trata de un modelo de pensamiento para el gobierno de las organizaciones, pertenecerá a la categoría académica de una ciencia práctica que precisa del concurso de otras muchas. Por tanto, ha de favorecer la libertad sin la cual no sería posible ni el trabajo intelectual en general, ni interpretar los principios concretos, en particular; ni cooperar con cualquier otra ciencia práctica o productiva. La búsqueda honrada y contrastada de la verdad dentro de la comunidad académica es a la vez garantía de esa libertad. Actualmente predomina en el management la escasez de discusión de principios entre la abundancia de visiones técnicas; los académicos han sido desplazados por “expertos profesionales”: consultores, “think tanks”, asesores, brokers. “Todo se reduce a opinión, se conforma con verdades parciales y provisionales”. ¿Qué diferencia una escuela de un conjunto de expertos?, que estos se estructuran en torno a una finalidad comercial apoyados en algunos procedimientos, mientras que una escuela busca el desarrollo de una visión de la realidad, de un modelo. No significa que los expertos no lo tengan ni lo desarrollen cuanto que el fin principal de ellos es naturalmente ajeno a él; tampoco que la escuela no tenga fines comerciales cuanto que su fin principal es otro. Para ganar dinero, la consultora, para la actividad científica, la escuela. Escuela de pensamiento, supone tanto “institución” como “ayuntamiento de maestros y alumnos” que comparten una orientación metódica, un sistema de pensamiento. No se debe ser un ser aislado, y menos individualista; la soledad del trabajo intelectual vivifica pero el aislamiento malogra y esteriliza. Trabajar bajo la autoridad científica y personal del maestro acelera el proceso de avance pues conlleva cierta “fe”, en los argumentos de autoridad, anterior al descubrimiento propiamente personal y necesario. Libertad, trabajo compartido, tradición y autoridad de los maestros, …si esto es bueno convendría que perviviera en el tiempo, convendría cierta configuración institucional que incluyera un acto formal de pertenecer a la escuela. Si el proceso institucional es adecuado, potenciará el modelo; si no, podría adulterar la fisonomía de la escuela y el armazón conceptual que la sostiene. La institucionalización es obligada en cuanto se tenga cierta envergadura; va más allá de lo intelectual o científico; afecta a la autoridad. Desde luego puede facilitar la proyección histórica y la protección de los principios del modelo que ampara. El eclecticismo como un error de método El eclecticismo es la actitud de quien en la investigación, la enseñanza y la argumentación suele adoptar ideas derivadas de diferentes filosofías, sin fijarse en su coherencia o conexión sistemática ni en su contexto histórico. No educa la razón para una discusión seria y científica. Es mezcla de modelos de principios divergentes. Lleva frecuentemente a confundir las causas, contradecirse en los principios y tomar partes como el todo. Es un error de método. 60 El eclecticismo está en la base del resto de las corruptelas metodológicas: el historicismo como predominio de las circunstancias: sustitución de la verdad por la actualidad; el cientifismo que sólo admite como válidas las propias de las ciencias positivas, relegando al ámbito de la mera imaginación los conocimientos morales, éticos o prudenciales; y llegan a pensar y actuar según la idea de que lo que es técnicamente factible llegue a ser moralmente admisible; y el pragmatismo, que excluye reflexiones basadas en valores y argumentaciones axiológicas, convirtiendo el “deber ser” en un problema de imagen y comunicación5. Para la política de empresa puede que las corruptelas más funestas sean el pragmatismo, que toma el instrumento como fin, y, sobre todo, el eclecticismo que resulta ser una salida apurada a la crisis de sentido, la fragmentación del saber y la moda del pensamiento ambiguo6. El eclecticismo no es utilizar los medios y herramientas convenientes en cada situación, sino creer que la situación no tiene una caracterización objetiva en función de la que implementar los medios adecuados. Cree en las causas eficientes, no en las causas finales, como diría Aristóteles. En términos de gobierno, el ecléctico es un artista del pasteleo táctico oportunista, no un buscador de acuerdos de fondo y suele creer que un lío se resuelve con otro lío. Eclecticismo no significa que sea imposible aportarse mutuamente los diversos modelos, tanto en el orden conceptual, como el terminológico, como el procedimental. No es eclecticismo utilizar modelos, procedimientos y técnicas auxiliares instrumentales diferentes, ni tampoco discutir y llegar a acuerdos, especialmente los referidos a los respectivos campos de aplicación de cada uno. El método que subyace en el proceso científico tiene tres momentos: 1) planteamiento del problema, 2) construcción de modelos teóricos, y 3) verificación de los supuestos teóricos. El eclecticismo suele incidir en el segundo momento, en el diseño del modelo, pero no es infrecuente la definición imprecisa del problema debido a que los diversos criterios de idoneidad y “deber ser” proceden de sistemas de difícil compatibilización. El error metodológico y de actitud contrario sería el fundamentalismo científico que lleve a aferrase a las propias opiniones y mentalidades sin “el afán de superación que lleve a salirse de los propios puntos de vista” como diría Antonio Valero. Así, la cooperación y discusión entre escuelas y modelos es connatural con la actividad científica, más si cabe en el campo de las ciencias prudenciales. Pero no es viable discutir sin tener nítidos los perfiles del modelo que se sustenta; a esto ayuda una escuela de pensamiento y esto evita el ecléctico. 5 K. Wojtyla. Fides et ratio. 1998. 6 Existe, incluso, una escuela ecléctica italiana autodenominada escuela del “pensiero dévole”, (pensamiento débil). 61 Un modelo conceptual de Política de Empresa En la búsqueda de ideas para mejor comprender la tarea de gobierno empresarial, el área de Política de Empresa del IESE propuso distinguir en el trabajo de la persona de vértice cuatro campos de actuación: El Negocio, la Organización, la Convivencia Profesional y la Configuración Institucional, objeto cada una de ellas de la acción doble de elección y de implantación. Este modelo de pensamiento explicitado por los profesores A. Valero y José L. Lucas parece hundir sus raíces en la manera de abordar el trabajo de la dirección general por los profesores R. Christensen y K. Andrews de la Harvard Business School, cuyas ideas se plasmaron en la publicación por este último profesor del libro The Concept of Corporate Strategy. El modelo Valero-Lucas aporta, sobre el de Andrews, principalmente el nuevo concepto de Configuración Institucional, afirmando que no se puede entender la elección de una estrategia ni el establecimiento de una organización sin conocer, e incluso, sin partir del juego de dineros y poderes reales que en toda organización humana se dan, y sin incidir claramente en el factor de la iniciativa emprendedora, que condiciona todo el conjunto de opciones y actuaciones de la empresa7. Ciertamente estamos hablando de modelos de pensamiento abiertos, que tratan de entender mejor la realidad, y que avanzarán o retrocederán en sus afirmaciones con la finalidad de ser más congruentes y también más útiles para abordar prácticamente el trabajo de la alta dirección. En este trabajo de mejor conocer e modelo de pensamiento, el autor trata de hacer un puente con el pensamiento de un clásico, versado en el mundo político. Y este clásico es Aristóteles, que vamos a bordar con el mayor respeto y, a la vez, con el mayor de los atrevimientos. Quizás entrar en La Política de Aristóteles pueda ser una vacuna contra simplismos que tanto afectan en estos días, poniendo en duda la posibilidad de la convivencia dentro y fuera de las empresas. La Política de Aristóteles se refiere a la ciudad, el ámbito político más amplio que fue capaz de concebir aquella época8; salta del individuo a la unidad familiar y de ésta a la polis. Por otra parte, en La Política emplea ejemplos para aclarar sus conceptos que se refieren a unidades políticas coincidentes con las de nuestro tiempo: empresas de construcción, explotaciones agrícolas, unidades militares, hermandades cívicas, etc. La lectura de La Política nos sugiere la analogía de modo natural. Además se refiere a los polites, los ciudadanos, que no a todas las personas, pues excluye a las mujeres, los esclavos y los niños, ya que tal concepto de persona se desarrolla posteriormente a partir del cristianismo. Describe varias características de estos tales como libertad, inteligencia, responsabilidad y un gran cortejo de virtudes y capacidades que hoy son aplicables al común de las personas. 7 Este aporte resulta crucial en un modelo político del actuar directivo. La instancia institucional es lo más propiamente político; constituye el “régimen” de la empresa. 8 Los coetáneos imperios Persa o Egipcio, de una dimensión geográfica y conceptual mayor, eran objeto de despotismo, no de política propiamente dicha. 62 Aristóteles contempla más detenidamente los distintos regímenes o politeias y su principal aportación es de índole institucional o constitucional. No se centra tanto en la operativa política, la conveniencia de una jerarquía o los aspectos de convivencia; estos conceptos y prácticas no estaban tan en discusión como las distintas formas de gobierno. El modelo político de Aristóteles La política la concibe el Estagirita como epitécnica; como una técnica superior, “el modo de organizar el mundo de la cultura humana; el criterio de organización suficiente del mundo técnico humano”9. Así la política es el agere, el facere, la techné10 y la vida, el vivere. De ahí la radical diferencia entre economía y política,... necesidad y libertad: el homo faber no es político, es éste último quien gobierna al otro. En sentido pleno es la ciudad; y se da esta cuando dos o más personas se unen libremente para conseguir un fin común. Al exponer el contenido de la Política, Aristóteles utiliza, entre otros, los términos Ergón, Arché, Koinonía y Politeia, que se describen sucintamente a continuación: 1º. Êrgon Producto de la Acción y la Acción misma, función, obra acabada: el ergón de la construcción es la casa. El ergón crematístico11 puede referirse a dos tipos: el que es por naturaleza y la comercial: en el primer sentido es la riqueza al servicio de una casa o de la ciudad y es parte de la economía (oiko-nomía: administración u orden de la casa): “procura el almacenamiento de lo necesario para la vida y lo útil para la comunidad política o casera”. Es de notar que el planteamiento griego de la riqueza es sobrio y autárquico, no consumista. Por el contrario la crematística comercial no tiene límite porque se adquiere por experiencia y técnica, y busca el puro provecho pecuniario. Este es un arte productivo de riqueza y recursos (chrêmata) y no tiene límite o fin, porque su fin es el incremento. Es productiva, no en general, sino en dinero ya que éste es el término del cambio. “El estagirita ha tenido buen cuidado en advertirnos que la economía no es la crematística12; la distinción de ambos tipos supone descubrir el carácter natural de la economía como algo radicalmente distinto de las finanzas. Administrar no es enriquecerse; algunos creen que ese es el ergón de la economía doméstica, y acaban por Leonardo Polo, La filosofía política de Platón y Aristóteles. 9 10 En latín, hacer, se dice facere, cuando se refiere a la materialidad de lo que se hace, o agere, cuando se refiere al actuar con determinada intención, finalidad o motivo. Un caballo nunca agere, simplemente facere; una persona siempre agere. 11 Crematísico viene de instrumento o chrêmata, útil; chrêmatístikê: uso de los objetos técnicos. 12 Ricardo Yepes Stork. ¿Cuál es la mejor ciudad?, comentario didáctico a La Política de Aristóteles. (pro manuscripto). Existe un tercer tipo de crematística a la que Aristóteles no prestó tanta atención, se refiere a las materias primas, “que sin ser frutos en sí mismos, son útiles”, que es la que modifica el esquema aristotélico introduciendo decididamente entes intermedios entre la casa y la polis. 63 pensar que hay que conservar o aumentar la riqueza monetaria indefinidamente. En esta confusión hemos incurrido también, y de forma mayúscula, en nuestros días.” “La causa de esta disposición es el afán de vivir, y no el de vivir bien”, dice Aristóteles. La vuelta al orden natural de la política en cuanto a fines y modos de ejercicio podría conducir a una consideración de la economía con arreglo a un modelo que no es fácil de imaginar pero que sería eficaz, justo, humano y que dejaría y buscaría amplios espacios vitales para el desarrollo completo de la sociedad. Obviamente, estaría llena de imperfecciones pero yendo y mirando en la dirección antropológica adecuada. 2º. Ârchê Constituye Autoridades, Gobiernos, Magistraturas, Gobernantes, Jerarquías o las personas que se encargan de partes de la acción del êrgon. Aristóteles distingue algo nebulosamente dentro de él dos tipos: unos técnicos y otros propiamente gobernantes. Estos últimos son estrictamente los que gobiernan la polis y serían responsables de la elección de la politeia; serían, pues, la estructura de gobierno más que la estructura directiva. Nos referimos aquí a la estructura más técnica. La estructura organizativa para Aristóteles puede estar constituida por esclavos; esclavos técnicamente especializados. “Los ciudadanos de la mejor ciudad no deben ser absorbidos por las actividades necesarias si quieren llevar una vida plenamente virtuosa”. La separación del gobierno de la ejecución del día a día –politeia del arché- es condición para mantener la mejor ciudad. La jerarquía entre los hombres es natural y, por lo tanto, objeto de la virtud: “El que manda debe poseer perfecta la virtud ética”... el ergón del que dirige la acción es la virtud”; de algún modo el actuar virtuosamente para obrar en función del bien común libremente elegido, es la obra del que gobierna. El ergón específico de una politeia (empresa) no sería más que la ocasión de ejercer el ergón propio del gobernante. Aristóteles, no obstante, no entra apenas en las cuestiones de estructura directivo-organizativa. No se debe olvidar que su interés en la Política era analizar y proveer criterios para ver cual de las politeias o constituciones era mejor; lo otro eran cuestiones técnicas razonablemente resueltas que no eran la clave de la política de su tiempo. 3º. Koinonía Es la Comunidad, el medio para la amistad (phília), lo compartido entre varios, el ergón de varios. No hay verdadera koinonía si no hay algo en común, y eso común es el ergón. Si no hay ergón la koinonía no llega a aparecer, habría simple “compañerismo”, un estar juntos sin hacer nada nuevo, como “paciendo en un mismo prado”: no se habla, no se busca el bien, no se alcanza la naturaleza humana. El escenario de la perfectibilidad humana es la koinonía. Mediante el lenguaje y la comunicación se ponen en juego las dimensiones superiores del ser para ponerse de acuerdo en sus elecciones y 64 compartir lo conveniente. Si las personas se constituyen en comunidades políticas es para ser virtuosos. La política pública es “la organización de las organizaciones”. Toda koinonía es parte de la koinonía política; toda koinonía busca un ergón alineado con una finalidad común general13. Los medios que se utilizan no hacen la convivencia, pero sin ellos sería imposible. Por otra parte, son ocasión de mostrar el tipo de relación que haya de vivirse en cada empresa. 4º. Politeia Régimen o Constitución, que permite la pervivencia de la polis. Este concepto es el objeto propio de La Política; en esta obra no hace tanta filosofía política cuanto ciencia política o constitucional. Su preocupación era la autocontinuidad de los regímenes, la estructura de gobierno, etc., no los otros tres aspectos que estaban entonces fuera de discusión. Aunque Aristóteles pensaba la polis como ciudad, no concebía megalópolis, de modo que por tamaño está más próximo a nuestras sociedades intermedias; por ergón no, aunque lo incluya, pues la polis era aquella “organización de las organizaciones” que permitiera la autosuficiencia por contener de todo: familias, empresas comerciales, grupos de amigos, etc. Aristóteles y la Política de Empresa Cuando se profundiza en los cuatro términos que acuña Aristóteles y, sobre todo, en sus contenidos se puede caer en la tentación de compararlo con las áreas de gobierno del modelo de Política de Empresa de Valero-Lucas14 antes mencionado; una posible equivalencia sería la siguiente: ERGÓN _____________ NEGOCIO ARCHÉ _____________ ESTRUCTURA DIRECTIVA KOINONÍA _____________ PROCEDIMIENTOS DE AVANCE O CONVIVENCIA PROFESIONAL POLITEIA _____________ CONFIGURACIÓN INSTITUCIONAL ¿Qué sentido puede tener el buscar una equivalencia?. Al menos una, que sería ver cómo pensaba Aristóteles y si ello tiene algún sentido para las organizaciones empresariales actuales; encontrar esa equivalencia en términos de concepto, categoría y orden puede añadir solidez y serenidad, ya que siempre se puede estar yendo rápido y desenfocadamente hacia ninguna parte. 13 Ayer como hoy, se pone de manifiesto que es una misma la ética de la cosa pública que del negocio particular que de la vida privada. 14 A. Valero y Vicente- J.L. Lucas Tomás, op. cit. Capítulo III. 65 Ratificar que nuestra insistencia sobre el concepto de negocio no es una manía, que la estructura organizativa y directiva encuentran su sentido y criterio en la realización del negocio más que en el control o el premio; que escuchar al estagirita precisar qué es y qué no es la convivencia profesional, su orientación y límite, ayuda a enfocarse; finalmente, que situar la acción política, el control y la consideración creativa del futuro en el ámbito institucional y la estructura de gobierno sin temores a compararla con la de la cosa pública, es algo que anima a continuar por este camino y a reforzar el rigor. Aristóteles aporta un haz de luz adicional al distinguir entre dos maneras de considerar lo importante: una, conceptualmente: qué está en función de qué; y otra, cronológicamente: qué ha de ir antes de qué. Cada manera es armónica y ambas lo son entre sí. El modelo de política ha manejado ambas categorías con libertad y sentido común situacional15. La “primacía del acto de ser” supone dar valor e inicio a la existencia del hecho concreto único e irrepetible por encima de la “esencia” abstracta o conceptual. Así no se fuerza la naturaleza de las situaciones en función de ningún prejuicio conceptual o norma preceptiva. Esto nos lleva a considerar como primero el negocio, pero con la salvedad de encontrar un momento de creación primigenia en la persona de vértice de la empresa; se trata de situar en esos u otros momentos, la configuración institucional “por delante cronológicamente” del negocio, mientras que en crucero, ésta iría en cuarto lugar conceptual y práctico. No estamos en el mero terreno especulativo; lo que acabamos de decir tiene repercusiones inmediatas y decisivas en la acción práctica concreta, en la tarea de gobierno de cualquier organización de negocio o no. Saber cuándo concentrarse en algo que no es el negocio, -como la configuración jurídica, por ejemplo- aunque orientado a él, ha salvado más de una empresa en mala situación. La armonía entre las diversas partes de la empresa que subraya el modelo de Valero-Lucas supone la “conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras” que va más allá de la mera coherencia –“conexión, relación o unión de unas cosas con otras”-. Tal es producto de decisiones convenientes en cada circunstancia, de acciones, reacciones y correcciones, de pensar y hacer, hacer y pensar sobre la realidad misma en cada momento. Aristóteles llega a denominar la acción de gobierno como cibernetiké, mismo concepto que la acción de pilotar un barco de vela. También forma parte de nuestro modelo, finalmente, caracterizar la empresa y las tareas directivas como asuntos de naturaleza política, no económica, operativa, sicológica o sociológica, e incluso simplemente ética16. Lejos de la naturaleza de nuestro asunto es ser competitiva o financiera por naturaleza o personalista. ¿Cómo entonces aquellos que conciben tan antinaturalmente las cosas obtienen semejantes éxitos?. La respuesta pasa por definir más adecuadamente lo que es éxito y 15 16 A. Valero y Vicente- J.L. Lucas Tomás, op. cit. Aristóteles afirma en La Política que “la política es superior a la ética pues la política se refiere a la ética de muchos”. 66 fracaso –el fin- y a qué plazos se constata. Las repercusiones son mucho más amplias y prolongadas de lo que parece; sus éxitos y fracasos se notan en muy diversos stakeholders incluso muy lejanos en espacio y tiempo. La velocidad de los fenómenos hoy, nos brinda la oportunidad de observar las consecuencias de ciertos modos de proceder y de razonar, que hace menos de cinco años, merecieron más de un “warning” por parte de nuestra escuela de pensamiento de Política de Empresa. Es un buen momento para evidenciar los errores y faltas de realismo de aquellas maneras de concebir la tarea directiva partiendo de los orígenes clásicos de nuestro modo de pensar. La Convivencia Profesional, Koinonía y afabilidad según Aristóteles Con el objetivo de ver si Aristóteles puede enriquecer algún aspecto del modelo de Política de Empresa, vamos a contemplar el panorama del autor sobre la koinonía y tratar de percibir si podría prestar algún criterio útil para evitar desafueros y construir organizaciones razonables (o virtuosas, en su manera de expresarse). Entender la relación entre amistad y política exige entender primero la relación entre amistad y comunidad. En la Ética a Nicómaco Aristóteles afirma que “La amistad (phília) existe en la comunidad (koinonía)”. La comunidad se decía koinón, que al mismo tiempo significa comunicación, participación. Se tiene koinonía cuando hay un bien en el que muchos participan y en el que todos se comunican entre sí. Es el ergón de varios, proyecto común, obra hecha en común. Mientras no haya ergón no hay koinonía y la cosa no pasa de un simple compañerismo entre los implicados. Y si no hay esa convivencia profesional la amistad no tendría espacio para desarrollarse. Ciertamente, en Auschwitz podía florecer la amistad a pesar del peculiar “ergón” que tenían forzadamente en común aquellos prisioneros y el desinterés por ella de los carceleros. La amistad que nos ocupa es la que se genera con objeto del desarrollo de la convivencia profesional en torno a un ergón empresarial. Cada tipo de koinonía (para cada tipo de ergón común) se corresponde con un tipo de amistad. Se da la koinonía cuando existe algo en común en términos de paridad, no cuando sus miembros son instrumentos unos de otros. Entre el señor y el esclavo no hay comunidad ni convivencia profesional alguna. En la medida en que los miembros sean gobernados despóticamente, con dependencia instrumental, en esa misma medida no habrá koinonía ni, obviamente, amistad pues no habría comunidad de fines libremente elegidos. “La diferencia entre comunicarse haciendo un ergón común, y estar juntos relacionándose sin más, con-viviendo, es la diferencia que hay entre amistad verdadera y aquellas que solo son de nombre”17. Si el único ergón es la simple convivencia, no surge la comunidad política como tal, la verdadera koinonía. 17 Andrés Jaliff. Tesis doctoral La amistad como comunicación personal y consenso político en Navarra, 1999. 67 Aristóteles. Universidad de La koinonía también significa para Aristóteles la actividad de los miembros puesta en común, el “trabajo en equipo”, diríamos hoy. Desde este punto de vista se entiende lo que el clásico afirmaba de que “no podría existir ningún tipo de koinonía sin amistad que la haga posible”. “Cabe señalar que la especie de amistad para fundamentar la comunidad de fines en que consiste la comunidad política, es la amistad por virtud que está fundada en el bien común. No es la amistad por placer, simpatía o utilidad fundada en la consecución de bienes exteriores a la koinonía”. La amistad es una relación que se da entre los iguales, no por un débito, sino por la comunicación amorosa que existe entre ellos. No hay que buscar el equilibrio entre lo que cada uno da, porque en la amistad hay una llamada constante a la generosidad18. No es posible la comunidad sin que exista una mínima manifestación de amistad, porque es posible tener intereses comunes a pesar de las diferentes condiciones de los sujetos y de los diversos grados de justicia que se dan entre ellos. Aristóteles distingue dos tipos de amistad cívica en razón de la utilidad: una se basa en un acuerdo legal, es decir, un contrato, la otra en el carácter ético de la amistad. Pero en organizaciones cuyo ergón -aunque orientado al político general- tenga un ámbito inferior -crematístico o económico- no exige un grado de amistad eminente, aunque dejara espacio para ella. Ese grado inferior, una virtud previa a la amistad, es la afabilidad que tiene signos de amistad pero carece del afecto propio de ella: “En las relaciones sociales, es decir, en la convivencia y el intercambio de palabras y acciones, unos hombres son complacientes: son los que todo lo alaban para agradar y no se oponen a nada, creyéndose en la obligación de no causar molestias a aquéllos con quiénes se encuentran; otros, por el contrario, a todo se oponen, y no se preocupan lo más mínimo de no molestar; son los llamados descontentadizos o pendencieros. Es claro que estos modos de ser son censurables y que el modo de ser intermedio es laudable, y, de acuerdo con él, aceptaremos lo debido y como es debido, y rechazaremos, análogamente lo contrario. Ningún nombre se ha dado a este modo de ser, pero se parece, sobre todo, a la amistad” 19. La afabilidad es un tipo de relación personal que hace agradable y placentero el trato con los demás. O como dice Tomás de Aquino, “que tiene por objeto propio agradar a quienes rodean al hombre, pero no es la amistad por virtud o la concordia política“. Pero, ¿es gobernable la amistad?, ¿es exigible?; parece que en un ente intermedio sólo sería exigible la afabilidad de modo que se deje espacio para la concordia siendo esta más propia de politeias superiores en las que sí es exigible. Si se da en la casa privada, -politeia inferior a la ciudad y a las intermedias- es como entrenamiento y formación para la más alta. 18 Andrés Jaliff, op. cit, pág. 233. El origen de la koinonía, de la justicia y de la amistad es la familia: “...en la casa se encuentran, ante todo, los principios y las fuentes de la amistad, de la organización política y de la justicia”, “ Ahí se origina la verdadera política cuando entre los padres y los hijos llega a existir una auténtica relación política y no despótica. 19 Aristóteles, Ética a Nicómaco. 68 Mientras que la “amistad política” es la virtud relativa al consenso práctico de los fines de la vida política, la cortesía es una virtud relativa al trato decoroso entre los hombres en la vida ordinaria. Por no ser la amistad por virtud, la afabilidad no es una consecuencia de las virtudes, sino un medio para alcanzarlas ya que es parte potencial de la justicia; pero así como lo que es de justicia se debe de modo estricto, la afabilidad solo se debe como débito de honestidad. La convivencia profesional es el caldo de cultivo para el desarrollo de la persona mientras realiza el negocio, el ergón. Serían exigibles unos mínimos de afabilidad y los espacios que se estimen adecuados para el desarrollo eventual de la amistad, pero esta no es exigible. Podría considerársela como un objetivo intermedio dentro de las operaciones para realizar el negocio. La afabilidad como virtud tiene dos vicios opuestos: la adulación y el descontento. El afecto al régimen –indispensable condición para el gobierno- se puede llegar a conquistar más por la adulación que por la manifestación de descontento; en este punto concuerda con el viejo principio político de que es mejor no tener enemigos que tener amigos; resulta más fácilmente exigible. La cortesía, agradecimiento20, urbanidad, delicadeza y respeto en el tono humano forman parte de la afabilidad; la chabacanería, el compadreo, el abuso de confianza y el lenguaje21 impropio es lo más alejado a ella, preludio de descomposición del ambiente de trabajo22, de la convivencia profesional y de la eventual amistad. Precisa concreción y matiz según ambientes, estilos, mentalidades y educaciones; es lo exigible, no es un adorno espontáneo. Centrarse en el ergón y velar por el comportamiento afable parece ser el objeto propio de la convivencia profesional. En la empresa estamos dentro del ámbito del ergón crematístico y su koinonía implica este carácter. Lleva a recibir dinero por los aportes específicos y precisa un mínimo de afabilidad, por lo tanto no es contraria aunque resulte conveniente, la amistad como virtud, y sí es necesaria la afabilidad y la justicia crematístico-distributiva entre otros procedimientos o medios para mejorar la convivencia. La naturaleza de un ente intermedio como es la empresa no exige ni el carácter profundamente personal-privado de la entrega en la familia ni el heroico, por el bien común mayor, de la cosa pública. Corresponde a las personas responsables de la empresa la definición y gobierno dentro del marco y medida adecuados; más de ahí sería una intromisión injusta e ineficaz, algo impropio y fraudulento. No obstante debe haber hueco para ella corporativamente y es habitual disfrutarla personalmente. “Persona y empresa no son en sí algo incompatible. La cuestión radica en dominar la situación; lo cual no es fácil si la persona no es fuerte como tal y si la 20 J.Mª. Rodríguez Porras desarrolla esta idea en El factor humano en la empresa . Apuntes. (EUNSA, 1995) pero como un ingrediente conveniente añadido y olvidado, no como algo mínimamente necesario, gobernable y exigible según Aristóteles. 21 El término afable procede de “decible” o expresable con palabras concretas; mientras que la amistad como virtud entra más en el ámbito de lo “inefable”. 22 Esto lo ha expresado maravillosamente Goethe con la frase de que “cuando tratamos a los demás tal como son los hacemos peores de lo que son, pero cuando los tratamos como deberían ser les ayudamos a ser mejores de lo que son”. 69 empresa exige mucho. Y las empresas, grandes y pequeñas, exigen mucho casi siempre; la gestión es un pozo sin fondo. La gestión es una trampa sin salida para los que no cuidan de mantener una perspectiva suficiente sobre su persona y no disponen de métodos de trabajo que le permitan dominar su agenda vital”23. 23 José Luis Lucas Tomás, : La creación de riqueza. Iniciativa, dinero y personas. Ed. San Telmo, 1994. 70