EL TRATADO DE LISBOA

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Máster en Relaciones Internacionales
Módulo de Unión Europea
Profesor: D. Alberto Romero Ania
EL TRATADO DE LISBOA
Profesor D. Alberto Romero Ania.
16 de marzo de 2010. Aliter Escuela Internacional de Negocios.
Texto modificado de texto original de libre difusión publicado por la Unión Europea en
http://europa.eu/lisbon_treaty/glance/index_es.htm “Tratado de Lisboa”
Resumen del significado del Tratado de Lisboa:
Firmado por los representantes de todos los EEMM de la UE en Lisboa el 13 de
diciembre de 2007 entra en vigor el 1 de diciembre de 2009.
Mejora el funcionamiento de la Unión Europea (UE) mediante la modificación del
Tratado de la Unión Europea (Maastricht) y el Tratado constitutivo de la Comunidad
Europea (Roma). Con este tratado, la UE tiene personalidad jurídica propia para firmar
acuerdos internacionales a nivel comunitario.
Algunas de las reformas más importantes que introduce el Tratado de Lisboa son la
reducción de las posibilidades de estancamiento en el Consejo de la Unión Europea
mediante el voto por mayoría cualificada, un Parlamento Europeo con mayor peso
mediante la extensión del procedimiento de decisión conjunta con el Consejo de la UE,
la eliminación de los tres pilares de la Unión Europea, y la creación de las figuras de
Presidente del Consejo Europeo y Alto Representante de la Unión para Asuntos
Exteriores y Política de Seguridad para dotar de una mayor coherencia y continuidad a
las políticas de la UE.
El Tratado de Lisboa también hace que la Carta de los Derechos Fundamentales de la
Unión Europea sea vinculante jurídicamente.
El título formal del texto es Tratado de Lisboa por el que se modifican el Tratado de la
Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea.[7
Un tratado para la Europa del siglo XXI:
Europa ya no es la misma que hace 50 años, como tampoco lo es el resto del mundo.
Hoy más que nunca, en un mundo globalizado que no deja de cambiar, Europa debe
afrontar problemáticas nuevas: mundialización de la economía, evolución demográfica,
cambio climático, abastecimiento energético, nuevas amenazas para la seguridad.
Los Estados miembros no están ya en condiciones de afrontar en solitario todos estos
nuevos retos, que no conocen fronteras. Sólo un esfuerzo colectivo a escala europea
permitirá hacerlo y responder a las preocupaciones de los ciudadanos. Pero, para ello,
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Europa tiene que modernizarse. Necesita instrumentos eficaces y coherentes adaptados
no sólo al funcionamiento de una Unión recientemente ampliada de 15 a 27 miembros,
sino también a las rápidas transformaciones del mundo actual. Esto implica renovar las
normas de la vida en común establecidas en los Tratados.
Este es el objetivo del Tratado firmado en Lisboa el 13 de diciembre de 2007. Al
acordar esas nuevas normas, los Jefes de Estado o de Gobierno tenían presentes los
cambios políticos, económicos y sociales que se estaban produciendo y la necesidad de
responder a las esperanzas y expectativas de los ciudadanos europeos. El Tratado de
Lisboa establece qué puede y no puede hacer la UE, y qué medios puede utilizar.
Modifica la estructura de las instituciones europeas y sus métodos de trabajo, para que
puedan dar mejor servicio a la democracia y a los valores fundamentales de la Unión.
Este Tratado es el fruto de negociaciones entre los Estados miembros reunidos en la
Conferencia Intergubernamental, en la que participaron también la Comisión y el
Parlamento Europeo. Ha sido ratificado por los 27 Estados miembros. Cada uno de ellos
podía elegir su propio método de ratificación, de acuerdo con sus normas
constitucionales.
El Tratado entró en vigor el 1 de diciembre de 2009, según lo dispuesto en su artículo 6.
El Tratado de Lisboa:
El 1 de diciembre de 2009, tras años de negociación sobre cuestiones institucionales,
entró en vigor el Tratado de Lisboa.
El nuevo texto modifica los actuales Tratados de la UE y la CE, pero no los sustituye. El
nuevo Tratado brinda a la Unión el marco y los instrumentos jurídicos necesarios para
afrontar los retos del futuro y responder a las expectativas de los ciudadanos.
1. Una Europa más democrática y transparente: el Parlamento Europeo y los
Parlamentos nacionales tienen mayor protagonismo, hay más oportunidades para
que los ciudadanos hagan oír su voz y es más fácil saber cómo se reparten las
tareas entre la Unión y los países miembros.
o Mayor protagonismo del Parlamento Europeo: el Parlamento Europeo,
directamente elegido por los ciudadanos de la Unión, estrena nuevas
competencias sobre legislación, presupuesto y firma de acuerdos
internacionales por la UE. Cabe destacar el mayor recurso al
procedimiento de codecisión, pues coloca al Parlamento Europeo en pie
de igualdad con el Consejo, que representa a los Estados miembros, para
la mayor parte de la legislación de la UE.
o Mayor participación de los Parlamentos nacionales: los Parlamentos
nacionales pueden participar más en las labores de la UE gracias, en
particular, a un nuevo mecanismo que garantiza que la Unión sólo actúe
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cuando resulte más eficaz (subsidiariedad). Esta novedad, unida al mayor
protagonismo del Parlamento Europeo, acrecenta la democracia y la
legitimidad de las actuaciones de la Unión.
o A la escucha de los ciudadanos: gracias a la "iniciativa ciudadana", un
grupo de al menos un millón de ciudadanos de un número significativo
de Estados miembros puede pedir a la Comisión que haga propuestas de
legislación.
o Reparto de tareas: la relación entre los Estados miembros y Unión
Europea queda más perfilada gracias a una clasificación precisa de las
competencias de cada cual.
o Retirada de la Unión: el Tratado de Lisboa prevé explícitamente por
primera vez la posibilidad de que un Estado miembro se retire de la
Unión.
2. Una Europa más eficaz, con métodos de trabajo y votación simplificados,
instituciones modernas y adaptadas a la Unión de los Veintisiete y más
capacidad para actuar en los ámbitos prioritarios para la UE de hoy.
o Eficacia en la toma de decisiones: la aprobación por mayoría cualificada
en el Consejo se amplía a otras políticas, con el fin de agilizar las
decisiones e incrementar su eficacia. A partir de 2014 la mayoría
cualificada obedecerá al principio de doble mayoría (mayoría de los
Estados miembros y de la población), que refleja la doble legitimidad de
la Unión. La doble mayoría se alcanzará cuando los votos favorables
representen, como mínimo, el 55% de los Estados miembros y el 65% de
la población.
o Un marco institucional más estable y racionalizado: el Tratado de Lisboa
crea el cargo de Presidente del Consejo Europeo elegido por dos años y
medio, vincula directamente la elección del Presidente de la Comisión a
los resultados de las elecciones europeas, prevé nuevas disposiciones
relativas a la futura composición del Parlamento Europeo e introduce
normas más claras sobre las cooperaciones reforzadas y los aspectos
financieros.
o Mejorar la vida de los europeos: el Tratado de Lisboa mejora la
capacidad de la UE para abordar cuestiones que hoy día son prioritarias
para la Unión y sus ciudadanos. Es el caso de la actuación en el campo
de la justicia, la libertad y la seguridad, ya sea para luchar contra el
terrorismo o combatir la delincuencia. Lo mismo ocurre, en cierta
medida, con otros campos como política energética, salud pública,
protección civil, cambio climático, servicios de interés general,
investigación, política espacial, cohesión territorial, política comercial,
ayuda humanitaria, deporte, turismo y cooperación administrativa.
3. Una Europa de derechos y valores, libertad, solidaridad y seguridad, que
potencie los valores de la Unión, conceda rango de Derecho primario a la Carta
de los Derechos Fundamentales, establezca nuevos mecanismos de solidaridad y
garantice una mejor protección a sus ciudadanos.
o Valores democráticos: el Tratado de Lisboa especifica y consolida los
valores y objetivos sobre los que se basa la Unión. Dichos valores
constituyen un punto de referencia para los ciudadanos europeos y
representan lo que Europa puede ofrecer a sus socios de todo el mundo.
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o
Derechos de los ciudadanos y Carta de los Derechos Fundamentales: el
Tratado de Lisboa conserva los derechos ya existentes e introduce otros
nuevos. En particular, garantiza las libertades y los principios enunciados
en la Carta de los Derechos Fundamentales, cuyas disposiciones pasan a
ser jurídicamente vinculantes. La Carta contiene derechos civiles,
políticos, económicos y sociales.
o Libertad de los ciudadanos europeos: el Tratado de Lisboa conserva y
consolida las "cuatro libertades" y la libertad política, económica y social
de los ciudadanos europeos.
o Solidaridad entre los Estados miembros: el Tratado de Lisboa establece
que la Unión y los Estados miembros actúan conjuntamente con espíritu
de solidaridad si un Estado miembro es objeto de un ataque terrorista o
víctima de una catástrofe natural o de origen humano. También se hace
hincapié en la solidaridad en el sector de la energía.
o Mayor seguridad para todos: la Unión tiene más capacidad de actuación
en el campo de la justicia, la libertad y la seguridad, lo que redunda en
beneficio de la lucha contra la delincuencia y el terrorismo. Las nuevas
disposiciones sobre protección civil, ayuda humanitaria y salud pública
también pretenden impulsar la capacidad de la UE para enfrentarse a las
amenazas contra la seguridad de los ciudadanos europeos.
4. Hacer de Europa un actor en la escena global combinando los instrumentos
con que cuenta la política exterior europea a la hora de elaborar y aprobar
nuevas políticas. Gracias al Tratado de Lisboa, Europa está en condiciones de
expresarse con más claridad ante sus socios internacionales. Se ponen en juego
todas las capacidades económicas, humanitarias, políticas y diplomáticas de
Europa para fomentar sus intereses y valores en todo el mundo, respetando los
intereses particulares de los Estados miembros en el marco de las relaciones
exteriores.
o La figura del Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad —que también es Vicepresidente de la Comisión—
da mayor peso, coherencia y visibilidad a la actuación exterior de la UE.
o El nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior asiste al Alto
Representante en el desempeño de sus funciones.
o La personalidad jurídica única de la Unión fortifica su poder de
negociación, convirtiéndola en un actor más eficaz a escala internacional
y un socio más visible para otros países y organizaciones internacionales.
o El desarrollo de la Política Europea de Seguridad y Defensa conserva un
sistema especial de toma de decisiones. Sin embargo, también prepara el
terreno para la cooperación reforzada de un grupo más reducido de
Estados miembros.
Una Europa más democrática y transparente
El funcionamiento de la UE se rige por tres principios democráticos:
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


Igualdad democrática: las instituciones europeas deben atender por igual a
todos los ciudadanos
Democracia representativa: un mayor papel del Parlamento Europeo y mayor
participación de los Parlamentos nacionales
Democracia participativa: nuevos mecanismos de interacción entre los
ciudadanos y las instituciones, tales como la iniciativa ciudadana.
Además, quedan más claras las relaciones entre los Estados miembros y la Unión
Europea.
Mayor poder para el Parlamento Europeo
Los diputados del Parlamento Europeo, elegidos por sufragio universal directo cada
cinco años, representan a los ciudadanos de los Estados miembros. Las competencias de
la Eurocámara han ido ampliándose poco a poco Con cada nuevo Tratado. El de Lisboa
no es una excepción, pues le confiere más poderes legislativos, presupuestarios y en
materia de acuerdos internacionales.
En materia legislativa, el procedimiento de codecisión (que pasa a llamarse
"procedimiento legislativo ordinario") se amplía a otros campos. Eso significa que, en
una serie de áreas en las que antes a lo sumo se le consultaba, el Parlamento tendrá tanto
poder legislador como el Consejo. Entre ellas figuran la inmigración legal, la
cooperación judicial penal (Eurojust, prevención de la delincuencia, aproximación de
las normas penales, infracciones y sanciones), la cooperación policial (Europol) y
determinados aspectos de política comercial o agrícola. De este modo, el Parlamento
Europeo intervendrá en casi todos los procesos legislativos.
En materia presupuestaria, el nuevo Tratado incorpora la práctica establecida del
marco financiero plurianual, que debe contar con la preceptiva aprobación del
Parlamento. Desaparece la actual distinción entre los llamados "gastos obligatorios"
(ayudas directas a la agricultura por ejemplo) y "no obligatorios": el Parlamento y el
Consejo deberán fijar todos los gastos de manera conjunta. Esta innovación reequilibra
el peso respectivo de ambas instituciones a la hora de aprobar el presupuesto de la UE.
Por último, el Parlamento Europeo deberá aprobar todos los acuerdos internacionales
en campos sometidos al procedimiento legislativo ordinario.
Mayor participación de los Parlamentos nacionales
El Tratado ofrece a los Parlamentos nacionales más posibilidades de participar codo a
codo con las instituciones europeas en la labor de la Unión. Una nueva disposición
establece claramente los derechos y obligaciones de los Parlamentos nacionales dentro
de la UE: derecho a la información, control de la subsidiariedad, mecanismos de
evaluación en el espacio de libertad, seguridad y justicia, revisión de los Tratados, etc.
Una de las grandes innovaciones del Tratado de Lisboa es la nueva facultad de control
de la subsidiariedad. Según el principio de subsidiariedad, la UE sólo actúa (excepto
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en ámbitos de su exclusiva competencia) cuando resulta más eficaz que una actuación
de los países miembros. A partir de ahora, si un Parlamento nacional considera que una
propuesta no se ajusta a este principio, puede iniciar un procedimiento que se
desarrollará en dos tiempos:


si una tercera parte de los Parlamentos nacionales considera que la propuesta no
se ajusta al principio de subsidiariedad, la Comisión deberá reexaminarla y
podrá decidir mantenerla, modificarla o retirarla;
si una mayoría de los Parlamentos nacionales comparte ese punto de vista pero
la Comisión, con todo, decide mantener su propuesta, deberá exponer sus
motivos y corresponderá al Parlamento Europeo y el Consejo decidir si el
procedimiento legislativo sigue adelante o no.
Transparencia en el Consejo de Ministros
Tanto los Parlamentos nacionales como los ciudadanos pueden conocer directamente las
decisiones tomadas por los Ministros de cada país en el Consejo, ya que todos los
debates en materia legislativa pasan a ser públicos.
Más democracia participativa
Los ciudadanos europeos ya tienen a su disposición muchos medios de informarse y
participar en el proceso político europeo. A ellos se añade la iniciativa ciudadana: un
millón de ciudadanos de uno o varios Estados miembros pueden instar a la Comisión a
presentar propuestas sobre cualquier cuestión en la cual tenga competencias la UE. Una
vez haya entrado en vigor el Tratado de Lisboa se detallará cómo se ejerce en la práctica
esta iniciativa.
El Tratado destaca por otra parte la importancia de la consultas y el diálogo con las
asociaciones, la sociedad civil, los interlocutores sociales, las comunidades religiosas y
las organizaciones no confesionales.
Relaciones entre la Unión Europea y sus Estados miembros
A menudo los ciudadanos se preguntan quién hace cada cosa en la UE. El Tratado
precisa quién debe actuar: la Unión o los Estados miembros. Hay tres categorías de
competencias:


Competencias exclusivas: en ámbitos como la unión aduanera, la política
comercial común o la competencia, sólo la Unión puede legislar.
Medidas de apoyo, coordinación o complemento: en áreas como cultura,
educación o industria, la Unión sólo puede apoyar la actuación de los Estados
miembros (por ejemplo, facilitando la financiación).
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
Competencias compartidas: en otros ámbitos (medio ambiente, transporte,
protección de los consumidores, etc.) tanto la Unión como los Estados miembros
pueden legislar sin perjuicio del principio de subsidiariedad.
Una vez incorporado a la Unión Europea, cada país es libre de permanecer en ella o no.
El Tratado de Lisboa introduce una cláusula de retirada voluntaria que reconoce la
posibilidad de abandonar la Unión en cualquier momento.
Instituciones eficaces y modernas
El Tratado de Lisboa no altera sustancialmente la arquitectura institucional de la Unión,
basada en el triángulo compuesto por sus tres principales instituciones: el Parlamento, el
Consejo y la Comisión. Ahora bien, para servir mejor a los ciudadanos europeos,
introduce una serie de nuevos elementos que aumentan la eficacia, coherencia y
transparencia de las instituciones.
Éstas pasan a ser siete: el Parlamento Europeo, el Consejo Europeo, el Consejo, la
Comisión Europea, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Banco Central
Europeo y el Tribunal de Cuentas. ¿Qué cambia entonces con el Tratado?
El Parlamento Europeo
El Parlamento Europeo representa a los votantes de los Estados miembros. El Tratado
de Lisboa aumenta sus poderes en los ámbitos legislativo, presupuestario y de
aprobación de acuerdos internacionales. Modifica también su composición: no podrá
tener más de 751 diputados (750 más el Presidente) y el reparto de escaños entre países
miembros se efectuará según un principio de "proporcionalidad regresiva", lo que
significa que los diputados de los países más poblados representarán a más ciudadanos
que los de los menos poblados. Ningún Estado miembro podrá tener menos de 6
diputados ni más de 96.
El Consejo Europeo
El Consejo Europeo, cuya función es de impulso político, se convierte en institución de
la UE, pero no por ello recibe nuevas atribuciones. Sin embargo, se crea una nueva
figura: el Presidente del Consejo Europeo, elegido por éste para un mandato de dos años
y medio y cuya misión principal será garantizar la preparación y continuidad de su labor
y favorecer el consenso entre los países miembros. El Presidente no podrá desempeñar
durante su mandato funciones del cargo electo en su país.
El Consejo de la Unión Europea
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El Consejo representa a los Gobiernos de los Estados miembros. En esencia, su función
sigue siendo la misma. Seguirá compartiendo las funciones legislativas y
presupuestarias con el Parlamento Europeo y ejerciendo un cometido fundamental en la
Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) y la coordinación de las políticas
económicas.
La principal novedad que introduce el Tratado de Lisboa se refiere al proceso de
decisión. En primer lugar, el Consejo decidirá por mayoría cualificada salvo en caso de
que los Tratados establezcan otro procedimiento, como el voto por unanimidad. En la
práctica, esto supone que el voto por mayoría cualificada se amplía a numerosos
ámbitos (por ejemplo, inmigración o cultura).
En 2014 se introducirá un nuevo sistema: la votación por doble mayoría. Para su
aprobación por el Consejo, las propuestas de legislación europea no sólo deberán contar
con el respaldo de los países miembros (55%), sino también de la población (65%).
Quedará así reflejada la doble legitimidad de la UE como unión de pueblos y naciones,
y el proceso legislativo será más eficaz y transparente. Este nuevo método se completará
con otro nuevo mecanismo (similar al llamado "compromiso de Ioannina"): cuando un
número reducido de Estados miembros (cercano a la minoría de bloqueo) se oponga a
una decisión, podrá manifestarlo y el Consejo deberá hacer cuanto esté en su mano para
alcanzar una solución satisfactoria para ambas partes en un plazo razonable.
La Comisión Europea
Su misión principal es la defensa del interés general europeo. El Tratado ofrece la
perspectiva de que cada Estado miembro tenga un Comisario, mientras que, según los
anteriores Tratados, su número debía llegar a ser inferior al de Estados miembros.
Otra novedad importante: el Tratado de Lisboa introduce una relación directa entre los
resultados de las elecciones al Parlamento Europeo y la elección del candidato a la
Presidencia de la Comisión.
También se refuerza la posición del Presidente, que podrá cesar a los Comisarios.
El Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política
de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión
La creación de este cargo constituye una de las principales innovaciones institucionales
del Tratado de Lisboa y dará mayor coherencia a las relaciones de la Unión con otros
países y organismos internacionales.
El Alto o Alta Representante tiene una doble competencia: representar al Consejo en
cuestiones de Política Exterior y de Seguridad Común y actuar como Comisario de
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Asuntos Exteriores de la Comisión. Como responsable de política exterior y política de
defensa común, preside las reuniones periódicas de los Ministros de Asuntos Exteriores
(el "Consejo de Asuntos Exteriores"). Además, representa a la Unión en la escena
internacional en asuntos relacionados con la PESC y está asistido por un nuevo Servicio
Europeo de Acción Exterior compuesto por funcionarios del Consejo, la Comisión y
los servicios diplomáticos nacionales.
Las demás instituciones
Las funciones y competencias del Banco Central Europeo (BCE) y el Tribunal de
Cuentas se mantienen sin cambios significativos. En cambio, el Tratado amplía el
ámbito de intervención del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (sobre todo en
cuanto a cooperación policial y judicial en materia penal) e introduce algunas
modificaciones de procedimiento.
Los Parlamentos nacionales
Aunque los parlamentos nacionales no formen parte de la estructura institucional oficial
de la UE, desempeñan una función esencial en su funcionamiento. El Tratado reconoce
y consolida esa función. Por ejemplo, si un número suficiente de parlamentos
nacionales está convencido de que sería mejor adoptar una iniciativa legislativa en el
ámbito local, regional o nacional, la Comisión debe retirarla o justificar claramente por
qué a su juicio la iniciativa no es contrario al principio de subsidiariedad.
Una Europa de derechos y valores
Dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los
derechos humanos son los valores fundamentales proclamados al comienzo del Tratado
de Lisboa. Todos los Estados miembros los comparten y debe respetarlos todo país que
desee incorporarse a la Unión.
La defensa de esos valores y de la paz y bienestar de sus pueblos pasa a ser objetivo
primordial de la Unión. A él se añaden otros más específicos, como el fomento de la
justicia y la protección social y la lucha contra la exclusión social y la discriminación.
El Tratado de Lisboa contiene progresos importantes en materia de derechos
fundamentales y abre el camino a la adhesión de la UE al Convenio Europeo para la
Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales.
Asimismo, garantiza la aplicación de la Carta de los Derechos Fundamentales. Con ello,
la UE se dota de un catálogo de derechos civiles, políticos, económicos y sociales que
son jurídicamente vinculantes tanto para sus instituciones como para los Estados
miembros a la hora de aplicar la legislación europea. La Carta enuncia todos los
derechos fundamentales en seis capítulos: Dignidad, Libertades, Igualdad, Solidaridad,
Ciudadanía y Justicia. También proclama otros derechos que no figuran en el Convenio
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Europeo (protección de datos, bioética y derecho a una buena administración) y
consolida las medidas contra la discriminación por razón de sexo, raza y color. La Carta
se refiere además a los derechos sociales en las empresas, como el derecho a la
información y consulta de los trabajadores o el derecho de negociación y acción
colectiva (huelga).
Pero además, el Tratado de Lisboa introduce un nuevo derecho que permite a todos dar
su punto de vista sobre las cuestiones europeas: la posibilidad de que un grupo de al
menos un millón de ciudadanos de un número significativo de Estados miembros firme
una petición que inste a la Comisión a presentar una propuesta legislativa.
La Unión Europea en el Mundo
Al promover sus valores e intereses a escala internacional, la UE actúa como principal
potencia comercial del planeta y primera prestadora de ayuda a los países en desarrollo.
Gracias al Tratado de Lisboa, Europa se expresará con más claridad en sus relaciones
exteriores.
Para mantener su libertad, seguridad y prosperidad, Europa tiene que realizar su
potencial a escala mundial. En un mundo globalizado, ningún país puede enfrentarse en
solitario a la seguridad del abastecimiento energético, el cambio climático, el desarrollo
sostenible, la competitividad de la economía y el terrorismo. Se necesita una respuesta
que sólo está al alcance de la UE en su conjunto.
El Tratado de Lisboa introduce dos novedades que tienen importantes consecuencias
para la acción exterior de la Unión. Se trata de las figuras de Presidente “permanente”
del Consejo Europeo (con un mandato renovable de dos años y medio) y de Alto
Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y Vicepresidente de la
Comisión, que vela por la coherencia de la actuación exterior de la Unión. Así la UE
puede ejercer una labor más sólida y eficaz a nivel internacional. Al conectar las
distintas facetas de su política exterior (diplomacia, seguridad, comercio, desarrollo,
ayuda humanitaria, negociaciones internacionales, etc.) la UE está en condiciones de
expresarse con más claridad ante sus países socios y las organizaciones de todo el
mundo.
El impacto de las actuaciones de la UE también queda reforzado gracias al nuevo
Servicio de Acción Exterior, que presta su ayuda al Alto Representante recurriendo a los
medios de que disponen las instituciones y los Estados miembros de la UE.
El Tratado atribuye a la UE una personalidad jurídica única. En adelante, la Unión
puede celebrar acuerdos internacionales y participar en organizaciones internacionales.
Habla y actua como una sola entidad.
El Tratado de Lisboa da mayor visibilidad a los principios en los que se basa la UE:
democracia, Estado de Derecho, derechos humanos y libertades fundamentales y respeto
de la dignidad humana, la igualdad y la solidaridad. Por primera vez se establece una
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base jurídica específica para la ayuda humanitaria y se abre la puerta a la creación de un
Cuerpo Voluntario Europeo de Ayuda Humanitaria.
Además de definir el papel de la UE en el mundo, el Tratado de Lisboa contempla una
Política Común de Seguridad y Defensa y la reconoce como parte integrante de la
Política Exterior y de Seguridad Común. Se introduce una "cláusula de solidaridad" que
prevé la actuación conjunta de la Unión y los Estados miembros si un Estado miembro
es objeto de un ataque terrorista.
Más justicia, libertad y seguridad
Entre las grandes prioridades de la Unión Europea figura la de crear un espacio de
justicia, libertad y seguridad.
El Tratado de Lisboa introduce cambios importantes en las actuales normas europeas
sobre libertad, seguridad y justicia y facilita una actuación más amplia, legítima, eficaz,
transparente y democrática de la UE en este campo.
Antes de su entrada en vigor, las decisiones importantes en esta materia debían
adoptarse por unanimidad en el Consejo; al Parlamento y el Tribunal de Justicia
Europeos les correspondía un papel menor.
El Tratado de Lisboa supone mayor democracia y transparencia: un conjunto uniforme
de disposiciones jurídicas se adopta ahora en un proceso en el que el Parlamento
Europeo, como colegislador (procedimiento de codecisión), desempeña un papel más
relevante. Además, se extiende el principio de mayoría cualificada en el Consejo.
La actuación de la UE con respecto a la cooperación policial y judicial en asuntos
penales se ve facilitada al suprimirse la distinción entre diferentes ámbitos políticos (los
denominados "pilares") que antes caracterizaba a la estructura institucional.
No obstante, los Estados miembros mantienen la posibilidad de emprender iniciativas
legislativas sobre cooperación policial operativa, justicia penal y cooperación
administrativa (siempre y cuando las respalde una cuarta parte del total de países). La
Comisión Europea asume plenamente su papel como guardiana de los Tratados y como
garante, junto al Tribunal de Justicia Europeo, de la correcta aplicación de todas las
decisiones.
Los Parlamentos nacionales participan de manera más activa en el examen y la
elaboración de dictámenes sobre temas de justicia, libertad y seguridad.
El Tratado de Lisboa garantiza las libertades y los principios enunciados en la Carta de
los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, cuyas disposiciones pasan a ser
jurídicamente vinculantes. Por su parte, el Tribunal de Justicia obtiene más poderes para
asegurar la correcta aplicación de la Carta.
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Todos estos cambios contribuyen a un proceso decisorio más amplio, legítimo, eficaz,
transparente y democrático para el espacio común de libertad, seguridad y justicia, y
ponen fin a los repetidos bloqueos de propuestas a que daba lugar el principio de
unanimidad.
Es de señalar, no obstante, que tres Estados miembros han juzgado necesario negociar o
prorrogar ciertas disposiciones particulares sobre aspectos concretos de justicia, libertad
y seguridad para mantener algunos puntos de sus normativas nacionales.
Políticas para mejorar la vida
Encabezar la lucha contra el cambio climático, desarrollar una ambiciosa política
espacial o garantizar la seguridad del suministro energético son algunos ejemplos de lo
que ahora puede hacer la UE gracias al Tratado de Lisboa.
La Unión desarrolla muy variadas actividades que repercuten en nuestra vida cotidiana;
pero no son menos complejos y diversos los desafíos que afronta Europa. El Tratado
nos ayudará a seguir avanzando en un mundo de creciente competencia y cambios
demográficos. Su introducción no sólo será positiva para el crecimiento y la
competitividad, sino también en aspectos sociales: de ahora en adelante, toda política
europea deberá favorecer el empleo, una protección social adecuada y la lucha contra la
exclusión social.
Cambio climático y medio ambiente
El cambio climático es una de nuestras mayores amenazas actuales, pues afecta tanto a
nuestra vida social y económica como a nuestro medio ambiente. Combatirlo en la
escena internacional constituye, junto con el desarrollo sostenible, el frente principal de
la política medioambiental europea. Desarrollo sostenible y protección del medio
ambiente ya figuraban en los Tratados vigentes; pero el de Lisboa establece definiciones
claras para permitir a la Unión una actuación más contundente.
Energía
El suministro energético es de crucial importancia para todos: baste recordar cómo para
muchos europeos han aumentado las facturas en los últimos años. El Tratado de Lisboa
permite a Europa garantizar el suministro y favorece el uso de recursos sostenibles y
competitivos.
El Tratado contiene un capítulo expresamente dedicado a la energía en el que se definen
las competencias fundamentales y los objetivos generales de la política energética: el
funcionamiento de los mercados, la seguridad del suministro, la eficiencia y el ahorro, el
desarrollo de formas nuevas y renovables y la interconexión de redes. Por vez primera
existe un principio de solidaridad en virtud del cual, si un país miembro atraviesa graves
dificultades de suministro energético, los demás le ayudarán a abastecerse.
Protección civil
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El Tratado de Lisboa pretende facilitar la prevención y protección frente a catástrofes
tanto naturales como provocadas por el hombre. La nueva base jurídica permite apoyar
las medidas de los Estados miembros en este campo y fomentar la cooperación
operativa. Ahora que empiezan a aparecer las primeras señales visibles del cambio
climático en Europa (inundaciones e incendios), la cooperación entre los Estados
miembros es más necesaria que nunca.
Salud pública
El bienestar de los ciudadanos europeos ocupa un lugar central en el Tratado de Lisboa,
que prevé mejorar las políticas sanitarias. El Tratado contempla medidas cuyo objetivo
directo es proteger la salud pública, incluidas las relativas al tabaco y el consumo
excesivo de alcohol. Para mayor protección del paciente, la UE puede ahora establecer
normas aplicables a los productos y dispositivos médicos. Por último, el Tratado ayuda
a los Estados miembros a reaccionar en caso de alerta precoz de amenazas
transfronterizas graves, tales como la gripe aviar. El Tratado permite a los Estados
miembros movilizar todos sus recursos de manera coordinada y eficaz en caso de que
las amenazas se concreten.
Servicios públicos
El Tratado de Lisboa reconoce el papel de los servicios públicos para la cohesión social
y regional: los transportes, las escuelas y la asistencia sanitaria son vitales para todos
nosotros. Un protocolo especial anexo al Tratado establece las claves de unos servicios
de interés general eficaz y oportuno.
Política regional
El Tratado también consolida la cohesión económica, social y territorial en la Unión:
por primera vez se incluye entre los objetivos de la UE el principio de cohesión
territorial. El Tratado de Lisboa refuerza el papel de las regiones; la nueva definición
del principio de subsidiariedad (la UE sólo actúa cuando los resultados puedan mejorar
los que alcanzarían los Estados miembros) alude a los niveles local y regional.
Investigación
El Tratado de Lisboa sitúa en el núcleo de la política de investigación la creación de un
Espacio Europeo de Investigación por el que investigadores, conocimientos y
tecnologías circulen libremente. En un momento en que aparecen nuevos agentes
mundiales deseosos de lanzar proyectos espaciales, el Tratado establece una nueva base
jurídica para una política espacial coherente. Reconoce así explícitamente que Europa
no puede pasar por alto los beneficios económicos y estratégicos de una política
espacial.
Política comercial
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A todos interesa que el comercio se mantenga justo y libre. El Tratado de Lisboa hace
extensiva la política comercial europea a la inversión directa extranjera. Los
instrumentos de la propiedad intelectual - marcas, diseños, patentes, derechos de autor favorecen la innovación, el crecimiento y la competitividad. El Tratado de Lisboa
facilita su protección uniforme en toda la Unión.
Deporte
El Tratado de Lisboa abre la puerta a una verdadera dimensión europea del deporte. Las
nuevas disposiciones permiten que la Unión apoye, coordine y complemente las
medidas de los Estados miembros, favorecen la neutralidad y transparencia de las
competiciones y facilitarán la cooperación entre organismos deportivos Pero además,
protegen la integridad física y moral de los y las deportistas, con especial atención a los
jóvenes.
Economía
La zona del euro, compuesta por los países que han adoptado la moneda común,
también funcionará mejor con el Tratado de Lisboa. La Comisión puede ahora dirigir
advertencias "directas" a aquellos Estados miembros cuya falta de disciplina
presupuestaria pueda amenazar el buen funcionamiento de la eurozona.
Protección de datos
El Tratado de Lisboa establece de modo inequívoco que toda persona tiene el derecho –
por lo demás consagrado en la Carta de los Derechos Fundamentales - a la protección de
sus datos personales.
Turismo
El Tratado de Lisboa contempla nuevas disposiciones específicas sobre turismo con el
objetivo de convertir a la UE en el primer destino turístico mundial.
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