Justificación de los valores materiales Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. La lucha entre las filosofías del idealismo y el materialismo ha existido probablemente a través de la historia del hombre y probablemente continúe existiendo mientras haya seres humanos inteligentes. Cada defensor del sistema de pensar elegido al que es leal, es con frecuencia vehemente en su apoyo de aquello que ha elegido. El idealista no solo pretende que el materialista está completamente equivocado, sino que deja de lado los esenciales de la existencia, los que están estrechamente relacionados con el propósito de la expresión humana. En su crítica del idealismo, el materialista, por otra parte, usualmente basa sus comentarios en el principio que el idealismo no es práctico, no se sujeta a uso en una vida ocupada, activa y en el medio ambiente práctico de un mundo material, cuyos problemas son un desafío actual, existente a través de la vida y la experiencia de cada individuo. Es muy fácil para el idealista criticar al materialista o viceversa, porque los dos sistemas de pensamiento representan conceptos e ideas diametralmente opuestos. Tienen poco en común. Existen algunos principios que sirven como base sobre la cual encontrarse, llegar a un compromiso o estar de acuerdo. El idealista extremo trata de ignorar el mundo material. Algunos que declaran estar suficientemente concernidos con el concepto de idealismo niegan la existencia física. Niegan el dolor, la muerte o las otras condiciones que son esas partes de la experiencia humana relacionadas con el cuerpo físico. Las filosofías, religiones y doctrinas han sido establecidas sobre el idealismo. Probablemente uno de los más destacados filósofos en avanzar este tipo de idealismo fue Bishop Berkeley, que pretendía que vivimos en un mundo de ideas y a través de nuestras ideas alcanzamos la ilusión de la existencia material. No debemos descontar el valor de la contribución de Berkeley a la historia de la filosofía. Berkeley no era un soñador en el sentido de ser meramente uno que quería pasar las responsabilidades de la vida a una filosofía que negaba su existencia. Era un individuo inteligente, bien instruido y su filosofía tiene mucho que ofrecer; pero su extrema interpretación va más allá de los límites de la credulidad humana, es decir, encontramos difícil declarar que vivimos exclusivamente en un mundo de ideas cuando estamos hoy encarados a tantas decisiones que son existentes o están en un sentido presionándonos a causa de su naturaleza u origen material. Ya he declarado que el idealismo y el materialismo son tan fundamentalmente opuestos el uno al otro, que es difícil encontrar territorio común pero ciertamente que tiene que haber en algún lado un lugar de reunión para estos dos sistemas de pensar. En otras palabras, tiene que haber alguna justificación del materialismo, y algo necesita decirse en su defensa de tiempo en tiempo. Se ha repetido frecuentemente que el error básico en la sociedad moderna de hoy es que es demasiado materialista. Esta es una acusación fácil de hacer en contra de la sociedad existente, y encontramos que esta es, en un sentido, la voz de la generación más joven de hoy, que dice que el mundo como existe ahora está en error y mal debido a la naturaleza materialista de mucha de su filosofía. Desgraciadamente, estos jóvenes idealistas (al tratar de presentar sus conceptos de idealismo) no están presentando nada particularmente nuevo, ni están siempre practicando en su comportamiento abierto la esencia de una filosofía idealista. Muchas veces miembros de una generación más vieja pueden fácilmente mostrar impaciencia con las acciones y actitudes de la hoy llamada generación más joven, particularmente aquellos que son muy militantes y están tomando posiciones radicales antisociales en contra de instituciones, principios y situaciones que consideramos son de valor. Es fácil criticarlas, pero si examinamos la historia del presente siglo y somos honestos, podemos tener que admitir que tienen alguna justificación por su crítica. Yo puedo recordar bastante de este siglo, y me parece que puede sumarse en unas pocas palabras: guerra y desajuste económico. En otras palabras, hemos peleado y hemos cosechado las penalidades de la guerra a través del desajuste económico. Ha habido depresión. Ha habido períodos de prosperidad. A través de estos periodos de conflicto, depresión y prosperidad, los pobres han continuado existiendo, a los no privilegiados se les ha dado consideración secundaria, y al mismo tiempo están aquellos que han ganado con la guerra y con las filosofías que han causado los eventos históricos del siglo pasado. Nadie que esté cuerdo puede negar que el cambio de lo materialista fuera bueno. Ciertamente, el materialismo, que es el fundamento de la ciencia moderna, de la industria moderna y de la resultante sociedad que ha brotado de él, no ha de ser felicitado por tal resultado y tal desenlace, si la historia de los Estados Unidos es un ejemplo de la aplicación de esta filosofía. Un mundo en el que los seres humanos se matan uno al otro, un mundo que no trata con comprensión humana a todas las criaturas vivientes, que permite que algunos seres humanos vivan en la pobreza y la degradación mientras que otros tienen más riquezas de las que posiblemente puedan usar, no es una sociedad basada en una correcta filosofía. Estoy de acuerdo en que a los victoriosos, bajo ciertas circunstancias, pertenece el botín. El hombre que inventa nuevas cosas que hacen mejor la vida merece las ganancias, pero al mismo tiempo un individuo o compañía que gana en bienes materiales más allá de lo que un hombre pueda razonablemente utilizar para sí o para el negocio que acumula esta riqueza, también tiene una obligación hacia la sociedad. Mucha gente rica ha creado el ejemplo al dar o hacer obtenible grandes sumas de dinero para propósitos dignos que beneficien a todos los seres humanos. Por otra parte, mucha riqueza ha sido utilizada para degradar aún más al estrato más bajo de la sociedad y hacer el vivir aún más difícil. Pero para volver al tema del materialismo, siempre ha existido la acusación que en los Estados Unidos el materialismo excesivo ha causado todos nuestros problemas. Ya hemos repasado el hecho de que el materialismo como filosofía ciertamente es básico a muchos de nuestros problemas; sin embargo, la mayoría de las sociedades han tratado de adquirir valores materiales, y muchos de los individuos que durante todos los períodos de la historia han declarado ser la exposición viviente del idealismo, han olvidado estos ideales cuando han adquirido ciertas posesiones materiales. Los idealistas en posesión de riqueza a veces se vuelven en los más radicales de los materialistas. Podría argüirse que en muchas partes de lo que a veces se llama el Este contemplativo hay menos deseos de adquirir cosas materiales, o menos disposición a adquirirlas. El hecho desgraciado es que los individuos y las naciones que son pobres materialmente no son necesariamente más ricos espiritualmente. Muchas de las naciones del Este (que a veces son mencionadas como exponentes del idealismo) están evidenciando realmente en su sociedad el mismo tipo de espíritu de competencia al que se apunta en el mundo occidental como un producto del materialismo. En otras palabras, existen los crímenes usuales, robos, asesinatos y deseos de controlar cosas y gente, una muy definida indicación de que los individuos son más o menos iguales en todo el mundo, a despecho del aura de creencias que se haya creado acerca de ellos. Es interesante notar que siguiendo la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de las naciones del mundo comenzaron a clamar para importar objetos que estaban siendo manufacturados en el mundo occidental. Querían los aparatos que ahorran trabajo, los aparatos mecánicos y todas las otras cosas materiales que habían sido acumuladas o perfeccionadas. En otras palabras, había más interés por parte de muchas naciones que habían sido privadas de materiales durante la guerra, en reemplazar su inventario de materiales de lo que había y pedir contribuciones de la cultura que podría haber estado en existencia en el mundo occidental. La Edad Media a veces se considera como habiendo sido un período de espiritualidad, porque la iglesia tenía supremacía sobre la vida de los hombres, como individuos y como grupos; sin embargo, durante ese período de la Edad Media, el materialismo todavía existía y muchos individuos querían adquirir material antes -o mas- de lo que querían adquirir ideales. Al tratar de defender al materialismo, no podemos negar que ha añadido tiempo extra al hombre. El materialismo lo ha liberado de mucha labor dura. Esto ciertamente es un bien. Ha sido un desarrollo que ha permitido que la gente se levante de la pobreza y el servilismo (o hasta verdadera esclavitud) y avance hasta un nivel donde ha tenido tiempo para darle algo de atención a una vida decente y civilizada, basada en la cultura al igual que en las posesiones. Cuando hay prosperidad, hay tiempo para permitirse el lujo de valores más altos. En este modo, el materialismo contribuye al idealismo. En el mundo occidental, las artes, la cultura y la filosofía han existido, avanzadas o declinadas, dependiendo muchas veces del interés de individuos, pero han estado allí. En otras palabras, hay museos y bibliotecas disponibles a una gran parte de la población del mundo occidental. En este sentido nuestro materialismo es reflejado no solamente en abundancia material sino que en aquellos asuntos que afectan a la mente y al alma del hombre, y hacen que tenga a su disposición los descubrimientos culturales de todas las civilizaciones. El idealismo y el materialismo existen, como dijera antes, lado a lado. El idealista dice fundamentalmente que los valores más altos son aquellos que yacen fuera del universo físico. Estos son conceptos e ideas que tan dramáticamente Platón demostrara en muchos de sus diálogos. El materialista, por otro lado, dice que todo lo que sabemos que existe es lo que percibimos con nuestros sentidos físicos, y que el hombre debería usar los sentidos físicos y el material que está a su disposición para crear su propio mundo y medio ambiente. La interesante conclusión (si una conclusión o sumario puede alcanzarse en la consideración de estas dos filosofías) es que ambas son ciertas. Lo material y las ideas, ambos existen. Frecuentemente las ideas preceden a lo material. Ciertamente, los grandes inventores que produjeron cosas que hoy aceptamos como comunes, deben haber tenido una idea antes de que la manifestación tomara lugar. Tomás Edison tenía una luz eléctrica en su mente, como si así fuere, antes de que fuera una fuente actual, material de iluminación, pero sin el mundo que proveyó los implementos materiales, entrenamiento y conocimiento con el cual trabajar, su idea nunca podría haber sido traída al mundo de la actualidad y, por lo tanto, a la realización de las mentes de los hombres. El mundo material es como una concha o el cuerpo de un vehículo. Es el medio a través del cual la idea se vuelve manifiesta. Al igual que el ser humano es una entidad viviente en un cuerpo físico, material, así todas las ideas que alguna vez hayan sido, sean o vayan a ser, son entidades no materiales que pueden expresarse a través de un canal físico. Por lo tanto, podría la humanidad volverse y considerar el desarrollo de una forma de idealismo práctico un idealismo que todavía se sujeta a los ideales de Platón y de los grandes filósofos y maestros religiosos de todo el tiempo- y sin embargo reconocer que con un cuerpo físico el hombre está como una parte del mundo material. El hombre debería esperar estas ideas en una forma que sea más ventajosa para él y sus congéneres, considerando al mundo material como un vehículo para la expresión de los ideales más altos del universo. En otras palabras, la justificación para el materialismo es que describe una condición que en realidad existe. Hay cosas materiales en el universo, y pueden ser usadas. El hombre, por otra parte, puede juzgar, sobre la base de valor, que mientras que lo material tiene ventajas, es transitorio, en tanto que las ideas están arraigadas en la mente, el alma y el Cósmico, y tienen valor y durarán a través de todo el tiempo, aun posiblemente cuando lo material cese de existir o se haya gastado, por así decirlo. Por lo tanto, la cuestión no es una de elegir una filosofía que sea puramente idealista o puramente materialista, sino a través del ejercicio de nuestra propia inteligencia, para seleccionar aquellos valores que son permanentes y duraderos y basar nuestra filosofía individual de la vida sobre aquellos valores que no perecen sino que existen por toda la eternidad.