Aportes para una reflexión sobre lo inconsciente. Enrique Alba Miguel nos allana un camino para ir pensando, traza una huella, y hace de nosotros rastreadores en busca de algo incierto. En realidad no sabemos en principio que es lo que buscamos pero nos orienta el estimulo que recibimos del deseo de Miguel en es búsqueda de algo. Confiamos en él, le suponemos algún saber sobre ese algo que nos convoca a buscar y llevados por su entusiasmo nos adentramos en ese sendero. Y entre la hojarasca y el polvo encontramos restos, residuos, de quizás otras búsquedas, de otros rastreadores que fueron dejando sus huellas en el camino. Son senderos ya transitados, recorridos por diversos rastreadores que dejaron sus marcas, valientes en sus derroteros que muchas veces vemos como oscilantes, circundantes a algo que no terminan de encontrar, que se adentran en la espesura del camino titubeantes o decididos. A veces parecieran retornar por el mismo lugar del que partieron, otras perderse en las profundidades sin retorno. Por momentos pareciera perdido el objeto de la búsqueda, y hay que volver a comenzar para reencontrar esa huella originaria que podría estar desdibujada tras el andar de tantos caminantes. Y entonces nos hacemos fuertes en alguna afirmación, no ya de Miguel, al que sabemos en la buena senda, sino de aquel al que Miguel nos pone en el camino y que dijera "no quisiera ver figurar el día de mañana al psicoanálisis en un libro de psiquiatría como una forma de psicoterapia". ¿Pero que valor tiene esa afirmación, casi apologética, para ser tomada en cuenta? Que sea de Freud, no es motivo suficiente, ya que hay muchos dichos de Freud que podrían ser tomados en forma relativa. Sin embargo hay en ese decir ambiguo e indefinido algún núcleo de verdad entando nos interroga, nos inquieta, no solo por el dicho sino también por la certeza de la afirmación. Y sobre todo porque nos reconduce al problema de la instauración misma del psicoanálisis y el lugar de su objeto. Si bien en principio el objeto del psicoanálisis aparece superpuesto a su objetivo, en tanto aliviar el sufrimiento humano, rápidamente se diferencia en tanto hace del inconsciente el objeto de un trabajo, mas allá del objetivo salutífero de un método para la cura. Y en este punto se superponen el método de investigación del inc. con el método terapéutico sin confundirse, haciendo que el último dependa del primero sin dejar de guiarse por las implicancias que el último tendrá sobre las posibilidades de aquel. De esta forma es que desde su método de investigación del inc. irá considerando las perspectivas clínicas de su efectividad en los diferentes campos del sufrimiento humano. Quedará claro entonces que su objeto no es el alivio del sufrimiento sino el trabajo sobe el inconsciente, por más que el mismo tenga como objetivo el alivio del sufrimiento. De esta manera queda un poco mas clara esa afirmación de Freud en tanto no le preocuparía tanto que el psicoanálisis se confunda con una psicoterapia en cuanto los objetivos sino en cuanto a que se confunda su objeto. En última instancia en sus orígenes la cura por la palabra habría compartido los mismos objetivos que cualquier ensalmamiento diferenciándose no por sus objetivos sino por el objeto que pone en juego: el inconsciente. Este descubrimiento central en todo el desarrollo freudiano es el resultado de un feliz encuentro fallido, ya que es la dimensión del síntoma como patos, o sea como fracaso de una función esperable, la que lo lleva a ampliar su psicopatologuia a la vida cotidiana y de allí a todo acto discursivo, afirmando el método terapéutico en la cura por la 1 palabra, y encontrando en esta el resorte fundamental para aquella. De allí la insistencia en los fenómenos de lenguaje en los que se afirma la estructura del inc.: desplazamiento, condensación, figurabilidad, negación, serán las funciones con las que se adelantara a los fundamentos de la lingüística, siendo en esta argamasa que comienza a localizar su objeto. Para eso basta citar La interpretación de los sueños y adentrarse en ese misterio insondable en el que se nos abre la garganta de Irma; o ese laberinto enigmático de palabras, o significantes, dira Lacan, que surgen del abismo del olvido del famoso pintor de Orbieto, del cual Freud posee con hipernitidez la imagen del nombre propio que no puede recordar. A partir de este momento el objeto del psicoanálisis, surgiendo de las fauces abiertas del inconsciente en que se constituye como causa, será la marca de una huella que en su insistencia dejará de costado el objetivo trazado, reapareciendo el mismo en cada retorno del sufrimiento, para recordarnos lo que es imposible olvidar: la angustia, punto de nadificación del sujeto. Entonces, ¿qué queda para el objeto del psicoanálisis del objetivo trazado como psicoterapia?: nada, y no es poca cosa, ya que de esa nada tendrá que dar cuenta el psicoanalista en el final de su recorrido. Y Freud lo recuerda en cada momento, la angustia es angustia de castración, piedra angular que sitúa al objeto del psicoanálisis, roca viva en el final del análisis. Y será por esta nadificacion del sujeto, al que Lacan llama fading, borramiento, por el cual en la angustia se abre a la verdad del inconsciente, como certeza de un encuentro fallido con un objeto incognoscible, ya que inmediatamente a su apertura sigue su cierre. Es así que ante la angustia del olvido, el primer nombre que surge, para el caso de Freud, Botichelli, que al iniciar la cadena asociativa, cierra esa hiancia, en la cual Freud no duda en sondar ese abismo en la búsqueda de su objeto. De esta forma, y en un vuelco espectacular, lo que podría haber sido, como "Tratamiento psíquico...." o ensalmo, llamado psicoterapia ha pasado a llamarse psicoanálisis, no por haber cambiado de objetivo, sino por haber encontrado un nuevo objeto que sera el guíe una cura, que por apuntar a ese objeto y no a cualquier otro, pasará a llamarse psicoanálisis. Y así como Freud se apoya en el aforismo del "libro de psiquiatría" para afirmar el campo del psicoanálisis, también recurrirá a otros para afirmar el método de la cura. Miguel nos recuerda uno que mares de tinta ha generado en los escritos psicoanalíticos. Su relación al arte y en especial a Miguel Angel lo muestran como lo que era, un clásico de su época. ¿Podría no haber conocido a Klein, su contemporáneo y cohetaneo? Siendo un hombre de su época resulta difícil pensarlo y sin embargo no parece contemplarlo a la hora de sus reflexiones. Y así lo hace al afirmar "no soy un conocedor de arte, sino un profano" , "las obras de arte ejercen sobre mi un un poderosos influjo, en particular las creaciones poéticas y escultóricas, mas raramente las pinturas", y afirma "con la música, soy incapaz de obtener goce alguno". ¡que paradoja!, se afirma en el campo de la visión y se aparta del auditivo, y sin embargo, quizá por eso es capaz de aprehenderlas a su manera o sea pudiendo "reducir a conceptos" el influjo que ejercen sobre él la obra de arte en tanto se aparta del campo del goce. Seguramente estas afirmaciones hayan sido sustanciales al elegirlo a Leonardo como pintor para su apologo, aunque sea a la escultura y en especial la de Miguel Anguel la que más lo impresionara. Podríamos decir que lo que mas le influye entonces es la vía del levare, con la que trabaja Miguel Angel y en la que afirma su método en su apologo. Sin embargo debemos recordar, y esto difícilmente lo debia desconocer Freud, lector de una amplia bibliográfica sobre Miguel Anguel, que este afirmaba que debía de ir personalmente a elegir los bloques de mármol a las canteras, ya que observando las vetas de la piedra podía reconocer las 2 formas que ellas encerraban y que el iría poniendo a la vista con su cincel a medida que retiraba lo que las recubrían. O sea que el método de levare seria poner en evidencia algo preexistente ya sea en la piedra o en la idea de Miguel Angel. ¡que contradicción! Nos encontramos que por la via del levare es el artista el que ya tiene preconcebida la obra antes de que ésta esté desarrollada y sin embargo esto es lo que nos quiere prevenir Freud con su apologo, para que no sea el analista quien "sugiera" con su sugestión aquello que al paciente no se le ha ocurrido. ¿pero que son las ocurrencias del paciente?, ¿son las que tiene en la mente, antes de que sean conocidas por su analista? ¿son estas ocurrencias las que el analista vía de levare ira develando? En este sentido la afirmación de lo inconsciente como lo no sabido sabido, en tanto "él no sabia que lo sabia", afirma una vía por lo cual lo inconsciente serian los recuerdos, ideas y pensamientos que no se sabe que se saben y la tarea del analista seria vía de levare poner de manifiesto lo que sin saberse ya sabia, el paciente. Esto hace a una diferencia entre los sabido por el paciente y la sabido por el analista, siendo de ese saber sobre las ideas inconscientes del paciente lo que el analista tendría que ignorar. Así permanecería como una suposición una idea inconsciente preconcebida no sabida que se sabía. Y en este sentido lo inconsciente puesto de manifiesto, ya sea por vía del levare o por vía del porre, se supondría como anterior al acto de su descubrimiento o revelación, relativizando así el apologo de Freud, por mas que mantenga vigencia en tanto no es lo mismo lo que agrega con su asociación el paciente que lo que agrega a la asociación con su interpretación el analista. Sin embargo lo que se pone de manifiesto es fundamentalmente la concepción de lo inconsciente y el lugar, tópica de ese saber. ¿Donde localizarlo? Esta es la perspectiva estructural que Freud se traza desde La interpretación de los sueños con su modelo óptico, desde el cual tiende a espacializar los lugares psíquicos y definir sus relaciones topológicas. Perspectiva estructural que se afirmara como primera y segunda tópica y que en última instancia nos hace reflexionar sobre con que concepto de inc. trabajamos. Es evidente que Freud parte, y nunca se aparta, de sus observaciones clínicas para desarrollar sus conceptos, por mas que de acuerdo a diferentes momentos, no solo de sus desarrollos sino también del de sus seguidores, las diferentes articulaciones de los mismos nos dejen con serias dificultades para su comprensión. Pero es claro que el concepto de inconsciente es central en su andamiaje, por mas divergencias que del mismo surjan. Tanto es así que el año pasado un espacio del Simposio estuvo dedicado al mismo y no fue para nada sencillo llegar a algún acuerdo conceptual que pudiera darle el valor que Freud hubiera querido. Es que mas allá de considerarlo desde un perspectiva dinámica en la que lo incc, se opone a la conciencia en tanto no pensado, surgen serias dificultades para el mismo. Sin embargo cuando en Recuerdos encubridores los piensa los recuerdos consciente como “ un recuerdo cuyo valor consiste en subrogar en la memoria unas impresiones y unos pensamientos de un tiempo posterior y cuyo contenido se enlaza con el genuino mediante vínculos simbólicos y otros semejantes”, afirma que es dudoso que poseamos recuerdos DE la infancia, sino mas bien SOBRE la infancia, en tanto los recuerdos infantiles cuando aparecen no es que AFLORARON sino que en ese momento FUERON FORMADOS. Y cuando se pregunta por la autenticidad de estos recuerdos , ubica su valor mnémico de autenticidad no en el contenido propio sino en su enlace, en su vinculo, con otro contenido sofocado. Así nos nos deja claro que el contenido mnemico del inc. se articula como formaciones del mismo, y no necesariamente como contenidos delo mismo. Estas disquisiciones sobre lo inconsciente, que parecieran tan sencillas, no obstante hacen a diferencias sustanciales sobre la orientación de la cura en tanto plantea diferencias conceptuales sobre el inc. 3 Por lo que el problema, más allá de la vía por la que se aborde, nos plantea fundamentalmente la cuestión de cual es la tópica desde la que concebimos lo inc y el objeto puesto en juego. Y en este punto me viene a la mente otro aforismo muy utilizado en nuestras reflexiones sobre la practica analítica y sus diferencias con las psicoterapias, en especial a lo que hace a la sugestión ya que "en la aplicación de nuestra terapia a las masas nos veremos precisados a alear el oro puro del análisis con el cobre de la sugestión directa..." (1909). En esta afirmación Freud nos orienta en dos direcciones, la primera es en relación a la "terapia a las masas", que abriría toda una discusión en relación al concepto de masa desde la perspectiva de "Psicología de las masas y análisis del yo", en especial sobre el lugar del Ideal del yo y las diferencias entre la sugestión y la transferencia. El otro problema, que es al que me quiero referir hace a las diferencias, en el apologo, entre "el oro puro" y el cobre a las diferentes maneras de concebir al inc. ya que de eso se trata , en tanto el oro puro del psicoanálisis es el oro puro del trabajo del inconsciente. 4