AQUELLA ENTREVISTA A STALIN EN 1934 Firme partidario de la

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AQUELLA ENTREVISTA A STALIN EN 1934
Firme partidario de la insurrección armada, Stalin colaboró con Lenin en la
Revolución de Octubre. En esta entrevista defiende los postulados de la
revolución y del comunismo rusos. Ésta es la séptima entrega de la serie de
entrevistas que publica El País Semanal con los grandes protagonistas del
siglo.
STALIN, EL DICTADOR REVOLUCIONARIO
ENTREVISTA REALIZADA POR H. G. WELLS EN OCTUBRE DE 1934
PARA 'THE NEW STATESMAN AND NATION'
Esta entrevista, realizada el 27 de octubre de 1934, fue publicada bajo el
título Una conversación entre Stalin y Wells, Éste admitió más tarde que había
abordado la tarea con ciertos prejuicios. Consideraba a Stalin un "fanático
egocéntrico y muy reservado, un déspota sin vicios, un celoso monopolizador
del poder". Cuando la entrevista vio la luz, generó gran controversia entre los
intelectuales izquierdas; George Bernard Shaw y Ernest Toller publicaron sus
comentarios al respecto en el siguiente número de la revista. Shaw supo
apreciar la vertiente cómica de la situación: "Stalin escucha con atención y
seriedad a Wells, respondiendo con exactitud a sus preguntas y poniendo el
dedo en la llaga en sus contestaciones. Wells no escucha a Stalin. Se limita a
esperar con resignada paciencia a que termine de hablar para volver a meter
baza. No está allí para aprender nada de Stalin, sino para enseñarle algo".
Shaw prosigue describiendo a Stalin como "un oyente de primera", y a Wells,
como "el peor oyente del mundo". Por su parte, Ernest Toller opinaba que,
contrariamente a lo que ocurría en los países fascistas, en la URSS la libertad
intelectual iba en aumento.
----------o----------Estoy en deuda con usted, señor Stalin, por haber aceptado recibirme.
Hace poco he visitado Estados Unidos, donde mantuve una larga conversación
con el presidente Roosevelt para averiguar cuáles eran sus ideas. El objeto de
mi presencia aquí es preguntarle a usted qué está haciendo para cambiar el
mundo.
-No gran cosa.
-Recorro el mundo como una persona normal y corriente, y, como tal,
observo lo que sucede a mi alrededor.
-Las celebridades importantes como usted no son gente corriente. Por
supuesto, sólo la historia dirá quiénes fueron importantes. Sea como fuere,
usted no contempla el mundo con los ojos de un hombre corriente.
-No pretendía pecar de modesto. Quiero decir que intento ver el mundo
a través de los ojos del hombre corriente, no como lo haría un político o un
responsable de la administración. La visita a Estados Unidos me resultó
estimulante. La vida económica del país está siendo reestructurada. Como dijo
Lenin, "hemos de aprender a hacer negocios". Hoy día son los capitalistas los
que deben aprender de su espíritu socialista. Lo que se está produciendo en
Estados Unidos es la creación de una economía planificada; es decir,
socialista. Usted y Roosevelt tienen diferentes puntos de partida, pero ¿no
existe acaso cierta relación, en lo que se refiere a las concepciones, entre
Washington y Moscú? En Washington, como aquí, están creando nuevos
organismos estatales de regulación, organizando un funcionariado competente.
Su necesidad básica, como la de ustedes, es la capacidad de dirección. Estados Unidos persigue un objetivo diferente al de la URSS. El que persiguen
los americanos deriva de la crisis económica. Los americanos pretenden
superarla por medio de la iniciativa capitalista privada, pero sin cambiar sus
bases económicas. Aquí, por el contrario, para sustituir a la vieja y destruida
economía se ha creado una base económica completamente nueva. Aunque
los americanos consiguieran reducir sus pérdidas al mínimo, no destruirían con
ello las raíces de la anarquía inherente al actual sistema capitalista. Están
preservando un sistema económico que les llevará inevitablemente a la
anarquía productiva. En el mejor de los casos será, pues, un problema, no de
abolir el viejo sistema social que da lugar a la anarquía y las crisis, sino de
restringir la manifestación de algunos de sus peores rasgos. Quizá, a nivel
subjetivo, los americanos piensen que están reorganizando su sociedad;
objetivamente, lo que están haciendo es preservar la base actual de su
sociedad. Tampoco introducirán la planificación económica. ¿Qué es una
economía planificada? La economía planificada lucha por eliminar el paro.
Supongamos que fuera posible preservar el sistema capitalista reduciendo al
mismo tiempo el desempleo hasta un nivel mínimo determinado. Ningún
capitalista aceptaría jamás una erradicación completa del paro, cuyo fin es
ejercer presión sobre el mercado de trabajo para garantizar la disponibilidad de
mano de obra barata. Ahí tiene usted una de las contradicciones de la
economía planificada en las sociedades burguesas. Además, la planificación de
la economía presupone un incremento en la producción de aquellas ramas de
la industria que generan bienes que las masas necesitan. Pero el incremento
de la producción bajo el capitalismo obedece a motivos muy distintos. El capital
fluye hacia aquellos sectores de la economía en los que las tasas de beneficios
son mayores. Nunca conseguirá que un capitalista acepte incurrir en una
pérdida de beneficios para sí mismo en aras de satisfacer las necesidades del
pueblo. Sin librarnos de los capitalistas, sin abolir la propiedad privada de los
medios de producción, es imposible crear una economía planificada.
-Estoy de acuerdo, pero me gustaría hacer hincapié en que si un país
adopta el principio de la economía planificada, la oligarquía financiera quedará
abolida y el socialismo acabará imponiéndose. En mi opinión, las ideas que
impulsan el new deal de Roosevelt son ideas socialistas. Creo que en lugar de
poner el énfasis en el antagonismo entre nuestros dos mundos, deberíamos
encontrar un lenguaje común con el que pudiéramos entendernos todas las
fuerzas de espíritu constructivo.
-Cuando he mencionado antes la imposibilidad de hacer realidad los
principios de la economía planificada preservando al mismo tiempo la base
económica del capitalismo no pretendía menospreciar las extraordinarias
cualidades de Roosevelt, su iniciativa y su determinación. Roosevelt es uno de
los dirigentes más destacados del mundo capitalista. Es cierto que no puede
descartarse la posibilidad de avanzar paulatinamente hacia el socialismo, en el
sentido anglosajón del término, bajo las condiciones que impone el capitalismo.
Pero, ¿qué clase de socialismo será ése? En el mejor de los casos meterá en
cintura a los más desaforados representantes del sistema de explotación
capitalista, y supondrá una mayor aplicación del principio de regulación en la
economía nacional. Y tan pronto como Roosevelt intente poner en marcha
medidas que puedan minar los cimientos del capitalismo, sufrirá inevitablemente la más abrumadora de las derrotas. La banca, la industria, las grandes
empresas y explotaciones agrícolas no están en sus manos; los ferrocarriles, la
marina mercante, son propiedad privada. El ejército de trabajadores capacitados, los ingenieros, todos trabajan para la empresa privada. Además, en el
mundo burgués, el Estado es una institución que está a cargo de la defensa del
país, del mantenimiento del orden; es decir, es una máquina de recaudar
impuestos. En un sentido estricto, la economía no está en sus manos. Por el
contrario, es el Estado el que está en manos de la economía capitalista. Por
ese motivo, mucho me temo que Roosevelt no alcanzará el objetivo que
mencionaba usted, en el supuesto de que sea ése su propósito.
-Los adelantos y la ciencia moderna han puesto en marcha fuerzas que
luchan por mejorar la organización y el funcionamiento de la comunidad; o sea,
favorables al socialismo. Las ideas de regulación de la actividad individual se
han convertido ya en necesidades mecánicas, al margen de toda teoría social.
El control de los bancos, de la industria y del comercio por parte del Estado
equivaldría a una estatalización de todas las ramas de la economía nacional.
Así será el proceso de socialización. Pero socialismo e individualismo no son
opuestos. Entre ambos hay multitud de gradaciones intermedias. La
introducción de una economía planificada dependerá de los organizadores
económicos, de la intelligentsia a la que se le pueden imbuir los principios
socialistas de organización. El dato más importante: sin organización, la idea
socialista no es más que una idea, la organización precede al socialismo.
-No hay, o no debería haber, un enfrentamiento irreconciliable entre lo
individual y lo colectivo, entre el interés personal y el social. El colectivismo, el
socialismo, no niega, sino que combina, los intereses del individuo con los de la
colectividad. Únicamente la sociedad socialista puede llegar a satisfacer los
intereses del individuo. No obstante, ¿podemos negar las diferencias existentes
entre la clase de los propietarios, la capitalista y la clase trabajadora, la
proletaria? Por un lado tenemos a una clase que posee bancos, minas,
transportes, plantaciones en las colonias. Para esas gentes no existe otra cosa
que su propio interés. No se someten a la voluntad del colectivo, sino que
luchan por subordinar a sus deseos a todas las colectividades. Por otro lado
tenemos la clase de los desposeídos, los explotados, que no poseen ni
fábricas, ni bancos, los que tienen que sobrevivir vendiendo su fuerza de
trabajo a los capitalistas y no tienen medios para satisfacer sus necesidades
más elementales. ¿Cómo es posible conciliar intereses tan encontrados?
-Protesto por esa clasificación simplista de la humanidad en pobres y
ricos. Existe gran número de personas competentes que reconocen que el
actual sistema es insatisfactorio y que están llamadas a desempeñar un
importante papel en la sociedad capitalista del futuro.
-Veamos, rechaza usted como simplista la división de la humanidad en
pobres y ricos. Por supuesto, existe un estrato intermedio; está esa
intelligentsia que mencionaba usted, y en su seno hay gente buena y honrada.
Pero también hay personas malvadas y deshonestas. Ante todo, los hombres
se dividen en ricos y pobres, en propietarios y explotados. Pasar por alto la
lucha entre las dos clases principales significa negar lo evidente. La batalla ha
comenzado. Su resultado vendrá determinado por la clase trabajadora, por el
proletariado.
-¿Y no existe mucha gente que, sin ser pobre, trabaja y lo hace
productivamente?
-Por supuesto, hay pequeños propietarios rurales, artesanos, pequeños
comerciantes. Pero no son esas las personas que deciden el destino de un
país, sino las masas trabajadoras, que se afanan por producir todo aquello que
la sociedad requiere.
-Me gustaría destacar que en los países de habla inglesa se ha
producido recientemente un importante cambio de actitud respecto a la URSS.
La razón del mismo radica, ante todo, en la posición de Japón y los
acontecimientos en Alemania. Pero existe una razón más profunda que la
política, a saber, el reconocimiento, cada vez más generalizado, de que el
sistema basado en los beneficios individuales se está viniendo abajo. Tengo la
impresión de estar más a la izquierda que usted, señor Stalin. Estoy más
convencido que usted de que el viejo sistema toca a su fin.
-Cuando digo que los capitalistas aspiran sólo a hacerse ricos, no quiero
decir con ello que se trate de gente sin valor alguno. Indudablemente, algunos
poseen un gran talento como organizadores. Los soviéticos hemos aprendido
mucho de los capitalistas. Pero si de lo que estamos hablando es de gente
dispuesta a reconstruir el mundo, no podrá encontrarla entre las filas de
quienes sirven fielmente a la causa del propio enriquecimiento. Nosotros y ellos
constituimos polos opuestos. Los responsables de la organización capitalista
trabajan con arreglo a las órdenes que reciben, que, a su vez, están al servicio
de los intereses de sus empleadores. Por supuesto, existen excepciones. La
intelligentsia, puede, bajo determinadas condiciones, conseguir milagros y
beneficiar a la humanidad, pero también puede ocasionar grandes daños.
Nosotros, los soviéticos, tenemos una experiencia nada despreciable en ese
terreno. Tras la Revolución de Octubre, un determinado sector de la
intelligentsia técnica se negó a participar en la tarea de construcción de la
nueva sociedad. Hicimos lo posible para atraerles hacia la gran tarea común de
todas las maneras posibles. Hubo que esperar bastante tiempo para que la
intelligentsia aceptara trabajar activamente a favor del nuevo sistema. Hoy día,
los mejores intelectuales y técnicos están en las primeras filas de los
constructores del socialismo. Después de la experiencia vivida, no somos
propensos a subestimar las ventajas e inconvenientes de la intelligentsia. Pero
no debemos dar pábulo a la impresión de que los intelectuales y técnicos
puedan desempeñar un papel histórico independiente. La transformación del
mundo es un proceso complicado y doloroso para el que se precisa una gran
clase. Sólo los grandes barcos realizan los largos viajes.
-Sí, pero para un largo viaje se requieren un capitán y un navegante.
-Muy cierto, pero ante todo hay que disponer de un gran barco. ¿Qué es
un navegante sin un barco? Un hombre inútil.
-El barco es la humanidad, no una clase.
-Evidentemente, señor Wells, usted presupone que todos los hombres
son buenos. Yo, por el contrario, no olvido que existen muchos hombres
malvados. No creo en la bondad de la burguesía.
-Si hay alguien que sepa algo sobre revoluciones desde el punto de vista
práctico, ése es usted, señor Stalin. ¿Se alzan realmente las masas? ¿No es
una verdad universalmente aceptada que todas las revoluciones son obra de
una minoría?
-Para llevar adelante una revolución se requiere una minoría
revolucionaria que la lidere, pero incluso la minoría más entregada y capaz no
conseguiría nada sin el apoyo de millones de personas.
-Cuando veo la propaganda comunista en Occidente, me resulta
anticuada, al tratarse de propaganda a favor de la insurrección. Derribar por la
violencia el sistema social estaba muy bien cuando éste se trataba de una
tiranía, pero en las actuales circunstancias deberíamos poner el énfasis en la
eficacia y en la competencia, en la productividad. En Occidente, las personas
de mentalidad constructiva consideran perjudicial ese tipo de propaganda
comunista.
-Desde luego, el viejo sistema está desmoronándose. Usted extrae una
conclusión errónea de un postulado correcto. Afirma, acertadamente, que el
viejo mundo se viene abajo, pero se equivoca al pensar que lo hace
espontáneamente. La sustitución de un sistema social por otro es un proceso
revolucionario complicado y largo. No es un simple proceso espontáneo, sino
una lucha; un proceso vinculado al choque entre las clases. Y cada vez que los
integrantes del nuevo mundo alcanzaban el poder habían de defenderse de los
intentos del viejo mundo de restaurar el antiguo orden por la fuerza. El pueblo
del mundo nuevo tenía que estar siempre preparado para repeler los ataques
del viejo. Tomemos como ejemplo el fascismo: es una fuerza reaccionaria que
intenta preservar el viejo mundo mediante la violencia.
¿Qué haría usted? ¿Intentar convencerles? No tendría el menor éxito. El
comunismo no idealiza la violencia, pero tampoco puede contar con que el viejo
mundo abandone voluntariamente la escena. Por el contrario, ve cómo se
defiende con uñas y dientes, y por ese motivo le dice a la clase trabajadora que
responda a la violencia con violencia, que no permita que le esposen las manos
con las que ha de derribar ese sistema. Los comunistas no creemos que la
sustitución de un sistema social por otro sea un proceso espontáneo y pacífico,
sino un proceso largo y violento.
-Pero mire lo que está ocurriendo en el mundo capitalista. No se trata de
una simple desintegración, sino de un estallido de violencia reaccionaria que
está degenerando en gansterismo. En mi opinión, cuando estalla la violencia
irracional, los socialistas deben apelar a la ley y, en lugar de considerar
enemigos a los policías, apoyarles en la lucha contra los reaccionarios.
-Los comunistas se basan en una rica experiencia histórica, que nos
enseña que las clases obsoletas no abandonan de buen grado el escenario de
la historia. Recuerde la Inglaterra del siglo XVII. ¿No fueron muchos los que
proclamaron que el viejo sistema había muerto? ¿No fue necesario, aun así, un
Cromwell para aplastarlo por la fuerza?
-Cromwell actuaba en nombre del orden constitucional.
-¡En nombre de la Constitución recurrió a la violencia, decapitó al rey,
disolvió el Parlamento, arrestó a unos y ejecutó a otros! Considere otro ejemplo
de nuestra historia. ¿No resultaba ya evidente desde hacía tiempo que el
zarismo se estaba viniendo abajo? ¿Y cuánta sangre no hubo que verter para
derribarlo? ¿Y la Revolución de Octubre? ¿Acaso no eran muchos los que
creían que sólo nosotros, los bolcheviques, mostrábamos el camino correcto?
¿No estaba claro que el capitalismo ruso se había descompuesto? A pesar de
todo, usted sabe cuánta sangre costó defender la Revolución de Octubre de
sus enemigos, tanto de dentro como de fuera del país. O piense en la Francia
de finales del XVIII. Ya antes de 1789 mucha gente era consciente de que el
poder de la realeza, el sistema feudal, estaba corrompido. Aun así no pudo
evitarse una insurrección popular, un enfrentamiento entre las clases. ¿Por
qué? Porque las clases que se extinguen toman las armas y recurren a
cualquier medio con tal de conservar su posición como clase dirigente.
-¿No hubo unos cuantos hombres de leyes al frente de la Revolución
Francesa?
-No pretendo negar el papel de los intelectuales en los movimientos
revolucionarios. ¿Fue la Revolución Francesa una revolución de abogados o
una revolución popular? ¿No se alcanzó la victoria movilizando grandes masas
contra el feudalismo? ¿Actuaron de acuerdo con las leyes del viejo orden esos
abogados que se encontraban entre los líderes de la Revolución Francesa?
¿Acaso no introdujeron otras nuevas de signo revolucionario-burgués? Opino
que lo que a usted le resulta anticuado es una medida de importancia
revolucionaria para la clase trabajadora.
-No niego la necesidad de utilizar la fuerza, pero creo que las formas de
lucha deben ajustarse tanto como sea posible a las leyes en vigor, que han de
ser defendidas frente a los ataques reaccionarios. Podría formular mi punto de
vista de la siguiente manera: en primer lugar, estoy a favor del orden; en
segundo lugar, ataco el actual sistema en la medida en que no puede asegurar
el orden; por último, opino que la propaganda de la lucha de clases puede
alejar del socialismo precisamente a esa gente más preparada que el
socialismo necesita.
-Para alcanzar un objetivo social importante, tiene que existir una clase
revolucionaria. A continuación es necesario organizar el apoyo de una fuerza
auxiliar, en este caso el partido, al que pertenece lo más destacado de la
intelligentsia. Acaba de hablar de las personas más preparadas. ¿Qué clase de
gente cultivada? ¿No hubo muchas personas educadas en el bando del viejo
orden en el siglo XVII en Inglaterra, en Francia a finales del siglo XV y en Rusia
en tiempos de la Revolución de Octubre? El viejo orden tenía a su servicio a
muchas personas altamente capacitadas que lo defendían, que se oponían al
nuevo. La educación es un arma las mañanas; si no, la pierna izquierda le
duele horriblemente); su hija Jade, de 23 años, le ha dado dos nietos a los que
adora.
Otro cotilleo que se ha esforzado poco en negar es que podría
presentarse como candidata a la presidencia nicaragüense, aunque me dijo
que una cosa que le había enseñado su variopinta vida era la inquietante
similitud entre las estrellas del rock y los políticos. "La imagen que das, la
imagen planificada, y todo eso de encandilar al público, me parece muy
peligroso porque suspende el pensamiento crítico". No obstante, reconoce que
estaba pensándose detenidamente la posibilidad de meterse en el guirigay de
la política nicaragüense; lo que más le preocupaba es si ella sería de utilidad:
"¿Puedo realmente cambiar la situación? Si no, no debería hacerlo. Si no me
veo capaz de algo, no lo hago. Intento ser racional y pragmática".
Me pregunto si Bianca podría adaptarse a vivir otra vez en Nicaragua,
uno de los dos o tres países más pobres de Latinoamérica. Para vivir en
Centroamérica tendría que emprender una lucha más por definirse a sí misma,
un cometido que se ve complicado por su fracaso a la hora de afrontar algunos
de los requisitos más básicos para una vida feliz. Marianne Faithfull, la primera
amante célebre de Mick Jagger, dijo con amabilidad a un periodista el año
pasado que, aunque Bianca era muy inteligente, mucho, tenía la mala suerte
de haber nacido increíblemente guapa. Con eso, Faithfull parecía dar a
entender que el destino de su sucesora era tener éxito en muchas cosas, pero
no en el amor. Así que le hice a Bianca la pregunta que me andaba rondando
por la cabeza casi desde nuestro primer encuentro."¿Hasta qué punto fue su
determinación de llevar una vida activa y moralmente útil una consecuencia de
su fracaso en entablar una relación duradera? ¿No anhelaba una vida libre de
esas cargas políticas, una vida algo más tranquila?".
"Claro que sí", contestó rápida pero apagada. "Hay veces en que lo
pienso. Quiero decir, me pregunto cómo sería si estuviera felizmente casada,
tuviera una casa en el campo y una relación dichosa. A veces, con este sentido
del deber mío, me pregunto por qué lo hago, por qué arriesgo tanto. No
siempre hay respuestas tajantes. Pero sí, hay ciertas cosas que se echan de
menos. La sensación de que puedes hacer cosas y dedicarte a los demás...
bueno, no sustituye a otras cosas, pero te hace pensar menos en el hecho de
que no tienes ese matrimonio dichoso".
¿Estaba resquebrajándose la armadura? Insistí. "¿Qué importancia tenía
en su vida encontrar un gran amor?".
"Es muy importante. Pero tengo una visión muy idealista de lo que
significa un gran amor en la vida; son ideales de adolescente, y quizá por eso
me resulta tan difícil alcanzarlos. Quizá sean demasiado románticos".
"¿Qué? ¿Es que aún conserva las nociones adolescentes del romance
amoroso?".
"Sí". Las lágrimas parecían a punto de saltar.
"Una última pregunta. ¿Y no irán desapareciendo estas nociones?".
"No. Pero no es de una aventura amorosa de lo que estoy hablando. Es
de un gran amor, o del gran amor, la persona que encuentras y con la que te
casas para toda la vida. Si me preguntara que cuál es el mayor remordimiento
que tengo, es ése, que no pude conseguir... eso".
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